La relación Jardín Infantil - Familia desde lo cotidiano. Seis dimensiones para su fortalecimiento
LA RELACIÓN
JARDÍN INFANTIL- FAMILIA DESDE LO COTIDIANO SEIS
DIMENSIONES PARA SU FORTALECIMIENTO
INTRODUCCIÓN
Diversas investigaciones han avanzado
en la determinación de los factores que posibilitan
superar situaciones de inequidad en la calidad de la
educación. Una compilación realizada por
Henderson muestra que la participación de las
familias afecta positivamente el rendimiento de los
alumnos y alumnas y que los efectos serán más
o menos positivos según se den o no ciertas condiciones,
tales como frecuencia y estilo de la participación
de los padres, capacitación de los educadores,
entre otros.
Al analizar la participación
de los padres en la educación chilena y latinoamericana
es posible observar que ésta se va dando de diversas
formas: desde aquella casi puramente formal a través
de comunicaciones, entrega de informes y reuniones de
apoderados hasta las más innovadoras que dejan
la responsabilidad del proceso educativo en madres y
padres especialmente capacitados para asumir un rol
de educadores. Si hay ya suficiente evidencia respecto
del efecto positivo de involucrar a las familias y a
la comunidad en la educación, y si además
las investigaciones señalan cuáles son
las condiciones en que dicha participación es
más efectiva, cabe entonces preguntarse por qué
dicha participación no tiene la frecuencia y
no cumple con las condiciones que la investigación
propone.
En parte, tal vez sea por desconocimiento
de los resultados de dichas investigaciones, lo que
nos lleva al problema de la debilidad institucional
de los sistemas de investigación de diseño
e implementación de políticas con las
propias escuelas. Pero, como ocurre con muchas otras
dimensiones del actuar humano, es probable que aquí
nos encontremos ante otro caso de un conocimiento que,
surgido de la esfera académica o intelectual,
no logra constituirse en parte de la vida cotidiana
de las escuelas. En este documento se pretende explorar
la hipótesis de que la participación de
la familia y la comunidad en el Jardín Infantil
o la escuela, en las modalidades y condiciones que propone
la investigación sobre el tema, no resulta de
la poca valoración o el escaso conocimiento que
exista al respecto en las instituciones educacionales,
sino de sus dificultades para incorporarlas e integrarlas
en su vida cotidiana. Tal hipótesis exige
la definición de distinciones más precisas
acerca de cómo se constituye la cotidianeidad
escolar; es decir, cómo es que "sedimentan"
o se "estructuran" ciertos conocimientos y
prácticas en el día a día, y cómo
es que tales conocimientos y prácticas sedimentados
impiden el cambio en la dirección señalada
por la investigación. A partir de esta exploración,
también resultará posible señalar
algunas de las posibilidades para que el cambio se incorpore
plenamente como un elemento más de la vida cotidiana.
Más precisamente, se trata
de indagar en la relación del día a día
de los educadores con los padres y las madres, las dificultades
para involucrar en forma más sistemática
y adecuada a estos actores y, por supuesto, también
las posibilidades de cambiar tal relación, en
el sentido propuesto por la investigación. En
consecuencia, será el tema de lo cotidiano lo
que se constituirá en el hilo conductor de este
estudio, y que dará lugar a un prisma con el
que observaremos la relación de los educadores
con los padres y las madres. Esta mirada desde lo cotidiano
posibilita generar distinciones nuevas acerca del cambio
en las instituciones educacionales.
I. ANTECEDENTES
TEÓRICOS: LAS SEIS DIMENSIONES DE LO COTIDIANO
Al tomar el tema de lo cotidiano
desde la perspectiva de autores como Heidegger, Berger
y Luckman, y Heller, e incorporando algunas de las ideas
claves de Smith, se posibilita la distinción
de al menos seis dimensiones de lo cotidiano, cada una
de las cuales permite plantear las tradicionales preguntas
acerca del cambio en educación de un modo nuevo.
Al hacerlo así, se abren nuevas perspectivas
de investigar y posibilitar el cambio en la educación.
Las dimensiones y las preguntas a que dan lugar se presentan
a continuación.
Primera dimensión:
acciones, interacciones, objetos.
