La conformación de los circuitos neuronales: momentos críticos
EXPLOREMOS EL CEREBRO INFANTIL LA CONFORMACIÓN DE
LOS CIRCUITOS NEURONALES MOMENTOS CRÍTICOS
Congreso Mundial de Lecto-escritura,
celebrado en Valencia, Diciembre 2000
Gladys Corrales Segura
Asesora Nacional de Educación Preescolar
Ministerio de Educación
San José, Costa Rica
"Muchos profesionales en ciencias sociales creen
que los problemas de los niños de hoy pueden explicarse por los cambios
complejos que se han producido en las pautas sociales en los últimos
cuarenta años, incluyendo el aumento del porcentaje de divorcios, la
influencia penetrante y negativa de la televisión y los medios de comunicación,
la falta de respeto hacia las escuelas como fuente de autoridad, y el tiempo
cada vez más reducido que los padres le dedican a sus hijos. Aceptando
por un momento que los cambios sociales resultan inevitables, se plantea entonces
la siguiente pregunta: ¿Qué puede usted hacer para criar a niños
felices, saludables y productivos? La respuesta puede sorprenderlo. Tiene que
cambiar la forma en que se desarrolla el cerebro de su hijo".
Lawrence E. Shapiro
¿POR QUÉ Y PARA QUÉ EXPLORAR EL CEREBRO INFANTIL?
Existe consenso, entre profesionales de diferentes disciplinas
vinculadas con la educación y la atención a la infancia, acerca
de la importancia de estimular el cerebro infantil durante el embarazo y, particularmente,
los tres primeros años de vida.
Gracias a muchas investigaciones científicas se
conoce que el desarrollo del cerebro ocurre rápidamente y que las experiencias
de la niñez determinan o influyen en la futura capacidad de aprendizaje
de las personas.
El desarrollo saludable del cerebro tiene un impacto directo
sobre las habilidades cognititivas. La nutrición inadecuada antes del
nacimiento y las experiencias negativas o la falta de estímulos adecuados
durante los primeros años de vida influyen en el desarrollo cerebral
y tienen un impacto decisivo en la vida adulta, ya que, pueden causar desórdenes
neurológicos y trastornos de conducta.
Los investigadores Ann y Richard Barnet (2000) en la introducción
de su libro El pensamiento del bebé expresan: Desde el momento
de nacer necesitamos los cuidados y el amor de otras personas. En los últimos
años ha quedado más claro que la calidad y el carácter
de las interacciones con otros (padre, madre, familiares y cuidadores ajenos
a la familia) ejercen una influencia sobre el desarrollo cerebral. Al mismo
tiempo, los adelantos de la genética proporcionan nuevos conocimientos
acerca del poder de los factores innatos en la conformación de nuestra
vida. Afirman que el cerebro infantil no es una página en blanco, que
espera que se escriba en ella una historia, ni tampoco un circuito impreso inmutable,
controlado por implacables genes. Que un gen se exprese o no en un individuo
y cómo lo haga (es decir, si llegara a hablar y qué dirá)
depende de la interacción dinámica de la herencia genética
y las experiencias personales. Aseguran además que la ciencia nos dice
ahora mucho más de lo que sabíamos acerca de lo que los niños
necesitan y cuándo lo requieren. Aunque los esfuerzos combinados de neurólogos,
educadores, psicólogos y pediatras aún no llega a formar una teoría
abarcativa del desarrollo cerebral, la amplia variedad de estudios en muchas
disciplinas va brindando conocimientos nuevos y muy promisorios.
Durante el embarazo, el cerebro en formación crea,
a cada minuto, la prodigiosa cantidad de 250 000 neuronas o células cerebrales
y, cada una de ellas envía un impulso eléctrico. Se ha descubierto
estas células se mueven, se comunican en un orden perfecto, y se ubican
en el lugar que le corresponde. La manera como se conectan dan lugar a la construcción
del cerebro.
Álvarez (2000), considera al cerebro un laboratorio
fascinante. Manifiesta que es un instrumento maravilloso el cual nos asombra
cada vez más, mientras aprendemos de él. Su crecimiento comienza
de manera explosiva y con velocidad decreciente. A los doce días de fertilizado
el óvulo, el cerebro ya puede reconocerse. Al nacer un bebé pesa
seis o siete libras y su cerebro representa el 11% del peso total. En un adulto
es sólo el 2.5%. A los cinco años, el cerebro ha alcanzado el
80% de su crecimiento total. A los ocho está prácticamente concluido.
Es decir, del nacimiento a los ocho años hay más crecimiento cerebral
que de los ocho a los ochenta. Los neuro-científicos William Greenough
de la Universidad de Illinois y Mary Beth Hatten, de la Universidad de Rockefeller
(Newsweek, 1996), coinciden en afirmar que existen "ventanas cerebrales" que
se abren entre las 17 semanas de gestación y los 5 años de vida,
y éstas serán la clave para que el niño o la niña
tengan una mayor o menor receptividad.
Estas afirmaciones nos advierten acerca de la importancia
que tiene una estimulación adecuada desde la vida intrauterina y en los
primeros años del ser humano.
Los padres y madres de familia, los educadores y las educadoras
debemos asumir un papel mucho más activo en la creación de un
ambiente propicio, para potenciar su desarrollo integral.
Por lo tanto, es fundamental plantearse las siguientes
preguntas: ¿cuándo, cuánto y cómo podemos estimular el
cerebro infantil?, ¿qué tipos de experiencias favorecen la adaptación
del niño y la niña al medio que le rodea?, ¿cómo participar
activamente en el desarrollo de la niña o el niño sin sobreestimular
o sobrecargar de actividades su mundo infantil?
Los estudios demuestran que desde el inicio de la vida
poseemos un potencial interno y que éste se desarrollará de acuerdo
con la calidad, cantidad y el momento en el cual se realicen las conexiones
o circuitos neuronales. De ahí la importancia de la estimulación
entendida como un conjunto de acciones que contribuyen a potenciar el desarrollo
integral del ser humano, durante sus primeros seis años e inclusive en
la vida intrauterina, para prevenir posteriores problemas relacionados con factores
biológicos y ambientales en las áreas específicas de su
desarrollo.
Este paradigma emergente sugiere que el desarrollo infantil
comprende períodos críticos, vinculados con la influencia del
ambiente y la manera como se llevan a cabo los circuitos neuronales en el cerebro
para el funcionamiento en diversas áreas, tales como: matemática,
lógica, lenguaje, música, emociones y actividades del movimiento.
¿Qué vamos a explorar?
En la última década ha aumentado el interés
por el conocimiento del cerebro. Conforme avanzan los estudios dicho interés
aumenta cada día. La información se acumula rápidamente,
las teorías y las creencias se someten a revisiones y replanteos frecuentemente.
Pero entre más avanza la ciencia más nos maravillamos de lo grandioso
que es el don de la vida.
Las recientes investigaciones han contribuído a
formular un nuevo pensamiento acerca del cerebro, lo que permite establecer
una comparación con lo que se creía hace algún tiempo.
