La lectura ideográfica
María Caparros
1. Consideraciones previas

Cuando me enfrento al estudio de un tema que me interesa, surge en mi la necesidad de precisar, de la manera más completa posible, el punto de partida para llegar a la elaboración de lo que pudiera ser el contenido temático de todo lo que puede afectar al núcleo central de lo que se va a tratar. Definir el concepto se plantea como prioridad, saber de que voy a hablar es lo más importante para poder llegar a transmitir ideas claras y descubrir para después compartir todas las posibilidades para la acción educativa que se esconden detrás de cada concepto a estudiar.

Por eso, en este momento se hace preciso que me centre en torno a lo que significa, de manera general "la lectura ideográfica" y cómo una vez conocido y delimitado el ámbito puede inscribirse dentro del marco de la tradición de la enseñanza de la lectura en nuestra escuela infantil, en nuestra escuela preescolar, según las prácticas docentes que se recogen en nuestra historia educativa reciente.

Para ello empezaré consultando qué se entiende por ideográfica: en un primer momento se dice que es todo aquello relativo o perteneciente a la ideografía; el diccionario de la Real Academia Española, en su edición vigésimo segunda, añade que es aquello que se representa por medio de ideogramas. Se informa después que un ideograma es una imagen convencional, un signo o símbolo que representa una idea. Para añadir a continuación que en la escritura ideográfica, a diferencia de la fonética, los signos representan ideas y no sonidos.

Se hace referencia a la escritura como paso previo a lo que después será la lectura de los ideogramas creados, de los ideogramas preparados para la lectura de los niños. en la actualidad se entiende por lectura ideográfica aquella que utiliza pictogramas que consiste en la representación de una idea mediante un signo gráfico o un dibujo. El logograma es la representación de una idea a través de la palabra.

Introducirnos en el desarrollo del tema, sobre todo cuando a lo lejos, en la línea que marca el horizonte de nuestra mirada, se descubre la figura de los pequeños lectores, nos va a llevar a los caminos que se internan y discurren por la interpretación de las imágenes, de las ilustraciones, de los contenidos gráficos y significativos que aparecen en el material de lectura, libros, murales, láminas, que se ofrece a los pequeños desde los primeros momentos de su ingreso en un centro educativo. Para utilizar con los niños elegimos, en un principio todas las imágenes figurativas por pensar que nos mejor juego que las de contenido atribuido o abstracto. Estás podrán ser utilizadas si el nivel de desarrollo madurativo de los niños lo permite.

Asistía yo como organizadora al desarrollo de unas Jornadas en torno a la Educación Infantil, que tenían como tema la educación de los pequeños desde posturas innovadoras, se planteaba este encuentro dentro de los presupuestos legales que se definieron en la LOGSE y se consideraba toda la Educación Infantil en su conjunto, primero y segundo ciclo, desde el nacimiento hasta los seis años; el objetivo de aquel encuentro era dar respuesta a un reto que se proyectaría en el futuro, un futuro prometedor y rico en experiencias educativas, nuevas y diferentes, para los niños pequeños y para los maestros que ilusionados ponían los ojos en ellos.

Había sido invitado como conferenciante Joaquim Jubert, eminente neurólogo catalán, que ya nos había entusiasmado con sus propuestas en anteriores ocasiones. Buen comunicador nos planteó cuestiones que nos ponían en contacto con todo el desarrollo neurológico del cerebro y la importancia que todo ello tenía para la educación de la infancia y la adquisición de algunos de los aprendizajes que se realizaban en la escuela de los primeros años.

Estando entre maestras era casi seguro que el tema derivaría hacia la eterna cuestión de cuándo comenzar con la enseñanza de la lectura y la escritura y, sin hacerse esperar demasiado, así sucedió. Una maestra deseosa de acercarse de la manera más eficaz al conocimiento de las características del cerebro humano en el momento del inicio de los aprendizajes instrumentales de la lectura y escritura enunció su pregunta, era algo que estaba en el ambiente y fue una pregunta esperada y acogida con gusto por todos.

La respuesta del Doctor Jubert fue inmediata, no tuvo que pensarlo demasiado, ante la pregunta de la maestra ¿cuándo podemos enseñar a leer a los niños? respondió: al día siguiente de nacer... Todos quedamos poseídos por la sorpresa y cada uno la vivenció a su manera. Pero lo cierto era que el Doctor Jubert había expresado la más grande de las verdades educativas de una manera espontánea y provocadora.

