Somos dos compañeras que aunque vivimos a treinta kilómetros nos comunicamos
con asiduidad y trabajamos en una línea creativa y activa con nuestros
alumnos.
Desde hace mucho tiempo, venimos observando que a las niñas y niños se
les da todo hecho. Desde muy pequeños se les pone todo en bandeja: la
comida pasada y a su gusto; se les viste, pero son ellos quienes eligen
lo que se quieren poner; los juguetes juegan solos, para ello cuentan
con una serie de artilugios que son capaces de hacerlo prácticamente todo;
la tele, el video, a su altura para que ellos puedan ponerlo solitos,
darle a un botón y que salgan las mil historias que están ya hechas en
video o D.V.D., los C.D., juegos de Play... en los que las posibilidades
son infinitas pero en los que los pequeños se limitan a darle a los mandos...
¡y con qué agilidad!.
De manera que el/la niño/a piensa, mejor dicho, no piensa, cree que todo
cae del cielo o de esos botones y sigue pensando, mejor dicho creyendo,
a lo largo de su vida que todo va a ser así de fácil, pero ¡qué equivocados
están ellos y nosotros!.
La vida es mucho más complicada por mucho que nos empeñemos los padres
en facilitarles las cosas, aunque sea de forma mecánica. Se les van a
presentar una serie de situaciones en las que el niño necesita tener práctica,
conocer técnicas y procedimientos, saber deducir, razonar, distinguir
entre lo que es bueno para él y lo que no le conviene... saber pensar
y actuar en cada situación, tomar postura ante la invasión de sugerencias
y cosas superfluas que le ofrece la tele y la sociedad en general.
De ahí la necesidad de que aprenda a distinguir lo que realmente es necesario
para su vida y lo que no lo es. Estas cosas no se improvisan: no podemos
pedir a un adolescente que ha estado acostumbrado a que se lo den todo
hecho, y que ha aprendido a obtener de los botones todo lo que necesita,
que improvise una autonomía pensante, una diferenciación de valores buenos
en sí mismos, unas actitudes que no ha vivido y sentido desde la infancia.
Una vez más, la escuela debe suplir esas carencias que tiene la sociedad
actual, no dándole, también en el colegio, todo hecho, todo deducido,
todo preparado sólo para colorear... la escuela debe hacer ¡seres pensantes!
Enseñar a pensar, así como suena, a pensar por sí mismos, a deducir, a
razonar, a valorar las cosas, a imaginar, a luchar..., a no sentir que
se puede obtener todo sin esfuerzo alguno...¡hay que trabajar lo que se
quiere conseguir!
La escuela, debe también enseñarles a dominar la voluntad desde pequeños
para que sean ellos los que mandan en sí mismos y no que puedan conseguirlo
todo con una pataleta, como muchas veces hacen en casa; a descubrir
los verdaderos valores de la vida, los auténticos, no los que nos ponen
en los anuncios.
Deben aprender en la escuela, a aprovechar el material y no despilfarrarlo,
a compartir con los demás, a ser autónomos, a tomar gusto por la lectura
y no quedarse embobado delante de la pantalla de cualquiera de los artefactos
que hay ahora en las casas, a descubrir que en los libros hay un mundo
maravilloso donde podemos encontrar infinidad de cosas, paisajes, historias,
personajes, a descubrir que pueden elaborar sus propias historias...
Todas estas cosas no se improvisan en Primaria y menos en Secundaria.
¡Hay que trabajarlas desde la E. Infantil!. Desde que el niño empieza
a asistir al colegio, debemos estar preparados para no perder ni un minuto
de su valioso tiempo para ayudarle en la tarea de crecer, no para hacerlo
consumidor si no para hacerlo pensante, no tocador de botones si no para
que sea imaginativo, creador, lector... persona.
En esta línea de trabajo, el proceso en sí mismo es mucho más importante
que el resultado final. Son las niñas y niños, los artífices de ese proceso
y sujetos activos del mismo. Piensan, investigan, razonan, preguntan,
consultan textos que tienen a su disposición, crean, dirigen su trabajo...
Nosotras como maestras, debemos estar ahí, acompañando el proceso, atentas
a sus intereses, facilitando el aprendizaje, creando el ambiente adecuado
en lo material y en lo afectivo... Dejando hacer, dejando que descubran,
dejando que investiguen, sólo sugiriendo... Sabemos que cada uno tiene
derecho a ser diferente, que tiene su propio ritmo, pues somos conscientes
de que ellos son los protagonistas de sus propios descubrimientos.
A continuación vamos a exponer unas actividades que van en esta línea
de trabajo. La edad a la que dedicamos nuestro esfuerzo es una edad mágica,
encantadora y conviene no desaprovecharla. Aseguran los psicólogos y
estudiosos del tema, que el cerebro está en expansión hasta los siete
años de edad, y a nosotros nos toca acompañarles en esa fase casi entera.
Aseguran también que cuando una persona está feliz, se segregan en el
organismo endorfinas que permiten a su cerebro actuar mejor y rendir más.
Y en esta línea de trabajo andamos, desde hace mucho tiempo, mi compañera
y yo. Hemos seleccionado dos actividades que se ajustan y complementan
en esta forma de trabajar: en la que el niño es sujeto activo, no pasivo;
donde él actúa, no rellena; en la que se dan las condiciones para que
desarrolle su imaginación, creatividad, autonomía... desde los tres años
que llegan a nuestras manos. Tenemos la suerte de poder facilitar que
los niños y las niñas desarrollen actitudes e interioricen valores sólidos,
podemos colaborar en su proceso de hacerse personas.
Nuestro objetivo es compartir las vivencias de un grupo de alumnos de
cinco años en cuanto al acercamiento al lenguaje de los libros, al desarrollo
del lenguaje oral, la expresión plástica, la educación en valores...
