En primer lugar, deciros que es un gran honor que se hayan dirigido a mí para dar esta presentación a tantos educadores de México, América Central, Centro América y España. Hubiera deseado estar con vosotros hoy. Muchas personas de mi pueblo natal, Sonoma, County, provienen del Estado de Michoacán y me encantaría saber más acerca de su país. Pero por culpa de un calendario de trabajo muy apretado, me he visto obligado a daros esta presentación, gracias al milagro de la tecnología, desde un centro de videoconferencia en San Francisco. Espero que el material que recibís de esta presentación os sea de ayuda en vuestra enseñanza.
Me gustaría empezar esta conferencia con una historia acerca de un profesor que iba camino de un país lejano en el que había sido nombrado para enseñar en una escuela. Viajaba a pie y empezaba a sentirse bastante fatigado por el viaje, cuando de repente se cruza un río muy ancho en su camino. No había ningún puente en vista y el maestro de la escuela necesitaba cruzar el río para llegar a su destino. El profesor encontró a alguien que vivía en la vecindad y que tenía un barco, y por una módica tarifa aceptó llevarle al otro lado de la orilla. Este profesor era un académico muy erudito, y llevaba consigo sus posesiones en dos bultos de equipaje. Un bulto era minúsculo, que contenía únicamente sus posesiones personales, como su cepillo de dientes, su seda dental y ese tipo de pertenencias. El otro bulto –que era enorme– contenía una cantidad formidable de libros. Y lo primero que hizo el profesor al subirse a la barca fue sacar de su enorme bulto el libro más pesado y grueso que tenía, y empezar a leer. Habían cruzado un tercio del río, cuando el profesor sacó la cabeza del libro que estaba leyendo y vio que aún les quedaba un buen trecho por navegar; miró su reloj para luego girarse hacia el barquero diciendo: «¿Querido socio, me podría decir cuando cree que llegaremos al otro lado de la orilla?». El barquero hasta entonces no había dicho nada. Tenía la personalidad de un marinero de aguas saladas, acostumbrado al mar picado, y con unos ojos penetrantes se giró a su vez y dijo: «Ni tengo idea». Esto escandalizó al profesor, que preguntó al barquero: «Querido señor, ¿nunca estudió gramática?». El barquero negó con la cabeza y gruño: «¡No!». El profesor respondió: «¡¡En ese caso, ha echado a perder la mitad de su vida!!». El barquero no respondió a esta acusación. En cambio, volvió a su trabajo, que consistía en llevar el barco a la otra orilla. Así pues, habían cruzado la mitad del río cuando de repente se levanto una tormenta. La lluvia caía con fuerza y las olas golpeaban la barca donde el nivel de agua empezaba a subir peligrosamente. Cuando las cosas parecían no poder ir peor, el barquero preguntó al profesor: «¿Sabes nadar?». «¡No!», contestó el atemorizado profesor. «En ese caso», dijo el barquero, «¡vas a echar a perder tu vida entera, porque vamos para bajo!».
