FICHA DIDÁCTICA

Idear una historia en unas pocas líneas, que sea comprensible para niños de cuatro años y que además fomente uno o varios valores puede complicarse bastante si nos enzarzamos en cuentos fantásticos. De modo que he preferido recurrir a la pequeña anécdota cotidiana con la que, antes o después, hay que enfrentarse. Algo que forma parte indisoluble de la vida, pero que a los padres nos pilla casi siempre a contramano: ¿cómo hacer comprender a un niño que todo ser vivo tiene un ciclo, acabado el cual desaparece para dar paso a otra generación? ¿cómo explicarle que su sensibilidad no está reñida con su valentía? ¿cómo exponer la cuestión sin recursos sobrehumanos, para propiciar su confianza dentro de nuestras humanas limitaciones? Complicado, ¿no?.

No pretendo que esta breve historia solvente tan ardua cuestión, me doy por satisfecha si sirve de primer paso para abordarla y desdramatizarla.