Cuando estos hechos sucedían transcurría el año 1999. Desde entonces hasta hoy he pensado muchas veces en esta cuestión y me he planteado cómo dar respuesta a la misma, el tiempo corre de manera inexorable y no puede dejarse nada para mañana, aquello era algo en lo que ya estábamos atrasados, había pasado un tiempo precioso sin que hubiéramos enseñado a leer a los pequeños, lo habíamos dejado pasar porque no lo sabíamos.

Desde las investigaciones que nos llegan desde el otro lado del Atlántico se nos informa de los estímulos que el niño recibe dentro del vientre materno, se nos cuenta como los niños escuchan cuentos cuando todavía no han nacido y se nos anima a programar estimulaciones lingüísticas continuas, recordándonos que todo tiempo perdido en educación es un tiempo que nunca llegaremos a recuperar. ¡Háblele! Después puede ser demasiado tarde... nos aconsejan los investigadores. Háblele cuando le tiene dentro de su seno que el niño la conoce, la escucha y quiere oír su voz... ¡léale cuentos que más tarde los recordará!

El niño debe de comenzar a leer al día siguiente de nacer... y sin duda eso es lo que hace, unas veces de manera inconsciente, otras a sabiendas de que aquello que programamos estimula los intereses lectores, lo que se hace es lo que se quiere hacer para llegar a la consecución de los objetivos que faciliten la adquisición de las destrezas lectores desde planteamientos emocionales y permanentes.

2. La primera lectura: el niño lee en el libro del mundo:

Desde muy pequeño el niño es capaz de leer todo lo que pasa a su alrededor. Son abundantes los estudios que nos informan sobre el desarrollo perceptual. Nos cuentan de manera detallada cuáles son las fases por las que va pasando el niño en su encuentro con el mundo que le rodea y en el descubrimiento de las cosas que encuentra en él; sabemos que los recién nacidos son capaces de percibir las formas y seguir los movimientos de las figuras que les atienden y, si los estímulos son llamativos, los bebés pueden llegar a fijar la atención a partir de las cuatro semanas de vida durante unos momentos (Palacios, 1984) para distinguir la figura del fondo, para individualizar a los personajes del medio, para iniciarse en los primeros reconocimientos.

Según esta recogida de información podríamos afirmar que con esta consideración estamos hablando ya de la incipiente lectura del medio que ya hace un niño pequeño y llegar a la conclusión que cuando el niño percibe el entorno y lo reconoce está haciendo un tipo de lectura, una lectura de aspectos concretos que va dando forma a la base de sus recuerdos y estimula la actividad de su memoria.

A los seis meses el bebé puede leer con acierto e interpretar las expresiones faciales de las distintas emociones de los que se acercan a él, y estar capacitado para responder diferencialmente a ellas. A partir de los ocho meses los niños reconocen a sus madres, a las personas que les atienden y son capaces de responder de una manera comprensiva a los intentos de comunicación que se les proponen desde la interpretación de los mensajes afectivos que se emite cerca de ellos y para ellos: sonrisas, caricias, palabras. Cuando el niño nos devuelve la sonrisa está leyendo en nuestra expresión las emociones que nos embargan.

Según va creciendo el niño, la lectura del medio que le rodea se hace más precisa, distingue, con facilidad las transformaciones que se producen a su alrededor, observa y comenta las variaciones del paisaje, los cambios en la vestimenta y la decoración del espacio, sabe los significados de algunos de estos cambios y se complace en la comunicación de toda su comprensión lectora del mundo que le rodea sobre todo, cuando después de cada una de sus consideraciones se produce la gratificación social que refuerza los aspectos más positivos de su conducta, de una conducta que se repetirá hasta el dominio del hábito.

3. La lectura de símbolos

Con la asistencia a un centro educativo el niño comienza a reconocer códigos de representación que tienen contenidos significativos y ya están dotados de un mayor grado de abstracción, como puede ser el hecho de la identificación de los colores, de la comparación de las formas y de la proyección de sus propias experiencias a partir de las investigaciones que inicia, de manera libre o inducida, para llegar a descubrir el secreto que encierran las cosas que le rodean, que descubren que tienen nombre y utilidad. Conoce los distintivos que se colocan sobre sus cosas y las diferencia de las de sus compañeros. Toda imagen adquiere un significado.

