La organización del tiempo en el Proyecto Curricular
Un aspecto importante del ambiente
de aprendizaje lo constituye, y que en ocasiones no luce tan aparente,
es la organización del tiempo, como se programa el día.
Este es un aspecto no muy fácil de considerar, pues el mismo puede
ser concebido de muy diversas maneras, en dependencia de como se enfoca
en el proyecto curricular específico, la importancia relativa que
se le da a cada uno de los intervalos que se seleccionan, la flexibilidad
o rigidez con que cada espacio de tiempo es valorado, entre otros muchos
factores.
El proyecto curricular va a establecer
estos intervalos de organización del tiempo, en la medida en que
cada uno de sus componentes es puesto en práctica, concediéndole
un diferente valor en dependencia de la posición asumida, tanto
respecto a los fundamentos teóricos del currículo como a
su aplicación en la práctica pedagógica. Desde este
punto de vista la organización del tiempo puede ser anual, semestral,
mensual, semanal, o cualquier otro intervalo seleccionado.
Realmente, a los fines de la concepción
del proyecto curricular, ha de existir un tiempo correspondiente a todo
el curso escolar, y que, por lo tanto, puede ser denominado como organización
del tiempo anual, y que se refiere al período más amplio
en que el currículo se estructura, y en este sentido no van a existir
discrepancias entre los distintos modelos curriculares, pues todos, por
lo general, conciben su currículo organizado en estos lapsos.
Tampoco parece existir discusión
en como organizar el proyecto curricular del día, es decir, como
se concreta cada período diario, para dar cumplimiento en sí
mismo a los fundamentos y principios educativos que lo caracterizan.
Por ello es que, hemos de considerar
para su análisis la organización del tiempo anual, y la
correspondiente al día, pues los otros intervalos susceptibles
de organizarse, van a responder, en mayor o menor medida, al tipo de currículo
seleccionado, e incluso a factores que son hasta cierto punto independientes
del mismo, como son las directivas de la política educacional,
las reglamentaciones institucionales, las indicaciones generales de trabajo,
que obligan a considerar otros intervalos, de acuerdo con estas disposiciones
y directivas. Un ejemplo de esto, se corresponde con los períodos
evaluativos del proyecto curricular, que van a variar, a veces radicalmente,
entre unas comunidades educativas y otras.
De acuerdo con esto, se habrán
de analizar dos ciclos o períodos fundamentales, el correspondiente
a la organización del tiempo anual del proyecto curricular, y su
organización diaria.
A) La organización anual del
proyecto curricular.
Esta organización comprende
a todos los agentes que intervienen en la aplicación del currículo,
y la estructuración de los componentes del mismo durante todo el
año. En realidad esta organización anual se concibe en subintervalos,
en dependencia del eslabón fundamental del proyecto curricular
en cada momento del ciclo anual. La amplitud de estos subciclos va a estar
determinada por las propias características del modelo curricular
general, y las particulares o específicas del centro infantil,
en el caso en que el modelo posibilite al centro esta toma de decisiones.
El trabajo anual del proyecto curricular
se concibe entonces estructurado en tres subciclos básicos: el
correspondiente a su organización, el período de realización
del mismo, y un subciclo final de evaluación.
El subciclo o período de
organización se refiere al intervalo en el cual se realizan
las acciones preparatorias para la puesta en práctica del currículo,
y que puede incluir las primeras actividades iniciales del curso escolar.
Esta etapa de organización implica un sin fin de acciones anteriores
a la puesta en marcha del proyecto curricular, para sentar las bases de
su aplicación exitosa, y que van desde la preparación técnica
del personal y agentes que han de intervenir en el proyecto curricular
- generalmente hecha con suficiente tiempo de antelación - hasta
ya acciones en la propia práctica pedagógica inicial del
curso. Una de estas acciones básicas iniciales se corresponde con
la realización del diagnóstico, o evaluación inicial
de todos los agentes y componentes del currículo: los niños,
el personal docente, los recursos con los que se cuenta, etc.
Como existen innumerables tareas a
realizar en un período de tiempo relativamente breve, se hace necesario
considerar uno de los principios importantes de la dirección científica
del trabajo, que es la determinación del eslabón fundamental
del trabajo educativo en cada momento de ese período. Por lo general,
el tiempo inicial de organización no suele exceder de uno, o a
lo sumo dos meses, considerando el tiempo anterior a la aplicación
inicial del proyecto curricular. En realidad este tiempo inicial es muy
variable, y va a depender también de factores objetivos y subjetivos,
como son el nivel de preparación y desarrollo técnico de
los educadores que han de aplicar el proyecto, las particularidades del
grupo de niños y niñas, y de cada uno de ellos en específico
(lo que ha de ser establecido por el diagnóstico inicial), las
condiciones y especificidad de la organización general de la comunidad
educativa, entre otros factores.
