Por ello se constituye este Programa de Educación para la PAZ, para educar, desde la primera infancia, en el noble arte de vivir como hermanos. Para poner en manos de los maestros elementos que le ayuden a educar a los niños mas pequeños en el amor y respecto al prójimo.
Este Programa de Educación para la PAZ, será un lugar donde a través de las más diversas vías, colabore y posibilite a los maestros tener a su alcance procedimientos pedagógicos y metodológicos que les permitan formar en los niños normas, valores, conceptos y comportamientos hacia la asunción de la paz y el rechazo a la violencia como componentes esenciales de su personalidad. Nos proponemos una habituación continua en los niños que condicione cualquier actuación en el futuro, un traspaso de valores que permanezca a lo largo del tiempo, que se prolongue durante toda la vida.
Con este Programa de Educación para la PAZ pretendemos aportar algo más de un grano de arena a la formación de esa inmensa playa de la humanidad en la que todos quepamos y en la que podamos disfrutar de las ventajas de una sociedad cada vez más culta y más evolucionada, en la que poder CONVIVIR JUNTOS Y EN PAZ.
Porque creemos profundamente que solamente con una educación desde la primera infancia conseguiremos un mundo mejor. El cambio social preciso sólo puede venir por una educación para todos, para todos los niños del mundo. Poco soluciona hacer una aislada adopción o la ayuda a unos cuantos. Solamente educando a todos tendremos un mundo mejor para todos.
APRENDER A CONVIVIR............. EN PAZ..
EJE CENTRAL DE LA EDUCACIÓN DE LA PRIMERA INFANCIA.
Está más que demostrado que los primeros años de la vida constituyen los de mayor significación para el desarrollo del ser humano. A esta etapa de la formación del individuo se le ha denominado con diversos nombres: primera infancia, preescolar, inicial, entre otros, pero cualquiera que sea el nombre que se adopte, en lo que sí están totalmente de acuerdo todos los estudiosos de la ciencia psicológica es que en esta etapa se instauran las bases fundamentales del desarrollo de la personalidad, que en las sucesivas fases de la vida se consolidarán y perfeccionarán.
De ahí la extraordinaria importancia que reviste esta edad para el futuro del hombre como individuo y como persona, y de la necesidad de conocer exhaustivamente sus particularidades: las causas y condiciones de su desarrollo, el transcurso de sus procesos biológicos y madurativos, fisiológicos y funcionales, psicológicos y sociales, para poder ejercer una influencia positiva en dichos mecanismos y estructuras que están en plena formación y maduración, para alcanzar los máximos logros potenciales de este desarrollo, que posibilite un individuo sano, apto y capaz de transformar al mundo y transformarse en este empeño.
1.0. La educación de la primera infancia tradicional
Tradicionalmente la educación de los niños más pequeños ha venido marcada por la posterior enseñanza escolar, hasta el extremo que le impuso el nombre de EDUCACIÓN PREESCOLAR. En esta etapa de la vida se limitaban los maestros exclusivamente a adelantar conocimientos. Evidentemente no educaban sino enseñaban. Aún en muchos países existen los exámenes para el ingreso a determinados colegios donde las pruebas consisten en un ejercicio de Lectoescritura y al conocimiento de Números, cuando no sencillas operaciones aritméticas, con lo cual la educación de la infancia, en el término educación, no existe, limitándose a una mera y acelerada preparación para la posterior escolaridad.