“EL DUENDE DE LA BIBLIOTECA”
Introducción
La lectura de algunos artículos, libros, la asistencia a cursos, intercambios
con otros compañeros y compañeras y mi propia experiencia en el aula,
me han llevado al convencimiento de que la afectividad juega un papel
muy importante en la vida del niño y del adulto. De ahí la necesidad de
que en todos los temas de dentro y fuera de clase demos el lugar que le
corresponde a ese elemento fundamental en la vida humana
Esta actividad está pensada para que los niños y las niñas descubran
el gusto por la lectura y la belleza de las letras para crear un texto.
Todos los niños son capaces de crear textos. No los podrán expresar gráficamente
de una forma convencional para que los demás los podamos entender, pero
“a su manera” pueden poner por escrito un cuento, una experiencia, o cualquier
otra cosa que quieran expresar.
También desde muy pequeños pueden seguir “la lectura” de un libro y pasar
las páginas e incluso seguir con el dedo los renglones “como si leyeran”;
esto nos lleva a pensar que: Leer y escribir son actividades simétricas,
una es definida en función de la otra.
La lectura se define como actividad de recepción y la escritura como
actividad de producción. Si una es actividad de descodificación de signos
escritos cuyo fin es comprender el significado de un texto, la otra lo
es de codificación, y tiene como función la transmisión de un mensaje
escrito para lo que se precisa una planificación del mensaje, la construcción
de dicho mensaje utilizando palabras y frases a través de una ejecución
motora y de hacerlo llegar a los demás; si la lectura es una actividad
de consumo, la escritura lo es de creación.
La entrada del niño en el mundo de lo escrito, no es un problema sobre
qué tipo de letra o con qué tipo de unidad (sílaba, palabra, frase...)
se empieza a enseñar, porque los niños ya han empezado a aprender sin
“nosotros”.
Se es lector desde el momento en el que se ha oído un texto contado por
alguien, se ha memorizado una poesía o se ha interpretado la imagen de
un cuento.
Leer, significa en primer lugar, reconocer. Ver objetos reales representados
e identificarlos, con lo cual está desarrollando una actividad mental
más elaborada, ha entrado en el mundo de lo simbólico y esto le permitirá
pasar a la palabra escrita.
Pero leer, permite al niño, identificarse con un personaje e implicarse
afectivamente con él, ser capaz de comprender lo que dice o vivir lo que
él vive.
También cuando el niño lee, accede a una serie de convecciones gráficas,
el agua por ejemplo es una mancha azul, o sea que al verla es capaz de
imaginarla a través de un signo gráfico que la representa.
Desde los libros de imágenes a los de ciencias, zoología, diccionarios...
la verdadera lectura implica pasar por la lengua escrita: escuchar textos,
comprender la historia que se le cuenta, encadenar lo que ocurre con el
mismo personaje entre una imagen y otra, o establecer relaciones entre
las viñetas rellenando los vacíos de imágenes que puedan existir. Esto
es completamente necesario para la lógica del cuento.
La presencia del texto canaliza la lectura y reduce las posibilidades
casi infinitas de interpretación de la imagen para que cada parte se entienda
de una sola manera y el resultado sea lógico y coherente. Los episodios
proporcionan un principio, desenlace y un final; el lector o el oyente
empiezan a seguir la narración y les gusta. Se crean verdaderos lazos
de afecto.
Con la intención de despertar el deseo de leer en el niño, nada mejor
que contarle cuentos, historias de animales, de brujas, de duendes, de
hadas... estos y otros relatos pondrán en marcha su imaginación y lo animarán,
llegado el momento a explorar por sí solo, el apasionante mundo de los
libros.
Por otra parte, el niño “escribe” desde que puede sujetar un lápiz. Sus
primeros trazos gráficos cuando dibuja o cuando escribe, son muy parecidos
entre sí y la única manera de diferenciarlos es preguntándole su intención.
De alguna manera, estamos favoreciendo el desarrollo de su expresión oral
, como manifestación de lo que el niño ha hecho, ha pintado...etc. Pero
pasados estos primeros contactos con la escritura, aparecen producciones
con intención, en las que ya hay un propósito de producir marcas gráficas
que guarden similitud con las características de las letras. A partir
de este momento la diferenciación entre lo icónico y lo no icónico puede
ser observable, ya que los signos gráficos realizados expresan dicha oposición.
Luego en su progresión va pasando por diferentes etapas hasta elegir
para escribir los signos que se corresponden con el valor sonoro de las
sílabas (y normalmente este valor de la sílaba recae en la vocal). Más
adelante logran analizar los enunciados sonoros y encuentran unidades
más pequeñas que las sílabas, los fonemas, y así van produciendo escritura
con correspondencia sonora de nivel más alto que el silábico: correspondencia
alfabética.
Como maestras que valoramos y conocemos el proceso en el que está inmerso
el niño, debemos dar ocasión a que los niños escriban a su manera, aunque
lo hagan con escritura no convencional. De esta manera, no habrá textos
producidos por sujetos que no saben escribir, ni textos mal escritos porque
no se ajusten a las normas convencionales de escritura. Si habrá producciones
escritas que corresponden a diferentes momentos del proceso de aprendizaje
del sistema de escritura.
Objetivo de la Comunicación
La finalidad de la enseñanza de la lectura y de la escritura consiste
en formar niños que sean capaces de producir e interpretar textos. Textos
que una vez escritos tienen la finalidad de ser leídos, desde un simple
mensaje para informar a los padres de una fiesta de cumpleaños, a un cuento,
una poesía o la redacción de lo que han sentido en una sesión de juego
simbólico. Así que el eje de trabajo debe ser la lectura y escritura de
textos y a la vez favorecer el avance en el aprendizaje del sistema convencional
de escritura.
Pero en la lectura influyen dos factores fundamentales: familia y escuela.
La primera es donde el niño va a encontrar (o no) el afecto, cariño,
permisividad y actitudes que harán que sea (o no) un niño lector; y por
otra parte está la escuela, donde va a tener más o menos contacto con
los libros dependiendo de las posibilidades de contar con una biblioteca
de aula o de centro o de que su profesor/a considere como prioritario
el hecho de que para hacer verdaderos lectores y escritores, lo primero
es entrar en contacto con los libros: en contacto directo, no sólo verlos
en las estanterías, sino poderlos tocar, oler, pasearlos...
