Se ha hablado mucho de
la llegada de un hermano menor como la primera crisis de celos y considerado
ésta como una peligrosa catástrofe para el mayor. En realidad
esta crisis no cobra las dimensiones de catástrofe, sino cuando
los padres cometen una serie de equivocaciones, entre las que podemos
encontrar la de alejar al niño o niña o privarlo de ciertas
ventajas a causa del bebé.
Para hacer frente a los problemas
materiales que supone la llegada del bebé se puede caer en el error
de aprovechar estas circunstancias para mandar al niño o niña
a casa de los abuelos, para mandarle al centro escolar, para privarlo
de su habitación, etc. Medidas éstas que el niño
o niña no alcanza comprender y contra las que se siente impotente.
Percibe esto como un abuso y experimenta cierta hostilidad hacia el recién
nacido, haciéndole culpable de todos su males.
Estos errores que podemos cometer
hacen que el niño o niña se sienta rechazado y movido a
creer que ya no lo quieren. Esta inquietud es mucho más fuerte
en los niños y niñas que tienen un carácter introvertido.
Esta inquietud puede traducirse por una tendencia desesperada por recobrar
el cariño de los padres. Y más a menudo se traduce en una
regresión a una fase más infantil. El niño o niña
vuelve a chuparse el dedo, a hacerse pis en la cama, no querer comer ni
vestirse solo, para que su madre le ayude como si fuera un bebé,
y todo por la idea que tienen ellos de que a los bebés se les quiere
más.
En ningún caso debemos
burlarnos ni ridiculizarlos por sus comportamientos en estos momentos,
sería cruel por nuestra parte y absurdo. La angustia, la hostilidad
y la incomprensión que siente el niño o niña en este
momento son muy dolorosas para él y lo que necesita en este momento
es sentirse querido y seguro.
Los celos no son exclusivos y
las manifestaciones de hostilidad pueden darse la mano con un auténtico
afecto. No habrá pues que extrañarse que los gestos y sentimientos
alternen en una contradicción que no es más que aparente.
Algunas veces expresa oralmente signos de rivalidad hacia el bebé
(podéis tirarlo, mejor que lo deis....), pero estas expresiones
no deben preocuparnos excesivamente, por una parte para él no tiene
el mismo significado que para los adultos, y por otra parte se presentan
como una descarga emotiva verbal más que un deseo de llevarlos
a cabo. Conviene coger estas declaraciones del niño o niña
sin reprenderlo violentamente, ya que lo único que conseguirá
es aumentar su angustia.
Por este motivo los padres conscientes
de este peligro deben preparar al niño o niña para la llegada
del nuevo hermanito. El mejor medio es asociar a éste en los preparativos
del nacimiento y a los cuidados del bebé, al mismo tiempo se le
puede preparar presentándole la llegada del bebé como una
promoción social de éste a ser " hermano mayor".
Será estupendo confiarle
pequeñas responsabilidades en cuanto al aseo, comida o la vigilancia
de éste, que le implicarán personalmente en la educación
del bebé. Si la madre va a seguir un programa de educación
prenatal es aconsejable que haga partícipe al niño o niña
de este programa , haciendo que el niño o niña le hable
al futuro bebé mientras acaricia suavemente el vientre de la madre
o cualquier otro tipo de ejercicio aconsejable dentro del programa que
esté realizando la madre. También pueden hablar con él
sobre las ventajas e inconvenientes de la presencia del bebé, destacando
por supuesto las ventajas, pero sin eludir los evidentes sinsabores.
Con estas simples precauciones,
los celos no tomarán un carácter angustioso para el niño
o niña y fácilmente podrá superar este período.
Estas reacciones son ligeras y
poco duraderas en la mayor parte de los niños y niñas. Los
que no experimentan estos celos son los niños y niñas menores
de 18 meses, ya que no son lo suficiente conscientes todavía. Los
que mejor lo superan son los niños y niñas mayores de 5
años y los que peor lo pasan son los comprendidos en edades entre
los 2 y los 5 años, ya que tenemos que tener en cuenta que en este
período, aún no ha superado el complejo de Edipo, siendo
ésta una edad difícil para el equilibrio afectivo. Siempre
se ha dicho que el espacio ideal entre dos hijos es entre dos años
y medio y tres, esto es comprensible desde el punto de vista material
en el sentido de que el niño o niña comienza a ser más
autónomo y valerse por si mismo, pero desde el punto de vista afectivo,
es necesario que los padres tomen las medidas oportunas para evitar el
conflicto de los celos hacia el bebé.
Una buena comprensión
por parte de los padres de los sentimientos que está experimentando
el niño o niña, ayudará mejor que ningún consejo
a encontrar la solución adecuada y oportuna.