La formación de docentes lectores y escritores: una experiencia con estudiantes Universitarios
Desde mis inicios como docente universitaria
en el área de la lectura y la escritura, comencé a cuestionarme
sobre la manera en que los futuros docentes de la Escuela Básica
Venezolana debían ser formados en esta área. En mis exploraciones
previas con cada grupo de estudiantes podía darme cuenta del poco
contacto que ellos tenían con los libros, con autores, con los diversos
géneros literarios. Me preguntaba si estos jóvenes, en su
mayoría, han tenido contactos poco significativos con la lectura,
si su conocimiento literario es reducido, si la lectura sólo implica
para ellos el estudiar para aprobar los exámenes en las diversas
asignaturas de su carrera, si la escritura no juega un rol fundamental en
sus vidas, entonces, ¿cómo podrán favorecer como futuros docentes,
los procesos de lectura y escritura en sus alumnos?
Desde
1994 comencé a observar a mis estudiantes, a conversar con ellos,
a registrar por escrito sus inquietudes sobre lo que la lectura y la escritura
implica para ellos y a explorar sus gustos, contactos y conocimientos
previos al respecto. Desde entonces, cada vez que asumo un nuevo grupo,
siento que juntos nos embarcamos en un viaje que no puede detenerse, me
abastezco de las mejores provisiones y les propongo un itinerario que
despierte en ellos aquello que en algún momento de su escolaridad
quedó dormido.
El curso que dicto en el nivel de
Pregrado, en la Facultad de Humanidades y Educación, de la Universidad
de Los Andes, es Lectoescritura. Materia del segundo semestre de quienes
han decidido formarse para ser maestros, docentes de nuestra Escuela Básica
venezolana. Si bien el programa de la asignatura contempla la teoría
referente a los procesos de lectura y escritura desde una perspectiva
constructivista y el rol del docente en el desarrollo de dichos procesos,
yo sentía que faltaba algo. Sentía que tenían que
haber disparadores para que los estudiantes comenzaran a cuestionarse
a sí mismos acerca de sus propios procesos como usuarios de la
lengua escrita. La teoría sola no me satisfacía del todo.
Necesitaba algo más, un espacio para conocernos, para hablar sobre
las cosas que nos pasaban, para leer lo que quisiéramos leer y
para descubrir, a través de la escritura, el rico potencial que
cada uno tenía guardado desde hacía mucho tiempo.
A continuación, voy a referirme
a las actividades que realizo con mis estudiantes en la cátedra
de Lectoescritura, algunas de ellas contempladas en la programación
oficial de la asignatura, otras, referidas a lo que poco a poco, a lo
largo de estos años, he ido incorporando como parte de la formación
de los estudiantes en el área de la lectura y la escritura y que
tienen que ver más con la motivación y el gusto por estas
dos actividades.
Los contenidos programáticos
los trabajamos bajo la modalidad de seminario, esto es, profundizamos
en un tema concreto referido a la lectura y la escritura, que puede llevarnos
algunas semanas de análisis y discusión. Esta forma de trabajo
implica que los alumnos preparen con anterioridad las lecturas que son
seleccionadas por mí y que tienen que ver con la lectura y la escritura
como procesos constructivos. Les hago mucho énfasis en que deben
leer el material antes de ir a la discusión en clase, que es imperativo
que se "peleen con el texto", que sean inquisitivos, que lo relean cuantas
veces sea necesario, que se hagan preguntas, que formulen hipótesis,
que busquen interlocutores para compartir su lectura. Todo esto con la
finalidad de preparar el terreno para la discusión en pleno. Una
vez todos reunidos en clase, se abre un debate que puede durar varias
sesiones y donde además todos tienen la posibilidad y el deber
de participar. Durante las reuniones, volvemos al texto, aclaramos dudas,
releemos párrafos que no quedaron claros, los alumnos echan mano
de información que pudieron ampliar en la búsqueda de otros
materiales sobre el tema, elaboramos conclusiones en colectivo, las registramos
por escrito. Mi función es mediar en el proceso, orientarlos en
cuanto a su propio proceso de lectura, generar nuevas discusiones, crearles
dudas a través de nuevas preguntas. Durante esta actividad, hago
mucho hincapié en la participación pues, en la medida en
que ellos manifiesten sus dudas, planteen sus hipótesis, aporten
sus conclusiones, en esa medida construimos el conocimiento entre todos
los participantes.
Junto con esta actividad, que es el
eje de la asignatura, realizamos otras que aportan al curso cierta distensión
pues tienen una connotación de relax, si se quiere, de desahogo.
Tienen más que ver con la motivación hacia la lectura y
la escritura y al contacto con material impreso diverso.
