Congreso
Mundial de Lecto-escritura, celebrado en Valencia,
Diciembre 2000
Manuel Lafarga Marqués
A principios del
1r. año de vida se producen sonidos de todos los idiomas,
pero con el tiempo esa producción se va limitando cada
vez más a aquellos sonidos que se encuentran en el
medio cultural propio. Tras un lapso de relativo silencio,
los niños comienzan a producir las primeras palabras
con significado, que sirven para comunicarse. A los 2 años
ya saben combinar dos o tres palabras para formar frases significativas
y a los 3 pueden producir oraciones de cierta complejidad.
El auge de la sintaxis ocurre a los 3 y 4 años de edad,
y da lugar a una gran diversidad de estructuras gramaticales,
así como a una considerable fuerza expresiva. Y a los
4 ó 5 años, la mayoría de los niños
está en condiciones de producir relatos sencillos,
incluyendo algunos que ponen de manifiesto cierta originalidad
y un considerable vigor"
(GARDNER, 1987).
0. Introducción:
Sobre el Desarrollo Neurológico
En las últimas
décadas ha cobrado forma un complejo entramado científico
que recibe el nombre de Neurociencia. Se incluyen aquí
desde disciplinas puras, como la química orgánica,
a las llamadas ciencias sociales, como p.e. la educación.
La extrema complejidad del sistema nervioso central (SNC),
ha requerido que al final del segundo milenio, diversas ciencias,
disciplinas y ramas del saber de la más variada naturaleza,
confluyan para aumentar y refinar nuestros modelos y nuestra
comprensión acerca de la estructura que, en definitiva,
dirige toda esta búsqueda, es decir, el propio cerebro
humano.
La complejidad del cerebro
humano existe a todos sus niveles, desde el más general
al más particular, del mayor al menor, de la estructura
a la neurona, de la función a su base neurobiológica.
Se ha dicho que el cerebro es la estructura más compleja
que se conoce, superando incluso a las formaciones galácticas.
El panorama es el mismo se mire desde el campo del conocimiento
que se mire (la filosofía, la filogenética,
la neurología, la psicología, la fisiología,
la bioquímica, la matemática, las teorías
de la información, las teorías de sistemas,
o la neuropatología), y en este sentido se puede decir
que el cerebro posee cierta dosis de "fractalidad".
La corteza cerebral
humana, los 2 milímetros más externos que recubren
toda la superficie del cerebro comprende aproximadamente 2/3
del total de las neuronas del cerebro y contiene aproximadamente
3/4 de todas las sinapsis. También conocida como córtex,
se halla parcelada en áreas citoarquitectónicas,
las famosas áreas de Brodmann. Todo lo que aprendemos,
e incluso bastante de lo que recordamos, se procesa aquí,
al igual que el lenguaje, el reconocimiento de rostros, la
actividad motora voluntaria, y la información sensorial
en un primer tratamiento de la misma.
Estamos diseñados
de forma tan curiosa que somos simétricos (o casi;
en cualquier caso, estamos formados en efecto por dos mitades).
También el cerebro se ve afectado por esta ley casi
universal de simetría para los seres vivos. Lo curioso
es que la mitad izquierda del cerebro controla y recibe información
de la mitad derecha del cuerpo y viceversa. Es decir, las
respectivas mitades de nuestro cuerpo y de nuestro cerebro
están "cruzadas". Esta es otra ley general que se aplica
a todas las criaturas con sistema nervioso: se trata de los
famosos "hemisferios cerebrales". En realidad son casi
como dos cerebros independientes, aunque de hecho siempre
funcionan en forma coordinada. Ambas "mitades" del cerebro
están conectadas por unos 200 millones de fibras nerviosas
agrupadas en grandes tractos conocidos como comisuras,
la mayor de las cuales es el cuerpo calloso.
En la cuarta semana de
gestación, el organismo mide de 0,5 a 2,5 cm, y su
tamaño es 10.000 veces mayor que el del óvulo
fecundado. Ya han empezado a formarse el cerebro, los riñones,
el corazón, el hígado y el tracto digestivo.
Las hendiduras de la parte superior acabarán convirtiéndose
en las mandíbulas, los ojos y los oídos. El
número de neuronas que componen el sistema nervioso
central adulto se cifra, según los autores, entre 15.000
y 100.000 millones. De hecho, sabemos que en los primeros
estadios del desarrollo postnatal, este número es,
de hecho, abrumadoramente mayor (varios miles de billones
de células en los últimos estadios prenatales
y 100 billones en el momento del nacimiento).
A los dos años
el cerebro del bebé ha triplicado su tamaño,
alcanzando casi un 75 u 80 % del peso y el tamaño de
un cerebro adulto. Durante la infancia se produce un crecimiento
tal que el niño de 2 años posee más conexiones
entre las neuronas que un adulto (Goldman-Rakic, 1987). Los
estímulos del entorno impulsan el desarrollo de las
conexiones entre las células, que canalizan el desarrollo
del cerebro (Gottlieb, 1983). En realidad, desde el momento
del nacimiento tiene lugar un largo y crítico proceso
de selección neuronal (también llamado de poda
neuronal) que afecta a las conexiones entre las neuronas.
Muchas de estas conexiones (sinapsis) mueren y desaparecen,
mientras el cerebro prosigue paso a paso su conformación
definitiva. El desarrollo normal del cerebro depende de la
experiencia.
El papel del entorno durante
estas edades es en efecto, crítico, puesto que también
la plasticidad del cerebro es máxima: nuestro
sistema nervioso está continuamente reorganizándose
en forma dinámica.
Pero el caso es que la
complejidad del cerebro no depende del número de neuronas,
sino de su organización y del número de conexiones
que se establecen entre ellas: cada neurona recibe un promedio
de varios miles de entradas distintas y se conecta con otras
muchas neuronas. La mayoría de las conexiones parecen
quedar establecidas con precisión durante una fase
precoz del desarrollo y hay muchas pruebas de que las conexiones
formadas son específicas no sólo de determinadas
regiones del cerebro sino también de determinadas neuronas
(y en algunos casos de partes concretas de las neuronas) dentro
de estas regiones. Los problemas, por supuesto, no acaban
aquí, pero las cifras que estamos manejando en este
punto muestran a las claras la veracidad de las afirmaciones
acerca de la extrema complejidad del cerebro.