Si consideramos todo lo que a nosotros los adultos nos impulsa a elegir
un libro (hojearlo, ver si tiene o no imágenes, ver el tipo de letra,
el número de páginas, el tipo de papel...), es justo que reconozcamos
que los niños deben gozar de los mismos privilegios. No podemos pretender
que lean mucho sin este contacto y menos que lean bien. Aquí hay además
que distinguir entre la idea de lo que es aprender a leer como un acto
mecánico y como una herramienta útil para desenvolvernos en la vida y
lo que es llegar a ser lectores de verdad, o sea disfrutar de la lectura
y leer por el simple gusto de leer.
Nuestra escuela en este sentido debe ser un elemento democratizador y
ofrecer a todos los niños las mismas oportunidades de acercamiento a los
libros ya que unos vendrán de casas en las que no haya ni uno solo y que
además los padres no tengan interés por la lectura de sus hijos, (bien
por falta de información al respecto o bien por falta de tiempo), y otros
por el contrario contarán con un ambiente motivador en el que estén rodeados
de libros y donde sus padres sean lectores habituales. Si conseguimos
que les guste leer por el simple placer de participar de las aventuras
o desventuras de un personaje, por el hecho de conocer otras vidas o por
sentir lo que otro siente, habremos formado auténticos lectores.
Con esta idea, comencé con mis alumnos el pasado curso, la creación de
una biblioteca de aula en la que cabían todo tipo de textos: desde los
cuentos de pasta dura y “sin letra”que aportaron los padres, a revistas,
periódicos, cuentos, colecciones, textos publicitarios, atlas, diccionarios,
varios tomos de una enciclopedia de animales, ... etc.
Ayudar al niño a ser lector es ayudarle a descubrir lo que le gusta,
lo que quiere. Es importante por tanto hacerles una propuesta variada
ya que si le interesa el tema se esforzará por comprender el texto referido
a las imágenes que está viendo, ya que éstas juegan un papel muy importante
en infantil.
Así nuestra biblioteca, la hemos ido ampliando y cambiando
los libros según los intereses de los proyectos tratados. Ellos han aportado
fotocopias de textos que sus papás han sacado por Internet sobre los dinosaurios
o los peces cuando trabajamos sobre ello, y también revistas de motos,
o de deportes según fuera el tema. Otras veces han traído sus libros de
cuentos favoritos que su mamá o su papá les lee antes de dormir para compartirlo
con sus amigos de clase. Incluso en ocasiones han permitido a su mejor
amigo o amiga llevárselo para que lo leyera en su casa más despacio.
También hemos ido con frecuencia a la biblioteca del centro a buscar
la información necesaria para trabajar sobre algún tema en cuestión por
no tener en clase ningún texto que se refiriera al espacio o a los hombres
prehistóricos. O también por el simple gusto de leer cuentos de susto
o de fantasmas.
La biblioteca se ha convertido para ellos en un lugar mágico donde pueden
saciar su curiosidad y comprender el mensaje de un texto, ya que las palabras
aisladas aportan poco.
Este año, explotando este recurso, asistimos invitados por el Ayuntamiento
de la ciudad, a la visita a la Biblioteca Municipal a la que pertenece
nuestro centro.
Durante la semana anterior a la visita, estuvimos trabajando: “la salida
que íbamos a hacer”; hablamos de lo que es una biblioteca municipal, que
no es lo mismo que escolar, ya que era más grande y además podían visitarla
todas las personas que quisieran leer algún libro, cuento, revista...
También trabajamos el itinerario que íbamos a recorrer y para ello, saqué
un plano ampliado de dónde estábamos y a dónde íbamos a ir; en el plano
había otras referencias conocidas por ellos aparte del colegio, como el
campo de fútbol del Tiro Pichón y el cementerio San Rafael. Coloreamos
con rotuladores fluorescentes el recorrido y escribimos el nombre de las
calles por las que íbamos a ir andando con las mamás y papás o abuelos
y abuelas que quisieran acompañarnos. Estuvieron muy motivados y comentaban
que en esas calles algunos tenían familia: titos, primos, abuelos...
Al recorrer ese día lunes 11 de Noviembre las calles citadas, fueron
muchos los que me dijeron dónde vivían o dónde compraba su madre el pan
o la carne, incluso entramos en una tienda de animales a visitar los peces,
pájaros, y otros animales.
Todo esto fue el preámbulo de la visita. Cuando llegamos a la Biblioteca,
empezó la Magia; nos recibió la Sra. María que es la encargada de ese
centro y también nos recibió un duende (dije yo al verle) llamado ZAPATILLA.
El duende era un encanto con una voz de duende increíble y una ropa estilo
Ágata Ruiz de la Prada, del baratillo, preciosa y de vivos colores. Los
niños se quedaron impresionados. Les acompañó con una música infantil
a una zona tranquila de la biblioteca y los hizo sentarse en una alfombra.
Les preguntó mil cosas sobre aquel lugar, como si sabían dónde estaban,
qué se iba a hacer allí y si les gustaría ser socios. Ellos no dejaban
de hacerles preguntas sobre todo lo que veían y se miraban unos a otros
y a mí buscando una complicidad ante aquella situación. Cuando hubo resuelto
todas sus dudas, les contó un cuento: “El pastor mentiroso” en el que
ellos eran ovejitas con la nariz pintada de rosa y que hablaban como ovejas,
comían como ovejas y se movían como ovejas.
Fue de lo más motivador y disfrutamos todos, incluidas las madres y
abuelos que vinieron. Luego pasaron a la zona de lectura de los niños
con sillitas y mesitas adaptadas y de colores diferentes y allí leyeron
cuentos solos o con ella. Cuando terminaron les regaló un marcalibros
para que señalaran por donde iban en la lectura si la tenían que interrumpir
por algún motivo y les pidió que volvieran otro día a leer con sus papás
llevando una foto de carné para hacerlos socios, así Guillermo se podría
llevar a casa ese cuento que le había entusiasmado y José leería con su
padre que es el que más entiende de monstruos, el libro-castillo que había
podido hojear. La sesión terminó regalándoles globos con forma de todo
menos de espadas y pistolas.
