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Formulario acerca de la conducta social y afectiva del niño
Formulario de información general sobre la familia
Toda esta información debe ser previamente revisada por el maestro para poder preparar la agenda de la primera entrevista individual con los padres. Con relación a las respuestas emitidas por ellos, se pueden anticipar sus preocupaciones y algunos criterios e ideas básicas relativos a la educación de sus hijos. Y por otro lado, ubicar al niño en su contexto socioeconómico y familiar. Lógicamente esta es una aproximación muy general que debe ser completada y profundizada en las entrevistas.
Las entrevistas personales debemos realizarlas, a ser posible, con el padre y la madre a la vez, porque así podremos observar la forma de relación de la pareja y tener una aproximación al conocimiento del estilo de familia a que pertenece el niño. Por ejemplo, si la relación es simétrica entre el padre y la madre o si se evidencia un acatamiento a los criterios de un miembro de la pareja. Si el trato entre ellos es cordial o se advierte cierta agresividad, si existe coincidencia entre la idea que tienen ambos con relación a la personalidad de su hijo, o cada uno lo ve desde una óptica personal, si muestran similar compromiso en la educación de los hijos o la tarea recae sobre un miembro de la pareja, si hay reclamos mutuos o unilaterales en relación a la forma de llevar a cabo la educación de sus hijos, etc. También durante la charla se puede advertir el sistema de creencias y de valores que se manejan en la familia, especialmente si se trata de personas de otras culturas. Esto es muy importante ya que es necesario que los niños encuentren en la escuela un ambiente receptivo y tolerante con relación a sus costumbres y sus hábitos que determinan su manera de ser y de relacionarse con los demás. No debemos olvidar que la escuela debe ayudar a que los niños mantengan, fortalezcan y enriquezcan su relación con la familia, ya que esta constituye la referencia más estable para su desarrollo. Estas entrevistas individuales han de tener lugar por lo menos dos veces al año, independientemente que puedan concertarse otras en función de las necesidades que puedan presentarse. El momento de la entrevista es especialmente oportuno para conversar libremente acerca del niño, sus intereses, sus hábitos, sus “señas particulares”, sus gustos, sus animadversiones, sus rasgos de carácter más marcados, sus dificultades, si las hay, en sus relaciones interpersonales; también es importante que el maestro aporte a los padres la información que tenga desde el conocimiento que tiene del niño a través de las actividades escolares, su comportamiento social y afectivo y de cualquier otro aspecto que sea de interés para los padres. Pero no todo debe quedar librado a la dinámica improvisada del encuentro. Será de mucha utilidad para el docente planificar la entrevista con relación a los aspectos que le interesa tratar y para lo cual necesita la colaboración de ellos. Para que esto sea posible, es necesario tomarse un tiempo para reflexionar sobre lo que cada niño necesita y anotarlo en la agenda de la entrevista. Explicar a los padres los aspectos que presentan problemas en el niño con palabras sencillas y breves y observar la reacción de ellos: si niegan el problema, si se asustan, si lo comprenden y están dispuestos a colaborar conjuntamente con el docente o si creen que no es de su incumbencia y relegan la responsabilidad en la escuela. Ante cualquiera de estas respuestas el maestro debe asumir una actitud de comprensión ante su punto de vista, respetando sus opiniones y creencias y evitar emitir juicios de valor u opiniones que puedan herir la susceptibilidad de los padres. Al contrario, la tarea consiste en tratar de llegar a acuerdos mínimos que permitan irlos ampliando en la medida de lo posible. Conviene señalar los rasgos positivos en la interacción de los padres con sus hijos con el propósito de que fortalezcan sus motivaciones. Otro aspecto importante es anotar, una vez finalizada la entrevista, todos los aspectos que resultaron relevantes mediante un registro que permita conservar las informaciones más importantes. Se puede consignar la siguiente información:
Esto tiene una doble función: tener a mano, para la próxima entrevista, todo el material necesario para retomar la conversación partiendo de los elementos ya tratados, haciendo un breve repaso de la entrevista anterior, de los acuerdos a que se llegó en el encuentro pasado, y poder realizar una propuesta de temas a tratar en la segunda entrevista. Esto da una seguridad a los padres en cuanto a la importancia que le otorga el maestro a la relación con ellos y a su colaboración, y por otro lado, es un material de mucho valor para orientar la observación de los niños en el día a día.