Siguiendo los desarrollos teóricos
de Berger y Luckman (1986), Heidegger (1988) y Heller
(1972; 1977), respecto de la vida cotidiana, vamos a
entender por tal el transcurrir rutinario, «natural»
o «automático» de la vida de cada persona. Un
rasgo sobresaliente de lo cotidiano, en el cual coinciden
estos tres autores es su carácter "no problemático",
"no pensado", o "habitual" Desde
luego, un presupuesto básico que necesita ser
explicitado es el siguiente: si un observador o investigador
juzga que algo es no problemático, habitual -o
por el contrario, que algo es inhabitual o extraordinario-
es que observador y observado comparten una misma situación,
cultura o ambiente. O bien que el observador se mueve
al interior de una interpretación que, aún
cuando sea diferente a la situación, cultura
o ambiente, posee interpretaciones que le permiten juzgar
acerca de lo habitual o inhabitual de lo observado.
En esta investigación, nos
situamos como observadores en el primer caso, esto es,
compartiendo una misma cultura y ambiente con quienes
observamos. Por lo tanto: En lo cotidiano lo primero
que aparece o debería aparecer "ante los
ojos" (Heidegger. op. cit. Pág:112) de quien
estudia u observa son acciones e interacciones realizadas
sin preparación inmediata: se trata de acciones
e interacciones "transparentes" para observador
y observado. Por ejemplo, frente a una acción
de los niños como el murmurar, una educadora
de párvulos cantará la señal del
silencio. Frente a una acción de «mala conducta»,
la profesora llamará la atención del niño.
También en lo cotidiano aparecen ante los
ojos del observador u observadora, acciones de los observados
realizadas con objetos "a la mano" de éstos.
La Profesora, antes de iniciar la actividad de pasar
asistencia, tomará el libro de clases. Antes
de iniciar la reunión con los apoderados, correrá
las mesas y ubicará cuidadosamente las sillas
en una determinada posición.
En consecuencia, lo primero que
aparece "ante los ojos" del observador son:
Acciones de los observados, Interacciones entre diversos
observados y Acciones e interacciones de los observados
con objetos e instrumentos que tienen "a la mano".
Segunda dimensión: El
Tiempo.
Tanto para el observador como para
los observados tales acciones e interacciones ocurren
en el tiempo. En este caso, un tiempo "ordinario"
, tanto, que ni observador ni observado lo considerarán
problemático. Es un tiempo marcado por horarios
y calendarios al interior de ciclos. En el trabajo con
los niños hay un determinado horario, en el cual
un tipo de actividad sigue a la otra; el docente, al
cabo de un tiempo, ni tan siquiera consultan su reloj
ni el horario que cuelga en la pared. En suma, lo
cotidiano aparece "ante los ojos" del observador
como series de acciones e interacciones de los observados,
entre sí y con los objetos que están "a
la mano", que se realizan en un tiempo marcado
por horarios y calendarios al interior de ciclos.
Estas acciones e interacciones con
otros, y los usos con los objetos en un tiempo ordinario,
se diferencian de otras acciones, interacciones y usos
que pueden considerarse como no habituales, pensadas,
problemáticos o extraordinarios. Pensemos, por
ejemplo, en la presentación de un examen de grado.
Ese momento se prepara concienzudamente, se estudia,
se ensaya, etc., ya que tal acción define en
mucho el futuro del alumno y se realiza muy pocas veces
en la vida. Otro ejemplo son los ritos de pasaje. Son
momentos muy especiales en la vida de los individuos
y con ellos se entra a otro estado, a otra etapa del
existir. Así, las bodas se preparan asistiendo
a charlas, invitando a una ceremonia especial, con vestiduras
y comidas únicas. Todos estos son momentos irrepetibles,
puesto que, aunque alguien dé dos o más
exámenes de grados, y tenga más de una
ceremonia de bodas, esos momentos definen nuevas situaciones
del existir, enriqueciendo la cotidianeidad anterior.
En cuanto al tiempo, lo extraordinario
inaugura, o da lugar a un nuevo ciclo en el existir,
ciclo que estará marcado por calendarios y horarios
dentro de los cuales se llevarán a cabo acciones
e interacciones ordinarias. También lo extraordinario
cierra o clausura un ciclo de cotidianeidad incluso
para siempre.
En consecuencia: Lo no-cotidiano
aparece "ante los ojos" del observador como
acciones e interacciones que no estaban "ante los
ojos" de los observados y que se presentaron como
"problemáticas". Del mismo modo, los
objetos que esas situaciones exigen no estaban "a
la mano" de los observados. Las acciones e interacciones
extraordinarias o problemáticas se diferencian
de las ordinarias porque requieren ir explorándose,
haciéndose de modo pausado y fragmentado. El
ensayo o preparación es el inicio de la constitución
de lo extraordinario en ordinario. Metafóricamente,
su "asimilación". Estas dos dimensiones
de lo cotidiano, permiten precisar la problemática
con que iniciamos este estudio. Así, ya no es
necesario referirnos a "la relación diaria,
cotidiana de los docentes con los padres y las madres"
ni tampoco a "las dificultades y posibilidades
que existen en esa relación cotidiana para involucrar
en forma más sistemática y adecuada a
estos dos actores", sino que ahora podemos precisar
y referirnos a lo que aparece "ante los ojos"
y lo que se tiene "a la mano" de modo ordinario
en la vida de todo los días de la escuela. O,
más descriptivamente, por las acciones e interacciones,
los recursos y materiales, y los procedimientos a través
de los cuales se va conformando el tiempo del educador.
