El sueño de Paola

 

Una mañana más Paola se había despertado en la cama de su habitación con lágrimas en los ojos. Limpiándoselas con la manga del pijama, procedió a cumplir con la rutina diaria de su aseo, desayuno y posterior marcha a la escuela. El día había amanecido gris, y hacía juego con el resto de la ciudad. Cuando Paola llegó a su colegio, sintió miedo de que la profesora le hiciera aquella pregunta que tanto le preocupaba.

- Buenos días niños, ¿qué habéis soñado hoy? Y es que Paola tenía un problema, un gran problema a decir verdad: ella no había soñado nunca, no sabía lo que era soñar. Por eso la daba mucha envidia cuando sus amigas comentaban que habían soñado con ese chico tan guapo de la otra clase, o que eran famosas, o simplemente con toneladas de caramelos o helados de chocolate.La otra pregunta que no sabía responder era la de que cuál eran sus sueños de cara al futuro. Sus amigas decían que su sueño era casarse con un millonario guapo o ser tan famosas como esa actriz que se salva de un naufragio en un barco llamado "Gitanic" o algo parecido. Cuando hacían esta pregunta a Paola respondía que su sueño era llegar a soñar algún día, y todos se burlaban de ella, y Paola quería morirse...Esa misma tarde, volviendo a casa, decidió sentarse en un parque que había allí cerca, uno de los pocos lugares que no eran grises en aquella ciudad. A los diez minutos de sentarse, se le acercó un hombre extraño, delgado, con perilla, y que andaba cojeando con bastante dificultad. - ¿Puedo sentarme a tu lado? –preguntó amablemente.- Si usted quiere... Paola pronto olvidó la presencia de aquel hombre y siguió pensando en lo bonito que sería llegar a soñar alguna vez.- Soñar es muy bonito, pero también peligroso algunas veces –dijo de pronto aquel misterioso hombre. - Pero, ¿cómo ha sabido en lo que estaba pensando? –preguntó asombrada Paola.- Eso ahora no importa. Dime, ¿quieres conocer el Mundo de los Sueños?- Sí, pero... - Entonces sígueme –y aquel extraño hombre se introdujo por una puerta junto al banco que jamás había visto ella anteriormente. Paola tenía miedo, pero había algo que la inspiraba seguridad, y entró... El Mundo de los Sueños era maravilloso. Todo estaba inundado por multitud de colores y de luces brillantes que se te metían por los ojos y te hacían sentir como cabalgando a lomos de un increíble arco iris. El aire olía a una mezcla de algodón de azúcar y de hierba mojada por el rocío de la mañana, y los sonidos que acompañaban a estos olores eran dulces como el de las abejas libando la miel y melodiosos como un millar de querubines celestiales tocando sus arpas.Paola estaba muy emocionada, y su cuerpo no se cansaba de recibir bombardeos de sensaciones, olores, sabores y sentimientos que la iban llenando poco a poco el hueco dejado por la falta de sueños a lo largo de sus trece años de vida.Cuando finalizó este bombardeo, Paola se sintió llena. Llena de increíbles colores, como el Mayok Cianítico, que acababa de inventar, o de sensaciones tales como volar bajo el agua, o incluso de paladear sabores tales como refresco de agua de luna (sin burbujas). Entonces se dio cuenta de la existencia de dos puertas a su derecha. En las dos estaba escrito su nombre: una era del color de la alegría y la felicidad, y la otra del color de la tristeza, la oscuridad y el llanto. - ¿Qué he de hacer ahora? –preguntó Paola al extraño hombre.

- Has de entrar en las dos puertas. En una encontrarás tus sueños más hermosos, y habrás de quedarte con tres de ellos. Elige bien, porque si no lo haces, tus sueños se convertirán en Pesadillas, que son la parte más oscura de este maravilloso Mundo. La puerta oscura está llena de Pesadillas, y habrás de entrar en ella para poder reconocerlas, y si se te presentan algún día, vencerlas con tus mejores sueños.Paola entró en la Puerta de los Buenos Sueños, y allí se encontró con las cosas más hermosas que jamás había imaginado. Tenía al alcance de su mano todos los sueños del mundo, millones de sueños, y aunque deseaba quedarse allí contemplándolos eternamente, se apresuró a elegir tres. Tras mucho dudar, escogió en primer lugar uno relacionado con su futuro: sería una maravillosa pianista de fama internacional, con una familia maravillosa y ofreciendo siempre su trabajo a los más necesitados; en segundo lugar escogió la amistad, la honradez y la lealtad, en todas sus formas y variantes positivas; y por último se quedó con algo muy valioso: la alegría, la paz y las ganas de vivir. Atrás quedaban infinidad de sueños de riquezas, poder, egoísmos... que atraían mucho, pero que a la larga te pasan facturas tales como la soledad y las tinieblas.Al salir al exterior, el misterioso hombre se dirigió a ella.- Enhorabuena, has elegido sabiamente, y por ello te regalaré un nuevo sueño: el Amor. Con este sueño pasarás por muchos momentos felices, y por algunos tristes, pero al final te verás recompensada con una gran felicidad.Paola miró dentro del sueño del Amor, y sonrió al ver su interior... pero fue de nuevo interrumpida por el hombre cojo para recordarla que debía entrar en el Mundo de las Pesadillas antes de poder abandonar el Mundo de los Sueños.

Con un poco de miedo, Paola abrió la puerta y entró. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo al sentir la angustia y el miedo que allí reinaban. Todo estaba distorsionado, y el único sonido que se escuchaba era el de una diabólica carcajada. Todos sus miedos afloraron en un instante y la invadieron de un irracional temor. Tenía que escapar de allí, pero no sabía cómo. En ese momento notó algo que no paraba de palpitar en su mano izquierda: era el sueño del Amor, y al mirarlo, todo acabó de repente...- ¡Eh, chica! ¡Despierta! ¿Estás bien? Estabas gritando. Parece que te habías quedado dormida y hablabas en sueños –preguntó un joven.- Imposible, yo no sé soñar, estará equivo... –pero Paola no pudo continuar. Acababa de ver la cara del chico que la estaba hablando y se había quedado muda al reconocerle: era el mismo que había visto en su sueño de Amor.

- Pues para no soñar, dabas unos gritos muy reales.- Oye, ¿has visto a un hombre con perilla y cojo por aquí? - Sí, se acaba de ir. Me encargó que te dijera que confíes en tus sueños, y que siempre que le necesites, estará a tu lado para ayudarte.- Gracias por todo, allá donde hayas ido. No te olvidaré nunca –dijo Paola en voz baja. A partir de ese día, Paola soñó todas las noches, acabó cumpliendo sus sueños, y nunca tuvo pesadillas... El hombre cojo había cambiado su vida.

Enrique Hernández Campos


ir a menú principal ir a Español In english