¿Dónde están todos?

 

Les voy a contar la historia de Fito, un oso grande y fuerte que vivía en una cueva en el bosque y a quien no le gustaba tener amigos. Todos los días por la mañana salía en busca de comida y a dar un paseo por el enorme bosque, pero caminaba siempre solo; las ardillas juguetonas lo veían pasar y gritaban

  • ¿Fito, quieres venir a jugar con nosotras?

Pero Fito no hacía caso y seguía caminado. Después se encontraba al lobo quien le decía:

  • ¡Fito!, ¡oso Fito! Ven, ayúdame a cazar, vamos ayúdame y te invito a comer.

Pero nuevamente no hacía caso y continuaba su camino. Más adelante estaba en su gran árbol el señor búho y también lo invitaba a platicar, pero Fito no se molestaba siquiera en voltear a verlo. Y así sucedía con todos los animales que se encontraba a su paso.

Cierto día, Fito se despertó y decidió ir a buscar comida, pero cuando salió de su cueva se llevó una gran sorpresa al ver que los animales del bosque habían desaparecido,

  • ¿Pero qué ha sucedido? - se preguntó Fito –, ¿Dónde están todos? ¿Y el señor búho, el lobo y las pequeñas ardillas, a dónde se han ido?

Y empezó a caminar en busca de algo o alguien que pudiera explicarle lo que sucedía, así que camino y camino sin encontrar una pista que le ayudara a entender. Ya cansado de caminar decidió descansar bajo la sombra de un árbol; de pronto se quedó dormido. Más tarde escuchó unos extraños ruidos que lo despertaron, eran como piedras que caían. También escuchó algunas voces a lo lejos:

  • ¡Hay! me he golpeado

  • A mí me duele todo

  • Yo caí sentada

  • ¡Caíste sobre mí!

Fito fue corriendo hasta el lugar de donde salían las voces y al llegar se encontró unas pequeñas criaturas de diferentes colores y muy graciosas, eran redondas como pelotas, además tenían nombres raros. La bolita verde se llamaba Verdad y se encargaba de decir siempre la verdad, la amarilla Sonrisa y nunca estaba enojada, la azul tenía por nombre Amistad y le gusta tener amigos y jugar con ellos; la bolita naranja se llamaba Alegría, quien siempre estaba bailando, saltando y corriendo.

  • ¿Quiénes son ustedes?- pregunto Fito

  • Somos las Bolitas Juguetonas y venimos del planeta de la Felicidad – contestaron todas al mismo tiempo

  • ¿El planeta de la Felicidad?, ¿dónde está ese lugar?

  • Lejos, muy lejos de aquí – contestó Amistad

  • Sí, cerca del cielo – agrego Sonrisa

  • ¿Y qué hacen aquí? ¿A qué han venido? – cuestionó Fito con gran curiosidad

  • Venimos a buscar a un oso. Es: grande y fuerte, tiene dos orejas, dos ojos, cuatro patas y mucho pelo, pero que vive en una cueva muy solo y sabemos que no le gusta tener amigos. Se llama Fito – dijo Alegría

  • ¡Fito!, yo me llamo Fito y soy un oso.

  • ¿Tú te llamas Fito? – exclamaron todas las Bolitas a una sola voz

  • Sí, pero, yo no las conozco, además no viven en el bosque y no quiero hablar con ustedes.

  • Fito, venimos a jugar contigo – agregó Amistad

  • Yo no quiero jugar – dijo Fito- además tengo hambre y sed. Adiós

Y así, Fito decidió irse y dejar a Sonrisa, Verdad, Amistad y Alegría. Se fue en busca de agua y comida, pero al ir caminando se dio cuenta nuevamente que estaba solo en el enorme bosque y los animales habían desaparecido, así que se puso triste.

Estaba cerca del lago tomando agua cuando escucho una voz, era Verdad:

  • Fito, Fito, te invitamos a jugar, ¿aceptas?

  • Otra vez tú, te he dicho que no quiero jugar, vete de aquí –agregó Fito

  • Sólo un momento, por favor, te vas a divertir mucho y además vamos a llegar a ser amigos – dijo Alegría

  • Anda oso necio, vamos a jugar – repuso Sonrisa

  • Nos divertiremos mucho y vas a aprender muchas cosas nuevas – agregó Amistad

  • No quiero aprender nada ni tener amigos – contestó el Oso

Y así transcurrió un rato tratando de convencer a Fito para jugar y ser amigos, hasta que lograron convencerlo: jugaron, brincaron, saltaron, treparon por los árboles, bailaron y pudieron divertirse mucho; Fito no se cansaba de sonreír, estaba contento y muy feliz; pero de pronto, el oso Fito empezó a correr y cayó en un pozo muy hondo y oscuro, se asustó mucho y gritó:

  • ¡Auxilio! Que alguien me ayude, por favor ayúdenme.