1.1. La educación de la primera infancia hoy
Hoy ya sabemos que cuando el niño nace, tiene todo un potencial de posibilidades. Lleva en él muchas promesas, pero esas promesas serán vanas si no reciben del medio humano y físico un conjunto suficientemente rico de estímulos de todo tipo. Las ciencias biológicas contemporáneas, y sobre todo la neurología, nos dicen que la materia nerviosa, especialmente desarrollada en cantidad en la especie humana, no puede llegar a su evolución completa si no hay unos estímulos exteriores que provoquen unas reacciones que permitan a esas funciones ponerse en marcha, perfeccionarse y desarrollarse plenamente. Podemos afirmar que el desarrollo del individuo está, en primer término, en función de su estado biológico y neurológico en el momento de nacer pero que, más adelante, la acción del medio pasa a ser fundamental para su ulterior evolución. No es que la acción del medio pueda hacerlo o deshacerlo todo, sino que, en el momento de nacer, hay toda una gama de posibilidades y que la acción del medio exterior hará que, dentro de los límites impuestos por la situación biológica y neurológica, el desarrollo del individuo sea más o menos amplio.
En este sentido se ha llegado a afirmar que, al nacer, el niño no es más que un "candidato a la humanidad" (H. Pieron). Esto quiere decir que el camino es muy largo entre el nacimiento a la vida humana y la participación en la humanidad. El vínculo entre ellas, lo que permite el paso de una a otra es la educación.
Y ello se confirma una y otra vez, sin que apenas tomemos conciencia de ello. Sin duda las recientes declaraciones del Doctor Venter, director de una de las dos compañías que han realizado la investigación del mapa del genoma humano, son fundamentales al afirmar: “La idea que las características de la personalidad están estrechamente ligadas con el genoma humano se puede considerar falsa. Los hombres no son necesariamente prisioneros de sus genes y las circunstancias de la vida de cada individuo son cruciales en su personalidad”.
El medio social y la estimulación del medio circundante posibilitan que estos procesos y formaciones se estructuren y permitan un cierto nivel de desarrollo en todos los niños. Sin embargo, el medio social y familiar actuando por sí solos y sin una dirección científicamente concebida de la estimulación, puede que no sea el adecuado, no llegando a posibilitar que los niños alcancen todas las potencialidades de su desarrollo.
Es decir, mediante la creación de un sistema de influencias científicamente concebido y organizado de una forma consciente, se pueden alcanzar metas del desarrollo que no es posible lograr mediante la estimulación espontánea.
Inclusive, y tal como señalara Jean Piaget, una insuficiente o ausente estimulación, puede propiciar que en la periodización del desarrollo psicológico, donde siempre se sigue una determinada secuencia en el surgimiento y cambio de las etapas evolutivas, puede darse el caso de que su culminación, es decir, la formación de la etapa de las operaciones formales del pensamiento, esa que permite el alto razonamiento y el realizar operaciones lógico - abstractas de calidad, no llegue a formarse nunca, como consecuencia de tal insuficiente y no conscientemente dirigida acción de estímulos.
Por otra parte, el hecho de que este sistema de influencias pueda ejercer su acción en una etapa del desarrollo en que las estructuras biológicas, fisiológicas y psicológicas están en plena formación y maduración tiene una especial significación. En este sentido, Lev Vigotski, uno de los mas reconocidos estudiosos de la etapa infantil, señaló que el hecho de que esta acción se haga en un momento del desarrollo en que dichas estructuras se están formando, permite ejercer un efecto mucho más significativo sobre los propios procesos y cualidades que dependen de estas estructuras, y del propio desarrollo como tal. Si bien la organización y dirección de un sistema de influencias científicamente concebido es importante en cualquier etapa del desarrollo del individuo, es en la primera infancia donde dicha estimulación reviste la mayor importancia y significación para toda la vida del ser humano, por realizarse sobre formaciones biofisiológicas y psicológicas que en este momento se están formando, y no sobre estructuras ya formadas como sucede en la mayoría de aquellas que se presentan en otras edades.
De ahí que se haya señalado a esta etapa como crucial para el desarrollo, y de la necesidad de organizar un sistema de influencias educativas bien pensado y científicamente concebido que se dirija a posibilitar la máxima formación y expresión de todas las potencialidades físicas y psíquicas del niño en estas edades iniciales.
La educación de la primera infancia puede, por su función social y su nivel técnico, asumir este sistema de influencias educativas, y en conjunto con la educación familiar, puede ayudar a alcanzar metas más altas de desarrollo para todos los niños.