A partir de esta experiencia y utilizándola, hemos seguido trabajando
el tema de los cuentos, libros, periódicos y otras fuentes de información
que se encuentran en la biblioteca. Así, el día 12 ( o sea el martes),
sugerí la idea de escribir una carta a María y al duende Zapatilla para
darles las gracias por lo bien que nos lo habíamos pasado, y para decirle
que volveríamos otro día.
La magia de la lectura y la escritura había entrado en mi clase. El duende
que habíamos visto en la Biblioteca, me iba a servir para invitarlos a
entrar en el mundo de la fantasía.
Así que me puse manos a la obra y escribí una carta
para echarla al siguiente lunes al buzón de mi colegio de parte de Zapatilla.
En la carta, Zapatilla, nos contaba que había recibido nuestra carta
de la semana anterior y que a ella también le había gustado mucho aquella
experiencia y conocernos, pues no van demasiados niños a las bibliotecas
a leer, porque no tienen tiempo o no saben dónde están. También nos decía
que fuéramos cuando quisiéramos, bien con papá, mamá... o con la señorita
porque leer es lo más maravilloso que hay y se aprenden muchas cosas leyendo,
y lo mejor de todo es que NUNCA TE ABURRES CUANDO LEES.
Ella, siempre está en los libros, se pasa de uno a otro según lo que
le interesa leer: cuentos de aventuras, relatos, palabras nuevas, noticias
del mundo... porque como los duendes tienen magia se pueden hacer pequeñitos
y meterse en cualquier parte. Así que si íbamos un día de nuevo, y no
la veíamos, que no nos preocupáramos porque ella estaba allí, en cualquier
libro que cogiéramos.
Junto a la carta nos enviaba un paquete que al abrirlo dejó a los niños
boquiabiertos: 25 globos largos con su inflador y 5 hadas pequeñitas,
como ella, que tenían una cuerda preciosa para colgárselas.
Debo introducir aquí una pequeña anécdota: los mellizos de mi clase Christian
y Adrián que son de los mayores (el nueve de Febrero cumplieron seis años),
no se habían creído lo del duende y afirmaban que los duendes no existían.
El día que llegó el paquete y saqué la carta de agradecimiento y los globos,
escuché que uno le decía al otro: “Tú, que esto es verdad, porque a ti
se te pinchó el globo nada más salir de allí”.
También nos decía que los duendecillos eran para todos los niños pero
que ella nos dejaría en el buzón del colegio los nombres de los cinco
niños mejores de cada día y la señorita se los prestaría a esos niños
para que se los llevaran a casa y durmieran con ellos esa noche; pero
Zapatilla aclaraba una cosa: esos collares tenían la virtud de que el
niño o niña que se lo llevara a casa tendría el don de escribir una
historia maravillosa capaz de hacer reír a los niños que pudieran estar
tristes. Al día siguiente leeríamos la historia en clase y volvería
a salir el duende Zapatilla a la casa de otros cinco niños. Así iríamos
formando entre todos el libro de la risa del duende Zapatilla. Empezamos
así a trabajar el valor de la alegría de compartir y de estar juntos y
de ponernos en la piel de otro que por algún motivo estuviera triste o
enfadado, porque nos gustó la idea de que no hubiera niños tristes.
El martes día 19 leímos las cinco primeras historias y así sucesivamente
y entre todos hicimos el libro de Zapatilla.
Cuando el libro estuvo hecho le hicimos una fotocopia y se la enviamos
a María y al duende Zapatilla para que se quedara en la biblioteca Municipal
y así si iba algún día un niño triste por algo y el duende Zapatilla lo
veía, seguro que le decía al oído dónde estaba nuestro libro de la risa
y se pondría contento al leerlo. Nos citamos por teléfono con la bibliotecaria
para ir otro día a visitar la biblioteca.
No os podéis ni imaginar la satisfacción de los niños/niñas afortunados
en llevarse el duende a casa, ni la cara de expectación al abrir a diario
el buzón del colegio para ver quién era el niño o niña que se llevaba
a Zapatilla.
En esta experiencia, han colaborado el cartero, el conserje y hasta señores
vendedores o padres desconocidos que han hecho de carteros para acercarnos
a clase las cartas o los paquetes postales que recibíamos.
Al final, también me eligió a mí Zapatilla y también esa noche escribí
un cuento mágico de Zapatilla que metiéndose en un cuento de duendes conoce
a otro duende llamado Zapatillo, que es muy zalamero y zarandillo: y...
¿Qué es eso?, preguntaron todos. Zapatilla, nos decía en mi cuento, que
cuando hay palabras que no entendemos, existe un libro llamado diccionario
que las tiene todas y así podemos buscarlas y entender su significado.
Nos fuimos a la biblioteca del centro y cogimos uno de los diccionarios
(el más gordo, porque según ellos en ése habría más palabras que en los
otros) y lo pusimos en la biblioteca de la clase. Leímos el significado:
cariñoso y travieso.
- Seño, ¡ya sé¡, que gasta bromas, pero que no son pesadas, ¿verdad?.
Zapatilla se enamora de él por sus cualidades: es cariñoso, alegre, simpático,
le gusta leer como a ella, es inteligente y conoce un montón de significados
de palabras.
De esta manera, comenzamos una aventura nueva en clase; ahora empezaríamos
a escribir un nuevo libro entre todos: “Las travesuras de Zapatillo”.
El libro contendría bromas graciosas, extravío de algún juguete o cambio
de lugar de alguna cosa de clase, explosión de un globo al inflarlo, sustitución
de una cosa por otra, que se vaya la luz de repente...etc.
Hemos hecho el libro de Zapatillo y lo hemos fotocopiado y enviado a
la biblioteca después de encuadernarlo. El original lo hemos puesto en
nuestra biblioteca y lo cogen con frecuencia al igual que el de los cuentos
de Zapatilla.
Pasados algunos días que dedicamos a esta nueva historia, recibimos en
clase un paquete postal que estaba envuelto en papel brillante de colores.