Hablar de "desarrollo
neurológico" es, evidentemente, hablar del desarrollo
del sistema nervioso central, lo que llamamos, corrientemente,
cerebro. Sin embargo, del mismo modo que describir las escenas,
la distribución de los personajes, los decorados y
el vestuario, de una representación teatral completa
no significa comprender el contenido argumental que se está
desarrollando, describir la estructura y la anatomía
de este órgano — sede de nuestros pensamientos, nuestras
emociones, nuestros recuerdos, y de lo que llamamos "consciencia"
— no significa tampoco comprender aquéllo que está
haciendo o que es capaz de llegar a hacer.
Para averiguar algo de
lo que en efecto está ocurriendo allí adentro
tenemos que, o bien "hablar" con el poseedor de dicho órgano,
de forma que nos describa sus "sensaciones mentales", o bien
someter a muchos individuos a la obervación de unos
cuantos rasgos bien delimitados. Ambas opciones son fáciles
de llevar a cabo con personas adultas, sometiéndolas
a cuestionarios y dispositivos experimentales que, tras muchas
medidas y observaciones, nos permiten deducir algunas de las
leyes que parecen regir los procesos mentales. Con los niños,
en cambio, el primer caso resulta mucho más difícil
por el simple hecho de que los niños están
aprendiendo a hablar. Su competencia lingüística
— al igual que su competencia en todas las restantes áreas
del desarrollo — se halla en un proceso de rápido cambio
y expansión. Incluso alrededor de los 5 años,
cuando ya dominan un léxico suficiente y poseen bastante
competencia gramatical, su comprensión del mundo y
de sí mismos es todavía extremadamente inmadura.
En el segundo caso, también
nos vemos limitados por cuanto que la conducta — y la estructura
que soporta la función — están también
inmersos en un proceso de crecimiento y desarrollo, y sus
estados son mucho más variables que en el estadio adulto.
1. Sobre el desarrollo
auditivo
La conformación
neurofisiológica y anatómica de la audición
es una de las más complejas entre las funciones sensoriales.
La visión, por ejemplo, utiliza una ruta que va de
la retina a una estación neuronal en el tálamo,
y de aquí se proyecta directamente a la corteza visual,
en el lóbulo occipital (en la parte trasera del cráneo,
más o menos donde solemos dar los cachetes). Se trata
de una vía sensorial, pues, sencilla. En el caso de
la audición, en cambio, existen al menos 6 estaciones
de relevo neuronal desde la cóclea (oído interno
o caracol, en donde se transduce el impulso mecánico
generado por las ondas de presión que llegan al oído
medio en impulsos eléctricos que viajan hacia el córtex)
hasta su destino cortical final .
Sabemos por estudios en
animales que algunos componentes de la señal (p.e.,
la intensidad y la duración) son disociados y tratados
en forma diferente desde las primeras estaciones. Parece ser
que la cóclea actúa al modo de una mesa de mezclas
altamente sofisticada, que analiza, recompone, y codifica,
la información sonora, para su posterior interpretación
a nivel cortical. A este nivel, al igual que en el caso de
la visión, existen una variedad de áreas dedicadas
a funciones auditivas específicas relacionadas con
dicha interpretación (p.e., localización del
sonido, decodificación de la frecuencia, decodificación
del habla, o vocalizaciones específicas de la especie).
A la hora de abordar en
edades tan tempranas como los 2 ó 3 primeros años
de vida la descripción de los procesos neurológicos
y mentales que están aconteciendo en el cerebro de
un niño — en nuestro caso procesos auditivos "centrales"
—, hemos de considerar necesariamente sus respuestas (motoras,
vocales, o incluso autónomas) a estímulos que
se presentan en la modalidad auditiva. Dicha modalidad sensorial
incluye principalmente dos tipos de procesos cognitivos:
lingüísticos y musicales.
De la observación
de estas "respuestas" y de conductas espontáneas que
aparecen durante el desarrollo en amplias muestras de población,
inferimos diferentes períodos o "momentoscríticos"
del desarrollo neurológico infantil. En nuestro
caso, parece que el desarrollo referido al lenguaje y el referido
a la música siguen "rutas" diferentes desde muy temprano,
aun cuando muchos momentos parecen coincidir. Además,
es importante tener presente que algunos parámetros
acústicos , como p.e. la frecuencia fundamental
(f0) son utilizados en ambos procesos. La frecuencia
fundamental está directamente implicada en la percepción
— y, por supuesto, también en la producción,
puesto que realimentamos nuestras producciones mediante la
audición — del tono, del intervalo, la
melodía, las vocales y la entonación
o melodía del lenguaje (prosodia).
Estos dos fenómenos
— música y lenguaje — constituyen dos códigos
muy diferentes, aunque también estrechamente emparentados.
Un código representa un sistema complejo y articulado
capaz de transmitir información en diversos grados
y a diferentes niveles, sistema que ha de ser necesariamente
aprendido con objeto de alcanzar una competencia efectiva
que permita interaccionar con otros individuos sobre la base
de convenciones pre-establecidas. Hablar, p.e., no es producir
sonidos aleatorios indiscriminados, sino utilizar las convenciones
fonológicas, articulatorias y sintácticas propias
de un determinado idioma y, además, utilizarlas correctamente
para expresar acontecimientos del mundo, nuestros propios
pensamientos o eventuales pensamientos de los demás.
Del mismo modo, ser musicalmente competente implica conocer
unas reglas básicas instrumentales y procedimentales
(técnica) además de criterios culturales y formales
(estilos y formas) propios de una determinada sociedad o grupo
social, y además combinar todas estas destrezas para
producir obras social y culturalmente "reconocidas" como tales.
Así pues, hemos
de centrarnos en la observación de la competencia que
el oído humano va adquiriendo en estos primeros años,
para comprender la naturaleza de los cambios centrales que
están aconteciendo, y que sirven de base (o substrato)
a dicha competencia. Al observar una respuesta "nueva", más
compleja, o perteneciente a un nivel superior en una determinada
jerarquía, podemos estar razonablemente seguros de
que la estructura que la sustenta está ya desarrollada.
Gran parte de la investigación
sobre procesos perceptivos y sensoriales en bebés ha
utilizado el llamado procedimiento del tiempo de reacción.
