La importancia del desarrollo del pensamiento científico en los niños de edad preescolar

El pensamiento científico es la capacidad mental que busca dar explicaciones a diferentes interrogantes tomando como base el método científico, para el mismo es fundamental el desarrollo del pensamiento crítico.

Este proceso mental va más allá de la elaboración de preguntas, imaginar, explorar y crear; pues al desarrollarlo, será posible que una persona pueda tener la capacidad de analizar y resolver problemas. Logrando una visión lógica que le permita encontrar relaciones entre hechos e ideas, causas y efectos.

Gina García, coach educativa del departamento de Formación Docente de Santillana, explica que el proceso de aprendizaje en niños y jóvenes puede verse beneficiado al desarrollar un pensamiento científico.

“Los padres de familia deben conocer los beneficios de desarrollar un pensamiento científico en sus hijos, su desarrollo es clave para lograr una visión lógica y su capacidad de resolución de problemas, que sin duda tendrán un impacto en su aprendizaje”, explicó García.

Según la experta los niños que desarrollen este tipo de pensamiento mejorarán considerablemente su capacidad de razonamiento, aprenderán a resolver problemas reales y sobre todo podrán construir su propio pensar. García también comparte que las principales herramientas que se necesitan para desarrollar un pensamiento científico están al alcance de todos: “el mundo y la vida son las principales herramientas, y el momento ideal para comenzar a desarrollarlo es desde el momento en que nace el bebé, dado que desde esa etapa se busca descubrir el entorno y entenderlo, es tarea de los padres estimular a los hijos a temprana edad”, puntualizó.

Fomentar el pensamiento científico

La experta brinda cuatro recomendaciones para que los padres pueden propiciar el desarrollo del pensamiento científico desde casa:

Acompañamiento. Ir de la mano con los hijos en sus aventuras, procesos de descubrimiento y conocimiento del entorno. No solo se debe quedar en la etapa de hacer las interrogantes, sino de buscar respuestas a las mismas.

Dirigir de manera sutil el aprendizaje por medio de preguntas. La niñez suele ser una etapa en la que se desborda la curiosidad, sin embargo, algunos niños pueden presentar mayor resistencia a descubrir y explorar; sobre todo por factores como la timidez. Es esencial que los padres dirijan y hagan preguntas que despierten la curiosidad en ellos.

Jugar. Por medio de distintos roles o personajes, los padres pueden alentar al niño a descubrir el entorno que le rodea, esto le animará a querer hacerlo en un ambiente más relajado, libre de tensiones y expectativas.

Experimentar. Los sentidos son una parte vital del pensamiento científico, los padres deben dar la oportunidad a sus hijos de tocar, oler, ver, escuchar e incluso saborear. Es decir, vivir, experimentar y hacer uso de todos los sentidos.

Instrumentos de acompañamiento

Durante estas acciones puede llegar a ser importante hacer uso de diversas herramientas que propicien la observación y conocimiento. Algunos ejemplos que brinda la experta son:

Ejemplo: observando nuestro jardín. Descubrir el jardín y acompañar el proceso con un cuaderno, lápiz y regla que permita a los padres de familia y niños hacer las anotaciones de lo que van observando y analizando juntos.

Medir las hojas, analizar las tonalidades de colores, olores y texturas pueden ser un excelente ejercicio de observación y aprendizaje.

Hacer una búsqueda en línea para identificar los nombres de las plantas u otras curiosidades.

Otros escenarios pueden ser la visita al zoológico, un museo, el parque, etc. Cualquier lugar que puedan observarse y analizarse.

Aprendizaje integral con ecosistemas educativos

Debido a la pandemia del COVID-19 muchos niños han pasado los últimos dos años muy apegados a las pantallas, ya sea por temas educacionales, o por ocio y entretenimiento.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que entre los dos y cinco años los niños usen esos dispositivos como mucho una hora al día, y de cinco a siete años de una a dos horas, siempre con programas educativos y que un adulto le ayude a comprender el contenido.

Las clases presenciales presentan un reto tanto para ellos, como para los padres. “Desarrollar el pensamiento científico es una oportunidad de tomar conciencia y conocimiento de las propias experiencias; esto les permitirá extender procesos de razonamiento, lógica y capacidad deductiva desde casa para prepararlos para el entorno en la escuela o colegio”, compartió García.

Según la coach educativa, en la primera infancia se cimientan las bases que formarán al individuo en un futuro, y los padres deben ayudar a los niños a que sean capaces de relacionar lo que aprenden en el centro escolar con lo que sucede en su entorno para comprender mejor el mundo.

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