Andi
Había una vez un nene que se llamaba Andi. Era rubio, ojitos lindos, bajito, tenía tres años. Su cuerpo era hermoso, sus manitas chiquitas y más chiquitos aún sus pies. Andi era muy inquieto, le gustaba jugar a la pelota en el campito, embarrarse, jugar con arena, pisar charquitos…pero muchas cosas que quería hacer no podía, pues su mamá no se las permitía. Andi vivía en una casa hermosa, con su mamá, su papá y su perrito llamado Chicho. En su dormitorio tenía muchos juguetes, todos nuevos, todos limpios, parecía que nunca se usaban. Lo que sucedía era que si Andi podía jugar pero siempre su mamá le decía: - Juega, pero no los ensucies ni los rompas porque me voy a enojar. Andi los miraba, los tocaba, incluso los acariciaba, pero tenía miedo de jugar, no quería que lo reten. Un día Andi salió al patio de su casa, un patio donde había hamacas, toboganes, calesitas y también un hermoso charquito dejado por la lluvia del día anterior. Su imaginación voló muy rápidamente. Tardó solo unos cuantos minutos y corrió hacia donde estaba su mamá y le dijo entusiasmado: - Mamá, mamita... ¿Te gusta? - y la respuesta fue un golpe en la mano. Andi se asustó, no entendía nada, pues el sólo le había mostrado una pelotita hecha con barro a su mamá. Pasaron días, meses y hasta un año para que Andi volviera a sentirse feliz. Sí; porque volvió a sentir placer por jugar con autitos, con arena, con agua… cantaba y se reía libremente, podía ensuciarse las manos y pintar, se expresaba libremente. Ahora Andi sí era feliz. Tenía un lugar donde sus deseos se hacían realidad, un lugar que aunque sea por tres horas podía jugar y aprender junto a alguien que le ponía límites pero le dejaba disfrutar su edad, y que, además le enseñaba jugando. Andi había llegado al Jardín de Infantes; y saben qué es lindo de todo esto, que su mamá al verlo tan feliz y divertido con sus compañeritos recordó su niñez y sus juegos. Desde entonces Alicia, la mamá de Andi le permite jugar libremente con sus juguetes, correr por el parque y, saben que hasta hacen juntos pelotitas de barro cuando la lluvia ha dejado charquitos en el parque, pero también se lavan juntos las manos después de jugar y ordenar los juguetes. Y ahora sí son felices, pero muy felices Andi y su mamá. Mónica Patricia Ríos |
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