Capítulo
6
MULTICULTURALIDAD
Y LOS OTROS AGENTES EDUCATIVOS EN EL
CENTRO
DE EDUCACIÓN INFANTIL
La incorporación
inicial de un niño inmigrante o de minorías al grupo pluricultural
es un hecho de particular importancia, y las primeras impresiones que reciba
tienen una gran implicación para su posterior estancia, situación
que puede hacerse extensible a las familias. Las expectativas de la familia
y su futura colaboración han de depender en gran medida de lo que suceda
en estos días primeros, por lo que el educador ha de tomar gran empeño
en que la adaptación del menor y todo lo que esto conlleva se realice
de acuerdo con lo que es más apropiado hacer durante este período.
En la
unidad 2 se analizaron las características de las familias en situación
de emigración, y se valoró el grado de afectación y desorganización
de su dinámica interna como consecuencia de ello, esto hace que las
mismas sean muy vulnerables a cualquier hecho negativo del medio circundante,
mucho más de lo que puede acaecer en una familia de la comunidad receptora.
Esto determina que la labor de educación de padres y de integración
cultural con estas familias sea una empresa bien difícil.
Por otra
parte, también se van a dar diferencias entre las familias inmigrantes
y la de los niños que pertenecen a minorías étnicas y
culturales, que muchas veces proceden de otras regiones menos favorecidas
del propio país.
Las familias
inmigrantes por lo general ven en el país receptor el lugar en el cual
han de poder resolver la problemática que originó su emigración
(política, económica, religiosa, etc.), hay en ellos una postura
favorable al nuevo país, mientras que las familias de minorías,
que han sido secularmente segregadas por los grupos de poder de la cultura
dominante, que han sido maltratadas, vejadas, e incluso en ocasiones sometidas
al exterminio, poseen una actitud totalmente opuesta hacia su sociedad de
origen, a la cual ven desde un prisma negativo. Esto hace que el educador
tenga que llevar a cabo un tratamiento diferenciado de las familias, en dependencia
de su origen y postura hacia las estructuras sociales de la comunidad en las
que han de vivir.
Sin embargo,
ambas coinciden en que sus niños ingresan al aula multicultural, con
el propósito de viabilizar que los hijos puedan ser orientados correctamente
en la integración a la cultura mayoritaria, que es el objetivo primordial
de esta aula, sin perder su relación con su cultura original ni subordinar
su identidad a la del grupo dominante.
Tal situación
de similitud y diferencia entre las familias, y la unicidad de situación
respecto a los niños marca el trabajo del educador en la educación
de padres del aula multicultural, que requiere de una revaloración
de las técnicas y medios que usualmente se utilizan en la misma.
Por otra
parte la comunidad, como agente educativo, juega también un papel,
que el educador ha de saber como usar en provecho de su aula multicultural,
y en la que de igual manera se van a dar posturas diversas, a veces antagónicas:
de total aceptación de las familias inmigrantes y de diversificación
étnica y cultural, hasta las de absoluto rechazo. Del modo que el centro
infantil está enclavado en una comunidad con la que ha de mantener
relaciones, el educador tiene ante sí el reto de hacer también
que estas relaciones sean favorables para el desenvolvimiento del trabajo
educativo en su aula multicultural.
Familia
y comunidad son agentes educativos importantes en la educación del
niño inmigrante y de la diversidad cultural, agentes que sabiamente
conducidos por el centro infantil pueden apoyar grandemente la inserción
de estos niños en la nueva cultura, lo cual es condición indispensable
para su futura función como ciudadanos y como personalidad.
6.1
El papel de los padres en la situación de la multiculturalidad. Las
escuelas de padres multiculturales.
Los padres,
y la familia como una unidad en sí, juegan un papel crucial en la integración
del niño inmigrante o de minorías a la cultura dominante, y
en la medida que el educador sepa como coordinar su rol con el del hogar,
estará sentando las bases de una posible transición satisfactoria
de los niños al "mainstream".
El centro
infantil no puede mantener una postura neutral en este aspecto, ya que las
prácticas dirigidas o espontáneas del centro infantil, incluyendo
su enfoque hacia la escolarización, sirven para validar o invalidar
la cultura del hogar, ayudando o entorpeciendo las relaciones familiares.
Wickes
señala que los niños están profundamente involucrados
con la actitud psicológica de los padres. Cuando los niños se
percatan de las dolorosas decisiones que sus padres tuvieron que hacer para
decidir abandonar su país, o su región, cuando se percatan de
que sus sueños no han de ser fáciles de hacer realidad, en la
medida en que valoran lo que implica la adaptación al nuevo medio,
es entonces cuando las primeras heridas de la separación comienzan
a cerrarse, y comienzan a aceptar la demandante tarea de crear un nuevo enfoque
de la vida, que incluye lo que traen de atrás y su inserción
en la realidad que se encuentran en el nuevo país o región.
Es decir,
la familia es un vehículo importante de las posibilidades de éxito
del niño inmigrante o de minorías de insertarse de forma adecuada
en la nueva cultura, por lo que se hace indispensable una comunicación
apropiada entre esta y el centro infantil. Si esto no está bien concientizado
en ocasiones puede darse una situación contradictoria en la que el
menor está como en el medio sirviendo de colchón de amortiguación:
por un parte los padres que creen que la aculturación es una responsabilidad
del centro infantil y en la que ellos no tienen nada que ver, y por la otra
es el centro infantil el que considera que esto es una tarea exclusiva de
los padres. Ante esta contradicción el niño sufre, y se complica
su proceso de inserción a la nueva cultura.
No obstante,
la mayoría de los padres de los niños inmigrantes o de minorías
quieren que sus hijos tengan una buena educación y se integren de una
manera satisfactoria al nuevo medio social, esto facilita mucho las posibilidades
de su cooperación. Ellos quieren que sus hijos tengan éxito
en la escuela, que pertenezcan a la nueva sociedad, y que hagan nuevos amigos
sin perder sus valores culturales.