Todas estas actividades se pueden encuadrar como las primeras manifestaciones lectoras que el niño realiza. En su encuentro con el mundo el niño va construyendo una serie de conocimientos y guardando en su recuerdo el conjunto de experiencias que todos estos conocimientos le proporcionan de forma constante.

Por medio de la ejercitación de la mirada inocente va almacenando su información y dando alimento a su imaginación. Vigotsky afirma que la imaginación depende de la experiencia y la experiencia del niño se va acumulando y aumentando, paulatinamente, según se hace protagonista de las acciones que realiza en su medio, en compañía de los iguales y dirigido por los mayores (Vigotsky, 2003).

En esta etapa de reconocimiento del mundo, el niño va construyendo un entorno propio y posible, con los datos recogidos de manera directa y con aquellos otros que le suministra una experiencia compartida con los adultos que conducen su mirada por los caminos del descubrimiento y de la posterior interpretación y de los iguales que le ayudan en la comprensión y posterior recreación.

Es con todo este tipo de experiencias con las que el niño se enfrenta a lo que podemos denominar lectura ideográfica propiamente dicha, a la lectura de signos, símbolos e imágenes que le transmiten más de lo que se puede ver a simple vista. Todo lo que el niño ve puede ser leído de manera especial a partir de su experiencia

¿Podríamos incluir aquí la lectura de las manchas? Las nubes son manchas... los charcos son manchas, las sombras, que se proyectan con ayuda del sol, son manchas... cada uno de nosotros puede crear todo un mundo de manchas: grandes, pequeñas, de colores, de formas variadas...

Como primera experiencia para la preparación de lo que más tarde será la lectura ideográfica nosotros realizamos la siguiente experiencia: Sobre un papel, preparado al efecto, hacemos aparecer una serie de manchas. En un principio las manchas son de colores, utilizamos solo los primarios, y en su extensión sobre la lámina adoptan formas caprichosas, recorren libres el espacio que constituye el fondo blanco de la hoja y nos hacen pensar en seres diferentes, seres que no tienen cabida en el mundo real en el que vivimos... sin embargo, son seres atractivos, la disposición de los colores es bonita, nos gusta y nos recreamos en la contemplación de nuestras propias producciones. Estamos satisfechos.

Poco a poco, las formas van adquiriendo sentido y en ellas vamos viendo distintos personajes, animales de verdad, personajes de ficción, que van tomando cuerpo detrás de las formas que vemos. Ya estamos en camino de hacer nuestra lectura ideográfica. Vemos los personajes y les damos nombre... después solo nos queda unir cada uno de los nombres con el siguiente en una secuencia narrativa completa, en la que la acción no está presente, no se explicita, nos basta el nombre para encadenar el desarrollo de una acción en la que todo va a suceder como nosotros queremos que suceda.

4. La escritura ideográfica

Después de la interpretación de las manchas, la primera propuesta de comunicación ideográfica nos surge de la creación de necesidades educativas determinadas entre las que se encuentra el hecho de escribir y recibir mensajes. A lo largo del curso recibimos muchos mensajes que vienen de los lugares más insospechados y llegan al aula de formas muy variadas. La sorpresa puede estar presente al abrir la puerta a primera hora de la mañana, nos la puede traer el cartero, o entrar por la ventana sin que hayamos podido descubrir como ha sido.

Recibimos mensajes... ¡qué cosa tan agradable!, en los últimos tiempos hasta nos los envían por internet los personajes más extraños. Nos gusta mucho recibir mensajes, con cada mensaje que recibimos conquistamos un trocito de mundo, crecemos, y nos sentimos capaces de planificar acciones fantásticas.

Pero sabemos muy bien que si nos gusta recibir mensajes es necesario que los enviemos también. El niño de tres años no sabe escribir y si bien es cierto que los mensajes que ha recibido participaban tanto de la escritura como de la imagen, a ellos se les brinda la posibilidad de comunicarse a través de los dibujos, en estos momentos las letras es lo que menos importa, en cualquier caso estará siempre presente la propuesta de Freinet y el uso de la escritura natural la propia de esta edad (Freinet, 1997), que se realiza en libertad a través de tanteos experimentales.