Participación de los padres en las actividades del aula Existen experiencias educativas en Centros de Educación Infantil donde los padres colaboran activamente en el aula. Se puede organizar su participación, según la cantidad de niños que asisten, de tal manera que los padres, ( la madre o el padre, dependiendo de sus posibilidades ) asistan unas horas al aula, a la Sala de Psicomotricidad o a la hora de actividades libres para que participen de diversas maneras en la programación del día. En la reunión general de padres, de lo que hablaremos a continuación, se les puede comentar la importancia que este tipo de actividad tiene para sus hijos y para ellos, porque los pueden ver actuar en el contexto escolar y tienen una oportunidad de conocer el modo de actuar socialmente, fuera de la convivencia familiar, y valorar el trabajo que se realiza con ellos desde la escuela. Remarcar que el tiempo que pasan los niños en la escuela ocupa un porcentaje muy alto con relación al tiempo que están en su casa durante el período escolar. Es muy importante que a través de los padres, los hijos puedan establecer un puente entre su mundo privado y su vida pública. Otro aspecto importante es el que tiene que ver con la valoración que los padres pueden realizar con relación a los beneficios que aporta la educación en estas edades, y modificar el concepto tan extendido de la asistencia al Centro Infantil simplemente para “entretenerse” mientras ellos trabajan. La experiencia de participación puede, y debe comentarse en la reunión de padres con el propósito de darles a conocer los objetivos de la Educación Infantil y la manera de llevarlos a cabo a través de las actividades que se desarrollan y que han podido compartir con sus propios hijos y con los demás niños. Esta es la mejor manera de hacer “pedagogía” con ellos. No olvidemos que muchas veces la inadecuada manera de llevar a cabo la educación de los hijos no se da por mala voluntad sino por falta de información. También es beneficioso que puedan observar el comportamiento de los otros niños y comprobar que lo que a ellos les causa ansiedad con respecto a la conducta de sus propios hijos, no es privativo de ellos, sino que obedece a características propias de su nivel de desarrollo emocional, social y cognitivo. Su participación siempre debe ir acompañada de una información previa sobre lo que se va a realizar en ese día y la manera en que se puede integrar el padre o la madre en las actividades que se realicen. Uno de los objetivos de esta experiencia es que los padres puedan observar la intervención de la maestra en situaciones de conflictos interpersonales entre los niños o entre ellos y la maestra, de tal modo que les sirva de ejemplo y aprendizaje, porque muchas veces se sienten desorientados a la hora de actuar en circunstancias difíciles que suelen darse en el contexto de la vida familiar y social. Otra manera de cooperar con la educación de sus hijos desde la escuela, es la participación en charlas sobre algunos temas de interés general vinculados a sus profesiones. Nada puede ser más estimulante para el niño, que asista una madre o un padre para explicar aspectos interesantes del ejercicio de su oficio o profesión. A través de esta experiencia pueden valorar la importancia que tienen todos los trabajos que los hombres y mujeres realizamos en bien de la sociedad, y comprender que todos son igualmente necesarios. La maestra puede orientar a los padres en la preparación de su charla y ofrecer los medios materiales que se necesiten y que disponga el colegio para llevarla a cabo. Esto redunda en beneficio del aprendizaje no sólo cognoscitivo de los niños, sino, y sobre todo, en una experiencia de tipo emocional: los niños se sentirán orgullosos de sus padres al tiempo que podrán establecer el vínculo del que hablábamos antes, entre su familia y la escuela, entre su mundo privado y el afuera. Se puede pedir a los padres que después de haber participando en esta experiencia manifiesten sus impresiones por escrito y lo entreguen a la maestra. Por ejemplo, comentarios sobre lo que más les ha gustado, lo que han descubierto y desconocían hasta entonces, qué aspectos de la relación entre la maestra y los niños les ha llamado más la atención, qué pudieron descubrir de sus propios hijos, etc. Y también, por supuesto, los aspectos negativos que hayan podido advertir en el desarrollo de las actividades. Este material puede ser comentado en la reunión de padres para enriquecer la comunicación entre ellos y aportar nuevas ideas para poner en práctica en el trabajo del aula.
