Desde los primeros compases
del CEE Estudio 3 Afanias, hace ya más de 40 años; see
impulsó de manera exponencial la ruptura con los sistemas tradicionales
de enseñanza, tan anclados en el mero traspaso de contenidos.
Se creó un modelo de escuela basada en la experimentación,
en el aprendizaje significativo, en la cogestión, y en la innovación
como criterios exponenciales de la práctica educativa.
Desde entonces y hasta hoy, muchos han sido los proyectos o experiencias
que se han ido desarrollando de cara a crear esa “escuela innovadora”
por la que todos luchamos cada día.
El que hoy queremos presentar, titulado “Emocionario: una experiencia
de comunicación a través de los cuentos”; supuso
un antes y un después en la práctica educativa de los
alumnos de educación infantil de nuestro centro.
Partiendo de que en la actualidad no existen materiales específicos
para la educación especial; decidimos lanzarnos a crear un proyecto
de material didáctico adaptado para alumnos y alumnas con discapacidad
intelectual en la etapa de Educación Infantil.
Tras una larga búsqueda, encontramos un cuento a través
del cual poder trabajar de manera transversal los contenidos que por
currículum correspondían al grupo; en este caso, nos centraríamos
en el control de las emociones y la animación a la lectura.
El cuento elegido fue “El
Monstruo de Colores”, de Anna Llenas.
Tras su adaptación a lectura fácil y formato pictográfico,
y su presentación a los alumnos, se creó con ellos el
personaje real del cuento (un muñeco de trapo que representaba
al monstruo protagonista del cuento).
Ese monstruo nos acompañaría durante muchos meses a lo
largo del curso; nos enseñaría a entender por qué
nos sentimos como nos sentimos; y nos daría la oportunidad de
traspasar el tan complicado muro de las palabras, a través de
modelos de comunicación basados en los apoyos visuales y la experimentación.
El Monstruo de Colores Adaptado viajó por las casas de nuestros
alumnos, por un montón de rincones de España, ¡y
hasta por Londres! De cada uno de esos lugares se trajo un saquito de
experiencias para compartir en el aula.
De ello surgieron varios cuadernos de trabajo específicos para
alumnos con discapacidad intelectual, un video-libro en formato papel
y digital, y varios archivos de implementación de contenidos.
Por primera vez, nuestros alumnos tenían un “libro
de texto” con el que aprender, un cuento con el que poder viajar
a otros mundos lejanos, con el que poder dejar volar la imaginación
y la creatividad; en definitiva, con el que poder conquistar esas palabras
que siempre se nos habían escapado.
Los objetivos que se desarrollaron
a través de este proyecto podrían llenar folios y folios.
Cada día surgían nuevos aprendizajes, nuevas experiencias
y nuevos objetivos en el horizonte.
Fue un camino lleno de sorpresas en el que los niños y niñas
pusieron mucho de su parte a la hora de decidir qué era lo que
querían aprender, o lo que necesitaban mejorar.
Los objetivos programados en un inicio fueron superados con creces a
lo largo de todo el proceso, así como implementados con multitud
de otros objetivos que en principio no estaban contemplados dentro del
proyecto.
Así, y después de un periodo de análisis y reflexión
tras la finalización del proyecto; podríamos afirmar sin
temor a equivocarnos que esta experiencia supuso el logro de objetivos
de muy diversa índole; que podríamos resumir en:
- Desarrollar en los
alumnos habilidades de identificación y control de las diferentes
emociones: alegría, tristeza, miedo, enfado y tranquilidad.
- Fomentar el pensamiento creativo en los alumnos, desarrollando habilidades
de elaboración de historias.
- Ofrecer a los alumnos con discapacidad intelectual la oportunidad
de acceder a experiencias de lectura traspasando barreras en la comprensión,
codificación y abstracción.
- Fomentar en los alumnos el gusto por la lectura y los “viajes”
que ella nos ofrece
- Implicar a las familias en el proceso de acceso a la lectura de
sus hijos, trasladando la escuela a casa y la casa a la escuela a
través de los viajes de “El Monstruo de Colores”
- Mejorar habilidades de lectura y escritura; realizando adaptaciones
para las diferentes necesidades de cada alumno (lectura y escritura
con pictogramas, lectura global de palabras, procesos de composición
y descomposición silábica, etc)
- Permitir a los alumnos y alumnas de educación especial acceder
a materiales creados para la población general
- Crear un cuaderno de material didáctico adaptado para alumnos
y alumnas de educación especial en la etapa de educación
infantil.
- Cohesionar los distintos bloques de contenido a través de
un eje o guía
Edad de los niños
a los que se dirige el proyecto: 4 y 5 años
El proyecto de “Emocionario:
una experiencia de comunicación a través de los cuentos”
se inició con la adaptación a lenguaje fácil y
a pictogramas del cuento “El Monstruo de Colores”, de Anna
Llenas. VER
CUENTO.
A partir de ahí, se presentó a los niños el cuento
durante varias sesiones, hasta que fueron capaces de reconocer a los
personajes principales, así como de identificar los colores y
las nombres de las emociones a las que estos colores correspondían.
Cuando El Monstruo de Colores fue un personaje habitual para todos los
alumnos del aula; vino por fin a visitarnos.
Para ello creamos un muñeco de tela a imagen del personaje, que
los niños rellenaron con espuma durante una sesión.
A través de él, comenzamos a desarrollar multitud de experiencias
de comunicación tanto dentro del aula,. como en los tiempos de
ocio, actividades extraescolares e incluso en la familia de cada alumno/a.
