Lina, la conejita desobediente

 

En un lindo y florido bosquecito vivía una simpática familia de conejitos compuesta por papá conejo, mamá coneja y dos hermosos conejitos: Lina y Chiquitín.

Papá conejo se dedicaba a conseguir lo necesario para su linda familia: ropitas, zanahorias, lechugas,… En cambio, mamá coneja se encargaba de arreglar la casita, cuidar el hermoso jardín que la rodeaba y de educar y enseñar a sus dos preciosos hijitos.

Un día, mamá coneja al ver a sus dos hijitos ya grandes, decidió llevarlos a explorar el bosque, no sin antes darles muchas recomendaciones:

- No se alejen de mamá.

- No se entretengan con otros animalitos, pueden ser trampas de cazadores de conejos, que quieren atraparnos.

- No reciban comiditas de ningún extraño.

Lina y Chiquitín estaban ansiosos de que llegara la hora de partir e internarse en el bosque desde donde se oía el trinar de los alegres pajaritos, aunque también llegaba a sus oídos el rugir de feroces animales… pero no tenían miedo, porque iban con mamá.

Lina, con una linda pollerita rosada que la hacía más simpática que nunca, saltaba al son del vuelo de unas coloridas mariposas que daba más brillo a este lindo día.

Chiquitín hablaba con mamá coneja de los otros animalitos que había en el bosque… cuando de repente, cayeron en la cuenta de que Lina no estaba con ellos; pero para no alarmar a los otros habitantes decidieron buscarla ellos dos: en los agujeros de los árboles, entre las ramas, detrás de los arbustos,… pero nada.

Mamá coneja muy preocupada, pidió ayuda a los demás animalitos: ardillitas, pajaritos, monos, liebres, comadrejas, todos a buscar a Lina, pero sin resultado.

De repente se oyeron unos quejidos: "¡ay! ¡ay!" Corrieron hasta el arbusto y ¡oh, sorpresa! Era Lina quien se revolcaba de dolor… pues tenía una patita quebrada. Se había encontrado con un simpático monito, quien le quiso enseñar a subir a los árboles, saltar de una rama a otra; pero nuestra conejita-aprendíz no logró hacer las pirueta que hacía su heroico amiguito; siguió intentado pero con tan mala suerte que al querer trepar el árbol, cayó y se quebró la patita.

Lina, muy arrepentida de ésta nueva travesura, prometió escuchar más a los consejos de mamá y ser en adelante más obediente.

Sor Eusebia Zunilda Verdún Castillo


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