Reunión del educador, el niño y sus padres Este tipo de encuentros donde los niños están presentes no son frecuentes en la escuela. Sin embargo tienen muchos beneficios para todos. El niño está acostumbrado a vivir su exclusión en las reuniones que mantienen sus padres con los maestros sin aparente disconformidad, porque incorporan automáticamente las normas que rigen la organización escolar. Pero si preguntásemos a los niños si les gustaría estar en alguna de esas reuniones, seguro que la respuesta en la gran mayoría de los casos sería afirmativa. El mismo día en que se realiza la entrevista con los padres, y una vez tratados los temas de la agenda, se puede invitar al niño a sumarse a la reunión para contarle lo que se ha conversado. Por supuesto, deben utilizarse términos adaptados a su edad, procurando que comente, si lo desea, acerca de las cosas le gustan de la escuela, cuáles no, lo que más le divierte, lo que le enfada en ocasiones, etc. La educadora puede mencionar los aspectos positivos del niño, su modo de relacionarse con los amigos y sus cualidades más sobresalientes. También puede mostrar a los padres algunos de los trabajos del niño que la educadora ha valorado positivamente previamente en la clase. Esto significa para el niño una muestra de respeto y consideración que opera, de manera subterránea, en la valoración sobre su persona. Estas experiencias, junto a otras orientadas a que el niño tenga una imagen positiva de sí mismo, desarrollan un sentimiento de valía personal y de autoestima, altamente beneficioso para la conformación de la personalidad del niño y su forma de establecer relaciones interpersonales.
Los padres que por cualquier motivo no puedan asistir a estas actividades, no tienen porqué dejar de participar cooperativamente con la escuela y concretamente en las tareas de aula. Por ejemplo, a la hora de llegada, algunos padres pueden ayudar a los niños a quitarse el abrigo y acompañarlos para que lo cuelguen en su perchero. De igual modo pueden colaborar a la hora de salida, ayudando a los pequeños cuando se colocan el abrigo o preparan su mochila, controlando junto con el niño para que no olvide nada importante. Otra forma de colaborar activamente es participar en actividades, programadas por el Centro o por el educador de aula, destinadas a dar a conocer la cultura de diferentes comunidades del país y de otros países, teniendo en cuenta que la población escolar inmigrante es cada día mayor. En este sentido, se pueden organizar Fiestas Regionales e Interculturales donde los padres aporten información sobre sus lugares de origen, relativa a sus costumbres tradicionales, vestidos, canciones, danzas, platos de comida típica y, sobre todo, ofrecer algún dulce que pueda ser repartido a los niños de la clase. Los padres y abuelos pueden participar en actividades organizadas por el educador en las que den a conocer a los niños qué tipo de juegos realizaban cuando eran pequeños, qué canciones e historias les contaban sus padres durante su infancia, etc. En la reunión conjunta de padres, el educador puede plantear este tipo de actividades y decidir sobre su participación voluntaria en las mismas. Para facilitar las cosas, se puede repartir a los niños una guía como la siguiente para que la compartan con sus padres y/o abuelos: JUGUETES ¿Qué
tipo de juguetes tenías en tu infancia? JUEGOS ¿Recuerdas
algún juego que los adultos jugaban con los niños? HISTORIAS ¿Te
contaban tus padres cuentos e historias? CANCIONES ¿Qué
canciones te cantaban tus padres y maestros cuando eras pequeño? Este tipo de experiencias son altamente beneficiosas para los niños porque les ayuda a acuñar un sentido del presente, del pasado y del futuro, y un sentimiento de pertenencia a su grupo familiar y a la sociedad.
