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Procesamiento
de la información 1. Teoría cognitivista del aprendizaje con una amplia repercusión en la esfera educativa, surgida durante la década de los años cincuenta, principalmente en los Estados Unidos, y que marca un cambio en la esfera de los intereses y en las aproximaciones teóricas de la psicología experimental tradicional hasta ese momento dominada por tendencias neoconductistas, y que centra un renovado interés por los estudios psicológicos acerca de la cognición. Esto está dado, por un lado, por el impacto de la revolución cibernética sobre las ciencias humanas, y por otro, por la acentuación de la crisis de dichos modelos conductistas en la psicología y el redescubrimiento de otras corrientes psicológicas cognoscitivas.
La aparición y el desarrollo de la cibernética afectó a la psicología experimental en dos direcciones, una el hecho de que la creación y el perfeccionamiento de las computadoras y su utilización como instrumentos de la investigación, posibilitaron la extensión de los diseños experimentales a campos anteriormente vedados en la investigación psicológica, en especial los procesos mentales de poca duración; además de que la dinámica propia del desarrollo de la cibernética, orientada a la búsqueda de vías para simular procesos psíquicos con fines utilitarios, exigió de la psicología experimental una profundización rápida y asequible de sus postulados acerca de los procesos cognitivos; y otra dirección, dada por en el éxito de la cibernética de crear y aplicar un esquema conceptual referido a los procesos de regulación y control inherentes a cualquier organismo o sistema estable, que por analogía se trasladó a la investigación psicológica dando lugar a modelos teóricos de notable poder heurístico.
Los antecedentes teóricos de este enfoque provienen fundamentalmente de la teoría de la Información de Shannon, que permitió pasar de las analogías físicoenergéticas típicas de los modelos conductistas en boga, a los modelos informacionales que introducen los términos de canales de información, transmisión, ruidos y filtros, y aportó una medida objetiva de la cantidad de información; y de la teoría de los sistemas autorregulados de Wiener, que permitió superar el mecanicismo implícito de los modelos de conexión estímulo–respuesta, al ofrecer una explicación más plausible de la actuación de un organismo estable en un medio cambiante a través de las estructuras y procesos de regulación y control. Estos modelos, agrupados en el enfoque de procesamiento de la información, potenciaron el estado de crisis de la psicología experimental donde las aproximaciones conductistas ortodoxas habían agotado sus posibilidades.
De esta forma los procesos psicológicos dirigidos al conocimiento objetivo pasaron nuevamente al primer plano y en un corto período de tiempo se acumuló una cantidad considerable de datos experimentales que demostraron la eficacia de estos modelos, así como algunas de sus limitaciones.
A finales de la década del sesenta, la acumulación de datos experimentales y las discusiones teóricas permitieron una sistematización de esta corriente y la definición de sus objetivos tales como estudiar los procesos por los cuales las entradas sensoriales son transformadas, reducidas, elaboradas, almacenadas, recuperadas y utilizadas, consistiendo su problema central en inferir de la conducta del hombre que resuelve una tarea intelectual, los mecanismos psicológicos internos que explican las variantes de su ejecución. De esta manera quedó rota la tradición del esquema conductista en la psicología experimental, al trasladar el centro de interés del intercambio de señales entre el hombre y el medio, los estímulos y sus respuestas, hacia el estudio de las representaciones dinámicas internas, mentales, de la variación de la información.
Los rasgos fundamentales del esquema conceptual del procesamiento de la información consisten en reconocer al hombre como un sistema que procesa información, para lo cual cuenta con mecanismos para captar información del medio, un conjunto de procesos de diferente calidad que actúan sobre la información de entrada y la transforman; estados sucesivos donde se representan los resultados de estos procesamientos; mecanismos de salida, a través de los cuales interactúa con su ambiente, unidades especiales que seleccionan y deciden qué tipos de procesos deben ejecutarse y sobre qué informaciones específicas deben aplicarse; y las características de las unidades de memoria que almacenan información procesada para su utilización posterior. Esta descripción demuestra la evidente analogía entre el hombre y las computadoras, a partir del supuesto básico de que ambos resuelven tareas intelectuales y por tanto, debe existir alguna semejanza en la manera de resolverlas y los recursos internos que ponen en juego, en particular la similitud entre los programas de las computadoras, o software, y las estrategias cognoscitivas que el hombre emplea ante los problemas intelectuales.
Un efecto notable de este enfoque consiste en la desaparición paulatina de las fronteras tradicionales entre los procesos cognitivos, que desde la perspectiva de los modelos informacionales no son más que estados sucesivos del procesamiento de la información, explicación que integra con su especificidad cada etapa y permite además vincular de una manera efectiva temas de investigación que hasta ese momento mantenían un vínculo formal. En estos modelos, el estudio del lenguaje o de la memoria, los fenómenos de la percepción o la solución de problemas, alcanzan un sentido integral al comprenderse como estados y procesos mentales igualmente necesarios para el estudio de la cognición humana.
El modelo informacional de la psicología cognitiva, como se le llamó desde esta época, actuó como el puente integrador no sólo en el interior de la investigación psicológica, sino que atrajo a investigadores de otras ciencias para la creación de un campo interdisciplinario centrado en la cognición humana. Así, se nuclearon la neurofisiología, la lingüística, la cibernética e, incluso, la filosofía, junto a la psicología cognitiva, en lo que actualmente ha comenzado a denominarse como ciencias de la cognición. Estas teorías aportan información acerca de la memoria, la selectividad de la percepción y la organización de los conocimientos a nivel del sujeto. En las mismas es de suma importancia el concepto de esquema, el cual tiene evidentes posibilidades didácticas, al valorarlo como una estructura de datos para representar conceptos genéricos almacenados en la memoria, que contienen una red de interrelaciones, que significan paquetes de conocimientos en los que además del propio conocimiento hay información sobre cómo debe usarse el mismo. La organización de los esquemas tiene carácter jerárquico, por lo que pueden incluirse en otros de mayor generalidad.
Aunque esta teoría no da cuenta del origen de los esquemas, está supuestamente probado de forma experimental que existen mayores posibilidades de retención de información si la misma está organizada de acuerdo a criterios lógicos., y si bien no se formula la importancia del significado, se aproximan a este concepto al señalar que toda información nueva se incluye en un esquema que el sujeto ya poseía anteriormente, con lo cual se asemejan a los postulados constructivistas. Lo importante es que la posibilidad de establecer una secuencia entre ellos, orienta al docente sobre la importancia del orden de los conocimientos y actividades con el fin de favorecer el aprendizaje.
Evidentemente esta corriente no tiene una unidad teórica precisa, su desarrollo se produce a través de la creación, prueba y enriquecimiento de modelos teóricos acerca de la cognición, por lo que puede considerarse como un enfoque abierto. Sin embargo, reconoce la existencia real de estados mentales en oposición al conductismo, lo cual la aleja significativamente de dicho enfoque.
© Diccionario de Autores AMEI-WAECE 2003