¿Dónde están todos?
Les voy a contar la historia de Fito, un oso grande y fuerte que vivía en una cueva en el bosque y a quien no le gustaba tener amigos. Todos los días por la mañana salía en busca de comida y a dar un paseo por el enorme bosque, pero caminaba siempre solo; las ardillas juguetonas lo veían pasar y gritaban
Pero Fito no hacía caso y seguía caminado. Después se encontraba al lobo quien le decía:
Pero nuevamente no hacía caso y continuaba su camino. Más adelante estaba en su gran árbol el señor búho y también lo invitaba a platicar, pero Fito no se molestaba siquiera en voltear a verlo. Y así sucedía con todos los animales que se encontraba a su paso. Cierto día, Fito se despertó y decidió ir a buscar comida, pero cuando salió de su cueva se llevó una gran sorpresa al ver que los animales del bosque habían desaparecido,
Y empezó a caminar en busca de algo o alguien que pudiera explicarle lo que sucedía, así que camino y camino sin encontrar una pista que le ayudara a entender. Ya cansado de caminar decidió descansar bajo la sombra de un árbol; de pronto se quedó dormido. Más tarde escuchó unos extraños ruidos que lo despertaron, eran como piedras que caían. También escuchó algunas voces a lo lejos:
Fito fue corriendo hasta el lugar de donde salían las voces y al llegar se encontró unas pequeñas criaturas de diferentes colores y muy graciosas, eran redondas como pelotas, además tenían nombres raros. La bolita verde se llamaba Verdad y se encargaba de decir siempre la verdad, la amarilla Sonrisa y nunca estaba enojada, la azul tenía por nombre Amistad y le gusta tener amigos y jugar con ellos; la bolita naranja se llamaba Alegría, quien siempre estaba bailando, saltando y corriendo.
Y así, Fito decidió irse y dejar a Sonrisa, Verdad, Amistad y Alegría. Se fue en busca de agua y comida, pero al ir caminando se dio cuenta nuevamente que estaba solo en el enorme bosque y los animales habían desaparecido, así que se puso triste. Estaba cerca del lago tomando agua cuando escucho una voz, era Verdad:
Y así transcurrió un rato tratando de convencer a Fito para jugar y ser amigos, hasta que lograron convencerlo: jugaron, brincaron, saltaron, treparon por los árboles, bailaron y pudieron divertirse mucho; Fito no se cansaba de sonreír, estaba contento y muy feliz; pero de pronto, el oso Fito empezó a correr y cayó en un pozo muy hondo y oscuro, se asustó mucho y gritó:
Las Bolitas también se asustaron y trataron de ayudarlo, pero eran demasiado pequeñas y Fito era un oso muy grande y pesado, así que no podían sacarlo. Fito, cada vez estaba más asustado. Sonrisa desde afuera trataba de animarlo, diciéndole:
Y Fito, trataba de no asustarse, pero no lo lograba, así que empezó a llorar y a imaginarse que nadie lo ayudaría porque cuando él vivía en su cueva no hablaba con los animales, ni tenía amigos. - Si al menos hubiera platicado con el señor búho, si hubiera jugado con las ardillas o ayudado a cazar al lobo, ellos serían mis amigos y en este momento que los necesito me auxiliarían – Todo esto pensaba Fito, mientras transcurría el tiempo dentro del pozo.
Entre tanto, Verdad, Amistad, Sonrisa y Alegría buscaban la manera de sacar a Fito, pero después de un tiempo se dieron cuenta de que por más esfuerzos que hacían no podían sacarlo. De pronto a Amistad se le ocurrió algo:
Así lo hicieron. En un momento, llegaron las ardillas, el señor búho, el lobo, el castor, el mapache... todos fueron en auxilio del oso y cooperando todos juntos lo pudieron sacar del pozo. Cuando Fito estuvo por fin fuera se sintió feliz y muy contento. Pero se sorprendió bastante al ver a todos los animales del bosque:
De esta manera, Fito, había aprendido la más bella lección de amor y se dio cuenta que lo querían mucho y ya no se sentiría solo.
Después de jugar un rato todos los animales, Fito y las Bolitas Juguetonas, Verdad dijo: - es hora de irnos, ya cumplimos nuestra misión y no podemos quedarnos más tiempo.
Así, las Bolitas Juguetonas ya contentas de haber cumplido con éxito su misión se tomaron de las manos, voltearon al cielo, solo se veía la luna y muchas estrellas, dieron un gran salto y se perdieron entre ellas.
Mientras todos se despedían con entusiasmo y gran alegría; del cielo se oyó un grito: -Pronto nos volveremos a ver. –gritaron las Bolitas Juguetonas Y regresaron al planeta de la Felicidad, desde donde observan qué pueden hacer por los demás para que vivan felices.
Erika García Rosales |
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