El sistema funcional de la lectoescritura en la neuropsicología de Luria
EL SISTEMA FUNCIONAL DE
LA LECTOESCRITURA EN LA NEUROPSICOLOGÍA DE LURIA.
Congreso
Mundial de Lecto-escritura, celebrado en Valencia,
Diciembre 2000
Dionisio Manga
Profesor Titular del Area de Personalidad,
Evaluación y Tratamiento Psicológico
en la Universidad de León
Francisco Ramos
Doctor en Psicología, es
Profesor Titular del Area de Personalidad, Evaluación
y Tratamiento Psicológico en la Facultad de
Psicología de la Universidad de Salamanca
INTRODUCCIÓN.
En su autobiografía, Luria (1979b)
hace alusión a los estudios sobre afasia en neurología
iniciados por Vygotski, estudios que introdujeron métodos
psicológicos y dieron origen así, a finales
de los años veinte de este siglo, a la "neuropsicología".
Yo proseguí mi trabajo sobre afasia y lo amplié
después, dice Luria, a las funciones corticales superiores
del hombre. "Invertí la principal parte de mi
vida en esta nueva rama de la ciencia, la neuropsicología"
(p. 37).
Luria, que se planteó junto a Vygotski
las principales cuestiones sobre organización cerebral
de los procesos psicológicos superiores, continuó
buscando soluciones a problemas que tenía planteados
la neurología clásica. Por una parte, aunque
el mismo Vygotski tenía dudas al respecto, los procesos
superiores no podían estar localizados en el córtex
cerebral de igual modo que lo estaban los procesos elementales,
sensoriales y motores. Luria consideró que, para explicar
el modo distintivo de localización de tales procesos
superiores se necesitaba recurrir al principio de organización,
mucho más complejo, de los sistemas funcionales.
La segunda cuestión, nueva e introducida por Vygotski,
era el cambio con el desarrollo del papel desempeñado
por ciertas regiones cerebrales en la organización
de los procesos psicológicos superiores. Determinadas
zonas que controlan procesos más elementales (áreas
primarias) tienen un papel más determinante en edades
tempranas, porque los sistemas funcionales se irán
formando a partir de esas zonas. En niños pequeños,
como los efectos de una lesión van hacia arriba,
se detendría el desarrollo de las áreas superiores.
Dos son las grandes influencias que recibe
Luria cuando se refiere a la organización funcional
del cerebro humano, a la que caracteriza de sistémico-dinámica.
Su carácter sistémico le viene a la neuropsicología
de Luria de la decisiva influencia del neurofisiólogo
ruso Anojin, con su teoría de los sistemas
funcionales. En la concepción dinámica de
la organización del cerebro influye Vygotski,
sobre todo en lo que se refiere a los cambios que ocurren
en la formación de los sistemas funcionales a medida
que avanza el desarrollo. En este punto, nos interesa sobre
todo la formación de los sistemas funcionales que sirven
al aprendizaje del lenguaje escrito.
Según Vygotski (1979), "el
lenguaje escrito consiste en un sistema de signos que designan
los sonidos y las palabras del lenguaje hablado, y que, a
su vez, son signos de relaciones y de entidades reales. Gradualmente,
este vínculo intermedio que es ellenguaje
hablado desaparece, y el lenguaje escrito se transforma
en un sistema de signos que simbolizan directamente
las relaciones y entidades entre ellos. Parece evidente que
el dominio de este complejo sistema de signos no pueda realizarse
de modo puramente mecánico y externo, sino que más
bien es la culminación de un largo proceso de desarrollo
de determinadas y complejas funciones de la conducta del niño"
(p. 160)... Luria (1980), por su parte, afirma que en las
últimas etapas se usan métodos completamente
diferentes y mucho más directos. En las diferentes
etapas del desarrollo de la escritura ocurren cambios en su
composición psicofisiológica, "hasta el
punto de que la parte jugada por los sistemas corticales
en esta actividad no siempre es la misma" (p. 530).
Según confesaba Vygotski en la
década de los años 30, no era posible todavía
ofrecer una descripción coherente y completa de la
historia del desarrollo del lenguaje escrito en los niños.
En la actualidad, también el DSM-IV habla en términos
bastante similares: "En comparación con otros
trastornos del aprendizaje, dice, se sabe relativamente poco
acerca de los trastornos de la expresión escrita y
de su tratamiento, particularmente cuando aparecen en ausencia
de trastorno de la lectura..." (APA, 1995, p. 54).
De acuerdo con estas reflexiones iniciales,
nuestra exposición se divide en dos partes: una primera,
más teórica, en la que plantearemos la singular
relación entre lenguaje oral y escrito, para abordar
después el sistema funcional que subyace a la actividad
de la lectura y de la escritura. La segunda parte, de carácter
más empírico, aporta datos obtenidos con la
batería neuropsicológica Luria-DNI en el área
escolar de evaluación, donde se miden habilidades de
lectoescritura y aritmética.
PRIMERA PARTE: Sistemas funcionales
diferenciados para el lenguaje escrito.
a) Diferencia entre lenguaje hablado
y escrito.
En cuanto formas especiales de actividad
lingüística, dice Luria, la escritura y la
lectura se diferencian esencialmente del lenguaje hablado,
tanto en su génesis como en la estructura psicofisiológica
y sus propiedades funcionales.
Mientras el lenguaje hablado se forma
en las etapas tempranas del desarrollo del niño, en
el curso de su relación directa con otra gente, el
lenguaje escrito no aparece hasta mucho más tarde y
es resultado de especial entrenamiento.
En contraste con el lenguaje hablado,
el cual usualmente se origina automáticamente y sin
análisis consciente de su composición fonética,
desde sus verdaderos comienzos el lenguaje escrito es una
actividad voluntaria, organizada con el análisis consciente
de sus sonidos constituyentes.
"La estructura psicofisiológica
de la escritura y lalectura es particularmente característica
y se diferencia esencialmente de la del lenguaje hablado"
(Luria,1980, p. 528). El apoyo, por ejemplo, en la articulación
(habla en voz alta) tiene especial importancia en las etapas
tempranas de adquisición del lenguaje escrito, pero
tiene poco que hacer en la forma altamente automatizada de
la escritura.
Sólo en las últimas etapas
de su formación la escritura se convierte en una habilidad
compleja automatizada.
