NUESTRO MODELO DE CENTRO
CAPITULO 7
DE LAS VIAS NO FORMALES DE LA EDUCACIÓN DE
LA PRIMERA INFANCIA
La educación de la primera infancia no solamente
se realiza mediante el centro de educación de la primera infancia, que caracteriza
a la vía institucional, sino que también se lleva a cabo mediante la educación
no formal, no escolarizada o no convencional. Desde el enfoque más actual,
ambas vías se consideran como modalidades de una misma educación, que responden
a particularidades propias en dependencia de las necesidades, los fines y propósitos,
y las condiciones en que las mismas han de desarrollarse, determinados por las
demandas de la sociedad.
Pero esta consideración no siempre ha sido así,
y en un principio la educación no formal surge como una forma simple y de
bajo costo de proporcionar algún tipo de escolarización a los niños que
no tenían posibilidades de asistir al centro de educación de la primera infancia
, bien por falta de recursos de los padres, bien por ausencia de los servicios
sociales o poca capacidad de los centros, bien por la dejadez oficial hacia
la atención y el cuidado de los niños en estas edades tempranas.
Tanto es así, que las primeras definiciones
que se dan de la educación no formal por las instituciones oficiales
o no gubernamentales como es el caso de UNICEF, entre otras, señalan de manera
unívoca que la educación no escolarizada es “cualquier actividad educativa,
organizada y sistemática, que se lleva a cabo fuera de la estructura del sistema
formal, a fin de proporcionar tipos selectos de aprendizaje a subgrupos específicos
de la población, a niños o adultos por igual”.
En esta definición quedan destacados algunos
preceptos que subvaloran a la educación no convencional, la cual en sus inicios
no fue considerada como una educación semejante o equivalente a la vía institucional.
Así, el plantear que es cualquier actividad educativa está indicando la posibilidad de que cualquier cosa
que se realice puede ser considerada como educación no formal, la presencia
del adjetivo “cualquier” a este tipo de actividad así lo parece
indicar.
Por otra parte, al señalar tipos selectos
de aprendizaje se implica que no se ha de impartir todo el contenido que corresponda, sino aquellos que se pueden considerar resuelvan
determinados objetivos. Esto decididamente restringe la posible acción educativa
de la vía no escolarizada.
Finalmente, al establecer que la misma esta
dirigida a subgrupos específicos de la población, se está asumiendo
que este tipo de educación no es para todos los niños, sino para aquellos que
por determinadas razones requieren esta forma de aprendizaje, es decir, niños
marginales, indígenas, de grupos culturales minoritarios, campesinos, etc.
Por todas estas razones y enfoques que caracterizaron
a la vía no formal desde sus inicios, es por lo cual durante mucho tiempo este
tipo de actividad formativa fue considerada como una educación de segundo
orden, y concitó mucho rechazo de aquellos que se oponían a que se formaran
individuos de menor nivel de los que la vía institucional podía formar. Esto
trajo como consecuencia un reforzamiento de que el verdadero desarrollo solo
podía ser alcanzado mediante una institución escolar y, en muchos sistemas educativos
se planteó esta vía como la única a considerar.
Ello nos lleva a replantear el concepto de la
educación no formal y a destacar aquello que la caracteriza:
La educación no formal, no escolarizada, no
convencional, o alternativa, es aquella que se caracteriza por la inexistencia
de una institución como se concibe en el enfoque institucional, y donde el sistema
de influencias educativas se comparte entre diversos agentes educativos, incluyendo
a la familia y la comunidad, y en el que el papel del educador profesional disminuye
su papel protagónico y se convierte en un promotor y facilitador del trabajo
educativo.
Ampliando en este concepto, se señala que la
modalidad no formal abarca los procesos educativos y formas de autoaprendizaje
que se realizan fuera de los centros educativos, con programas desarrollados
con metodologías en los que participan la familia y la comunidad, dentro de
una filosofía de concertación interinstitucional de los sectores públicos y
privados, y donde la dimensión de las acciones educativas no están dirigidas
solo a los niños, sino a todos aquellos elementos que configuran su contexto.
La flexibilidad de estas modalidades permite
adecuar sus servicios a las características, requerimientos, intereses y prioridades
de los niños, condiciones geográficas, socioculturales y económicas del medio,
así como de los recursos con que cuenta.
Así, la educación de la primera infancia por
vía no formal va mas allá de los enfoques tradicionales estrictamente pedagógicos
y psicológicos para enfrentarla como un proceso social en el cual los miembros
de la comunidad se organizan e integran para hacer frente a los problemas de
los niños y de su entorno social.
Desde esta proyección la educación no escolarizada
supera en mucho a la acción que puede realizar la vía institucional, generalmente
constreñida por su propia esencia al medio escolar y que, aunque involucra también
a la familia y la comunidad como agentes educativos, esto siempre está delimitado
por su propia estructura y la esencia de su gestión educativa y social.
7.1.-Modelos organizativos de la educación
no formal.