ELVIEJO PENSAMIENTO
EL NUEVO PENSAMIENTO
El desarrollo del cerebro
depende de los genes con los que se nace.
Las experiencias que se tienen antes de los tres años
tiene un impacto limitado en su posterior desarrollo.
Una relación segura con un cuidador primario
crea un contexto favorable para el desarrollo y aprendizaje temprano.
El desarrollo del cerebro es lineal: la capacidad del
cerebro de aprender y cambiar crecen conforme el infante va progresando
hacia la edad adulta.
El cerebro de un niño de tres años es
mucho menos activo que el de un estudiante de colegio o universitario.
El desarrollo del cerebro
depende de la interacción de los genes con los que se nace y
las experiencias que se tengan.
Las experiencias tempranas tienen un impacto decisivo
en la arquitectura del cerebro y en la naturaleza de las capacidades
que se prolongan en la edad adulta.
Las interacciones tempranas no sólo crean un
contexto favorable, sino que afectan o influyen directamente la forma
de las conexiones del cerebro.
El desarrollo del cerebro no es lineal: hay diferentes
momentos para adquirir diferentes tipos de conocimiento, destrezas y
habilidades.
Para cuando el niño alcanza los tres años,
el cerebro es el doble de activo que el de los adultos. Los niveles
de actividad bajan durante la adolescencia.
Fuente: Shore, Rima (1997) Rethin King The Brain.
Para llegar al nuevo pensamiento acerca del cerebro han
tenido que pasar décadas de investigaciones. La neuro-ciencia ha asumido
un papel protagónico en la biología, la psicología y la
educación. Se han hecho estudios relacionados con la conformación
del cerebro y, además se han elaborado instrumentos sofisticados, gracias
a la tecnología, tales como la Tomografía por Emisión de
Positrones (T.E.P.) que permite observar la actividad cerebral.
¿Qué es la neuro-ciencia?
Es la disciplina que se encarga del estudio del cerebro
humano, lo que ha derivado en una mayor comprensión acerca de la relación
entre el funcionamiento del cerebro y la conducta. Ruíz (2000) indica
que uno de los trabajos de investigación que se han realizado acerca
del cerebro, es significativo ya que, en él se descubrió que los
hemisferios difieren en su funcionamiento. La naturaleza de esta diferencia
ha sido estudiada intensamente por los biólogos, psicólogos, neurólogos,
cirujanos y educadores.
¿Qué es la neuro-educación?
Las investigaciones han dado origen a diferentes interpretaciones
acerca del funcionamiento del cerebro y sus implicaciones para la educación.
Según M. Battro (1999) la educación no es un híbrido de
la neuro-ciencia y de las ciencias de la educación, sino algo original.
Por razones históricas, los caminos de la neuro-biología y la
educación tuvieron pocas ocasiones de encontrarse. Cuando lo hicieron
se entrecruzaron en el campo de la patología y no tanto en el de la normalidad.
Battro opina que se encontraron, por primera vez, al buscar las causas de la
debilidad mental y también en la indagación del talento excepcional.
A veces se unieron para resolver un problema de rehabilitación, como
en el caso del implante coclear en la persona sorda. Pero la neuro-educación
no se reduce a la práctica de la educación especial, es una teoría
incipiente del aprendizaje y del conocimiento en general.
ALGUNAS CONSIDERACIONES GENERALES DE LAS CARACTERÍSTICAS
MÁS RELEVANTES DE TRES ENFOQUES ACERCA DEL FUNCIONAMIENTO DEL CEREBRO
EL PRIMER ENFOQUE: LOS HEMISFERIOS CEREBRALES
El hemisferio derecho es el responsable de percibir y orientarse
en el espacio. Domina todo lo que tiene que ver con la intuición, espontaneidad,
relación de ideas en forma creativa y la habilidad para elaborar mapas
conceptuales. Se le conoce como el hemisferio global. Está relacionado
con la memoria visual a largo plazo, la conciencia del cuerpo y las habilidades
artísticas.
Está demostrado que los hemisferios cerebrales poseen
diferentes inter-conexiones y se complementan. La diferencia radica en su estilo
de procesamiento de información.
Cubillos (2000) manifiesta que es difícil encontrar
las características mencionadas en forma pura, ya que, la mayoría
de las personas combinan algunas de ellas. Sin embargo existe una tendencia
definida y podemos observarlas por medio de su conducta y actitud.
A esta tendencia definida es lo que, generalmente, se le
llama dominancia cerebral o lateralidad. Es la que tendemos a utilizar más
y se detecta desde que el niño o la niña están pequeños.
EL SEGUNDO ENFOQUE: El cerebro Triuno
Este enfoque fue presentado por MacLean (1978), citado
en Ruíz, (2000) quien afirma que el cerebro está formado por tres
elementos interrelacionados: el cerebro reptiliano, el sistema límbico
y la neocorteza. Esta visión del funcionamiento del cerebro humano no
es opuesta a la de los hemisferios cerebrales; al contrario, la complementa
y amplía.
Cada uno de los tres elementos (el cerebro reptiliano,
el sistema límbico y la neocorteza) tienen funciones que son responsables
de la vida instintiva, emocional e intelectual de cada persona.
El cerebro reptiliano es el que controla la conducta automática
o programada, tal como a la que se refieren a la preservación de la especie
y a los cambios fisiológicos necesarios para la sobrevivencia. Este cerebro
se caracteriza por la acción y está formado por los ganglios basales,
el tallo cerebral y el sistema reticular.
El sistema límbico es el responsable de controlar
la vida emotiva, la cual incluye los sentimientos, el sexo, la regulación
endocrina, el dolor y el placer. Está formado por los bulbos olfatorio,
el hipotálamo (placer-dolor), la amígdala (centro de control emocional,
nutrición, oralidad, protección, hostilidad), el núcleo
hipotalámico (cuidado de los otros, característica de los mamíferos),
el hipocampo (memoria de largo plazo) el área septal (la sexualidad)
y la pituitaria (dirige el sistema bioquímico del organismo). Se le conoce
como el cerebro emocional. Si hay un desequilibrio en este sistema se producen
estados agresivos, depresiones y pérdida de la memoria, entre otras enfermedades.
La neocorteza es el tercer cerebro. Está constituida
por los dos hemisferios que son los encargados de los procesos intelectuales
superiores. Tiene dos características básicas: la visión,
que se refiere al sentido de globalidad, síntesis e integración,
funciones del hemisferio derecho y el análisis, que se refiere a la manera
de procesar la información del hemisferio izquierdo.
El tercer enfoque: El Cerebro Total
Este tercer enfoque ha sido propuesto por Herrmann (1989),
citado en Ruíz (2000), realizó sus investigaciones basado en los
estudios de Sperry y de MacLean, los cuales lo condujeron a replantear el funcionamiento
del cerebro que integrando la neocorteza, con el sistema límbico. Esta
integración la concibe como una totalidad orgánica dividida en
cuatro cuadrantes o áreas:
El lóbulo superior izquierdo (cuadrante A) se caracteriza
por el pensamiento lógico, cualitativo, analítico, crítico,
matemático y, basado en hechos concretos.