Tercera dimensión: los
sentidos.
Las acciones cotidianas se diferencian
de las acciones extraordinarias básicamente por
los sentidos que se les atribuyen y en los que se desenvuelven.
Entendemos por sentido el "significado que un actor
da a las acciones" (Smith,1986. Pág:165);
en otras palabras, lo que induce a hacer algo en una
forma y momento determinado.
Al respecto, consideraremos que
las acciones no cotidianas o extraordinarias traen sentidos
nuevos, distintos a los habituales. De allí que
muchas veces ellas estén revestidas de carácter
ceremonial o ritual; o si son únicas, que adquieran
connotaciones históricas o memorables. En cambio,
las acciones cotidianas se desenvuelven en sentidos
conocidos y delimitados (Berger y Luckman.op.cit. Pág:37-40).
Los sentidos nuevos permiten realizar acciones distintas
a las anteriores, enriqueciendo la cotidianidad (op.cit.
Pág:40-41).
En consecuencia, los sentidos nuevos
que conlleva lo extraordinario posibilitan también
inaugurar nuevos ciclos, nuevos calendarios y horarios.
Traen nuevas acciones e interacciones "a la mano".
Las cuales, después de "asimiladas",
cambian el ritmo y el número de las acciones
e interacciones. Cambian los objetos en uso. La relación
entre los objetos y los observados también se
manifiesta en cambios de ritmos de actividad. Por ello,
es posible que al interior de los nuevos ciclos se modifiquen
los calendarios y los horarios; se inaugure un nuevo
tiempo. Por ejemplo, al aprobar un examen de grado,
la persona queda legítimamente calificada (por
y ante los demás) para desarrollar una actividad
profesional o académica y obtener una retribución
por ella. Al casarse, la pareja constituye de inmediato
una sociedad conyugal que tiene atribuciones distintas
a las de las personas naturales por separado.
El tipo de interacciones posibles
es distinto al estado anterior. E inauguran ciclos de
cosas nuevas que habrán de venir: nacimientos,
crianzas, etc.(1).
Cuarta dimensión:
el lenguaje.
Esta perspectiva, para efectos
de este estudio, lleva a la formulación de la
siguiente pregunta:¿Qué sentido le asigna el
educador en su desempeño profesional con padres,
madres y comunidad a las actividades, recursos, material
didáctico y procedimientos utilizados cotidianamente?
y, también postularemos la centralidad del lenguaje
en la construcción de los sentidos, aunque, retomando
el punto anterior, haremos la siguiente precisión:
Si bien ambos, el sentido de lo cotidiano y el de lo
extraordinario son conformados por el lenguaje, en lo
extraordinario el lenguaje que crea los sentidos es
inmediato y constitutivo. Inmediato, porque va junto
a la acción, y constitutivo porque inaugura nuevas
acciones, nuevos tiempos y el uso de nuevos objetos.
Por ejemplo, en el examen de grado a que hacíamos
referencia, las palabras de rigor que abren el ceremonial,
la redacción de un acta y la lectura final de
la misma, son "explicaciones" inmediatas del
sentido de las acciones que están ocurriendo.
Constitutivo, porque tales acciones se traducen en consecuencias
que inauguran nuevas acciones, enriqueciendo la cotidianeidad
(Reveco: 1990). En cambio, en lo cotidiano, el lenguaje
que conforma las acciones es mediato y constituido.
Es decir, los discursos que conformaron o inauguraron
las acciones, ya fueron realizados en el pasado, y no
se reiteran cada vez que se realiza la acción.
Se trata de discursos y acciones ya establecidos.
Por ejemplo, la educadora, al cantar
la señal de silencio, al citar al alumno de "mala
conducta", no dice el sentido que tiene su acción,
ni los efectos que con ella espera producir. Simplemente
actúa. En la vida cotidiana a esto se llama "actuar
sin siquiera pensar" (Reveco: op.cit.). Este actuar
habitual se puede considerar de un modo positivo, puesto
que es revelador del dominio de las acciones por parte
de quien las realiza (por ejemplo, el virtuosismo de
un músico), es "económico y pragmático"
(Heller, op.cit.Pág:64), permite la existencia
de lo común, del sentido común y por ende,
de lo social (Berger y Luckman, op.cit. Pág:37).