Desde el inicio del semestre les propongo
dedicar un tiempo a la lectura de otros temas, los invito a participar,
a llevar lecturas cortas, pensamientos, reflexiones, cuentos, artículos
que sean de su interés y que quieran compartir con sus compañeros
y conmigo. Es así como antes de iniciar nuestras discusiones acerca
de los temas asignados en el programa, les leo en voz alta un cuento breve,
un pensamiento o reflexión, alguna fábula, algún
artículo de opinión que tenga que ver con sus intereses
o con alguna situación particular que suceda en el país.
A esta actividad le dedico entre 10 y 15 minutos y luego de la lectura
les doy la posibilidad de que hagan algún comentario si así
lo desean. En los reportes que hacen al finalizar el semestre, han manifestado
que esta es una de las actividades que más les agrada pues les
da la posibilidad, no sólo de conocer títulos y autores
y de enterarse de temas de actualidad, sino que también les permite
relajarse y adoptar una actitud positiva para las discusiones en clase.
Por otra parte, cuando leemos cuentos, logran identificarse con los personajes
y de alguna manera ese modelo de lectura les deja un sentimiento positivo
que probablemente fomentarán en sus alumnos.
Otra actividad que planificamos durante
el semestre se refiere a las sesiones de poesía. Por mis exploraciones
previas sé que han tenido muy poco contacto con este género
literario. Conversamos entonces sobre lo que vamos a hacer durante esta
actividad, fijamos la fecha con anticipación y acordamos que todos
debemos llevar algún material que contenga este género (poemarios,
antologías, recortes de prensa, hojas sueltas, entre otros). Les
explico dónde pueden conseguirlo. Durante la reunión nos
organizamos para revisar lo que cada cual ha llevado. Durante este intercambio
se generan comportamientos interesantes pues al principio se sienten un
poco cohibidos, sobre todo al leer lo que cada cual encontró. Al
principio leen por parejas o individualmente y posteriormente yo les propongo
que quien así lo desee lea en voz alta algún poema que quiera
compartir. Generalmente soy yo quien inicia la lectura en voz alta pues
ellos no están habituados a leer poesía, les da temor equivocarse
y manifiestan no saber darle la entonación adecuada. Poco a poco
se van animando y van perdiendo el miedo a leer.
Dos veces durante el semestre llevo
al aula un gran número de libros de literatura infantil y juvenil
(cuentos en su mayoría) pues también he descubierto que
tienen poco familiaridad con este tipo de literatura y desconocen títulos
y autores. Ese día coloco los libros sobre una mesa y dejo que
libremente escojan los de su interés, los hojeen, los revisen,
los lean. Este contacto con la literatura infantil y juvenil es muy importante
pues se van familiarizando y van conociendo autores nacionales e internacionales.
Así, en un futuro, podrán establecer criterios de selección
para la literatura que trabajen con sus alumnos.
Con relación a la escritura,
realizamos diversas actividades, unas más complejas que otras.
Las más sencillas se refieren a la elaboración de comentarios
sobre algún texto leído en clase (artículo de opinión,
por ejemplo), a la escritura de finales de cuentos o la elaboración
de una historia a partir de imágenes. En algunos semestre hemos
implementado la escritura de un diario. Les sugiero que, en sus ratos
libres, escriban lo que deseen: reflexiones, anécdotas, inquietudes.
Algunos lo asumen con más entusiasmo que otros e incluso hacen
comentarios en clase sobre lo que escriben. Los diarios personales han
llegado a convertirse en parte de muchos, tanto que en alguna ocasión,
una alumna nunca llegaba a clase sin el suyo y en muchas oportunidades
quiso compartir con sus compañeros sus producciones escritas. Ella
escribía sobre lo que pasaba a su alrededor y que de alguna manera
le afectaba, escribió sobre programas de televisión, sobre
noticias nacionales e internacionales, sobre la situación del país,
sobre su rol como futura docente, en fin, casi dos libretas de registros
importantes que poco a poco la fueron entusiasmando cada vez más.
En uno de sus registros, escribió:
"(...) estoy de acuerdo con usted
y convencida de que escribir es un acto maravilloso para el ser humano
que se dispone a cultivar esa aptitud (...)".
En las situaciones de escritura en
el aula, hemos aprendido a compartir lo que cada uno logra producir y
sobre todo, aprendemos a escucharnos y a valorar el esfuerzo de los demás.
La más compleja de las situaciones
de escritura tiene que ver con la elaboración de un trabajo final
que es asignado desde el inicio del semestre. El primer día de
clases les doy las instrucciones a los estudiantes sobre lo que deben
hacer y sobre cual es el objetivo del trabajo. Ellos deben escoger un
personaje sobre el cual van a escribir (músicos, historiadores,
escritores, científicos, entre otros). Lo seleccionan de acuerdo
a sus intereses y en función de lo que quieren saber de él.