En la envoltura ponía los nombres de todos y cada uno de los niños y el
de la profesora, así como las señas del colegio, calle, número y la indicación
de que era para nuestra clase.
Fue una locura total, tengo una niña, Isabel, que no podía esperar ni
a quitar el envoltorio, botaba en su sillita deseando saber lo que contenía
aquel paquete.
Dentro del mismo, había un montón de cosas: veinticinco cartas, con el
nombre del niño o niña en el sobre, y una caja que tenía un letrero: la
caja de los secretos. Bueno aquello estaba ya en un punto, que ese día
no salimos ni al recreo.
Todos los niños iban leyendo el nombre del sobre que yo sacaba y entregaba,
así hasta el que era para mí. Al abrirlo comprobaron que tenía un mensaje
escrito en mayúsculas y que contenía su nombre; no todos lo sabían leer
completo, aunque estaban ciertos de que era para ellos porque el nombre
propio lo identifican y escriben perfectamente, pero además traía un globo
largo para convertirlo en varita mágica y dos caramelos blanditos. Literalmente,
se volvieron locos.
En el mensaje que iba dirigido a cada uno de ellos, les daba las gracias
personalmente por los cuentos escritos aunque a algunos le hubieran ayudado
en casa. Todos les habían parecido muy bonitos tanto a Zapatilla como
a su novio.
En mi carta decía que gracias por los dos libros y que a Zapatillo, le
habían gustado tanto que quería que estos niños y niñas escritores,
escribieran cualidades de sus amigos.
Buscamos en el diccionario cualidades, y después de entender el significado
de esa palabra, seguimos leyendo la carta que iba dirigida a mí. Para
eso nos mandaba la caja de los secretos, porque, como a él le gustan tanto
las bromas, cada día iba a guardar dentro de la caja el nombre de un niño
o niña que el quisiera. El encargado de clase al día siguiente, lo sacaría,
y leería su nombre y sin decir nada a nadie, observaría a ese niño o
niña durante toda la jornada, para ver en él dos cualidades, que al final
de clase, escribiría en una tarjeta de regalo. Al final de la mañana en
la asamblea se la regalaría, leyéndola en alto para todos.
Así continuamos trabajando con la caja de los secretos cada día, haciendo
tarjetas de regalo para los amigos e intentando ver dos cualidades positivas
en algunos compañeros algo agresivos o inquietos.
Entre tanto, llegó la cita a al Biblioteca del siguiente mes que habíamos
concertado por teléfono.
Unos días antes, me dirigí a la biblioteca yo sola para poner en antecedentes
a la bibliotecaria de lo que quería de ella el día que fuéramos a leer,
pues le habíamos mandado los libros por correo con la única explicación
que los habían escrito los niños para que se quedaran allí. Le conté toda
esta aventura y le di un diccionario envuelto en papel de regalo para
que el día que fuéramos y después de estar allí leyendo cuentos (
puesto que Zapatilla no iba a estar presente ese día), nos diera de su
parte el mencionado libro y un pequeño obsequio para cada uno: un libro
pequeño (de la feria del libro de Málaga), con un puzzle que había comprado
con la asignación por clase que nos dio la asociación de padres.
En clase habíamos preparado la segunda visita con mucha ilusión, incluso
algunos se les ocurrió traer un pequeño obsequio (un collar suyo o una
piruleta grande para regalársela a Zapatilla y Zapatillo). Les expliqué
que no siempre salía de los libros el duende pero que María que trabajaba
allí le daría de nuestra parte lo que quisiéramos.
Tengo
que reconocer que la Bibliotecaria me sorprendió también a mí pues telefoneó
al duende para que se presentara al día siguiente en la biblioteca.
Algunos al llegar se sentaron en las sillitas con el libro que habían
cogido de las estanterías, pero otros se pusieron a buscar por la biblioteca
a Zapatilla. Al ver que no la veían se sentaron a leer. Pasados unos minutos
escucharon...:
-”Laralalara”, pero... ¿Qué hacéis aquí?
Bueno, los niños se levantaron de sus sillitas y se abrazaron a la pierna
de Zapatilla y no había manera de soltarlos. Los padres y madres que me
acompañaban y yo misma nos emocionamos y fue una fiesta sorpresa inenarrable.
Le preguntaban todos a la vez:
- ¿Has leído nuestros cuentos?
- ¿Te ha gustado el mío?
- ¿Dónde está tu novio, por qué no sale?
- Toma, Zapatilla, mi collar favorito
- ¿Nos vas a contar un cuento?
- Mira mamá, ves como es verdad. (La mamá de Laura no pudo
venir la primera vez).
Zapatilla y yo como pudimos los hicimos sentarse en sus sillitas y uno
por uno fueron levantando la mano para hacerles las preguntas que querían.
Después se sentó con ellos a leer y les contó un cuento precioso muy largo
y repetitivo que los dejó boquiabiertos.
Al final de la mañana, les dijo que se iba a leer libros, pero que antes
de marcharse, ella también tenía unos regalitos preciosos para los niños:
les regaló un paquete que contenía un libro con su nombre escrito y un
puzzle de tacos pequeño. La experiencia no tuvo desperdicio.
Volvimos al colegio con nuestros regalos y pasamos lo que quedaba de
mañana leyendo y jugando con el regalo de Zapatilla.
Continuamos con la historia del duende Zapatilla, y terminamos las tarjetas
de los niños con sus cualidades. Ahora, hemos iniciado los niños de mi
clase y yo, una nueva aventura, se trata de lo siguiente:
El lunes día 27 de Enero, recibimos una carta y un giro postal de Zapatilla,
(justo cuando habíamos acabado de “jugar” a la caja de los secretos).
En esta carta nos decía que había disfrutado mucho viendo a los niños
y niñas de la clase pensando cualidades positivas de sus amigos y amigas;
además, las tarjetas de colores que habíamos regalado a los demás, habían
quedado muy bonitas, pero sobre todo valoraba el esfuerzo por leer el
nombre del niño secreto y por escribir solito las actitudes que tenían
los compañeros.