Esto hace
indispensable de inicio una buena conexión entre el educador y la familia,
lo cual suele manifestarse en un principio con acciones tales como invitar
al educador a hacerles una visita en la casa, solicitarle participe en alguna
actividad de la familia, y por el estilo. La importancia de esta conexión
radica en que, aunque al principio exige un esfuerzo consciente para ayudar
a los niños a exponer su ascendencia cultural de manera abierta, posteriormente,
una vez dado esto, ellos disfrutan en compartir en el centro infantil como
es su hogar. Disfrutan trayendo objetos raros de la casa, así como
relatar lo que hicieron en el hogar una vez fuera del horario del centro infantil.
Los padres
juegan un rol en ayudar a los niños a preservar su identidad cultural,
porque muchas veces estos vienen en etapas muy tempranas de la vida, con pocos
recuerdos enraizados, y de no existir una acción consciente del medio
hacia la permanencia de sus ancestros culturales, estos se pueden perder de
manera irremisible. Como estos niños en definitiva tienen en sí
mismos su acervo cultural (por su físico, el color de su piel, su acento,
sus formas de relación, entre otros factores) nunca son percibidos
como miembros "reales y oriundos" de la nueva sociedad, y a la vez
suelen ser rechazados por su propia comunidad cultural porque "no quieren
ser como sus ascendientes". Esto causa un dilema emocional muy severo
en estos niños, que no les permite una apropiada inserción en
la nueva cultura.
Pero los
padres necesitan apoyo para ayudar a sus hijos a preservar su cultura, por
lo que se impone su correcta orientación, el hecho de que ayuden a
preservar la identidad cultural de los hijos, no implica de modo unívoco
que sepan hacerlo de forma apropiada. Aquí empieza el rol del educador
en la educación de estos padres, incorporando a estos en el proceso
de educación y aculturación de sus hijos.
Esto empieza
por la continuidad de acciones que se hacen en el aula multicultural y su
extensión al hogar. Si al niño se le ha enseñado a apreciar
favorablemente su lengua nativa en el centro infantil, se sentirá con
deseos de continuarlo en su hogar, y se favorecerá sí el papel
que juegan los padres en el mantenimiento de sus lazos culturales con su lugar
de origen.
Es por
ello importante que el educador oriente a los padres lo que se hace en el
trabajo educativo en el aula, para que estos lo continúen realizando
en el seno del hogar. A su vez las cosas que los padres hacen bien en la casa
respecto a la culturalidad, pueden encontrar eco en el desarrollo del trabajo
educativo en el aula.
Esta es
una labor que tiene un carácter eminentemente individual, pues cada
familia tiene sus propias características culturales. De ahí
que sea indispensable para una efectiva labor con el medio familiar de los
niños que el educador haga una caracterización cultural de cada
familia. Esto lo puede llevar a cabo mediante la realización de visitas
al hogar, haciendo entrevistas y encuestas, y también llevando a cabo
investigaciones participantes.
Con dicha
caracterización de cada familia el educador puede elaborar entonces
un plan de acción para el trabajo particular de orientación
con cada medio familiar, que a veces puede ser notoriamente diferente para
una familia y otra, como puede ser la labor a realizar con una familia árabe,
que tiene sus modos de vivir y pensar, y con otra israelita, que puede ser
diametralmente opuesta en sus creencias, costumbres y comportamientos. Pero
en los dos casos, ambos son padres de sus educandos y con ambos hay que trabajar.
Pero el
educador no puede reproducir en la escala de su aula la problemática
política o social de su país, y por lo tanto, no puede concretarse
a trabajar siempre de manera aislada con las familias porque en la realidad
social y política estas sean antagónicas, como puede suceder
con las familias árabes e israelíes, se imponen acciones grupales
y colectivas también que acerquen a estas familias y consecuentemente
a los niños que provienen de las mismas. Se impone una educación
de padres, que ha de seguir en términos generales los mismos principios,
enfoques y métodos de la educación en las aulas uniculturales
de la cultura dominante, pero con modificaciones impuestas por la propia diversidad
cultural de su aula.
El trabajo
de educación de las familias de la diversidad cultural consiste no
solamente en orientar, explicar y demostrar a cada padre, a cada familia,
las actividades que puede realizar con su hijo y desarrollar habilidades preparatorias
básicas para su desarrollo integral, sino también como asumir
y llevar a efecto sus responsabilidades en la integración cultural
de sus hijos.
Para propiciar
una preparación psicológica, cultural y pedagógica de
la familia de la diversidad cultural, es necesario conducir esta labor hacia
el logro de un objetivo que se planifique previa y sistemáticamente,
con un carácter concreto y un enfoque diferenciado; lo que presupone
continuidad, complejidad consecuente y utilización de conceptos teóricos
y metodológicos, teniendo en cuenta el nivel económico, las
condiciones de vida y de educación de cada familia, su ascendencia
culturas, las razones por las que emigraron de su país de origen para
insertarse en esta nueva comunidad, el tiempo que ya tienen de permanencia
en el actual, sus relaciones comunitarias y sociales en el momento presente,
entre otros muchos elementos que hay que considerar.
La educación
de estas familias multiculturales, al igual que las demás, tiene un
carácter intencional y dirigido, y se realiza mediante diferentes vías.
Entre las más usuales se encuentran: las escuelas de padres, las consultas
de familia y encuentros individuales, las visitas al hogar y las reuniones
de padres.
Las escuelas
de padres tienen el objetivo de contribuir a la capacitación pedagógica
de la familia, a elevar su nivel de conocimientos psicológicos y pedagógicos,
así como culturales, y a prestar ayuda concreta en los distintos aspectos
de la educación de sus niños.
