Los 5 sentidos y los reflejos del recién nacido
Al nacer los bebés presentan un estado de hipertonía en los miembros y de hipotonía en la cabeza y el tronco. El desarrollo sensorial del recién nacido se mide a través de los sentidos: audición, visión, gusto, tacto y olfato. No todos los sentidos en los bebés están igual de desarrollados, de manera que en cada uno vamos a ir encontrando diferencias que van a marcar su evolución en las diferentes etapas del bebé. Oído. El recién nacido percibe los ruidos, pero no los escucha. Es muy sensible a la intensidad, le calma la voz de su madre, la música dulce y le excitan los ruidos fuertes. Aún no es capaz de localizar la fuente del sonido. Vista. Los primeros días los ojos del bebé están cerrados, duerme la mayor parte del tiempo. Frunce los parpados cuando cambia la luz o cuando se produce un ruido agudo. Puede fijarse en un punto luminoso, pero solo ve una imagen borrosa. Mira atentamente el rostro de la madre pero hasta los tres meses no es capaz de diferenciar un rostro real de uno dibujado. Puede observarse cierto estrabismo cuando un recién nacido fija la vista en un rostro dado que la coordinación de los músculos oculares aún no es buena Gusto. Desde el nacimiento, el sentido del gusto está muy desarrollado: el recién nacido prefiere el gusto dulce o azucarado a los gustos ácidos, salados o amargos. Si le acercamos un dedo cubierto de azúcar lo succionará y seguirá succionando cuando lo retiramos. En cambio, con un dedo cubierto de sal hará muecas sin succionarlo. Tacto. Para el recién nacido, el tacto equivale a un lenguaje. El contacto con la piel (sobre todo, la de su madre) y el calor, es una estimulación muy fuerte. A través de la piel, el niño capta todas las vibraciones de la madre y experimenta todos los sentimientos que ella le proporciona. Olfato. Tras múltiples estudios sobre el olfato en los recién nacidos, se ha comprobado que el bebé hace muecas cuando percibe un olor fuerte y desagradable. Los reflejos del recién nacido Reflejo de grasping (prensión). La excitación de la palma de la mano del recién nacido mediante un objeto determina la fuerte flexión de los dedos sobre este objeto. Existe también un grasping de los pies menos intenso. Reflejo de succión. La excitación de los labios del recién nacido da lugar a un movimiento rítmico de succión, que es el reflejo de succión. Reflejo de enderezamiento estático. El niño tiene tendencia a extender los miembros inferiores cuando le ejerce una presión sobre las plantas de los pies (el talón en particular). Esta reacción desaparecerá hacia el décimo mes para reaparecer más tarde en su forma activa cuando el niño sea capaz de enderezarse. Reflejo de la marcha automática. La excitación de las plantas de los pies del recién nacido (poniéndolo de pie encima de algo), determina un movimiento de las piernas que se parece a la marcha. Reflejo del moro (brazos en cruz). Cuando se produce un golpe seco (una palmada), el niño separa bruscamente los brazos y, en un segundo tiempo, los vuelve a poner sobre su pecho. El reflejo del moro puede provocarse de diversas formas y también se manifiesta al cambiarlo de posición. Reflejo de los puntos cardinales. La excitación de la comisura de los labios provoca una rotación de la cabeza en sentido de la estimulación. Reflejos del recién nacido que no desaparecen Algunos reflejos observados en el recién nacido que no desaparecerán definitivamente:
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