Kiukiu era un camaleón muy, pero muy tímido. Tenía unos ojos chiquititos con los que observaba todo a su alrededor.
Un día estaba paralizado aferrado fuertemente con sus patas a una rama, sin poderse mover. Ni para adelante ni para atrás de tan agarrado que estaba a la rama. Ni un solo paso podía dar. Porque no se puede caminar si no despegamos al menos uno de los dos pies y lo intentamos mover. Y eso era lo que no podía hacer Kiukiu. Lo único que movía era sus pequeños ojos. Y en eso estaba cuando le pareció que una flor se reía. |
¡Glup! Pensó Kiukiu. ¡Qué vergüenza esa flor naranja se ríe de mí! Y más se aferró a la rama.
La flor se siguió riendo y divertida se frotó contra su cara.
— ¿Te gustó? Le preguntó atrevida.
Un sí muy chiquito se escapó de la boca de Kiukiu.
—Bueno a mí también ji ji ji y además ahora te parecés a mí.
Kiukiu se espió en el charco que había debajo de la rama de donde estaba aferrado.
¡Uy! ¡Qué divertido!, la flor le había dejado su color cerca de la cara. Y a Kiukiu le agradó, un poco se relajó pero igual seguía aferrado a la rama sin atreverse a caminar.
Entonces una flor azul con motas blancas se le acercó, se frotó contra su cuerpo haciéndole cosquillas.
— ¿Te gustó? Le preguntó.
—Sí. -Respondió Kiukiu ya más confiado. Una sonrisa empezó a dibujarse en su boca grande y ahora las patitas empezaron a aflojarse.
—Bueno a mí también ji ji ji y además ahora también te parecés a mí.
Kiukiu se espió en el charco y vio divertido que ahora tenía azul con pintitas blancas al lado del naranja. Entonces se rió un poquito, despegó la patita de adelante y dio un primer pasito.
Ahí nomás, juguetonas se le tiraron tres flores juntas:
Una amarilla como el sol, otra plateada como la luna redonda y otra roja como una frutilla. Riendo se frotaron contra su lomo y lo dejaron lleno de brillantes colores.
Entonces cuando Kiukiu se observó en el charco se sorprendió tanto que dio una fuerte carcajada. Se vio tan lindo como las flores, ya no tuvo miedo y se largó a caminar.
Si se fijan bien entre los árboles podrán ver que caminan por sus ramas miles de colores llenando de alegría el lugar. Es Kiukiu que ahora no para de pasear. |