Les voy a contar una historia que pasó en una ciudad llamada “Paraje de la Felicidad”.
En este lugar vivían muchas familias. Todos, pero absolutamente todos, siempre se mostraban sonrientes, serviciales y agradecidos. Esto era lo que los diferenciaba y hacía que la ciudad se viera y en ella se viviera de manera tan particular, que hasta los colores parecían más resplandecientes.
Un día el mago Maltrato, llamado así por su descortesía y desamor, se enteró que existía este lugar y como buen amargado pensó cómo podía arruinar dicha ciudad. Rápidamente inventó una sencilla pero poderosa fórmula de hechizo para hipnotizar a todo los habitantes.
¿Quieren saber cuál fue la poción mágica? Tan sólo hizo olvidar a niños, jóvenes, adultos y ancianos las frases “por favor” y “muchas gracias”. Luego con un zum, zum de su barita les frunció el entrecejo para que tuvieran siempre expresión de enojo.
¿Qué paso a partir de ese momento? Desde ese instante, la gente olvidó dichas frases de amabilidad. Así fue que la ciudad comenzó a perder brillo y hasta los colores parecían tornarse en diferentes tonos de grises.
Gustavito un niño que vivía en el Paraje de la Felicidad, justo ese fin de semana cuando el mago Maltrato hizo su fechoría, él estaba de paseo en el campo de su abuela, por lo que el hechizo no lo afectó. Pero al regresar a su casa empezó a percatarse de que todo estaba cambiando. La gente actuaba de manera rara, osca, despectiva, sin sonreír, incluyendo a sus amigos y hasta sus propios padres.
Cuando su mamá lo mandó a comprar, afectada por la magia, le dijo con cara enojada y vos de mando.
_Gustavo traé 2 kilos de papas y 3 zanahorias.
Mientras que le sucedió lo mismo en la verdulería con Don Rodrigo, el verdulero. Éste lo atendió con el seño fruncido y sin decir muchas gracias por la compra, siguió ordenando su mercadería.
Nuevamente le pasó cuando se juntó a jugar con Pedro, quién le arrebató de las manos su futbol. También en la escuela al alcanzarle la mochila olvidada a su amiga Irina, que se la recibió con indiferencia, se dio media vuelta y ni siquiera esbozó una sonrisa de agradecimiento.
Preocupado Gustavito comenzó a analizar qué era lo que estaba sucediendo en su casa, en la casa de sus amigos, en la escuela, en toda la ciudad. Llegó a la conclusión que en todos lados, los niños y adultos habían perdido la expresión agradable de su rostro y la servicialidad en sus palabras.
Al llegar la noche, se durmió pensando cómo podría salvar a la gente de esta terrible situación. Entre sueño y sueños, alguien con mucha luz apareció y acercándose a su oído le susurro.
_Gustavito para volver todo a la normalidad debes anular el hechizo del mago Maltrato. Tu misión es recordarle a cada uno las frases olvidadas “por favor” y “muchas gracias”. De esta manera comenzaran a recuperar el respeto y recobrarán la sonrisa.
A la mañana tempranito abrió los ojos y manteniendo en su memoria lo que le habían susurrado al oído, de un salto salió de la cama. Como gran luchador por un mundo mejor, se dio cuenta que tenía en su poder las armas más poderosas para conquistar nuevamente la felicidad de su ciudad.
Apenas vio a su mamá le dijo.
_Por favor mami ¿Me servirías el desayuno? En ese mismo instante a la mamá se le dibujó una sonrisa.
Luego cuando Juan, el portero de la escuela, le abrió la puerta. Gustavito gentilmente respondió.
_ ¡Muchas Gracias señor Juan! Y Juan, como por arte de magia, desfrunció el ceño y le sonrió.
Y así pudo hacerles recordar a todos las frases de amabilidad que el mago les había hecho olvidar. En muy poquito tiempo el hechizo de Maltrato perdió su efecto. Toda la gente recuperó la sonrisa y la ciudad volvió a ser como antes.
Gustavito muy contento se dio cuenta lo fácil y lindo que era trabajar por un mundo feliz. Desde entonces está muy atento por si el mago Maltrato reaparece.
Chicos si en su casa, escuela o ciudad está pasando lo que les conté en esta historia, actúen como Gustavito y no permitan que el mago Maltrato se salga con la suya.
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