Las principales diferencias del habla
con el lenguaje escrito provienen de que en el lenguaje escrito
se implica especialmente el funcionamiento del sistema perceptivo
visual (Carr, 1986). Si para el lenguaje hablado existe una
adaptación evolutiva en la especie humana con
apoyo en la audición, la lectura y la escritura suponen
una adaptación intelectual al servicio de necesidades
comunicativas que se sustentan en el sistema visual.
Para la mayoría de los seres humanos,
el lenguaje auditivo se halla lateralizado en el hemisferio
izquierdo. Esto significa que este hemisferio es superior
al derecho en discriminación fonémica precisa
y en procesar información organizada sintácticamente,
cuando las relaciones entre palabras añaden significación
esencial al mensaje y se debe preservar el orden estricto
de los componentes en cadenas a veces largas y complejas.
El modelo cooperativo bilateral de
la lectura (Taylor, 1988) hace suyas estas distinciones,
asignando a la ruta izquierda la representación
fonológica, las relaciones sintácticas y las
relaciones lógicas. La comprensión de palabras
y frases simples, en cambio, depende más de hemisferio
derecho que del izquierdo, ya que la ruta derecha opera
más directamente con la representación semántica
relacionada con el mundo que nos rodea. El substrato que sirve
al procesamiento de información auditiva se ha adaptado
para operar con sonidos ordenados en el tiempo. Las relaciones
temporales entre sonidos particulares necesitan descodificarse
a nivel fonológico, sintáctico y semántico.
A veces se dan grandes diferencias
en adquirir dominio de la lectura entre quienes aprenden a
leer, lo cual no significa que partan necesariamente de distinto
nivel en el dominio lingüístico auditivo. Puede
darse disociación porque la habilidad para enfrentarse
con los grafemas es en gran medida independiente de la habilidad
requerida para el solo análisis fonológico.
Esa independencia proviene de que la información escrita
ha de procesarse mediante la visión, con las dificultades
lógicas de interrelación con la audición.
Por esta razón se han buscado zonas de comunicación
transmodal, como ha sido entre otros el "centro de
la lectura", situándolo en el área
de asociación parieto-témporo-occipital del
hemisferio izquierdo.
Tener que abordar visualmente la información
de los estímulos supone cambiar de un formato a otro
el procesamiento del lenguaje. El sistema psicolingüístico
auditivo está preparado para operar sobre datos que
son sonidos ordenados en el tiempo, pero los mecanismos de
codificación visual operan con datos que son formas
distribuidas en el espacio. El cambio entre formatos, opina
Carr (1986), no es una cuestión sin importancia como
se comprueba con la tarea de deletrear sonidos del habla,
hasta el punto de que llegar a dominar los formatos visuales
del lenguaje se convierte en la etapa crucial de la adquisición
de la lectoescritura.
b) Los sistemas funcionales en la
teoría neuropsicológica de A. R. Luria.
Frente a localización estricta
de funciones, sistemas funcionales.
En Luria las funciones psíquicas
superiores se consideran como sistemas funcionales complejos.
Los eslabones o componentes de cada sistema se hallan vinculados
con diversos aspectos de la función psíquica
y están situados en muy variados sectores y niveles
del cerebro. Es así como Luria, tomando la noción
de sistema funcional de Anojin (ver Manga y Ramos, en prensa),
creó una neuropsicología clínica original
sobre la base de nuevos postulados teóricos y dotada
de un conjunto de métodos de trabajo. Tal vez sea el
concepto de sistemas funcionales el más importante
para aplicar provechosamente la teoría neuropsicológica
de Luria, tanto en el ámbito clínico como en
el escolar. El sistema funcional resulta ser un conjunto de
áreas cerebrales que interactúan entre sí
para poder producir de ese modo una conducta determinada.
Frente a la concepción del localizacionismo
estricto sobre la función cerebral, empeñado
en buscar localización precisa a cada uno de los procesos
psicológicos en alguna región del córtex,
Luria ofrece una concepción más dinámica
de la relación estructura-función. Para él,
los procesos psíquicos superiores del hombre, tales
como el HABLA o la ESCRITURA, se basan en el concurso de actividades
sustentadas por diferentes áreas del cerebro que forman
entre ellas un sistema.
Una discapacidad en el habla o en la escritura
puede deberse, por tanto, a que falla algún componente
del sistema funcional correspondiente, siendo precisamente
esa parte alterada del sistema la que podrá explicar
de forma apropiada la discapacidad observada. La disfunción
de un área particular del cerebro puede originar, según
entiende Luria, alteraciones comportamentales muy diversas.
La organización de un sistema
funcional.
La organización del sistema,
en el que se dan muchos componentes, partes y detalles, la
proporciona el resultadode la actividaddel
sistema. A ese resultado contribuyen todos los componentes.
Siendo el resultado de la actividad el factor que organiza
el sistema, no se puede decir que éste sea simplemente
un compuesto en el que las partes integrantes interactúan
entre sí, sino que un sistema se caracteriza por crear
una cooperación (o trabajo común) para obtener
un resultado útil. El resultado útil
es el factor decisivo que asigna, a todos los componentes
del sistema, las funciones que les corresponden. Mediante
la aferencia de retorno, el resultado de la actividad
informa de si es o no suficiente la aportación efectuada
por cada uno de los componentes.
El sistema funcional también cuenta
con mecanismos de anticipación de los resultados
de la acción. Para ello dispone del llamado aceptor
de la acción, el cual se encarga de recibir las
aferencias de retorno y de comparar los resultados obtenidos
(aspectos o parámetros de la acción) con los
que el sistema se proponía conseguir.
"La presencia de una tarea constante
(invariable) realizada por mecanismos variables, que llevan
el proceso a un resultado constante (invariable), es una
de las características básicas que distinguen
el trabajo de todo sistema funcional" (Luria, 1979a,
p. 28; 1983, p. 116). La idea de un sistema funcional, dice
Walsh (1986), en cuanto sostén neurológico de
una función psicológica compleja, ha sido elaborada
por Luria durante largo tiempo y aparece expuesta claramente
en "El cerebro en acción" (Luria, 1979a).
En suma, de los sistemas funcionales,
es el resultado final el que permanececonstante,
siendo variable la forma en que el sistema ejecuta la acción.
Mecanismos variables para un resultado
final constante.
En la teoría de Luria, las áreas
cerebrales poseen un carácter pluripotencial.
Esto quiere decir que cualquier área específica
del cerebro puede participar en varios sistemas funcionales.
Según esto, cuando un área cerebral resulta
dañada, pueden alterarse muchas conductas, en dependencia
de cuántos sean los sistemas funcionales de los que
el área en cuestión formaba parte.