Y en ese momento crítico, en medio del río, toda la inteligencia del profesor, que era mucha siempre y cuando se encontrara en un ámbito de la escuela tradicional, no le era de ningún uso. De la misma manera que la supuesta falta de inteligencia del barquero, que podría ser un grave inconveniente para él si se encontrara en un ámbito de la escuela tradicional, fue sin consecuencias, ya que el barquero tenía otros conocimientos, otra forma de pensar, otra manera de ser inteligente, que les permitirían a él y al profesor salvarse al cabo del día. Y la razón por la que os cuento esta historia es porque tiene una cierta parábola con la educación de nuestros tiempos. Tenemos estudiantes en nuestras aulas que son como cada uno de los personajes de la historia. Tenemos estudiantes con la inteligencia del profesor. Estos son estudiantes que alzan las manos con la respuesta más articulada a las preguntas de los profesores. Estos son los estudiantes que sacan mejores notas y las evaluaciones más altas en los exámenes. Pero tenemos también en nuestras aulas estudiantes que tienen la inteligencia del barquero, una inteligencia que no siempre es visible en una clase
tradicional, pero que sacada de ese contexto y llevada a la vida real, pueden literalmente salvar una vida algún día. Y tenemos también en las aulas a estudiantes con la inteligencia del músico, la inteligencia del arquitecto, la inteligencia de un atleta, la inteligencia de un artista, la inteligencia de un artesano y la de muchos más. Pienso que si viajáramos a través del mundo y observáramos, todas las distintas maneras que tienen las personas de expresar sus habilidades, no sería exagerado concluir que hay más de cientos, miles de inteligencias. Pero hace veinte años que el Dr. Howard Gardner, ahora profesor de educación en la Universidad de Harvard de los Estados Unidos, cogió todas estas formas de sabidurías. Distingue siete tipos básicos de inteligencias (ha añadido un octavo recientemente), y creó la Teoría de Múltiples Inteligencias. De esta manera, puso en entredicho la visión occidental que la «inteligencia» es una noción singular que se pueda medir con una prueba de cociente de inteligencia. La teoría del Dr. Gardner ofrece a los educadores un modelo más complejo, rico y conforme a la realidad de cómo los estudiantes piensan y aprenden.
Déjenme resumir brevemente las ocho inteligencias en la teoría de Dr. Gardner. En primer lugar esta la inteligencia lingüística. Esta es la inteligencia del habla y de la palabra escrita, la inteligencia de los poetas, novelistas, cuenta cuentos, oradores, lectores y otros papeles donde el sonido, la estructura, el significado y los usos de la palabra son claves. En los Estados Unidos, los estudiantes que son excelentes lectores, escritores e interlocutores se encuentran entre los mejores capacitados para hacer unos estudios brillantes, aprobar sus exámenes y a desempeñar los puestos de mayor reputación y prestigio en sus respectivas sociedades.
La segunda inteligencia es la inteligencia lógico-matemática, la inteligencia de los números y del razonamiento. Esta es la inteligencia usada ante todo por un programador de ordenadores, contable, matemático especializado y científicos. Esta es también la inteligencia que más valoran los educadores norteamericanos. Estimamos a aquellos estudiantes que razonan bien, piensan lógicamente, expertos en tecnologías y que tengan las habilidades de crear nuevas hipótesis, llevar a cabo experimentos y conclusiones que beneficien la causa científica.
La tercera inteligencia es la inteligencia espacial. Esta es la inteligencia de las pinturas y de las imágenes, la inteligencia del artista, del diseñador, del arquitecto, caricaturistas y cineastas, entre otros. En los Estados Unidos, en la enseñanza tradicional no le damos mucha importancia a esta inteligencia. A menudo colocamos la educación artística en la periferia de la enseñanza –y es la primaria materia que suprimimos ante adversidades presupuestarias–. Pero hay muchos estudiantes que demuestran muchas aptitudes en estas materias –niños y niñas con una imaginación visual maravillosa, excelentes habilidades en dibujo y gran sensitividad artística–, y sin embargo no se desenvuelven bien en las aulas norteamericanas porque se prioriza la enseñanza a través de números y palabras, y se invierte pocos esfuerzos en la enseñanza a través de fotos e imágenes. Me he interesado por este grupo de estudiantes en particular porque a muchos de ellos se les etiquetan de «estudiantes discapacitados» o «disléxicos» –en otras palabras, se les clasifican por sus deficiencias en las dos primeras inteligencias (lingüísticas y lógica-matemática), en vez de clasificarlos por las materias en las que destacan (inteligencia espacial)–. Y considero esto injusto porque no se toman en cuenta los talentos que tienen y, por consecuencia, no desarrollan en su justa medida dichos talentos.