Una semana después deben traer un esquema con el nombre del personaje
y los puntos que van a investigar. Paralelamente a esto, vamos estudiando
y analizando los contenidos teóricos que tienen que ver con la
naturaleza del proceso de escritura y todas las etapas que implica el
proceso de composición. Así, vamos relacionando teoría
y práctica y el trabajo se les convierte en un descubrimiento permanente.
Posterior a la entrega del esquema, deben entonces proceder a la búsqueda
de información en la biblioteca, en Internet, toma de notas y diseño
de entrevistas (si el trabajo lo permite).
A medida que van encontrando la información,
muchos comienzan a escribir, otros esperan a recopilar todo el material
para entonces proceder a organizar su texto. Durante este proceso mantenemos
conversaciones permanentes que permiten aclarar dudas sobre cómo
comenzar, qué hacer para seleccionar la información más
adecuada, entre otros aspectos. Esto se hace con todo el grupo pues las
experiencias de unos le sirven a los otros. Avanzada ya la escritura,
acordamos una fecha de entrega para un primer borrador. Lo reviso y luego,
de manera individual, me reúno con cada estudiante para hacerle
las observaciones pertinentes. Vemos juntos el texto y revisamos forma
y contenido. En este momento pueden plantear sus dudas con relación
a su propio proceso de escritura.
Un mes después deben entregar
un segundo borrador, el cual debe reflejar las primeras correcciones y
además estar casi concluido. Realizamos una segunda entrevista
para darle los toques finales al trabajo, el cual será entregado,
en su versión final, 15 días después.
Parece sencillo pero no lo es. En
algunos semestres esta actividad ha representado un gran esfuerzo pues
he tenido hasta 40 estudiantes. Sin embargo, los resultados han sido extraordinarios,
han escrito historias maravillosas sobre personajes históricos
(Bolívar, Sucre, Ghandi, Jesucristo, San Francisco de Asís,
Mahoma), sobre reconocidos escritores (Rómulo Gallegos, Gabriel
García Márquez, Juan Rulfo, Tulio Febres Cordero, Mariano
Picón Salas) o sobre personas muy cercanas a ellos (padres, madres,
amigos). En sus reportes han manifestado que esta actividad les ha dejado
un gran aprendizaje, pues han descubierto lo que son capaces de hacer
con la escritura.
Al finalizar cada curso hacemos una
coevaluación que consiste en que los estudiantes den su opinión
acerca de los siguientes aspectos:
- ¿Qué crees haber aprendido
en este curso?
- De las actividades que realizamos
durante el semestre, ¿cuál o cuáles fueron las que más
te agradaron? ¿Por qué?
- ¿Qué sugerencias podrías
hacer para mejorar y enriquecer el curso?
Para muchos, el manejo de nueva información
con relación a lo que implica la lectura y la escritura como procesos
constructivos es un verdadero aprendizaje, sobre todo porque tienen la
oportunidad de experimentar y vivenciar ambos procesos de manera personal
durante el curso. Otros consideran que las actividades recreativas que
hacemos durante el semestre les enriquecen en su formación como
docentes, así lo afirma una alumna en el siguiente testimonio:
"Creo haber aprendido mucho. Aprendí a querer la lectura, a gastar
mi dinero en libros..." Uno de los estudiantes reportó:: "Aprendí
a formarme un hábito de lectura; a comunicarme en grupo; aprendí
lo importante que es llevar un registro de nuestras vivencias; aprendí
el valor de las cosas y de las personas; aprendí a hablar, a escuchar,
a leer y a escribir".
Con respecto a la segunda interrogante,
muchos afirman que lo más grato es la lectura de los cuentos y
lecturas cortas antes de iniciar la clase.
Finalmente, en cuanto a las sugerencias
para el curso, muchos coinciden en realizar la lectura de más cuentos
y poemas. Así lo escribió una alumna al responder a esta
interrogante: "Yo sugeriría que leyéramos más cuentos
y poesías, es decir, material que nos motive, como futuros docentes,
a tomarle amor a la lectura y a la escritura ya que para motivar a un
niño a que lea y escriba, el docente debe, antes que nada, tenerle
amor a esta actividad y así mostrarle al niño que ésta
es agradable y enriquecedora".
Para concluir, debo decir que no ha
sido fácil, cada grupo de estudiantes tiene sus particularidades,
sus necesidades y sus intereses propios. Esto hace que la labor docente
se convierta también en un permanente descubrimiento, en un viaje
interminable que va en la búsqueda de nuevas estrategias, nuevas
actividades y nuevos recursos para propiciar en los alumnos un proceso
de aprendizaje verdaderamente constructivo. La formación de docentes
en el área de la lectura y la escritura debe contemplar entonces,
no sólo los aspectos teóricos importantes para su formación,
sino también, aquellos aspectos que se orienten hacia el descubrimiento
de sus potencialidades como lectores y escritores, camino certero para
que puedan, a futuro, propiciar estos aprendizajes en sus alumnos de manera
auténtica.