No menos interesante es la idea deque distintos sistemas funcionales presten apoyo a una
conducta dada. El apoyo múltiple ocurre sobre
todo si la conducta es muy compleja. Este hecho tiene un doble
efecto, ya que cuantos más sistemas funcionales
sustenten las conductas afectadas menos graves serán
las consecuencias de una lesión cerebral. Favorece
también la recuperación de la función
el hecho de que puedan convertirse en guías activos
los sistemas funcionales que se mantienen intactos y que se
hallaban en estado latente (en reserva) antes del daño
cerebral sufrido. La idea de Anojin sobre las aferencias guía
y de reserva es uno de los principios teóricos
rectores de la enseñanza rehabilitadora de los pacientes
con trastornos de los sistemas funcionales del cerebro (Tsvétkova,
1977).
Lo que se desprende de las consideraciones
anteriores es que, si un niño no puede leer por razones
neurológicas, todo lo que sabemos es que está
alterado o se halla con retraso madurativo el complejo
sistema funcional necesario para la lectura, al menos en un
lugar o eslabón importante de la cadena y, posiblemente,
en más de uno. También se puede decir, en sentido
contrario, que la ausencia de un déficit no indica
que esté intacta cualquier área particular del
cerebro. En tal caso, solamente cabe afirmar que se halla
intacto algún sistema funcional ya formado para aquella
conducta particular.
Respecto a las etapas avanzadas de
la formación de los sistemas funcionales, hay que
destacar que varía el modo en que el niño consigue
el resultado final propuesto, porque la intencionalidad se
dirige a metas progresivamente más globales y se sirve
ya de conjuntos motores integrados, los que Luria llama "melodías
cinéticas". Es decir, cuando el niño va
automatizando una habilidad, como la lectura o la escritura,
ya no tiene que prestar atención directamente a los
elementos, o componentes menores, que en los comienzos sí
requerían de él un minucioso análisis.
c) El sistema funcional de la lectura.
Etapas en el proceso de formación.
La lectura se realiza mediante un sistema
funcional complejo que implica diversas habilidades y
subhabilidades componentes. Por este motivo, hay autores que
se apoyan en la concepción de Luria sobre los sistemas
funcionales del cerebro en desarrollo, cuando pretenden abordar
la dislexia (el fallo en el aprendizaje de la lectura) desde
una perspectiva neuropsicológica (v.g., Hynd et al.,
1986).
La lectura y la escritura constituyen
para Luria (1980) formas especiales de lenguaje, que discurren
en sentido contrario una a la otra. En la escritura es el
pensamiento el que lleva al análisis fonético
de una palabra, el cual a su vez permite la construcción
de los grafemas. En el proceso de la lectura, en cambio, se
parte de la percepción visual y análisis de
grafemas, para recodificarlos posteriormente en sus correspondientes
estructuras fonéticas, y llegar, por fin, a la comprensión
del significado de lo escrito.
Según Luria (1980), en los idiomas
que se escriben fonéticamente, el proceso de la lectura
comienza con la percepción de letras y el análisis
de su valor fonético convencional. Esta primera
etapa conlleva un proceso muy complejo, causante de la
dificultad más obvia en educación, la de la
fusión de las letras fonéticas en el interior
de las palabras formando sílabas. Tal dificultad
se debe al cambio producido en las letras, ya que pierden
el significado que tienen aisladas por incorporarse a las
sílabas. Lograda esta recodificación de las
letras aisladas en sílabas completas, tiene lugar la
segunda etapa que no presenta dificultad especial.
Es la etapa de la combinación de las sílabas
en las palabras completas.
A medida que avanza el desarrollo de la
lectura, la transformación grafema-fonema del proceso
adquiere una progresiva automatización. Esto
quiere decir que, con el tiempo, el análisis y síntesis
de las letras fonéticas individuales llega a poder
convertirse en reconocimiento directo de las palabras al verlas,
lo que caracteriza una habilidad lectora totalmente desarrollada
y la dota de su aparente simplicidad.
Leemos textualmente en Luria:
"Una de las características
más importantes del proceso de la lectura, y que se
cumple más plenamente que en la escritura, se refiere
a los cambios radicales en los componentes psicofisiológicos
del acto de leer que ocurren en el curso de su desarrollo
y automatización. Mientras que en las primeras etapas
educativas juegan un papel decisivo el análisis de
letras y la fusión de los valores aislados de las letras
en una sola sílaba (con toda la compleja recodificación
de valores de los grafemas individuales), en las etapas subsiguientes
el proceso llega a trasformarse en el reconocimiento visual
de palabras y no depende en adelante exclusivamente del análisis
y síntesis de las letras fonéticas. Este tipo
de lectura tiene aproximadamente la misma naturaleza que la
comprensión del significado de ideogramas, aunque todavía
sea capaz de extenderse al detallado mecanismo requerido de
análisis fonético si es necesario..."
(Luria, 1980, p. 531).
"Cuando hace unos años se
diferenciaron buenos y malos lectores mediante un test de
comprensión lectora (Merrill, Sperber y McCauley, 1981),
se demostró que la habilidad avanzada en comprensión
cuenta con el apoyo adicional de un tipo de codificación
semántica de las frases cortas, diferente de la
codificación utilizada por los lectores más
retrasados de su mismo curso. Los buenos en comprensión
realizan una representación holística o global,
en tanto que los peores en comprensión construyen representaciones
de las frases en forma asociativa concatenada, o secuencial.
Si las palabras se presentaban en forma aislada, no existía
diferencia entre buenos y malos lectores.
Componentes del sistema funcional.
Los componentes del sistema funcional
de la lectura, según aparecen en el modelo neurolinguístico
de Hynd y Hynd (1984), pertenecen al nivel cortical, generalmente
del hemisferio izquierdo. Según este modelo,
leer en voz alta una palabra, por ejemplo, implicaría
que la imagen formada en la retina es proyectada en el córtex
visual primario (área 17 de Brodmann) a través
de la vía visual genículo-estriada. El análisis
de características más elementales tiene lugar
en el córtex visual de asociación (áreas
18 y 19 de Brodmann), siendo mejor procesadas en el córtex
visual derecho las palabras imaginables, y en el izquierdo
las cadenas de letras. La lectura de palabras no familiares
es imposible en algunas lesiones cerebrales, según
Luria, por lo que "la distinción entre la verdadera
lectura analítico-sintética y el reconocimiento
ideográfico directo de una palabra puede ser de gran
importancia diagnóstica" (Luria, 1980, p. 545).