En este tipo de dispositivos experimentales, se interpreta
que la duración del tiempo que los bebés atienden
dentro de una determinada modalidad sensorial constituye un
indicio de su preferencia respecto de uno u otro de los parámetros
del estímulo, del diseño, o bien de la dominancia
hemisférica correspondiente (p.e., oído derecho-hemisferio
izquierdo vs. oídoizquierdo-hemisferio
derecho).
La serie de habilidades
que el oído humano desarrolla ya durante los primeros
18 meses de vida constituye un tipo de información
sumamente útil para especialistas y profesionales de
muchos campos — o áreas de conocimiento — relacionados,
dentro de las llamadas Ciencias de la Educación:
Psicología, Educación, Educación Infantil,
Educación Especial, Logopedia, Audición y Lenguage,
Educación Musical, Conservatorios y Escuelas Elementales
de Música, etc. El conocimiento y actualización
acerca de estas habilidades auditivas puede tener un amplio
eco en la enseñanza en nuestras Escuelas, Institutos,
Centros de Formación y Universidades, mejorando la
comprensión del fenómeno auditivo y de su desarrollo
en las personas desde su infancia, y facilitando de este modo
nuevas ideas y nuevas estrategias para abordar estas cuestiones
en el marco de la Educación y de la Investigación.
[Fuente: autores citados
en el texto y elaboración propia:
fragmento de la comunicación
enviada al I Congreso Internacional de Neuropsicología
en Internet, Union99, 1999.]
2. Desarrollo auditivo
prenatal
[Para la preferencia
por los sonidos oídos durante la vida intrauterina,
ver BIRNHOLZ, J.C. & BENACERRAF, B.R. (1983); SPENCE
& DeCASTER, 1987; LECAUNET, GRANIER-DEFERRE, DeCASPER,
MAUGEAIS, ANDRIEU & BUSNER, 1987].
5ª semana de gestación
Formación del oído
externo
11ª semana de gestación
Observados sinergismos
tales como la prensión.
14ª semana de gestación
Parece estar presente
la mayor parte de los reflejos que pueden observarse
al final en el recién nacido. (COGHILL, 1929; HOOKER,
1952; CARMICHAEL, 1954; HUMPHREY, 1964; LENEBERG, 1975, 1981).
24ª semana de gestación
Los hemisferios
cerebrales humanos son bastante asimétricos.
Período de rápida organización cortical,
que afecta a importantes funciones sensitivo-motoras. Algunos
afirman que el oído ya es capaz de escuchar.
30ª semana de gestación
El sistema auditivo está
poco desarrollado antes de este momento (NORTHERN & DOWNS,
1974). A partir de aquí el oído puede transmitir
informaciones pertinentes al cerebro. Ellíquido amniótico
deforma considerablemente la señal sonora. El feto
oye sobre todo ruidos estomacales y sonidos diversos.
Una semana antes de nacer
El oído reacciona
significativamente ante estímulos acústicos
externos (pares de sílabas) y a la inversiónde
dichas secuencias. (LECAUNET et al., 1987).
35/36 semana de gestación
El desarrollo del aparato
auditivo está finalizado y es operativo. Puede percibir
sonidos, sobre todo frecuencias bajas. (QUERLEAU &
RENARD, 1981).
Nacimiento
El oído se encuentra
ya muy desarrollado (EISENBERG, 1976; ASLIN, 1987; ASLIN,
PISONI & JUSCZYK, 1983). Nos orientamos hacia los sonidos
y discriminamos entre tonos de diferente volumen y
organizamos los sonidos en melodías y en voces.
Fuente: MEHLER &
DUPOUX (1993), SMITH (1986) y elaboración propia
3. El lenguaje, la
música y el hemisferio izquierdo
El sonido es un fenómeno
puramente mecánico producido por vibraciones físicas.
El oído externo reúne y envía las ondas
sonoras al tímpano provocando su vibración.
Estas vibraciones resuenan en los huesos del oído medio,
que conectan con el canal coclear (cóclea o
caracol) y ahí es donde las vibraciones se transforman
[transducen] en impulsos eléctricos. Después,
estos impulsos viajan a través de diversos haces de
vías nerviosas hasta llegar al córtex auditivo.
Las células del córtex auditivo responden a
diferentes características del sonido: algunas neuronas
responden al tono, otras al volumen, y otras a la procedencia.
A partir de aquí,
el proceso es similar al de otros sentidos. Determinadas neuronas
empiezan a codificar los diversos fragmentos de una información
sonora. En el córtex se reinterpreta la entrada auditiva,
y se le da un sentidoy un significado en los
niveles más altos del procesamiento. Los humanos, procesamos
la música como tal en estos niveles superiores
de la percepción. El proceso es el mismo para todas
las fuentes de información que llegan a través
del oído, incluyendo el lenguaje, que posee sus propias
áreas especializadas localizadas en el hemisferio izquierdo
en el 99 % de las personas diestras y en el 66 % de las zurdas.
El reconocimiento de la
supremacía del hemisferio izquierdo para el control
del lenguaje, no obstante, hubo de esperar a que P. Broca
le diera confirmación experimental por medio de la
observación post mortem del cerebro de un paciente
afectado de un trastorno en la articulación del lenguaje.
En abril de 1861, aportó la primera prueba científica
de la relación entre una región del córtex
y una función cerebral, a saber, el área de
Broca en el hemisferio izquierdo. Algo más tarde, en
1863, informó de 25 casos de alteraciones en el habla
con lesiones en el hemisferio izquierdo; en todos, excepto
en uno, la lesión incluía la 3ª circunvolución
frontal. En 1865 publicó su trabajo más conocido,
en el que establece la dominancia izquierda para el habla.
Pocos años después, en 1874, Carl Wernicke,
publicaba su obra "Un estudio psicológico sobre una
base anatómica", y establecía la existencia
de un "centro para la comprensión", también
localizado en el hemisferio izquierdo.
La Música y el
Lenguaje pueden considerarse como dos códigos diferentes
de comunicación (que en el canto se entrelazan para
constituir un código común), como dos sistemas
formales elaborados capaces de transmitir una información
y unos valores culturales, sociales, emocionales e intelectuales.
Desde los años 50, en que Chomsky expuso por primera
vez sus tesis innatistas y estructuralistas acerca de la adquisición
del lenguaje, se han hecho propuestas similares en relación
con la música, en especial en lo que atañe a
la herencia biológica y a la sintaxis. Hasta el día
de hoy, estos estudios se han visto apoyados también
por enfoques culturales y antropológicos, tanto en
bebés como en adultos.