En el proceso de diseño de mensajes la evolución se evidencia desde los dibujos más convencionales hasta aquellos otros en los que se observa un proceso de elaboración completo en el que el mensaje que el niño quiere transmitir tiene un sentido narrativo total, cuenta una historia, comunica una idea, nada mejor para ilustrar esta realidad que la contemplación del mensaje enviado por Pedro, (figura 2). Los destinatarios se eligen cada uno puede enviar el mensaje a quien quiera... puede ser un compañero de clase... puede ser un amigo de fuera... puede ser un personaje maravilloso, en el mundo de la fantasía, que hemos diseñado, todo es posible, los mensajes va a encontrar siempre a su destinatario.

El modo de enviar el mensaje es proyectado también por el emisor, se puede pedir ayuda, se puede ser autosuficiente... Con la misma riqueza imaginativa con que lo había preparado, diseñado y realizado, Pedro consiguió hacer llegar el mensaje a la maestra de una manera sorprendente.

Una vez que se ha resuelto el tema de los mensajes y nos encontramos hábiles en su producción podemos iniciarnos en la práctica de la interpretación de los mensajes que otros nos envían, o que no son exclusivos para nosotros pero si que pueden llegar a decirnos muchas cosas. Es el momento de la interpretación de los documentos más elaborados, de los secretos contenidos en los libros, de la interpretación personal y diferenciada.

5. La lectura de imágenes

Se plantea en este segundo momento la interpretación de las imágenes de los libros. El primer contacto que el pequeño tiene con la letra escrita lo hace a partir de las propuestas que se contienen en los libros de imágenes, cada vez más abundantes, en los libros de cuentos que, en edades cada vez más tempranas, se ponen en sus manos.

Hoy se busca la ocasión para poner en las manos del niño un libro desde el mismo momento que son capaces de sostener algo en ellas: libros de plástico, libros de tela, libros de caucho... tratan de ser el nexo de unión entre la lectura del mundo y la lectura que se practica en los libros. Los libros ilustrados que tienen imágenes secuenciadas facilitan al niño la lectura con un grado mayor de abstracción, la realidad del mundo ha quedado prendida en las páginas de un libro.

Se conocen investigaciones en las que se narra la experiencia de los padres que con los hijos bebés sentados sobre el regazo recorren las páginas de los libros reconociendo los signos que en ellos se contienen (Cervera, 1985). El padre transmite la confianza, el niño comparte el descubrimiento, ambos se internan en el mundo de una práctica lectora de profundas raíces afectivas, práctica que se verá reforzada según vaya creciendo el niño si la comunicación afectiva con el adulto, padre o madre se sigue produciendo, si por alguna circunstancia se rompe estará quedará en el recuerdo del niño como los momentos de la infancia más felizmente vividos.

Conociendo estas experiencias a los maestros nos no queda otra opción que iniciar en el momento oportuno, de manera sistemática y organizada la práctica de la lectura ideográfica, la práctica de la lectura de imágenes.

El concepto de momento oportuno, óptimo o crítico, lo integramos en nuestro vocabulario de la mano del Doctor Jubert. Él nos lo definió como el momento ideal, como aquel en el que todas las facultades del niño se encuentran en estado de alerta y se puede obtener con su estimulación los mejores resultados. Es el momento en el que surge la necesidad de ampliar la experiencia del niño para proporcionarle las bases adecuadas para su desarrollo en plenitud. La mente está preparada, el cuerpo se anima para la participación en la aventura intelectual, los resultados serán, sin duda, los mejores.

Tenemos al niño preparado, ahora solo nos hace falta encontrar el material que le estimule en su proceso de descubrimiento del mundo de la imagen de su reconocimiento y de su interpretación.

Me gustan los libros de imágenes, me gustan los libros en los que la imagen predomina, hasta el punto que el texto ha llegado a desaparecer, sin embargo, como todavía soy deudora del lenguaje escrito agradezco un breve mensaje a pie de página porque me hace descubrir todo un contenido prometedor, sugerente, infinito...

Solo trabajo con los libros que me gustan... en un momento los hago míos y luego me proporcionan placer a lo largo de años y años. Este último año el gran descubrimiento ha venido de la mano del oso perezoso...