La comunicación interhemisférica
de estas áreas se realiza mediante el cuerpo calloso,
pasando de este modo la información del hemisferio
derecho al izquierdo. A partir de las áreas asociativas
visuales del hemisferio izquierdo, la información llega,
por comunicación intrahemisférica, a
la circunvolución angular (área 39 de
Brodmann) en la encrucijada parieto-témporo-occipital.
En esta zona se cree que tiene lugar la integración
transmodal, es decir, se asocian los grafemas con sus correspondientes
fonemas.
Esta información se comparte a
partir de aquí con el área de Wernicke (área
22 de Brodmann) situada en la región póstero-superior
del lóbulo temporal izquierdo. En el área
deWernicke se reconocen y comprenden las palabras
una vez que las imágenes auditivo-linguísticas
se asocian con los estímulos visuales.
Por último, para que haya lectura
oral se ha de implicar al área de Broca a través
del fascículo arqueado, ya que desde esta zona se programa
la articulación de las palabras y su emisión
en voz alta. Dicha actividad se lleva a cabo con el concurso
del área motora (área 4 de Brodmann) que controla
la musculatura del habla. Todas estas conexiones aparecen
ilustradas en el modelo de Hynd y Hynd (1984). En la Figura
1 destacamos la secuencia de áreas cerebrales que intervienen
hasta leer en voz alta un texto escrito (según Kolb
y Whishaw, 1990, ampliado).
- Palabra hablada à
Area 41,42 à Wernicke (área
22) à Palabra oída
y comprendida
Palabra escrita à
Area 17 à Areas
18,19 à Area 39 (cincunvolución
angular) à Wernicke à
Broca à Area motora de
la articulación à
Lectura en voz alta
Figura 1. Modelo elaborado a partir
del de Wernicke-Geschwind sobre la neurología del lenguaje,
en donde se muestran las áreas corticales implicadas
en tres de las principales funciones del lenguaje: 1) Comprensióndepalabras, 2) Habla y 3) Lectura.
Esta última, en voz alta, aparece aquí destacada.
d) El sistema funcional del cálculo.
Comparte con el sistema funcional de la
lectura (y de la escritura) el eslabón o componente
esencial que es el área de la circunvolución
angular, el área 39, también llamada encrucijada
parieto-témporo-occipital. De acuerdo con Luria (1980),
el sistema funcional del cálculo tiene por eslabón
esencial la región parieto-témporo-occipital
del hemisferio izquierdo. Cuando las lesiones afectan a la
región parieto-occipital, sin afectar a zonas más
posteriores visuales, se produce una alteración que
se manifiesta tanto en problemas con el cálculo como
en problemas con la lectura y la escritura. Es más,
según Navarredonda (1995), la pérdida de síntesis
simultáneas cuasi-espaciales que se produce por lesiones
parieto-occipitales izquierdas es el factor común de
una serie de síntomas, los que componen el llamado
síndrome de Gerstmann, más algunos otros como,
por ejemplo, la afasia semántica.
Areas tan importantes para la lectura
como la de Broca y la de Wernicke también se han citado
como componentes del sistema funcional del cálculo,
en especial la región temporal póstero-superior
del hemisferio izquierdo (área de Wernicke). En caso
de lesión en estas áreas, se cree que las disfunciones
en la capacidad aritmética serían secundarias
a las afasias correspondientes.
e) El sistema funcional de la escritura.
Principales etapas del proceso de escribir.
La escritura es un proceso muy complejo
cuya estructura psicológica incluye una serie de eslabones,
de los cuales ninguno puede estar funcionalmente alterado
sin que se vea afectado todo el sistema funcional que sirve
de base neurológica al acto de escribir.
Veamos cómo se perturba la escritura
o el acto de escribir, por lesiones localizadas distintamente
en el hemisferio cerebral izquierdo. Seguimos a Luria (1983b),
en un análisis neuropsicológico detallado, frente
a concepciones que cuentan con la existencia de un "centro
de la escritura" en el córtex premotor del cerebro.
ANALISIS AUDITIVO DE LAS PALABRAS.
Una palabra oída o pensada debe analizarse en sus
sonidos lingüísticoscomponentes,
es decir, enfonemas susceptibles de ser escritos
como letras. Para este trabajo se necesitan:
La colaboración de la región
temporal izquierda, responsable del adecuado funcionamiento
de la audición fonémica.
El apoyo cinestésico o
en articulemas. Además del apoyo en la audición
fonémica, en sus comienzos con la escritura resulta
efectivo para el niño el apoyo en la pronunciaciónde las palabras.
En las primeras etapas del aprendizaje
de la escritura, en primero y segundo grados, la supresión
del apoyo en el sistema cinestésico eleva hasta
seis veces el número de errores en la escritura. Para
comprobarlo, bastaría con decir a los niños
que escribieran sin abrir la boca. Estos hechos explican por
qué la lesión de zonas inferiores del córtex
postcentral (cinestésicas) incide en el proceso
de la escritura: se confunden entre sí los fonemas
próximos por su articulación. De mayores también
tenemos la experiencia de que para mejor asimilar la composición
sonora de una palabra desconocida hemos de recurrir a los
apoyos cinestésicos.
También se necesita preservar
la secuencia sonora correcta. Se trata de un proceso
neurodinámico complejo que facilita el análisis
de la serie de sonidos consecutivos en cada palabra, impidiendo
mediante inhibición activa que en la serie
los componentes fuertes ocupen posiciones que no les corresponden.
2. CORRESPONDENCIA FONEMA-GRAFEMA. Esta
segunda etapa no es menos compleja que la primera, la descomposición
sonora de la palabra, con sus apoyos acústico y cinestésico.
En ella tiene lugar la recodificación en letras
(o elementos ópticos) de los elementos fonéticos
identificados, lo que se conoce como realización de
la correspondencia fonema-grafema. "Cada grafema
tiene su propia estructura visoespacial particular, cuya realización
requiere un análisis espacial complejo". Es ésta
la etapa del proceso que precisa la colaboración de
operaciones fisiológicas distintas, propias de las
áreas occipitales y parieto-occipitales.
Las dificultades en la comprensión
y dominio de los grafemas se originan por una diferenciación
visual debilitada, como en la disgrafía óptica.
También puede darse un análisis
espacial defectuoso, asociado generalmente al problema
de la confusiónderecha-izquierda.