El lóbulo inferior izquierdo (cuadrante B) se especializa
por un estilo de pensamiento secuencial, organizado, planificado, detallado
y controlado.
El lóbulo inferior derecho (cuadrante C) se caracteriza
por un estilo de pensamiento emocional, sensorial, humanístico, interpersonal,
musical, simbólico y espiritual.
El lóbulo superior derecho (cuadrante D) se encarga
por estilo de pensamiento conceptual, holístico, integrador, global,
sintético creativo, artístico espacial, visual y metafórico.
De acuerdo con los estudios de Herrman, se ha encontrado
una relación entre el tipo de dominancia y la preferencia profesional
u ocupacional. Según dichos estudios las personas que tienen dominancia
en el cuadrante A, tienden a escoger ocupaciones en: matemática, química,
biología, ingeniería, medicina y finanzas, entre otras.
Las personas que tienen dominancia en el cuadrante B, seleccionan
ocupaciones relacionadas con la planificación, administración,
contaduría, y gerencias.
Las del cuadrante C, prefieren ocupaciones en la educación,
sociología, enfermería. Las personas que tienen dominancia en
el cuadrante D, gustan de las ocupaciones en arquitectura, pintura, literatura,
música, diseño gráfico y escultura.
Cada uno de estos tres enfoques explica el funcionamiento
del cerebro humano y asigna funciones específicas a diferentes partes,
pero los hallazgos en los estudios e investigaciones son complementarios y demuestran
que el comportamiento humano necesita de todo el cerebro, de todas sus partes,
las cuales están permanentemente vinculadas con su funcionamiento para
lograr un desarrollo óptimo de sus capacidades.
¿A partir de aquí, hacia dónde vamos?
¿CÓMO EXPLORAMOS EL CEREBRO INFANTIL?
Estamos conscientes de que el cerebro está maravillosamente
preparado y capacitado para desarrollar un sinnúmero de funciones y de
que existen diferentes posiciones relacionadas con el desempeño de sus
capacidades. Algunas sostie-nen que esta capacidad es hereditaria y otras que
depende más de los factores ambientales, como la educación y el
entorno. La respuesta parece estar en el término medio. Es cierto que
los genes establecen un conjunto de potenciali-dades, pero los factores ambientales
influyen, de manera decisiva, en su evolución. Sin la estimulación
procedente de las personas que están alrededor de los niños y
las niñas no es posible lograr su desarrollo integral.
Fuente: Children´s National
Medical Center, citado en Barnet, (2000).
Bassedas, Huguet y Solé (1998) consideran que la
información contenida en el cerebro se caracteriza porque marca todas
las posibilidades de desarrollo que tiene el ser humano, pero no impone limitaciones.
Así, por ejemplo, el cerebro contiene la información necesaria
para que un niño o una niña pueda hablar, pero no marca en que
lengua lo hará ni cual será su grado de adquisición, ya
que, esto dependerá del contexto lingüístico en que se mueva,
el grado de corrección del lenguaje de su entorno y de las experiencias
para utilizar el lenguaje con diferentes fines.
Dichas autoras manifiestan que nuestro código genético
contiene una información denominada "calendario madurativo", el cual
se refiere a una serie de informaciones genéticamente establecidas mediante
las cuales se sabe que los seres humanos pasan por una secuencia de desarrollo
que siempre es igual para todos (caminar aproximadamente al primer año,
hablar probablemente a los dos años, entre otras características).
Además hay pasos básicos que no se hacen de manera diferente (por
ejemplo un niño o niña no podrá caminar antes de los seis
meses, porque a esta edad todavía no hay un desarrollo motor que lo permita,
aunque puede sentarse).
Esta secuencia determina qué cosas son posibles
en diferentes momentos. El calendario madurativo es especialmente indicativo
de las posibilidades y la secuencia de desarrollo en los dos primeros años,
ya que, está muy ligado a una maduración neurobiológica
esencial. Después, las adquisiciones estarán más marcadas
por otros aspectos, tales como la estimulación y la ayuda recibida del
exterior.
¿Que dicen las investigaciones
acerca del desarrollo del cerebro infantil?
Sostenga a un bebé en sus brazos, de tal manera que
sus ojos queden a escasos centímetros de la alegre y colorida figura
de un móvil. ¡Zzzzas! en ese preciso momento una neurona de la retina
establece una conexión eléctrica con una neurona ubicada en la
corteza visual de su cerebro. Toque suavemente la palma de su mano con una pinza
de ropa: el bebé la agarrará, la soltará y después
usted se la devuelve con palabras suaves y una sonrisa. ¡Crack!: las neuronas
de la mano refuerzan su conexión con las de la corteza sensorial-motriz.
El niño llora por la noche: usted lo alimenta, mirándolo
a los ojos porque la naturaleza dispuso que la distancia entre el codo doblado
y los ojos de una madre sea exactamente igual a la distancia a la cual enfoca
el bebé. ¡Zzzzap!: las neuronas ubicadas en la amígdala del cerebro
envían pulsaciones de electricidad por los circuitos que controlan las
emociones. Coloque al bebé sobre su regazo y háblele... las neuronas
de sus oídos comenzarán a establecer conexiones con la corteza
auditiva.
*Y usted que hasta ahora creía que simplemente estaba
jugando con su bebé.
Informe Especial Newsweek (1996).
Las actividades descritas anteriormente revelan la naturaleza
de las interacciones del niño o la niña mientras crece, madura
y todo lo que sucede en su cerebro.
No siempre se supo que el cerebro trabaja de esta manera.
No se reconocía que las experiencias que día a día tiene
un ser humano causan tanto impacto en la construcción del cerebro, o
en la naturaleza de sus capacidades como adulto, tampoco se apreciaba hasta
que punto el niño o la niña participaban en el desarrollo mientras
respondían a diferentes tipos de estimulaciones.
El desarrollo saludable del cerebro tiene un impacto directo
sobre las habilidades cognitivas. La nutrición inadecuada antes del nacimiento
y los primeros años de vida pueden influir negativamente en el desarrollo
cerebral y causar desórdenes neurológicos y trastornos de conducta.
Otras investigaciones llevadas a cabo por neurocientíficos
evidencian la importancia de la estimulación apropiada durante los primeros
años. Begley, (1996) afirma que el cerebro de un recién nacido
está compuesto por trillones de neuronas, todas esperando para ser tejidas
en el intrincado tapiz de la mente; algunas neuronas ya están fuertemente
conectadas... pero trillones y trillones más están puras y con
potencial infinito. Considera que las experiencias de la infancia determinan
las neuronas que se usan, las cuales conectarán los circuitos del cerebro.
Aquellas neuronas que no se utilicen pueden morir. Las experiencias de la infancia
determinan si el niño o la niña llegan a ser inteligentes o lentos;
miedosos o seguros de sí mismos, extrovertidos o callados.
