José Angel y el pollito amarillo

 

En un pueblo de la costa, había un colegio donde tenían gran cantidad de animales domésticos y muchas zonas verdes. Todos los alumnos se preocupaban por conservar el medio ambiente y por cuidar a los animales.

Un día a la salida del colegio se encontraba llorando un niño llamado José Angel. Lloraba porque quería llevarse un pollito de color amarillo para su casa, pero su mamá le decía:

- No te lo puedes llevar porque él está feliz con los otros pollitos y si te lo llevas se pone triste.

José Angel siguió llorando y respondió a su mamá:

- Yo lo cuidaré mucho.

La mamá lo convenció para que el siguiente día llegara más temprano al colegio y pasara un rato antes de clases con el pollito amarillo.

Al día siguiente José Angel se levantó muy temprano, se bañó y después de desayunar y lavarse los dientes le dijo a su mamá que lo llevara al colegio.

Al llegar al colegio corrió a la zona donde estaban los pollitos y jugó con el pollito amarillo, hasta que fue hora de entrar a clase.

José Angel se dirigió al salón y para su sorpresa encontró todo muy bonito: había bombas de todos los colores y un gran pollito. En la pared, al lado, estaba escrito "Feliz Cumpleaños Rosa María", y en el centro una piñata.

José Angel se puso muy contento y recordó que había dejado el regalo; entonces pidió permiso para llamar a su casa y recordarle a la mamá el cumpleaños de Rosa María. La mamá le dijo:

- Cuando vaya a por ti al colegio le llevo el regalo a la niña.

Después de jugar, cantar, bailar, romper la piñata y comer dulces, torta y helados, la mamá de Rosa María le dijo a los compañeros de su hija que de recuerdo del cumpleaños les regalaría un pollito de color amarillo.

A José Angel le brillaron los ojos al escuchar lo del pollito amarillo y corrió a darle un beso a la mamá de Rosa María.

El pollito tenía un pico rojo y un lazo entre las alas que decía Recuerdo de mi Cumpleaños: Rosa María Noviembre 20 de 1.999.

El pollito amarillo abrió su pico y sus alas y José Angel lo recibió con un beso, desde ese día éste no lloró más y salía feliz todos los días del colegio porque sabía que en casa lo esperaba el pollito amarillo.

Manuela Elvira Gracia Lobo


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