El fenómeno de la escritura
en espejo, que se halla con más frecuencia cuando
aún no se ha establecido adecuadamente la lateralidad
manual, o en casos de zurdera.
Las lesiones en estas áreas alteran
la necesaria correspondencia de fonemas con grafemas, en cuanto
el sujeto pretende la realización gráfica (disgrafía
óptica) y le fallan los esquemas visoespaciales de
las palabras oídas y/o pensadas.
3. REALIZACION GRAFICA, O ACTO MOTOR DE
ESCRIBIR. El último paso importante es la realización
gráfica de los sonidos de la palabra en el ordennecesario, mediante "un sistema fluido de movimientos
cambiantes muy precisos que es la base del acto motor de la
escritura".Este sistema incluye las áreas
inferiores de lazona premotora del córtex:
a consecuencia de una lesión o disfunción de
esas áreas se pierde la correcta posición de
las letras en la palabra escrita.
Según Luria (1980), las investigaciones
han revelado cómo cambia la organización motora
de la escritura a lo largo de las sucesivas etapas educativas.
Cuando se está comenzando a adquirir la habilidad de
escribir cada elemento gráfico necesita de un especial
impulso a él dirigido. Más tarde, y progresivamente,
los elementos del movimiento hábil se van combinando
dentro de una melodía cinética única.
Como consecuencia de la formación de la melodía
cinética, el objeto de ejecución consciente
no son ya los trazos de cada letra, sino la escritura de la
palabra completa o a veces incluso de una corta frase.
Control intencional del proceso de
la escritura.
Existe un mecanismo de gran importancia
que actúa en cada una de las etapas de la escritura.
Es el factor que la controla durante todo el proceso. Este
factor, que orienta y dirige el proceso, es la idea o intención.
La base neurofisiológica de la intención
se halla en los lóbulos frontales. Estos permiten
la programación, realización y comprobación
del acto motor de la escritura (mediante el "aceptor de la
acción"). Los lóbulos frontales evitan la repetición
incontrolada de estereotipos y ejercen la influencia correctora
comparando la acción propuesta (la que depende de la
intención) con la acción efectivamente realizada.
El peso específico de cada uno
de los pasos del proceso de escribir no es constante a lo
largo de las distintas fases del desarrollo de la destreza
motora. La atención del aprendiz principiante se centra
principalmente en el análisis sonoro y, a veces,
en la búsqueda del grafema correspondiente.
Con la práctica de la escritura, estas prioridades
iniciales pasan a segundo plano, a excepción de los
casos de palabras especialmente complicadas.
El proceso de la escritura se realizará
normalmente sólo si se preserva la integridad del conjunto
de zonas cerebrales, que componen un sistema funcional
altamente diferenciado, cumpliendo cada eslabón
o componente una función específica. La alteración
de la escritura tendrá cada vez unas particularidades
cualitativas en dependencia de cuál ha sido el
eslabón destruido y de cuál sea la influencia
del mismo según la etapa del desarrollo y el idioma
de que se trate. Un sistema funcional complejo puede alterarse
en las afecciones corticales más diversas según
su situación, pero cada vez su trastorno lleva consigo
un carácter específico. La alteración
de la "función propia" del componente afectado es primaria,
siendo secundaria la consecuencia en la alteración
del sistema funcional en su conjunto.
SEGUNDA PARTE: Evaluación de
habilidades para la lectoescritura.
a) El factor escolar en la batería
Luria-DNI.
Organización de la batería
Luria-DNI.
Creada en España para evaluar a
niños de acuerdo con el modelo neuropsicológico
de Luria, la batería Luria-DNI permite al profesional
realizar con provecho el análisis de perfiles neuropsicológicos
(Manga y Ramos, 1999). La batería Luria-DNI (Manga
y Ramos, 1991) se compone de 19 subtests que exploran diversas
capacidades y subcapacidades que en el niño de edad
escolar pueden ser deficitarias. Cuatro niveles de edad cuentan
con baremos antes de que el funcionamiento cerebral tenga
lugar en su forma adulta en torno a los 12 años: nivel
de 7 años cumplidos, nivel de 8 años, nivel
de 9 años y nivel de 10 años en adelante. "La
elección de las edades decisivas en la escolarización
de los niños, como son las de 7-10 años a las
que se dirige la batería, dista mucho de ser arbitraria.
Por una parte se asegura una organización cerebral
de las capacidades mentales claramente diferenciada de los
patrones adultos, en tanto que se evita, por otra parte, la
acusada inmadurez de la etapa preescolar" (Manga y Ramos,
1991, p. 89).
Los 19 subtests de la batería Luria-DNI
se organizan en 9 pruebas que, a su vez, exploran las cuatro
amplias áreas de competencias: la de funciones motoras
y sensoriales, la de lenguaje hablado, la de lenguaje escrito
y aritmética, y la de memoria.
Lenguaje escrito y aritmética.
De las cuatro áreas, es ésta
la que el análisis factorial nos permite llamar factor
escolar. Si el perfil neuropsicológico nos muestra
en qué áreas está el niño más
fuerte o más débil en comparación con
quienes a su misma edad han alcanzado un desarrollo normal
de las competencias exploradas, es interesante comprobar que
los niños con dificultades de aprendizaje arrojan un
factor -el escolar- indicando la fuerte asociación
existente entre lectoescritura y aritmética (ver Navarredonda,
1995; Barra, 1997). A continuación puede verse (Fig.
2) la organización general de la batería Luria-DNI,
tal como aparece en Manga y Ramos (1991), en la que destacamos
los 5 subtests del factor escolar.
Fig. 2. Organización
de la batería Luria-DNI en pruebas, subtests e ítems
(Manga y Ramos, 1991), con el área del factor escolar
sombreada.
Descripción de los cinco subtests
del factor escolar.
LECTOESCRITURA (subtests 13, 14
y 15)
Subtest 13. Análisis fonético.
Con sólo 4 ítems, este subtest evalúa
la capacidad del niño para aislar fonemas componentes
de palabras y saber el lugar que ocupan en la secuencia de
letras correspondientes, así como para formar sílabas
y palabras a partir del orden de letras aisladas.
Subtest 14. Escritura. Los
12 ítems de este subtest evalúan la capacidad
del niño para copiar letras, sílabas y palabras,
para escribir al dictado y para poner por escrito nombres
de familiares y experiencias escolares.
Subtest 15. Lectura. Los 9
ítems de este subtest exigen que el niño lea
en voz alta sílabas sin sentido, palabras, siglas,
frases y un texto.