Durante muchos años la organización norteamericana
Head Start (citado en Conozca Más "Niños Genios¨, 1996),
realizó estudios longitudinales con niños y niñas con el
propósito de acrecentar sus coeficientes intelectuales por medio de actividades
en diferentes áreas. Se les proporcionaron juegos para matemáticas,
se les permitió escuchar música selecta y, además, la resolución
de problemas, pero después de los tres años parecía que
olvidaban toda esa estimulación. Con base en estos datos Cray Ramey de
la Universidad de Alabama realizó estudios que demostraron que lo importante
era el momento en que se estimulaba a los infantes, y no dejar de hacerlo cuando
se crea que se ha encontrado el camino correcto. Con fundamento en estos hallazgos,
en 1972, lanzó el proyecto Abecedarian dirigido a niños
y niñas de familias pobres entre los 4 meses y 8 años.
El concepto de educar, en este proyecto, significa: hablar,
explicar, jugar, acompañar el desarrollo del infante de acuerdo con su
edad, de manera que amplíe sus conocimientos, lenguaje, sociabilidad
y emociones según sus propias posibilidades.
El resultado obtenido indicó que al crecer, los
niños y niñas que iniciaron su participación en dicho proyecto,
a la edad de cinco años, no mostraron un desarrollo mayor en comparación
con sus compañeros de escuela. Mientras que los que iniciaron desde bebés
obtuvieron las más altas calificaciones. Los resultados anteriores nos
conducen a una interrogante ¿si las ventanas cerebrales se cierran antes de
finalizar la primaria, qué sucede con los niños y niñas
que no han sido estimulados adecuadamente? De acuerdo con dichos estudios el
cerebro retiene la habilidad de aprender con el transcurrir de la vida. Si los
circuitos neuronales no son estimulados en la etapa preescolar, jamás
van a ser lo que pudieron haber sido.
Joseph Sparling, creador del currículum para el
proyecto Abecedarian comenta: "La verdad a uno le dan ganas de decir que nunca
es tarde para aprender. Pero indudablemente hay algo muy especial en los primeros
años de vida".
No obstante existen estudios especialmente los de Paula
Tall de la Rutger University y de científicos de la Universidad de San
Francisco California (Newsweek, 1996), con niños y niñas que presentan
problemas de aprendizaje, relacionados con el lenguaje y la lectura. En los
Estados Unidos (USA) esta discapacidad afecta a siete millones de escolares.
Los científicos experimentaron con niños y niñas entre
los cinco y los diez años que presentan discapacidad en el lenguaje y
lograron adelantos correspondientes a dos años en sólo cuatro
semanas. En el programa de capacitación se dibujó el diagrama
de conexiones en la corteza auditiva de los niños y las niñas
para procesar sonidos rápidos. Sus problemas de lectura desaparecieron.
También afirman que en cerebros adultos que padecieron trastornos de
aprendizaje pueden reconstruir ciertas conexiones neuronales.
Las características que define la primera infancia
es una sensibilidad especial a la experiencia opinan Ann y Richard Barnet (2000).Hay períodos críticos en que el niño o la niña
deben disponer de ciertas experiencias a fin de que se produzca un desarrollo
normal de las conexiones.
Las etapas de configuración de los circuitos cerebrales
se evidencia, en casos de privación extrema, por ejemplo, un bebé
cuyos ojos estén nublados por cataratas desde el nacimiento, será
ciego de por vida, incluso si a los dos años se le practica una cirugía
para retirárselas, lo que indica que la cirugía debe hacerse cuanto
antes; los niños y las niñas que nacen con una deficiencia auditiva
grave no aprenden a hablar, a menos que se le provea de audífonos a tiempo.
Niños y niñas que han crecido en una institución
sin alguien que los atienda con amor, se desarrollan mal en lo físico,
lo cognitivo y lo emocional. Esta característica del desarrollo del cerebro
infantil pone en evidencia la frase: "Organo que no se usa se atrofia". De lo
que se deduce que los límites de tiempo, o "períodos críticos",
requieren de las experiencias en la primera infancia y cómo pueden cambiar
por completo la manera en que se desarrolla una persona.
La conformación de los circuitos Neuronales
Las células cerebrales están interrelacionadas
de manera muy intrincada. Cualquier cosa que realicemos implica las interacciones
entre miles de circuitos neuronales en el
cerebro.
Las neuronas varían en su tamaño, forma y
función. Tienen tres elementos: dentritas, cuerpo celular y axón.
Una sola neurona puede enviar y recibir millones de conexiones sinápticas
o solo unas pocas.
La neurona o célula nerviosa es la unidad básica
funcional tanto del sistema nervioso central como del periférico. Son
receptoras y emisoras de mensajes. Se comunican por medio de impulsos eléctricos.
Si se observa en el microscopio la unión entre las
neuronas podría verse, entre el axón de la primera célula
y la dendrita de la segunda, un espacio diminuto al que se le denomina sinapsis.
Fuente: Davidoff, (1989).
El Informe Especial, Newsweek (1996), revela que cuando
un niño o una niña nace algunas neuronas ya han sido conectadas
por los genes en el huevo fertilizado, en circuitos que comandan la respiración
o controlan los latidos del corazón, regulan la temperatura corporal
o producen reflejos. Sin embargo, trillones de neuronas adicionales son algo
así como los Chips Pentium en un computador, antes de que la fábrica
introduzca el Software. Son circuitos no programados, puros y con un potencial
casi infinito, que quizás algún día compongan canciones,
realicen cálculos, estallen en un arranque de furia y se derritan en
éxtasis. Si las neuronas son utilizadas, se integran al circuito cerebral,
cuando se conectan con otras neuronas; si no son utilizadas pueden morir.
Son las experiencias de la niñez las que determinan
cuáles neuronas se utilizan, las que conectan los circuitos al cerebro
a semejanza de la forma como un programador reconfigura con un teclado los circuitos
de un computador.
Durante el desarrollo prenatal se producen mucho más
neuronas de las que se encuentran en un adulto. Los niños y las niñas
nacen con muchas organizaciones cerebrales potenciales; tienen más neuronas
y más fibras de las que necesitarán e iniciarán una cantidad
excesiva de sinapsis. Es normal que en un período temprano específico
se presenten grandes cantidades de muerte celular o poda en todo el cerebro.
Thomas Woolsey (citado en Davidoff, 1989), realizó
estudios con ratones recién nacidos y les quitó un pequeño
grupo de bigotes (una de las fuentes de comunicación entre el ratón
y el entorno); después, observó que las neuronas que se especializaban
en recibir información de estos bigotes ya no existían, mientras
que las neuronas vecinas que controlaban otros bigotes habían crecido.
Por tanto, las neuronas corticales murieron para favorecer el funcionamiento
del aparato sensorial. Por lo general, la muerte celular permite a los organismos
en desarrollo construir sistemas cerebrales adecuados a sus necesidades, tomando
en cuenta su entorno y capacidades individuales. El ambiente no solo poda,
también estimula el crecimiento cerebral opina Davidoff.