Talleres de formación para padres Lo que piensan los padres sobre sus hijos, sus “teorías ingenuas” sobre el desarrollo infantil o sus ideas sobre cómo un niño debe crecer, modelan su comportamiento hacia ellos, afectando la manera en que actúan, se relacionan, y los atienden. Obtener un conocimiento general en torno a las concepciones que tienen los padres sobre el niño, los conceptos acerca de sus potencialidades y cómo asumen su rol en la formación de los pequeños, es un conocimiento esencial para saber con qué “espacio emocional y conceptual” se cuenta cuando nos proponemos establecer una comunicación positiva con los padres. El tipo de formación y de información que tienen los padres no es homogéneo, lo cual tiene la ventaja de contar, independientemente de los conocimientos del maestro o de un psicólogo, con las aportaciones y puntos de vista diferentes y las experiencias diversas que sirven de referencia válida para todo el grupo. Sería interesante ofrecer a los padres la oportunidad de expresar sus intereses con relación a los temas que les gustaría que se tratasen en los talleres. Para ello se puede elaborar una comunicación escrita donde figuren diversas propuestas que pueden seleccionar, o agregar otras que les resulten interesantes. Ofrecemos un ejemplo: Temas que pueden ser tratados en los Talleres para padres
Estos y otros temas que los maestros consideren necesarios pueden plantearse como propuestas para los Talleres, incluyendo las iniciativas que los padres puedan aportar. El criterio que debe orientar la elección de los temas a tratar es complementar, y en algunos casos aclarar, la información o las ideas que los padres manejan con relación al desarrollo infantil, de tal manera que se pueda coordinar un trabajo conjunto entre la familia y la escuela. Muchas veces los educadores nos frustramos al constatar que lo que tanto nos esforzamos por lograr desde el aula no tiene continuidad en el ámbito familiar, por falta de información de los padres o porque su sistema de creencias y de valores no es el mismo que manejamos nosotros. Este es el sentido que tiene para el maestro este tipo de intercambio: ofrecer una formación básica a los padres que les permita conocer mejor a su hijo, y conocer la realidad que vive el niño en su ámbito familiar.
La etapa de transición: el educador y la familia en colaboración Este es un tema que requiere una atención especial por parte del Centro y del maestro de aula. El niño que ingresa en una institución infantil entra en contacto, por primera vez, quizá, con un grupo ajeno a su medio familiar. La absoluta dependencia durante sus primeros años y su marcado egocentrismo ponen a prueba al niño en esta difícil experiencia. Al no tener las destrezas requeridas para interactuar de forma competente en grupos sociales, con frecuencia se encuentra con dificultades: no sigue las normas, entra fácilmente en peleas, se deja llevar por el más fuerte, reacciona desproporcionadamente ante un llamado de atención, se dedica a quitar los juguetes a sus compañeros o no se despega de la maestra aislándose del grupo, en fin, un conjunto de conductas propias de su inexperiencia, de su temor a lo desconocido, de su necesidad de refugiarse en lo que ya conoce y de su tensión y ansiedad casi constante. La primera escolarización requiere un tratamiento especial por parte de la organización del Centro y de la maestra de aula para contener al niño y crear las condiciones necesarias para que se pueda ir adaptando poco a poco a esta nueva realidad. Aquí nuevamente debemos insistir en la importancia que tiene la colaboración de los padres, ya que de ellos depende en gran medida que los niños puedan ir separándose de manera paulatina sin que tengan la sensación de estar siendo abandonados. Lo primero que debemos tener en cuenta es que el ambiente físico y el emocional facilite una atmósfera adaptativa. La colaboración de los padres debe ir precedida de una reunión general con ellos, previa al primer día de actividad académica. En esta reunión el educador debe destacar la importancia que reviste el tema de la separación de los niños de sus padres y el desconcierto que les produce la incorporación a un ambiente físico y humano desconocido. Incluso aconsejarles que lleven a los niños de visita al Centro mientras este permanece abierto pero sin actividad: mostrarles el aula donde van a estar, los juguetes, los muebles, las zonas de juego libre, el patio, los servicios, el comedor, etc., mientras le explica de modo simplificado la rutina escolar y atiende a sus preguntas. Esto permite tener conversaciones en la casa, y que el niño pueda establecer una relación entre la familia, como elemento confiable y seguro, y la escuela, que representa lo “por conocer”, lo incierto, lo nuevo y ansiógeno. Un aspecto muy importante es el impacto que produce en los padres, y muy especialmente en las madres, la separación de sus hijos, sobre todo cuando es su primera experiencia. En este sentido, también los padres necesitan una orientación que les permita tomar conciencia de que la posibilidad de una buena adaptación