_ ¡Estás muy guapa!_ Todos decían lo mismo, papá, mamá, los abuelitos…
Pero María se sentía un poco triste por tener que llevar esos cristalitos que le habían colocado delante de sus grandes ojos azules que se le resbalaban por su naricita.
_Bueno peque ¿Estás preparada? _Le dijo su mamá.
_Hoy en la escuela todo te irá muy bien_
Mamá le dio un beso en la mejilla, le colocó con cariño las gafas rojas sobre su diminuta nariz y se despidió de ella con una bella sonrisa.
Y allí estaba María, en el medio del patio de la escuela.
Todos jugaban, corrían… De pronto un grupito de niños se acercó a ella diciéndole:
_ Mirad chicos ¡Tiene cuatro ojos! Ja, ja, ja… ¡Gafotas, gafotas!_ Y salieron corriendo porque los profesores les llamaban para formar las filas y subir a las clases.
María se quitó las gafitas rojas y con mucho cuidado las guardó en su mochila convencida de que ninguno de sus amigos se había dado cuenta de lo sucedido. Pero en una esquina del patio detrás de un arbolito, Clara, su mejor amiga, lo había observado todo.
Ya en clase María se esforzaba mucho en sus trabajos, pero ninguno le salía bien. Las rayitas del cuaderno cada vez se le hacían más chiquititas y apenas podía colorear la letra “A”.
Clarita que veía el esfuerzo de su amiga le dijo a la profesora:
_Seño, ya terminé mi trabajo. ¿Puedo ahora jugar?
_Por supuesto tesoro._ Le contestó la profesora.
Entonces Clarita cogió una hoja de papel, dibujo en ella unas gafitas, las recortó y se las colocó en su redonda carita.
_Mira seño ¿A que estoy guapa?
Todos se sorprendieron al ver a Clarita con unas gafas de papel colocadas graciosamente sobre su carita.
Les gustó tanto que sus compañeros de mesa hicieron lo mismo.
Entonces Clara se acercó a la señorita y muy bajito, le susurro al oído…
_Seño, María tiene unas de verdad guardadas en su mochila porque…_Clarita le contó a su profesora lo que había ocurrido por la mañana en el patio del colegio.
_Ya entiendo Clara_ Le respondió muy bajito. Mientras, María observaba sorprendida lo que estaba ocurriendo en la clase.
La seño se quedó pensando unos momentos, cogió una hoja de papel, dibujo unas gafas, las recortó y las colocó sobre su rostro amable y sereno.
_ ¿Sabéis chicos lo importante que son las gafas para los ojitos que las necesitan? Estas son de papel, pero las de verdad tienen unos cristalitos tan especiales que ayudan a poder ver mejor. Sin ellas, muchos niños, niñas y las personas mayores no podrían reconocer bien las letras, los dibujos, ni leer lindos cuentos._Todos los niños escuchaban muy atentos las palabras de su profesora. _ ¡Qué pena que no tengamos aquí unas de verdad para poder mostrároslas!_ Dijo la seño con tristeza y algo contrariada.
De repente ocurrió algo genial. María miró a Clarita, le sonrío, corrió hacia ella y le abrazó tan fuerte que casi se caen las dos al suelo.
_ ¡Seño, seño! ¡Yo puedo enseñarte las mías! _Dijo María muy contenta. Sacó sus gafitas rojas de la mochila y se las colocó delante de sus grandes ojos azules.
_ ¡Qué guapa estás, María!_Gritaron todos a una.
Y como por arte de magia, las rayitas del cuaderno de María se hicieron grandes y la letra “A” se dejó colorear.
¡Qué razón tenía mamá! Hoy en la escuela, ¡Todo había ido muy bien!
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