La cuarta inteligencia es la inteligencia físico-cenestésica. El Dr. Gardner la describe como una inteligencia que implica dos áreas de habilidades: La inteligencia del cuerpo entero (como en el atletismo, la danza, la pantomima y teatro), y la
inteligencia de las manos (como artesanía, escultura y trabajos manuales que requieren cierta dexteridad etc.). Esta es otra inteligencia que no es suficientemente reconocida en las aulas norteamericanas. Programas educativos físicos ocupan solo una pequeña parte de la actividad diaria en la mayor parte de las escuelas en los Estados Unidos. La enseñanza académica (con la cabeza) es considerada superior al entrenamiento vocacional (con las manos). Muchos estudiantes que aprenden mejor construyendo cosas, moviéndose, actuando en obras, etc., tienen que estar sentados en sus pupitres durante largas horas lo cual no les conviene (a través de clases y cuadernos de ejercicios). Como consecuencia, tenemos una epidemia de «Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad» (TDAH) en los Estados Unidos, y un aumento en la prescripción de medicamentos psicoactivos como Ritalin. He sido un ferviente adversario al concepto de la TDAH, en parte, porque pienso que muchos de estos estudiantes tendrían estudios exitosos si tuvieran la posibilidad de desarrollar sus talentos en ámbitos más propicios a ellos, como la actividad física, prácticas y estimulaciones cenestésicas.
La quinta inteligencia es la inteligencia musical, que implica habilidades como cantar bien, tener un buen sentido del ritmo, apreciar la buena música, tocar un instrumento musical y tener la sensibilidad de sonidos no-verbales presentes en la vida cotidiana, desde las gotas que caen sobre los tejados al sonido de las máquinas en las factorías. Esta es inteligencia que tampoco recibe mucho apoyo en las aulas de los Estados Unidos. Y, sin embargo, hay muchos estudiantes que aprenderían mucho más si la música estuviera incorporada al programa educativo, si la historia se enseñara a través de las músicas de los diferentes tiempos, si se explorara la relación entre la música y las matemáticas y si se prestara más atención a las calidades musicales de la poesía y otra literatura.
La sexta inteligencia es la inteligencia interpersonal. Esta es la inteligencia que se atribuye a las personas que son capaces de trabajar bien con otros individuos, comprender al próximo, trabajar eficientemente en grupos, saber lo que piensan los demás y entenderlos, mediar en disputas y aportar buenos consejos a otros. Esta inteligencia es muy importante en la vida ya que mucho de lo que requiere el mundo laboral, y también el ámbito familiar, es la cooperación y una comunicación efectiva entre personas. En las aulas, muchos estudiantes aprenden mejor si son capaces de explicar y aprender los unos de los otros –es decir, discutir el contenido de una lección entre los estudiantes, hacer preguntas, y recibir respuestas–. Estos estudiantes a menudo tienen una mayor facilidad de aprender trabajando en grupos que sentados solos e intentar resolver un problema.
La otra cara de la moneda de esta inteligencia es la séptima inteligencia: La inteligencia intrapersonal. Esta es la inteligencia que nos permite saber quiénes somos como individuos, lo que nos permite saber lo que se nos da bien y lo que se nos da menos bien en la vida, saber vivir nuestras propias experiencias y aprender de ellas. El Dr. Gardner hace énfasis sobre esta última inteligencia, diciendo que es quizá la más importante de todas (aunque esto quizá refleja, en cierta medida, el hecho de que el Dr. Gardner proviene de una cultura, la norteamericana, que da tanta importancia a la individualidad y por lo tanto no es del todo objetiva). Sugiere que una persona puede ser muy verbal, logístico, artístico, musical, atlético y social, pero que si no sabe quién es en sí no sabe lo que es capaz de hacer y por lo tanto tendrá muchos más problemas en obtener éxito en la vida.
El Dr. Gardner empezó hace cuatro años a hablar de una octava inteligencia: La inteligencia naturalista. Esta inteligencia refleja la habilidad de discernir y clasificar
objetos del mundo natural, incluidos animales, flores, formaciones de nubes y otros fenómenos. Tareas que utilizan esta inteligencia incluyen a los cazadores (sin duda alguna, una de las tareas más antiguas de la humanidad), guía de montañas, botánicos, biólogos marino, veterinarios y guardias forestales.
