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Constructivismo
1. Corriente psicológica y modelo pedagógico, que tiene como base teórica fundamental los planteamientos de la epistemología genética de Jean Piaget, de la cual se deriva, asumiendo diversas variantes que han llegado incluso a plantear la idea de los constructivismos.
El constructivismo sostiene que el individuo, tanto en los aspectos cognoscitivos y sociales del comportamiento como en los afectivos, no es un simple producto del ambiente ni resultado de sus disposiciones internas, sino una construcción propia que se va produciendo día a día como resultado de la interacción entre esos dos factores. El conocimiento no es una copia de la realidad, sino una construcción del ser humano, que se realiza con los esquemas que ya posee, con lo que ya construyó en su relación con el medio que la rodea. En este sentido, el aprendizaje constructivo supone una construcción que se realiza a través de un proceso mental que finaliza con la adquisición de un conocimiento nuevo en el que los conocimientos anteriores son claves en la adquisición de los nuevos. En este proceso no es solo la posibilidad de construirlo, sino también de adquirir una nueva competencia que le permite generalizar, y aplicar lo conocido a una situación nueva. Esta construcción se produce cuando el sujeto interactúa con el objeto del conocimiento (según Piaget), en la interacción con otros (esquema vigotskiano), y cuando es significativo para el sujeto (tesis de Ausubel).
Filosóficamente el constructivismo plantea que el mundo es un mundo humano, producto de la interacción con los estímulos naturales y sociales que se procesan desde las operaciones mentales, implicando que el conocimiento no se recibe de manera pasiva ni producto de otro, sino que es procesado y construido activamente, donde la función cognoscitiva está al servicio de la vida, teniendo así una función adaptativa, y posibilitando que el conocimiento permita a la persona organizar su mundo experiencial y vivencial. Así, el aprendizaje humano es siempre una construcción interior, pues la objetividad, separada del ser humano no tiene sentido, y el aprendizaje es siempre una reconstrucción interior y subjetiva.
El modelo constructivista está centrado en la persona, en sus experiencias previas, de las que realiza nuevas construcciones mentales. La concepción constructivista del aprendizaje y de la enseñanza se organiza en torno a tres ideas fundamentales, una la de que el alumno es el responsable último de su propio proceso de aprendizaje, es quien construye el conocimiento y nadie puede sustituirle en esa tarea, y ni siquiera el facilitador, puede hacerlo en su lugar, pues la enseñanza está totalmente mediatizada por la actividad mental constructiva del alumno; dos, la actividad mental constructiva del alumno se aplica a contenido que ya poseen un grado considerable de elaboración, es decir, que es el resultado de un cierto proceso de construcción a nivel social, así los niños construyen o reconstruyen objetos de conocimiento que de hecho están construidos, como sucede con el sistema de la lengua escrita, o la construcción de operaciones aritméticas elementales, pero estas operaciones ya están definidas; y tres, el hecho de que la actividad constructiva del alumno se aplique a unos contenidos de aprendizaje preexistentes condiciona el papel que está llamado a desempeñar el facilitador, cuya función no puede limitarse únicamente a crear las condiciones óptimas para que el alumno despliegue una actividad mental constructiva rica y diversa, sino, además, orientar esa actividad con el fin de que la construcción del alumno se acerque de forma progresiva a lo que significan y representan los contenidos como saberes culturales.
Según el constructivismo, aprender un contenido implica atribuirle un significado, construir una representación o un modelo mental del mismo, por lo que la construcción del conocimiento supone un proceso de elaboración en el sentido que el alumno selecciona y organiza las informaciones que le llegan por diferentes medios, el facilitador entre otros, y estableciendo relaciones entre los mismos.
En esto hay un elemento que ocupa un lugar privilegiado, el conocimiento previo, pertinente que posee el alumno en el momento de iniciar el aprendizaje, conceptos, concepciones, representaciones y conocimientos, adquiridos en el transcurso de sus experiencias previas, que utiliza como instrumento de lectura e interpretación, y que determinan qué informaciones selecciona, cómo las organiza y qué tipos de relaciones establece entre ellas. Si el alumno consigue establecer relaciones sustantivas y no arbitrarias entre el nuevo material de aprendizaje y sus conocimientos previos, es decir, si lo integra en su estructura cognoscitiva, será capaz de atribuirle significados, de construirse una representación o modelo mental del mismo y, en consecuencia, habrá llevado a cabo un aprendizaje significativo.
Para que esto se posibilite el contenido debe ser potencialmente significativo, tanto desde el punto de vista de su estructura interna, o significación lógica, que exige que el material de aprendizaje sea relevante y tenga una organización clara, como desde el punto de vista de la posibilidad de asimilarlo, o significación psicológica, que requiere la existencia en la estructura cognoscitiva del alumno, de elementos pertinentes y relacionables con el material de aprendizaje. De igual manera el niño debe tener una disposición favorable para aprender, estar motivado para relacionar el nuevo material de aprendizaje con lo que ya sabe, lo que subraya la importancia de los factores motivacionales.
