Cuatro errores que cometemos al dirigirnos a un niƱo con Altas Capacidades

Los padres con niños de Altas Capacidades necesitan ayuda y apoyo para poder sobrellevar el desarrollo y el comportamiento del niño en diversas situaciones.

Y es que, el desconocimiento que es normal que muchos sientan cuando llega un diagnóstico como este puede llevar a que comentan ciertos errores a la hora de reaccionar ante las capacidades que muestra en cada momento el menor.

Nos cuenta en primera persona el padre de una niña con Altas Capacidades que “es agotador pensar en cada respuesta que le vas a dar por la hipersensibilidad y las peculiaridades típicas de estos niños”.

Las herramientas de ayuda con la superdotación intelectual son, muchas veces, escasas y eso hace que la desesperación de muchos padres aparezca. Desesperación que puede derivar en ciertos errores inconscientes que pueden hacer mella en su desarrollo.

Por suerte, son pocas las familias que no ponen ganas y disposición a la hora de ayudar a sus pequeños a adaptarse al mundo y que buscan herramientas y estrategias adecuadas para resaltar sus cualidades. Lo más importante es encontrar el modelo educativo que complete esas necesidades del niño y completarlo en casa.

Y, si en algún momento aparece alguno de los errores que a menudo cometemos con los niños con Altas capacidades intelectuales, lo importante es no sentir culpa. La mayoría de las veces serán fruto del desconocimiento y no de la falta de ganas y actitud para tratar con ellos.

Tratarlos como adultos cuando siguen siendo niños

A veces, las personas que rodean a un niño con superdotación intelectual se olvidan de que siguen siendo niños, pues su nivel de razonamiento está, claramente, por encima de la media de otros niños de su edad.

Y esta razón lleva a su entorno a tratarlos como ‘mini adultos’: entienden menos sus rabietas o su frustración; comprenden menos su tristeza o dan por hecho cosas que, quizás, ni entiende ni sabe porque tiene la edad que tiene.

Cansarse de ayudarlos

Si la curiosidad es un rasgo innato de la infancia, los niños con altas capacidades tienen la curiosidad mucho más desarrollada que el resto. Son mucho más curiosos y, a menudo, se preguntará el ‘porqué’ de casi todo lo que le rodea.

Sin embargo, los padres pocas veces tienen la disposición de ayudar 100% a resolver la curiosidad infantil (siendo esta la razón principal de que la perdamos con el paso del tiempo).

En niños superdotados, esa falta de tiempo o de interés en ayudar con las preguntas puede causar más frustración, pues su necesidad es mayor: siempre hay que estar disponibles para ellos y para su ansia de conocimiento. Incluso, invitando al debate para ayudarle en su aprendizaje.

Reñirlos por una mala escritura

En 1994, el psicólogo francés Jean-Charles Terrassier descubrió, gracias a una serie de investigaciones, que los niños con altas capacidades sufren lo que se conoce como ‘síndrome de las disincronías’, u que, tal y como explica la web Altas Capacidades y Talentos, se define como “falta de sincronización entre el desarrollo intelectual, social, afectivo, físico y motor”.

Una de esas disincronías afecta a la relación entre inteligencia y psicomotricidad: suelen ser niños que presentan menor destreza motriz y, por eso, es común que tengan buenos resultados académicos, pero mala escritura (o malos resultados en asignaturas como Educación Física).

Y, sin embargo, esa mala escritura o la desorganización suelen ser motivo de discusión entre padres e hijos, que a menudo se quejan de su falta de orden.

Obligarlos a pertenecer a un grupo donde no están a gusto

Ligado a lo anterior se encuentra la disincronía social, que es la que se da entre el niño y el ambiente que le rodea.

Los niños con Altas Capacidades tienden, por ejemplo, a relacionarse con chicos de mayor edad que ellos, pues su coeficiente intelectual es más elevado que el de los niños de su edad. Y, en otras ocasiones, ocurre el caso contrario: se aíslan y actúan de forma individual al no encontrar un modo natural de hacer amigos (aunque no todos tienen este problema).

Muchas familias ven, tanto en uno como en otro caso, un problema y les incitan a unirse a grupos de niños de su edad y a participar en actividades que les pueden llegar a resultar violentas (si no se sabe gestionar bien, incluso puede desencadenar en casos de bullying).

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