él andaba sin rumbo por el mundo... Catalina iba detrás.

El se movía ensayando todas las posibilidades de desplazamiento que se pueden ensayar... Catalina iba detrás...

El nos ofrecía una imagen tierna y cercana... Catalina iba detrás...

Él nos invitaba a la participación en su aventura... nosotros no podíamos negarnos a secundarle, podía convertirse en nuestro amigo de un momento a otro.

Los que nos proponía el oso perezoso era una lectura ideográfica. Las imágenes nos descubrían todas las acciones que realizaba el oso perezoso en su exploración del mundo: leer las imágenes era fácil, evaluar la comprensión lectora con los niños pequeños se podía hacer a partir de la representación de las acciones que el oso hacía... sólo teníamos que mirar, solo teníamos que interpretar las imágenes en la que aparecía nuestro amigo el oso, solo teníamos que poner, palabra y gesto para hacer nuestra lectura ideográfica.

Como en los más antiguos métodos de lectura se imponía la creación de una musiquilla o soniquete que nos ayudara en la representación de las acciones. Todos juntos nos convertíamos en protagonistas y las acciones del oso podrían ser leídas a partir del gesto, a partir de la representación corporal, a partir de la representación gráfica.

Las imágenes nos sugerían palabras: El oso perezoso marchaba sin rumbo por el mundo... andaba reculando, marchaba para atrás, andaba avanzando, marchaba para avante... erguido, encogido... imitamos las acciones, acompañamos al oso.

De esta manera llevábamos a cabo prácticas de lectura ideográfica; en un primer nivel de interpretación: miramos una imagen, descubrimos su contenido, representamos de manera libre el movimiento que nos sugería, trasladamos lo que hemos experimentado al libro y leemos de nuevo. Hemos vivenciado una imagen y le hemos puesto palabras. La hemos completado con gesto y movimiento hemos hecho una lectura completa, aunque todavía no sepamos leer.

Los personajes que aparecen en los libros pueden invitarnos a participar con ellos en las acciones que protagonizan, a veces tienen imágenes pero están privados de palabras... así lo descubrimos con la contemplación de las figuras de los cuatro duendes que en silencio presencian la aventura de sapete y pajarita...en El barquichuelo de papel.

Desde la vivencia de nuestro proceso de identificación con los personajes más atractivos del relato, sentimos la necesidad de hacer hablar a los duendes, les dotamos de palabras, les pedimos prestado el gesto y las ilustraciones del libro adquieren protagonismo y todos podemos hablar, leer lo que dicen esas imágenes, ponerles palabras, dotarlas de sentido y hacer nuestro un escenario de ensueño.

"Soy el duende azul y quiero construir un barquichuelo que navegue por el río haga viento o haga frío..." Así nos cuenta lo que quiso hacer, así hemos escuchado y así lo vamos a representar. Cada uno de los duendes va a tener su palabra, si dicho, su hecho... porque sus imágenes nos han inspirado en nuestra lectura.
Qué podrá decirnos el duende negro? Si todos juntos pensamos todos podremos oír aquello que nos está diciendo: Urla, urla, urla, saludo haciendo burla... mor, mor, mor, el negro es mi color...

6. Creaciones "ideográficas"

Cuando el dominio de la interpretación se hace ya una realidad, cuando los niños pueden decir y quieren decir, podemos pasar a un nivel de expresión más complejo, aquel en el que se combina el uso de la palabra y de la imagen, en que adquieren significado las letras.

Se trata de un segundo nivel de lectura-escritura en el que nos proponemos otros objetivos más abstractos. Vamos a plantearnos la creación de textos en los que las palabras y las imágenes se alternen en un conjunto completo de contenido total. Para estas prácticas no hay cosa mejor que recurrir a la ejercitación de nuestro lenguaje oral y descubrir qué podemos hacer con él. Hacemos una llamada a nuestro recuerdo para ejercitar nuestra fluidez verbal.

La tradición oral nos brinda muchos motivos para la inspiración. De entre todos ellos vamos a escoger los que se centran en el conocimiento, la reproducción y la creación de los trabalenguas. Los trabalenguas son juegos de lenguaje, con los que se trata de estimular la capacidad fonoarticulatoria del niño. Se juega con el lenguaje al tiempo que se perfecciona la pronunciación. Se hace un recorrido por las letras del alfabeto y se eligen las que mejor puedan ayudarnos en la preparación de trabalenguas.

