Cuento: «El
árbol que no tenía hojas".
Era un árbol tan feo, tan feo, que no tenía hojas.
Estaba solo en el campo y nunca había visto otro árbol.
Por eso no sabía que los árboles tienen hojas.
Y tampoco sabia que él era tan feo.
Pero un día oyó decir a unos niños:
-¡Vaya porquería de árbol!
-No sirve para nada.
-Ni siquiera tiene hojas.
Entonces se puso triste porque se enteró de que era feo.
Y le dijo al Sol:
-Tú que eres tan poderoso, ¿puedes darme hojas?
El Sol le contestó:
-Yo no puedo dar hojas a las árboles. Vete tú
a buscarlas.
Y el arbolito dijo:
-No puedo. Mis pies están clavados en el suelo.
Otro día dijo al Viento Gris:
-Tú que eres tan poderoso, ¡dame algunas hojas!
Y el Viento Gris le contestó:
-Yo sé quitar las hojas de los árboles, pero no
sé cómo se ponen. No puedo ayudarte.
Pasó la Lluvia y el árbol le dijo:
-Señora Lluvia, mis pies están clavados en el
suelo. ¿Puedes traerme algunas hojas para adornar mis ramas?
Y la Lluvia le contestó:
-Yo no puedo darte hojas. Yo sólo sé llorar. Voy
a llorar por ti.
La Lluvia se alejó, llorando.
-¡Ay, Señor, qué desgracia! ¡Un arbolito que no
tiene hojas!
El pobre arbolito sin hojas se quedó aún más
triste. Y decía:
-He acudido a los más poderosos y no me han ayudado.
¡Ya nadie podrá ayudarme!
Pero un buen día dijeron los niños:
-¡Vamos a adornar este árbol!
Trajeron papel de colores: rojo, verde, azul, amarillo... Y
lo cortaron en pedacitos y lo fueron pegando en el arbolito.
Y al cabo de un rato el arbolito quedó lleno de hojas.
Hojas azules y rojas, hojas amarillas y verdes.
Y pasó el Sol y se quedó un rato largo mirando,
porque nunca había visto un árbol tan hermoso.
Pasó el Viento Gris y se paró en seco:
-¡Vaya con el arbolito! ¡Qué hojas tan bonitas ha encontrado!
Y el Viento Gris dio una vuelta para no arrancarle ninguna.
Pasó la Lluvia, y al ver aquellas hojas rojas, azules,
amarillas y verdes, se le cortaron las lágrimas y dijo:
-¡ Qué pena! iYa no podré llorar más por
este arbolito!
Y la señora Lluvia se marchó con sus lágrimas
a otra parte.
Luego vinieron los niños y bailaron en torno al arbolito,
que ya estaba muy contento con sus preciosas hojas.
* * *
Se lee el cuento a los niños y se comenta en grupo para
asegurarse de que han comprendido el desarrollo y el sentido.
Se ve cuántos personajes intervienen en el cuento, para
estudiarlos y preparar la interpretación que ha de darse
a cada uno.
PERSONAJES:
- El árbol.
- Niños El Sol.
- El Viento Gris.
- La Lluvia.
- Otros.
Se puedan hacer las preguntas inductoras para determinar la caracterización
de los personajes. Por ejemplo:
Preg.: ¿El árbol era bonito o feo?
Resp.: Era feo.
Preg.: ¿Por qué?
Resp.: Porque no tenía hojas.
Preg.: ¿Qué tenía, entonces?
Resp.: Las ramas así, sin nada.
Preg.: ¿Qué otras cosas tiene un árbol, además
de las ramas?
Algunos hablarán de los frutos y será preciso explicarles
que si el árbol no tiene hojas, tampoco tendrá flores
y que el fruto sale de la flor. Las preguntas irán encaminadas
a hacer que los niños hablen del tronco y de las raíces,
motivo por el cual el árbol no puede moverse de su sitio.
Una vez llegados a este punto, se preguntará si todos saben
lo que son las raíces. Si alguno lo ignora, se le podrá
explicar por medio de un dibujo, o, a ser posible, enseñándole
las raíces de una planta verdadera, en una maceta, y haciéndole
ver de qué modo se clavan en el suelo y para qué,
procurando al mismo tiempo que comprenda la diferencia de tamaño
que hay entre las raíces de una plantita pequeña y
las de un árbol, y la resistencia que podrían éstas
ofrecer a cualquier intento de arrancarlas de la tierra.
Cuando ya se ha demostrado que el árbol
no puede moverse de su sitio, por lo cual ignora cómo son
los demás árboles si no tiene Otros al alcance de
la vista, se hará ver a los niños de qué modo
llegó a tomar conciencia de su fealdad.
Preg.: ¿Cómo llegó a saber
el árbol que él no tenía hojas y otros sí,
sí no había visto ninguno?
Resp.: Se lo oyó decir a unos niños.
Preg.: ¿Y qué decían los niños
del árbol?
Resp.: Que era feo.
Preg.: Cuando el árbol se oyó
llamar feo, ¿qué hizo?
Resp.: Se puso muy triste.
Preg.: ¿Y a quién pidió ayuda?
Resp.: Al Sol.
Al Viento.
A la Lluvia
Ahora que han aparecido estos tres
personajes (el Sol, el Viento y la Lluvia), se hablará de
ellos para explicar cómo son:
Preg.: ¿Cómo os parece que es el Sol?
Resp:
Redondo.
De oro.
Brillante.
Caliente...
Se puede dibujar el Sol en la pizarra, procurando
añadirle algún detalle que lo humanice -rostro, piernas,
brazos, etc.-, para ir acostumbrando a los niños a verlo,
no como una cosa, sino como un personaje que luego habrán
de interpretar y que incluso habla. Lo mismo se hará con
el Viento y con la Lluvia.
Luego se hablará de los niños que
vienen a ver el árbol. Pueden ser varios -no menos de tres-,
y explicar que si al principio se rieron del árbol, luego
se compadecieron de él. Se procurará que entiendan
que los niños son personas y que pueden pensar cosa que no
puede hacer un arbolito que además está sujeto a la
tierra y no conoce nada. Por eso, el deber de los niños es
ayudar a quien lo necesite y arreglar lo que esté mal. Así
es como deciden cubrir el árbol con hojas, cosa que no han
podido hacer ni el Sol, ni la Lluvia, ni el Viento.
Preg.: ¿Qué hizo el Sol cuando vio al
árbol con ¡sus bonitas hojas de colores?
¿Qué hizo el Viento Gris?
¿Qué hizo la Lluvia?
Cuando esté todo suficientemente entendido,
se procederá a repartir los papeles y a dibujar el vestuario.
Una vez que esté todo a punto, se irá
representando el cuento, escena por escena. Los niños inventarán
el diálogo, de acuerdo con el cuento, añadiendo cuanto
crean oportuno o divertido.
Se puede hacer un final espectacular con los niños
cantando y bailando alrededor del árbol. |