DESTREZA ARITMETICA (subtests
16 y 17)
Subtest 16. Comprensión
de la estructura numérica. Este subtest evalúa
a través de 6 ítems el concepto numérico,
pidiendo al niño que escriba números oídos
y los lea una vez escritos, que lea números escritos
de arriba a abajo y que compare pares de números.
Subtest 17. Operaciones aritméticas.
Los 6 ítems de este subtest evalúan la capacidad
aritmética del niño mediante cálculos
automatizados simples, operaciones de sumar y restar algo
más complejas, conocimiento de signos aritméticos,
operaciones seriales y consecutivas.
Cuando presentábamos la estructura
factorial de la Batería Luria-DNI (Manga y Ramos, 1991),
el primer factor de 4 era el de Logro escolar, en el
que estos cinco subtests tenían un peso superior todos
ellos a .70. Entonces contábamos con los datos de la
muestra, 96 niños normales en total entre los 7 y 11
años, la mitad varones y la mitad mujeres.
En un estudio posterior, a 112 niños
disléxicos se les aplicó la Batería Luria-DNI
junto con el WISC-R (Barra, 1997). Mediante el análisis
factorial (varimax, de componentes principales) realizado
a los subtests de ambas pruebas con soluciones de tres y de
cuatro factores, el factor escolar ocupa el segundo
lugar en explicación de la varianza, entre los dos
factores del WISC-R, el Espacial-Perceptivo (Organización
perceptiva) como primero, y el Verbal (Comprensión
verbal) como tercero. En este análisis con los subtests
de la batería Luria-DNI aparecen los mismos cinco subtests
del factor escolar, ahora como segundo factor (ver
Tabla 1).
TABLA 1. Principales pesos factoriales
de 112 niños disléxicos, en tres factores, de
los subtests de la batería Luria-DNI y del WISC-R.
En la columna de la derecha, las habilidades evaluadas.
Variable
Factor 1 Espacial
Factor 2 Escolar
Factor 3 Verbal
Habilidades medidas
LURIA-DNI
Subtest 1
.52
Motricidad manual
Subtest 7
.57
Orientación espacial
Subtest 8
.55
Audición fonémica
Subtest 10
.58
Comprensión gramatical
Subtest 11
.54
Articulación
Subtest 12
.71
Denominación
Subtest 13
.56
Análisis fonético
Subtest 14
.48
Escritura
Subtest 15
.70
Lectura
Subtest 16
.76
Estructura numérica
Subtest 17
.69
Operaciones aritméticas
Subtest 18
.64
Memoria inmediata
WISC-R
Verbal 1
.64
Información
Verbal 3
.61
Aritmética
Verbal 4
.61
Vocabulario
Verbal 5
.44
Comprensión
Manipul. 1
.66
Figuras incompletas
Manipul. 2
.62
Historietas
Manipul. 3
.79
Cubos
Manipul. 4
.81
Rompecabezas
Manipul. 5
.51
Claves
Ante los datos aportados por el análisis
factorial, no resulta difícil comprender que habrá
niños con dificultades escolares que presenten perfiles
muy diferentes unos de otros. Existen muchas razones para
que sea así, razones que hasta cierto punto vienen
a aclarar el carácter de trastorno heterogéneo
que se recoge en la propia definición de dificultad
de aprendizaje.
"Dificultaddeaprendizaje
es una denominación genérica que se refiere
a un grupo heterogéneo de trastornos manifestados como
dificultades significativas en la adquisición y uso
de la capacidad de escuchar, hablar, leer, escribir, razonar,
o de las capacidades matemáticas, o de las habilidades
sociales. Estos trastornos son intrínsecos al individuo
y se supone que se deben a disfunción del sistema nervioso
central. Aunque una dificultad de aprendizaje puede ocurrir
concomitantemente con otras condiciones desaventajadas (e.g.,
alteraciones sensoriales, retraso mental, perturbaciones sociales
o emocionales), con influencias socioambientales (e.g., diferencias
culturales, instrucción insuficiente o inadecuada,
factores psicógenos), y especialmente con el trastorno
por déficit de atención, pudiendo tales condiciones
o influencias causar problemas de aprendizaje, una dificultad
de aprendizaje no es el resultado directo de aquellas condiciones
o influencias" (InteragencyCommiteeonLearningDisabilities, 1987. Recogida en Hammill,
1990, p.79).
Conclusiones derivadas de los datos.
En primer lugar, en los niños la
dificultad con la lectoescritura puede disociarse de la discalculia,
a pesar de pertenecer lectoescritura y aritmética
al mismo factor escolar.
En segundo lugar, las diferencias entre
el lenguaje hablado y el escrito aparecen aquí,
mediante el análisis factorial, uno como factor verbal
y el otro como factor escolar. Conviene, no obstante, tener
en cuenta que la Audición fonémica (subtest
8 de la batería Luria-DNI) tiene mayor peso en el factor
escolar (.55) que en el verbal (.35).
En tercer lugar, en los dos subtipos
neuropsicológicos de dificultades de aprendizaje
que se admiten generalmente, el auditivo-lingüístico
y el espacial-perceptivo, predominan deficiencias concomitantes
de importancia o bien en el factor verbal o bien en el espacial.
En otros lugares (Manga y Ramos, 1986, 1991; Ramos, Manga
y Pérez, 1995; Manga y Fournier, 1997) hemos hablado
de la clasificación de los subtipos de dislexia desde
un enfoque neuropsicológico. Dicha clasificación
se realizó inicialmente a partir de datos clínicos
descriptivos y, con posterioridad, a través de técnicas
de análisis multivariado. El número de subtipos
definidos oscila entre 3 y 6, y suele variar por razones fundamentalmente
metodológicas. Los dos principales se caracterizan
según la Tabla 2, donde hemos destacado en negrita
los subtests de la batería Luria-DNI que exploran las
capacidades deficitarias, así como el resultado inferior
en la escala Verbal o en la Manipulativa del WISC/WISC-R.
TABLA 2. Criterios diagnósticos
diferenciales de subtipos neuropsicológicos en dislexia
evolutiva.