Para que el proyecto curricular sea
efectivo, es en este período donde se hace necesario realizar una
serie de acciones que el propio proyecto en sí mismo ha de contemplar,
entre esas están:
La recolección previa de información
en relación con los niños y las niñas, sus familias,
sus condiciones habituales de vida y educación, la dinámica
e interrelación anterior (si existe) con respecto al centro infantil.
Valoración de la comunidad y el medio social
en que viven los niños y sus familias, y establecer sus posibilidades
y limitaciones.
Realizar el diagnóstico de los niños
y niñas para poder concebir el proyecto educativo sobre bases
más reales.
Hacer el diagnóstico de los objetivos y
contenidos que se habrán de trabajar en un inicio, con vista
a sumas adecuada planificación.
Organizar el ambiente físico y sentar las
condiciones previas para que exista un ambiente humano favorable que
facilite el trabajo educativo a realizar.
Estructurar una planificación flexible de
la organización diaria, que pueda ser sometida a variaciones
si al inicio de su aplicación muestra dificultades.
Organizar las interrelaciones de trabajo del personal
docente que interviene en el grupo de niños, y su relación
con las interrelaciones de los demás grupos que componen el centro.
Componer el horario docente y general de actividades
en cada grupo, y a la interrelación que ha de existir entre ellos.
Preparar los materiales y recursos que se han de
utilizar en la aplicación del proyecto curricular, y su vinculación
con los objetivos y contenidos.
Planificar y realizar las primeras reuniones con
el personal, los padres y la comunidad, para garantizar la participación
activa de los mismos, como agentes que son del proyecto curricular.
Registrar toda la información previa y la
que se vaya acopiando para posibilitar los análisis periódicos
de la evaluación sistemática del proyecto curricular.
Hacer el plan de trabajo anual del proyecto curricular,
planificando sus períodos y acciones, y las alternativas que
puedan derivarse de dichos análisis.
La fase de organización del
proyecto curricular sienta las bases para su apropiada realización,
y permite realizar su adecuada planificación, lo cual ha de considerarse
en la unidad siguiente.
El subciclo o período de
realización del proyecto curricular concreta en la práctica
pedagógica cotidiana los presupuestos y proposiciones que se han
planificado para el curso escolar, y donde las acciones fundamentales
se centran en aplicar y desarrollar los objetivos que se han derivado
de los más generales establecidos por el currículo general.
Esta etapa dura siempre varios meses, y la misma está en relación
directa con el calendario escolar de cada comunidad educativa.
Se compone de numerosas acciones,
entre las cuales están:
Realizar el proceso educativo de acuerdo con la
planificación establecida, haciendo su evaluación sistemática,
y los ajustes que se consideren pertinentes.
Evaluar el trabajo diario y en intervalos propuestos,
reorganizando el proyecto curricular si se considera necesario y sin
que se provoquen efectos negativos en los niños y las niñas.
Hacer acciones dirigidas al cumplimiento de los
objetivos planificados para el grupo y para cada niño y niña
en particular, en los aspectos más relevantes de sus logros y
en los menos significativos, de modo de garantizar un desarrollo armónico
y homogéneo.
Reestructurar, cada vez que se considere necesario
el ambiente físico, para mantener la estimulación y la
novedad en el proceso de aprendizaje.
Hacer las evaluaciones planificadas al desarrollo
de los niños y niñas, para modificar el proyecto curricular
de encontrarse dificultades.
Trabajar de conjunto con los padres de familia
y la comunidad, en las tareas planificadas con estos agentes, así
como en tareas eventuales que puedan surgir por necesidades del trabajo
educativo.
Registrar la información multivariada que
se recoge, con el fin de poder establecer conclusiones y regularidades
del proyecto curricular, que requieran ser consolidadas o transformadas.
La organización anual del proyecto
curricular concluye con su subciclo o período de terminación,
que suele durar en la mayoría de los sistemas educativos alrededor
de un mes.
Este período se caracteriza
por el análisis profundo de las acciones planificadas para ese
curso escolar, por lo que suele existir un gran volumen de información
acumulada, y que ha de servir a los propósitos de la evaluación
final del proyecto curricular. Implica igualmente un sumun grande de tareas,
y en los que la comunidad educativa ha de llegar a conclusiones que han
de servir para la etapa de organización del siguiente curso. Entre
estas tareas están:
Organizar las actividades finales del año
escolar, tanto con los niños como las referentes a los agentes
educativos que han intervenido en el proceso educativo.
Establecer conclusiones respecto a la operatividad
del proyecto curricular, y de su función en la consecución
de los logros del desarrollo de los niños y las niñas.
Compartir con la comunidad los resultados de la
evaluación del proyecto, y recoger sus criterios y valoraciones
para las modificaciones pertinentes.
Analizar cada uno de los factores y elementos del
proyecto curricular, y señalar las necesidades y proposiciones
que de este análisis se derivan.
Constrastar objetivos generales y logros del desarrollo
con todas las acciones que se han realizado en el proyecto, definiendo
su desenvolvimiento particular en cada área del desarrollo y
en su conjunto.
Registrar toda la información pertinente,
elaborar conclusiones y comunicaciones finales, y señalar perspectivas
generales para el siguiente curso.
