Capítulo
4 LA ESCUELA INFANTIL, EL CONTEXTO SOCIAL, LA MULTICULTURALIDAD Y LOS NIÑOS
Y NIÑAS INMIGRANTES
4.1
La educación multicultural, enfoques y problemáticas.
El mundo
actual es un mundo multicultural, y todos los seres humanos, dondequiera que
se encuentren viven en un medio en el que conviven variadas culturas. En este
sentido, cada individuo tiene acceso a más de una cultura, lo cual
implica tratar con conocimientos, procesos cognoscitivos y comportamientos
diversos, aunque sólo sea con una parte de tal cultura, y ante la cual
crea su propia y única versión personal, su propiospecto, como
definiera W. Goodenough.
En realidad,
como afirma Pérez de Cuellar, ninguna cultura es una entidad herméticamente
cerrada, y todas las culturas están influenciadas por otras culturas,
y a su vez, ejercen influencia sobre éstas.
El término
"Cultura" ha tenido y tiene muchas acepciones, y es definido desde
muy variados puntos de vista: social, antropológico, educacional, entre
otros muchos. Así, nos encontramos definiciones amplias y restringidas
tales como:
·
Cultura es la formación del hombre, su desarrollo, en lo sensorial,
lo psíquico y lo intelectual.
·
Cultura es la compleja totalidad de soluciones que una comunidad dada hereda,
adopta o inventa para enfrentar los retos de su medio social y natural.
·
Cultura es el conjunto de modos de vida, valores, hechos y procesos individuales
y colectivos que forma una comunidad con fronteras culturales específicas
que marcan su supervivencia y su futuro.
·
Cultura es aquello mediante lo cual se designa la diversidad de formas de
organización social, desde las formas de vida más simples,
hasta los modos de organización más especializados y complejos.
·
Cultura es el resultado de procesos e interacciones sociales específicos,
que van de lo simple a lo complejo en lo económico, político,
religioso, ecológico, alimentario, artístico, psicológico
y filosófico, en un contexto social determinado y que dan sentido,
identidad y pertenencia a una comunidad humana.
·
Cultura es la totalidad de las creencias aprendidas, herramientas y tradiciones
compartidas por un grupo de humanos para dar continuidad, orden y significado
a sus vidas, de experiencias y productos acumulados por un grupo humano.
·
Cultura es el conjunto de normas, valores, ideologías, asunciones,
símbolos, significados, lenguaje y capital cultural, que hace posible
que una estructura funcione como una unidad coherente y no se desintegre.
·
Cultura es un todo estructurado de maneras de actuar, pensar y creer, que
proporciona a un grupo social respuestas a los problemas del entorno, y
asegura su cohesión.
·
Cultura es un conjunto de fenómenos que crean un sentido de identidad
común en un grupo particular, de un lenguaje, una fe religiosa, una
identidad étnica y localización geográfica, de factores
que dan lugar a comprensiones, reglas y prácticas compartidas que
gobiernan el desarrollo de la vida diaria.
·
Cultura es un conjunto relacionado, acumulativo y dinámico de creaciones
ideacionales y materiales que han sido producidas o adaptadas por una comunidad,
en respuesta a un sistema de necesidades de todo tipo, y que al ser seleccionadas
a través de una práctica histórica se constituyen como
patrimonio social significativo para su funcionamiento, por lo cual son
trasmitidas, empleadas y modificadas permanentemente.
En la
decena de definiciones anteriores pertenecientes a diferentes autores (y otras
muchas más que no se incluyen) se destaca la disimilitud de criterios
respecto a lo que constituye una cultura, por lo que en realidad sólo
se puede llegar a una aproximación de lo que constituye el término.
Así,
la cultura es entendida por algunos como valores y costumbres, por otros,
el arte, para muchos es educación, donde a veces el concepto se restringe
solamente a arte o a la educación: el arte referido a la creatividad
literaria o artística, la educación referida a la enseñanza
o la cultura general que se encuentra en la enseñanza.
Independientemente
de ello, y de un análisis de todas ellas, se pueden llegar a planteamientos
fundamentales, que a decir de M.V. Peralta pueden catalogarse en:
a)
Toda cultura es esencialmente una creación
b)
Que la cultura al estar configurada por un conjunto vinculado de factores
es básicamente un sistema
c)
Toda cultura es un fenómeno colectivo de una comunidad humana
d)
La cultura genera respuestas muy diversas
e)
Toda cultura tiene una dimensión espacial: significados pertenecientes
y comunes a todos, y significados más específicos y diferenciados
f)
La cultura es un proceso en permanente creación
Cualquiera
de estos planteamientos podría llevar páginas de tratamiento
explicativo, mas en suma apuntan a un criterio de particular importancia:
la educación en sí misma constituye un proceso de adquisición
y trasmisión de cultura, y a su vez es parte integral de esa cultura.
Por lo tanto, cada cultura posee su tipo particular de educación, que
la caracteriza, la define y la organiza de acuerdo con los preceptos específicos
de tal cultura.
En este
sentido, no se puede hablar de una educación universal y común
a todos los grupos sociales, y cada uno de ellos ha de tener su propia manera
de considerar la educación de sus integrantes. Mas, si el hombre se
enfrenta en el mundo actual a numerosas culturas, esto implica tratar de definir
a la educación multicultural en su sentido más amplio como el
proceso por el cual una persona desarrolla competencias en múltiples
sistemas de esquemas de percepción, pensamiento y acción, es
decir, en múltiples culturas.
Esta definición
conlleva las ventajas, de acuerdo con Gibson, de no equivalenciar educación
con escolaridad ni educación multicultural con programas escolares
formales; de no seguir equiparando una cultura con una lengua o un grupo étnico
correspondiente; la eliminación de las escuelas étnicamente
separadas, la competencia en múltiples culturas, la conciencia de la
multiplicidad cultural que rodea al individuo y a la que está accediendo,
entre otros aspectos.
Sean cierto
o no estos planteamientos, lo verdaderamente real es que la educación
multicultural se presenta en la actualidad como una problemática acuciante,
tanto en lo que respecta a la inserción de las minorías étnicas
como de los inmigrantes en una comunidad cualquiera.
Al decir
que la sociedad actual es multicultural, ello implica que la educación
multicultural no constituye un programa dirigido a los grupos minoritarios,
sino para todos los grupos sociales, y que, por lo tanto, no es un problema
particular sino una problemática general que la educación ha
de plantearse en el momento actual y a la cual ha de suponerse que hay que
darle alguna solución.
La educación
multicultural es una necesidad impuesta a la sociedad por una realidad (la
de que cualquier sociedad actual se está convirtiendo progresivamente
en una babel cultural), y a pesar de ello aún se observa que muchos
grupos sociales y gobiernos no están suficientemente conscientes de
la naturaleza y dimensión del problema, lo cual conlleva que en muchos
lugares las escuelas no hayan sido diseñadas y organizadas para enfrentar
esta realidad.
A su vez,
y esto es una disyuntiva inherente a cada cultura, la adecuada selección
de los significados a transmitir e intercambiar del enorme conjunto de datos
provenientes de cada cultura para interpretar su realidad, es un problema
bien serio, y al cual no se le ha dado la suficiente atención ni solución.
De igual
manera el hecho comprobado de que los inmigrantes y minorías étnicas
tienden a tener una conexión muy fuerte con la cultura de su país
o región (en lo referente al arte, el lenguaje, las convicciones éticas
o religiosas, los valores, etc.), en detrimento de la del país receptor
o localidad que los acoge (en el que solo ven sus ventajas materiales, sus
productos tecnológicos y su prosperidad), crea obstáculos para
una educación multicultural apropiada, a lo que se une muchas veces
la intransigencia, consciente o inconsciente, del país receptor, de
obligar a la asimilación de los que llegan para integrarlos a su cultura
dominante sin tomar en cuenta los distintos modos de pensar, las diferentes
maneras de vivir y ser de aquellos.
Finalmente
el choque de valores entre ambas culturas, que pueden ser a veces a veces
fácilmente superables como puede ser una forma de vestir o de expresar
los estados de ánimo, otros un poco más complejos, como pueden
ser determinadas reglas referentes a la alimentación (no comer un determinado
animal o no trabajar en un día específico), y aún otros,
en ocasiones los mas, que pueden conducir a serios enfrentamientos como puede
ser el fanatismo religioso o rechazo de igualdad de género, constituyen
elementos que afectan la posibilidad de una apropiada educación multicultural.
En resumen,
el menosprecio o desconocimiento del problema, el conflicto entre la necesidad
de respetar una cultura y aceptar y abrirse a la otra, y la existencia de
valores inaceptables de una cultura en relación con la otra, son grandes
problemas entre otros muchos, a los que se enfrenta la educación multicultural.
Esto está
dado porque la educación en un mundo multicultural es una cuestión
muy compleja, que incluso abarca hasta sus propios términos de definición:
educación multicultural, educación intercultural, entre otros.
Para unos el multiculturalismo es la simple convivencia de culturas, donde
cada una existe al lado de la otra, para otros implica la interacción
adecuada de tales culturas sin perder cada una su identidad. El interculturalismo,
que también supone la coexistencia de diversas culturas, para sus seguidores,
implica una acción componente, la participación de dos o más
culturas en un proceso común.
Sea cual
fuere la respuesta correcta, lo cierto es que entre cultura y educación
hay estrechísimos vínculos, en los que la vinculación
entre la enseñanza escolar y lo que se suele llamar cultura, está
dada en que los contenidos, las formas de trabajo y todo el sistema de trabajo
escolar, forman parte de la cultura de la comunidad dada. Pero como la escuela
no puede trasmitir la totalidad de la cultura de la sociedad, tiene que elegir
aquellas cosas que considera significativas, que se asumen como responsabilidad
para ser trasmitidos a las nuevas generaciones. Esto conlleva profundos problemas
sobre que elegir, y que sentido darle a lo que se trasmite, y como correlacionarlo
con las diferentes culturas. La solución no es nada fácil, y
promueve cambios en el propio concepto de la educación, y en el que
se busca que los procesos de enseñanza-aprendizaje se conviertan mas
que en prácticas de información, en prácticas de formación,
adecuando los programas escolares a las necesidades reales de las comunidades.