El hecho
de que la organización de las escuelas de padres supone el debate y
la reflexión de un tema previamente acordado entre los padres y el
educador, la convierte en una de las tareas más difíciles y
complejas del aula multicultural, porque posibilitar y exigir la participación
de las familias para que expongan sus dudas, opiniones, intercambien sus experiencias,
sugerencias y consejos y, lleguen a conclusiones e inclusive a tomar acuerdos
acerca de conductas y estilos a seguir sobre una actuación o problema
específico, en personas que pueden ser diametralmente opuestas en creencias,
costumbres y modos de vivir y pensar, es realmente una tarea épica.
La formación
educativa de las escuelas de padres, su carácter participativo - interactivo,
otorga a esta forma organizativa de educación familiar magníficas
posibilidades de cumplir con los propósitos que se plantea: contribuir
a la concientización y su preparación para que realicen una
educación más científica de sus hijos, el problema radica
en como hacer concordar necesidades y realidades, puntos de vista y criterios,
normas y valores, de familias que pueden ser absolutamente distintas unas
de otras.
Para ello
el educador debe seleccionar los temas que en su criterio son los más
generalizables a todas las familias, como pueden ser los del juego o los de
la necesidad de afecto de los niños, dejando los mas relacionados con
los criterios culturales para el trabajo particular con cada familia, como
puede ser lo referente a la socialización de los niños o las
relaciones intrafamiliares.
Existen
múltiples modalidades de educación de padres, como son los días
de puertas abiertas, las charlas, las consultas por grupos, los murales de
información, buzones de información y sugerencias, entre otras
utilizadas en la educación de padres habitual que también pueden
utilizarse con las familias de la diversidad cultural, esto es algo importante
que el educador multicultural ha de tener bien en cuenta: no hacer tan diferenciados
a estos padres multiculturales que los haga demasiado diferentes a los de
la cultura dominante, pues como ya se ha visto previamente en este material
el remarcar las diferencias en grado excesivo conduce a convertirlas en desigualdades.
Todas
estas formas de organización se apoyan con materiales didácticos
y audiovisuales en su realización, así como con demostraciones
con los niños que permitan hacer bien evidente a los padres los mensajes
educativos que se orientan.
Se ha
extendido mucho utilizar en las escuelas de padres técnicas de dinámica
centradas en el grupo, denominadas en la actualidad técnicas participativas,
con las cuales es el propio grupo el que se va cohesionando en torno a las
tareas planteadas, y quien lleva a cabo una experiencia de verdadero aprendizaje
colectivo. El educador ha de valorar hasta que punto puede usar estas técnicas
o mantener la orientación de la charla centrada en él mismo,
esto dependerá de la composición social de las familias, su
proporción étnica y cultural en el aula, el nivel de escolarización
de las mismas, etc.
Estas
técnicas abarcan entre otras las de animación o caldeamiento,
que permiten crear el clima psicológico adecuado para adentrarse en
los temas escogidos; las específicas de exploración de las ideas
y opiniones que traen los padres; así como las de análisis y
profundización en los problemas identificados. En distintos momentos
de las sesiones de padres se utilizan técnicas que permiten evaluar
el estado de ánimo, interés y comprensión; así
como las que posibilitan graficar el conjunto de opiniones existentes o el
curso de las ideas en debate. Si el grupo de padres posibilita la realización
de estas técnicas grupales, las mismas de manera decidida se convierten
en un medio muy efectivo para esta labor de orientación, sobre todo
considerando que los padres multiculturales pueden presentar dificultades
lingüísticas para poder comunicarse eficazmente entre sí.
Al generalizar
las mejores experiencias de estas sesiones de padres, y el educador concluye
que pueden operar como grupo de discusión, ha de tomar en cuenta lo
siguiente:
1.
Extraer las necesidades desde el propio grupo de padres, no imponer los
temas a analizar. Recordar que las necesidades pueden ser diversas y que
puede hacerse necesaria la intervención directa del educador para
decidir.
2.
Seleccionar grandes eventos normativos del crecimiento de la familia, y
que suelen ser independientes del acervo cultural: la llegada de un nuevo
niño, el cómo ayudar al menor en las tareas para el hogar,
como pasar las vacaciones al terminar el curso, entre otros muchos.
3.
Invitar a los padres a proponer sus necesidades, y a proponer en un análisis
colectivo el programa anual de temas que desean desarrollar. Para ello se
pueden utilizar diversos procedimientos y técnicas participativas.
De acuerdo
con la experiencia una sesión típica de esta actividad transcurre
por varios momentos:
Se
requiere un tiempo inicial para conocerse o reconocerse entre los participantes,
sobre todo considerando que para algunos las otras familias pueden parecer
"raras". Este momento toma en cuenta los sentimientos que
estos traen a la sesión, lo que conforma el clima emocional del
grupo.
A
continuación, y enlazado con lo anterior, hace falta el caldeamiento
emocional, es decir, la creación de una predisposición
positiva para adentrarse en el tema. No se trata de cualquier actividad
para perder las inhibiciones, sino de aquellas que asocien estados emocionales
y vivencias individuales con el espacio grupal creado, y más
específicamente con el tema que se va a tratar.
Eso
da paso a la introducción del contenido de la sesión.
Hay muchas formas de introducir el tema, pero es útil partir
de las vivencias de los miembros, y evocar algunas de ellas en el grupo,
de tal manera que se pueda trabajar con lo que todos han presenciado.
Esta etapa de proyección de vivencias personales permite además,
explorar por donde van las inquietudes de los participantes.
El
momento más productivo de la sesión consiste en el análisis
del asunto evocado, para lo que se emplean variadísimas técnicas
que comúnmente requieren la formación de subgrupos, la
graficación de las ideas producidas por esos equipos, así
como diversas formas de integración con vista a concluir el análisis.
Es necesario que la sesión no termine sin estas vivencias positivas
y que contribuyen a la formación de planes futuros.
A
esta altura también es recomendable algún tipo de evaluación
de la satisfacción experimentada durante la sesión.