Como consecuencia de la propia esencia de los
programas no formales, que se adecuan a las muy distintas condiciones sociales,
económicas, étnicas, etc., de los países y sistemas educativos, lleva a plantearse que no existe un modelo único organizativo de educación no formal, sino
muchos modelos, que se asumen en las propias condiciones donde se aplican, debido
a sus particulares necesidades. Así nos encontramos con:
1. Modelos centrados en el
hogar
2. Modelos centrados en los
padres u otros adultos
- Modelos centrados en un programa de atención social
- Modelos de atención y cuidado familiar
- Modelos de atención grupal
- Modelos basados en la educación informal
Es posible la existencia de otros modelos que
combinen particularidades de los expuestos, pero en términos generales, están
son las variantes o alternativas más usuales, y que suelen con frecuencia caracterizar
lo que se hace en un país, aunque en ocasiones pueden existir varias formas
organizativas en un mismo territorio, pues ello depende de las condiciones particulares
de cada comunidad.
Estas necesidades comunitarias han hecho surgir
también una variante que trata de combinar ambas alternativas de la educación
de la primera infancia, la institucional y la no institucional, a la cual le
han dado el nombre de modelo semiformal o semiescolarizado de educación de
la primera infancia.
Dentro de este enfoque se han concebido variantes
para casos particulares, como lo es la preparación para la escuela primaria
de los niños de 5 a 6 años de zonas de difícil acceso, con muy limitada población
infantil de estas edades, que acuden a la escuela primaria de la zona varias
veces por semana y son atendidos por un maestro de educación básica, generalmente
el del primer grado, u otro ejecutor, quien igualmente realiza actividades con
ellos.
Este modelo preparatorio para el aprendizaje
escolar en ocasiones cuenta con un programa educativo propio para este tipo
de enseñanza, y en otras utiliza contenidos seleccionados del programa institucional
oficial.
Una nueva variante de este modelo es el que,
en lugar de los niños asisten los padres a entrenarse en las actividades con
este maestro, para que luego hagan estas actividades con sus hijos en el hogar.
7.2.-Aspectos positivos y negativos de los
programas no escolarizados.
Un aspecto muy importante de este tipo de programas
es que mediante ellos es posible aumentar considerablemente la cobertura de
atención y educación de los niños de estas edades, lo cual resulta a veces muy
difícil de conseguir mediante la vía institucional, indudablemente mucho mas
costosa y compleja.
Otro aspecto positivo es el considerable efecto
que tienen en la promoción educativa de la familia, que incrementa su potencial
educativo por la acción directa que se realiza con ella.
La participación de la comunidad, la incorporación
de la mujer a la vida laboral y el involucramiento social constituyen a su vez
aspectos positivos de la realización de estos programas educativos no convencionales.
Los programas educativos no formales generan
mejores condiciones de salud, alimentación, práctica de hábitos y prevención
de problemas sociales en los niños, la familia y la comunidad, que muestran
mayores niveles de respuesta social derivados de la participación e dichos programas.
Los resultados de estos programas son a veces
de carácter inmediato, pues se ha comprobado que generan un mayor porcentaje
de ingreso a la escuela de los niños y una probable permanencia, con menores
indicios de fracaso escolar.
Al ser marcadamente flexibles los programas
educativos no formales permiten su aplicación en las más disímiles condiciones
geográficas, tales como zonas comunales, hospitales y centros de salud, centros
de trabajo, servicios sociales de desarrollo humano, comedores populares, zonas
agrícolas de cosecha, cooperativas agrícolas e industriales, entre otros.
Por la adaptación curricular de sus programas
a las condiciones propias de las comunidades, los programas educativos no convencionales
asumen un marcado carácter multicultural, lo cual coopera positivamente con
la aceptación social de los grupos minoritarios, los niños marginales y de zonas
campesinas, entre otros factores sociales.
No obstante, a los programas educativos no formales
se les señalan con frecuencia determinadas deficiencias y aspectos negativos,
de las cuales una de las más difundidas es la clásica cuestión de si este modelo
alternativo realmente alcanza los logros previstos del desarrollo de los niños,
y de si puede aspirar a equipararse con los que se alcanzan en la vía institucional.
Esto solamente puede definirse mediante la realización de investigaciones que
comprueben:
a) El nivel de desarrollo alcanzado por los
niños a partir de su incorporación al programa, en las esferas intelectual,
motriz, de lenguaje y socio – afectiva.
b) La preparación adquirida por las familias
para realizar acciones estimulatorias del desarrollo de sus hijos y el grado
de adecuación social de las mismas.
c) El impacto social causado por el programa
en la comunidad.
Estos tres factores condicionan el éxito que
puedan tener estos programas, y su comprobación experimental es la vía que puede
dar una respuesta definida a esta cuestión.
La poca atención de las instancias oficiales
constituye otra deficiencia de estos programas educativos, lo que se une a la
poca flexibilidad de la administración pública a adecuar las normas administrativas
y responder a las características diversificadas que demanda este tipo de educación.
La escasa sistematización y evaluación de estas
modalidades es otro problema importante, aún más agudo del que sucede en la
vía institucional, lo que hace que en muchos lugares se desarrollen estos programas
sin que exista una comprobación efectiva de su calidad.
La concepción de que estas modalidades son para
ser utilizadas en poblaciones infantiles en situación de riesgo, como son los
niños indígenas y marginales, limita la posibilidad de su extensión a los niños
de otras localidades que no están en situación actual de riesgo, pero que no
pueden asistir a las instituciones oficiales o privadas.
Es por ello que se hace imprescindible que,
para consolidar los logros y paliar las deficiencias, se diseñen y validen programas
realmente científicos de estas modalidades, que puedan demostrar su efectividad
y su calidad como tales.
|