Para entender
los problemas educativos se hace indispensable examinar el contexto social
donde se desenvuelve la práctica educativa, la relación que
el centro escolar establece con la sociedad. La discusión entonces
sobre la educación multicultural surge en la medida en que determinados
aspectos de la cultura, como variable de la diversidad, se introducen en el
aula y el centro escolar.
Así,
al darse en el contexto la presencia de grupos étnicos claramente diferenciados
por su color de piel, lengua materna, valores, comportamientos éticos
y religiosos, junto con diferencias socioeconómicas diversas, se plantea
la necesidad de una educación que pueda dar respuesta a tal diversidad.,
llámese educación multicultural o intercultural, o como se verá,
de otras maneras.
La educación
multicultural aparece como consecuencia de la existencia de minorías
en las escuelas, que requieren de un trato adecuado y de una atención
"particular", y que poseen una cultura distante de la social dominante. Esto ha implicado la necesidad de analizar las diferentes maneras de entender
la educación multicultural, y crear modelos de educación multicultural
en los que en cada uno subyace una concepción de la cultura.
4.2
Los modelos de educación multicultural.
Gibson,
Banks, Sieeter y Grant definen en diferentes clasificaciones la existencia
de seis modelos principales de educación multicultural, y que implican
la posición y concepción que la sociedad asume ante el fenómeno
multicultural, dado por cientos y miles de inmigrantes que llegan periódicamente
a una comunidad social en un flujo que aparentemente crece cada día,
y de muchos más miembros de minorías étnicas que tal
sociedad ha de atender, formar y educar. Tales modelos pueden resumirse de
la siguiente manera.
1.
El modelo de asimilación cultural
En este
modelo se pretende educar para igualar, es decir, igualar las posibilidades
educativas para niños, jóvenes o adultos que son culturalmente
diferentes. Este modelo aparece como respuesta a buscar una solución
para el continuado fracaso académico de los alumnos pertenecientes
a minorías étnicas y sociales, a partir de la eliminación
del concepto discriminatorio del déficit genético y cultural
que por mucho tiempo les fue atribuido.
Este enfoque
se plantea tres supuestos de partida:
a)
Los niños que son culturalmente diferentes de la mayoría tienen
desventajas de aprendizaje en los centros educativos en que predominen valores
dominantes de otra cultura.
b)
Para paliar esta realidad se hace indispensable reforzar la compatibilidad
escuela-hogar
c)
Los programas multiculturales promovidos por este modelo incrementan el
rendimiento académico de los alumnos.
Para lograr
esto, este modelo asume la existencia de una patología en la dinámica
familiar, y trata de cambiar a los niños, su lengua, y los patrones
de crianza utilizados por los padres con sus hijos.
El objetivo
en la educación de este modelo es lograr compatibilizar las dinámicas
del proceso educativo y la cultural original de los individuos "diferentes"
al grupo cultural dominante, para que logren competencias en dicha cultura
dominante, asimilándolas, y de esta manera lograr integrar de manera
efectiva a los niños extranjeros en el "mainstream" de la
cultura dominante. En este sentido, el objetivo esencial es ajustar al niño
a la nueva cultura, facilitar su transición a la misma, para lo cual
es indispensable, entre otras cosas, propiciar la enseñanza de la lengua
dominante como condición esencial, sin la cual el ajuste es insuficiente.
En este
modelo se parte de que los niños culturalmente "diferentes"
(inmigrantes o de minorías étnicas) tienen desventajas, por
lo que hay que brindarles oportunidades educativas de igualarse, que en su
base significa no mantener la cultura de origen sino, propiciar las oportunidades
para la integración a la nueva lengua y cultura.
De acuerdo
con este modelo el centro escolar juega un rol fundamental como instrumento
de integración, y desde donde se trata de engendrar la conformidad
con la cultura dominante.
2.
El modelo de entendimiento cultural
El enfoque
de este modelo consiste en posibilitar a los individuos a conocer y valorar
las diferencias entre las culturas, razón por la que también
se le denomina modelo del conocimiento de la diferencia.
En este
sentido todos los niños, sean de la cultura dominante o de las menos
favorecidas, requieren aprender acerca de las diferencias culturales que existen
entre los grupos sociales, de modo que puedan vivir de manera armoniosa en
una sociedad multiétnica y cultural, para lo cual se hace necesario
abordar en el proceso educativo las similitudes y diferencias entre los grupos,
con el objetivo de que los niños comprendan esa pluralidad.
Desde
este punto de vista la multiculturalidad ha de convertirse en un contenido
curricular, que puede incluso modificar el currículo establecido, con
el fin de reflejar mas acertadamente sus particularidades e intereses.
Así,
se cambia el objeto de la educación multicultural: de educación
de los niños "culturalmente diferentes" a educación
"de las diferencias culturales".
Wynn y
Solomón, entre otros, señalan que la educación multicultural
significa aprender acerca de los diversos grupos culturales, reconociendo
e identificando sus similitudes y diferencias, lo que implica una aceptación.
Al comprender esa pluralidad se ha de lograr que aprendan a vivir en armonía
en la sociedad multiétnica, para lo cual la escuela ha de trabajar
en el cambio de los prejuicios y estereotipos que se atribuyen a los inmigrantes
y minorías étnicas, y adaptar sus estructuras pedagógicas
a las necesidades multiculturales (entendidas de esta manera).
Esto ha
de obligar a la escuela a considerar la diversidad sociocultural en la planificación
de sus actividades, el valor curricular que se le ha de asignar, y los métodos
de enseñanza a utilizar. Contenidos tales como el racismo, el sexismo,
la comunicación transcultural, la diversidad religiosa y lingüística,
los prejuicios, la naturaleza e idiosincrasia de los grupos, entre otros muchos,
son de obligatoria concurrencia en el plan educativo.
De igual
manera son objetivos de este modelo el que se reconozca el derecho a ser diferente,
de cómo cada grupo contribuye al bienestar social, el cómo eliminar
los prejuicios raciales, el ver y apreciar como positivas las diferencias
culturales, etc.
No obstante,
hay autores que han planteado serias dudas respecto a este modelo, que como
Kleinfeld, señalan que para lograr esto se requiere de un educador
con un enfoque relativista cultural (en oposición a etnocéntrico),
cambio que aún así no garantiza un mejor tratamiento metodológico
de las diferencias culturales.
3.
El modelo de pluralismo cultural
Este enfoque
se da a partir del rechazo de las minorías étnicas y migrantes,
que no aceptan ni a la asimilación ni a la fusión cultural como
objetivos sociales de la educación multicultural, sino que la misma
ha de enfocarse al mantenimiento de la diversidad y la aceptación del
pluralismo cultural.
Al plantear
la aversión hacia las prácticas históricamente condicionadas
de aculturación y asimilación que la cultura dominante ha ejercido,
y ejerce sobre las minorías, refuerzan el criterio de que las diferencias
son algo muy positivo para la sociedad, donde se asume que:
Existe
una diversidad cultural dentro de la sociedad
Los
distintos grupos han de compartir las mismas oportunidades políticas,
económicas y educativas
Existe
una interacción entre los grupos sociales, y dentro de cada grupo
La
diversidad cultural debe ser aceptada por la sociedad
En su
esencia, según Y. Pai, el pluralismo cultural implica el no valorar
un modo de vida cultural a partir de los criterios de otra cultura, al que
otros autores agregan que esta diversidad cultural se ha de afrontar desde
el medio escolar, y donde el educador ha de ser formado para tratar con niños
de particularidades culturales muy diversas, y donde cada cultura no ha de
ser valorada como inferior o superior, sino como una cultura más.
Esto hasta
cierto punto es criticado como ilusorio por otros autores, señalando
que, aunque la escuela parta de un enfoque diverso cultural, en la realidad
unas culturas tienden a trasmitirse mas y mejor que otras, mientras que algunas
pierden fortaleza en sus principios y valores, lo que hace que aquellas se
puedan volver dominantes.
Por otra
parte, no todos los grupos culturales conceden el mismo valor a los contenidos
curriculares, lo cual es un reflejo de las necesidades, aspiraciones y deseos
de cada grupo social, lo cual hace bien difícil suplir de igual manera
las expectativas particulares de todos, lo cual poco a poco va determinando
un énfasis a que los niños se integren a la cultura dominante,
y el enfoque pluricultural se debilite. En este sentido, la idea central de
que la educación multicultural implique el mantenimiento de todas las
culturas y su igualitario tratamiento puede resultar mas en una utopía
que una realidad alcanzable, al decir de algunos autores.
No obstante,
existe el planteamiento de que de la diversidad cultural se ha de pasar al
pluralismo cultural. Al respecto, el artículo 2 de la Declaración
Universal de la UNESCO sobre la diversidad cultural plantea de manera enfática
que "en nuestras sociedades cada vez mas diversificadas, resulta indispensable
garantizar una interacción armoniosa y una voluntad de convivir de
personas y grupos con identidades culturales a un tiempo plurales, variadas
y dinámicas. Las políticas que favorecen la inclusión
y participación de todos los ciudadanos garantizan la cohesión
social y la paz. Definido de esta manera, el pluralismo cultural constituye
la respuesta política al hecho de la diversidad cultural. Inseparable
de un contexto democrático, el pluralismo cultural es propicio a los
intercambios culturales y al desarrollo de las capacidades creadoras que alimentan
la vida pública" (el reforzado es del autor).
4.
El modelo bicultural
La esencia
de este modelo estriba en considerar que la educación multicultural
ha de formar individuos competentes en dos culturas diferentes. De igual manera
surge como consecuencia del rechazo de las minorías étnicas
y migrantes al proceso de asimilación.