Así, realizamos una gran variedad de actividades dirigidas fundamentalmente
a implementar las experiencias de comunicación, la comprensión
de las emociones propias y ajenas, e incluso la experimentación
con la creación literaria.
Con el monstruo de colores como referencia, y siempre basándonos
en los apoyos visuales y pictográficos utilizados en el cuento
adaptado; los alumnos fueron creando sus propios cuentos, narrando la
experiencia de tener al monstruo en casa.
El monstruo viajaba una semana con cada familia; y en el cuaderno de
trabajo se pegaban fotos, pictogramas, dibujos o cualquier elemento
visual que permitiera a los alumnos acceder a su memoria y poder contar
al resto cuáles habían sido las vivencias con el monstruo..
Además, dentro del aula se realizaron multitud de actividades
que se plasmaron también en formato de lectura fácil y
pictográfica.
Así, el monstruo vivió cómo le vestíamos
o desvestíamos dependiendo de la estación del año,
cómo jugábamos con él en las salidas extraescolares,
cómo nos sentábamos cada mañana a explicar nuestros
sentimientos, cómo poco a poco nos íbamos convirtiendo
en maestros de nuestras propias emociones e íbamos desarrollando
una gran cantidad de textos adaptados en los que se recordaba cada una
de estas experiencias.
En clase leíamos juntos estos “microcuentos”, y los
trasladábamos a un formato de frases pictográficas más
formal (por ejemplo: “Mario y Laura duermen con el monstruo”;
“El Monstruo de pone el gorro porque hace frío”;
“Juan está triste porque el monstruo se ha roto un brazo”)
De la unión de todos estos microrrelatos, surgió un cuento
de creación propia; la historia de un monstruo que viajaba con
los alumnos y vivía mil aventuras.
Aquellos aspectos que un principio podían parecer un handicap,
como los problemas de comunicación, la ausencia de lenguaje oral
o la dificultad de abstracción, fueron superados con creces.
Durante todo este proceso, nuestros alumnos tuvieron la posibilidad
de jugar con las palabras, con las historias, con las emociones, con
su imaginación (que nos dimos cuenta que era mucha); y sobre
todo demostrar que también podían ser pequeños
escritores.
No hay nada inalcanzable, simplemente hay que buscar el transporte adecuado.
Para nosotros ese transporte fueron los pictogramas, que nos permitieron
romper la barrera de las dificultades cognitivas y el acceso al lenguaje
escrito. Las imágenes nos apoyaron para dejar volar la imaginación,
para leer historias increíbles, para escribir aventuras inimaginables,
para, en definitiva, demostrar que no existe reto que no podamos conquistar.
Sin embargo, y por mucho que expliquemos cómo se desarrolló
esta experiencia, cualquier argumento se queda vacío de contenido
sin esas “imágenes” a las que tanto debemos; porque,
para nosotros, las imágenes son palabras.
Os presentamos a continuación, una pequeña muestra de
esas palabras adaptadas con las que hemos viajado (ver
archivo)
Durante todo el proceso
hemos empleado una metodología activa y participativa
en la que el alumno ha sido protagonista del proceso de aprendizaje.
Las diversas actividades propuestas han
sido la base para la comprensión de la realidad y la construcción
de aprendizajes significativos.
En todo momento hemos procurado una atención individualizada,
respondiendo a las características personales de cada alumno,
dentro de un clima de seguridad, confianza y respeto hacia su individualidad.
A lo largo del proyecto hemos
sido mediadores, acompañando a los niños por
este viaje hacia el control de las emociones, hemos desempeñando
diferentes roles: dirigiendo, sugiriendo, motivando…
Hemos promovido la participación
de las familias generando cauces de comunicación, de
colaboración y promoviendo la presencia de padres, madres, hermanos
e incluso abuelos en la vida del centro.
El proyecto ha tenido un carácter
globalizador que nos ha permitido trabajar, a partir del cuento,
todas las áreas curriculares.
Recursos humanos: Dos
profesoras tutoras, dos logopedas , una profesora de plástica
y dos auxiliares técnicos educativos
Recursos materiales: Ordenador de aula y pizarra digital
Tras la finalización
del proyecto, y ya con la perspectiva que nos ofrece el tiempo transcurrido,
podemos afirmar de manera rotunda, que la experiencia con el Monstruo
de Colores mejoró de manera significativa nuestra práctica
diaria.
Lo importante no fue la consecución de los contenidos curriculares
trabajados.
Lo importante no fue que nuestros niños y niñas mejoraran
sus habilidades escolares.
Todo eso se consiguió con creces.
Lo realmente importante es que el Monstruo de Colores nos permitió
alcanzar algo que pensábamos inalcanzable: la capacidad de desdoblar
el pensamiento, de viajar, de crear, de imaginar…
Nos permitió aprender a estar enfadados sin necesidad de tirar
o romper cosas; nos ayudó a sentirnos tristes y a entender que
es necesario sentirse triste; nos empujó a disfrutar de la alegría
con los amigos; a saber frenar y a estar simplemente relajado.
Todo eso que parece tan sencillo, había sido siempre una puerta
cerrada para los alumnos de educación especial.
Una vez que lo conseguimos, fue mucho más fácil convertirnos
en lectores eficaces, en escritores sin barreras, en creadores de palabras
con muchísimo contenido...
Ahora disponemos de un gran conjunto de materiales, reunidos en un cuento
adaptado, un cuaderno de trabajo, y varios archivos digitales; que nos
permitirán repetir esta experiencia una y otra vez con futuros
alumnos.
Por fin, la educación especial ha demostrado que no hay reto
inalcanzable.
Elena Sancho Martínez
Arancha García Ramos
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