Subtipo auditivo-lingüístico
Subtipo espacial-perceptivo
Déficit neuropsicológicos
en: - Discriminación auditiva (Subtest
8) - Memoria auditiva inmediata (Subtest 18)
- Habilidades psicolingüísticas: - Su CI
Manipulativo, en la media o superior - Su CI Verbal
es inferior al Manipulativo - Retraso en la adquisición
del lenguaje - Déficit en habla expresiva: denominación,
habla narrativa y fluidez verbal (Subtest 12)
- Errores de articulación (Subtest 11)
- Comprensión verbal escasa (Subtest 10)
- Habilidades perceptivo-visuales:
- CI Verbal en la media o superior - CI Manipulativo
inferior al CI Verbal - Confusión derecha-izquierda
(Subtest 1) - Habilidades psicomotrices (Subtest
1) - Orientación espacial (Subtest 7)
Problemas de procesamiento:
- Auditivo-lingüístico de relación
sonido-fonema y fonema-grafema (Subtests 8 y 13)
- Secuencial de estímulos verbales (Subtest
18)
- Visual-espacial
de los grafemas, y su relación con los fonemas
(Subtest 13) - Simultáneo de estímulos
verbales en cuantoagrupados como "gestalten" (Subtests
14 y 15)
En la lectura se dan:(Subtest 15)- Apoyo en los grafemas para descodificar
(ruta directa de la lectura)- Confusión de letras,
sílabas o palabras de sonido similar: errores
fonológicos, sintácticos y semánticos-
Comprensión deficiente
- Apoyo fonético
para descodificación (ruta indirecta de la lectura)
- Reconocimiento lento de palabras - Confusión
de letras, sílabas, palabras o números
de grafía similar: errores visuales de lectura(b/d,
p/q, el/le, 6/9) - Comprensión variable
En la escritura se dan:(Subtest 14) - Omisiones, adiciones, sustituciones
en palabras de sonido similar - Errores sintácticos
y dificultad para redactar
- Escritura en espejo
o invertida - Confusiones o inversiones en letras, palabras
o números de grafía similar (disgrafía
espacial)
En cuarto lugar, la correlación
de Lectura (.09) y Escritura (.18) con el CItotal
medido con el WISC/WISC-R no llega a ser significativa en
el conjunto de los 112 niños estudiados, todos ellos
con problemas lectoescritores. Es de notar que las demás
correlaciones de los otros tres subtests del factor escolar
(13, 16 y 17) con el CI total son positivas y significativas,
aunque discretas; es más, también lo son con
el CI verbal y el CI manipulativo. En cambio, si se toman
los 39 sujetos que tienen un CI de 100 o superior, ninguna
de las correlaciones llega a ser significativa entre los cinco
subtests del factor escolar y los tres CI (verbal, manipulativo
y total) del WISC/WISC-R.
En quinto lugar, los malos resultados
en los subtests del factor escolar también pueden deberse
a problemas de atención, concretamente al trastorno
por déficit de atención con hiperactividad,
o TDAH, ya predomine el déficit de atención
o por el contrario la sobreactividad del niño. Según
la definición, los trastornos de aprendizaje son concomitantes
al TDAH y no son resultado directo de esa condición.
Casos ilustrativos y análisis
de sus perfiles.
Caso 1. Perteneciente al subtipo neuropsicológico
auditivo-lingüístico de dificultad con la lectoescritura.
Varón, de 9 años y 4
meses, y 100 de cociente de lateralidad manual.
CI verbal = 113, CI manipulativo =
118, CI total = 119.
En el percentil 93 en déficit
de atención (sin hiperactividad) y en el 98 en desinterés
escolar.
Competencia en los subtests de la
batería neuropsicológica Luria-DNI.
A. Puntuaciones directas (PD) y
puntuaciones T (PT) en los 19 subtests (S).
S
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
PD
34
30
15
13
14
16
19
19
19
18
22
20
5
17
13
12
10
18
10
PT
48
51
67
45
50
67
54
26
42
56
48
44
40
36
35
56
54
46
54
B. Perfil neuropsicológico
(Luria-DNI).
Observaciones al Caso 1.
Fallo muy importante en el subtest
8, de Audición fonémica.
Buen dominio espacial (subtests 6 y
7).
Clara disociación entre lectoescritura
(subtests 13, 14 y 15), en la que es inferior a sus compañeros,
y aritmética (subtests 16 y 17), en la que se muestra
superior.
El fracaso en Análisis fonético
(subtest 13), del factor escolar, parece depender del fallo
detectado en el lenguaje auditivo o habla receptiva (subtest
8).
El CI verbal, del WISC-R, es inferior
al CI manipulativo (CIV<CIM), aunque también está
por encima de la media.
Las puntuaciones ponderadas más
bajas en el WISC-R las obtuvo en Información (9)
y en Vocabulario (también 9).
Las escalas de calificación
presentan al niño con TDA sin H, y muy desmotivado
para el trabajo escolar.
En resumen, este niño sería
del subtipo neuropsicológico auditivo-lingüístico,
con déficit fonológico asociado a la lectoescritura,
más el déficit de atención y la falta
de interés por las tareas de lectoescritura.
Caso 2. Perteneciente al subtipo neuropsicológico
espacial-perceptivo de dificultad con la lectoescritura.
Varón, de 11 años y 10
meses, y 100 de cociente de lateralidad manual.
CI verbal = 109, CI manipulativo =
104, CI total = 108.
En el percentil 93 en déficit
de atención (sin hiperactividad), lo mismo que en
desinterés escolar.
Competencia en los subtests de la
batería neuropsicológica Luria-DNI.
A. Puntuaciones directas (PD) y
puntuaciones T (PT) en los 19 subtests (S).
S
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
PD
32
32
16
16
16
13
18
24
20
19
25
20
3
16
8
10
10
20
8
PT
38
62
65
64
63
47
43
43
56
57
57
42
14
12
10
26
51
46
44
B. Perfil neuropsicológico
(Luria-DNI).
Observaciones al Caso 2.
Fallo significativo en Motricidad manual
(subtest 1), que incluye orientación derecha-izquierda.
Baja también en Visión,
especialmente en Orientación espacial (subtest 7),
en comparación con otros subtests perceptivos.
En lectoescritura su rendimiento es
prácticamente nulo en los tres subtests (13, 14 y
15), lo que llama más la atención por su edad.
Aunque está en la media en Operaciones aritméticas
(subtest 17), falla todavía Estructura numérica
(subtest 16), presentando así en aritmética
unos resultados contrarios a la mayoría de los casos.
En el WISC-R, presenta un CI manipulativo
inferior a su CI verbal (CIV>CIM), aunque en ambas puntuaciones
se sitúa por encima de la media.
Las escalas de calificación
presentan al niño con TDA sin H, y notablemente desmotivado
para el trabajo escolar.