Shore (1997) manifiesta que durante los primeros tres años
de vida la mayoría de sinapsis se producen, luego se mantienen estable
por un promedio de los diez años de vida. Es por eso que las experiencias
en los primeros tres años de vida son cruciales si no se estimulan las
neuronas tienden a ser eliminadas.
Nac. 24 meses 6 años 14 años
Fuente: Chugani (citado en Shore, 1997) y Conel., Post-natal
Development, Vol. I, Plate XX, Vol. VI, Plate XX. (Citado en Barnet, 2000).
A su llegada a este mundo el ser humano posee aproximadamente
un billón de células nerviosas. Cuando el niño o la niña
llega a los dos, su cerebro tiene el doble de sinapsis que el de su madre o
su padre.
Ann y Richard Barnet(2000) consideran a este período
fundamental en el desarrollo humano. En este período donde las conexiones
cerebrales proliferan explosivamente coincide con aquel en que el niño
y la niña están descubriendo cosas nuevas en casi todos sus momentos
de vigilia. Es el período en que están biológicamente preparados
para el aprendizaje.
Al terminar los primeros diez años de vida hay todavía
una abundante creación de sinapsis, pero al final de la adolescencia,
según las investigaciones, de todas las sinapsis del cerebro ha sido
eliminada la mitad.
Los Momentos Críticos
Las nuevas tecnologías están mostrándonos
imágenes del cerebro en pleno trabajo; para tener una mejor comprensión
de cómo y cuándo se hacen y deshacen las conexiones cerebrales.
Shore (1997) describe al momento o período crítico
como el espacio de tiempo; cuando una parte específica del cerebro está
más dispuesta para el cambio y más vulnerable a las influencias
ambientales.
El concepto de período critico, se basa en que el
desarrollo neurológico depende de la exposición del cerebro a
muchos tipos de estimulación de acuerdo con una tabla de tiempo predecible.
Cuando hay una interrupción del desarrollo normal, las conexiones neuronales
no se realizan apropiadamente y las columnas corticales se vuelven más
delgadas de lo que deberían ser. Si el niño o la niña reciben
un estímulo visual pero que no llega a la estimulación motora
esa privación puede afectar la coordinación visual motora.
Períodos Críticos según Gillian
Doherty (1997)
edad (años)
Fuente: Nonie McLain, Margaret. Reversing the real brain
drain. Early Years. Study-final Report April 1999
Según el Informe Especial de la Newsweek (1996)
los períodos críticos son ventanas de oportunidades que la naturaleza
abre de par en par desde antes del nacimiento, y luego va cerrando, una por
una, con cada vela adicional en el queque de cumpleaños de cada niño
o niña.
Los neurobiólogos apenas están comenzando
a entender qué tipos de experiencias, o insumos sensoriales conectan
los circuitos del cerebro y cómo lo hacen. Conocen bastante acerca del
circuito que tiene que ver con la visión. Este experimenta una acelerada
producción de neuronas entre los dos y cuatro meses, que corresponde
a la etapa en la cual los bebés comienzan realmente a percibir el mundo,
y alcanza su pico a los ocho meses, cuando cada neurona es conectada a la asombrosa
cantidad de 15 000 neuronas más.
Con respecto a las habilidades cognitivas se considera
que funcionan de modo similar a las sensoriales, pues el cerebro es moderado
en sus métodos: un mecanismo que funciona muy bien para conectar los
circuitos visuales probablemente sea utilizado de la misma manera en los circuitos
musicales. Dale Purves de la Universidad de Duke opina Las conexiones no
se forman porque sí: se fomentan mediante la actividad.
Cuanto más exploramos lo que sucede en el cerebro
infantil, más claro se ve, que el desarrollo es un proceso continuo,
donde intervienen el capital genético de cada ser humano, las influencias
de las experiencias del entorno y, por supuesto, uno de los factores más
importantes: la interacción humana.
Implicaciones Educativas
Tanto los padres y madres de familia como las personas
dedicadas a la educación infantil estamos hablando de un mismo objetivo:
el desarrollo máximo de las potencialidades de nuestros niños
y niñas, para que puedan desarrollar sus capacidades plenamente y vivir
una vida satisfactoria.
Las educadoras infantiles o docentes de Educación
Preescolar constantemente nos preguntamos ¿cómo lograr el desarrollo
integral de los niños y las niñas?, ¿cómo promover, por
medio de una experiencia, esa integralidad del desarrollo?
A continuación se presenta un resumen de lo expuesto
en el Informe Especial de la Newsweek (1996) acerca del desarrollo del lenguaje,
la música, el movimiento, las emociones, la matemática y la lógica.
El lenguaje
Antes de que el niño o la niña diga su primera
palabra, ya participa de su propia cultura. Poco a poco descubre que sus llantos,
sonrisas y gestos son un medio de comunicación con las personas que están
a su alrededor.
"Marta, una precoz niña de
nueve meses, no puede abrir su bolso pequeño y lo pone frente a
la mano de su padre. Como el padre no hace nada, Marta le pone el bolso
en la mano y pronuncia una serie de sonidos, mirándolo. El padre
sigue sin reaccionar; Marta insiste, señalando el bolso y gimoteando.
Por fin el padre toca el cierre del bolso, diciendo simultáneamente:
"¿Quieres que lo abra?" Ella asiente, firmemente con la cabeza" Barnet
(2000).
Las investigaciones de Patricia Kuhl de la Universidad
de Washington revelan que cuando un niño o niña escuchan repetidamente
un fonema, las neuronas de su oído estimulan la conexión específica
en la corteza auditiva de su cerebro.
Según explica Kuhl, este "mapa perceptual" refleja
la distancia aparente -y por tanto la similitud- entre los sonidos. Así,
en los angloparlantes, las neuronas de la corteza auditiva que responden a un
"ra" se encuentra lejos de aquella que responden a un "la". Sin embargo, en
un japonés, para quien estos sonidos son casi idénticos, las neuronas
que responden a "ra" están prácticamente entretejidas, con aquellas
que responden a "la". Como resultado, una persona de habla japonesa no podrá
distinguir fácilmente esos dos sonidos.
Los investigadores han encontrado evidencia de estas tendencias
en muchos idiomas. Según afirma Kuhl, a los seis meses, los niños
criados en hogares de habla inglesa ya tienen mapas auditivos diferentes (como
demuestran las mediciones eléctricas que identifican cuáles neuronas
responden a diferentes sonidos) de los de aquellos criados en hogares de habla
sueca. Los niños son funcionalmente sordos a sonidos que no existen en
sus lenguas nativas. Cuando el niño cumple su primer año, el mapa
ya está completo. "A los 12 meses, los niños han perdido la habilidad
de discriminar sonidos que no sin significativos en su lengua, y su balbuceo
ha adquirido el sonido de su propio idioma", dice Kuhl.