1.2. ¿Cómo ha de ser la educación de la primera infancia?
Ahora bien si toda la comunidad científica está de acuerdo en la necesidad de una educación desde el nacimiento, cuando no antes, sería aconsejable que todos nos pusiéramos de acuerdo en como ha de ser esta Educación, al objeto de evitar que esta sea una mera etapa de aceleración de conocimientos escolares, como enunciábamos anteriormente.
Si releemos el artículo 29 de la Convención sobre los Derechos de los Niños aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1.989, encontraremos básicamente lo que debemos entender hoy por educación de la infancia:
Los Estados Partes convienen en que la educación del niño debe de estar encaminada a:
- Desarrollar la personalidad, las aptitudes y la capacidad mental y física del niño hasta el máximo de sus posibilidades.
- Inculcar al niño el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales y de los principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas;
- Inculcar al niño el respeto de sus padres, de su propia identidad cultural, de su idioma y sus valores, de los valores nacionales del país en que vive, del país de que sea originario y de las civilizaciones distintas de la suya;
- Preparar al niño para asumir una vida responsable en una sociedad libre, con espíritu de comprensión, PAZ, tolerancia, igualdad de los sexos y amistad entre todos los pueblos, grupos étnicos, nacionales y religiosos y personas de origen indígena;
- Inculcar al niño el respeto del medio ambiente natural.
Si bien esto no es una definición, sino "a lo que debe de estar encaminada" enmarca y define perfectamente que debemos entender hoy por educación. Hoy se define educación como aquella ofrecida al niño para su desarrollo integral NO SÓLO en los aspectos COGNITIVOS (palabra que no se utiliza en todo el artículo) sino psíquicos y espiritual, y ello, evidentemente a través de experiencias de socialización pedagógica y recreativa. Esta definición es perfectamente válida sea cual sea la edad del niño. Es una definición válida desde el mismo momento del nacimiento. Podrán variar las metodologías a utilizar, pero la esencia del concepto permanecerá durante toda la vida. Ha de ser, con arreglo al apartado d, una educación encaminada a Preparar al niño para asumir una vida responsable en una sociedad libre, con espíritu de comprensión, PAZ....
Parece muy claro que el concepto educación hay que entenderlo como «potenciación de las facultades que la naturaleza le depara al niño» y no como mera transmisión de conocimientos. Hoy nuestra actuación debe de estar encaminada a que los niños aprendan a ser ellos mismos (aprender a SER) aprendan a comprender, tanto en los aspectos de tipo social (aprender a VIVIR JUNTOS) como meramente cognitivo (aprender a CONOCER, y a HACER).
1.3. Aprender a vivir juntos
El final del siglo XX y el inicio del nuevo milenio se caracterizan por una progresiva escalada de violencia que, generalizada a gran parte de este mundo, ha generado multitud de situaciones de conflicto que se han convertido en confrontaciones bélicas por doquier así como nuevos fenómenos a escala internacional, de trágicas consecuencias, como lo es el terrorismo.
Si a ello se le suman los efectos de una devastadora depredación de los recursos naturales del planeta, el calentamiento del clima con sus funestas consecuencias, el progresivo deterioro de la capa de ozono que preserva la vida, la deforestación ambiental con la lógica consecuencia de una mayor incidencia e intensidad de fenómenos y desastres naturales (entre otros muchos factores) se dibuja un cuadro nada halagüeño de la actual situación que vive el mundo actual, y cuyos efectos, sean por causas naturales o sociales, inciden fundamentalmente sobre los miembros más vulnerables de la población: las mujeres, los ancianos, los desvalidos, y sobre todos los niños a los que le ofrecemos un futuro desesperanzador.
