Un regalo diferente |
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Autocontrol, valentía, paciencia, sensibilidad, independencia, laboriosidad, creatividad, confianza en sí mismo, amor filial, gratitud |
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"Ya tengo preparado tu regalo", había dicho la Yaya* Juanita cuando habían ido a comer con ella, como todos los domingos. Era miércoles y Ramiro ya no podía aguantar más la curiosidad: mañana sería su cumpleaños, y aunque él no se imaginaba otra manera de preparar un regalo que ir a comprarlo, envolverlo, ponerle un moño y una tarjeta, como hacía con su mamá cada vez que tenían uno, creía que su abuela se refería a otra cosa. Cerró los ojos pero no podía dormirse. Las sombras de los árboles siempre le hacían ver formas extrañas. Hubiera querido que le contaran otro cuento, porque cuando escuchaba un cuento todas las historias pasaban por su cabeza como una película y se sentía acompañado, además podía imaginar los colores, los olores, las formas y los sonidos. Y los cuentos más lindos, siempre se los contaba su abuela. |
"Ramiro, apaga la luz" dijo la mamá desde su dormitorio. Levantó la cabeza apenitas por sobre las sábanas, sacando una manito para apagar la luz, y Al día siguiente todos eran felicitaciones y mimos, en casa y en la escuela,…¡Pero se le hizo interminable! A la hora de la reunión familiar, se sentó junto a la ventana espiando, de a ratos, si llegaba la Yaya…. Y sí!... ahí venía, con un enorme paquete! Fue hacia ella, que lo abrazó y le dijo. “aquí tienes mi niño: para que no dejes de imaginar”
Ramiro se sintió más curioso todavía. Y ante la mirada atenta de todos, abrió el paquete.
Su decepción fue tan grande que no podía disimularla, y de la manera más educada que le habían enseñado trató de disimular y dijo: “gracias por el edredón ,abuela”
Sí. El enorme paquete era una manta que la abuela había tejido, cosido y bordado y en una pequeña bolsita de tela con su nombre, había un montón de “nosabíaqué” de diferentes formas y colores que su tristeza le impedía curiosear.
Entonces, la abuela lo abrazó y le dijo:
-Mi pequeño: es mucho más que un cobertor: ¡es tu propio Cuentacuentos! Y sacó de la bolsa los nosabiaqué y sí supo de qué se trataba: ¡Eran figuritas! de barcos, aviones, trenes, un camino, árboles, flores, coches, nubes, soles... ¡Cómo en un libro de cuentos! Pero de diferentes telas, algunas brillaban, otras eran ásperas, los había pequeñitos y también grandes. Hasta había tejido ¡hormigas, gusanitos, mariquitas, mariposas y abejas!
Sus ojos se llenaron de luz y preguntó: ¿un Cuentacuentos, Yaya? ¿me enseñas?
Entonces, extendieron el edredón sobre la cama y comenzaron: “Primero yo” dijo Ramiro “porque es mi edredón”…. “Y tu cumpleaños, mi amor” agregó la abuela…. Y comenzaron:
_ Había una vez...- y Ramiro, tomando unas flores, continuó: _ Un camino con árboles y flores... -y así siguieron construyendo cuentos la mamá, el papá, el tío y la tía, el padrino y la madrina, los primos y la hermana... ¡Un cuento hecho entre todos!
Esa noche, cuando llegó la hora de ir a dormir, la abuela Juanita acompañó a Ramiro a la cama y le contó un cuento y cuando el sueño comenzaba a llegar, le dijo muy despacito:
_Ahora siempre estaré contigo mi amor. Le puse perfume para que lo sientas siempre y puedas sentirme muy cerca de ti.
Esa noche, la primera luz en apagarse fue la de Ramiro que, envuelto por el edredón y por el perfume de su Yaya, sintió que había crecido: tenía un año más! Y su Cuentacuentos que abrigaba, le ayudaría a ser valiente. Entonces dijo a todos “hasta mañana, que descansen”! y bajito susurró: y colorín colorado, los cuentos recién han comenzado.
ota del autor: Yaya (iaia) es “abuela” en valenciano.