(Para introducir un tema nuevo, he aprovechado la iniciativa de nuestro
Centro de Profesores que nos ha ofrecido libros de cuentos, aventuras,
y poesía, para que sean leídos en clase y por nosotros, dando nuestra
opinión al respecto y la opinión de los alumnos que puedan leerlos, pasando
de este modo a engrosar la biblioteca del centro)
Nos contaba que leyendo en la Biblioteca, se había metido en un libro
que había llegado nuevo, porque ella es muy curiosa. Se trataba de un
libro que en la portada decía: POESÏAS, y como no sabía bien lo que eran
POESÍAS, lo buscó en el diccionario que Zapatillo le recomendó.
Después de leer el significado: (“Arte de componer obras en verso”.
“Encanto o cualidad que eleva el sentimiento o la imaginación produciendo
una emoción a la vez estética o afectiva”. “Expresión usando versos para
manifestar lo bello por medio del lenguaje”), Zapatilla quedó un poco
desconcertada; no entendía bien de lo que trataba aquel libro, así que
se lo preguntó a Zapatillo. Éste le comentó que él había leído algunos
libros de poesía y que se trataba en resumidas cuentas de decir cosas
bonitas y que a la vez esas expresiones rimaran o sea, que los finales
fueran parecidos. Le puso un ejemplo:
Mi novia Zapatilla es tan alegre y curiosa
Que se mete a leer en muchos libros
Y así aprende muchas cosas.
Zapatilla lo entendió y se puso rápidamente a leer el libro de poesías.
Lo leyó “del tirón”, sin descansar, y cuando lo hubo terminado, le escribió
una poesía a Zapatillo:
Mi novio Zapatillo es tan guapo y tan listo
Que todos los libros de la Biblioteca
Ya se los tiene vistos.
Nos preguntaba si lo habíamos entendido y si nos gustaría leer libros
de poesía.
Nos enviaba también algunos libros de la Biblioteca sobre Poesía.
A ella, que le habían entusiasmado estos nuevos libros, le dio por escribir
poesías y nos regalaba una poesía a cada uno de nosotros y nos mandaba
las letras iniciales de nuestro nombre en cartulinas de colores con lanas
y agujas para que las bordáramos, y formáramos un libro nuevo.
Luego venía en el paquete de los libros, una libreta con veinticinco
hojas de colores diferentes para que el niño que quisiera escribiera poesías
sobre lo que más le gustara.
Y por supuesto nos recordaba que seguía en la Biblioteca leyendo y esperando
que fuéramos a visitarla otro día llevándole el libro de poesías que hubiéramos
escrito.
Así y mandándonos un besito se despedía de nosotros el duende.
Yo les fui dando las poesías a cada uno de los niños. Algunos las leyeron
solitos; otros pidieron ayuda, pero todos sintieron una gran alegría de
tener una poesía dedicada y una letra de colores con la aguja para bordar.
Escribo a continuación algunas poesías:
FATIMA ES UNA NIÑA
MUY LISTA Y MUY PRECIOSA
A LA QUE LE ENCANTA DIBUJAR
Y CONTAR SIEMPRE MUCHAS COSAS.
LOS DIBUJOS DE COLORES
QUE LAURA HACE EN UN PAPEL
SON DE ESTRELLAS, DE PRINCESAS,
DE MUÑECAS Y DE UN PEZ.
MARI CARMEN ES UNA ESTRELLITA
QUE AL COLE VIENE CONTENTA
COME POCO, JUEGA MUCHO,
Y SIEMPRE TIENE CHICLES DE MENTA.
GUILLERMO SABE YA LEER CUENTOS PRECIOSOS
DE DINOSAURIOS, PIRATAS Y DE OSOS.
ES MUY LISTO Y TRABAJADOR
SE RÍE MUCHO Y JUEGA UN MONTÓN.
Hemos formado un libro de cartulinas de colores en el que hemos pegado
la poesía de cada uno (fotocopia) y también la letra que vamos bordando.
Con este tipo de actividad hemos logrado en la clase un interés por la
lectura y la escritura que inunda cualquier otra cosa que hacemos; la
ilusión que ponen en escribir “a su manera” o en leer o en bordar para
llevar los libros hechos por nosotros a la biblioteca, los hace valorar
la importancia de las cosas hechas por ellos y hechas entre todos.
Las salidas a la biblioteca, como actividad didáctica, ha implicado a
los niños y a sus familias que son partícipes de cada carta o giro postal
que recibimos, porque son los niños los que cuentan en casa lo que ha
pasado en clase, desarrollando así la comprensión y el lenguaje verbal.
Los padres cómplices de esta aventura, participan acudiendo a clase a
leerles cuentos, poesías... o a acompañarnos a la biblioteca.
También parece que se han implicado más en la lectura y le dedican un
tiempo en casa a la lectura de cuentos o de alguna noticia en revistas
o periódicos.
Lo que no cabe duda es que a través de un duende, un hada, o cualquier
otra cosa, la imaginación del niño adquiere nuevas dimensiones. Damos
rienda suelta a su creatividad y ese potencial que tenemos en nuestras
manos para inculcar no sólo conceptos, sino valores no lo podemos desperdiciar.
Así a través de esta actividad
- Hemos hecho entrar al niño en el lenguaje de lo escrito
- Hemos hecho entrar lo escrito en la clase
- Hemos iniciado al niño en la producción de textos
- Facilitando la expresión de los conocimientos previos del niño sobre
la lecto-escritura.
- Proponiendo actividades y facilitando situaciones donde
el niño puede avanzar.
- Facilitando al niño el uso de todo el código alfabético (empleando
en principio la letra mayúscula).
- Usando tanto para leer como para escribir textos significativos
- Incluyendo el mundo afectivo en la tarea y en la convivencia cotidiana
- Creando un ambiente festivo y de alegría en el que cada uno
se encuentre cómodo.
“EL HADA MARILO”
Esta actividad, surgió en clase un buen día escribiendo la
“h”, minúscula y “H” mayúscula. Empezamos a componer palabras y frases:
hada, higo... el humo de la chimenea.... Hasta aquí como siempre.
