Una Mañana de primavera, la oruga Muga se despertó muy contenta, se vio al espejo y se preparó para ir a dar un paseo por el jardín.
Después de un rato andando, se encontró con un montón de preciosas flores: lirios, margaritas, campanillas, tulipanes y una gran rosa roja que dominaba y oprimía a las demás. Al verlas la oruga les dijo:
- ¡Buenos días preciosas flores! ¡Qué bonito día hace hoy! ¿No os parece?
A lo que la malvada rosa le respondió:
- ¿Y tú que clase de flor eres? No tienes tallo ni olor, y tus hojas están caídas. ¡Y mirad que arrugas!
Y las otras flores, riéndose de la oruga, añadieron:
- ¡Jajá jajá! ¡Si, si, mirad que arrugas!
Tímidamente, la pobre oruga les dijo:
- No soy una flor, soy una oruga
A lo que la malvada rosa roja respondió:
- ¡Jajá jajá! ¡Que oruga más fea! ¡Vamos chicas, vamos a reírnos de ella!
Y las demás flores continuaron con la burla:
- ¡Jajá jajá! ¡Qué fea, qué fea!
Pero la campanilla, dándose cuenta de lo que sufría la pobre oruga les dijo a las demás:
- ¡Basta chicas, parad de reíros de ella! Que no sea igual que nosotras no significa que tengamos que burlarnos de ella. Todos merecemos respeto, la oruga tiene sentimientos igual que nosotras.
La oruga muy triste, volvió para su casita. Cuando llegó la tarde, Muga escuchó unos fuertes gritos que venían del jardín, eran las flores diciendo:
- ¡Qué calor! ¡Nos estamos secando, necesitamos agua! ¡Qué calor!
Olvidando el mal rato que le hicieran pasar las flores, la oruga salió corriendo de su casa para ayudarlas. Se dirigió a la manguera del jardín y las regó; apretando, apretando hasta que las flores quedaron empapadas.
Muy arrepentidas de lo que le hicieran a la oruga, las flores le dieron las gracias.
Y así la oruga le dio una gran lección a las flores: aceptar a los demás sin importar su aspecto y valorando solo su interior.
Y colorín colorado las flores y la oruga de amigas han quedado, y la rosa se volvió más bondadosa.
|