Hoy día, poseemos
más información acerca de un origen o de un
posible substrato común, a partir de estudios de casos
de lesiones cerebrales que afectan a ambas capacidades, a
la vez o por separado. La complejidad de la adquisición
del lenguaje escapa a menudo a nuestra atención, en
tanto que se trata de una habilidad cotidiana desde nuestros
primeros días. La habilidad musical, en cambio, mucho
menos frecuente entre la población, nos parece de algún
modo, una hazaña o logro por parte de quien la posee.
El lenguaje es el principal
instrumento para la transmisión de conocimientos. El
hecho de que tenga su sede en el hemisferio izquierdo en casi
todas las personas diestras, y en 2/3 de las zurdas, constituye
una prueba casi incontrovertible de procesos subyacentes de
origen genético. Además, el procesamiento de
esta modalidad comunicativa prácticamente exclusiva
de la especie humana, involucra determinadas áreas
o territorios corticales y siempre los mismos (hasta donde
sabemos) en todas las personas, hablen el idioma que hablen.
Las asimetrías hemisféricas relacionadas con
el lenguaje han sido observadas en bebés, en adultos
sanos, y en cráneos prehistóricos.
Consideremos el circuito
auditivo general. Cada cóclea se proyecta principalmente
a su hemisferio contralateral, si bien una pequeña
fracción de fibras ascienden de forma ipsilateral.
De modo que las áreas auditivas primariasy
secundarias (áreas 41 y 42 de Brodmann)
están presentes por igual en ambos hemisferios, aunque
cada una recibe la información de la cóclea
del lado opuesto: el cuerpo calloso se encarga entonces de
conectar ambos hemisferios y el cerebro integra ambas señales,
proporcionándonos la experiencia auditiva.
La cuestión en
este punto consiste en que en el córtex del hemisferio
izquierdo se localizan varias áreas que no están
presentes en el hemisferio derecho (o al menos no poseen las
mismas funciones), áreas directa y específicamente
implicadas en algunos aspectos del lenguaje; concretamente:
en la comprensión (área de Wernicke
o área 22 de Brodmann; sita en el lóbulo
temporal superior y en el llamado córtex insular) y
en la producción (área de Broca
o áreas 44 y 45 de Brodmann; sita en
la parte inferior del lóbulo frontal).
Las lesiones de estas
mismas áreas en el hemisferio derecho no producen los
déficits de lenguaje que se observan cuando las mismas
lesiones se producen en el hemisferio izquierdo, en donde
se han detectado dichas especializaciones funcionales;
las correspondientes áreas del hemisferio derecho no
poseen, pues, la misma competencia lingüística.
El hemisferio derecho
posee sus propias habilidades especiales, entre ellas la de
analizar ciertos aspectos dela música
y de complejosmodelos visuales. Su procesamiento
es holístico y sintético, frente a (o como complemento
de) el del hemisferio izquierdo, que es primariamene analítico
y serial.
Una competencia exclusiva
del hemisferio derecho parece ser la entonación,
tanto del lenguaje hablado como del canto. En sujetos a los
que se inhibe uno de los hemisferios con amilobarbital sódico
(test de Wada) con objeto de observar el funcionamiento aislado
de cada uno de ellos, se dan fenómenos ciertamente
curiosos. Por ejemplo, con el hemisferio izquierdo inhibido
los sujetos no pueden expresarse verbalmente, pero pueden
en cambio cantar canciones con letras; con el hemisferio derecho
inhibido, suele ocurrir lo contrario.
En los pacientes afásicos
se dan fenómenos similares: las lesiones del hemisferio
derecho producen un habla monótona, sin inflexiones,
conocida como "tipo robot", pero sin otros déficits
de lenguaje; las lesiones del hemisferio izquierdo dañan
severamente el lenguaje, pero muchos pacientes siguen pudiendo
cantar melodías incluso con letras.
En pacientes a los que
se les ha seccionado el cuerpo calloso para el control de
la epilepsia, sus hemisferios "aislados" se comportan en efecto
como dos cerebros independientes, sólo que el izquierdo
sabe hablar y el derecho no (ver, p.e. SPERRY, 1969, 1976).
De las revisiones especializadas
aparecidas en los últimos 25 años, parece desprenderse
que las personas que se especializan en alguna faceta del
arte de la música, lateralizan determinadas funciones
de control a su hemisferio dominante para el lenguaje (el
izquierdo, en la mayoría de casos). Únicamente
en personas "iletradas" en música, asumiría
el control el hemisferio derecho, al basarse mayormente en
información de carácter global, como p.e. el
"contorno melódico" .
Habitualmente, las personas
que no saben música no hacen discriminaciones analíticas
finas (p.e., calidad tímbrica, distribución
instrumental, discurso armónico), y perciben los temas
musicales como fragmentos unitarios. En los músicos,
por el contrario, que están continuamente realizando
operaciones cognitivas de análisis y de síntesis,
de memoria y de programación motora, todo ello a la
vez, ambos hemisferios están funcionando de manera
extremadamente eficiente y coordinada. Es más, el control
motor y perceptivo en este caso "migra" al hemisferio izquierdo.
Así pues, en la
mayoría de las personas el hemisferio izquierdo controla
casi todos los aspectos del lenguaje; y gran parte de los
musicales (tanto perceptivos como de producción) en
los músicos diestros. El hemisferio derecho controla
los aspectos de la entonación en el canto y los de
la prosodia del lenguaje; y en personas sin conocimientos
musicales controla también la percepción global
de material musical (contornos melódicos).
No obstante, se pueden
hallar casos en la literatura que constituyen una excepción
a estas reglas, si bien las causas pueden ser diversas, desde
una organización cerebral diferente (o cruzada), a
déficits o patologías no localizados (p.e.,
ausencia de examen post-mortem en la descripción
de casos), hasta la falta de un marco explicativo suficiente
para interpretar los datos, o incluso una evaluación
del paciente incompleta o inexistente.
Existen casos de pacientes
adultos en los que el hemisferio derecho ha re-aprendido las
funciones lingüísticas perdidas después
de la extirpación del hemisferio izquierdo. Igualmente,
en edades muy tempranas en las que la plasticidad es considerablemente
mayor, el hemisferio derecho ha asumido en ocasiones el control
del lenguaje.
