El dibujo de aemú |
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Autoestima, amor al esfuerzo y al trabajo, sensibilidad, perseverancia, creatividad, confianza en uno mismo, bondad, amor a la naturaleza, tolerancia, solidaridad, confianza mutua, respeto a lo ajeno, amor a lo nuestro, libertad, respeto a la diversidad. |
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El cuento que os voy a leer trata sobre un niño que tenía 4 años; le conocí ya hace mucho. El siempre me decía: “Si alguna vez cuentas mi historia deberás decirles a los niños que hagan una cosita por mi”: “Tenéis que cerrar los ojos, apoyar vuestra cabecita en la mesa, en el sofá, en la cama, (donde estéis a gusto) coger aire por la nariz como si estuvierais viendo a un pajarito volar y quisierais que se acercase a vuestro lado para acariciarle, estar con él y cuidarle. Cada vez que tengáis cerca de vosotros a uno de esos pajaritos soltaréis el aire por la boca muy suavemente como si estuvieseis dándole calor y mimitos y así pronto él os cogerá confianza, mucho cariño y sabiendo que no le vais a hacer nada, os contará al oído mi historia.” |
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(Vamos a hacerlo todos juntos: cerramos los ojos despacito, nos imaginamos que estamos mirando todos los colores preciosos que tiene el cielo, vemos a lo lejos un pajarito pequeño, cogemos aire, y se va acercando a nosotros, cada vez oímos más cerca su: “Pío, pío, pío” “pío, pío” “Pío, pío, pío, pío”, está volando, ya llega a nuestra ventana, se posa junto a nosotros, le acariciamos muy despacio con nuestras manitas, le damos calor, nos acercamos a su oído y le decimos muy bajito “Te voy a querer mucho y siempre te cuidaré” Parece que el pájaro empieza a tener confianza ¡Con sus patitas da uno, dos, tres saltos! Y en el último con una de sus alas nos acaricia la cara, y nos empieza a contar bajito este cuento: Érase una vez un niño llamado Aemú, tenía 4 años, le gustaba correr por el pasillo de su casa con los ojos cerrados imaginándose que era un coche que se movía veloz por un interminable túnel, también mirar por la ventana y cuando se acercaba el verano contar el número de moscas que veía, podía pasar gran parte de la tarde contándolas y hablando con ellas. Un día cansado de tener tantos y tantos dibujos pensó, voy a empezar a enseñárselos a la gente que me vaya encontrando, así ellos me dirán si les parecen bonitos. Y eso hizo comenzó a mostrárselo a sus papás, ellos pusieron una enorme sonrisa casi era tan grande como la suya, luego a sus hermanos, y finalmente a algunas señoras y señores; éstos pusieron cara de extrañeza, recuerdo que sus cejas se juntaban y arrugaban y en un tono algo serio decían: Yo les decía que a mi me gustaba mucho mis dibujos porque eran dos rayitas mágicas y éstas podían ser mil cosas a la vez, que las mirasen, y después cerrasen sus ojos, (igual que vosotros estáis haciendo) y se imaginaran lo que quisieran, y así empezó a hacer la gente, uno se imaginó que eran dos palomas blancas que se querían y volaban entre las personas que lloraban o estaban malitas y las daban la paz, también otras personas pensaron que eran dos árboles donde subirse o esconderse, otros que eran dos manos que hacen cosquillas, dos deseos que salían de la lámpara de algún genio, dos brazos que abrazaban a quien está triste, dos cuerdas para jugar con quien está solito, dos besos, …en definitiva, … pasaron de ser dos líneas en mitad de una hoja en blanco a ser un par de líneas maravillosas que tenían el encanto de hacer soñar a las personas que querían o lo necesitaban. Aemú me contaba que quizás siempre fueron dos simples líneas en mitad de una hoja en blanco hechas con colores de algún rotulador que estaba viejo y casi gastado pero él siempre las enseñaba con mucha ilusión, confianza y cariño, porque a veces es lo único que se necesita, mostrar siempre una sonrisa a quien tienes al lado, y una sonrisa más otra sonrisa suman dos sonrisas: una carcajada; y eso es mucha alegría y felicidad para quedársela uno solo, hay que compartirla. Ojalá enseñéis siempre vuestros dibujos, seguro que son preciosos y llenan de felicidad a las personas, …. Colorín colorado este dulce cuento se ha acabado. |
AUTOR: Luis Martín Vivas |