Como
se observa la escuela de padres es un método complejo de utilizar con
los padres multiculturales, pero no por ello ha de pensarse en su uso limitado,
por el contrario, constituye una vía idónea, quizás la
única de lograr un intercambio entre todas las familias, entre todas
las culturas, lo cual ha de redundar positivamente en el trabajo educativo
con los niños.
Las consultas
de familia constituyen otra alternativa para la atención a los padres
de la diversidad cultural para abordar preocupaciones o problemas que tengan
los padres con sus hijos en el manejo hogareño, en la atención
a sus necesidades, la inserción cultural, etc. Esta atención
puede recabar la ayuda del psicólogo por la calidad de la inquietud
planteada por los padres, pero por lo general es asequible directamente por
el educador.
Dichas
consultas pueden consistir en una conversación orientadora en que toda
la familia reflexione sobre sus problemas en torno al desarrollo del hijo,
los problemas que se derivan de su integración al nuevo medio, los
efectos que la propia dinámica familiar puede estar causando, y busque
las vías para su solución bajo el asesoramiento del educador.
La conversación
pedagógica con los padres es parte de la tradición de los centros
infantiles, pero se centra más en el aprendizaje y en el comportamiento
de los niños que en las características familiares que pudieran
explicar ese comportamiento. No obstante, dadas las particularidades de estas
familias se requiere explorar adecuadamente las potencialidades de los padres
para adecuar su funcionamiento familiar a las necesidades actuales de la formación
y la integración de los hijos.
En las
consultas con la familia se puede abordar un asunto que preocupe al centro,
a la familia, o la comunidad. Se procura, por tanto, que cada miembro de la
familia exprese como ven el problema planteado, y como se sienten al respecto.
Se busca que unos valoren las opiniones de los otros, más que dar la
conclusión por el educador. Esta dinámica de la discusión
conduce a que se despliegue en la sesión el sistema de relaciones que
habitualmente existe en el seno de la familia, con sus tensiones, asimetrías,
etc.
El educador
es una autoridad indiscutible ante la familia multicultural, en lo que concierne
particularmente a la educación e integración de sus hijos, por
lo que su conversación orientadora ha de ser dirigida a ayudar a pensar
y a actuar a la familia. El consejo orientador no sustituye lo que los propios
padres razonan, opinan o se proponen hacer, pero a veces éstos simplemente
no saben como actuar por no conocer ampliamente como funciona el problema
en la actual cultura. El educador que atiende a los padres de la multiculturalidad
contribuye mucho a la solución de los problemas familiares si escucha
benévolamente, si manifiesta comprensión humana ante las dificultades
o las preocupaciones que le plantea la familia, y abre un espacio a la búsqueda
orientada de soluciones.
Una conversación
orientadora puede conducir a las lecturas de materiales educativos, al reforzamiento
de la asistencia a las charlas o reuniones de padres, y si es necesario a
otros encuentros futuros en consultas de orientación.
Los encuentros
individuales tienen una máxima prioridad en el centro infantil de la
diversidad cultural. El trabajo de orientación de la familia es uno
de los más complejos en el centro, pero, ¿cómo el educador
se gana el afecto y respeto de los padres y logra mantener las relaciones
más estrechas con los mismos? No es muy difícil dar respuesta
a esta pregunta si en el trabajo sistemático del centro se aprovecha
cada momento casual de contacto con los padres para realizar una labor educativa
con los mismos en una relación relajada y sin formalismos que muchas
veces logra más resultados que otras vías más estructuradas
de la orientación y educación de padres.
Mantener
interesados a los padres por los conocimientos pedagógicos no es cosa
fácil ni rápida de lograr, requiere todo un proceso de análisis
de las características propias de forma individual y de trabajo sistemático
con el padre de familia para poder brindar la ayuda necesaria y precisa en
el momento oportuno, tener tacto para hacerse entender y no provocar una negativa
rotunda al problema que se quiere dar solución. Por ejemplo, si se
necesita hablar con los padres porque se observa dificultades en la conducta
de su hijo, esto se hará a solas, sin palabras chocantes que puedan
crearle predisposición hacia el tema o justificación del asunto.
En estos casos se buscarán las palabras apropiadas que ayuden a los
padres a la comprensión y reflexión del problema, y a su vez
poder encausarlos a una solución conjunta de la dificultad de su hijo.
Esto es
muy importante porque, aunque se hace imprescindible que el niño inmigrante
o de minorías encuentre en su aula un refugio semejante al hogar, ello
no implica que no se actúe sobre su proceso de socialización.
El educador no debe temer confrontar un problema de disciplina del niño
con sus padres, pues el ponerse de acuerdo con la familia puede ayudar en
mucho a resolver su dificultad.
Esta vía
se utilizará fundamentalmente cuando se desee prestar ayuda activa
a los padres cuando exista un problema concreto que se quiera resolver y que
ataña a una familia en particular.
Son importantes
en este encuentro individual el aprender a escuchar a los padres, sin hacer
preguntas personales que puedan inquietarlos, utilizando un trato afable y
siendo hábil en enseñar lo que se pretende. El contenido de
este encuentro individual con los padres solamente debe ser conocido por ellos
y el educador, por lo que se debe valorar las condiciones en las que se realiza
la orientación en el encuentro, a fin de garantizar la necesaria privacidad
durante el mismo.
Las visitas
al hogar aportan una información valiosa sobre las condiciones en las
que el niño vive y se educa, tanto materiales como higiénicas,
y de carácter afectivo; permiten conocer la composición familiar;
las relaciones entre sus miembros, el estilo educativo que predomina, entre
otras, para, a partir de este conocimiento y de la potencialidad educativa
que posee la familia, prever la ayuda necesaria, las orientaciones generales
para el adecuado cumplimiento de sus funciones, así como, las sugerencias
de medidas y de actividades concretas cuya aplicación permita favorecer
el comportamiento infantil y estimular su proceso de integración cultural.
La visita
al medio familia es de todas las vías de educación de padres
de la multiculturalidad quizás la más importante, por el significado
que la misma adquiere desde el punto de vista psicológico para el niño
inmigrante y de minorías, y para la propia familia, que se ve valorada
con la visita del educador (que por lo general es visto como un representante
de la cultura dominante)
La visita
al hogar lleva implícita la utilización de la "observación"
de la vida familiar, al respecto es válido recordar que la observación
puede ser incidental, si se refiere a eventos que se manifiestan en la cotidianidad
y que pueden arrojar luz sobre la estructura de relaciones y de autoridad
del sistema familiar.
Las observaciones
sobre la familia se pueden realizar también en situaciones controladas,
por ejemplo, cuando se cita a los padres al centro para tratar determinado
aspecto, o cuando se convoca a padres para participar en algunas actividades
de la vida de la institución tanto las que se realizan en el propio
local del centro como las que se hacen cuando se realizan actividades festivas,
paseos, excursiones, etc.
Es aconsejable
la realización de observaciones sistemáticas en el hogar, y
no la visita casual, que permiten hacer una interpretación objetiva
de la vida familiar. El educador que visita un hogar ha de estar consciente
de que su sola presencia allí puede modificar en algo el sistema de
relaciones habituales. No obstante las visitas son imprescindibles para comprender
mejor muchas de las manifestaciones que presentan los niños en el quehacer
del aula multicultural.
La visita
al hogar, si es adecuadamente realizada estimula el comportamiento de los
padres, pues es aquí donde estos comprenden que el educador siente
un gran amor por su trabajo y quiere ayudarlos, y orientarlos para que puedan
educar y colaborar en el proceso de integración de sus hijos. Así
mismo, el educador conoce a otros miembros de la familia además de
los padres, y que lógicamente han de ejercer también influencia
en la educación del niño.
Por su
importancia la visita al hogar ha de realizarse de manera sistemática,
por lo que el educador ha de planificar las mismas, no excluyendo a ninguna
de las familias de su grupo de educandos.
En ocasiones
las familias de los niños inmigrantes y de minorías solicitan
al educador si a su vez pueden visitar a éste en su casa, ello puede
estar inducido por costumbres culturales (retribuir la visita) o por motivos
de necesidad de confirmación social en el medio actual. El educador
ha de valorar esta posibilidad, que generalmente se realiza una sola vez o
muy pocas veces, pues la familia al ver que es aceptada en el hogar del educador,
ya siente generalmente satisfecha su necesidad de aceptación y confirmación
social.
Las reuniones
de padres ofrecen un marco de contenido más amplio, y donde prevalece
la función informativa y reguladora de la comunicación entre
la educadora y los padres de familia de la diversidad cultural, con una gama
amplia de aspectos a analizar que pueden ir desde la información del
curso del desarrollo de los niños, los aspectos organizativos y educativos
del centro infantil, hasta los temas de la pluralidad cultural.
Las reuniones
son una de las formas colectivas de trabajo con los padres a las que hay que
imprimirles mayor flexibilidad y creatividad en su forma organizativa, para
lograr que no sean esquemáticas y se adecuen a la información,
orientación y definición de aspectos prácticos que necesitan
los padres.
En el
centro infantil multicultural se han de promover la realización de
reuniones en que sus objetivos fundamentales sean exponer experiencias educativas
que los padres han trabajado en el seno del hogar bajo la orientación
del educador, a fin de que sirvan al resto de los padres para mejorar el trato
y manejo de sus hijos. También pueden organizarse preguntas y respuestas
que promuevan el análisis de aspectos importantes, tanto pedagógicos,
de alimentación, como de salud, y en cuya respuesta se observará
el desarrollo educativo alcanzado por los padres y su aplicación en
las actividades dentro del hogar.
La realización
de las reuniones pueden marcarse en el horario de recogida de los niños,
donde se reúna el mayor número de padres. El lugar debe seleccionarse
de manera tal que promueva su participación, como puede ser el salón
de la entrada, los pasillos, un patio central, el área exterior de
juegos, entre otras.
El contenido
educativo irá encaminado a interesar a los padres de familia en las
actividades educativas que realizan sus hijos en los distintos momentos del
horario de vida del centro infantil; éste será muy bien seleccionado
y preparado, considerando que ha de tener un carácter breve e informal,
en que se harán demostraciones prácticas, y donde al finalizar
se dejarán en el lugar de la realización los materiales didácticos
y juguetes utilizados con algunas notas explicativas para que puedan ser observados
por los padres que no asistieron.
Cuando
estos productos de la actividad tienen un contenido multicultural llaman mucho
la atención de las familias, que contrastan sus propias experiencias
culturales con las otras.
Siempre
se tendrá en cuenta que estas reuniones han de tener un triple carácter,
tanto para demostrar como va la formación de los niños en el
desarrollo de hábitos, habilidades y capacidades; para darle a los
padres algunas ideas para la realización de actividades en el hogar
que reafirmen los conocimientos que los niños aprenden en el centro
infantil, y para lograr la convivencia entre las distintas culturas que componen
el alumnado del aula multicultural.
Las reuniones
deben efectuarse con frecuencia, manteniendo a los padres actualizados e informados
de la labor educativa que se ejerce en el aula, con el objetivo de buscar
ayuda y unir los esfuerzos para el logro del pleno desarrollo de los niños,
que todos se conozcan y vean que tienen problemas semejantes, y que paulatinamente
vayan aceptando sus diferencias culturales.
Las características
esenciales que deben tener las orientaciones que se den a los padres en las
reuniones para el cumplimiento efectivo de su labor educativa deben contemplar:
·
Estar impregnadas de un carácter práctico y creador.
·
Tener actualidad y ser de interés general.
·
Estar en correspondencia de las necesidades de la mayor parte de los padres.
·
Hacer la misma orientación por diferentes vías.
·
Tratar de que sean fácilmente comprensibles para que lleguen al mayor
número posible de padres.
·
Mantener de forma sistemática el tipo de orientación y las
interrelaciones más estrechas con todos los miembros de cada familia.
·
Utilizar recursos lingüísticos asequibles a todos los padres,
y no descansar en que porque aparentemente han escuchado, pueden haber entendido
lo dicho, por lo que se hace necesario utilizar técnicas que permitan
comprobar que se ha comprendido las orientaciones impartidas.
·
No hacer diferenciaciones ostensibles entre las familias, las cuales pudieran
atribuirse a la ascendencia étnica o cultural.
El educador
multicultural puede usar otros métodos en la educación multicultural,
como es la elaboración de materiales escritos, simples y comprensibles
a todos, no importa su origen étnico o cultural. Las lecturas recomendadas,
que muchas veces se publican en las localidades para la educación de
los padres tienen un menor rango de utilización por el problema del
lenguaje. La correspondencia entre los educadores y los padres es más
asequible, en los centros infantiles se ha probado con éxito la utilización
de un buzón para las preguntas que deseen hacer los padres, que muchas
veces se articula con un mural para divulgar las respuestas a las inquietudes
generales, señalar las actividades del centro, escribir consejos sobre
algunas cuestiones del desarrollo infantil, sobre la convivencia cultural,
etc.
Dentro
de las alternativas metodológicas habituales de la educación
de padres una vía muy efectiva lo son las asociaciones, comités
o consejos de padres. La integración de los padres a la propia dinámica
del centro infantil, en agrupaciones u organizaciones que colaboren directamente
con el centro, en estructuras dirigidas por ellos mismos, ha sido comprobado
por las investigaciones que constituyen medios efectivos y eficientes en el
apoyo al trabajo educativo de la institución, y a la labor con los
propios padres.
En el
caso del centro infantil de la diversidad cultural esto no es tan simple,
porque el propio abigarramiento de culturas, étnias y lenguas, puede
ser un obstáculo insuperable. De todas maneras el educador multicultural
ha de probar su posibilidad de creación. Aquí es inteligente
utilizar un padre de la cultura dominante para que funja como centro de la
asociación, pues de no ser así, estos padres pueden rechazar
ser "dirigidos" por alguien "de una cultura inferior",
estas son realidades que el educador ha de aceptar y que parten de un mundo
donde las culturas tratan de imponerse unas sobre otras.
No obstante,
el principal objetivo que para el educador multicultural tiene la creación
del consejo de padres radica en que ello plantea la no diferenciación
del centro infantil de la diversidad cultural de cualquier otro centro del
"mainstream". Esto es tremendamente importante para la aceptación
y concienciación por la cultura dominante de que la educación
multicultural es igual a la propia, con la sola distinción de tener
niños de muy diversas procedencias étnicas, culturales, etc.
De no existir un consejo de padres, como es usual en un centro infantil habitual,
ello puede generar criterios despectivos o peyorativos respecto al nivel intelectual
y cultural de dichos padres para asumir estas funciones, lo cual a su vez
redunda en su no aceptación y rechazo. De ahí que, aunque difícil,
y quizás necesitando de mucho apoyo directo del educador, el consejo
de padres del centro infantil de la multiculturalidad ha de ser una realidad
en estos centros.
La denominación
de estos grupos de padres que se organizan para cooperar con la labor educativa
del centro infantil es muy variada, y ha de surgir de parte de los propios
padres, y tomando en consideración lo que es culturalmente pertinente.
Las tareas
principales de estos consejos de padres de familia de la diversidad cultural
son muy variadas, y pueden ser las mismas que se les atribuyen a los consejos
de padres de los centros de la cultura dominante. entre las que se ubican,
mas aquellas que se deriven de su propia diferenciación cultural.
·
Apoyar la labor educativa del centro en relación con la formación
de hábitos higiénicos, culturales y de convivencia social,
así como de las normas de aceptación de las distintas culturas.
·
Velar por el buen desenvolvimiento de la educación y la salud de
los niños.
·
Contribuir a la asistencia y puntualidad de los niños al centro infantil,
para lograr el cumplimiento eficaz de todas las actividades establecidas
en su programa educativo.
·
Interesar a los padres en la adquisición de los conocimientos pedagógicos,
de salud y de nutrición necesarios para la correcta formación
de los niños en el hogar.
·
Cooperar con el centro infantil en la preparación de las condiciones
materiales para la realización de charlas y otras actividades promocionales
de educación de padres, así como de la divulgación
efectiva de las mismas para lograr una buena asistencia.
·
Apoyar las actividades orientadas para fomentar en los padres, niños
y el personal del centro infantil, la conciencia de la importancia del cuidado,
conservación y respeto del centro.
·
Promover la participación de los padres en las tareas relacionadas
con el embellecimiento y mejoramiento del centro infantil: labores de mantenimiento,
arreglo de muebles y juguetes, trabajo en el huerto y áreas verdes,
confección de material didáctico y para áreas de juego,
entre otras.
·
Colaborar en la celebración de cumpleaños y otras actividades
festivas, culturales y sociales relacionadas con la institución.
Promover actividades de intercambio cultural, celebración de las
fiestas nacionales de cada cultura, realización de "conciertos"
de música intercultural, entre otras muchas.
El consejo
del centro infantil podrá tener una estructura diversa, de acuerdo
con las particularidades del centro, las condiciones de los padres, etc. Esta
estructura podrá contar con un padre que funja como presidente del
mismo (preferentemente de la cultura dominante), y un grupo de padres seleccionados
por ellos mismos, en representación de cada grupo del centro infantil, y que forman un ejecutivo, por llamarlo de alguna manera, que se reúne
con una periodicidad acordada, y que analizan las tareas del consejo, las actividades a promover y realizar con el resto de los padres,
y las vías de apoyo y cooperación
con el centro.
6.2.
La comunidad y su acción respecto al grupo multicultural en la escuela
infantil.
La comunidad,
al igual que la familia constituye, un agente educativo de singular importancia
en la educación multicultural, y que puede desarrollar múltiples
acciones a favor de una integración adecuada del niño inmigrante
y de minorías a la cultura dominante. La comunidad en sí misma
es expresión de esa cultura dominante, a partir del criterio de que
la familia de estos niños se haya insertada en una zona representativa
de esa cultura, y no está "refugiada" en una localidad afín
a su cultura específica. Así, la inserción de las familias
inmigrantes en ghettos, reservaciones o poblaciones "protegidas",
aunque hablan de una coexistencia cultural, no necesariamente implican una
cultura multiétnica ni de integración cultural y, por tanto,
no es a este tipo de comunidad el que se refiere el presente inciso, sino
aquella que forma parte de la cultura dominante y en la cual se van insertando,
con una frecuencia cada vez mayor, mas y mas inmigrantes y gentes procedentes
de zonas de minoría étnica o cultural.
El centro
infantil tiene una responsabilidad en establecer las coordinaciones mas adecuadas
con la comunidad en que esté situado para facilitar el contacto y el
apoyo de esa comunidad a su labor multicultural. A su vez la comunidad ha
de tener como uno de sus objetivos primarios posibilitar que sus instituciones
representativas puedan ejercer una acción de apoyo al centro infantil
como tal, y a su población infantil inmigrante o de minorías.
Las interacciones
que se dan permanentemente entre los miembros de la comunidad, el medio social
y en si misma la vida cotidiana, son también formas educativas fundamentales
que se requieren potenciar. Este planteamiento es importante por dos razones.
En primer lugar porque nos replantea el papel específico que le cabe
al centro infantil, con relación a estos procesos educativos más
globales; en segundo lugar, porque nos da elementos para pensar en el potencial
educativo de las relaciones cotidianas que se dan a lo interno de la familia
y en la comunidad.
La comunidad
suele definirse como "una unidad social, con ciertas características
socioeconómicas y culturales que le dan a la misma una organización
dentro de un área determinada". Para otros autores como Kelly,
que asume un enfoque ecológico, la comunidad es una serie de sistemas
interrelacionados de personas, organizaciones y eventos. Así, en la
primera definición se parten de los elementos estructurales de la comunidad,
y en la segunda de los funcionales.
Mas, una
definición cabal de comunidad, ha de incluir tanto aquellos elementos
que se consideran estructurales como los funcionales. Desde este punto de
vista, la definida por F. Violich parece satisfacer este criterio, al situarla
como un grupo de personas que viven en un área geográfica específica,
y cuyos miembros comparten actividades e intereses comunes, donde pueden o
no cooperar de manera formal o informal, para la solución de los problemas
colectivos.
La comunidad
como tal constituye el medio natural y sociocultural más inmediato
en el que se desenvuelve el individuo, y sus particularidades han de matizar
la formación de todas las personas que habitan en la misma, lo cual
se refleja en su desarrollo cultural, económico, intelectual, sociopolítico,
emocional y motivacional, que se sintetizan en la personalidad de cada sujeto
y, por consiguiente, en cada familia.
Esto quiere
decir que, independientemente de la singularidad de cada familia, sea o no
perteneciente a una minoría cultura o inmigrante, la comunidad que
le rodea determina formas afines de pensar y de actuar, de sus normas y valores,
de sus creencias y criterios. Desde este punto de vista, por mucho que se
incida en la transformación de la familia, este cambio es inestable
y de poco alcance, si no se transforma al medio social inmediato, en particular
en sus actitudes hacia la diversidad cultural.
Esto hace
que, a los fines del trabajo educativo del centro de desarrollo infantil con
las familias de la diversidad cultural, la labor comunitaria se convierta
en una prioridad, incluso, quizás tan importante como la acción
directa y exclusiva con el medio familiar. A partir de esa labor comunitaria
se replantea entonces como la comunidad puede ayudar a estas familias a su
integración social y cultural, para lo cual el educador requiere, al
igual que de las familias, tener a su alcance una caracterización cultural
de dicha comunidad.
Por supuesto,
que al referirse a la acción comunitaria la labor del centro de desarrollo
infantil se relaciona directamente con la comunidad inmediata de las familias,
entendiendo por tal a la que rodea estrechamente al medio familiar en su entorno
más cercano. El centro infantil no puede plantearse la transformación
radical de toda la comunidad, o comunidad mediata, pues las causas que determinan
sus particularidades se relacionan con todo el sistema social, con las leyes
histórico-sociales que han llevado a su conformación y desarrollo,
y esto exige acciones mucho más amplias y radicales de las que puede
realizar el centro de desarrollo infantil como agente educativo.
Pero aún
así, esto significa un extraordinario logro. En este sentido el desarrollo
comunitario de las familias multiculturales que la componen, puede valorarse
como aquellos procesos por medio de los cuales los esfuerzos de la comunidad
inmediata se unifican con los del centro de desarrollo infantil y otras autoridades
comunales para mejorar las condiciones generales de vida, económicas,
de recreación, y particularmente las educativas y culturales, de dichas
familias.
Es indudable
que el centro infantil, que está responsabilizado con la formación
y desarrollo de los niños, sean de la cultura dominante o de las minorías,
tiene necesariamente que coordinar acciones para que todos los agentes educativos
que intervienen en su formación: el centro infantil, la familia, la
comunidad, interactúen de manera efectiva para que influyan positivamente
sobre el curso de dicha formación y desarrollo, propiciando que la
comunidad pueda desempeñar un rol activo en la solución de los
problemas educativos y de integración de la diversidad cultural que
ahora se inserta en la misma.
Por eso
el verdadero significado de cuanto se aprende es mostrado de la manera más
palpable mediante los hechos que tienen lugar en la comunidad, como reacción
de las personas ante cualquier estímulo, ya sea un precepto religioso,
una regulación jurídica, usos sociales, costumbres, modas; en
fin, todos los recursos y dispositivos por medio de los cuales la conducta
de los individuos se amolda a los ideales y propósitos de la comunidad.
Desde
el punto de vista de la educación multicultural, entre los elementos
de la comunidad que de modo directo ejercen una influencia de carácter
educativo se encuentran las estructuras que integran la familia, los grupos
informales y el conjunto de funciones (instituciones) que la impactan y la
obligan a asumirlas, éstas son: los modos de vida, el empleo o integración
laboral, el comportamiento demográfico, las creencias religiosas, el
nivel cultural, las oportunidades de recreación y de actividades comunales,
la presencia o inexistencias de asociaciones gremiales y comunales, entre
otros factores.
Como se
dijo antes, esto exige de inicio una apropiada caracterización de dicha
comunidad, que sirva de base para la formación de un plan de acción
y de una apropiada estrategia del centro de desarrollo infantil para la acción
sobre la misma, que apoyándose en las particularidades diferenciales
de cada una, pueda, sobre la base de sus propios mecanismos internos ejercer
una influencia sobre la familia en su propio entorno social, que se correlacione
directamente con lo que se hace dentro de la propia labor educativa directa
con los padres en el centro infantil.
La caracterización
de la comunidad implica hacer un retrato de sus condiciones socioeconómicas
y su dinámica social, y se hace necesario, por lo tanto, determinar
sus principales fuentes de producción, los servicios con los que cuenta,
las posibilidades de escolarización y cultura, el nivel de desarrollo
de las asociaciones comunales y organizaciones comunitarias de base, las posibilidades
laborales, los focos más problemáticos de dificultades sociales,
el nivel de cooperación y participación de los integrantes de
la comunidad en las tareas colectivas, entre otros muchos.
Pero,
no basta solamente con caracterizar a la comunidad como un todo global, sino
también a las familias que componen la comunidad, tanto las pertenecientes
a la cultura dominante como las minoritarias. Esto implica diseñar
una caracterización que refleje la forma de vida y condiciones de subsistencia
de estas familias, sus posibilidades económicas, su dinámica
familiar interna, la escolarización y acceso a la cultura, los métodos
de crianza de los hijos, los modelos, valores e ideales que las mismas poseen,
su interacción con las otras familias y la comunidad cercana, sus problemáticas
sociales internas, su participación en las acciones comunitarias de
las organizaciones de base, entre otros muchos factores e indicadores. Ello
permite concebir hacia donde ejercer las acciones educativas y preventivo-comunitarias
de una manera más cercana a la propia realidad del contexto social
en que estas familias viven.
Así,
la caracterización particularizada de las familias y de la comunidad
permite definir de mejor manera las acciones comunitarias a realizar en el
conjunto de tareas, organizar estas acciones a partir de una concepción
más precisa, y valorar las posibilidades, ventajas y desventajas de
poder llevar a cabo un trabajo efectivo con la misma, y como ello ha de revertirse
en la integración cultural y social de las familias inmigrantes y de
minorías étnicas.
Esto por
supuesto ha de estar estrechamente relacionado con lo que se hace directamente
en el centro de desarrollo infantil en la educación de padres, y coordinar
un plan de acción conjunto para ejercer una acción educativa
más efectiva y de resultados más promisorios, partiendo del
criterio de que el centro de desarrollo infantil significa un agente educativo
de singular importancia para lograr modificaciones sustanciales en las familias
multiculturales y en la propia comunidad.
Establecer
que el educador del aula multicultural tiene que tomar en cuenta la caracterización
de la comunidad no implica que sea él el que elabore tal caracterización,
pero sí que ha de buscar las fuentes en que tal caracterización
se hace, para a partir de estos datos elaborar su planificación respecto
a como la comunidad puede actuar en beneficio de sus familias multiculturales.
Ello puede
incluir múltiples actividades que en su base implican una aceptación
e integración de dichas familias, como la realización de festividades
culturales, ferias, encuentros comunitarios, entre otras muchas.
El encuentro
de las organizaciones comunitarias y los padres de la comunidad con los niños
de las minorías e inmigrantes en el propio centro, mediante actividades
culturales diversas, es un recurso muy apropiado para que el proceso de inserción
de estos niños a la cultura dominante se facilite, lo cual se traslada
por los propios niños al seno de su medio familiar que, al relatar
sus vivencias y experiencias, promueven una actitud de participación
de estas familias en la vida social y cultural de su comunidad.
Los niños
inmigrantes y de las minorías étnicas y culturales llegan al
aula con sus propias experiencias, muchas veces traumáticas e invalidantes,
y es tarea del educador multicultural ser observadores acuciosos de esta vida,
para hacer de su labor cotidiana, que constituye siempre un reto en la diversidad
cultural, algo vivo y cambiante que transforme a su vez a estos niños.
En la medida en que estos aprenden del educador a ser íntegros y orgullosos
de su cultura, se ha de dar un proceso paralelo de apreciación de las
otras culturas que le rodean, y de aquella a la que se ha de integrar.
Esto ha
de acompañarse necesariamente de la labor con la familia de estos niños,
porque si ellos se percatan de la inseguridad de sus padres, de su cruenta
lucha con la vida, de su inhabilidad para atenderlos adecuadamente, y a ello
se une la consideración de que los valores de sus padres son inferiores
a los del nuevo ambiente, entonces, ¿qué ha de suceder con estos
niños? Es por eso que la educación en el aula multicultural
es una tarea ingente que implica la acción de todos los agentes educativos:
centro infantil, familia y comunidad como condición básica para
poder garantizar un sano desarrollo de la personalidad de estos niños,
y una apropiada asimilación del proceso educativo y de su escolarización,
todo lo cual no es posible alcanzar si no se posibilita su adecuada integración
a la nueva cultura, en la que, queriéndolo o no, sabiéndolo
o no, le toca ahora vivir. Y en la que como esperanza primera pueda mantener
a su vez su propia identidad y el respeto y aceptación de su cultura
de origen.