Teresita, una niña muy bondadosa y aplicada, vivía en una casa pequeña que tenía un precioso jardín con tres rosales, uno con rosas blancas, tan blancas que parecían copos de algodón, otra con rosas amarillas como el sol y otro rosal de flores rojas muy rojas, que estaba cerca de la ventana porque tenían un profundo y exquisito aroma.
Todas las mañanas Teresita, luego de higienizarse y desayunar, salía alegremente a regar sus rosales. Luego cortaba aquella rosa que estuviera más bonita y se la regalaba al quién pasaba por ahí a cambio de una sonrisa. Su gran propósito era que la gente no se olvidara de sonreír. Por eso era conocida como “Teresita la niña de las sonrisas”. |
Luego de arreglar su jardín y regalar su rosa a cambio de una sonrisa, salía a jugar con los amigos del barrio, Anita, Julio y Lorenzo. Los cuatro eran muy compinches y se divertían andando en bicicleta, otro rato jugando a las escondidas y cuando llovía le encantaba juntarse para jugar al ludo.
Una tardecita, vieron llegar un enorme camión de mudanzas, ¡eran los nuevos vecinos que llegaban! Se mudaban a la casa del frente de Teresita. Entusiasmados por conocerlos se presentaron - Buenas tardes señora, nosotros somos sus vecinos de la cuadra, Teresita, Anita, Julio y Lorenzo. La señora muy amable les respondió – ¡Qué bien que se hayan presentado! me encantaría que los conociera mi hijo Tomás, él es un muy introvertido y le cuesta hacer amigos.
Los días pasaban y a pesar de que lo iban a buscar, Tomás, sólo se asomaba por la ventana para ver como Teresita cuidaba sus rosales, regalaba una rosa a quién pasaba y luego salía a jugar con los chicos.
Una mañana, como todas las mañanas, Teresita salió a su jardín, pero esta mañana no fue igual a las otras, porque se encontró con una sorpresa ¡faltaba una rosa blanca! -¿Quién pudo haber cortado mi rosa blanca? se dijo la niña. - No importa, cortaré otra y la regalaré a cambio de una sonrisa. Al otro día, sorprendida se encontró que le faltaba una de las rosas amarillas y se preguntó - ¿Quién pudo cortar mi rosa amarilla? Consolándose rápidamente agregó -No importa, cortaré otra y la regalaré a cambio de una sonrisa. Al día siguiente, sucedió lo mismo nuevamente, pero esta vez le habían cortado una rosa roja y se preguntó - ¿Quién pudo cortar mi rosa roja? Pero con la misma actitud se dijo -No importa, cortaré otra y la regalaré a cambio de una sonrisa. Pero a la otra mañana cuando Teresita salió a su jardín se encontró con una sorpresa mayor, muy fea y triste, alguien, por la noche, le había cortado todas sus rosas, las blancas, las amarillas y las rojas. -¿Quién pudo hacer este daño? la niña se preguntó muy preocupada. Esa mañana Teresita regó como siempre sus rosales pero se quedó sin poder regalar una rosa a cambio de una sonrisa.
Sus amigos cuando vinieron a buscarla para jugar, asombrados por lo sucedido, prometieron ayudarla y planearon algo para atrapar al ladrón. Esa misma noche pusieron en los rosales unas rosas de papel llenas de brillantina. A la mañana siguiente, por supuesto los rosales amanecieron sin ninguna rosa, Teresita con sus amigos se pusieron a investigar y con mucho cuidado siguieron la pista muy ingeniosa, ya que la brillantina al caer de las rosas había dejado en el piso un caminito marcado. Caminando, caminando ¿saben hasta dónde llegaron? ¡Hasta la casa de Tomás, el nuevo vecino! Teresita tomó valor y golpeó la puerta. Cuando salió Tomás le preguntó -¿Tu eres quién roba mis rosas? Y Tomás muy arrepentido confesó que sí. Cuando Teresita le indagó porque tenía esa actitud tan fea, Tomás le dijo: -Es que yo creía que tus rosas eran mágicas.
-¿Cómo mágicas? respondió Teresita, mis rosas son rosas comunes como las de cualquier rosal. -Pero tus rosas hacen sonreír a la gente, yo veo cada mañana por detrás de mi ventana, que a cada uno que le dabas una rosa le sacabas una sonrisa, y como yo tengo ganas de cambiar y no ser un niño amargado, pensé que con tus rosas mágicas aprendería a sonreír, le respondió Tomás.
Teresita con una noble sonrisa acotó -Tomás, las rosas no tienen magia, la magia que estás buscando la encontrarás en tu corazón, en él guardamos el encanto de la sonrisa, de la alegría y del amor, solo basta que dejes en libertad tus sentimientos. Por eso, cada mañana regalo una rosa a cambio de una sonrisa, para que la gente no se olvide de recordar lo bello que es sonreír. Tomás sorprendido y feliz de saber que era ten fácil sonreír, prometió a Teresita ayudarla todas las mañanas a regar su jardín para volver a tener rosas. Por supuesto desde ese día Tomás también junto a Teresita, sale a jugar con Anita, Julio y Lorenzo que son sus nuevos amigos.
Pasaron varios años, Teresita creció y ahora es una señora mayor, por eso no sale a jugar, pero sigue siendo la vecina que tiene un bello jardín con tres rosales, uno con rosas blancas, tan blancas que parecen copos de algodón, otra con rosas amarillas como el sol y otro rosal con flores rojas muy rojas con un profundo y agradable aroma. Pero a pesar de haber transcurrido los años nunca dejó de corta una rosa cada mañana y regalarla a quien pasa por ahí a cambio de una sonrisa. Por eso ahora es conocida como “Teresita la señora de las sonrisas”. |