Ahora que hemos resumido las ocho variantes de la inteligencia en la Teoría de Múltiples Inteligencias, me gustaría enseñaros cómo se puede aplicar directamente este modelo a la educación en las aulas. Para poder hacer esto me gustaría que, durante un breve período de tiempo, se pusieran en la piel de sus estudiantes, para experimentar desde su punto de vista lo que vamos a ver a continuación. Me gustaría enseñaros un concepto que espero no conozcan ya (o que quizá se os haya olvidado). Se trata de una de las primeras leyes científicas expresada matemáticamente, llevadas a cabo en el mundo occidental. A medida que avancemos a través de las ocho estrategias, me gustaría que presten atención y vean como cada estrategia lleva a una mejor comprensión del concepto.
Esta es una forma lingüística de presentar la Ley de Boyle: «Para una masa y temperatura fija de gas, la presión es proporcionalmente invertida al volumen». ¿Cuánto habéis entendido de la Ley de Boyle hasta este punto?
He aquí ahora una forma lógico-matemática de presentar la misma ley: «P x V = K», donde P = presión, V = Volumen y K= una constante (incluidos en la constante está la fija masa y temperatura). Si P = 2 atmósferas y la constante es 8, entonces el volumen seria 4 cm³, o 2 atm x 4 cm³. Si cambiamos la presión variable a 4 atmósferas, el volumen seria 2 cm³, o 4 atm x 2 cm³ = 8. ¿Y ahora, cómo veis de claro el concepto?
Utilicemos una estrategia de inteligencia espacial. Me gustaría que se imaginen con una pelotita de goma y que empiezan a estrujarla fuerte. Según vais apretando, la presión dentro de la pelotita de goma empieza a elevarse. Dejan de apretar y la presión disminuye. Vuelven a apretar fuerte y la presión sube de nuevo. Tenemos aquí una relación inversa entre la presión y el volumen explicado en términos espaciales. ¿Van entendiendo mejor la Ley de Boyle?
Ahora usemos una estrategia físico-cenestésica. Me gustaría que pusieran aire en sus bocas hasta llenarla a medias (dejando vuestros mofletes medio hinchados). Eso representara una cámara de gas. No traguéis el aire ni lo soltéis, porque la Ley de Boyle dice que tiene que haber una masa fija de gas. Poned ese gas a un lado de la boca. Ahora ese gas está en un volumen menor, y la presión aumenta. Soltad ahora el gas de nuevo a los dos lados de la boca. El volumen ha subido y la presión ha bajado. ¡Esa es la Ley de Boyle experimentada en nuestros propios cuerpos!
Para una estrategia musical, he aquí una pequeña canción que contiene el esencial de las características de la Ley de Boyle:
Cuando el volumen sube
La presión baja
La sangre empieza a hervir
«¡Necesito más espacio
O voy a reventar!»
El volumen sube
Y la presión vuelve a bajar.
Para una estrategia interpersonal, voy a necesitar a siete u ocho voluntarios para que me ayuden al frente de la clase. Los voluntarios van a ser moléculas de gas en una cámara de aire. La Ley de Boyle dice que hay una masa fija de gas, así que no pueden salirse de la cámara de aire. Esta ley también dice que hay una temperatura fija de gas, que es la moción de moléculas J. Así pues, me gustaría que cada uno de vosotros empiece a moverse al azar dentro del espacio que hemos creado, rellenando todo el volumen. Ahora vamos a disminuir el volumen disponible pero van a seguir moviéndose a la misma velocidad (manteniendo la temperatura fija). Noten que la «presión» (densidad de la gente) empieza a aumentar. Ahora vamos a incrementar el volumen, y mirad cómo la «presión» baja. Esa es una versión interpersonal de la Ley de Boyle (también utiliza la inteligencia físico-cenestésica y la inteligencia espacial –a menudo las mejores estrategias envuelven varias inteligencias al mismo tiempo–).