de sus hijos a esta nueva situación depende en gran medida de la actitud que ellos asuman ante este hecho. El niño ha estado viviendo en una relación dual con poca apertura hacia el mundo, hacia el afuera, lo que determina un tipo de vínculo muy singular de dependencia mutua. Cuando hablamos del apego, como una característica de desarrollo del niño en edades muy tempranas, no podemos olvidar que ese sentimiento se da también en la madre, quien ha estado dedicada la mayor parte de su tiempo a la atención y cuidado del niño. Lo más frecuente es que sienta que nadie puede encargarse de su hijo de la manera en que ella lo hace, cosa que es cierta, por otra parte. Pero precisamente se trata de comprender y asumir que, así como el niño tiene que empezar a descubrir que él no es “todo” para su madre, sino que su lugar es relativo, porque la madre ama al padre y a sus hermanos, a su trabajo, a sus amigos, etc., también la madre debe asumir la separación de su hijo como la única posibilidad de que inicie el camino hacia la autonomía, a través de un proceso de construcción de otras relaciones que le permitan irse asumiendo como persona independiente, con un mundo propio. La conciencia que la madre posee sobre este aspecto de la relación con sus hijos no sólo depende de un conocimiento objetivo respecto al tema, siempre están presentes elementos inconscientes que operan en la forma de sentir y de actuar, que el niño recibe y registra en su propio inconsciente. Por ejemplo, una madre puede manifestar verbalmente su intención de que el niño se independice de ella, hablando con el niño y expresándole mediante la palabra un deseo que resulta contradictorio con la actitud que asume en su relación subjetiva con su hijo. Con seguridad, lo que el niño recibe e interioriza no son sus palabras, sino la fuerza de ese deseo que emerge en cada gesto, en su angustia contenida, en sus miedos inconscientes, en su mirada, en fin, en todo lo que se expresa a través del lenguaje no verbal. El desarrollo se construye con base a pérdidas parciales, y va a ser posible en la medida que el niño pueda ir sustituyendo esas pérdidas por otros elementos afectivos y del campo de la cultura. El desarrollo es, en última instancia, un proceso de sustituciones, de desplazamientos, y de identificaciones progresivas. Si esto no se entiende así, se corre el riesgo que el niño quede atrapado por esa relación paterna y no desee crecer, porque el crecimiento representa en el inconsciente del niño, la pérdida de ese objeto de amor que lo ha colmado en los primeros años de su vida. Como educadores, debemos tener esto muy en cuenta, para tener una aproximación al tema de la adaptación escolar desde una perspectiva global que facilite el proceso de elaboración del niño. La formación emocional de los padres juega un papel sumamente importante, como hemos comentado anteriormente, y este es un tema que constituye uno de los pilares fundamentales de dicha formación. Una mala elaboración por parte de los padres de este aspecto de la relación paterna, puede conducir a problemas de personalidad muy importantes en la vida futura de niño, que se van a expresar durante toda la vida, adoptando diferentes síntomas en el campo de las relaciones interpersonales. No se trata de plantearnos la educación emocional de los padres como una responsabilidad que nos compete especialmente, pero debemos tomar conciencia de la importancia de realizar encuentros con ellos que permitan desvelar estos aspectos del desarrollo infantil y poder contar con su colaboración en la tarea que desarrollamos con nuestros pequeños.
Una forma de organización posible Lo más conveniente es que el ingreso de los niños se realice de manera escalonada para permitir que los padres o personas muy allegadas al niño puedan asistir y acompañarlo por un tiempo limitado, de tal manera que no estén desde el primer día la jornada completa. Pueden ingresar en grupos reducidos, de 6 u 8 niños con una permanencia limitada que puede ir prolongándose según la situación afectiva de cada niño. En una reunión previa con los padres se les indicará qué tipo de colaboración pueden realizar en el aula, como poner los cartelitos que indican los nombres de los muebles y del espacio físico, etiquetar los percheros de los niños, compartir un rato de juego con ellos, ayudar a recoger los materiales, vigilar el patio en la hora de recreo, etc. También es importante incluir a los padres en la asamblea inicial cuando la maestra presenta a las madres y padres presentes y a los niños, y les comenta qué tipo de actividades pueden realizar en el aula. También en la asamblea de despedida, para que los padres y los niños puedan expresar las impresiones y emociones que han vivido en ese día. La primera actividad con los niños es la bienvenida. Es un momento muy importante para ellos, porque de la manera en que se sienta recibido por el maestro, dependerá su percepción inicial y el sentimiento que prevalecerá en su estado de ánimo. No se debe tener la exigencia de empatizar inmediatamente con el niño, o de establecer una relación afectiva