El Gato Blanquinegro |
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Amistad, Respeto, Solidaridad. |
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Alguien me dijo recientemente que se ha escrito todo sobre los gatos. Cómo se alimentan, cómo tratarlos, cómo duermen, y cómo viven. Pero realmente se equivoca, y ¡aún no sabe que tanto! Amigos míos hoy compartiré con ustedes un secreto, que espero sepan guardar, se los diré al oído y bien bajito, para que nadie nos oiga. Esta es la historia de un gato, no de muchos, solo de uno, de color blanco y negro. Flaco como no tienen idea, pero siempre con una mirada misteriosa y una sonrisa picarona. |
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Hace muchos años cuando era tan joven como ustedes, y no ahora que soy un anciano repleto de historias por contar. Sucedió mi primer encuentro con el gato más especial que e conocido. En aquella época empezaron a desaparecer algunas cosas de la cocina, y eventualmente me culparon, cría fama y échate a dormir. En vista de lo anterior quería recuperar mi buen nombre, por ello decidí hacer guardia durante algunas noches, tomando las precauciones necesarias del caso. No fuera que me encontrara con uno de esos animales rastreros, con colas largas que asustan a los niños. ¡Saben esos animales me asustan mucho!, son de aquellos de orejas pequeñas, dientes afilados, y afán de producirnos miedo. Pero no era ninguno de esos. En la tenue luz que ofrecía la luna poco a poco veía partes de una silueta: Orejas puntiagudas, una cola muy larga. ¡No, será acaso uno de los animales rastreros!, ¿que hago?, no puedo gritar porque lo alertaría, no puedo correr porque me alcanzaría. Solo me queda estar quietecito, respirar poco y ocultarme en la oscuridad esperando que no me descubriera. Mi mamá me dijo en una ocasión que aquellos animales se podían vencer si no se les demostraba miedo. Todo estaba en silencio y de pronto se escuchó un corto y dulce Hola. Por poco salgo gritando de la cocina, pero la curiosidad me ganó. Mi mamá nunca me dijo que esos animales hablaran. Atrás bicho repliqué sin saber realmente a quién me dirigía. Qué niño tan descortés, que no te ha dicho tu madre cómo contestar un saludo. Me puse rojo y mis cachetes se inflaron cuando escuché todo lo que dijo ese gato malagradecido. Y le respondí. Y así inició una gran amistad con un gato blanquinegro diplomático de los gatos. Amigos míos si acaso le ven díganle que Juan lo espera para escuchar sus historias y brindarle un poco de atún. |
AUTOR: Julián Andrés Montoya Reyes |