Desde
este punto de vista en el niño se ha de mantener y preservar su cultura
de origen, adquiriendo la cultura dominante como una alternativa o segunda
cultura. En este sentido el enfoque bicultural le reporta al sujeto los beneficios
materiales, económicos y políticos de la segunda cultura, mientras
la primera de origen le proporciona su substrato psicológico y sociológico.
Así,
el individuo de las minorías étnicas puede participar de las
oportunidades socioeconómicas que le brinda la cultura dominante del
país o región receptora, sin que pierda su identidad cultural
original o su lengua materna, con lo cual una cultura no excluye a la otra.
C. Day señala, al analizar el modelo bicultural en los Estados Unidos,
que las minorías, manteniendo su integridad como culturas, buscan entrar
en "las relaciones de poder" que brinda la cultura dominante, y
a la cual indefectiblemente hay que aceptar como principal, por ser la que
resulta mayoritaria y posee los resortes políticos y económicos
del Estado.
El dominio
de la lengua de la cultura prevaleciente se convierte en un instrumento indispensable
en el enfoque bicultural, pues el mismo posibilita el poder "traducir"
a los códigos cosmovisivos de la cultura minoritaria los significados
y valores de la cultura dominante, sirviendo, al decir de Brennan como un
puente entre ambas.
Algunos
autores critican el eclecticismo de este modelo, pues no es posible descifrar
si propende una misma o dos competencias, y si se puede alcanzar un mismo
nivel de competencia en ambas. Al respecto algunos señalan que aún
consiguiendo un desenvolvimiento favorable en su grupo étnico y un
rendimiento académico plausible en el medio escolar de la cultura principal,
con frecuencia los individuos sienten que son tratados como minorías,
y no como culturas situadas a un mismo nivel. Y de igual manera consideran
que ser plenamente bicultural es una realidad inalcanzable, una quimera.
5.
El modelo de transformación
Este modelo
asume principios de otros enfoques, como son el modelo pluricultural, la educación
multicultural como reconstrucción social y el paradigma radical. Desde
esta posición la educación multicultural tiene que enfocarse
como un proceso de desarrollo de la conciencia de las minorías de sus
condiciones socioeconómicas, a fin de capacitarles para una competencia
social basada en una comprensión crítica de la realidad.
A partir
de la consideración de que cada cultura estructura su poder, riqueza
y prestigio, este enfoque señala la lucha por el control de una cultura
sobre la otra, creando instituciones sociales que operan para mantener e incrementar
este control, a lo cual la otra cultura se opone. En este sentido, no basta
con explicar a los niños sobre la existencia y particularidades de
cada grupo, sino que es imprescindible su interacción con dichos grupos,
para que la experiencia directa contribuya a un conocimiento cabal de los
mismos.
De esta
manera la educación multicultural ha de enfocarse como una adaptación
a las circunstancias vitales originadas por la competencia entre los grupos
sociales, enfatizando en los aspectos materiales y políticos que están
en cada cultura, en detrimento de los aspectos ideales, tales como los conocimientos,
valores y creencias de dichas culturas.
6.
El modelo anti-racista
La educación
anti-racista tiene como uno de sus objetivos fundamentales dentro de la multiculturalidad
el no dirigir la enseñanza hacia el conocimiento de las diferencias
culturales, sino a como tales diferencias se utilizan para consolidar la desigualdad.
Aunque conceptualmente la educación multicultural y la educación
anti-racista están lógicamente interconectadas, a veces no significan
lo mismo o no tienen idéntico consenso. En este sentido, ante un criterio
de libertad de pensamiento y acción de cada individuo y donde se propende
al entendimiento entre culturas y el cambio social mediante la educación
como plantea la educación multicultural, la posición anti-racista
con frecuencia asume un comportamiento radical apoyado en la lucha de clases,
y que conduce a la eventual liberación de los grupos culturalmente
dominados, y a la eliminación de las discriminaciones institucionales,
y en lo que la escuela actúa como agente promocional de la acción
política.
Así,
en lo referente a la conversión de las diferencias étnicas en
desigualdades raciales, ambos tipos de educación difieren en la explicación
de porqué esto sucede, de manera que mientras que para la educación
multicultural no racista ello se debe a los prejuicios y la ignorancia (y
por lo tanto fácilmente superable mediante una acción educativa
apropiada) para la educación anti-racista esto es un problema de tipo
ideológico y lo que hay que hacer, por lo tanto, es diseñar
esa acción educativa para que no posibilite el surgimiento del racismo.
Para la
educación anti-racista la causa principal de los problemas educativos
de las minorías étnicas radica en el racismo, y es por ello
que la escuela ha de jugar un papel importante su erradicación, tanto
individual como institucional.
Todos
estos modelos como se observa insisten en la defensa de la igualdad entre
todos los individuos y culturas, y donde en cierta forma se vislumbra que,
además de considerar tales culturas como diferentes, las valoran como
desiguales. Esto se debe a que cuando se enfatiza la diferencia se está
casi siempre reconociendo la desigualdad, que se acompaña de un establecimiento
de jerarquía, unas culturas son mejores que otras y han de ocupar,
por lo tanto, una distinta significación en el contexto social. De
alguna manera, a veces más implícito que explícito, subyace
también la idea de que no todas las culturas son válidas para
el desenvolvimiento social, por lo que deben ser sustituidas por las culturas
dominantes, es, a decir de F. García, "un aparente relativismo
inicial de reconocimiento de la diversidad intercultural encierra al final
un fuerte etnocentrismo encubierto".
Estese
o no de acuerdo con este planteamiento, lo cierto es que reconocer que unas
culturas son más eficientes que otras, conllevar aceptar, no la diferencia
de culturas, sino su desigualdad.
En realidad,
el que una cultura no haya sido capaz de dar una respuesta adaptativa a los
nuevos contextos en que se asientan, no implica que se acepte una deficiencia
de dicha cultura, sino de que aún no ha puesto en práctica estrategias
de adaptación en dichos contextos. El hecho de que cada cultura se
adapte de manera particular a contextos distintos, señala una diferencia,
pero no una desigualdad, en el sentido estricto de lo que este término
significa.
Reconocer
que una cultura minoritaria es deficitaria frente a otra dominante mayoritaria,
plantea la no posibilidad de una cultura de generar nuevas formas de adaptación
en contextos distintos, y enfatizar en las diferencias es correr el riesgo
de valorarlas como desigualdades. Esto es una política común
de los grupos dominantes, que enfatizan en porque ellos son diferentes y explicitan
cuales diferencias los separan de las otras culturas.
Mas, en
realidad, no son las culturas las que contienden entre sí por el poder
en la sociedad, sino determinados grupos, que argumentan su posición
apoyándose en una cultura que definen como superior. Como este intercambio
no es simétrico, los valores tampoco lo son, estos grupos de poder
suelen imponer los modos de organización social y de vida de su cultura
dominante, relegando a la marginalidad y a la no tenencia de recursos a las
culturas minoritarias. Esto se expresa incluso en la escuela como institución,
que a sus seculares discriminaciones de sexo y clase social, añade
ahora un nuevo tipo de discriminación, que al no poder estar sustentada
científicamente en el momento actual por una diferencia racial o étnica,
crea un nuevo tipo: la discriminación cultural, de aquellos que pertenecen
a grupos culturales distintos al dominante y hegemónico.
Un análisis
de la práctica habitual refleja que la intención de estos grupos
ha sido siempre la de promover procesos de asimilación cultural para
integrar a las minorías en la corriente principal. Ello ha implicado
muy diversos métodos, desde el genocidio, la disolución o la
expulsión de las fronteras, hasta formas más sutiles y políticas
de discriminación como es la aceptación de autonomías
para estas minorías (pero siempre supeditadas al poder central). Esta
realidad objetiva hace que la educación multicultural presente dificultades
para llevarse a cabo, y que empiezan desde su definición, sus propias
concepciones o los objetivos que se plantea.
La educación
multicultural, de acuerdo con diversos autores, habrá que verla como
un proceso de transmisión y adquisición de cultura (en su amplio
sentido), que ha tenido un énfasis particular en los aspectos cognitivos
en la enseñanza, señalando semejanzas y diferencias, descripciones
detalladas de costumbres, hábitos, formas de comportamiento, disimilitudes
étnicas, éticas y culturales, y en la que los valores de cada
cultura son explicados mediante contenidos explicativos. Si bien el aspecto
cognoscitivo es importante de ser reflejado en una educación multicultural,
se hace indispensable conocer y vivenciar los valores de las diferentes culturas
a partir de la apropiación de los valores de la propia, y sin los cuales
no es posible comprender los de la otra cultura.
Tal educación
multicultural ha de contemplar una diversidad en los contenidos culturales
transmitidos, asegurando a su vez una diversidad de los métodos de
trasmisión, y fomentando en los niños mayor conciencia acerca
de la diversidad cultural. Para ello es necesario prepararlos con los recursos
cognoscitivos para que sean capaces de conocer esta diversidad y las diferencias
culturales, y de cómo estas pueden convertirse en desigualdades, desterrando
la idea de una exclusión mutua entre la preservación de la identidad
y las peculiaridades étnicas y culturales de las minorías, y
sus posibilidades de ascensión social en la cultura dominante, y finalmente,
elaborar los programas de educación multicultural combinando el análisis
de las comunidades concretas con los presupuestos de una concepción
global de la diversidad cultural.
La enseñanza
en un medio multicultural es una necesidad impuesta a la sociedad por la realidad,
y hoy día, prácticamente toda comunidad es multicultural, lo
cual obliga a prestar particular atención a esta problemática.
Es una situación que no está exclusivamente referida al medio
escolar, pero que tiene en la enseñanza uno de sus principales campos
de acción. Como tal, ha de contemplarse desde las etapas más
tempranas del desarrollo, pues es precisamente en los primeros años
de la vida donde se enraizan inicialmente los conceptos y prejuicios respecto
a la raza, el sexo, la religión, etc. Ello otorga al centro infantil
un rol importante en esta situación, y obliga al sistema educacional
a contemplar la educación multicultural desde estas primeras edades,
mucho más considerando que el fenómeno migratorio, de acuerdo
con un examen actual de la sociedad, es un fenómeno en expansión,
y que se une a la problemática de la inclusión de las minorías
étnicas en el proceso educativo de las culturas dominantes.
