LA TORTUGA FELIZ
FLEXIBILIDAD

En tiempos de Maria Truena vivía una tortuga que era muy buena, ¿queréis saber su nombre?. Se llamaba Matilda.

Su casa, que estaba a la orilla del río, era muy pequeñita, pero con una ventanas grandes, grandes de cartón por donde todos los días entraba los rayos del sol. El sol le daba vitaminas a Matilda para ponerse fuerte, fuerte como león.

Un día salió a pasear por el "bosque de los amigos" y andando y andando de repente se encontró a una arañita que colgaba de un árbol. ¿qué estará haciendo esta aquí? Se preguntó Matilda.

Y ¿sabéis lo que hacía? Estaba tejiendo junto a sus hermanas una telaraña preciosa con unos hilos dorados y rojos como un tomate. Matilda se quedó encantada ante tanta belleza y decidió quedarse para ayudarles.

Al cabo de un rato, pasó por allí una familia de hormiguitas que llevaban en su espalda comida para toda la semana: para el lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y sábado, pero ¡faltaba para el domingo!

Entonces Matilda decidió ayudarles. Cargó en su caparazón unas migas de pan y unas cuantas cáscaras de pipas y acompañó a la familia hasta su hormiguero, que estaba repleto de hormigas. Cuando descargó el alimento Matilda estaba muy cansada pues el camino era largo, largo y lleno de piedras que tenía que esquivar.

Ya se hizo tarde, el sol amarillo y brillante se fue a dormir y llegó la luna blanca. Entonces Matilda decidió irse para su casita que estaba a la orilla del río, ya era hora de cenar y de irse a la cama.

Matilda llegó a su casita y estaba muy, muy contenta, pues ayudó a sus amigos y amigas del bosque. Y ¿sabéis lo que pensó? Que ayudaría a todo el mundo que la necesitara y todos juntos serían felices y comerían perdices.

AUTOR: ANA R. SALMERÓN SALAZAR
PAIS: Almería, España
E-MAIL: anabalerma@hotmail.com