Desarrollando estrategias intrapersonales, los educadores quieren conectar lo que estén enseñando a las emociones y memorias personales de sus estudiantes. A veces hago esto con una estrategia que empieza de esta forma: «Piensen en un momento de vuestras vidas en las que…» Y sigo la frase con lo que sea apropiado o relevante al tema que estemos estudiando. Puesto que estamos hablando aquí de la Ley de Boyle y de la presión y del volumen, me gustaría me pensasen en un momento de vuestras vidas donde estuvieron bajo mucho estrés (me refiero por supuesto a una presión psicológicas). Ahora levanten la mano si sintieron durante este tiempo de mucha presión, mucha «espacio psicológico» (por espacio psicológico me refiero a una mayor sensación de libertad, más sentimientos de bienestar, etc.). Bajo mucha presión, a menudo sentimos muy poco espacio psicológico. Ahora piensen por un segundo en un momento en que estuvieron bajo muy poca presión psicológica. Sintieron probablemente mucho más espacio psicológico durante esos momentos de poca presión. Por lo tanto, mucha presión equivale a poco espacio. Poco espacio, a mucha presión. Esa es la versión psicológica o (intrapersonal) de la Ley de Boyle.
Finalmente, para la versión naturalista me gustaría que pensaran en la práctica del buceo. ¡Hace unos años me fui a bucear al Gran Recife Corralero de Australia y de camino al mar el instructor nos enseñó la Ley de Boyle! Nos dijo que nunca deberíamos bajar a las profundidades, inhalar una gran cantidad de oxígeno a través de nuestras bombonas de aire, mantenerlo, y subir hasta la superficie del agua. Es una de las peores cosas que se puedan hacer en el buceo. Imagínenlo en términos de esta ley. Una persona baja profundamente (donde la presión del agua es alta), e inhala una gran cantidad de aire por las bombonas, lo cual incrementa el volumen en nuestros pulmones. Luego sube a la superficie, y mientras va subiendo, la presión del agua disminuye. Recuerden que la Ley de Boyle dice que si la presión disminuye, el volumen sube. Pero esta persona ya ha incrementado el volumen en sus pulmones al máximo.
¡Así pues, qué le sucederá! ¡Pues que va a reventar! Es decir, que las burbujas de aire viajaran de los pulmones al canal sanguíneo y si alcanzan el corazón o el cerebro podría tener fatales consecuencias. La Ley de Boyle es por lo tanto un conocimiento muy importante para la sobre vivencia en el ámbito marino.
He conectado la Ley de Boyle a palabras, números, imágenes, sensaciones físicas, musicales o rítmicas, a una experiencia interpersonal, una experiencia personal y a una experiencia en el mundo naturalista. Si volvemos ahora a la expresión verbal o matemática, tenemos un mejor entendimiento que al dar únicamente la definición o la formula. Mucha gente piensa que es inapropiado incluir actividades que incluyen múltiples inteligencias en las aulas porque roban tiempo valioso que se podría utilizar para preparar los estudiantes para importantes exámenes. Sin embargo, las demostraciones que he llevado a cabo sugieren que los estudiantes están mejor preparados cuando se utilizan métodos que desarrollan todos los tipos de inteligencias,
o cuantas más posibles, para asegurarse de un buen entendimiento de la lección. Utilizando únicamente formulas y definiciones, los estudiantes no entenderán debidamente la lección. Y es solo a través de actividades que desarrollen las múltiples inteligencias que los estudiantes podrán comprender las lecciones lingüísticas y lógico-matemáticas de los exámenes.
Me gustaría compartir con vosotros un método conceptual que utilizo para planear estrategias y lecciones sobre cualquier tema. Lo llamo el Multiple Intelligences Lesson-Plan Mind-Map o MI Lesson-Plan Mind-Map para abreviar (Mapa-Mente del Plan de Lecciones para Múltiples Inteligencias).
