Los niños/as se meten
en una historia en la que ellos son los protagonistas y van a imaginar
que son exploradores y que se van de excursión un día
al río.
Para eso cogemos nuestras mochilas y metemos en
ellas todo lo necesario para un día de excursión (los
niños/as cogen sus mochilas y las llenan de botellas
de plástico, de tetrabricks, hacen bocadillos y los envuelven
en papel albal, etc.).
Cuando ya estamos preparados, nos disponemos a
hacer una fila detrás del maestro/a y comenzamos a andar.
Llegamos al campo, pero para llegar hasta el río tenemos
que atravesar un largo campo y hay muchos peligros, o sea, que:
- abriremos mucho los ojos para verlo todo muy
bien (hacen el gesto de abrir los ojos y miran hacia todo los
lados)
- nuestros oídos estarán muy atentos
para no perdernos ni un sonido (nos tocamos las orejas para oírlo
todo)
- tocaremos todas las cosas que veamos (movemos
las manos para prepararnos a tocar)
- la nariz tendrá mucho trabajo, dejadle
que trabaje y que os diga los olores (movemos la nariz y hacemos
el gesto de oler)
Como ya estamos preparados comenzamos a atravesar
el campo. Hay muchos obstáculos, como ha llovido mucho, hay
grandes charcos de agua (con papel de periódico hacemos
círculos y tienen que saltarlos, primero con los dos pies
juntos, luego a la pata coja, lo pueden bordear, etc.).
Por el viento, se han caído algunos troncos
de árboles, o ramas (ponemos cajas de cartón o
los ladrillos de psicomotricidad o deben tumbarse y pasar reptando,
o por debajo de las cajas, etc.)
Por fin llegamos al río (colocamos una
tela grande azul en el suelo como simulando el río) y
como estamos muy cansados, nos tumbamos a descansar y oímos
los sonidos de los pájaros y sentimos el fresquito del río
(podemos respirar profundamente, mover los brazos para descansar,
tumbarnos y hacer la croqueta, escuchar los pájaros y hacemos
todos pío-pío y nos imaginamos la brisa de aire fresco,
que podemos imitar soplándonos unos a otros).
Como ya hemos descansado y tenemos mucho calor,
nos bañamos en el río (nadamos boca abajo, boca
arriba, buceamos aguantando la respiración, nos tiramos al
río, etc.).
Ya es hora de comer y sacamos los bocadillos y
las bebidas (se saca todo de las mochilas y lo tiramos por el
suelo). Descansamos un poco y nos ponemos a fregar los vasos
y platos en el río con detergente y de repente, hay mucho
viento y como hemos dejado todos los papeles y las bolsas tiradas
en el suelo, se caen al río.
Antes de que se ponga a llover, cogemos muestras
mochilas y nos vamos a casa.
Al día siguiente se encuentran los
niños/as una botella con una hoja dentro. ¡Era una carta
del río para los niños/as! y decía:
¡Hola queridos niños/as!:
Soy el río donde habéis estado el
otro día y me siento muy enfermo. Necesito vuestra ayuda
para curarme. Yo os iré dando las pistas para poder curarme
si seguís el antídoto el resto de vuestras vidas.
También se lo tendréis que contar a todo el mundo
para que yo no me vuelva a poner enfermo.
Los niños/as se fueron corriendo al río
con el antídoto en la mano para hacer todo lo que el río
les escribió. Al llegar se encontraron al río con
un color muy feo, había manchas del detergente (se pinta
en un folio una mancha de color que represente al detergente)
y todos los papeles de los bocadillos, las bolsas de plástico,
las botellas, etc. y no olía nada bien ni había la
brisa del otro día.
Los niños/as se pusieron muy tristes, al
ver al río tan enfermo y siguieron paso a paso, las indicaciones
del antídoto:
1. coger una bolsa de tela y guardar todos los
papeles de los bocadillos y tirarlos en el contenedor del papel
2. recoger las botellas y las bolsas de plástico,
tirarlas al contenedor de plásticos
3. las pilas, las tendréis que buscar en
seguida, porque me ponen mucho más enfermo, es un gran veneno
para mí
4. los detergentes tendrán que disolverse
por sí solos, pero no tendréis que volver a echarlos
nunca más, pues pueden matar a los peces y plantas que hay
en el río.
Los niños/as se dividen en grupos y
unos recogen los plásticos y otros los papeles. Y así
poco a poco fueron viendo que el río se curaba y volvía
a tener buen color.
El río les dio las gracias y de recompensa
les regaló un vaso de agua limpia para cada uno.
Los niños/as al volver a casa, se lo contaron
todo a sus padres y amigos, para que nadie más ponga enfermo
al río. |