Sin embargo, al mismo tiempo, por ser un actuar automático,
lo cotidiano está permanentemente amenazado por
la pérdida del sentido, por la "enajenación"
(Heller.op.cit. Pág: 69), el planamiento"(Heidegger.op.cit.Pág:144)
o la "opacidad"(Berger y Luckman.op.cit.Pág:40).
Esta perspectiva abre la siguiente
pregunta: ¿La cotidianeidad profesional del educador
con respecto al trabajo con las familias y la comunidad,
tiene sentido para éste? ¿Qué sentido
tiene? En suma, estudiar lo cotidiano con respecto
del trabajo con padres y madres nos permite indagar
acerca de acciones ya constituidas, habituales. También
nos permite indagar acerca de la permanencia o ausencia
de sentidos en ellas.
Estudiar el trabajo con padres y
madres desde la perspectiva de lo cotidiano permitirá
describir acciones e interacciones con objetos diversos
en el tiempo y comprender los sentidos que determinados
-actores en este caso, los educadores asignan a ellos.
Esto, porque una acción tiene múltiples
sentidos: por ejemplo, para una psicopedagoga, el que
la Educadora de Párvulos cante una señal
puede ser interpretado como,"motivar un cambio
de conducta"; para la directora de la Escuela,
esa misma acción puede interpretarse como "mantener
la disciplina"; para la supervisora, puede mostrar
"tener manejo de grupo", mientras que para
los niños puede ser simplemente "orden de
callar". Pese a esta posibilidad de múltiples
interpretaciones respecto del sentido de una acción,
es posible postular que tal acción fue instituida
en algún momento, con un sentido preciso y determinado.
En el ejemplo, la señal, remite a la "hora
del silencio" usada y pregonada por María
Montessori, y al uso de la música en toda acción
con el párvulo, postulada por las hermanas Agazzi(Reveco:
1979). Respecto de este tema, diversas investigaciones
sobre docentes realizadas en Chile y otros países,
refieren una pérdida de los sentidos pedagógicos
de las acciones de los docentes para ellos mismos y
un desplazamiento o reemplazo de tales sentidos por
otros de carácter estrictamente funcionario,
burocrático o administrativo. Incluso, se habla
del rol asignado (Vera, Edwards:1989; Cerda, Silva,
Nuñez:1991).
Estas investigaciones proveen evidencia
empírica de la sustitución de los sentidos
pedagógicos originales que deberían tener
muchas de las acciones de los docentes, por sentidos
distintos, provenientes del ámbito administrativo
o burocrático; en consecuencia, refuerza la validez
de las preguntas sobre el sentido planteadas anteriormente.
Con respecto del tema de la constitución
de los sentidos; tanto Heidegger (op.cit Pág:102-122)
como Berger y Luckman (op.cit. Pág:40) señalan
que el lenguaje es la fuente del sentido. Más
aún, en Heidegger el lenguaje es constitutivo
del "ser ahí"; en sus palabras, es
la "casa del ser", crea un mundo humano. Para
Berger y Luckman el lenguaje es y hace cotidianeidad;
pues proporciona a las personas objetivaciones y un
orden de ellas de tal forma que adquieran sentido y
proporcionan sentido a la cotidianeidad de cada miembro
de la sociedad; "marca las coordenadas de mi vida
en la sociedad y llena esa vida de objetos significativos"
(Berger y Luckman.op.ci.Pág:40). En consecuencia,
es el lenguaje el que conforma (Heidegger) o el que
construye la realidad social (Berger y Luckman). Podríamos
decir, entonces, que para ambos autores; el lenguaje,
es constituyente de acciones y sentidos. En suma, las
acciones, interacciones y el uso de determinados objetos
en un tiempo o ciclo de los docentes, así como
sus sentidos, habrán sido constituidos lingüísticamente
en algún momento de su formación o de
su desempeño profesional.
Recordemos, sin embargo, que la
cotidianeidad "habitual, natural, automática",
está permanentemente amenazada por el sin sentido;
la enajenación (Heller),el aplanamiento (Heidegger)
o la opacidad (Berger y Luckman). Posiblemente, entonces,
muchos de los educadores realizan el trabajo con padres
y madres sin atribuirles a éstas, sentido pedagógico.
Quinta Dimensión:
La Pasión.