Por supuesto
que las particularidades de la educación multicultural guarda una estrecha
relación con el nivel de enseñanza en que la misma se realice,
pues los procedimientos metodológicos para afrontar la multiculturalidad
no es igual en un centro de educación infantil, que en una escuela
básica, que en una secundaria, independientemente de que existan principios
generales para todos y que tipifican a la educación multicultural.
Como en la base de toda enseñanza multicultural está el sentido
de pertenencia a una comunidad que posee una cultura determinada, esto va
a estar cognitivamente asimilado de distinta manera de acuerdo con la edad:
lo que quizás para un niño pequeño pueda ser una forma
de vestir o hablar, para un adolescente podría ser un tipo de música,
y para un adulto el conjunto de valores que la distinguen. Y, sin embargo,
todas son expresiones culturales, y en su base responden a una misma idea.
No obstante,
hay principios y objetivos generales que la identifican, aunque existan procedimientos
diversos para su puesta en práctica. A grandes rasgos estos objetivos
mas generales pueden ser:
Comprensión
y aceptación de la diversidad cultural que caracteriza el mundo
actual
Posibilitar
la capacidad de comunicarse entre los individuos de las distintas culturas
Desarrollar
actitudes favorables hacia las personas de diferentes culturas
Posibilitar
una interacción positiva entre los individuos y grupos culturalmente
diversos.
Es decir,
y en términos muy amplios, aceptar, comunicarse, sentir e interactuar
de manera favorable con los miembros de otras culturas, constituyen los pilares
sobre los que debe erigirse cualquier educación multicultural. En este
sentido el conocimiento intelectual de las otras culturas es insuficiente,
si no se acompaña del reconocimiento, el respeto y la apropiada valoración
de los otros y de sus diferencias.
De igual
manera la educación multicultural ha de ser concebida para todos en
el grupo multicultural, pues cada niño, cada alumno, es de una manera
u otra portador en sí mismo de una diferencia cultural, por lo que
no ha de estructurarse por modalidades de grupo étnico.
Lograr
esto exige una concepción, acción y compromiso del centro infantil
y de la escuela, y una formación de los educadores que permita llevar a cabo con el alumnado
los fines y propósitos de la educación multicultural.
4.3
El centro infantil para la educación multicultural.
Para
muchos la educación constituye el eje fundamental mediante el cual
se posibilita la formación de una actitud de aceptación y de
un comportamiento social positivo hacia la multiculturalidad, y por eso consideran
a la escuela como el agente principal para conseguir los objetivos fundamentales
de la educación multicultural, término "escuela" que
se ha de entender en su acepción más general: centro infantil,
escuela, liceo, entre otros.
La escuela
multicultural (¿o no es que todas las escuelas son multiculturales?)
por su propia esencia es necesariamente diferente. El hecho de que el alumnado,
además de aquellos niños pertenecientes a la cultura dominante,
esté compuesto por niños que pertenecen a diversas minorías
étnicas, con niños extranjeros cuya familia ha emigrado al país,
otros que están temporalmente debido al trabajo de sus padres, determina
una diversidad para la cual la escuela no está totalmente preparada,
ni tampoco los maestros. Ello hace realmente difícil la labor pedagógica
con este alumnado, y plantea la necesidad de concebir un cambio en el esquema
habitual de los centros, que afecta desde sus programas educativos, su organización,
hasta aspectos mucho más específicos como pueden ser la evaluación
o la atención a las diferencias individuales de niños que todos
en sí son diferentes, cultural, étnica, social, educativamente.
No obstante,
la evolución histórica de la educación multicultural
refleja que nos siempre la misma ha sido apropiadamente concebida en los centros
de enseñanza. Bennett al respecto señala la existencia de tres
modelos de escuela que, estando obligadas a aceptar la diversidad cultural,
plantean, sin embargo, un segregacionismo encubierto:
A) Un
primer modelo que abarca a aquellos centros escolares que sin modificar las
normas y principios vigentes hasta ese momento, y utilizando los mismos currículos
y procedimientos metodológicos, se concretan a "esperar"
que los niños pertenecientes a las minorías culturales, étnicas
o inmigrantes, se adapten sin que se ejerza acción educativa alguna
y con la concepción ilusoria de que se integren como cualquier otro
niño de la cultura dominante.
B) Un
segundo modelo de centros semejante al anterior, pero que ahora muestran una
voluntad explícita y consciente de asimilar a los niños de estos
grupos minoritarios, con el objetivo de que lleguen a integrarse en el grupo
cultural dominante, aunque esto implique la pérdida de su lengua e
identidad cultural (lo que se conoce como teoría del "melting
pot" o de la asimilación a la cultura hegemónica).
C) Un
tercer modelo que organiza la coexistencia y convivencia de los distintos
grupos étnicos y minoritarios sin que se produzca una real interacción
entre ellos, pues son separados en aulas distintas, con horarios diferentes,
a veces con áreas de esparcimiento distintas. Aquí se mantienen
las señas de identidad de cada grupo étnico o cultural, aunque
el trabajo educativo con cada uno es muy distinto (teoría del "mosaico"
social, utilizada como alternativa a la filosofía del melting pot).
Lo primero
entonces a cuestionarse es como debe ser un centro escolar para la educación
de niños pertenecientes a esta diversidad, a partir del acatamiento
inicial de que tales centros requieren de una filosofía de la educación
que abarque las múltiples culturas, lenguas y civilizaciones, y donde
solo respetando la lengua, la cultura y el saber del educando es posible construir
sociedades alfabetizadas, escolarizadas e instruidas donde el aprendizaje
a lo largo de toda la vida sea la norma, como reza en la Conferencia Educación
para todos.
En cuanto
a esto Bennett sugiere la creación de un cuarto modelo o modelo de
pluralismo integrado, donde se rechaza toda forma de segregación, se
plantea como objetivo la integración, y se sientan las bases para el
pluralismo cultural, y en el que las actitudes y expectativas de los educadores,
la modificación de las estructuras de la escuela y los cambios curriculares
son elementos principales de este sistema.
Se trata,
pues, de concebir al centro infantil o la escuela como una microcultura, con
sus normas, valores, roles, status y finalidades, como cualquier otro sistema
social, como una comunidad multicultural en que, junto con la cultura que
es la predominante, se sostenga, valore y cultive las diversas culturas que
coexisten.
En este
sentido la Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural,
en su artículo 5, refiere: "Los derechos culturales son parte
integrante de los derechos humanos, que son universales, indisociables e interdependientes.
El desarrollo de una diversidad creativa exige la plena realización
de los derechos culturales... Toda persona debe, así, poder expresarse,
crear y difundir sus obras en la lengua materna; toda persona tiene derecho
a una educación y una formación de calidad que respete plenamente
su identidad cultural, toda persona debe poder participar en la vida cultural
que elija y ejercer sus propias prácticas culturales, dentro de los
límites que impone el respeto de los derechos humanos y de las libertades
fundamentales (el subrayado es nuestro).
De acuerdo
con esta declaración los niños de la diversidad cultural tienen
un derecho a ser educados y, por lo tanto, la escuela tiene el deber de encauzar
esa educación, cuyo nivel de calidad ha de ser semejante a aquella
que pueden adquirir los niños de la cultura dominante.
Esto no
puede concretarse solamente a un aspecto de la cultura de los niños
inmigrantes o de minorías étnicas, como ha sido el caso en algunas
regiones de Estados Unidos, de la implantación de escuelas de "Sheltered
English".
En la
concepción de estas escuelas se parte del presupuesto teórico
de que la problemática del lenguaje es la piedra angular de la integración
del niño extranjero o de cultura minoritaria, a la cultura dominante.
La escuela de "Sheltered English" (de inglés protegido o
amparado), fue un procedimiento de enseñanza utilizado para dar instrucción
académica en inglés a alumnos "de proficiencia limitada
en el inglés", término que, por supuesto, no describe toda
la problemática de este tipo de niños. Los educandos en estas
clases se "protegían" en aquello que no podían competir
con los coeducandos autóctonos, partiendo del criterio asumido de que
en una clase regular el inglés se hablaba fluidamente.
En la
"clase protegida" los educadores usaban actividades físicas,
apoyos visuales, y el medio circundante para enseñar a los niños
"amparados" palabras importantes para el desarrollo de conceptos
en matemáticas, historia, ciencia y otros contenidos, y donde la enseñanza
de la lengua inglesa era el elemento clave.
De acuerdo
con la idea central, el niño inmigrante o minoritario étnicamente,
podría ser asimilado fácilmente en el "mainstream"
de la cultura dominante en aquellas cosas que no requerían demandas
lingüísticas, tales como artes plásticas, música,
y educación física. Así, los niños de la cultura
dominante y los "protegidos" trabajan juntos en estos contenidos
para acelerar a estos últimos en la integración a su cultura
y la adquisición del inglés. Esto no dio resultado, pues por
lo general se daban clases sólo una o dos veces a la semana, por educadores
que no conocían las particularidades de los niños inmigrantes
ni la dinámica psicológica y social de la migración,
y surgieron múltiples conflictos entre los niños "de la
corriente principal" y los "protegidos", que conllevó
al descenso de la popularidad de este tipo de aulas y escuelas.
Esto,
al decir de C. Igoa, no pudo tener éxito porque la integración
externa sin una eficiente integración interna (la del mutuo conocimiento
y aceptación del otro diferente) es primordial antes de intentar una
incorporación real. Esto implica trabajar en muchos aspectos, del cual
la lengua, si bien muy importante, es solamente uno entre tantos. En este
sentido, para que un niño acepte a los otros es fundamental que se
sienta bien consigo mismo, y solo cuando esto es así, está dispuesto
a aceptar que los otros sean sí mismos, pues de no hacerse así
la integración tiene solo un carácter aleatorio.
