CUENTOS DE LA SEÑORA ARTRITIS |
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AMABILIDAD |
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La señora Artritis era una raposa remilgada y tonta que presumía de saber hacer mejor que nadie el arroz con leche, todas las mañanas mientras el sol decidía si salía o no, la señora Artritis programaba su vida y la de todos los que tenía alrededor; a la tortuga Maripili le encargaba que comprase el arroz y a la vaca Mariana que le trajera un litro de leche. Podía decírselo sonriendo, por ejemplo: -Buenos días, ¿como estás hoy señora tortuga? Eso podría ser un buen comienzo. |
Pues no. La señora Artritis arqueaba las cejas y ponía los brazos en jarras cuando de su boca resonaba un:
-A QUÉ ESTÁIS ESPERANDO.
Era una mezcla de miedo y revoltura lo que producía todas las mañanas el verla.
Hasta que un día, pasó algo. Todos los días pasan cosas y no tiene por qué cambiar casi nada. Pero aquel día si cambió.
La tortuga Maripili y la vaca Mariana se encontraban algo cansadas, habían estado celebrando su cumpleaños el día anterior y parece que se habían acostado un poco tarde. La señora Artritis, como siempre, dio grandes alaridos desde su ventana:
-¿Dónde estáis?
-¿Haced el favor de venir inmediatamente?
- No soporto que me hagan esperar
Estaba acostumbrada a mandar, y eso se notaba mucho, el tono de voz chirriante, las manos en la cintura y la cabeza muy alta, son los síntomas de esta enfermedad de mandar.
Pero aquel día nadie acudió, y mandar, mandar, en realidad solo se puede mandar si hay alguien que obedece, y.... aquel día nadie obedecía.
La señora Artritis cogió un cabreo descomunal, se sentó en su puerta y se cansó de esperar. Lo malo fue que se quedó dormida de una mala postura y cuando despertó uno de sus brazos se había quedado sin fuerza.
Al día siguiente, la tortuga Maripili y la vaca Mariana se extrañaron de no oír los gritos de la raposa, y fueron a ver que pasaba. Encontraron a la Señora Artritis llorando encima de la pota, su brazo no respondía y no podía revolver el arroz con leche.
A la vaca Mariana ,estaba a punto de saltarle una lágrima, así que para evitarlo puso enseguida el mandil y comenzó a revolver la leche mientras cantaba una habanera , como disimulando..
La tortuga Mariana, que siempre llegaba tarde, entraba por la puerta en aquel momento, notó algo extraño y no se atrevió a preguntar , puso el mandil y se turnó con Mariana para revolver . Con tal agilidad pasó todo, que en un plis plas, hicieron el mejor arroz con leche de la comarca
Fue entonces cuando ocurrió algo milagroso, muy bajito, muy bajito la Señora Artritis dijo:
gra --------------- cias.
Sonó muy bajo porque era su primera vez.
La tortuga Maripili y la vaca Mariana sacaron sus pañuelos y lloraron a chorro tendido mientras canturreaban embriagadas de emoción, no se lo podían creer, la señora Artritis les había dado las gracias.
Aunque parezca increible, ocurrió así, como os lo cuento.