La presencia de los sentidos, para
Heidegger, tiene que ver con un estado de "ánimo
abierto" (op.cit.Pág:152 y ss.), que permite
la superación del aplanamiento. Para Heller es
la pasión la que permite la superación
de la cotidianeidad enajenada, entendiendo por pasión
que cada ser humano "se apropie de su realidad
y le imponga su sello individual" (op.cit.,
p.69)(2). En este enfoque, junto con el lenguaje e imbricado
en él, la presencia o ausencia de sentidos tiene
que ver con ciertas disposiciones anímicas que
enriquecen o empobrecen la cotidianeidad. De este modo,
la pregunta acerca de cuáles son los sentidos
de las acciones que realizan los educadores en su cotidianeidad
profesional, se explicará no sólo desde
el lenguaje, sino también desde las disposiciones
anímicas que ellas muestran.
Referencias claves para estas observaciones
son las de "inspiración", esto es,
"una fuerza invisible la fuerza elevadora de la
decisión humana específica" (Heller.
op.cit.Pág:54),o las de un ser que "comprende",
que "se dirige" y "se encuentra"
(Heidegger.op.cit.Pág:154).(3) En suma, las acciones
con sentido inmediato, "a la mano", con sentidos
vivos y presentes, resultan de la pasión, del
"estar ahí".
II. LA
REUNIÓN, FORMA DE RELACIÓN COTIDIANA ENTRE
LA ESCUELA y LA FAMILIA
Objetos "a la mano".
Tres Educadoras/es entran a la sala de reuniones, conversan
entre ellas y empiezan a re ubicar las sillas, bancos
y una mesa de otra forma. Una silla tras de otra. Han
bajado la mesa de un proscenio y queda ocupando un lugar
central delante de todas las sillas y bancas.
Tiempo. La Educadora
inicia la reunión de pie, enfrente de las madres,
delante de la mesa. La inicia a las 15.15 horas. Saluda
y anuncia lo que se realizará durante la sesión;
especifica las actividades: primero algunos temas informativos,
después el tema central que, por ejemplo, "en
el día de hoy versa sobre el desarrollo del niño".
Acciones e Interacciones.
Luego vienen las acciones; lo primero es informar: la
educadora lee el reglamento de la Escuela, explicita
las diversas normas que los padres deberán respetar
y cumplir durante el período de permanencia de
su hijo o hija en el establecimiento. Cuando termina
la larga disertación, que consumió la
mitad del tiempo de duración de la sesión,
da la palabra a los apoderados. Pregunta: "¿Alguien
quiere decir algo? ¿Tienen alguna duda?". Normalmente,
nadie habla, nadie pregunta. El educador espera un rato,
y rápidamente retorna la reunión, señalando
que ahora se tratará el tema central.
Y más Interacciones.
Están encargados de entregar el tema de hoy,
el educador que da una charla. En ocasiones el docente
ha preparado lo que denomina "una dinámica".
Las madres (los padres casi nunca asisten) observan
y escuchan sumidas en sus pensamientos, unas pocas atentas
y otras calladitas cuchicheando entre ellas. La reunión
finaliza solicitando mayor preocupación por la
presentación de los hijos, puntualidad en el
pago de las cuotas del Centro de Padres. La educadora
finaliza la reunión señalando la fecha
y hora de la reunión del próximo mes.
¿Por qué se realizaron las actividades antes
descritas? ¿Por qué la reunión se realizó
a las 15 hrs. ? ¿Por qué el educador habló
la mayor parte de la reunión?¿Por qué
las sillas y las bancas se ubicaron una tras de otra?
¿Por qué la mesa se ubicó en un lugar
central del local y el docente delante de ella? ¿Qué
sentido tiene la realización de una reunión
con esas características, en esa hora, con el
mobiliario ubicado de esa forma? ¿Los sentidos que tienen
son pedagógicos? Si no son pedagógicos,
¿qué otros sentidos tienen?
Acciones. La mayor parte
de las acciones de la reunión surgieron y fueron
realizadas por la educadora. Fue el docente quien ubicó
el mobiliario y lideró la reunión. Entregó
y solicitó información, y para hacerlo
utilizó terminología propia de la educación:
habló de "educandos", "actividades
programáticas", "evaluación
formativa", "desarrollo evolutivo", "aprestamiento"
etc., etc. Quizás lo hizo simplificando mejor
aún-, empobreciendo los conocimientos, pero utilizó
términos técnicos sin explicar su significado.
Las acciones de las madres se limitaron a atender lo
que la docente decía, ocuparon los escritorios
de sus hijos en silencio, y escucharon en silencio el
tema que se les propuso.
Interacciones. Las interacciones
fueron iniciadas por el educador, la mayor parte de
la sesión la ocupó ella, hablando. Algunas
madres respondieron cuando alguna de ellas preguntó:
¿Está la mamá de tal o cual niño?
