El desarrollo del lenguaje y formación inicial de la inteligencia lingüística, ocupa un lugar primordial en el desarrollo del niño y la niña en este año, pues posibilita crear las premisas para la adquisición de la lengua materna, que constituye la base fundamental para la asimilación de la experiencia y de todo lo que les rodea. Esto comienza desde el primer momento del nacimiento y como consecuencia de las primeras reacciones significativas de estos niños a los estímulos auditivos y visuales, y que generalmente se dan en el proceso de comunicación emocional con el adulto que lo cuida y atiende, y que lo estimula a la actividad mediante el contacto con los objetos y la emisión de sonidos verbales.

Una particularidad significativa de este año lo constituye una notable homogenización de las manifestaciones verbales de los niños, sin comportamientos individuales que se alejen notoriamente de la norma. Esto ha de ser atribuible a que los procedimientos de atención y cuidado de los lactantes parecen ser muy semejantes en todos los hogares y el propio centro infantil, lo que hace bastante similar la estimulación objetal – verbal que se propicia a los mismos. Es por ello que no se dan notables diferencias individuales, y casi todos los niños y niñas en este año presentan un desarrollo semejante en lo referente a su lenguaje..

La asimilación de la lengua materna es tan acelerada que, desde los momentos iniciales de la vida que se caracterizan por la presencia del grito, que es provocado por los más diversos estímulos externos e internos que actúan sobre el recién nacido, al cabo de apenas un año estos niños y niñas ya son capaces de emitir sus primeras palabras significativas y comprender de manera elemental lo que les dice el adulto y responder con sus acciones a esas órdenes y disposiciones que les formulan.

Este desarrollado acelerado implica cambios y transformaciones constantes, que en el caso del lenguaje se suceden prácticamente de un día para el otro, lo que obliga a organizar los programas de estimulación en fases bien cortas, que abarcan a lo sumo un trimestre de la vida. Es por eso que las actividades pedagógicas a realizar con estos niños y niñas se han de estructurar en cuatro períodos:

En este sentido, y aunque las actividades a realizar siguen un sentido longitudinal a lo largo de todo el año de vida, se particularizan en cada trimestre de acuerdo con el devenir del desarrollo psíquico general, manteniendo aquellas de un trimestre a otro que continúan ejerciendo una influencia en los períodos posteriores. De esta manera se aplica un enfoque dialéctico del desarrollo y se valora a la inteligencia lingüística como un proceso en constante formación y maduración.

Por otra parte, toda actividad estimulatoria que se realice con niños y niñas de estas edades iniciales ha de formar parte de un sistema científicamente dirigido y tomando en consideración sus particularidades del desarrollo, por lo que cada trimestre ha de estar encabezado por los índices del desarrollo que se suceden en el mismo, de modo tal que los educadores puedan comprender el sentido de las actividades que realizan con estos niños y niñas, y puedan elaborar de manera mas apropiada y técnicamente mejor concebidos los objetivos y propósitos de cada una de estas actividades.

Para la caracterización del desarrollo evolutivo del lenguaje de los niños y niñas de estas edades se ha de tomar la elaborada por F. Martínez Mendoza, a la cual se podrán añadir índices de otras clasificaciones en la medida en que se considere oportuno.

El desarrollo evolutivo del lenguaje en el primer trimestre se caracteriza por:

La educadora ha de tomar en consideración estos índices del desarrollo evolutivo del lenguaje y sobre esta base diseñar sus actividades.

 

En el segundo trimestre el desarrollo evolutivo del lenguaje señala:

Para el trabajo en este trimestre la educadora ha de continuar desarrollando con sus niños y niñas aquellas actividades anteriores que inició en el primer período, adecuándolas al mayor desarrollo psíquico que han alcanzado, pues estas tienen un carácter longitudinal en el primer año de vida. En este sentido no se hace necesario repetir su contenido en el actual trimestre, salvo que por los índices del desarrollo evolutivo se haga razonable hacerlo dado una mayor complejización de los comportamientos.

 

El desarrollo evolutivo del lenguaje en el tercer trimestre es como sigue:

La misma sugerencia anterior respecto a que la educadora ha de continuar realizando las actividades del trimestre previo se mantienen para este, dado el carácter longitudinal de las mismas, e igualmente adecuándolas a sus mayores posibilidades psíquicas.

 

El curso evolutivo del lenguaje en el último trimestre muestra los siguientes índices: