Si pidiéramos
a los miembros de nuestro entorno que nos hiciesen una enumeración
de las características básicas o tendencias de la sociedad
actual, con toda seguridad, predominaría una relación
negativa de conductas y valores del ser humano. Comportamientos que
son el origen de numerosos problemas y conflictos sociales: violencia de todo
tipo; deterioro del medio ambiente; marginación; pobreza; consumismo;
drogadicción; etc. Problemas que condicionan nuestra “calidad
de vida” y nuestra vida como seres humanos.
Si profundizamos
en las causas de esta visión negativa fácilmente
podemos llegar al modelo de socialización y de relación predominante
en nuestra sociedad: vivimos en la cultura de la violencia y del menosprecio.
Ante esta
realidad todo el mundo pide que se actúe lo antes posible y se desarrollen
actuaciones preventivas para frenar comportamientos no deseados. Se
demanda que los poderes públicos y los diferentes agentes de socialización (familia, escuela, medios de comunicación…) se pongan de acuerdo y planifiquen propuestas que provoquen un cambio radical
en nuestro modelo social. Por desgracia estas demandas no han producido
el resultado deseado, como la propia realidad se empeña en demostrarnos.
Para nada han servido las voces de muchos solicitándolo.
Aprender
a vivir juntos y en Paz, no puede conseguirse por Decreto
Aprender
a vivir juntos y en Paz no se logra, ni ha logrado, haciendo bonitas
acciones, siempre cargadas de indudables buenas voluntades y voluntarismo,
como la propia sociedad se encarga día a día de demostrarlo.
Aprender
a vivir juntos y en Paz solo la conseguiremos mediante un
plan de acción perfectamente estructurado que lleve y llene
la mente de los niños de normas, valores, conceptos y comportamientos
hacia la asunción de la paz y el rechazo a la violencia como componentes
esenciales de su personalidad. Y esto hemos de hacerlo en el momento
que el niño forma su personalidad, no después.
Por ello
hemos de hacer que los sistemas educativos contemplen la Educación
para la Paz como una prioridad, y que esta se inicie cuando empieza
la educación, que no es otro momento que el mismo momento del nacimiento.
Si ellos no lo hacen, lo tendremos que hacer nosotros, los maestros, las ONGs,
los auténticos SEMBRADORES DE LA PAZ. Es imprescindible
realizar un profundo cambio social.
Y este
cambio solo puede venir por la creación de una SOCIEDAD EDUCADORA,
donde la educación para todos, para todos los niños
del mundo sea una realidad, y no un mero deseo. Una educación
acorde con el espíritu y letra del artículo 29 de la Convención
sobre los Derechos de los Niños. Una educación ofrecida al niño para que este se desarrolle de manera integral, no solo en los
aspectos cognitivos, sino psíquicos y espiritual. Una
educación que con arreglo al apartado d) del artículo 29 de
la Convención debe de estar encaminada a Preparar al niño
para asumir una vida responsable en una sociedad libre, con espíritu
de comprensión y PAZ....
Por ello,
para hacer posible, ayudar a los educadores y reflexionar sobre como ha de
ser esta educación encaminada a sentar las bases de cómo poder
vivir juntos todos los humanos independientemente de su origen y circunstancias
se constituye esta Cátedra, que se marca como objetivos fundamentales:
•
Reivindicar la Educación Infantil, Inicial o Preescolar como soporte
de los sistemas educativos y primer eslabón de los mismos. Solamente
con una educación desde la primera infancia conseguiremos un mundo
en paz.
• Resaltar la etapa de educación inicial y preescolar como
la idónea para la consecución de una personalidad armónica
en los niños así como que la educación en valores
debe iniciarse de manera temprana ya que los mismo se forman en esa edad
• Poner a disposición de los maestros procedimientos
pedagógicos y metodológicos que les permitan formar en los
niños normas, valores, conceptos y comportamientos hacia la asunción
de la paz y el rechazo a la violencia como componentes esenciales de su
personalidad. Nos proponemos una habituación continua
en los niños que condicione cualquier actuación en el futuro,
un traspaso de valores que permanezca a lo largo del tiempo, que se prolongue
durante toda la vida.
• Instar a las Instituciones Supranacionales y en especial
a los Gobiernos del Mundo a que destinen los recursos y movilicen
las voluntades precisas para que todos los niños del mundo, sin
distinción alguna, por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión,
origen nacional o social, posición económica, nacimiento
o cualquier otra condición, finalmente tengan la educación
de calidad que se merecen por el solo hecho de ser niños
desde el mismo momento del nacimiento.