La Declaración
Universal de la UNESCO, haciéndose consciente de la problemática
que esto conlleva, agrega en el inciso 7 de sus orientaciones del plan de
acción para su aplicación que "Alentar a través
de la educación una toma de conciencia del valor positivo de la diversidad
cultural y mejorar, a este efecto, tanto la formulación de los programas
escolares como la formación de los docentes (subrayado del autor).
Es decir,
que la educación de la diversidad cultural se enfrenta a una doble
problemática que es crucial: los programas educativos dirigidos a esta
diversidad, y la formación y preparación de los educadores para
atender eficazmente esta tarea.
Una primera
característica que han de tener los centros infantiles o escolares
que lidien con esta condición de la multiculturalidad es la flexibilidad.
Esto implica que su organización ha de cambiar o modificarse en la
medida en que las situaciones pedagógicas que surjan así lo
demande. Una organización abierta y creadora que posibilite el cambio
y la innovación.
De igual
manera la organización del centro no ha de descansar solo en preceptos
y normativas (lo cual no quiere decir la ausencia de normas y criterios que
regulen su actividad), sino interpretar tales normativas para posibilitar
el máximo uso de los recursos materiales y humanos que posea. Así,
si hay un educador responsabilizado con la impartición de la informática
en el centro, esto no implica que solamente pueda hacer esa actividad, sino
que también podría realizar otras(como puede ser enseñar
a los niños a dibujar) si las condiciones del proceso educativo así
lo permiten y demandan.
Para esto
es indispensable que todos los educadores del centro tengan la oportunidad
de participar en la toma de decisiones y considerar la distribución
de las tareas, así como tener parte activa en la evaluación
del proceso educativo (que también ha de ser una condición en
el centro unicultural) pero que en el caso de la educación multicultural
puede modificarse de manera más relevante de acuerdo con las situaciones
derivadas de la complejidad cultural que se puedan presentar.
Esto significa
que el centro infantil o escolar ha de tener una organización flexible,
abierta y creadora, operativa y funcional, con normas claras y conocidas por
todos, participativa, formativa, evaluable, entre otras muchas condiciones.
Un objetivo
primordial de la educación de la diversidad cultural en el centro de
enseñanza es el de promover la identidad cultural de los diversos grupos
culturales que componen su alumnado, y a la vez crear espacios comunes en
los que sea posible la interacción y el encuentro con aquello que le
es común. Esto implica la adquisición de habilidades de comunicación,
la formación de actitudes positivas hacia las diferencias culturales,
la creación de una empatía y estima de la propia cultura. Al
respecto, el aula debe tener modos de funcionamiento que vayan contra los
esquemas rígidos que por años han caracterizado el régimen
escolar, facilitando "un espacio de libertad" donde cualquier niño
pueda participar de la toma de decisiones que afectan su aula, su grupo y
su escuela.
Ello pretende
afirmar que la escuela ha de tener una estructura democrática de funcionamiento,
que permita la expresión abierta de las diversas identidades culturales,
estimular el conocimiento entre sí de estos grupos diversos, y solidarizarse
con la causa de cualquier minoría. Esto no puede quedar en la simple
retórica o verse como una condición "ambiental" sino
que debe acompañarse del aprendizaje de estrategias que permitan el
desarrollo de la autoestima de los niños inmigrados y de minorías
étnicas, la formación de una empatía hacia ellos y de
ellos a los otros niños, y el aprendizaje de habilidades que faciliten
la comunicación entre unos y otros.
Esto metodológicamente
se puede expresar de muchas maneras, pero en el centro infantil una muy recurrida
puede ser el posibilitar que estos niños que han sido históricamente
segregados, tengan oportunidad de distinguirse en las actividades, bien ocupando
roles principales en juegos dramatizados, bien dándole papeles protagónicos
en las obras infantiles, bien distribuyendo los materiales de la actividad
pedagógica, en fin, permitiéndoles hacer cosas que eleven su
autoestima, los relacionen de manera positiva con los otros, les lleven a
comunicarse con sus coetáneos.
El centro
infantil o escolar multicultural ha de expresar en su ambientación
y ornato su diversidad cultural, sin concretarse exclusivamente a una decoración
que refleje solamente la cultura dominante. En este sentido, la presencia
de láminas y cuadros, fotos, dibujos decorativos y atributos representativos
de las distintas culturas en las aulas, de los mas variados orígenes,
son elementos que ayudan y propician a una comunicación intercultural,
pues llaman la atención de unos y otros grupos, y reflejan en sí
mismos la aceptación cultural. La aversión a otras culturas
es causada muchas veces por el desconocimiento que se tiene de las mismas
(o de los prejuicios instaurados), de su folklore, de sus realidades y sueños,
de su música, de su pintura, de sus símbolos. Un acercamiento
externo a estos signos culturales es facilitador de acciones más dirigidas
a la formación de actitudes favorables a la aceptación, y repercute
en una mejor interacción entre los niños de estas culturas diversas.
Por lo
general el centro infantil o la escuela utiliza el material decorativo que
está determinado por el modelo cultural dominante, y elementos tales
como un simple mapa mundial donde se reflejen los lugares de procedencia de
los distintos niños, o escenas de sus países de origen con sus
respectivas banderas, pueden añadirse a los detalles anteriormente
señalados, y que permiten a los niños que proceden de esos lugares
diferentes el sentirse reconocidos y respetados.
Muchas
otras cosas permiten caracterizar al centro escolar multicultural, las cuales,
por supuesto, están relacionadas con el currículo o los procedimientos
metodológicos a utilizar, por lo que se irán analizando en la
medida en que se aborden estos aspectos de la educación multicultural.
Ahora nos parece que es crucial iniciar el examen del proceso educativo que
se realiza en la institución donde la diversidad cultural es su característica
distintiva.
Por supuesto,
cada nivel de edad y desarrollo del niño, como previamente se ha dicho,
implica una especificidad dentro de las proyecciones mas generales referidas
a la escuela multicultural y, en alguna medida, se irá particularizando
en el centro para la educación de la primera infancia en el transcurso
del material, derivado de los principios mas generales referentes al proceso
educativo que en el medio escolar se desarrolla.
El nuevo
modelo multicultural implica considerar dos aspectos fundamentales: los programas
de educación para la diversidad cultural, y la formación de
los educadores para este propósito.
En este
proceso educativo un lugar principal lo ocupa el educador, el maestro, el
profesor, porque es él, en su aula que está llena de niños
diversos, que pertenecen a diferentes etnias y culturas, que incluye niños
que acaban de llegar de otros lugares a veces geográficamente remotos,
el que ha de asumir el rol primordial en este proceso educativo, y de cuya
labor ha de depender en gran medida que los objetivos de la educación
multicultural lleguen a culminarse.
Si esto
es así, es obvio que la formación, capacitación y superación
de este educador para poder asumir el papel que le corresponde en la educación
multicultural, sea una de las primeras cosas que hay que garantizar
para aspirar a que el aula multicultural propicie la aceptación, las
mejores relaciones y los comportamientos más apropiados para una convivencia
satisfactoria y una conducta social positiva entre los niños de esta
diversidad cultural.
4.4
El maestro y su preparación para el trabajo educativo con niños
de diversas culturas y la atención a las diferencias individuales.
De inicio
hay que considerar que un educador para la labor con la diversidad cultural
ha de tener una mentalidad abierta, poseer un conocimiento profundo de la
multiculturalidad a la que se enfrenta, y un control de sus actitudes (que
pueden asumir la forma de prejuicios) que le permitan realizar una labor pedagógica
en la que la aceptación de todos y cada uno de sus alumnos constituye
la base o piedra angular de toda su acción educativa.
Esto implica
que el educador necesariamente ha de poseer condiciones de personalidad y
una competencia específica para asumir la labor educativa con la diversidad
cultural. Ello conlleva un cambio de mentalidad en el modo de pensar de su
labor docente, en los contenidos y estrategias de enseñanza, en la
estructura y funcionamiento de su aula, en las relaciones con los otros educadores
y con la comunidad a la que pertenece el centro infantil.
Esta libre
iniciativa del educador y la posibilidad de dar respuesta a las diferentes
realidades educativas multicambiantes que se presentan en el grupo multicultural,
no son posibles de llevar a cabo si el educador no posee la requerida competencia
que le permita tener éxito en su labor.
Esta competencia
se inicia en el plano ético-moral, pues su acción educativa
ha de sustentarse en los valores de la tolerancia, el respeto y el conocimiento
de la dignidad de cada niño, cualquiera que sea la procedencia o la
etnia a la cual pertenezca. Respetar la dignidad de un niño no solo
significa aceptarlo como ser humano, sino también valorar y respetar
sus creencias personales, su lengua, su modo de vida, sus criterios. Esto
ha de estar dado porque la relación que se establece entre el educador
y el educando constituye un espacio de educación moral insustituible,
y un tipo de experiencia que puede apoyar y fortalecer los procesos formativos.
Desde
este punto de vista la asunción de la educación multicultural
por el educador implica la existencia de determinados valores, como la tolerancia,
la justicia, la solidaridad, la cooperación, que unido a las competencias
técnicas que indudablemente ha de tener, forman una díada que
garantiza un quehacer pedagógico y educativo eficiente en la labor
con la diversidad.
Esto puede
resumirse en dos proyecciones fundamentales para la labor del educador en
el aula multicultural:
1.
La toma de conciencia por el educador de sus propios valores, pues sin un
conocimiento pleno de los mismos y como ellos regulan su comportamiento
y mentalidad, no es posible "descubrir y comprender" los de sus
niños, y ayudarlos a que estos descubran y comprendan de igual forma
sus propios valores y los de los demás.
2.
Una competencia pedagógica que le permita "enseñar"
a sus educandos como asimilar estos valores y como relacionarlos con sus
estrategias e intervenciones educativas, y donde los conocimientos de las
otras culturas por todos los niños implique siempre una interiorización
de una actitud de aceptación y relación positiva.