Esta convulsa situación tiene su expresión en los medios masivos de comunicación, que reflejan, a través de las más diversas vías esta caótica situación, y que casi siempre se convierten a su vez en espejo y transmisión de la violencia y crisis imperante en la sociedad, alentando mediante el morbo y el sensacionalismo los hechos y las formas de expresión de esta violencia cotidiana. Así, se dice que un niño al llegar al término de su niñez ha visto miles de crímenes violentos y otras manifestaciones criminales en la televisión o el cine. Se ha enfrentado al encumbramiento de valores negativos para su desarrollo personal y social en aras a una cultura de supervivencia, del aislamiento, del individualismo más feroz.
Si bien es iluso pensar que los males de este mundo se han de resolver mediante la conciliación ideal y espiritual, sin resolver las grandes contradicciones geopolíticas y económicas que hace que la brecha entre países ricos y pobres sea cada vez mayor (porque, sin duda, los países pobres lo son cada día mas) ello no quita que los educadores nos propongamos acciones que, actuando sobre la mente de los niños que se forman, cooperen y permitan crear en ellos normas, ideas, valores, conceptos, que faciliten el entendimiento entre los hombres y a la aceptación de la enorme diversidad que es el género humano.
Para lograr una sociedad más justa y humana, uno de los factores necesarios, por no decir el más importante, es la asunción de que la paz entre los hombres, en su más amplio concepto, es la única vía posible para posibilitar el desarrollo y corresponde a la educación preparar para este desarrollo ya que sólo ella es capaz de alcanzar las metas que se plantea la sociedad en la formación de los niños. Educación que es indispensable comenzar desde las etapas más tempranas de la vida, pues es en la primera infancia donde se estructuran las bases fundamentales de la personalidad del hombre, que se consolidarán y perfeccionarán en las sucesivas etapas de su desarrollo.
Abundando en estos conceptos, y ante la complicada situación mundial con los grandes movimientos migratorios que se están dando, uno de los cuatro pilares en los que, según el Informe Delors, debe basarse la educación, APRENDER A VIVIR JUNTOS, ha cobrado pertinencia renovada. No hace mucho, el Dr. Koichiro Matsuura, Ex Director General de la UNESCO decía ante el Grupo de Alto Nivel de la Iniciativa Educación para Todos, "la cambiante situación internacional ha hecho que repentinamente, uno de los temas centrales del Informe Delors, el de "aprender a vivir juntos" haya adquirido urgencia y pertinencia renovadas”. Más que nunca, (seguía afirmando el Dr. Matsuura) los contenidos, métodos y resultados del aprendizaje deben ser revisados para hacer de la educación un instrumento más efectivo y poderoso para "construir las defensas de la paz en la mente de los hombres. Es particularmente importante que alejemos a las mentes jóvenes de la violencia y las guiemos hacia las virtudes de la tolerancia, la comprensión mutua y la paz, no sólo de acción, sino también de pensamiento y de expresión".
Coincidiendo con dicha afirmación, y convencidos de que dicha educación debe de empezar desde el mismo nacimiento, hemos constituido el
PROGRAMA DE EDUCACIÓN EN VALORES "EDUCANDO LA PERSONALIDAD DEL NIÑO Y SUS VALORES"
Aprender a convivir en paz desde la primera infancia
Porque tenemos que hacer de la educación para la paz un aprendizaje fundamental en la vida de los pequeños, una habituación continua que condicione cualquier actuación en el futuro, un traspaso de valores que permanezca a lo largo del tiempo, que se prolongue durante toda la vida. Entendemos que es fundamental que desde muy pequeños se construya en la mente de los niños la idea de la paz como algo interior del mismo. Igualmente creemos que aunque existe un Día Internacional de la Paz, y bastantes actividades elaboradas para ese día en concreto, es importante elaborar un amplio programa que condicione cualquier actuación del niño en el futuro.
FUNDAMENTOS DEL PROGRAMA
Cuando nos cuestionamos constituir un programa de Educación en valores para desarrollar en los niños y niñas una personalidad equilibrada y rica en valores con el objetivo de poder convivir juntos y en paz, surgió una pregunta que ocasionó una cierta polémica: realmente ¿qué es la PAZ?