intensa, o mostrar una simpatía excesiva apresurándolo a establecer un vínculo cercano. Lo mejor es preguntarle el nombre y permitirle que recorra el espacio, que lo explore, proporcionándole alguna referencia conocida que le permita sentirse confiado. En el momento de la asamblea, desde el primer día, la maestra podrá colocar prendido en la ropa el nombre de cada uno de los niños y el suyo propio, para que al final de la jornada puedan quitárselos y colocarlos nuevamente en un corcho donde están las fotos de cada niño. Es el momento idóneo para que la maestra se presente de una manera especial. Puede tener preparado un bonito libro con información que permita darse a conocer en su aspecto personal. No olvidemos la importancia que tiene establecer una comunicación con los niños y con la familia, en una dimensión humana. En el libro, en la primera página, puede figurar su foto grande con su nombre y apellido, el lugar de nacimiento y fecha de cumpleaños. En las restantes, otra foto familiar con los nombres da cada miembro de la familia, otra página con dibujos o fotos que muestren sus aficiones, gustos, la comida que más le gusta, y si es posible, unas fotos de cuando tenía la edad de los niños. También se pueden incluir fotos de momentos vividos con los niños del curso anterior que muestren el aspecto placentero y gozoso de la vida en la escuela. La última página puede contener una poesía o un párrafo que exprese por qué disfruta con la tarea que está realizando. Este libro puede estar plastificado para que sea manipulado por los pequeños y puedan llevárselos un día cada uno a su casa para compartirlo con la familia. Una actividad muy positiva para los primeros días de escolaridad, aunque se puede realizar en cualquier momento que nos parezca oportuno, consiste en que cada niño lleva a clase un objeto, que por lo general suelen llevarlo espontáneamente, (el objeto transicional del que nos habla Winnicott) y pedir en el momento de la Asamblea que se lo muestren al resto de sus compañeros y les hablen de él: Quién se lo regaló, cuándo, cómo se llama, si duerme con él, si le da de comer, qué le gusta, qué le disgusta, por qué lo quiere, si su hermano tiene otro, etc. Las actividades generales de la jornada, deben cumplir la función de ir logrando que el niño empiece a sentir ese lugar como propio, como algo que le pertenece porque está participando con sus ideas y decisiones que deberán ser tomadas en acuerdo grupal cuando sea posible hacerlo. Por ejemplo, consultar dónde se pueden colocar ciertos materiales, o de qué color escribimos los nombres de cada uno en los cartelitos, o qué espacio del aula destinamos para tal o cual actividad, etc. Aprovechar los momentos en que se presentan conflictos de intereses para ir construyendo entre todos las normas de convivencia, que pueden ser escritas o dibujadas para ser colocadas en el espacio destinado para la asamblea. Los primeros días los juguetes deben estar muy a la vista para que sirvan de estímulo para el juego, la exploración y el disfrute. Es importante preparar una mascota, un duende, o alguna figura atractiva que sirva para proporcionar una identidad al grupo, introducir las rutinas, las actividades y en especial la hora de la narración de cuentos. Las actividades grupales son muy importantes especialmente en estos primeros días de adaptación, porque les genera un sentimiento de pertenencia que les da identidad, confianza y seguridad. Por ejemplo, juegos de imitaciones, de espejo, de la bolsa sorpresa, canciones, bailes y juegos motrices que favorezcan la comunicación y el contacto corporal. La presencia en el aula de niños de otras nacionalidades que no pueden expresarse ni entender el castellano debe ser atendida con especial dedicación. Lo más importante en estos casos es crear un clima de acogida donde se puedan sentir cómodos y aceptados a pesar de sus limitaciones, ya que en estos casos se trata de un tema de doble desarraigo. Por un lado, el de su cultura, lo que implica distintas normas, valores, costumbres, alimentación, etc., y por otro, el desarraigo de su lengua, que significa de algún modo un desarraigo materno. Por eso es tan importante comenzar con buen pie, estimulando su participación a través de fotos familiares que representen su universo cultural y afectivo y que puedan compartirlo mostrándolo a sus compañeros de clase. La intervención de la maestra en estas situaciones es fundamental, ayudando al niño a expresarse del modo que pueda, con mímica, gestos, etc. Y completando oralmente sus intervenciones, de tal modo que el niño perciba que ha podido comunicarse. En conclusión, hacer del período de adaptación una experiencia significativa para el niño, lo que no significa evitar sus conflictos y dificultades, - cosa que por otro lado sería imposible-- sino crear las condiciones para que puedan abordarlos y resolverlos convenientemente, de tal modo que estén en condiciones de seguir afrontando, con la mediación del maestro, los retos a que deberá hacer frente en el curso de su desarrollo. |
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