Sin embargo,
estas proyecciones no encuentran aún un espacio efectivo en la formación
del educador, dándose una notable escisión entre el conocimiento
que se le da o competencia cognoscitiva de la realidad multicultural, y su
magra competencia pedagógica para llevar a la práctica su bagaje
cognoscitivo.
Así,
el maestro o educador que trabaja la multiculturalidad es formado en una gama
mas o menos amplia de estrategias pedagógicas sobre como impartir los
conocimientos interculturales a sus niños y, sin embargo, es proverbial
su falta de maestría pedagógica para la comprensión cabal
de la complejidad del hecho multicultural como una dimensión enriquecedora
y no como un déficit.
La educación
multicultural promueve realizar el proceso educativo de una manera diferente,
y crear estructuras de enseñanza-aprendizaje que permitan la manifestación
abierta de los distintos valores y expresiones culturales, su promoción
y defensa, en un clima de mutua y general aceptación. Esto requiere
habilidad en el educador y la aplicación de procedimientos metodológicos
que posibiliten la consecución de tales objetivos.
Por supuesto,
todo educador es un reflejo de su propio contexto cultural, con creencias
y concepciones del mundo que le rodea, con una idea propia del hecho educativo,
por lo que la actitud que asuma ante el hecho multicultural ha de incidir
de manera significativa en el modelo pedagógico. Esto es percibido
por el niño en la rutina diaria en el centro infantil o la escuela,
no se enseña en una actividad pedagógica ni en una acción
concreta del proceso educativo, por lo que el educador ha de tener especial
cuidado de que sus actitudes negativas, de existir, no se "filtren"
hacia sus educandos, algo difícil de conseguir pero no imposible.
Las actitudes
del educador frente a las diferencias culturales entre sus niños pueden
resumirse en tres direcciones fundamentales:
a)
No tomar en cuenta estas diferencias, partiendo de un falso criterio de
que su grupo es homogéneo, sin asumir ni adentrarse en la problemática
multicultural
b)
Fomentar las diferencias culturales, al tomar posturas discriminatorias
que crean dificultades de relación entre los diversos grupos culturales
c)
Valorar el hecho multicultural como una realidad, desarrollando estrategias
que facilitan la comunicación y la participación entre sus
niños
Es decir,
las actitudes y expectativas de los educadores son elementos claves en la
organización de un centro multicultural, por lo que se les ha de prestar
especial atención en su formación y preparación..
La competencia
cognoscitiva respecto a la diversidad y multiculturalidad es un aspecto básico
también de la formación del educador. Para esto es necesario
que el educador:
Posea
un vasto conocimiento de su propia cultura, lo cual le permite sensibilizarse
hacia otras identidades culturales, que pueden no concordar con su propia
realidad subjetiva.
Evite
las generalizaciones hacia otras culturas, lo que puede conducir a la formación
de estereotipos culturales que luego son difíciles de erradicar.
Acepte
la relatividad cultural, lo que implica considerar cada cultura como única
y aceptar que sus premisas son igual de validas que las otras, lo que elimina
la posibilidad de un etnocentrismo.
Adopte
una actitud abierta hacia el cambio, lo que evita la presencia posible de
un choque cultural.
Sea
creador, para poder desarrollar nuevas acciones a partir de los hechos multiculturales
que se le presentan.
Esto se
acompaña de consideraciones que pueden afectar de manera positiva o negativa
sus posibilidades de trabajo con estos niños de diversas culturas, y
entre las que se encuentran:
* El
educador ha de conocer y comprender las actitudes que en otras culturas existen
hacia los educadores o maestros.
Cada cultura
promueve distintas valoraciones del rol del maestro, lo cual está en
relación directa con sus particularidades histórico-sociales.
Estas valoraciones pueden llegar incluso a estereotipos, mediante los cuales
se concibe su rol social. Los niños que proceden de esas culturas traen
consigo esas valoraciones y estereotipos, que pueden no coincidir con los
que existen en el país receptor. Así, para algunos "hay
que respetar a los maestros de igual manera como se respeta a los padres",
por lo que en este caso, para esos niños el educador se convierte en
su "padre educacional", y así el maestro no es solamente
un amigo, sino una persona a la cual hay que respetar y obedecer. Si el educador
de la cultura dominante no está consciente de esta valoración,
o tiene poco tiempo para "conversar" con sus educandos foráneos,
esto puede llevar a situaciones de incomprensión debido a estas diferencias
culturales respecto al rol del educador: el niño inmigrante o minoritario
puede creer entonces que la irritación o el cansancio del maestro producto
de un trabajo excesivo, es mal interpretado y visto como una falta de atención
y cuidado hacia su persona.
Por eso
es indispensable que el educador se informe y conozca de cómo es él
visto en la cultura de cada uno de sus educandos foráneos, para asumir
en la medida de lo posible un rol similar al que el niño, por generalización,
le habrá asignado, y que se corresponde con el rol que él conocía
antes de incorporarse a su nuevo centro infantil o escuela en el país
receptor.
* El
educador ha de comprender como el sistema educacional de su país discrimina
a los alumnos inmigrantes y de minorías étnicas.
El sistema
educacional de un país se estructura sobre los principios y conceptos
de la clase dominante en el poder, o de los distintos grupos de poder, es
siempre un reflejo no imparcial de cómo se concibe a la sociedad y,
por tanto, a la educación, En el caso de los inmigrantes y provenientes
de minorías culturales, con frecuencia se observa que el sistema educacional
vigente no ha diseñado aún como integrar a estos niños,
por lo que es común la utilización de procedimientos metodológicos
no apropiados, o la intención de integrarlos a la cultura dominante
sin valorar las otras culturas, entre otros aspectos que percuten sobre el
papel del educador.
El educador
que trabaje con la diversidad cultural ha de hacer un examen minucioso de
su propio sistema educacional, y destacar donde el mismo presenta ineficiencias,
como asume la situación de la multiculturalidad, como se reflejan discriminaciones,
que a veces son marcadamente sutiles. De no hacer esto puede llevar a su labor
educativa en el grupo infantil multicultural acciones metodológicas
y valores que no son las mas acertadas.
Un ejemplo
de discriminación sutil por el sistema educacional es el racismo diferencial,
el cual, camuflado como un respeto y aceptación de la diversidad de
culturas, rechaza la idea del acercamiento y de la mezcla de tales culturas.
* El
educador ha de comprender el bagaje cultural de sus niños inmigrantes
y de minorías.
Muchos
niños inmigrantes sienten que "no van a poder tener éxito",
sobre todo aquellos provenientes de culturas en las que lo que dice el maestro
"es siempre lo correcto". Esto se manifiesta en muchas áreas
del desarrollo: el lenguaje, el arte, el conocimiento natural y social, etc.,
y es consecuencia de un grado determinado de desarrollo de la propia cultura
de donde provienen, y que estos niños han asimilado hasta un determinado
nivel.
Comprender
en que medida cada niño ha interiorizado su cultura de origen es un
requisito importante para el educador que labora en un aula multicultural,
pues sobre esta base puede entonces diseñar para cada uno de sus niños,
su plan específico de transición hacia la otra cultura.
* El
educador ha de conocer los métodos de enseñanza y el sistema
educacional de los países de los que provienen sus niños.
De igual
manera que necesita conocer el bagaje cultural de cada niño inmigrante
o de minorías, el educador requiere conocer como esos niños
han aprendido, que procedimientos metodológicos se usan en los países
o regiones de origen, como han sido los estilos de trabajo en las aulas anteriores
de sus educandos. De no hacerse así, puede llevar a confusiones en
sus niños, que no pueden comprender porque las mismas cosas tienen
que aprenderse de manera diferente.
Esto obliga,
caso de que los métodos y procedimientos sean totalmente diferentes
y antagónicos, a una adaptación progresiva a la nueva forma
de aprendizaje, para ir sustituyendo paulatinamente las antiguas formas de
aprender por las que ahora son utilizadas. Para esto se han de usar diversos
procedimientos metodológicos (como son el uso del dibujo seriado, por
nombrar alguno), para ir "acomodando" las formas de trabajo del
educando multicultural e ir posibilitando su transferencia a las actuales.
* El
educador ha de lograr que sus niños inmigrantes y de minorías
se sientan valorados y aceptados.
Tal como
se analizó en el capítulo en el que se señalaron las
características psicológicas de los niños inmigrantes,
el hecho de que estos puedan sentirse comprendidos y aceptados dentro de su
nueva comunidad educativa, es un elemento importante para su proceso de transición
a la nueva cultura. Estos niños necesitan amistad, compañerismo,
afecto y una continua renovación y conexión con sus raíces,
por lo que el maestro ha de conocer como influenciar en todo su grupo para
lograr esta aceptación general.
Esto no
es solo un problema humano, sino que también significa una problemática
pedagógica, pues los niños inmigrantes y de minorías
que no se sienten evaluados de manera positiva por sus condiscípulos
tienden a retraerse del proceso educativo, lo cual incide en su aprendizaje
y rendimiento, y se convierten, además de niños con deficiente
aprovechamiento, en niños con marcadas dificultades en su comportamiento,
que puede conducirlos a que presenten alteraciones de conducta calificadas
ya como tales.
* El
educador ha de ser un modelo y "padre educacional" en el que sus
niños inmigrantes y de minorías puedan confiar.
Para la
mayoría de los educandos, incluso desde etapas muy tempranas de la
vida, el educador constituye un modelo, al que se admira y en el que puede
confiar. Esto se manifiesta de muy diversas maneras: en el niño de
edad temprana en un apego marcado a la figura del maestro y el reclamo de
contacto físico, en el escolar en alguien que le oriente como hacer
las cosas para que les queden bien, en un adolescente en una persona a la
cual se le pueden contar cosas muy intimas.
Esta función
de "padre educacional" es mucho más relevante en los niños
que han migrado al país y en aquellos que provienen de grupos étnicos
y culturales propios, pero que no pertenecen a la corriente de la cultura
predominante. Esto se debe a razones de tipo psicológico y que se derivan
de la situación de inmigración o del desarraigo cultural.