Yo adoro el desarrollo del lenguaje verbal y durante la asamblea desmenuzamos
las palabras, aprendemos su significado...etc.; en ese momento y ante
la palabra “hada”, dice José Carlos en plan enteraillo: - ¡Bah¡, las hadas
no existen... eso sólo pasa en los cuentos....
A mí se me partió el corazón al oír a un niño de cinco años que ya no
cree en las hadas, el ratón Pérez o en los Reyes Magos. ¡No hay derecho!,
Y aunque hay que ser realistas, hay un tiempo para cada cosa y la imaginación
debe desarrollarse; y el tiempo para ello es sin lugar a dudas la infancia.
La infancia es tiempo de hadas, de ratones, de magia, de príncipes y princesas,
de brujas y de dragones... si no ¿Cuándo será el tiempo para hablar y
creer en ellos?
Yo me puse muy seria y le dije: - ¿Qué no existen las hadas?. Será que
tú no las has visto, pero yo sí. Escucha:
Anoche mismo cuando fui a poner una lavadora en mi patio, vi una.
Se quedaron todos atónitos. - ¿De verdad seño?.
Si, era preciosa, con un pelo largo, rubio y un vestido lila y llevaba
un gran collar de perlas (ellos saben que me encantan los collares).
- ¿Qué te dijo?
- Pues me preguntó por vosotros, me dijo que erais muy buenos y que
algunas veces os veía mientras que dormíais. También me dijo que si quería
convertirme en hada algunas noches para ir a veros y yo le dije que sí,
que por supuesto.
Y allí empezó mi odisea; cada día en la asamblea ellos me preguntaban
si había salido por la noche; el ritual se repetía: salgo al patio, veo
una luz, el hada saca los polvos mágicos y me presta la varita mágica
para que pueda volar; con ella yo vuelo y viajo a las casas de los niños
por la noche.
Una noche vi a Marina con chupete, otra vi a José Carlos con todo revuelto
en su habitación, otra vi el cuarto de Pepe con su edredón azul..., les
cuento si tienen ositos, muñecas, jardín, perros o conejos que a fin de
cuentas son las cosas que ellos mismos me contaban o que sus madres me
decían en la puerta al traerlos o recogerlos.
Convencidos de que esto era así, los niños y niñas de mi clase,
empezaron a darme todo tipo de detalles de sus casas, para que me orientara
por la noche.
Esta historia se convirtió en fuente de conversación y todos
los días dedicábamos un rato en la asamblea para hablar del hada Mariló
a instancias de los niños y niñas.
Una mañana, se me ocurre contarles que la noche anterior no
pude visitarles porque cuando iba camino de la casa de una niña, una sombra
malévola me salió al paso y me lo impidió.
- ¡Qué es malévola?- preguntan
- Mala – contesto.
Y pienso que esto es un filón para trabajar vocabulario sobre este tema,
ya que a los niños y niñas les encantan los cuentos de miedo.
Es una forma especial de tratar el tema del miedo en clase, para combatirlo,
reírnos de él, poderle ganar la partida y agudizar el ingenio de los niños
en la lucha contra el mal.
Aprendimos así muchos vocablos nuevos: malvada, terrorífica,
espectacularmente mala, de susto, de poner los pelos de punta... Sin
embargo su palabra favorita es malévola. Todos la utilizan en sus composiciones.
Tras contarles
mi visión, ellos debían inventar una historia de miedo pero con un final
feliz.
Todas las historias que recogimos fueron muy creativas y originales,
las contaban en la asamblea y mientras yo las transcribía literalmente
con sus palabras. Mostraban a los demás los dibujos del hada luchando
con la sombra malévola que aparecía en sus historias. Las sombras, terroríficas
todas ellas, eran en general distintas en forma, color... pero todas ellas
tenían algunos puntos en común, todas ellas eran feas, volaban, estaban
pintadas con colores oscuros, sus ojos eran rojos y de su boca, también
de color rojo salía sangre.
Para
los niños y niñas, la experiencia de poder contar su historia fue algo
maravilloso. Descubrí que les encantaba causar miedo a sus compañeros
y compañeras y ser los protagonistas de estas “sus” historias, en las
que casi todos echaron mano de la varita mágica del hada para destruir
a la sombra. También hubo casos en que fui yo la que sufría: seis o siete
sombras me comen literalmente, aunque luego la varita o los alumnos me
ayudan. Tengo el caso de una niña que en su dibujo no quiere que salga
de la sombra por la cantidad de “trabajo” que la hago hacer.
El objetivo inicial que yo me había planteado es desbordado y superado
por toda la creatividad y diversión de la experiencia. Los niños y niñas
pierden el miedo porque lo combaten y se sienten protagonistas. Inventan
sus historias, con principio, nudo y desenlace (como los clásicos), algunos
con cuatro o cinco frases enjaretadas con bastante sentido, otros llenan
medio folio con una narración orientada y otros, casi un folio con gran
cantidad de detalles.
Juegan con el lenguaje de forma amena y divertida y componen frases creativas
que entrelazan entre sí para que tengan sentido. Estructuran su pensamiento
para escuchar y atender primero, crear y componer después y por último,
contar en voz alta en la asamblea.
Lo más importante es que se sienten felices mientras lo hacen
y más todavía, cuando lo comparten con sus compañeros y compañeras. Se
sienten protagonistas de sus historias y también creadores, pues pueden
cambiar el nudo o el principio de la historia o bien incorporar personajes
nuevos a su antojo.
Tras esta actividad, decido continuar con la historia del hada
con otra ocurrencia. Mientras hablamos en la asamblea de los paseos nocturnos
y de la visita a los sueños de los niños, explico al grupo que el hada
reina, me encontró una noche entre unos árboles cuando iba a visitar a
Álvaro, porque su mamá había tenido un accidente. El hada reina me dijo
que le gustaba mucho cómo hacía mi trabajo y que por eso me quería recompensar
y podía pedirle un deseo. Ellos intentaban averiguar qué le había pedido
y por más cosas que me decían, no acertaban. Dándose por vencidos me pidieron
que les dijera cuál era mi deseo.
