Qué es el 'phubbing' y cómo puede afectar a nuestros hijos...y a nosotros

Vivimos en una sociedad conectada. Queramos o no, los dispositivos móviles han pasado a ser parte de nuestro día a día como un complemento más. Y, aunque es cierto que nos facilitan la vida, el problema está en el uso que hacemos de ellos. Tanto es así, que ha surgido un término que define nuestra adicción a los Smartphones y nuestra manía de ignorar al que tenemos delante por estar prestando atención a esa pequeña pantalla. A esto lo llamamos phubbing o “ningufoneo”.

¿En qué consiste el phubbing?

Esta palabra surge de la combinación de los términos ingleses phone (teléfono) y snubbing (ignorar). Podría definirse como la acción de desatender a las personas que nos rodean y a nuestro propio entorno por estar utilizando el móvil. Este comportamiento se está convirtiendo en un acto muy común, no solo en adolescentes y niños, sino también en adultos y conviene atajarlo desde que los niños son pequeños.

Con sus notificaciones constantes, los Smartphones reclaman una atención continua. Y, muchas veces, atenderlos pasa a ser nuestra prioridad. Tener en un mismo dispositivo todas nuestras redes sociales y un acceso ilimitado a Internet, ha generado que nuestra adicción sea cada vez más elevada. Una de las situaciones que más phubbing provoca es la sobremesa o las comidas en pareja o en familia. Lo más adecuado sería establecer la norma de que no se use a menos que exista un motivo justificado.

Phubbing en niños y adolescentes

El uso del móvil cada vez está más extendido. A los jóvenes les genera una gran fascinación y un entretenimiento adictivo y cada vez es más común ver cómo, a pesar de estar rodeados de personas, están absortos con sus teléfonos. No escuchan a los adultos, les ignoran y lo que es peor, lo hacen incluso estando con su propio grupo de amigos. El modo de relacionarse está cambiando, pero una dependencia tan grande puede acarrear graves trastornos psicológicos y emocionales.

No somos realmente conscientes de los peligros que supone pero, el “ningufoneo”, perjudica el desarrollo social y afectivo. Una sonrisa no se puede ver reemplazada por emoticonos, al igual que una conversación no es lo mismo a través de una pantalla que en persona. Los Smartphones nos facilitan la comunicación pero no pueden sustituir las verdaderas relaciones e interacciones. La falsa sensación de compañía aísla a la persona de su entorno, alejándola de los demás. ¿Qué consecuencias supone?

La mera presencia del móvil sobre la mesa o mientras mantenemos una charla puede reducir la percepción de cercanía, confianza y calidad de la conversación. En pareja, en familia o con nuestros hijos, cuidar la comunicación puede asegurarnos una buena relación. Por eso, es importante que estemos atentos a nuestro consumo del teléfono y nos aseguremos de que no nos roba tiempo para hacer cosas juntos o hablar sobre el día a día.

El phubbing no es solo una cuestión de mala educación, es que detrás de ese comportamiento adictivo, nos encontramos con consecuencias nocivas como la adicción, reducción de la capacidad de concentración y atención, timidez, dificultad para enfrentarnos a situaciones sociales que nos intimidan, bajo rendimiento escolar y otras más.

Según la plataforma Stop Phubbing, que trabaja día a día promoviendo advertencias gráficas con el fin de concienciar a la ciudadanía de este comportamiento, casi el 90% de los adolescentes prefiere el contacto virtual que el cara a cara. Por esto mismo, es muy importante acostumbrarlos a que nos hablen de sus sentimientos y ayudarlos a resolver sus conflictos en persona. Desde el núcleo familiar, podemos hacerles ver que hay maneras más efectivas de comunicación que el Whatsapp o las redes sociales. También es aconsejable procurar que realicen actividades libres de tecnologías, como puede ser el deporte o el entretenimiento al aire libre.

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