Refrescos con cafeína y menores

Un estudio reciente sugiere que la tendencia entre los niños más pequeños a beber refrescos con cafeína con frecuencia puede implicar un mayor riesgo de consumo de alcohol en el futuro

Los refrescos de cola, al igual que el cacao soluble, el chocolate o las bebidas energéticas que triunfan entre los más jóvenes, tienen azúcar… y cafeína. Esta sustancia estimulante nos hace sentir que tenemos más energía, pero también perjudica a la calidad del sueño o sube la tensión, entre otros efectos. Por todo ello, conviene que tanto adultos como niños, niñas y adolescentes no abusemos de los productos que la contienen. Pero hay una razón más que apunta un reciente estudio para no dar a nuestros hijos bebidas con cafeína a diario. Te contamos qué contiene un refresco de cola y por qué no debes dejar que los menores los consuman.

¿Qué contienen los refrescos de cola?

Las bebidas carbonatadas, más conocidas como refrescos, son productos elaborados a partir de agua a la que se añaden otros ingredientes. Llevan dióxido de carbono disuelto para conseguir el agua carbonatada o anhídrido carbónico, a veces, zumo de fruta (en muy pocas cantidades) y, por supuesto, azúcar o edulcorantes. En una conocida lata de refresco de cola hay 35 gramos de azúcar, lo que equivale a casi ocho cucharaditas.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los niños y adolescentes deberían consumir menos de 25-45 gramos de azúcares añadidos. Pero cuando toman una de estas bebidas azucaradas, ya superan esta cifra. Y lo hacen de forma habitual, como aparece en informe Anibes de 2017: cada día ingieren en torno a 50 gramos de estos azúcares y buena parte proceden de estas bebidas (el 18 % en niños y el 30 % en adolescentes). Por lo menos, subir el IVA de los refrescos ha reducido su consumo, sobre todo en los hogares con menores.

Pero, además, los refrescos de cola tienen cafeína. Su contenido de cafeína es mayor que el del chocolate y menor que el de una taza de té, los otros dos productos con esta sustancia que más toman los niños en Europa, según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). Y mucho menos que las bebidas energéticas, claro.

 

 

Y aquí también los expertos ponen límites de consumo. Según la EFSA, consumir hasta 200 mg al día de cafeína (unos 3 mg por kilo de peso corporal) no tiene un efecto perjudicial para la salud de niños y adolescentes. “El ritmo al que los niños y adolescentes procesan la cafeína es, como mínimo, el mismo que el de los adultos, y los estudios disponibles sobre los efectos agudos de la cafeína en la ansiedad y el comportamiento de los niños y adolescentes confirman este nivel”, asegura.

Sin embargo, aún no se ha actuado firmemente en este sentido para limitar de alguna manera su ingesta. En España, por ejemplo, tan solo se está empezando a poner coto a las bebidas energéticas. Así, por el momento, Galicia ha anunciado que en 2024 los menores tendrán prohibido su consumo, como ocurre con el alcohol o el tabaco.

Efectos de los refrescos de cola en la infancia

¿A qué edad un niño puede tomar cola? Los refrescos de cola, con tanto azúcar y cafeína, no son recomendables: ni para los adultos, y mucho menos para los menores. ¿Por qué?

Obesidad y otras enfermedades

Ya se sabe que el riesgo de obesidad aumenta por el consumo frecuente de estas bebidas azucaradas (están entre los productos favoritos de los niños, como detallábamos en 2021 en nuestro monográfico sobre obesidad infantil), así como que su ingesta se asocia a enfermedades cardiovasculares, asma, cáncer y diabetes tipo 2.

Problemas dentales y de huesos

Algunas bebidas refrescantes contienen ácido fosfórico, que con el tiempo puede tener un efecto desmineralizante de huesos y dientes. El exceso de fósforo causa una menor asimilación del calcio, esencial para el crecimiento, desarrollo y consolidación de los huesos.

Asimismo, las bebidas carbonatadas provocan la desmineralización de los dientes, lo que favorece la aparición de caries, el amarillamiento de la dentadura o la sensibilidad dental. La gingivitis y el sangrado de encías es mucho más frecuente.

Trastornos del sueño

La cafeína puede causar nerviosismo o disminuir las horas de sueño de nuestros menores. Estos excesos repercuten en la duración y la calidad del sueño, de forma que los niños y adolescentes no duermen lo suficiente. ¿Y esto que supone? Puede derivar en dificultades en el aprendizaje, una mayor probabilidad de alteraciones en el estado de ánimo e incluso de depresión.

Problemas de conducta y atención

El consumo excesivo de bebidas azucaradas también está asociado a problemas de comportamiento, como mayor probabilidad de involucrarse en peleas. Según este estudio de 2013 realizado con 3.000 pequeños de cinco años de edad, los menores también muestran dificultades para prestar y mantener la atención y un mayor grado de retraimiento.

Mayor riesgo de consumo de alcohol

La asociación entre el consumo de bebidas con cafeína y el futuro consumo de sustancias está bien documentada en la adolescencia y adultez. Incluso hay investigaciones que han demostrado que quienes toman regularmente bebidas energéticas tienen cinco veces más probabilidades de consumir alcohol o marihuana en el plazo de uno o dos años.

Pero ahora, en una investigación reciente con más de 2.000 menores, de edades comprendidas entre nueve y diez años, se sugiere que la tendencia entre los niños más pequeños a beber refrescos con cafeína con frecuencia puede indicar un mayor riesgo de consumo de alcohol en el futuro. En concreto, en el estudio, publicado este mes en la revista Substance Use & Misuse, se detectó que aquellos que tomaban a diario estas bebidas un año más tarde tenían el doble de probabilidades de afirmar que habían bebido ya alcohol.

Los resultados del estudio

Y los resultados mostraron que los niños que bebían cada día refrescos con cafeína son más impulsivos y cuentan con una peor memoria a la hora de trabajar. Incluso se vio que estos peques tienen una actividad cerebral distinta en comparación con los compañeros que no consumen este tipo de bebidas. Así, por ejemplo, al realizar la tarea de control de impulsos, los que bebían estos refrescos a diario mostraban una menor actividad el córtex cingulado anterior, una reducción que también se observa con frecuencia en niños con trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y en personas con trastornos por consumo de sustancias.

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