-¡Hola! me llamo Murci y soy un murciélago explorador, me encanta viajar por todo el mundo y descubrir cosas nuevas, pero tengo un problema…como soy un murciélago soy un poco ciego, y cuando viajo no sé muy bien hacia donde voy. El otro día quería ir a España y cuando llegué me di cuenta de que estaba en la India. Aunque con las nuevas tecnologías me pierdo menos, pues siempre que viajo llevo incorporado un GPS, que es un mapa muy moderno.
Estas navidades fui a visitar a mi familia, que vive en Australia .Cuando llegué, me recibieron con mucha alegría y me dejaron la cara un poco roja de tantos besos. También estaba mi primo Taquito Rodríguez, que había venido de Méjico, pero era un poco antipático .Cuando estábamos cenando Taquito no quiso comer nada.
-La comida que hay en mi país es mejor- decía Taquito. Más tarde, la familia entera nos pusimos a jugar y Taquito dijo:
-No juego porque en mi ciudad los juegos son mejores.
Y cuando nos fuimos a dormir dijo burlándose:
-¡Que raros sois! en mi país no nos vamos a dormir hasta las once.
Al día siguiente decidí llevar a Taquito conmigo en mi viaje por el mundo, para que conociera nuevas culturas y países diferentes a México.
En nuestro primer viaje llegamos a Egipto. Hacía muchísimo y vimos las pirámides del desierto, que eran tan grandes como veinte elefantes subidos unos encima de otros. Allí los murciélagos llevaban túnicas y turbantes para el sol y conocimos al señor y la señora Jorobitas, dos camellos muy simpáticos.
Después de volar mucho tiempo, llegamos a China y a Taquito le gustó tanto el arroz que allí comían que hasta engordó un poco.
Unos días después decidimos visitar Hollywood, para ver a nuestro actor favorito, Murcililla Superstar , que había trabajado en la película de Drácula…pero como ya he dicho, los murciélagos casi no ven y nos desviamos de nuestro destino ya acabamos nada más ni nada menos que en Rusia. Pasé tanto frio que se me helaron hasta las alas, pero unos murciélagos muy amables nos invitaron a su cueva para calentarnos.
Descubrimos que allí la gente era majísima y todos querían saber de dónde veníamos.
Nuestra siguiente parada fue la selva del Amazonas. Era enooorme y Taquito, que nunca había visto nada tan bonito, se chocó contra un árbol sin darse cuenta y se hizo un chichón. Unos murciélagos que pasaban por allí se acercaron corriendo para ayudar a Taquito. Llevaban puesto un trozo de tela muy pequeña para que no se les viera el culete, no entendíamos su idioma ni ellos el nuestro, pero nos comprendíamos a las mil maravillas. Nos llevaron hasta su casa y curaron el chichón de Taquito, fueron muy buenos con él.
En el último viaje, íbamos camino a Méjico, cuando Taquito me dijo:
-Murci, me lo he pasado genial, he aprendido y probado tantas cosas nuevas que ha sido divertidísimo. He aprendido que hay muchos murciélagos y animales diferentes a mí, con costumbres y vidas distintas, pero todas son geniales y ninguna es mejor que otra, pues a pesar de que comamos o vistamos de manera distinta, todos somos iguales.
Me alegré mucho por Taquito, porque además hizo un montón de amigos y a partir de ese día empezó a viajar por todo el mundo. Ahora está en Canadá..!no, en España! o en Italia…bueno, no sé.
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