Convertirse
en este modelo, en este padre educativo, es un requisito básico del
educador que trabaja con la diversidad cultural, y que se convierte en un elemento importante dentro de una práctica
pedagógica eficiente con este tipo de niños.
4.5
La integración escolar de los niños inmigrantes y de minorías
étnicas y culturales.
El proceso
de enculturación, o sea el proceso de enseñanza y educación
y mediante la cual un individuo asimila su cultura, es algo que se da de manera
espontánea en el medio circundante o planificada, en el medio escolar.
El niño,
desde su más temprana edad, asimila su cultura, en la propia medida
en que sus mayores lo atienden, lo orientan y educan, y se enfrenta a los
requerimientos del medio en que se desenvuelve. De pronto, este niño,
que ha estado acostumbrado a una forma de ser y actuar, se ve enfrentado a
un proceso de aculturación, que consiste en la superposición
de otra cultura sobre la suya, que pretende hacer desaparecer, o al menos
subordinar la anterior a la nueva. Por supuesto que el niño no es consciente
de este proceso, pero lo vive intensamente, y puede afectar todo el desarrollo
de su personalidad.
Al ingresar
a un centro infantil o una escuela, en un medio totalmente distinto y con
una cultura diferente, se pone en un primer plano el problema de su integración
a dicha cultura, lo cual puede darse mediante una vía traumática
(como en algunos modelos de educación multicultural vistos al principio
de este capítulo) o mediante una transición paulatina aparentemente
menos dolorosa.
En este
proceso, como se ha observado, juega un importante papel como la escuela infantil
está concebida para la atención y educación de la multiculturalidad,
como se ha formado y preparado el educador para esta función, y como
se concibe teórica y prácticamente su integración al
nuevo medio escolar.
El centro
infantil, la escuela, como institución social, tiene, además
de sus virtudes y condiciones positivas, sus defectos y distorsiones, lo que
conlleva a que genere tanto mecanismos de integración cuando el niño
que se incorpora lo hace de acuerdo con las normas, reglas, objetivos y funciones
previstos, como de exclusión, cuando entra en contradicción
con el "mainstream" de la cultura dominante. Es por ello que las
particularidades étnicas, culturales, religiosas, económicas
y sociales de los niños que ingresan a un centro multicultural continúan
jugando un papel significativo aún mucho después de que hayan
ingresado a la institución.
En esto,
como hemos visto, juega un papel básico la actitud que los educadores
tomen frente a dichas diferencias, y el conocimiento que tengan para saber
que hacer con esta enorme diversidad cultural. Esto puede llevar a extremos:
no ver estas diferencias, asumiendo que todo el grupo infantil es homogéneo
y coherente; asumir posturas discriminatorias hacia unos y otros niños
representativos de una cultura, o buscar estrategias de acción para
la más eficaz integración de cada uno de ellos.
La primera
posición trata con una suposición de igualdad de los niños
que está muy lejos de la realidad, lo que puede provocar que se empiecen
a dar dificultades en el rendimiento de algunos de ellos (o del todo el grupo)
por no ser atendidos de manera apropiada en sus diferencias individuales;
en la segunda, y aunque se reconocen las diferencias, se exige el mismo tipo
de respuesta, y con la misma calidad y rapidez en todos los niños,
lo cual, claro está, conduce a frustraciones y desencantos que complican
la dinámica del grupo; en la tercera, aunque se buscan fines educativos
generales para todo el grupo, se organizan actividades y situaciones de acuerdo
con las condiciones y posibilidades de cada educando, atención individual
que redunda en una mayor armonía y coherencia dentro del grupo infantil.
La integración
del niño inmigrante o de minoría cultural es un proceso complejo
que comprende tres etapas fundamentales:
1.
La incorporación del niño al centro infantil
2.
La transición a la cultura dominante
3.
La asimilación de la nueva cultura
La incorporación
del niño al centro infantil comienza desde mucho antes de que físicamente
entre a la institución, precisamente cuando se toma la decisión
de emigrar en el caso de ir a otro país, o de relocalizarse en los
niños que provienen de minorías étnicas de regiones del
mismo país, en ambos existe esta etapa de asunción de una realidad
pronta a ser, que suele estar llena de conjeturas, de incertidumbres, y en
el peor de los casos, de transformación de la dinámica familiar
del niño.
Es decir,
previo a la incorporación al centro infantil, existe un período
de cambio de las condiciones previamente conocidas, el cual puede ser incubación
de diversas problemáticas en el menor, y que van a tener menor o mayor
impacto en la medida en que sean mas o menos traumatizantes. Es por eso que
se habla de una situación de "estrés mantenido", que
no se distingue por manifestaciones externas relevantes pero que van socavando
la integridad emocional del niño poco a poco. Es por ello que, cuando
se incorpora al nuevo centro, pueden existir elementos predisponentes que
dificulten su integración.
La incorporación
del niño al centro multicultural es un caso particular del proceso
de adaptación a las nuevas condiciones, que ahora se complica por el
hecho de la diversidad cultural. Cuando un niño, sea inmigrante o no,
se incorpora a un centro infantil en el que solamente hay manifestaciones
de la cultura dominante (porque todos los otros niños se encuentran
en el "mainstream"), la misma homogeneidad de los comportamientos
a los que se enfrenta constituye una condición que actúa favorablemente
sobre las posibilidades de adaptación del niño nuevo, mas, cuando
se enfrenta a múltiples formas de actuación, a lenguas diversas
que desconoce, a conductas disímiles de sus coetáneos, sus recursos
adaptativos se debilitan, pues no sabe que hacer en cada paso particular,
esto puede conducir a serias manifestaciones de aislamiento y no participación.
Por otra
parte los estereotipos que son necesarios transformar y los que hay que incorporar
crean una mayor inestabilidad de los procesos nerviosos, y que en la situación
de integración multicultural se vuelven marcadamente complicados, por
la diversidad de estereotipos que hay que eliminar o crear ante estímulos
que son iguales en calidad. Por ejemplo, es típico que el niño
nuevo concite la atención de los demás niños del grupo,
que pueden acercarse a él para "conversar", hacerle preguntas.
Si el que se acerca es de la cultura dominante y, por tanto, habla la lengua
que el niño inmigrante desde su llegada se ha visto forzado a escuchar,
su reacción será muy diferente si el que se acerca le habla
un idioma totalmente incomprensible y que quizás jamás ha escuchado,
esto puede causarle temor, aprehensión, rechazo. De la otra parte cada
niño esperará de aquel una conducta que para él sea adecuada,
y que, de no producirse, puede ocasionar que su inicial deseo de acercamiento
se desvanezca, con sus consecuentes reacciones posteriores.
Quizás
sea necesario recordar que a actividad de adaptación del organismo
humano a las nuevas situaciones y estímulos es un proceso que se realiza
básicamente en dos planos: fisiológico y psicológico.
En esta actividad de adaptación existe un mecanismo único que
reúne y coordina todas las reacciones de los diferentes órganos
y sistemas, y en el que el sistema nervioso central desempeña un papel
principal, particularmente la corteza cerebral.
Este mecanismo
regulador de la adaptación se va conformando en la medida en que el
individuo se desarrolla, y es muy débil en las etapas iniciales de
la vida, lo que trae como consecuencia que los cambios en los estímulos
pueden provocar perturbación temporal del comportamiento. Por ello
particularmente en la edad temprana y en toda la edad preescolar, las reacciones
que resultan de la variabilidad de los estímulos, son susceptibles
de ser muy significativas.
En el
caso de la adaptación del niño inmigrante la edad en que esta
situación de inmigración se da es un factor muy importante,
pues los efectos emocionales que son propios de esta situación, se
pueden acompañar de reacciones que son achacables a la propia adaptación
en sí y a sus particularidades de acuerdo con la edad.
La base
fisiológica del proceso de adaptación estriba en la formación
de los estereotipos dinámicos, consistentes en un sistema de reacciones
de respuesta en el funcionamiento del cerebro que se crea por el uso constante
de una misma secuencia de estímulos condicionados. Con los estereotipos
todos los procesos psíquicos se cumplen más fácilmente
y sin un gasto especial de energía nerviosa.
La estabilidad
de estos estereotipos asegura así la economía en el gasto de
la energía nerviosa necesaria para realizar cualquier acción,
y a la vez facilita la actividad, porque las reacciones ante las condiciones
externas pasan por vías funcionalmente habituales.
Cuando
se sucede un cambio en el estereotipo formado, se altera la frecuencia establecida
de los reflejos condicionados, provocando dificultad en la actividad del sistema
nervioso y, como consecuencia, se presentan perturbaciones en la conducta.
Por supuesto,
esto no quiere decir que la presencia de los nuevos estímulos (lo cual
es muy resaltante en la situación de inmigración) sea la única
causa de las alteraciones en los estereotipos ya formados. También
estas puede provocarlas el cambio en la sucesión de los estímulos
o la variación de la fuerza de uno de ellos o de sus intervalos. Esto
aclara el porqué los niños de edad temprana y preescolar son
tan susceptibles a cambios en el sistema de condiciones a las que están
habituados, cambios que son muy drásticos en la incorporación
nuevas condiciones de vida, de cultura, de lengua, de comportamientos, y que
son las que caracterizan el aula multicultural.
Por lo
tanto, la situación de incorporación de un niño inmigrante
o de minoría étnica a un centro multicultural, no puede verse
solamente como un problema pedagógico y social, como un problema solo
de diversidad cultural, sino que también es un problema de adaptación
a las nuevas condiciones y, por lo tanto, susceptible de considerarse como
un caso particular de ajuste a estas nuevas condiciones, lo cual parece no
estar muy concientizado por los educadores multiculturales.