Hemos decidido pensar todos juntos porque es lo que se ha aconsejado siempre para la Escuela de los pequeños... procedemos según un plan establecido, si conocemos los pasos que tenemos que dar nos sentimos más seguros.

En primer lugar creemos que es bueno seleccionar una letra para hacer nuestro trabalenguas... hemos trabajado con todas por ello el ejemplo que vamos a trabajar aquí lo traemos preparado. Os sugiero la letra t, como principal protagonista de nuestro trabalenguas.

En el idioma castellano hay muchas palabras que empiezan por t y también muchas palabras que tienen la letra t entre las componentes. Tenemos que elegir una serie de palabras que empiecen por t, porque hemos estado recordando nuestro vocabulario al respecto y se nos han ocurrido muchas: tomo, tapa, tiene, tose, tripa, trago, trompa, tomate, tostada, tarta, te... la fluidez oral ante este tipo de propuestas tiene mucho que ver con las veces que se le han propuesto al niño este tipo de actividades. Al principio la conducta del niño es vacilante, poco a poco se va asegurando y la producción es más completa y más rápida.

Hemos ido recogiendo la selección de palabras que nos han dicho los niños y vemos que muchas de ellas tienen que ver con los alimentos que consumen... las palabras que proceden del ámbito doméstico, del mundo de la casa y de la escuela de los niños suelen dar muy buen juego.

El maestro lee una y otra vez las palabras seleccionadas y hace al fin su propuesta: haremos un trabalenguas con alimentos. Lo que se crea es tomo tarta, tomo té, tomo tomate, tostada también... Se lee una sola vez y se llega a la conclusión que ha de ser escrito, solo lo escrito permanece, solo lo escrito es seguro, después podrá ser leído por todos.

Los catálogos de los supermercados nos ofrecen un material económico, fácil de conseguir y con una gran oferta de posibilidades para el manejo de las imágenes que aparecen en ellos. Confeccionamos nuestro poema pictográfico, ideográfico y después estamos preparadas todos para leerlo. Palabra e imagen se convierten en los signos que los niños tienen que interpretar para poder descubrir el contenido del poema, creado de manera oral y pasado al papel para que no se olvide, para que permanezca tal y como fue creado.

Hemos recorrido un camino, en la etapa de los mensajes el niño solo dibujaba, el mensaje se hallaba contenido en las figuras que representaba con sus trazos... ahora es capaz de componer utilizando palabras escritas y dibujos recortados... la composición final puede dar lugar a una bella obra que irá sentando las bases de los aprendizajes significativos que se inscriben dentro de los enfoques constructivistas: la experiencia pasada se une con los nuevos conocimientos y todo adquiere sentido.

Con este tipo de actividades los niños descubren que hay varias maneras de comunicarse, que hay varias maneras de producir textos escritos que las posibilidades para la acción son tantas como ideas tenga la persona. El trabalenguas es fácil. La receta no ofrece demasiadas dificultades... son momentos que se van superando poco a poco.

7. La creación artística

En los comienzos de la historia de la humanidad las personas no conocían la escritura. Los primeros pueblos que nos han dejado documentos escritos han utilizado símbolos y signos para dejar recogidos en sus piedras en sus monumentos, en su documentos, los relatos de los hechos más importantes en los que han participado, con la escritura ideográfica nosotros estamos haciendo recuperar a nuestros niños las formas de expresión de los hombres históricos.

Los poemas ideográficos se convierten a partir de este momento en una necesidad para dar cauce a la libre expresión del niño. La dificultad se centra, a veces, en encontrar temas para su creación, lo cotidiano puede convertirse en rutinario y nada más tedioso que lo repetido una y otra vez. Poner la mirada en los libros, buscar la inspiración en las obras literarias propias para la infancia, es siempre un buen recurso para la búsqueda de inspiración. Los libros nos brindan temas variados, originales en muchos casos y siempre bajo formatos atractivos que pueden ser muy válidos para la estimulación de la creatividad.