No hubo ninguna interacción iniciada por el grupo
de madres. Objetos. La sala contaba con bancas
y sillas, un grupo de sillas estaban apiladas, una mesa
estaba sobre un proscenio. Las Educadoras/es cambiaron
estos objetos de ubicación, organizando el espacio
de otra forma. El docente que dirigía la reunión
con el reglamento del curso en su mano, lo consultaba
mientras hablaba.
Tiempo. Fueron los educadores
quienes fijaron la hora, la fecha y organizaron los
diversos temas en un ciclo. Fue el Profesor quien utilizó
la mayor parte del tiempo de reunión. Las madres
y padres asistentes, en todas las actividades mencionadas,
tuvieron el menor tiempo para poder participar; preguntar,
responder, y permanecieron en silencio.
Lenguaje y Sentidos. La reunión
antes descrita es un caso de cotidianeidad enajenada.
La existencia de una cotidianeidad con respecto al trabajo
con adultos unido a la exigencia de trabajar con ellos,
lleva a los educadores a echar mano a dicha cotidianeidad
asumida como propia y conformada posiblemente a partir
de lo observado en otras educadoras, de lo transmitido
lingüísticamente por profesores y colegas,
y quizá también, a través de la
experiencia como madres o padres participantes en los
colegios a los cuales asisten nuestros hijos. El Educador
usa entonces actividades, recursos, materiales didácticos
y procedimientos; acciones e interacciones con objetos
y en un tiempo que ha asumido como propio, pero cuyos
sentidos fueron constituidos por otros, en un tiempo
ajeno al de la educadora del ejemplo. Es un caso de
enajenación, de aplanamiento.¿Cómo salir
de ello? ¿Cómo constituir el trabajo, las relaciones
con sus padres y madres en acciones e interacciones
con objetos y en tiempos con el sello individual, en
hechos extraordinarios? ¿Cómo lograr que los
sentidos estén a la mano y se generen, se inauguren
nuevas acciones con objetos y en tiempos nuevos?
III. LA
REUNIÓN: UNA SITUACIÓN PROBLEMÁTICA
DA LUGAR A UNA COTIDIANIDAD ENRIQUECIDA
Déjenme mostrarles una
salida a través de la observación de otra
docente: Fui a observar reuniones de su curso, en una
escuela de una determinada población de escasos
recursos de Santiago, y conversando con ella mientras
los niños corrían en el patio, me contaba
cómo invitaba a los padres y madres a la reunión:
-"tienen que sentirse importantes, yo he observado que
en todas partes los relegan. Cuando van al consultorio,
quedan últimos, van al seguro a buscar el cheque
y quedan últimos. Nunca son tratados como personas
importantes, por eso nosotros decidimos hacer tarjetas
bonitas y personales, y para la reunión entre
las profesoras juntamos plata y una de ellas horneó
galletitas. Además en la reunión, más
que dar nosotras un tema, tratamos un tema "na'
que ver" con la educación de los niños,
hablamos de las relaciones de pareja. Las mamás
decían: "Señorita, nunca habíamos
recibido una invitación así, con la sola
invitación me dan ganas de venir. Nunca tenemos
un lugar para conversar temas tan importantes como las
relaciones entre los papás, esta reunión
no sólo me ha servido para saber cómo
llevar una mejor relación de pareja, sino que
también he salido bien"-
Las Acciones. Esta Educadora
observó, se salió de la cotidianeidad
en la cual estaba, escuchó con atención
lo que un grupo de madres hablaba y no sólo escuchó
y observó, sino además recordó
otras observaciones de madres y padres de otros cursos
con nombres y con rostros. La distinción "no
ser considerado persona" no estaba vacía
de sentidos, porque el recuerdo y la importancia que
ella intuyó en la conversación de dos
apoderadas, la llevó después a planificar
una reunión distinta, armando así una
nueva actividad educativa. Un hecho cotidiano se transformó
en extraordinario, se apropió de su realidad
y le impuso su sello individual.
Interacciones. Las interacciones
en este caso fueron iniciadas por las madres al conversar
entre ellas y compartir con la docente "su sentir"
con respecto del trato que recibían comúnmente
en las diversas instituciones con las cuales se relacionaban.
La educadora respondió a esta interacción
diseñando, elaborando y enviando tarjetas diferentes,
"personalizadas", como ella las denominó.
Frente a estas tarjetas las madres respondieron asistiendo
en un 96% a la reunión, pues "se sintieron
consideradas personas", como decía la educadora.
En la reunión, la educadora propuso un tema que
a las madres preocupaba y ellas participaron activamente.
La Profesora y la alumna en práctica, como una
forma de interacción distinta, les ofrecieron
té y galletas, creando además un ambiente
propicio para una interacción horizontal.
Objetos. El uso de dos objetos
especiales "aparece ante nuestros ojos",
una tarjeta y las galletas. La tarjeta fue elaborada
con dedicación, con especial preocupación
por hacer sentirse "personas" a esas madres.
La misma cartulina y los mismos lápices usados
cotidianamente en el trabajo con las niñas y
los niños dieron ahora lugar a un objeto nuevo.
Tratemos de ponernos en el lugar de esas Profesoras
y recordar cómo se crea. Las docentes discutieron
la forma, el dibujo, la lectura que tendría la
tarjeta; se encargaron de confeccionarlas aquellas docentes
que tenían más habilidad. En suma, todo
un rito. Con respecto de las galletas, recordemos que
fueron elaboradas según una receta aprendida
recientemente, por lo cual no fue un actuar rutinario
el hacerlas, sino también una actividad extraordinaria.
Para la realización del ritual se releyó
la receta, se compró cada ingrediente en la cantidad
necesaria y luego en la cocina, con la receta escrita
en un papel, se siguieron paso a paso las instrucciones.
En la hora de la reunión, nuevamente cual un
rito, entraron las Profesoras con las tazas, el té,
el azúcar y las galletas, dándose inicio
a la ceremonia de reunirse con un motivo especial, conversar
sobre las relaciones de pareja.
Tiempo. La reunión
en realidad empezó tiempo antes, en la reunión
preparatoria en la cual las docentes, conversaron, diseñaron
lingüísticamente la reunión. Hubo
opiniones, reflexiones y decisiones de consenso. Se
explicitaron los sentidos de esa reunión y de
cada una de las acciones que se realizarían en
esa ceremonia. Empezó también cuando se
diseñaron, ejecutaron y enviaron las tarjetas.
La reunión se realizó después del
horario de retirar a los niños y dos docentes
cuidaron de ellos. La Educadora, aunque tenía
un tema central, permitió tomar té y comer
galletas. Posibilitó que el tema fuese construido
en conjunto a través del diálogo que se
produjo. No importaba tanto fijar tiempos rígidos
a cada momento, sino que las acciones e interacciones
con los objetos propuestos se dieran en un tiempo que
se ordenase en la acción de conversar, tomar
té y comer galletas.
El sentido: El Lenguaje y la
Pasión. En el ejemplo de estas educadoras
vemos que junto con el lenguaje, la creación
de una distinción lingüística "no
ser considerados", la discusión que
permitió preparar la reunión en equipo,
en la cual se explicitaron sentidos; imbricados con
el lenguaje, la presencia o ausencia de sentidos tuvo
que ver con cierta disposición anímica
que enriqueció la cotidianeidad de esa reunión.
Esta educadora y la alumna en práctica, fueron
capaces de crear una situación educativa nueva,
con acciones e interacciones distintas apoyadas con
objetos y en un tiempo no cotidiano. Fue a partir del
mismo trozo de cartulina y de la misma pintura que se
diseñó una invitación diferente,
"extraordinaria". La educadora y la practicante,
crearon con pasión una actividad en la cual ellas
y los apoderados se involucraron.
Fue una actividad con "sentido
nuevo" y "a la mano": "hacerlos
sentirse personas", "aprender a partir del
sentirse dignos y capaces". Ello, permitió
la generación de una nueva cotidianeidad y al
hacerlo, se enriqueció el repertorio de acciones
posibles de la profesión.
Estas docentes nos están
mostrando que a los padres y madres les interesa ser
invitados personalizadamente y asistir a reuniones en
las cuales se conversa junto con beber una taza de té
calientita, acompañada de la nueva receta de
galletas que la alumna aprendió a hacer. Nos
está mostrando también que una invitación
con determinadas características, y el tratar
otros temas que tocan necesidades sentidas por los adultos,
facilita la interacción educador-apoderado. Las
observaciones de esta educadora posiblemente están
abriendo un nuevo campo a investigar, el de la cotidianeidad
de los padres y madres. Posiblemente, la reunión
y las diversas actividades que el educador realiza con
el adulto no forman parte de la cotidianeidad de estos
actores, no tienen sentidos a "la mano", ni
generan en ellos "la pasión" necesaria
para involucrarse en las acciones e interacciones que
el educador propone; pero dado que este trabajo mira
el fenómeno desde los educadores, me limito a
dejar planteado este nuevo problema de estudio.