En resumen, este niño puede
asignarse al subtipo neuropsicológico espacial-perceptivo,
con deficiencia de orientación derecha-izquierda
en su motricidad manual, asociándose también
al déficit en lectoescritura el déficit de
atención y la falta de interés por las tareas
escolares.
Caso 3. Niño con TDAH típico
y trastorno de conducta asociado: Su problema con la escritura.
Varón, de 8 años y 10
meses, y 100 de cociente de lateralidad manual.
CI verbal = 88, CI manipulativo = 128,
CI total = 107.
En el percentil 98 en déficit
de atención, hiperactividad y desinterés escolar.
Competencia en los subtests de la
batería neuropsicológica Luria-DNI.
A. Puntuaciones directas (PD) y
puntuaciones T (PT) en los 19 subtests (S).
S
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
PD
28
25
13
13
13
14
13
21
20
16
23
18
7
13
15
11
6
16
1
PT
40
15
58
50
44
57
37
36
58
48
52
39
57
27
45
47
44
36
21
B. Perfil neuropsicológico
(Luria-DNI).
Observaciones al Caso 3.
Perfil típico del TDAH, con
malos resultados en Regulación verbal del acto motor
(subtest 2), en Escritura (subtest 14) y en Memoria lógica
(subtest 19).
Se asocian bajas puntuaciones en Orientación
espacial (subtest 7) junto con Audición fonémica
(subtest 8) y Memoria inmediata (subtest 18).
La puntuación en Escritura (subtest
14) es muy inferior a todas las del factor escolar, lo que
indica que el problema no es de una dificultad específica
en el aprendizaje de la escritura.
En el WISC-R, estando su CI total (107)
por encima de la media, presenta una discrepancia entre
la escala verbal y la manipulativa (CIV<CIM) de 40 punto
que es muy poco frecuente.
Si añadimos que en ambos padres
se da historia de TDAH, más problemas de conducta
con puntuaciones próximas al percentil 98 en todas
las subescalas del CBCL, vemos que estamos ante un TDAH
típico y muchos problemas de conducta asociados (de
internalización y externalización).
b) Palabras finales sobre el TDAH
y los lóbulos frontales en la neuropsicología
de Luria.
En el caso 3 queda de manifiesto la dificultad
especial de los niños con hiperactividad cuando las
tareas requieren control verbal de la motricidad, a diferencia
de otros niños con problemas equivalentes de atención.
Entre los 6-7 años de edad ya realizan bien el subtest
2 de la batería Luria-DNI los demás niños,
los que llamamos normales e incluso los que tienen otras disfunciones
o retrasos de tipo lingüístico.
El subtest 2 de la Batería Luria-DNI,
Regulación verbal del acto motor, lo componen 16
ítems que del 22 al 37 exploran praxias orales siguiendo
órdenes del examinador, así como también
examinan el control verbal que el niño posee de sus
actos motores. El ítem 36 de nuestra batería
ha sido utilizado en el estudio realizado por Shue y Douglas
en 1992, quienes a su vez también lo tomaron de Christensen
(1975).
Shue y Douglas (1992) construyeron lo
que llamaron un Test de respuestas motoras en conflicto
(Conflicting Motor Response Test), presentando 40 veces
en 40 segundos el gesto correspondiente a la siguiente orden
del examinador (ítem 36 de la batería Luria-DNI):
"Cuando yo levante el dedo, tú levantas el puño.
Cuando yo levante el puño, tú levantas el dedo".
Pretendían probar la dificultad que tenían 24
niños con TDAH, de 8 a 12 años de edad, para
inhibir las respuestas por imitación directa del examinador
registrando los errores ecopráxicos de los niños.
Comparados con el grupo de normales o control, los niños
con TDAH mostraron las diferencias estadísticamente
significativas más altas de toda una batería
de tests elegidos para probar la hipótesis de disfunción
del lóbulo frontal como base del trastorno.
Stuss y Benson (1990), tratando de reconocer
el legado de Luria en lo que se refiere a la función
desempeñada por los lóbulos frontales en el
lenguaje, destacan la función reguladora o directiva
del lenguaje, a diferencia de los aspectos sintácticos,
semánticos y denominativos del mismo.
Esta función reguladora (pragmática)
del lenguaje se halla implicada en las funciones superiores,
se vincula con la intención consciente de la
acción e interviene en la regulación del SAR
(Sistema de Activación Reticular) por el córtex.
Además de reconocer varios tipos de afasia por lesiones
de los lóbulos frontales propuestos por Luria en sus
trabajos, Stuss y Benson (1990) ponen el énfasis en
que "señaló con claridad una importante
función del lenguaje, la de la regulación de
la acción" (p. 35).
Respecto a la regulación motora
y de la acción por parte de los lóbulos frontales,
Luria (1980) subraya su papel en la regulación de movimientos
y acciones voluntarios y en la programación
de las más altas formas de actividad humana organizada.
Las acciones y movimientos voluntarios
surgen, en gran parte, como consecuencia de un plan formado
con la íntima participación del lenguaje,
que formula el propósito de la acción en relación
con sus motivos e indica los pasos a seguir para solucionar
el problema planteado.
El lenguaje cumple una función
de monitorización, a modo de componente del
mecanismo "aceptor de la acción" (de los sistemas
funcionales), durante la realización de acciones voluntarias
complejas. Resulta ser, dice Luria, un componente importante
del "sistema con el más alto nivel de autorregulación",
tal como puede describirse la actividad voluntaria humana.
A modo de conclusión sobre
disfunción frontal y escritura.
Concluiremos diciendo que son los lóbulos
frontales los que tienen una importancia decisiva para garantizar
la función reguladora que cumple el lenguaje auditivo
y, por tanto, la organización del acto voluntario,
especialmente en los niños con TDAH. Aunque es la regulación
verbal del acto motor (subtest 2) de nuestra batería
la que mejor detecta esa disfunción, la programación
y realización voluntarias del acto de escribir
también se muestran deficitarias en estos niños
(subtest 14), lo mismo que la memorización lógica
(subtest 19) que depende en gran medida del normal desarrollo
y funcionamiento de los lóbulos frontales (ver Manga
y Ramos, 1991).
Decía Luria: "Para descubrir
el secreto de los lóbulos frontales del cerebro -uno
de los más complejos problemas de la neuropsicología-,
para aclarar el papel de éstos en la organización
de los movimientos y acciones voluntarios... harán
falta los esfuerzos de más de una generación
de psicólogos" (Luria, 1980, p. 132).
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