Esto implica
que el educador ha de diseñar, entre otras cosas, rutinas de acogida
del niño inmigrante o de minorías que se incorpora a la vida
del aula, no importa a que grupo social pertenezca, y sin exceptuar por edad,
a veces se cree que porque el niño es "chiquito" no comprende
bien su entorno y, sin embargo, la experiencia demuestra que eso no es así,
sino por el contrario, son capaces de detectar como cualquier otro si su llegada
es considerada inadvertida o, por el contrario, si se ve como un acontecimiento
importante para los demás. Es de recordar que las primeras impresiones
que un niño recibe al ingresar por vez primera a un centro son de gran
trascendencia para su adaptación posterior.
Lo anterior
no es sólo aplicable a la etapa de la educación infantil (donde
hasta cierto punto se valora este proceso de incorporación), sino que
también se debe extender hasta la etapa escolar.
La otra
cuestión a considerar en la adaptación inicial es la agrupación
que se le dá al niño inmigrante o de minorías dentro
del grupo, y donde hay que valorar la edad, el sexo, su procedencia étnica,
su lenguaje, entre otras cosas, para situarlo convenientemente junto a aquellos
niños que pueden favorecer su proceso de integración. Si se
crean pequeños grupos de trabajo es plausible ubicar al nuevo niño
inmigrante o de minorías junto a aquellos que ya están adaptados,
procurando que interactúe tanto con los que pertenecen a la cultura
dominante como los otros que son semejantes a él, es decir, en proceso
de integración a la nueva cultura.
De no
tomar en consideración estos factores, a veces tan evidentes, la situación
psicológica del que acaba de llegar puede volverse crítica,
y afectar su estabilidad emocional.
Es por
ello que el educador del aula multicultural tiene que dominar las particularidades
del proceso de adaptación para saber como propiciar de mejor manera
la integración del niño a su grupo, y valorar que sus reacciones
no dependen exclusivamente del choque cultural, sino también del proceso
de ajuste psicológico y fisiológico a las nuevas condiciones.
La transición
a la cultura dominante puede estar preñada de múltiples dificultades,
de acuerdo con lo que el centro infantil, la escuela, valora que hay que hacer,
o como enfocar esta transición, esto está muy relacionado con
los procesos metodológicos que se hayan de seguir, la actitud que los
educadores asuman al respecto, la concreción dentro del currículo
(si así se considera) de las acciones pedagógicas a hacer en
cuanto a la diversidad cultural. En esto se profundizará en el capítulo
siguiente, que se relaciona con el trabajo educativo en la educación
multicultural.
El tiempo
que dure la fase de la transición va a depender de numerosos factores
(grado de aceptación del niño, presencia o no de reacciones
psicopatológicas severas, incorporación de la nueva lengua y
posibilidades de comunicación, entre otras muchas) y no necesariamente
ha de ser el mismo tiempo que lleve el proceso de adaptación, pues
el niño puede haberse ajustado psicológicamente a las nuevas
condiciones y, sin embargo, su transición hacia la cultura dominante
estar muy retrasada, por la intervención de las condiciones culturales.
A su vez,
es posible que el niño inmigrante o de minoría étnica
transite mas o menos bien hacia la otra cultura y, sin embargo, se mantengan
condiciones que hacen que no acabe de adaptarse (en el real sentido del concepto),
que se "resigne" (lo cual es una aparente adaptación) o que
nunca lo haga, convirtiéndose así en un caso de inadaptación,
que aún asimilando la cultura dominante, se mantenga con sus reacciones
de estrés características. En este último caso puede
estar incluso formando ya parte del "mainstream", pero ya no como
un trastorno situacional transitorio como se clasifica la adaptación
difícil, sino como una verdadera alteración de conducta que
permanece.
La asimilación
de la nueva cultura va a caracterizarse por el propósito que el centro
infantil se adscriba dentro de la educación de la multiculturalidad,
si la enfoca como una situación multicultural en la que todas las culturas
coexisten, si la enfoca como una asimilación absoluta de la cultura
dominante con pérdida o subordinación de la anterior (aculturación),
si la enfoca como dos culturas que coexisten al mismo nivel (aparentemente)
y donde se procura que la no dominante utilice los recursos de poder de la
mayoritaria sin perder su identidad propia (biculturalismo). En cualquier
caso, estos u otros, ello implica que la integración ha de tener un
producto final en el que el niño en una medida u otra, se incorpora
a la nueva cultura y se integra (en su sentido amplio o estrecho) a la corriente
dominante.
Como consecuencia
de todo este proceso de integración, y tomando en consideración
lo que puede corresponder a cada nivel de edad, el niño inmigrante
o de minoría étnica, al final de este proceso habrá de
desarrollar competencias en:
La
cultura de su grupo de origen, tanto en la que era su habitual antes del
proceso de integración como la versión actual de la misma
en el nuevo entorno.
La
cultura de su grupo étnico (si este fuera el caso), tanto en lo referente
a las antiguas costumbres, como las que ahora se esperan del mismo.
En
la cultura de los otros grupos culturales minoritarios que ha conocido en
su grupo, o de la situación de inmigración de sus coetáneos.
En
la propia cultura del grupo y el centro infantil o la escuela, que son expresión
reducida de la cultura dominante, y donde es esperable no existan diferencias
por origen, etnia, cultura, religión, etc.
En
la cultura dominante a nivel macrosocial, y que conoce en su medio inmediato
y mediato, su comunidad, su ciudad, su nuevo país.
Solo cuando
se alcancen estas competencias es que se puede afirmar que el niño
inmigrante o de minoría étnico-cultural ha completado su integración
a la nueva cultura, y en la que manteniendo su propia identidad y origen cultural, es
capaz de actuar y sentirse ajustado en el "mainstream" de la sociedad
que le ha tocado ahora vivir.
4.6
La dinámica y red de interrelaciones personales en el grupo infantil
con niños inmigrantes y de minorías étnicas.
En estrecha
relación con el proceso de integración del niño inmigrante
y de minorías étnico-culturales está la dinámica
de interrelaciones personales que se da entre estos y los que pertenecen a
la cultura dominante, y de todos entre sí.
El grupo
infantil es una microsociedad, en la que se dan redes de interrelaciones,
normas, requisitos, que, sin estar siquiera concientizados por los niños
funcionan caracterizando su dinámica: así encontramos niños
líderes y a los que todos siguen, pequeños subgrupos de dos
o tres niños (las llamadas "islas") que se relacionan preferentemente
entre sí, niños aislados a los cuales todos excluyen o que por
sí no participan. Conocer esta red de interrelaciones personales por
el educador es muy importante para su trabajo educativo, y existen técnicas
sociométricas que permiten valorar esta dinámica, incluso en
niños de la etapa de la educación infantil.
No obstante,
la experiencia demuestra que son pocos los educadores de la primera infancia
que conocen de este hecho, y mucho menos de cómo saber como valorar
tal dinámica. En el caso de la educación pluricultural se hace
mucho más necesario, porque a los factores psicológicos que
determinan las relaciones entre los niños se unen los factores educativos
y culturales que caracterizan estos grupos.
De todas
maneras, el educador ha de organizar las interrelaciones entre sus niños,
de modo tal que las mismas faciliten el contacto, la comunicación y
el intercambio dinámico satisfactorio de las relaciones interpersonales
de su grupo multicultural, lo cual guarda una estrecha relación con
el trabajo educativo y los procedimientos metodológicos a utilizar
en el aula de la diversidad cultural, y que se expondrán en el siguiente
capítulo.
Para facilitar
y garantizar una buena dinámica de relaciones interpersonales entre
los niños del grupo multicultural el educador ha de considerar:
Guiar
a sus educandos para que establezcan relaciones positivas entre sí,
que den lugar a la formación de amistades, por ser estas muy importantes
para los niños. Hablar de la amistad, de lo bueno que es tener
amigos, etc. En este sentido ha de observar los comportamientos de atracción
que puedan darse de manera espontánea entre niños específicos,
para favorecer este contacto.
Buscar
tiempo para hablar de manera asequible y entendible a los niños
sobre la discriminación y como se puede prevenir la misma, la profundidad
del tema estará en relación con su nivel de comprensión.
Un niño bien pequeño es capaz de entender que no se quiere
a un niño porque tiene la piel cobriza, y es a su vez capaz de
comprender que eso no debe ser, y que hay que "jugar" con este
tipo de niños, y ayudarlos, para que se sientan contentos.
Estimular
a los niños a que hablen de sus sentimientos y vivencias frente
a los otros, para esto se pueden formar pequeños grupos, e incluso
en algún momento analizar con todos la experiencia relatada por
uno en particular.
Estimularlos
de igual manera a que acepten a los niños "diferentes",
reforzando el criterio de igualdad a partir de su yo interno, y no de
particularidades externas, como puede ser el vestuario, la lengua, etc.
Preservar
la identidad cultural de cada niño, hacerles hablar en su lengua
materna en actividades especiales, y hacerles escuchar las formas diferentes
de los otros al hablar, esto puede reforzarse mediante canciones, poesías,
rimas que, aunque pueden no ser entendidas, colaboran a que todos acepten
una forma distinta de hablar.
De
vez en cuando el educador ha de tratar de hablar en la lengua del niño
inmigrante o de minoría étnica (si posee una lengua distinta),
aunque sea unos escasos parlamentos aprendidos, esto causa una reacción
psicológica positiva en esos niños, que facilita su adaptación
al grupo.
Organizar
actividades para que los niños vengan al grupo con las ropas usadas
en su grupo cultural, para que se sientan "normales" usando
un atuendo que no es habitual en la cultura dominante. Esto les hace sentir
bien, pues las ropas no son simples vestidos, sino símbolos de
su origen cultural.
Realizar
actividades grupales que involucren la mezcla de niños de las diferentes
culturas con aquellos de la cultura dominante, sin formar grupos sectarios
o uniculturales. Siempre que se alaben los resultados de un niño
de la cultura dominante, procurar hacerlo también de alguno perteneciente
a una minoría o inmigrante, y de igual manera a la inversa.
Valorar
mediante técnicas sociométricas como se transforma la dinámica
de las relaciones en el grupo, para ir haciendo modificaciones en las
acciones pedagógicas a realizar con cada niño del grupo.