Los hallazgos de Kuhl ayudan a explicar por qué
el aprendizaje de una segunda lengua después de la primera, en lugar
de simultáneamente, es tan difícil. El mapa perceptual del
primer idioma constriñe el aprendizaje de una segunda lengua, dice.
En otras palabras, los circuitos ya están cableados para español,
y las neuronas libres que aún quedan han perdido la habilidad para configurar
nuevas conexiones básicas para el griego, por ejemplo. Un niño
al que se le enseña un segundo idioma después de los diez años,
probablemente nunca llegue a hablarlo como un nativo. El trabajo de Kuhl también
parece explicar el porqué las lenguas relacionadas, como el español
y el francés, son más fáciles de aprender que las no relacionadas:
una mayor cantidad de los circuitos existentes pueden realizar doble trabajo.
Una vez establecidos estos circuitos básicos, el
bebé está listo para convertir los sonidos en palabras. Según
Janellen Huttenlocher, psiquiatra de la Universidad de Chicago, cuantas más
palabras escuche el niño, más rápidamente aprenderá
la lengua. Todo parece indicar que el sonido de las palabras construye los circuitos
neurales que luego pueden absorber más palabras, algo bastante similar
a cuando la creación de un archivo de computador permite al usuario llenarlo
de prosa. Existe un vocabulario enorme por aprender, y sólo puede
adquirirse mediante una exposición repetida a las palabras, dice
Huttenlocher.
La Música
Investigaciones realizadas en la Universidad de Konstanz,
en Alemania, informaron que la exposición a la música reconfigura
los circuitos neurales. En los cerebros de nueve intérpretes de instrumentos
de cuerda examinados mediante resonancia magnética, la cantidad de corteza
somato-sensorial dedicada al pulgar y al meñique de la mano izquierda
-los dígitos que oprimen las cuerdas- era significativamente mayor que
en personas que no sabían tocar ningún instrumento musical. El
tiempo de práctica diaria no afecta el mapa cortical. Sin embargo, la
edad en la que habían sido introducidos a su musa sí: cuanto menor
era el niño al comenzar a tocar un instrumento, mayor cantidad de corteza
dedicaba a esta actividad.
A semejanza de otros circuitos configurados en etapas tempranas
de la vida, aquellos correspondientes a la música perduran.
Matemáticas y Lógica
En la Universidad de Irvine, en California, Gordon Shaw
expresa que todo el pensamiento de alto nivel se caracteriza por patrones similares
de expulsión de neuronas. Si uno trabaja con niños pequeños,
no les va a enseñar matemática compleja o ajedrez. Pero les interesa
la música y la pueden procesar. De modo que Shaw y Frances Rauscher realizaron
un estudio. Le dieron a 19 preescolares lecciones de piano y canto. Al cabo
de 8 meses, los investigadores encontraron que los niños habían
"mejorado en razonamiento espacial" en comparación con niños a
quienes no se les dio clases de música, como pudo evidenciarse en su
habilidad para manejar laberintos, dibujar figuras geométricas y copiar
patrones de bloques de dos colores. El mecanismo detrás del "efecto Mozart"
sigue siendo desconocido, pero Shaw sospecha que cuando los niños ejercitan
las neuronas corticales al escuchar música clásica, también
están fortaleciendo circuitos utilizados para matemáticas. La
música, afirma el equipo de U.C., estimula patrones cerebrales inherentes
y acentúa su uso en tareas de razonamiento complejas.
EMOCIONES
Las líneas troncales de los circuitos que controlan
las emociones son configuradas antes del nacimiento. Luego, los padres toman
el relevo. Quizás la influencia más fuerte es lo que el psiquiatra
Daniel Stern llama armonización, es decir, cuando las personas
a cargo del pequeño "sirven de espejo a los sentimientos internos del
niño". Si el grito de emoción que lanza un bebé al ver
un cachorro encuentra como respuesta una sonrisa y un abrazo, si su emoción
cuando ve pasar un avión encuentra una emoción equivalente, los
circuitos correspondientes a estas emociones se refuerzan. Parece ser que el
cerebro utiliza los mismos caminos para generar una emoción que para
responder a alguna. De manera que si una emoción se ve correspondida,
se reforzarán las señales eléctricas y químicas
que la produjeron. Pero, si las emociones encuentran repetidamente la indiferencia
o una respuesta contraria -el bebé se siente orgulloso de haber construido
un rascacielos con las mejores ollas de mamá, pero mamá se disgusta
terriblemente- esos circuitos se confunden y no se fortalecen.
La clave aquí es que "repetidamente": un solo arrebato
o gesto de indiferencia no afectará a un niño de por vida. Lo
que importa es el patrón, y éste puede ser muy poderoso: en uno
de los estudios de Stern, un bebé cuya madre nunca equiparaba sus niveles
de emoción se convirtió en una persona extremadamente pasiva,
incapaz de sentir emoción o alegría.
La experiencia también puede alambrar el circuito
"calmante" del cerebro, como describe Daniel Goleman en su exitoso libro Inteligencia
Emocional. Un padre tranquiliza suavemente a su bebé sollozante,
otro lo deposita en la cuna: una madre abraza a su pequeño hijo cuando
éste se raspa la rodilla, otra grita "¡es tu culpa, tonto!" Las primeras
respuestas guardan armonía con el sentimiento de angustia del niño:
las otras están totalmente desincronizadas desde el punto de vista emocional.
Entre los 10 y 18 meses, hay un grupo de células en la corteza pre-frontal
racional en proceso de conectarse con las regiones que regulan las emociones.
El circuito parece convertirse en un interruptor de control, capaz de calmar
la agitación, infundiendo razón a la emoción. Quizás
cuando los padres tranquilizan al niño se está entrenando este
circuito, mediante el fortalecimiento de las conexiones neurales que lo componen,
de modo que el niño aprende cómo calmarse por sí solo.
Todo esto sucede en una etapa tan temprana que los efectos de la crianza pueden
considerarse equivocadamente como algo innato.
El estrés y las amenazas constantes también
reconfiguran los circuitos de la emoción. Estos circuitos tienen su centro
en la amígdala, una pequeña estructura en forma de almendra profundamente
incrustada en el cerebro cuyo trabajo consiste en sortear las imágenes
y sonidos entrantes en busca de contenido emocional. Según un diagrama
de circuitos realizado por Joseph LeDoux, de la Universidad de New York, los
impulsos del ojo y el oído llegan a la amígdala antes de alcanzar
la neocorteza racional pensante. Si ha existido una imagen, sonido o experiencia
dolorosa en el pasado -la llegada del papá ebrio a casa seguida de una
paliza- la amígdala inunda los circuitos de neuroquímicos antes
de que el cerebro superior sepa lo que está sucediendo. Cuando más
se utilice este camino, más fácil es de estimular: el sólo
recuerdo del padre puede inducir temor. Como los circuitos pueden permanecer
excitados durante días enteros, el cerebro sigue en estado máximo
de alerta. En este estado, dice el neurocientífico Bruce Perry, del Baylor
College of Medicine, más circuitos detectan pistas no verbales -expresiones
faciales, ruidos furiosos- que advierten acerca de un peligro inminente. Como
resultado, la corteza se rezaga en desarrollo y le cuesta trabajo asimilar información
compleja, como sería una lengua.