Estas condiciones hacen intervenir elementos que corresponden no sólo a los educandos, o sea el conocimiento previo, sino también al contenido del aprendizaje, su organización interna y su relevancia, y al facilitador, que tiene la responsabilidad de ayudar con su intervención al establecimiento de relaciones entre el conocimiento previo de los alumnos y el nuevo material de aprendizaje.
El aprendizaje del alumno va a ser más o menos significativo en función de las interrelaciones que se establezcan entre estos tres elementos y de lo que aporta cada uno de ellos al proceso de la enseñanza.
Ello determina que en una perspectiva constructivista, el diseño y planificación de la enseñanza ha de prestar atención simultánea a cuatro dimensiones, como son, primero, los contenidos de la enseñanza que debe contemplar factual, conceptual y procedimental el ámbito en cuestión, y las estrategias de planificación, control y de aprendizaje que caracterizan el conocimiento de los expertos en dicho ámbito; segundo, los métodos y estrategias de enseñanza, cuya idea clave es la de ofrecer a los alumnos la oportunidad de adquirir el conocimiento y de practicarlo en un contexto de uso lo más realista posible; tercero, la secuencia de los contenidos, que deben ir progresivamente de los elementos más generales y simples a los más detallados y complejos; y cuarto, la organización social, en cuanto a los efectos positivos que pueden tener las relaciones entre los alumnos sobre la construcción del conocimiento, especialmente las relaciones de cooperación y de colaboración.
Para que la ayuda de los mediadores sea efectiva, y conlleve desarrollo, es necesario que exista intencionalidad por parte del facilitador o mediador; reciprocidad, pues hay aprendizaje más efectivo cuando hay un lazo de comunicación fuerte entre el facilitador y alumno; trascendencia, para el alumno poder ir más allá de una situación actual para aplicar los conocimientos a otras problemáticas, sin requerir la actuación directa del adulto; mediación del significado, cuando el facilitador construye conceptos con los alumnos, y los estimula a poner en acción el pensamiento y la inteligencia, estableciendo relaciones o elaborando hipótesis; y finalmente, la mediación de los sentimiento de competencia y logro, para que el alumno se sienta capaz y se asegure una disposición positiva para el aprendizaje y aceptación de nuevos aprendizajes, lo que aumenta la autoestima, facilita el sentimiento de logro personal y de cooperación con otros.
Así, en este modelo pedagógico el rol del docente cambia, siendo moderador, coordinador, facilitador. El constructivismo supone igualmente un clima afectivo, armónico, de confianza mutua, en el que el maestro ayuda al alumno a vincularse con el conocimiento, particularmente en el proceso de su adquisición. Desde este punto de vista el maestro ha de conocer los intereses de sus educandos y las diferencias individuales, conocer sus necesidades evolutivas, conocer los estímulos de su contexto: familiares, comunitarios, educativos, etc., y contextualizar las actividades.
En suma, el constructivismo como teoría pedagógica se basa en cinco postulados que lo caracterizan, uno, que el conocimiento se construye; dos, que se hace a partir de la acción, bien sea física o mental; tres, el conocimiento adquirido es el repertorio que posee el individuo para manejar e interpretar el mundo; cuatro, cada conocimiento tiene un doble proceso, condicionado por el saber ya existente pero que a su vez modifica y reestructura ese saber previo; y cinco, los saberes se incorporan como redes conceptuales, y no como elementos yuxtapuestos.
En la educación infantil el constructivismo ha tenido una amplísima difusión, creando un modelo pedagógico que centra la actividad pedagógica en el proceso de construcción del conocimiento, si bien considera lo socioafectivo y la cooperación, organizándose alrededor de ejes que surgen del proceso cognoscitivo, y donde el educador juega un papel orientador para que el niño reflexione a partir de sus propias acciones, y organizando una rutina diaria diseñada para dar dirección a los niños y desarrollar los controles internos; centrada en primer lugar en la necesidad del niño de trabajar activamente, y en segundo en la necesidad del educador de tener un ambiente de orden; proveer mecanismos para que los educandos sean responsables de crear materiales y actividades para su propio proceso de aprendizaje; y proporcionar una variedad de interacciones entre ellos y los adultos, con un tiempo para planificar, otro de trabajo en las áreas, un tiempo de organizar, otro para recuento de la actividad diaria y de grupo en el que se desarrollan experiencias claves en función de los ejes programáticos, y finalmente, un tiempo de expresión corporal y musical.
El constructivismo, como teoría del conocimiento y modelo pedagógico, ha sido una de las tendencias más importantes dentro de la enseñanza en el siglo XX, manteniendo su vigencia actual.
© Diccionario de Autores AMEI-WAECE 2003