Los modelos más
recientes propuestos en torno al problema del procesamiento
cortical del lenguaje datan de finales de la década
de los 80 y primeros años de los 90 (p.e., MESULAM,
M., 1990; DAMASIO, A.R. & DAMASIO, H, 1992; MAZOYER, B.M.
et al., 1993). Evidentemente, no basta con explicar
algunos problemas generales, sino que es preciso formular
un modelo (aún inexistente) que dé cuenta de
la fenomenología de los trastornos del lenguaje, de
su rápida adquisición a edades tradicionalmente
consideradas demasiado tempranas (p.e. aprendemos "demasiado
deprisa" como para ignorar la existencia de mecanismos especializados
que procesen estímulos específicos como los
sonidos del habla), que explique el aprendizaje y el manejo
de varias lenguas, etc. etc.
Actualmente se ha abandonado
el concepto simplista de "dos centros conectados", uno involcurado
en la producción (Broca) y otro en la comprensión
(Wernicke), por el de las formulaciones más modernas
citadas arriba, que consideran la circuitería lingüística
en forma de "redes neurales distribuidas". Gracias en un primer
momento a los trabajos de Ojemann, de Mateer, y de otros investigadores
(p.e., MATEER, C.A., 1983; MATEER, C.A. & CAMERON, P.A.,
1989; OJEMANN, G.A. & WHITHAKER, H.A., 1978; OJEMANN,
G. & MATEER, C., 1979), se demostró que existían
puntos en cada una de estas áreas que producían
efectos lingüísticos que tradicionalmente estaban
adscritos a otras. También estudiaron el córtex
de afásicos y de pacientes bilingües durante operaciones
cerebrales.
Además de que estos
nuevos modelos han establecido también la existencia
de otras áreas corticales (como el área motora
suplementaria) y de estructuras subcorticales (p.e., núcleo
pulvinar del tálamo) implicadas en el procesamiento
del lenguaje, sabemos hoy en día que las áreas
auditivas (y en general todas las sensoriales primarias y
bastantes de las secundarias) están "sub-especializadas",
es decir, dentro de cada modalidad sensorial existen sub-áreas
dedicadas a diferentes funciones u operaciones. En el sistema
visual la investigación está por delante, pero
existen ya igualmente multitud de trabajos que demuestran
una distribución similar en el córtex auditivo.
El lenguaje, que mantiene
su primacía como el principal candidaro a "vehículo
del pensamiento" (cf. Vigotsky, 1962; 1978), nos permite preguntar,
aprender, escribir, comunicarnos, en definitiva: "interpretar
el mundo", y además hacer estas interpretaciones contrastables
(o "falsables") con las interpretaciones de los demás.
4. Percepción
Categórica Auditiva
El oído humano
establece "categorías" o límites dentro de los
cuales agrupa diferentes variaciones de una misma señal.
P.e., la consonante /p/ en todos los modos que pueden producir
todos los hablantes de un mismo idioma; o incluso, en el caso
de este fonema, en todos los idiomas del mundo. Este fenómeno
se conoce como Percepción Categórica Auditiva.
La percepción categórica
auditiva nos permite reconocer múltiples variaciones
de una misma señal, agrupar estas variacioens en unidades
mayores (sílabas), segmentar estas unidades o agruparlas
para identificar palabras, y por tanto, reconocer y discriminar
todo tipo de matices lingüísticos y acústicos.
También reconocemos de este modo (por ejemplo en el
caso de los músicos) como una determinada nota musical
(p.e. SI bemol) todas sus versiones mal afinadas o "desafinadas".
El aprendizaje categórico
no está restringido a los sonidos del habla. Es aplicable
también a otros eventos acústicos:
Notas musicales aisladas
Intervalos musicales
Acordes
Sonidos de cuerda pulsada
5. Desarrollo AuditivoLingüístico (primer año)
Los bebés son sensibles,
mucho antes de los 2 años, a todas estas distinciones
acústicas para la decodificación del habla:
la diferencia entre la tonalidad
relativa (pertinente para el lenguaje) y la tonalidad
absoluta (de importancia social), p.e., distinguir una
voz femenina de otra masculina
los aspectos rítmicos
de la entrada lingüística (pausas y prosodia)
la duración de las vocales
el acento lingüístico
el contorno ascendente o descendente
de la entonación
distinciones fonéticas sutiles
las fronteras entre palabras y
las fronteras oracionales, que dependen fuertemente
del significado y de la estructuración del discurso,
y a las que se aplican reglas gramaticales
A ello habría que
añadir que:
Las primeras palabras tienen
una cronología bastante precisa
Las primeras etapas del desarrollodel lenguaje son análogasen
todos los niñosen su cronología
y en su forma
Todo lo cual parece ocurrir, además,
del mismo modoen todas las lenguas del mundo
12 horas de vida
El oído distingue
entre información lingüística y
otros tipos de entrada acústica (MEHLER, cit.
por Karmiloff-Smith, p. 58)
Menos de 4 días
Somos sensibles a los contrastes lingüísticos
mínimos cuando se presentan en el oído
derecho. Ocurre lo contrario con las notas musicales,
que se distinguen mejor en el oído izquierdo.
En el recién nacido existen ya estructuras corticales
especializadas para procesar de forma específica
los estímulos acústicos según sean
lingüísticos o musicales.
4 días
Los bebés franceses distinguen
entre el francés y el ruso, con preferencia al francés.
Sin embargo, a los 2 meses no se observa esta preferencia.
Ocurría lo mismo aunque se filtraran
las frecuencias de las voces superiores a 400 Hz, operación
mediante la cual se conserva intacta la entonación,pero
no la inteligibilidad (MEHLER et al., 1987; MEHLER,
et al., 1988).
Estos resultados han sido reproducidos
en el inglés y el italiano y en el inglés
y el español (BAHRICK & PICKENS, 1988).
TREHUB (1976), STREETER (1976), y WERKER
et al. (1981) demostraron que los bebés son
incluso más sensibles que los adultos a los contrastes
fonéticos. P.e., en el caso de recién
nacidos en Toronto y de adultos anglófonos, sólo
los primeros eran capaces de distinguir entre los 2 grupos
de contrastes (inglés y checo). Los adultos sólo
distinguían los contrastes del inglés.