- Le he pedido, dije, que os conceda un deseo a todos y cada uno de
vosotros.
Al oírme se quedaron sorprendidos y empezaron a enumerar juegos, tazos,
bicis.... pero mi intención era trabajar, a la vez que el lenguaje oral,
la educación en valores y para el consumo. Así que les dije:
- El hada reina os concederá un deseo a cada uno, pero éste debe reunir
dos condiciones: que sea “gratis”, es decir que no cueste dinero y que
sea “para el bien”.
De pronto se hizo el silencio. Algunos empezaron a decir
cosas, pero todas costaban dinero y por lo tanto no servían. Tuve que
darles varios plazos para pensar y hablar en varias ocasiones con el hada
reina, porque todo lo que me pedían se podía comprar con dinero y no valía.
Para facilitarles las cosas y para implicar a las familias, les propuse
que pidieran ayuda en casa. Así, tenían que saber transmitir a sus familiares,
las condiciones que el hada había establecido además de saber expresar
toda la historia del hada, visitas incluidas.
Desi, trae tres o cuatro marcas de muñecas, y Toñi, toda clase de juguetes
y pegatinas que como vienen de regalo en los paquetes de patatas, ella
supuso que eran “gratis”. Aquello no parecía tener ni principio ni fin,
nadie acertaba a decir cosas gratis y que fueran para el bien. Hasta que
un buen día Fran llega al colegio con un deseo bueno y gratis aunque le
ha ayudado su mamá. Me lo susurra al oído para que los demás no lo copien:
“Que mi familia esté buena y no se ponga enferma”.
- Este sí vale, Fran le digo. Es un deseo muy bueno.
Aunque su madre le ha ayudado el proceso ha dado su fruto. Ha sabido
transmitir toda la historia del hada, del deseo, de las condiciones, y
ha sabido rechazar todos los otros deseos que no valían, y luego lo ha
aportado a la clase.
De todas formas, tuve que ampliar el plazo en dos ocasiones más porque
costaba trabajo encontrar cosas gratis, incluso a las familias. José Luis
es el segundo en traer un deseo: “Quiero poder ayudar a los demás”. Yo
me sorprendí y le pregunté quién le había ayudado a encontrar ese deseo.
El se sonríe y me dice: ¡ mi mamá y mi papá!.
¡Qué proceso más completo, pensé!. Sus padres le han hecho ver la importancia
y la grandeza de ser útil a los demás. Aquello superaba mi objetivo.
- ¡Tengo otro también gratis, seño, pero no me lo ha dicho nadie!.
Un beso.
- ¡Estupendo, creo que el hada no tendrá inconveniente en concederte
los dos!.
Más tarde vino Desi para que le transmita a la reina de las hadas que
ella quiere tener magia. Cuando vio la expresión de mi cara, saltó enseguida
muy seria: “Seño, eso es gratis”. Ya lo sé le dije, pero no sé si te lo
concederá, no puedes pedir cosas que valgan dinero con tu magia.
- “Seño, dice mi madre, que no hay nada en el mundo que no cueste dinero”.
“Que todo vale algo”, dice Álvaro.
- ”Que todos seamos felices”, eso no vale nada y es para el bien ¿verdad?,
me comenta José Carlos al oído.
En la misma línea está el deseo de Sara: “ser feliz”. Estrella quiera
volar, y Adela soñar con Blancanieves. Pablo pide un libro de magia, pero
le explico que no sé si se lo concederá. Cada mañana me pregunta al oído
si se lo he dicho al hada, hasta que al final le respondo que sí, que
lo tendrá pero sólo si lo usa para hacer el bien y no para conseguir cosas.
Jesús pide “ser alto, guapo y buen estudiante”. Como es muy tímido, le
digo ¿Todo eso deseas?. - ...Es mi madre quien me lo ha dicho... y bueno...
¡yo también!.
Cristina, quiere un beso de su madre. Pero, ya te los da, le digo yo.
–Me da algunos, pero no siempre, y yo quiero que me bese siempre-. Me
deja helada, tan tímida y con problemas de logopedia y ¡de afecto!.
Marina quiere ser un buen enchufador, por más que insisto, no logro adivinar
en qué consiste ese deseo. Y quiere también otro: ¡Un beso de tu cara,
seño...!
Mientras Álvaro continúa buscando su deseo. “Seño, yo ya estoy harto.
Todo lo que busco vale dinero, hasta los tazos de las patatas...Yo insisto:
“Piensa, Álvaro, piensa”. Hasta que por fin un día que lo vi haciendo
un dibujo con mucho esmero, para participar en un concurso y ganar el
premio de pintura, me acerco a él y le digo: “¿Te gustaría ser un buen
pintor?”. Claro, que sí, me contestó. “Pues pídeselo al hada”.
Durante esta experiencia, cuando los niños y niñas de mi clase, venían
al colegio por la mañana, se preguntaban en la fila: “¿Has pensado ya
en algo?”. Estaban inmersos en el tema, haciéndoles pensar que además
de las cosas materiales (juguetes, tazos...), hay otras cosas que no valen
dinero pero que son igualmente importantes: salud, cariño, entrega...arte..etc.
Al manifestar sus deseos, todos y todas aprenden conceptos y valores
fundamentales y prestan atención sin que nadie les tenga que motivar,
puede más el tema de conversación y se palpa por el interés que demuestran.
Lo maravilloso de todo esto no es el fin, ni el resultado precioso de un
dibujito o de un cuento. No, lo verdaderamente importante es EL PROCESO.
CONCLUSIONES
El proceso ha tenido “enganchados” a los niños, tanto en una como en
otra experiencia, hasta el final; no ha decaído su interés en ningún momento,
y han aprendido tanto en una como en otra experiencia, un montón de cosas
y no sólo conocimientos (que también), si no como hemos dicho a crecer,
a valorar a... ser seres pensantes... y contribuir a esto es verdaderamente
lo más importante de todo.