Las Bolitas también se asustaron y trataron de ayudarlo, pero eran demasiado pequeñas y Fito era un oso muy grande y pesado, así que no podían sacarlo. Fito, cada vez estaba más asustado. Sonrisa desde afuera trataba de animarlo, diciéndole:

  • Oso Fito: no te asustes, te vamos a ayudar para que salgas. Tienes que ser valiente.

Y Fito, trataba de no asustarse, pero no lo lograba, así que empezó a llorar y a imaginarse que nadie lo ayudaría porque cuando él vivía en su cueva no hablaba con los animales, ni tenía amigos.

- Si al menos hubiera platicado con el señor búho, si hubiera jugado con las ardillas o ayudado a cazar al lobo, ellos serían mis amigos y en este momento que los necesito me auxiliarían – Todo esto pensaba Fito, mientras transcurría el tiempo dentro del pozo.

Entre tanto, Verdad, Amistad, Sonrisa y Alegría buscaban la manera de sacar a Fito, pero después de un tiempo se dieron cuenta de que por más esfuerzos que hacían no podían sacarlo. De pronto a Amistad se le ocurrió algo:

  • Llamemos a los animales del bosque, para que nos ayuden a sacar a Fito, porque si todos unimos nuestras fuerzas será más fácil y rápido sacarlo.

  • Si, tienes razón – repuso Alegría

Así lo hicieron. En un momento, llegaron las ardillas, el señor búho, el lobo, el castor, el mapache... todos fueron en auxilio del oso y cooperando todos juntos lo pudieron sacar del pozo.

Cuando Fito estuvo por fin fuera se sintió feliz y muy contento. Pero se sorprendió bastante al ver a todos los animales del bosque:

  • Pero, ¿no se habían ido ustedes del bosque, no estaban desaparecidos? cuestionó muy impresionado el gran oso

  • ¡No! – Dijeron todos los animales

  • Entonces, ¿qué sucedió? – preguntó Fito

  • Yo te explicaré, -dijo Alegría- Mira, lo que sucedió fue que tú no podías ver a las ardillas, al lobo, al búho y a todos los animales porque no querías ser su amigo y cuando ellos te hablaban no les hacías caso

  • Además, siempre estabas enojado – repuso Sonrisa

  • Sí, todo fue porque tu no deseabas tener amigos, así que nosotras las Bolitas de Juguetonas decidimos darte una gran lección y usamos nuestra magia para que no pudieras ver a los animales con quienes vives en el bosque. – agregó Verdad

  • Ya aprendí que no podemos estar solos, necesitamos de amigos, sobre todo cuando vivimos juntos; no es bueno ignorarlos y no hacerles caso. Además, estoy contento, porque me di cuenta que a pesar de que yo era un oso grosero, todos me vinieron a ayudar cuando lo necesité. – dijo Fito

  • Claro, si todos vivimos juntos, no podemos olvidar que somos amigos. – dijo el sabio señor búho.

De esta manera, Fito, había aprendido la más bella lección de amor y se dio cuenta que lo querían mucho y ya no se sentiría solo.

Después de jugar un rato todos los animales, Fito y las Bolitas Juguetonas, Verdad dijo: - es hora de irnos, ya cumplimos nuestra misión y no podemos quedarnos más tiempo.

  • Sí, tienes razón – agregó Amistad

  • No queremos irnos, pero debemos regresar al planeta de la Felicidad – dijo Sonrisa

  • Sí, porque seguramente tendremos que cumplir alguna otra misión –comentó Alegría - y no olviden que todos podemos ser amigos y aprender a convivir.

  • ¡No lo olvidaremos! - Dijeron los animales a una sola voz

  • ¡Qué lástima que se tengan que ir! – dijo Fito – pero me han dejado algo muy grande, muchos pero muchos amigos.

Así, las Bolitas Juguetonas ya contentas de haber cumplido con éxito su misión se tomaron de las manos, voltearon al cielo, solo se veía la luna y muchas estrellas, dieron un gran salto y se perdieron entre ellas.

  • Adiós – gritaron las ardillas

  • Hasta pronto – dijo el lobo

  • Adiós, adiós – grito el oso

Mientras todos se despedían con entusiasmo y gran alegría; del cielo se oyó un grito:

-Pronto nos volveremos a ver. –gritaron las Bolitas Juguetonas

Y regresaron al planeta de la Felicidad, desde donde observan qué pueden hacer por los demás para que vivan felices.

Erika García Rosales


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