El tema de esta Comunicación
tratar del "llegar a ser" que forma parte de la historia
personal. Como cualquier otro historia ocurre a unos personajes,
en este caso los protagonistas somos todos y cada uno de los seres
humanos que hemos poblado, poblamos y poblaremos la inmensa tierra.
La tierra, el lugar que nos es dado junto a la vida para que nos
asentemos en ella.
Es de desear que las historias
tengan un final feliz, es lo que pedimos a las historias, conviene
recordar que los finales felices a menudo los consiguen los hermanos
pequeños.
De la forma en que gestionemos
nuestros propios recursos y los del entorno va a depender la herencia
ecológica, incluida la humana que dejemos a la infancia venidera,
a nuestros hijos e hijas en el futuro.
Al nombrar "infancia",
me parece imposible abarcarla toda, aunque están en mi pensamiento
y en mi corazón, las infancias orientales, las occidentales,
las del norte y las del sur las blancas, las negras, las que sufren,
las que no son reconocidas, las que caminan entre el hambre y la
explotación, también aquellas que no han experimentado
la necesidad, la frustración y vagan en el desorden de sus
deseos sustituidos.
Al principio esta historia se
desarrolla en un espacio muy protegido, es el espacio materno y
en él permanecemos lo imprescindible mientras dura el tiempo
de la infancia. Tal como andan los tiempos la permanencia prolongada
en el espacio reducido materno y familiar es un indicio de que las
cosas no andan como debían, porque muy pronto en el tiempo
de infancia actual algunos y algunas, no todos pero sí muchos
cambiar de escenario y asistir a la escuela.
La escuela representa una conquista
para gran parte de la humanidad, y tenemos que trabajar mucho para
que realmente lo sea para todos y todas. Para compensar en los niños
y las niñas las problemáticas personales y sociales
con las que inicialmente se incorporan a la vida.
Yo quiero hablar hoy de un capítulo
de la historia personal que empieza en el tiempo de la infancia,
que ocurren en un lugar, la escuela y de unos personajes nuestros
niños y niñas.
Yo quiero hablar a unos adultos
(madres, padres, familiares y/o maestros y maestras) con quienes
comparto el compromiso de educar y que están asistiendo a
un cambio en las funciones que han tenido hasta ahora encomendadas
pero que siguen siendo los encargados de una u otra forma y son
en parte responsables de iniciar historias personales con las características
que progresivamente vamos integrando al proyecto humano como objetivo
educativo.
El reto actual al que tenemos
que responder desde la escuela es el de cumplir funciones educativas
novedosas en dos sentidos.
Uno consiste en aceptar como
objetivos educativos, desde una reflexión ética las
piezas que van componiendo el mosaico del "ser humano"
como proyecto utópico en el sentido pleno, de lo que todavía
no es pero tiene que llegar a ser con el compromiso de todas las
personas honestas, de buena voluntad. Los educadores y educadoras,
tenemos también el compromiso profesional.
El aprender a ser es un ámbito
educativo nuevo, implica el reconocimiento de que no nacemos "siendo
humanos" sino "estando preparados para serlo", concepto
de una situación que podemos expresar muy bien en español.
Además hay que asumir
algunas funciones educativas que anteriormente se cumplían
en la familia, es importante señalar que en algunas familias,
no en todas, sólo en aquellas que estaban en condición
de poder hacerlo, que si no, tampoco, es decir no se cumplía
en cualquier tipo de familia. De forma que estas funciones, y esto
es fundamental, tienen que ser asumidas por la escuela desde el
momento en que hemos reconocido el derecho a la educación
para toda la infancia.
Querámoslo o no, el espacio
y el tiempo familiar han cambiado y los roles que cada uno de sus
miembros asume. Este cambio familiar, ocurrido para una parte del
mundo, aunque nos plantea nuevas problemáticas sociales y
claro está escolares, tenemos que reconocer que es preferible
a las situaciones familiares que todavía en la actualidad
permanecen ancladas en el pasado. Porque es preciso que la mujeres
puedan dedicarse a tareas de ámbito páblico que necesitan
otra orientación y organización para responder a la
situación actual y para que su labor no se vea reducida al
ámbito que se ha llamado privado y tiene un claro sentido
de carencia.
La escuela se convierte de esta
forma en la institución social que garantiza las experiencias
imprescindibles para poder conocer y llegar a ser "sapiens",
para saber hacer y llegar a ser "faber", y para saber
qué es ser humano y llegar a ser "homo" o "mulier"
ëthicus y aisthétikós con una dosis importante
se sensibilidad (me permito estas citas intentando expresar la permanencia
del proyecto inacabado humano).
La infancia, el tiempo en el
que todavía no se ha llegado a ser lo que se puede ser, y
la escuela , como espacio habitado por los seres humanos en formación
se encuentran en la labor educativa. Es un espacio intermedio, entre
el espacio materno y el universo, debe de ser, en palabras de J.