1 mes
Distinguimos entre:
distintos puntos de articulación
([p] [t] [k]) (EIMAS, 1974);
modos de articulación:
oclusiva y nasal ([d] y [n]), oclusiva y líquida
([d] y [r]) ([l] y [r]) (MILLER & EIMAS, 1983; EIMAS
& MILLER, 1980);
vocales ([a] e [i], [i] y [u])
(TREHUB, 1976); vocales nasales y no nasales
([a] y [an]).
4 días - 2 meses
Para distinguir entre
dos lenguas, los bebés no se apoyan en datos acústicos
simples (o parámetros absolutos) de la señal
sonora (como la altitud global de la voz o la energía
media de los enunciados), sino en propiedades complejas
y dinámicas de la señal hablada (MEHLER
et al., 1987; MEHLER, et al., 1988).
2 meses
Distinguimos sin problemas
la /l/ de la /r/, mientras que, p.e., a los adultos japoneses
les resulta ciertamente difícil hacer esta distinción.
El aprendizaje de una lengua consiste de hecho en una
pérdida parcial, en la selecciónde ciertos contrastes y elolvido de otros
que no son pertinentes (MEHLER & DUPOUX, 1990). Esto parece
que comienza a ocurrir hacia los 10-12 meses (WERKER
et al., 1981).
2-3 meses
Preferimos escuchar a alguien que hable
en un tono "maternés" que a alguien leyendo
en tono normal (FERNALD, 1985).
Estas preferencias se han confirmado
al cabo de sólo algunos días de vida
(DeCASPER & MELUISH, 1974) y con resultados menos marcados
a las 12horas (SPENCE & DeCASPER, 1987).
Los bebés sólo
pueden distinguir entre 2 lenguas cuando una de ellas
les es familiar. Según muchos autores, el feto
realizaría ya importantes adquisiciones , en particular
en relación con la voz de su madre (MEHLER
& DUPOUX, 1990)
3 ½ meses
Estamos más atentos a la voz
de la madre que a la de una extraña (MILLS &
MELUISH, 1974).
MEHLER (1990) ha obtenido idénticos
resultados a una edad inferior. Permanecemos más
atentos cuando la madre habla de forma natural. Si lee un
texto al revés, condición que hace imposible
una entonación natural, no mostramos preferencia.
4 meses
Primeras vocalizaciones.
Preferimos oir palabras a otros
ruidos o al silencio (COLOMBO & BUNDY, 1983).
Mucho antes de saber hablar, somos
sensibles a los contornos melódicos, al ritmo y a
la acentuación que poseen las diferentes lenguas.
A esta edad somos sensibles a una serie de indicios que
correlacionan con las fronteras entre oraciones.
Esto se ha comprobado con bebés
ingleses respecto del inglés y el polaco (JUSCZYK
et al., 1988). Sin embargo, a los 6 meses se había
perdido la sensibilidad a las fronteras oracionales del
polaco, pero la conservaban en su lengua materna
(MEHLER, 1993).
6-10 meses
Aparición del balbuceo.
Reaccionamos en función de la
forma en que se sitúan las pausas en los enunciados,
y manifestamos preferencia por las segmentaciones que corresponden
a las fronteras sintácticas de la propia lengua,
cuyos correlatos son ciertos índices acústicos
ligados a la entonación, el ritmo
y la melodía (HIRSH-PASEK et al., 1987).
En este momento, estos índices
ya se habrían extraído y servirían
para identificar los enunciados que violan las regularidades
de la lengua y los que la respetan (MEHLER & DUPOUX,
1990)
10-12 meses
Ya no somos sensibles a los contrastes
de lenguas extranjeras. Después de numerosos
estudios, los resultados van siempre en la misma dirección:
los bebés discriminan todos los contrastes que se
les presentan, pero a esta edad sólo muestran esa
capacidad respecto a los sonidos de su propia lengua (MEHLER
& DUPOUX, 1990).
1 año
Fin del balbuceo lingüístico.
Primeras palabras.
[Aunque no se han estudiado
todos los contrastes, la mayoría de investigadores
admite que los recién nacidos son sensibles a todos
los contrastes que pueden aparecer en todas las lenguas,
y del mismo modo que los adultos.]
[Fuente: MEHLER &
DUPOUX (1993), autores citados en el texto y elaboración
propia]
6. Desarrollo musical
Desde el primer año
de vida, comenzamos a experimentar con todo tipo de sonidos
vocales, unos característicamente lingüísticos,
y otros musicales y relacionados con la entonación.
Experimentos llevados a cabo en el Laboratorio de Bioacústica
de Pensilvania confirman que reaccionamos de modo diferente
a estos dos tipos de modalidad acústica desde los primeros
momentos de la vida. Esta experimentación vocal, conocida
como balbuceo a partir del 6º mes, constituye un período
fundamental y crítico en la adquisición del
lenguaje.
Moog fue uno de los primeros
en proponer que el balbuceo musical y el balbuceo lingüístico
no eran exactamente la misma cosa (MOOG, 1976). Obtuvo algunos
resultados de especial interés, como que el 16 % de
los niños de 2 años que estudió, no cantó
palabras pero balbuceó o cantó algo similar
al ritmo y a la entonación de sus pruebas. En su investigación
de unos 500 niños encontró además que
"al final del tercer año todos los niños estaban
capacitados para el canto imitativo", incluso aunque cantaran
correctamente sólo algunos grupos de notas. Su
estudio todavía figura como la investigación
más extensa de la habilidad musical del niño
de pre-escolar, e incluía resultados procedentes de
más 8000 pruebas y cuestionarios, tanto a padres como
a niños.
La diversificación
de las primeras vocalizaciones de los bebés (llantos
y lloriqueos que expresan el bienestar o el malestar del niño),
comienza alrededor del mes 4º, y desemboca en el balbuceo,
que se produce aproximadamente a partir del 6º ó 7º
mes, para acabar, unos meses después, pronunciando
las primeras palabras.
Todos los niños
(incluyendo a los bebés sordos congénitos, que
no tienen sensaciones auditivas) comienzan a balbucear en
este momento. El balbuceo se distingue por la aparición
de las sílabas, o, dicho de otro modo, la alternancia
de sonidos consonánticos con sonidos vocálicos.