El movimiento
Los movimientos del ser humano se inician cuando el feto
tiene 7 semanas y alcanzan su pico entre las semanas 15 y 17. Es entonces cuando
comienzan a conectarse regiones del cerebro que controlan el movimiento. El
período crítico dura algún tiempo; se requieren hasta 2
años para que las células del cerebelo, que controla la postura
y el movimiento, formen circuitos funcionales. Una gran cantidad de organización
tiene lugar con base en información extraída de cuando el niño
se mueve en el mundo, dice William Greenough, de la Universidad de Illinois.
Si se restringe la actividad, se inhibe la formación de conexiones
sinápticas en el cerebelo. Los movimientos inicialmente espásticos
del niño envían una señal a la corteza motriz del cerebro;
por ejemplo, entre más se mueve el brazo, más fuerte será
el circuito y mejor podrá el cerebro moverlo intencionalmente y con fluidez.
La ventana dura sólo unos pocos años: un niño inmovilizado
por un yeso hasta los cuatro años eventualmente aprenderá a caminar,
pero nunca con soltura.
AYUDEMOS A CONECTAR LAS NEURONAS
HABILI-DAD
VENTANA DE
APRENDIZAJE
¿QUÉ DICEN
LAS INVESTIGACIONES?
¿QUÉ PODEMOS HACER
AL RESPECTO?
Lenguaje
Desde el nacimiento hasta los diez años
Los circuitos de la corteza auditiva, que representan los sonidos
que forman palabras, ya están conectados cuando el niño
o la niña cumple un año. Cuantas más palabras
escu-che antes de los dos años, más amplio será
su vocabula-rio. Los problemas auditivos pueden afectar la habilidad
de equiparar los sonidos con letras.
Hablar mucho con los niños y niñas,
escuchar atentamente lo que dicen. Si se quiere que dominen una segunda
lengua sin problemas enséñesela antes de los diez años.
Protéjales la función auditiva tratando rápidamente
las infec-ciones del oído.
Dramatizar escenas familia-res, jugar con títeres y construir
historias.
Música
Entre los tres y los diez años
Quienes tocan un instrumento de cuerda
tienen un área más grande de su corteza sensorial dedicada
a los dígitos pulsa-dores de la mano izquierda. Pocos intérpretes
de concierto comienzan a tocar después de los diez años.
Es mucho más difícil aprender a tocar un instrumento en
edad adulta.
Cantar, bailar, jugar y escu-char música.
Si un niño o niña demuestra interés musical, fa-cilítele
un instrumento lo más pronto posible.
Mate-
mática
y lógica
Desde el nacimiento hasta los 4 años
Los circuitos para matemá-tica residen
en la corteza cerebral, cerca de aquellos para la música. A los
niños y niñas que se les enseñan con-ceptos simples,
como uno y muchos, tienen un mejor rendi-miento en matemáticas.
Las lecciones de música pueden ayudar a desarrollar estas habilidades.
Practicar juegos de contar. Aproveche actividades
de la vida cotidiana tales como que ponga los puestos a la mesa para
que aprenda las relacio-nes de uno a uno: un plato, un tenedor por persona.
Las personas que nos dedicamos a la educación infantil
debemos analizar los resultados de los estudios e investigaciones de la neurociencia
que tenemos que fundamentar el diseño de estrategias y experiencias con
la finalidad de lograr el desarrollo integral de los niños y las niñas
tomando en cuenta las condiciones bajo las cuales el aprendizaje puede ser más
efectivo. Además de las diferencias y particularidades que hacen de cada
niño o niña un ser único.
¿Cómo aprovechar el potencial
de los niños y las niñas POSITIVAMENTE?
Una mamá juega
con su bebé de meses a las escondidas. Antes de que su mamá
aparezca ya él sabe por dónde encontrará su rostro,
lo esperará muy atento y con sonrisas. Y si no aparece por donde
lo esperaba, lo buscará sorprendido.
Al parecer el hecho anterior, es tan cotidiano, pero tan
extraordinario; es una muestra de las capacidades que tiene el niño.
Para conocer por dónde aparecerá la cara de su mamá, sabemos
que su cerebro ha tenido que desarrollar un proceso complejo que implica operaciones
de relación, asociación, ubicación espacial, de conclusión,
además del movimiento en su cuerpo y las emociones que siente.
Los datos aportados por las investigaciones nos sirven
de guía para brindar a los niños y a las niñas las experiencias
que necesitan a razón de descubrir sus habilidades, fortalezas y debilidades
y así ayudarlos a potenciar su desarrollo.
Ann y Richard Barnet (2000) expresan que en muchos casos
la investigación cerebral confirma lo que dice la sabiduría antigua
y el sentido común. Los niños y las niñas necesitan intimidad
física, apoyo, comunicación, juegos y contactos; necesitan un
ambiente tranquilo, estable y previsible. Necesitan desafíos, el estímulo
de experiencias nuevas y la oportunidad de explorar sin peligro cuanto les rodea.
Necesitan sentir que se les ama, que festejan sus logros y que la devoción
de su padre y madre es sólida como una roca. La investigación
también nos dice que llegan al mundo biológicamente preparados
para obtener lo que necesitan indicándolo a quienes los cuidan y respondiendo
de alguna manera para que se les preste atención a sus necesidades.
De acuerdo con Bassedas y otras (1998), en su libro Aprender
y Enseñar en Educación Infantil expresan que para entender
el desarrollo, es conveniente aclarar tres conceptos muy interrelacionados:
maduración, desarrollo y aprendizaje. Cuando hablamos de maduración
nos referimos a aquellos cambios que tienen lugar a lo largo de la evolución
de los individuos y que se fundamentan en la variación de la estructura
y la función de las células. Cuando nos referimos a desarrollo
se trata de la formación progresiva de las funciones propiamente humanas
(lenguaje, razonamiento, memoria, atención, emociones). Finalmente, cuando
hablamos de aprendizaje nos referimos al proceso mediante el cual las personas
incorporamos nuevos conocimientos, valores y habilidades que son propios de
la cultura y la sociedad en la cual vivimos.
El siguiente cuadro comprende cuatro aspectos que de acuerdo
con dichas autoras, intervienen en la planificación docente y se deben
tomar en cuenta para estimular de manera pertinente y positiva a los niños
y las niñas y además favorecer su proceso de enseñanza
y aprendizaje, desde una perspectiva constructiva.
ASPECTOS
IMPLICACIONES EDUCATIVAS
A. Conceptualizar las
relaciones entre desarro-llo y aprendizaje como procesos indisociables,
enten-diendo que es precisa-mente el aprendizaje, en sus condiciones
deter-minadas, lo que permi-tirá el desarrollo.