La palabra PAZ es una palabra que, sin duda, todos utilizamos; debe de ser la más escrita y oída en los medios de comunicación. Para conocer su significado exacto acudimos al diccionario y buscamos su significado. La sorpresa fue, al menos curiosa, ya que hay multitud de acepciones a esta palabra.
2.1. Del concepto de PAZ para los niños
Si tenemos que elaborar un plan de educación de la paz para niños, nos parecía muy interesante saber que entendían los propios niños por paz.
Para ello se preguntó a los niños (de tres a seis años) que quería decir para ellos la palabra PAZ. Los educadores nos trasmitieron lo más literalmente posible las respuestas que dieron los niños.
EL 82% DE LOS NIÑOS RESPONDIÓ DE MANERA UNÁNIME, QUE PAZ QUERIA DECIR NO PEGARSE
A partir de ahí surgieron multitud de “definiciones de PAZ” con las cuales podría escribirse un curso de cosas curiosa. Así, entre las múltiples definiciones, nos encontramos:
- CUANDO NO SALE SANGRE (México)
- MI MAMA (El Salvador)
- HABLAR SIN GRITAR (Argentina)
- ESCRIBIR UNA CARTA A LOS POLICIAS PARA QUE METAN PRESO A LOS QUE ROBAN (Argentina)
- NO DECIR COSAS FEAS (Perú)
- QUE NADIE MUERA (Colombia)
- QUE NO FUMEN LOS PADRES PORQUE SINO SE LES PONEN LOS PULMONES NEGROS (España)
2.2. Del concepto de PAZ para los adultos
Para ello se elaboró un cuestionario que se envió por correo electrónico a centros repartidos por más de 20 países. Este cuestionario se elaboró en ingles y español. En el mismo se les preguntó: ¿que es para ti la paz?¿Cómo trabajarías la paz con los niños mas pequeños?
Se han recibido respuestas de los 20 países, y curiosamente en las respuestas aparecen la multitud de matices ya detectados previamente, sin que encontráramos correlación en un determinado tipo de respuesta y la situación de país de origen de la persona que nos contestó. Si que se encontró un ligero sesgo en las repuestas de los educadores de escuelas religiosas, donde encontramos algunas respuestas que vinculan la paz con la religión.
Ante la pregunta, totalmente abierta, de ¿qué es para ti la paz? Solamente el 9% de los encuestados nos respondió que era la AUSENCIA DE CONFLICTOS BÉLICOS. La gran mayoría interrelaciona el concepto PAZ con un estado interior, que posteriormente se transmite al resto de la sociedad. Así, los ítems que obtuvieron más del 5% de las respuestas, fueron:
38% armonía y bienestar interior de la persona
36% respeto al prójimo
16% convivencia armoniosa
11% amor al resto de personas
9% ausencia de conflictos bélicos
8% comprensión hacia los demás
8% establecimiento de una sociedad justa
5% diálogo entre las personas
5% solidaridad entre los pueblos y personas
Prácticamente en todas ellas se asocia la palabra PAZ con lo que siempre hemos conocido como VALORES, esto es, RESPETO, TOLERANCIA, COMPRENSIÓN, AYUDA, etc.
2.3. De la educación en valores
La educación para la Paz ha de ser en consecuencia una educación de valores.
Partiendo de la premisa que el niño cuando nace desconoce los roles, las normas, las pautas y los valores morales y sociales de su comunidad, los agentes educativos nos convertimos en facilitadores de experiencias y relaciones que facilitan su progresiva madurez social.
Podemos definir un valor como un elemento real, deseable, objetivo y conveniente al ser humano que lo interioriza a través de la experiencia individual y se convierte en una norma moral de conducta.