Continúa evolucionando hasta los primeros meses del
2º año, y en ocasiones coexiste incluso con las primeras
palabras comprensibles. JAKOBSON formuló en 1941 la
idea hoy unánimemente aceptada de que el balbuceo ha
de concebirse como un ejercicio aleatorio de todos los
sonidos posibles en todas las lenguas. Junto con este
"juego" de experimentación — y desde el primer momento
— aparecen vocalizaciones claramente musicales, a las que
Moog llamó "balbuceo musical".
Desarrollo comparado
entre la producción del tono y el ritmo dentro de la
canción espontánea (hasta los 2 ½ años)
Mes
Melodía
Ritmo
Aprox. 12-18
Glissandos Tonales
/ 1 respiración
18-19
Tonos Discretos:
2ªs mayores, 3ª menores y Unisonos
19
Pulsación
basada en las palabras
23
Está presente
alguna organización rítmica
28
Organización
rítmica completa
30
2ªs menores, 3ªs
mayores. Comienzan a aparecer también 4ªs y
5ªs
A
partir de este momento, los contornos e intervalos
correctos se estabilizan rápidamente
[Fuente: heargreaves
(1992)]
Resumen de la investigación
a gran escala de MOOG (1976):
Experiencia musical
del niño prescolar
Entre
3 y 6 meses
Comienzo
de respuestas activas a la música en
vez de una 'recepción' pasiva. Comienzan a
volverse hacia la fuente del sonido, y a mostrar placer
y 'asombro' manifiestos.
Más
de 6 meses
La música
produce movimientos corporales de forma consistente,
aunque el niño probablemente responde al 'sonido
puro’.
Final
del 1r año.
Los aspectos rítmicos
de la música parecen tener un efecto inequívoco.
18
meses
Los niños
comienzan a acoplar sus propios movimientos rítmicos
con los presentes en la música. Esta coordinación
puede mantenerse primero sólo durante cortos
períodos de tiempo, que se alargan a medida
que el niño se hace mayor.
2º
año
Incremento en
la cantidad de respuesta activa. El número
de tipos diferentes de movimiento físico aumenta
dramáticamente.
Demuestran claros
intentos de llevar a cabo 'movimientos de danza'
con otras personas y existen algunos signos tempranos
de coordinación entre música
y movimiento.
3º,
4º y 5º años.
Incremento significativo
en la coordinación música y movimiento.
Incorporación
de la música y las canciones en el juego imaginativo
(PIAGET, 1951).
Las respuestas
físicas parecen declinar y se muestra preferencia
por sentarse y escuchar atentamente la música,
más que por realizar movimientos espontáneos
como respuesta.
[Fuente: HARGREAVES (1992)]
7. Estrategias y Actividades
de Apoyo para el Profesor
7.1. LENGUAJE
Siempre que le hable
a un niño de menos de 3-4 años de edad, procure
seguir las siguientes recomendaciones, aún cuando por
su edad o cualquier otra condición no esté seguro
de que el niño comprende todo lo que Vd. dice.
En general:
recuerde que la intensidad
y la altura son dos parámetros acústicos
diferentes: "hablar bajo" se refiere a "poco volumen";
hablar "grave" se refiere a una entonación (altura
del sonido) grave.
hable siempre mirando de frente y
en un tono ligeramente más agudo
que el que emplearía para hablarle a una persona
de su misma edad.
hable siempre a un volumen
moderado, pero no excesivamente débil: una
intensidad demasiado débil limita la agudeza auditiva
y por tanto la inteligibilidad.
articule y vocalice pausadamente
y con claridad: exagere un poco los movimientos de sus
órganos vocales. No se precipite al hablar bajo
ninguna circunstancia, excepto en una situación
de peligro inmediato para el niño si éste
se halla fuera de su alcance.
exagere ligeramente la entonación
característica de las diferentes intenciones
comunicativas (sorpresa, admiración, interrogación,
pena, alegría, duda, etc.)
En particular:
extreme el cuidado al pronunciar
contrastes lingüísticos "mínimos"
de su idioma.
extreme el cuidado al pronunciar
palabras que difieran entre sí únicamente
por un fonema o cuyas vocales y consonantes sean muy parecidas
y aparezcan en el mismo orden.
cuando enumere determinados objetos
o series de objetos (p.e., los dedos de la mano
del niño), ponga extremo cuidado en introducir
cada nuevo elemento con la misma cadencia vocal,
haciendo una ligera pausa entre cada nuevo elemento.
utilice correctamente la conjugación
y los tiempos de los verbos. Las conjugaciones
en castellano reflejan una gran variedad de matices, y
su discriminación es, por tanto, más fina,
y exige además una mayor atención y capacidad
de memoria.
separe correctamente las fronteras
sintácticas (conectores: preposiciones, conjunciones,
partículas sintácticas en general, etc.)
dentro de una misma oración.
separe correctamente las fronteras
oracionales (cláusulas, pregunta-respuesta,
condicionales, imperativos, etc.)
procure no dejar traslucir, a través
del tono de su voz, su estado de ánimo (o
estado mental) si éste no es favorable: no exprese
cansancio, enfado, hastío, impaciencia, nerviosismo,
ni otros estados similares.
recuerde que en estas tempranas edades
es importante que el niño comprenda algunas de
las cosas que se le dicen, pero no olvide que el adiestramiento
eficaz del oído para la comprensión de todo
tipo de pautas sonoras depende en gran medida de "cómo
se le dice".
7.2. MÚSICA
Siempre que quiera
estimular musicalmente a un niño de menos de 3-4 años
de edad, procure seguir las siguientes recomendaciones, aún
cuando por su edad o cualquier otra condición no esté
seguro de que es capaz de reproducir o de comprender el "sentido
musical" de lo que Vd. realice.