- No esperar a que el
niño o la niña madure para empezar a introducirle en algunos
aprendizajes más avanzados. Si le interesan, estas primeras informaciones
contribuirán a desarrollar capacidades que le permitirán
entender mejor (el aprendizaje de la lengua escrita, el aprendizaje
de los primeros números, el uso de materiales no estrictamente
concebidos para su edad, y otros).
- Aprender a observar cuál es el nivel del
niño y la niña en relación con los juegos y aprendizaje,
y proporcionar la ayuda justa que le permita seguir disfrutando con
lo que hacen.
B. Importancia del papel
del adulto como mediador entre el mundo cultural y los niños
y las niñas.
- Confiar en el papel
de las educadoras y los educadores como promotores del desarrollo.
- Animarles gradualmente para que asuman más
responsabilidades, cuando se tenga la seguridad de que pueden hacerlo.
- Diversificar el tipo de material que les ofrecemos.
Incorporar en las aulas materiales que encuentran en su vida cotidiana
y que les permitan diferentes niveles de resolución.
- No preocuparse por proporcionar más información
de la que los pequeños puedan asimilar. Cada uno asimilará
lo que pueda en función de su nivel de desarrollo.
- Hablar con los niños y niñas de
manera adecuada para que puedan entender lo que les decimos, pero sin
tergiversar las informaciones de la realidad.
C. Importancia de las
expe-riencias vividas por los pequeños en relación con
los objetos y con dife-rentes situaciones que son la base para hacer
nue-vas construcciones y ampliar el campo del conocimiento.
- Introducir en clase
los problemas, las situaciones, los escenarios y los materiales que
los pequeños encuentran en su vida diaria y enseñar a
identificarlos y analizarlos.
- Tener en cuenta el contexto socio-cultural de
los niños y niñas y planificar la práctica educativa
para ofrecerles las experiencias que tal vez no hayan vivido en su ambiente
familiar y cultural.
D. Los cambios durante
la evolución tienen lugar gracias a un proceso de construcción
que siempre parte de las posibilidades actuales del individuo y que
conduce hacia estadios más avanzados que integran todos los conocimientos
anteriores.
- Partir siempre de
lo que sabe el niño o la niña y ponerles en situaciones
educativas que les permitan relacionar lo que saben con lo que se les
propone.
- No menospreciar lo que los niños y las
niñas saben y aportan a las situaciones educativas; no menospreciar
sus capacidades para desenvolverse en situaciones complejas.
- Poder aceptar de ellos respuestas tal vez menos
conven-cionales de lo esperado y valorarlas adecuadamente.
Es importante destacar
que cuanto más esté actualizado un educador o educadora
y conozca las necesidades y características de los niños
y las niñas, tomará en cuenta para realizar su labor,
un recurso esencial: a los padres, madres, familias y a la comunidad,
a fin de prepararlos para desempeñar su papel ,ya que, son la
influencia más importante en la vida de un niño o una
niña.
Debemos tratar que el desarrollo infantil se convierta
en un motivo de felicidad y de competencia constructiva con la colaboración
de los padres y madres de familia, los educadores y educadoras. Esto traería
como consecuencia niños y niñas con una gran estimulación,
deseos de superación, felices, con gran energía e interés
por lo que hacen.
Cuando la persona adulta tiene una actitud positiva,
espontánea y tranquila, las actividades resultan agradables, más
aún, si toma en cuenta el respeto por las características, posibilidades
y limitaciones según las edades de los niños y las niñas.
Un aspecto fundamental es la motivación de logro para alcanzar un objetivo,
el aprender debe ser un placer, causa de satisfacción y éxito.
CONCLUSIÓN
Queda mucho por explorar
El ser humano es, sin duda alguna, capaz de desarrollar
todas sus potencialidades de una manera natural en interacción con el
ambiente. Las fortalezas y debilidades que se le presentan en el transcurso
de su vida dependen de la influencia de muchos factores, entre éstos:
sociales, hereditarios, alimenticios, físicos y emocionales, que están
en constante interacción.
La Carnegie Task Force on Meeting the Needs of Young
Children, Starting Points, (1994) ha resumido 5 aspectos claves acerca del
desarrollo del cerebro:
* El desarrollo cerebral durante la etapa prenatal
y en el primer año de vida es más rápido y extensivo
de lo que se creía.
* El desarrollo cerebral es más vulnerable
a influencias del entorno de lo que se sospechaba;
* La influencia del entorno en el desarrollo temprano
del cerebro es duradera;
* El entorno afecta no sólo el número
de neuronas y el número de conexiones entre ellas, sino también
la manera en que estas conexiones se "entralazan";
* El estrés tiene un impacto negativo en
el desarrollo cerebral.
Con los aspectos anteriores se puede llegar a la conclusión
de que el desarrollo intelectual de los niños y las niñas no se
puede separar del desarrollo físico, intelectual, emocional y moral.
Hemos comentado algunos de los innumerables estudios e
investigaciones que existen acerca del cerebro y su funcionamiento. Hoy es motivo
de discusión hasta qué punto son críticos los "períodos
críticos" del aprendizaje, y por cuánto tiempo se mantienen abiertas
las "ventanas de la oportunidad" o "ventanas de aprendizaje". Pero de lo que
sí están seguros los investigadores es de la importancia de los
tres primeros años de vida, donde el cerebro se construye rápidamente
y, además es la etapa de mayor plasticidad.
Existen muchos más circuitos por descubrir y mucho
más influencias del ambiente por comprender.
Es importante resaltar 3 aspectos que se han descubierto:
Primero: La capacidad
del individuo para aprender una variedad de cosas dependiendo de la
relación entre la naturaleza (su legado genético) y su
educación (la forma en que se le cuidó, estimuló
y se le enseñó).
Segundo: El cerebro humano, en toda línea
de aplicación, en todos los grupos raciales y étnicos,
está únicamente construido para provecho de la experiencia
y de lo que se le enseñó bien durante sus primeros años
de vida.
Tercero: Mientras las oportunidades y los riesgos
son más grandes durante los primeros años de vida, el
aprendizaje continúa durante todo el ciclo de vida del ser humano.
Fuente: Shore, (1997).
No sólo los padres y madres de familia y docentes
de Educación Preescolar o Educación Infantil sino también
los gobiernos, de cada país, son los responsables de que los niños
y las niñas tengan un sano desarrollo y les proveeamos de oportunidades
y, así no limitaremos su futuro.
Las investigaciones aportan informaciones muy valiosas
las cuales cumplen un papel fundamental en el rediseño del currículo
de las instituciones educativas, en la planificación de las carreras
universitarias (docentes en formación), en la planificación de
programas para docentes en servicio y la elaboración del planeamiento
didáctico.
Publicaciones de libros como Las inteligencias múltiples
(Gardner, 1983), La Inteligencia Emocional (Goleman, 1995), La inteligencia
emocional de los niños (Shapiro, 1997), nos enseñan y nos
conducen por los senderos que llevan a explorar los campos del desarrollo infantil.
Y eso es un desafío enorme. Hagamos de ello una hermosa y verdadera aventura
en nuestra vida.
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