[Vean los documentos distribuidos que incluyen el MI Lesson-Plan Mind-Map con preguntas]
Para utilizar el MI Lesson-Plan Mind-Map, simplemente pongan un objetivo didáctico en el centro del diagrama (como, por ejemplo, «os estudiantes serán capaces de resolver problemas adicionales de dos dígitos»), y luego hagan las preguntas que se sitúan en la periferia para generar estrategias didácticas para alcanzar el objetivo. Hagamos un ejemplo con un objetivo de nivel primario de matemáticas:
[Vean las hojas distribuidas que incluyen MI Lesson-Plan Mind-Map para multiplicaciones]
He aquí una breve descripción de las estrategias:
Lingüística: Suelo contar una historia para mejor ilustrar el principio de los múltiples:
Los hermanos Lo Mismo
Hubo una vez un hombre llamado Vez Más que vivía solo en el bosque. Un día caminando solo escuchó en la lejanía una voz pidiendo auxilio. Se apresuro al lugar de donde provenía la voz y se encontró ante un profundo agujero en la tierra. Viendo un hombre atrapado al fondo, le lanzó una cuerda que llevaba consigo y le aupó a salvo. El hombre lloró de alegría y dijo: «¡Gracias! ¡Gracias! Soy el buen mago de estos
lugares. Un brujo malvado, conocedor de que no tenía ninguna magia para salir de agujeros profundos, me tendió esta trampa para osos. Para agradecerte tu ayuda te contare tu futuro. Te casaras y tendrás tres hijos. Llama a tus hijos Justo, Doble y Triple. Aprende a “Justo” la siguiente rima: ‘Lo veo y lo quiero y será Justo lo Mismo’ y cualquier cosa que vea será suyo. Aprende a “Doble” la siguiente rima: ‘Lo veo y lo quiero y será Doble lo Mismo’ y cualquier cosa que vea será doblemente suyo. Aprende a “Triple” la siguiente rima: ‘Lo veo y lo quiero y será Triple lo Mismo’ y cualquier cosa que vea será triplemente suyo». Y por supuesto el hombre sí se casó y tuvo tres hijos como vaticinó el mago y cuando se hicieron mayores les enseño las rimas mágicas.
Después de contar el cuento, les pregunto a los alumnos preguntas como: «¿Qué hubiera pasado si Doble lo Mismo hubiera visto dos monedas de oro? (Obtendría cuatro monedas de oro.) ¿Qué hubiera pasado si Triple lo Mismo hubiera visto cuatro diamantes? (Tendría doce diamantes.) Esta actividad en sí puede involucrar todos los diferentes tipos de inteligencias si el cuento es actuado, dibujado, cantado o dramatizado de otras maneras.
Lógica-Matemática:
Para esta estrategia colocaría un cuadrado mágico donde un número del eje vertical y un número del eje horizontal son multiplicados y dan un número que se encuentra en uno de los centros cuadrados. Una vez que los niños entienden este concepto, les damos un cuadrado mágico con los números que solo han sido parcialmente rellenados para que rellenen los demás números que falten, según la «regla lógica» que se requiere (por ejemplo multiplicando un número del eje vertical con uno del eje horizontal).
Espacial:
Para esta estrategia colocaría un número en línea en un círculo y la juntaría mediante líneas rectas cada tercer, cuarto o quinto número alcanzando 30, 40 o 50 respectivamente. De esta forma los estudiantes verán los múltiples de forma visual, como una estrella de diez puntos (para los tres), una línea (para los cincos) o una estrella de cinco puntos (para los cuatros etc.)
Física-cenestésica:
Para esta estrategia los niños podrían contar todos juntos hasta 30, y levantarse cada tercer número, para experimentar los múltiples en movimientos de sus cuerpos.
Musical:
Los estudiantes cuentan hasta 30 y dan una palmada cada tres números, escuchando así el ritmo de los terceros (o de cada cuatro números, hasta 40, etc.). Luego se podría combinar grupos (por ejemplo la mitad de la clase dando una palmada cada tercer número y la otra mitad cada cuarto número; y viendo luego los múltiples comunes, donde la clase daría una palmada).
Naturalista:
Los estudiantes observan plantas en la naturaleza que tengan múltiples pétalos u hojas. Más adelante utilizaran esta información para decidir cuántos pétalos hay en cinco flores de seis pétalos (56 pétalos).
Interpersonal:
Los alumnos podrían formar los círculos descritos en la estrategia espacial para formar grupos cooperativos. Poner a diez estudiantes en un círculo, cada uno con un número sobre una hoja de papel colgados alrededor del cuello. Entonces se pasan una pelota de lana alrededor del círculo y cada alumno con un múltiple de tres sujeta el hilo de lana, antes de seguir pasando la pelota. Una vez dada la vuelta del círculo la pelota de lana habrá creado una estrella de diez puntos.