Los niños, a través de sus experiencias seleccionan, eligen y hacen suyo un sistema de valores que les ayudará a desarrollar una conciencia moral y a adquirir el compromiso individual de organizar su conducta llevándolos a la práctica.
La educación, ha de ofrecer una guía de conducta al niño desde su primera infancia promoviendo la madurez interna necesaria para adquirir una conciencia autónoma.
El pequeño, en las primeras etapas del desarrollo, se abre al conocimiento de sí mismo, del mundo que le rodea y de las personas de su entorno: se educa influenciado por el ambiente en que se desenvuelve. Este ambiente debe ofrecer unos modelos de roles y valores positivos aceptados por la comunidad, ayudándole a alejarse de los valores negativos, las fuerzas destructivas o los contravalores.
Para aprender a vivir juntos, será imprescindible educar desde la primera infancia las normas por las que se rige, o debería regirse, esta convivencia.
Los logros fundamentales del desarrollo de la personalidad en educación temprana consisten en la formación de la autoconciencia y de una indudable subordinación y jerarquización de motivos. Gracias a esto el niño adquiere un mundo interior bastante estable, que le permite una activa y consciente participación en el mundo que le rodea e imprime una determinada tendencia a toda su conducta.
La condición fundamental para poder hablar de una formación de la personalidad en esta edad es que su comportamiento puede ser previsto, lo cual implica una dirección del comportamiento. El punto central de esta formación es la observancia de reglas de conducta que son socialmente aceptadas. Normas que los niños asimilan en su actividad y en la comunicación con los adultos y el mundo circundante, y que les permiten regular su conducta de manera mucho mas efectiva que en etapas posteriores
Desde este punto de vista, los valores se conforman en el proceso de desarrollo del individuo, a partir de sus etapas más tempranas.
Dentro de esta concepción de NORMA MORAL DE CONDUCTA, los valores son infinitos, en el sentido en que es infinita la realidad objetal e ideal. Ello hace que realizando acciones que abarquen una gama importante de aspectos de la realidad, se estén sentando las bases para la formación de múltiples valores
La formación de valores en la educación temprana debe realizarse de la misma manera en que se conforman los hábitos, habilidades, conocimientos y capacidades, y mediante los mismos procesos y procedimientos educativos, ESTO ES DE MANERA GLOBALIZADA.
En los primeros años de la vida los valores, como todo en el niño, tienen un enfoque globalizado, al igual que sucede con los conceptos, las normas, las nociones, las capacidades, habilidades y otras formaciones psicológicas, porque la actividad del niño en estas edades tiene un carácter generalizado.
Dentro del enfoque "global del niño" se instauran las premisas de los distintos valores específicos que van a caracterizar al ser humano adulto, sin que se pueda pretender hablar de valores específicos en tan tiernas edades.
Solo en el final de la etapa es que se comienza a plantear una diferenciación de estos valores globales, en la medida en que el desarrollo afectivo y cognoscitivo permite un conocimiento y una vivencia mayor de la realidad circundante.
Como toda formación psicológica, es imposible actuar directamente en la estructuración de los valores, al igual que lo es en el de las capacidades o la motivación. Para ello es necesario llevar a cabo actividades bien organizadas y concebidas metodológicamente, que permitan que los niños se orienten por sí mismos en su realización, base de orientación que se transfiere a cualquier otra actividad semejante, y que progresivamente forma la capacidad, el motivo o el valor en dependencia de que es lo que se pretenda formar.
Bajo nuestro punto de vista constituye un error conceptual plantearse el trabajo directo en la formación de valores, sino que se debe trabajar en las habilidades, hábitos, conceptos, nociones y vivencias que van a dar como resultado la formación del valor.
De este modo, los valores realmente no se enseñan como tales, sino que surgen como consecuencia de la realización de actividades que sean de interés para los niños y en las cuales se realizan acciones que van actuando sobre la composición de estos futuros valores.