Bruner "muy protegido" en donde los aprendices lo son
de sí mismos y tienen que aprender a ser para poder salir
a otros espacios con el equipaje necesario.
Una escuela que "garantiza
las experiencias necesarias", entendiendo que son las experiencias
en un determinado ambiente de relación social las que posibilitan
el aprendizaje del llegar a ser, vamos a decir, ser humanos.
Son unas experiencias determinadas
y no la fonetización a la que estamos tan acostumbrados,
las que desencadenan los procesos de aprendizaje.
No se trata, creo yo, de que
los adultos "digamos" y "expliquemos" una vez
más, lo que "hay que hacer" y cómo "hay
que llegar a ser". Mucho menos que se les clasifique o descalifique,
si hemos acordado que sólo "están", y se
les devuelva una imagen estática o negativa de la identidad
. Esto incide de forma directa en las apreciaciones, calificativos,
imágenes que devolvemos, en cualquier acto de evaluación
ante los niños y niñas o cuando hablamos entre los
adultos de ellos.
Es importante cuidar la expresión
de las situaciones conflictivas, planteadas por un niño o
una niña para transmitirles la idea de que lo que ha ocurrido
se entiende dentro del largo proceso de autorregulación que
deben poner en marcha, en lugar de transmitir una valoración
negativa de los implicados.
Propongo iniciar este aprendizaje
desde la coherencia que implica interpretar la infancia como el
tiempo que otorgamos a los niños y las niñas para
que lleguen a ser, mientras no hayan experimentado las suficientes
situaciones que les pueden ayudar a descubrir el deseo personal
de quiénes y cómo quieren llegan a ser.
Hay que desequilibrar la balanza
hacia el menos decir y más escuchar y analizar los resultados
que se van obteniendo.
Se trata de acompañar
a cada niño y niña para que se descubran en el recorrido
de las actuaciones cotidianas. Este descubrimiento consiste en reconocer
los propios deseos y sentimientos que acompañan las acciones
realizadas con los demás y apreciar las diferencias entre
las que resultan amorosas, fraternales, solidarias y altruistas
y sus contrarias, individualistas o injustas.
A los adultos encargados de
la educación nos corresponde la tarea de mostrarles lo mejor
del proyecto personal posible. La construcción del deseo
de llegar a ser desde expectativas personales superando con la acción
educativa la sustitución de los deseos por la moda, la mentalidad
colectiva, el pensamiento ánico.
?Qué queremos ser hoy
y dónde queremos llegar a ser mañana?. ?Quién
queremos llegar a ser?. Preguntas que se traducen cómo queremos
ser lo que somos.
A ser humanos se aprende cuando
se descubre lo mejor de lo que los seres humanos somos capaces de
hacer, porque se nos presentan modelos vivenciales, cotidianos,
de experiencia que identificamos con nuestros deseos. Algo así
como cuando se enciende la luz y deseamos "yo quiero ser como
tá".
Todas las personas que estamos
hoy aquí sin duda recordamos a aquellas que mostraron ante
nuestros ojos aspectos desconocidos y valiosos por los que les estamos
agradecidos. Lo contrario también existe .
Estos modelos no se copian,
se reconocen como valiosos y se adecuan a las posibilidades personales,
se filtran las características que valoramos desde la propia
identidad para ir configurando algo que consideramos un horizonte
hacia el que merece dirigir los pasos, aunque como dice E. Galeano,
nunca lleguemos a alcanzarlo.
En la escuela, los niños
y las niñas deben vivir entre modelos de seres humanos que
caminan hacia horizontes de humanidad "en construcción"
no entre modelos de humanos "perfectos" o acabados y estos
modelos tienen que ser más importante, por cercanos y afectivos
que los modelos que ofrece la sociedad que lo son de guapos, o altos
o poderosos en la mayoría de los casos un tanto alejados
del modelo humano que se construye a partir de la reflexión
ética y estética en una sociedad que debe de llegar
a ser verdaderamente justa y democrática.
La infancia es el tiempo de
la creación inicial de un proyecto personal en el que casi
todo es posible, al que se debe poder recurrir a lo largo de la
vida para ir reajustando e incorporando piezas, partes de la historia
interminable, mientras dura, de llegar a ser.
Toda buena historia que se precie
de serlo ocurre en "hace mucho tiempo..." que éste
sea en la infancia; en un lugar precioso o peligroso, que sea mágico
y se llame escuela...para poseer un tesoro y poder recuperar a menudo
la memoria de la niñez cuando era posible desear y esperar
que todo el caos causado por las fuerzas del mal, que llegan en
escoba, se solucione y vuelva a reinar la paz en el mundo y que
este pensamiento sea recurrente cuando nos encontramos con el desgaste
cotidiano donde parece al contrario de entonces, que ya nada es
posible.