Desde una perspectiva
pedagógica, estas docentes nos enseña
que el rito de reunirse en torno de alimentos especialmente
preparados para la ceremonia genera un ambiente que
facilita la interacción, que el tiempo puede
ser organizado en conjunto entre educadores y apoderados
y, que los objetos tienen un lugar especial en el trabajo
educativo con adultos. Todo esto lo descubrió
esta atenta Educadora y esta practicante, y no fue enseñado
por ningún tratado de educación de adultos.
Para lograr una cotidianeidad enriquecida,
no enajenada, se requiere de un educador con un "estado
de ánimo abierto" atento a lo que está
sucediendo con los educandos. De los resultados de esta
atenta observación, la educadora va hilvanando,
entretejiendo nuevas acciones e interacciones con objetos
y en tiempos flexibles con cada uno de los educandos,
en el momento mismo en el que ocurren las observaciones.
De esta forma cada momento, cada acción, cada
interacción, se transforma en extraordinaria.
Para "estar ahí" para vivir con "pasión"
la educación, es necesario estar atenta a los
detalles;
Heller dice: "la mayoría
de las personas vive habitualmente en la cotidianeidad
pues, para salir de ella, es necesario que la pasión
principal del individuo se oriente a lo específico
y que cuente, además, con la capacidad para ejercer
esa pasión" (Heller.1987.op.cit). Un
educador atento a lo que sucede, atento a sus propias
acciones e interacciones con objetos y en el tiempo,
y atento a lo que produce su actuar con "sentidos
vivos" y "a la mano" y con la "pasión"
orientada al educador en ese tiempo, será capaz
de estar enriqueciendo permanentemente la cotidianeidad
del trabajo con las familias y la comunidad. Es
cierto, los educadores deben hacer planes, respetar
objetivos y programas, construir rutinas. Cuando se
planifica desde lo cotidiano, desde el "no estar
ahí" y se intenta a toda costa que esos
planes resulten, sin ver lo real, ciertamente que lo
planificado se vuelve irrelevante, sin sentido, aún
cuando el plan sea técnicamente perfecto, el
recurso final que queda para afrontar tal fracaso es
el autoritarismo, la relación vertical con los
niños, los adultos y las organizaciones. O por
el contrario, el dejar hacer, sin ocuparse de ellos,
a la espera de que termine una jornada, una reunión
que, en esas condiciones, se vuelve agotadora e interminable.
La cotidianeidad y todo la experiencia sumado a
lo aprendido en la Universidad son el bagaje, la "mochila"
con la que se llega al Jardín Infantil, o a la
Escuela. Pero no son la respuesta a todo. Cuando se
"está ahí", los niños
y niñas dejan de ser unos seres revoltosos a
los que hay que encuadrar en silencio para que hagan
lo que el educador quiere, y los apoderados dejan de
ser "las madres o padres despreocupados de sus
hijos". Las actividades dejan de ser las rutinas
que se hacen día tras día de la misma
forma y en el mismo tiempo.
Cuando se considera la tarea de
educar en toda su plenitud y su riqueza, ante nuestros
ojos los educandos se vuelven niños, madres,
padres y niñas singulares, únicos, sabios
y divertidos incluso. Sus interacciones y conversaciones
se transforman en fuente de educación y de aprendizaje
para quienes somos docentes. Las actividades se transforman
en entretenidas e interesantes acciones para el educador
y sus alumnos. Los objetos se preparan con detalle y
con cariño. El horario deja de ser aquello impuesto,
aquello que se debe cumplir. Mágicamente, todo,
todo adquiere nuevos sentidos.
NOTAS
Habrá un tipo de acciones
extraordinarias que traerán "a la mano"
sentidos que no formaban parte de lo cotidiano. Son
las acciones e interacciones extraordinarias, de "clausura
definitiva". Los ritos que acompañan el
fin del tiempo de algún observado: los rituales
fúnebres.
Heller señala: "la
mayoría de las personas vive habitualmente
en la cotidianeidad pues, para salir de ella"
es necesario que la pasión principal del individuo
se oriente a lo específico y que cuente además
con la capacidad de ejercer esa pasión"(Heller,
1987, op.cit.p.62)
Cabe señalar que "el
ser en un estado de ánimo no se refiere primariamente
a lo psíquico, no es ningún estado interno
que se exterioriza de un modo enigmático y
destiñe sobre cosas y personas (...) Este es
una forma existenciaria fundamental del "estado
de abiertos" con igual originalidad del mundo,
el "ser ahí" con la existencia, porque
ésta última es esencialmente "ser
en el mundo"(Heidegger.op.cit.PágJ
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