Por ejemplo, cuando en un juego de roles o en una dramatización uno de los niños hace de "héroe" y ayuda al “amigo desvalido”, se están realizando acciones que ejercen una determinada influencia sobre la concepción de lo que es la amistad y la solidaridad humana, que paulatinamente, y por la repetición y enriquecimiento de esta actividad, van convirtiéndose en lo que posteriormente ha de constituir un valor en la personalidad.
El valor como tal se conoce, se aprende y se elige en las acciones de la vida cotidiana, por los comportamientos que los niños asimilan y por los que observan en los adultos, y su formación puede darse de manera espontánea, o dirigirse pedagógicamente. Esto último garantiza que el valor individual concuerde con lo que constituye la norma o valor social.
Si las actividades que se propician para la formación de los valores se acompañan de satisfacción y bienestar emocional, el niño tenderá a repetirlas, y se convertirán en habituales en la medida en que pasan a formar parte del sistema regulador de la conducta.
Es decir, que la formación de hábitos y realización de actividades dirigidas a formar valores deben desarrollar sentimientos y vivencias, y no sólo reforzamientos externos para orientar su conducta.
En este sentido, los conocimientos por sí solos no garantizan la formación del valor, sino que han de acompañarse de vivencias emocionales, que expresan en este plano la unidad de los procesos afectivos y cognoscitivos.
Teniendo en cuenta las características de la edad (y aquí es muy importante tener en cuenta los tiempos de excitación e inhibición, del sistema nervioso básico de los niños) y que los niños trabajarán aquello que conecte con su interés, hemos enmarcado “la educación para la PAZ" en una serie de actividades eminentemente lúdicas que tengan un especial significado para el niño.
2.4. La educación para la Paz, ¿eje transversal o bloque del currículo?
La educación para la PAZ ha de convertirse realmente en un programa transversal que se desarrolle a través de todas las actividades del centro.
Como hemos dicho, no se trata de hacer un trabajo directo en la formación de valores, sino formar habilidades, hábitos, conceptos, nociones y vivencias que van a dar como resultado la formación del valor, mediante actividades bien organizadas y concebidas metodológicamente, que permitan que los niños se orienten por sí mismos en su realización, base de orientación que se transfiere a cualquier otra actividad semejante, y que progresivamente forma la capacidad, el motivo o el valor en dependencia de que es lo que se pretenda formar. Esto determina que la formación de valores sea realmente un eje transversal que hay que trabajar en cualquier contenido que se realice en las actividades con los niños, incorporándolo como un objetivo general dentro del planeamiento de cualquier actividad.
Ahora bien, el conocimiento de la práctica docente nos hace afirmar que en el currículo es preciso trabajar los ejes transversales (en nuestro caso aprender a vivir en Paz) como el resto de objetivos y contenidos: de manera estructurada, a modo de uno de los bloques de que consta el currículo
Por otra parte, el trabajar los valores exclusivamente como eje transversal tiene una presunta debilidad que provoca con excesiva frecuencia que no lleguen a trabajarse en la práctica pedagógica y es la dificultad para relacionar el objetivo general con otros más específicos; como trabajarlo en la misma actividad sin un contenido propio, como evaluarlo en referencia con los objetivos de la actividad, entre otros. También, el excesivo énfasis en la “cognición” en los programas, anteriormente expuesto, hace que el “trabajo de los ejes transversales” se limite en muchos de los casos a meras observaciones verbales por parte del educador, lo cual no garantiza la consecución de los valores
Es por ello que no entra en contradicción pedagógica con el enfoque globalizado de la formación de valores el que se ofrezcan actividades específicamente dirigidas a realizar acciones que van a dar como resultado la formación del valor, como si fuera un contenido específico del programa educativo.
De esta manera en determinado momento el valor se integra como un objetivo general dentro de una actividad general cualquiera, y se trabaja en otras como un contenido particular y específico. La realización de uno u otros procedimientos metodológicos va a depender entonces de las características del grupo, el enfoque del tratamiento del contenido, los objetivos de la actividad, etc |