Intrapersonal:
Los estudiantes pueden descubrir los múltiples, a través de estructuradas exploraciones de las relaciones con las matemáticas manipuladoras (por ejemplo reglas Cuisenaire u otras reglas de colores de colores similares y de distintos tamaños).
Esto es tan solo una ilustración de cómo generar diferentes estrategias tratando las ocho inteligencias utilizando el MI Lesson Plan Mind-Map (estas estrategias no tienen nada de especial, simplemente son las que he utilizado yo en el pasado y de las que me sirvo ahora como ejemplos). ¡Pero sobre todo no estoy sugiriendo en absoluto que enseñen en sus clases siempre de las ocho distintas formas! Más bien estoy sugiriendo a los profesores que exploren las distintas maneras de enseñar una materia a través de las ocho inteligencias. Utilizando el MI Lesson Plan Mind-Map sugiero que los profesores se unan para formar un equipo y seleccionar juntos unos objetivos, formar un torbellino de ideas para cada una de las estrategias posibles (en una lluvia de ideas cada idea esta incluida en el Mapa-Mente, para así crear una gran variedad de estrategias de las que poder elegir). Por lo tanto, tras una sesión de más o menos unos 30 minutos fomentando ideas, es posible llegar a unas 20-25 estrategias de las que podrán elegir los profesores para según que objetivos didácticos tengan en mente. Podrán elegir de esta colección de estrategias que mejor se adapten a las cualidades de los estudiantes (o para un determinado grupo de estudiantes que necesiten una forma distinta de enfocar el aprendizaje en clase). Este Mapa-Mente obliga a los profesores,
o por lo menos de considerar, como una lección podría ser enseñada a través de las ocho distintas formas de inteligencias. Cada clase particular será distinta por la forma de combinar las diferentes inteligencias. A veces el método más propicio será la enseñanza lingüística tradicional o la lógica-matemática. Pero el objetivo de todo esto es que los profesores osen explorar algunas de las inteligencias que a veces desatendemos (la espacial, la física-cenestésica o la musical por ejemplo), y ver cómo se podrían utilizar para llegar a los estudiantes de nuevas formas.
Me gustaría concluir con una metáfora musical para poner el acento sobre lo que he dicho hasta ahora. Imaginen que tengo ante mí un carillón con diferentes notas de la escala musical. Si el estudiante entra en la clase donde un profesor solo enseña de una única forma, entonces será algo como: ¡bong!, (tecla fa). El alumno pensará lo siguiente: «¡Vale, esto es interesante!». ¡Pero al día siguiente el alumno entra en la
misma clase y el profesor sigue enseñando de la misma manera! Y será algo como: ¡bong!, (tecla fa). El estudiante se preguntara: «¿No he oído esto en algún lugar antes?». El estudiante entra al tercer día a la misma clase y ve al profesor enseñando todavía de la misma manera. Y es algo como: ¡bong!, (misma tecla fa). Y el alumno se dice: «Vaya, esto se está haciendo cada vez mas aburrido». Me gustaría que imaginaran al estudiante entrando cada día a clase (¡Bong! ¡Bong! ¡Bong! Siempre la misma tecla fa), semanas tras semanas (Bong! ¡Bong! ¡Bong!, siempre la misma tecla Fa), meses tras meses (¡Bong! ¡Bong! ¡Bong!, siempre la misma tecla fa) e incluso años tras años (bong!, bong!, bong!, siempre la misma tecla fa), ¡y eso es todo lo que reciben! ¡Seguramente se dan cuenta de lo aburrido, y hasta doloroso que le resulta esto para los alumnos! Y sin embargo, si los profesores supieran que existen ocho formas distintas de inteligencia (¡Bing! ¡Bong! ¡Boom! ¡Bim! ¡Bam! Las teclas do, re, mi, fa, sol, la, si, do, etc.), que hay ocho formas distintas de hacerse escuchar y entender por los estudiantes, ¡en ese caso no habría fin a la hermosa música que todos juntos podrán tocar! ¡Muchísimas gracias!