El niño escucha la lectura de libros y cada vez se da más cuenta que aquello que el maestro le lee es lo mismo que aparece en las imágenes y lo que se descubre en los signos de la escritura que él no comprende todavía. La propuesta del adulto se debe de centrar entonces en la preparación de textos que participen de la condición de aquello que ve en el libro, uniendo imágenes y palabras y podemos llegar a dar forma escrita a nuestro pensamiento, aplicando lo que leemos en los libros llegaremos a sentirnos creadores de algo nuevo, de algo bello porque es fruto de nuestro esfuerzo, con estas consideraciones nos introducimos en el concepto filosófico de la bondad-belleza platónica, tan adecuado para ser trabajado con los niños pequeños.

Hemos leído varias veces Ratona y Elefante, es un libro llamativo y nos permite contraponer dos mundos, el de los pequeños y el de los grandes... el de los que piden y el de los que saben dar... el de los que exigen y el de los que complacen... el de los que saben estar solos y el de los que buscan compañía; seguro que después de la lectura del libro han quedado claras algunas cosas... ¿quién es la que siempre pide?


¿qué quiere Ratona? ¿quién es el que siempre da? ¿qué teme Ratona?... ¿dónde se va elefante? ¿por qué vuelve Elefante? ¡cuántas cosas quiere Ratona! ¡qué bueno es Elefante que siempre se las da!

Con estas preguntas podemos hacer nuestro poema pictográfico... Ahora solo tenemos que decidir las palabras que vamos a utilizar cómo las vamos a unir y cómo vamos a descubrir el ritmo y la rima para dar forma a lo que de verdad puede convertirse en un auténtico poema pictográfico.

La lectura ideográfica va dejando paso, poco a poco, a la lectura de las palabras, las imágenes van a ser sustituidas, poco a poco, por las palabras, las palabras se van a ir convirtiendo, poco a poco, en el alimento para el espíritu; de los signos gráficos que son las letras va ir surgiendo un mundo narrativo en el que cabe todo producto de fantasía, la lectura de las palabras se va a hacer necesaria, pero esta lectura será ya una lectura atractiva, porque con aquella primera, con la lectura ideográfica hemos estado estimulando los procesos madurativos de los niños y facilitando la motivación de la que puede hacer uso el maestro para hacer del aprendizaje de la lectura un aprendizaje que fomente los posteriores intereses y gustos por la lectura.

Pero quizás la escritura ideográfica que nos lleva al dominio de la expresión utilizando esta forma de comunicación escrita es aquella en la que todos podemos participar. Es la que uniendo una frase con otra nos brinda la oportunidad de redactar un poema en homenaje ¡a nuestros abuelos! por ejemplo.

Decir cosas bonitas a las personas que queremos es muy fácil, elaborar con ellas una estructura rítmica es posible, leerlo todo después con emoción y sentimiento se convierte en un homenaje que les hacemos.

Después de mucho pensar nos sale la siguiente rima:

Después de compuesta lo tenemos que leer entre todos. Hay que leer todo lo que aparece en la lámina que hemos preparado. Comenzamos la lectura y enseguida nos damos cuenta de que en la lectura hay algo que no hemos leído: el punto y la coma (figura 11). La propuesta es leer de nuevo, al encontrar el punto daremos una palmada, al encontrar la coma haremos un chasquido con los dedos.

Después de leído el poema nos damos cuenta que hemos llegado a leer interpretando palabras escritas, nombrando dibujos, reproduciendo signos. Todo lo más que podíamos hacer empleando lo que se llaman recursos didácticos al hacer nuestra lectura ideográfica.

Conclusión

Las propuestas de lectura que se pueden hacer a un niño son innumerables y todas ellas se deben de presentar de la manera más variada posible. Al fin con su práctica lo que todos queremos es despertar en los niños el interés y el gusto por la lectura.

La lectura nos es una actividad natural a la persona, el niño no lee guiado por sus instintos el niño lee siguiendo los modelos que le ofrecen las personas que a su alrededor le hacen propuestas interesantes. La conquista lectora sigue un proceso, se inicia en las edades tempranas, tan tempranas como cada uno quiera y se consuma... nunca, es un proceso que nunca acaba.

Ante un proyecto de tan larga duración se impone la necesidad de hacerlo atractivo, variado, lúdico las propuestas de creación de escritura ideográfica se pueden simultanear con cualquier propuesta lectora.

BIBLIOGRAFÍA

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