En general:
recuerde que el balbuceo es una especie
de período "crítico", de intensa experimentación
vocal y auditiva, en donde se producen todo tipo de
vocalizaciones de tipo lingüístico y musical,
y que comienza aproximadamente alrededor del 6º mes para
finalizar con la pronunciación de las primeras
palabras durante los primeros meses del 2º año.
debe Vd. saber igualmente que la
variación es un procedimiento compositivo
común a todas las épocas, a todos los estilos,
y a todas las culturas. La variación consiste en
producir sucesivos motivos derivados a partir de uno primario,
conservando algún rasgo fundamental (sea melódico,
sea rítmico, sean ambos a la vez) que permita al
oyente seguir reconociendo la identidad de la variación
con el motivo original, sea cual fuere el grado de complejidad
o de alejamiento que conserve con aquél.
debe Vd. aprender a distinguir entre
variaciones tonales dentro de una frase
(modificación de algunos sonidos sobre la misma
estructura melódica general) y variaciones tonales
de altura (repetición del mismo patrón
melódico a diferentes alturas).
debe Vd. proveerse de un buen repertorio
de motivos musicales simples, o bien de la habilidad de
producirlos con la suficiente variedad .
estimule y reproduzca, en forma de
"pregunta", de "respuesta", o de "variación", todas
las producciones vocales del niño que posean algún
componente tonal o rítmico.
si no se siente capaz de realizar
ninguna de estas actividades en forma sencilla y eficaz,
debería adquirir algunas nociones elementales de
música, tanto prácticas como teóricas,
y volver de nuevo sobre el problema. Es casi seguro que
posee Vd. más y mejores aptitudes y habilidades
musicales de las que cree.
En particular:
estimule todas aquellas "improvisaciones
vocales", por cortas que sean, que reflejen de algún
modo patrones tonales "discretos" (secuencias definidas
de tonos): intente imitar la producción vocal en
cuestión y produzca a continuación algunas
variaciones tonales simples de la misma melodía.
si la producción vocal en
cuestión no posee un sentido cadencial (de
conclusión o de finalización), añada
el más adecuado a cada caso a partir de la segunda
o tercera imitación que realice.
intente finalizar el motivo que esté
reproduciendo en su tónica natural (un intervalo
de 5ª más grave que el último sonido
inconcluso).
repita este proceso a diferentes
alturas tonales.
estimule todas aquellas "improvisaciones
vocales" por cortas que sean, que reflejen de algún
modo patrones rítmicos de cualquier tipo:
intente imitar la producción vocal en cuestión
y produzca a continuación algunas variaciones rítmicas
simples de la misma.
concluya el motivo que está
reproduciendo en una pulsación rítmica de
tiempo fuerte según la naturaleza del ritmo articulatorio
(o silábico) en cuestión.
repita este proceso a diferentes
alturas tonales.
utilice combinaciones tonales de
intervalos que resulten "armoniosas" y "consonantes" (p.e.,
I-III-I; I-IV-III; I-V-I; I-III-V; I-III-V-VI-V).
Evite la utilización de intervalos
de 2ª o de 7ª.
recuerde que ya a los 4-5 años,
y sin una instrucción especializada, un niño
normal es capaz de cantar con bastante precisión
canciones de su cultura, es decir, con un ritmo, entonación
y pronunciación correctos.
7.3. RITMO
Siempre que quiera
estimular rítmicamente a un niño de menos de
3-4 años de edad, procure seguir las siguientes recomendaciones,
aún cuando por su edad o cualquier otra condición
no esté seguro de que es capaz de reproducir o de comprender
el "sentido musical" de lo que Vd. realice.
En general:
proceda siempre en un orden de complejidad
creciente, de lo simple a lo complejo.
no entorpezca la expresión
corporal del niño; mejórela y recondúzcala
hacia modelos más apropiados.
evite los ritmos (o pulsaciones)
"ansiosos", "frenéticos", "irregulares", o similares;
utilice en cambio, sin preocupación y cuando la
situación sea oportuna, ritmos "vigorosos", "consistentes",
"coherentes", o similares.
recuerde que el procedimiento "compositivo"
de la variación se puede aplicar a la organización
melódica y a la organización rítmica,
al igual que a ambas a la vez en forma coordinada. Comience
siempre por los ritmos más simples.
recuerde que la psicomotricidad,
como su nombre indica, se genera primero en la mente (el
cerebro) y después se transfiere a las articulaciones
y músculos encargados de realizar la tarea motora
en cuestión. Una representación o un modelo
correctos de cualquier comportamiento motor facilita mucho
las cosas (p.e., la forma de agarrar una baqueta para
percutir, o un patrón complejo de movimientos).
Procure que cuando Vd. realiza el movimiento, éste
se produzca en forma clara y ordenada.
recuerde que el período más
activo en cuanto a respuesta motora a la música
por parte del niño se sitúa en el segundo
año y se mantiene estable hasta aproximadamente
los 5 años.
recuerde que en este momento (5 años)
aparece una actitud de "escucha pasiva" más analítica
que la respuesta motora espontánea.
recuerde que desde los 3 a los 5
años, las canciones y juegos de coro cobran una
importancia de primer orden para el desarrollo del juego
simbólico (o imaginativo), de la construcción
de creencias, y de la socialización.
En particular:
concéntrese en estrategias
sencillas que puedan mejorar la consecución de
determinados hitos motores; p.e., mirarse las manos al
dar palmadas con objeto de producirlas de forma clara
y con precisión, o utilizar espejos grandes con
objeto de mejorar el gesto y el movimiento o para aprender
pasos de danza.
procure que sus propios movimientos
sean armoniosos y correctos ante el niño, sobre
todo cuando en ellos se implican las manos.
utilice la variación tímbrica
además de la variación rítmica en
sus producciones vocales ante el bebé, y aprenda
a combinarlas, aunque dichas producciones no sean lingüísticas
ni contengan un referente semántico. Los humanos
somos capaces de producir centenares de sonidos distintos
con nuestros órganos de fonación.
estimule, repita, y cree variaciones
rítmicas con la voz de los mismos patrones tonales
que escuche al niño.
estimule, repita, y cree variaciones
rítmicas o motoras de patrones rítmicos
o motores que observe en el niño, o de aquéllos
que Vd. observe que captan su atención.
repita sin precipitación,
fragmentando y separando con claridad, cada posición
o movimiento "complejo" que se requiera para una determinada
tarea motora o rítmica.
habitúe al niño a observar
los movimientos corporales complejos de los demás
y a respetarlos; en cada ocasión, inste al niño
a imitarlos o a mejorarlos.
facilite al niño instrumentos
adecuados a su nivel de destreza manual; los instrumentos
escolares cuentan con una enorme variedad de sencillos
mecanismos de producción sonora.
provéase de estos materiales
y familiarícese con ellos, clasifíquelos
en función de diferentes criterios.
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