MIGUEL YA ES FELIZ


Autoestima, concepto de resiliencia

Miguel era un niño infeliz, en el colegio los otros niños se reían de él porque decían que era gordito y feo.
Cada mañana lloraba y no quería ir a clase. Su mamá le decía:-Miguel, no llores, no se tienen por qué reír, cada persona es como es, y por ser más gordito, más bajo o mas feo eres peor persona. La belleza de cada uno está en su interior.
El caso es que Miguel no era un niño feliz. Cuando llegaba del cole se encerraba a jugar con sus juguetes preferidos: la cometa, la pelota y su osito.
Una tarde estaba jugando con sus juguetes y rompió a llorar desconsolado: -Nadie quiere jugar conmigo, estoy solo aquí sin amigos. Miró a su alrededor y vio la pelota y pensó: -¡Ojalá fuese una pelota como tú!. En ese momento se oyó una voz que le dijo: -¡no te gustaría!. Miguel se asustó y gritó: -¡Quién me habla!. –Pss, Pss, soy yo, la pelota de colores con la que tú juegas. Miguel la cogió y dijo: - Pero... una pelota no habla, ¿qué eres tú?. La pelota con su voz suave y femenina le contestó: -Soy una amiga y te digo que no te gustaría ser como yo. Miguel le replicó diciendo: -¡claro que sí!, podría correr, botar, salir a jugar con un montón de amigos porque le gustaría a todo el mundo. Tú siempre das alegría y haces feliz a la gente.
-¡Sí!, ¡sí!, todo eso esta muy bien, indicó la pelota: -pero no te acuerdas de cuando un niño me coge y me golpea fuertemente contra muros de piedra, contra el suelo.-¡No sabes cómo duele!.-¿Y cuando te tiran tan lejos que nadie se molesta en ir a buscarte?.-O cuando te pinchas, ¿quién se acuerda de ti?.
-No, no te gustaría ser como yo.
Miguel se lo pensó, volvió a mirar a su alrededor y vio a su cometa, tan colorida y tan bonita. – Quizás me gustaría más ser cometa.
-¡No, no!, gritó la cometa horrorizada.
-Pero ¿también hablas tú?, dijo Miguel.
-¡Sí!, respondió la cometa, -y te digo que no te gustaría ser como yo.
Miguel le explicó por qué le gustaría ser cometa: - Mira, tú viajas mucho, ves el mundo desde otra perspectiva, todo es tan diferente, los problemas se ven más pequeños desde arriba, la gente se divierte contigo.
-¡Sí!, tienes razón, contestó la cometa, -pero sólo te sacan de casa cuando hace buen tiempo en verano, el resto del año estás olvidada en un rincón de la casa, o peor, en el garaje, y cuando sales tienes que tener mucho cuidado, porque como te rompas, te tiran y te dejan ahí. O, Peor, algún niño suelta el hilo y te pierdes, estás horas dando vueltas dependiendo de la voluntad del viento y terminando tus días en la rama de algún árbol herida.
-Bueno, dijo Miguel, quizás tampoco sea buena idea ser cometa.
Entonces intervino el osito con el que él dormía:
- Mira, antes de que lo digas, tampoco te gustaría ser como yo, ya que al principio te quieren mucho, te achuchan, te miman, pero... ¿Y luego?. Cuando el niño crece te dejan en una estantería y te llenas de polvo, o simplemente pasas a ser el juguete del perro o del gato. ¡No!, tampoco te gustaría ser un peluche.
Miguel, después de pensar en todo esto, decidió que ser niño no era tan malo, que tenía que disfrutarlo más.
Con esa idea salió de su casa y se acercó al primer grupo de chicos que vio.
-¡Hola!, me llamo Miguel, ¿puedo jugar con vosotros?.
Los niños se miraron unos a otros y le dijeron:
-¡Sí!, ¿porqué no?.

FIN

 
Autor: Carolina Florez Álvarez
País: España
E-Mail: carolinafa@hispavista.com