La organización anual del tiempo
del proyecto curricular del centro permite en suma comprobar la certitud
de su planificación y de su concepción como instrumento
para alcanzar los logros del desarrollo de los niños y las niñas,
y sobre el análisis de sus datos plantear las modificaciones necesarias,
tomando a la evaluación final como criterio definitorio general.
.
B) La organización diaria del
proyecto curricular.
La organización del tiempo
diario del proyecto curricular del centro infantil constituye el elemento
cotidiano para concretar los fundamentos y principios básicos que
se han concebido a más largo plazo, e implica definir y establecer
la secuencia de los componentes del currículo en período
breves. En esta organización del tiempo, a los fines del proyecto
curricular, hay que partir, en primer término, del horario de vida
de los niños, que es el que impone en definitiva como ha de planearse
todas las actividades diarias, entendiendo por horario o régimen
de vida del niño la distribución racional del tiempo para
la satisfacción de sus necesidades básicas: alimentación,
sueño y vigilia.
El horario de vida constituye la base
de la organización cotidiana del proyecto, y en el que se incorpora
el horario docente. La distribución del personal docente se hace
también sobre su base, de modo tal que las interrelaciones de trabajo
entre educadoras y auxiliares pedagógicas son reguladas por la
satisfacción de las necesidades básicas de los niños
y niñas en primer lugar, y en segundo por las acciones a realizar
para dar cumplimiento a la planificación diaria del proyecto. Un
error común en la organización del tiempo en el día
del proyecto consiste en adecuar la vida del niño y la niña
a los requerimientos de la distribución del personal y actividades,
lo cual necesariamente trae consecuencias negativas para su bienestar
emocional y aprendizaje.
El régimen de vida de los niños
marca la pauta de la planificación diaria del tiempo, régimen
que es inviolable en términos amplios, pues debe tener la suficientemente
flexibilidad para, dentro de la organización general de la vida
del grupo, conciliar con las diferencias individuales en cuanto a cada
uno de sus componentes. Si la organización del horario de los niños
y niñas ha sido bien planificada y formado correctamente los hábitos,
la mayoría de ellos asimila su horario correspondiente, y deja
un margen para la atención individual y las situaciones coyunturales
que se presenten.
La distribución del tiempo
en un horario de vida es un marco de referencia que ayuda al niño
y al docente en la tarea que se va a hacer después, o de saber
que tiempo se dispone para realizar una actividad. El horario no ha de
ser un esquema rígido, es así que algunas actividades donde
el niño y la niña se sienten más a gusto, se pueden
alargar, acortar otras si no son interesantes, e incluso incluir algún
elemento nuevo.
El régimen de vida ayuda a
que en los niños y las niñas se forma la noción del
tiempo, por ello es importante que tengan puntos de referencia, y que
no sean simples "objetos" de la acción del personal pedagógico
y anden perdidos en el tiempo. Para ello es conveniente seguir las pautas
siguientes en su organización:
Mantener las partes del horario en el mismo orden.
Recordar en la conversación con los niños
y las niñas las cosas que han realizado durante el día,
las más importantes que se han dado en la semana, entre otras.
Establecer símbolos para cada actividad
o período, así como señales que marquen el final
e inicio de diversas actividades.
Advertir a niños y niñas del tiempo
que les falta para iniciar otro tipo de actividad, de manera que no
se queden sin acabar aquellos que se lo han propuesto.
La organización del tiempo
diario ha recibido muchos nombres, rutina diaria, régimen del día,
jornada de trabajo, horario de actividades, en dependencia de lo usualmente
manejado en la terminología técnica de cada modelo curricular,
y puede estructurarse de muchas maneras, también en dependencia
de sus concepciones. Pero, pueden señalarse aspectos generales
que han de ser tomados en consideración, no importa el enfoque
particular del currículo:
Determinar el horario de vida de cada grupo, en
cuanto a sus componentes fundamentales: sueño, alimentación
y vigilia, que permita su satisfacción adecuada acorde con la
edad de los niños y las niñas. Esta determinación
es básica, pues sobre su análisis se organiza en la vigilia
el horario de actividades pedagógicas y la de los propios procesos
básicos.
Establecer la composición y características
generales del grupo de niños y niñas, en cuanto a su ritmo
de trabajo, nivel de la motivación, estado emocional promedio,
para poder consignar el tiempo apropiado de sus actividades y formas
de trabajo docente con los mismos.
Adecuar los fundamentos teóricos del tiempo
establecidos en el modelo curricular, para que exista congruencia con
lo que se hace en la vida diaria, de modo que no exista divergencia
entre lo que se plantea en el plano teórico y lo que se hace
en la realidad práctica.
Coordinar acciones de la práctica pedagógica
habitual del centro infantil con las que se realizan en el hogar o forman
parte del contexto sociocultural comunitario, para lograr una correspondencia
de la educación familiar y la social.
Concebir la planificación diaria de modo
tal que satisfaga la motivación de los niños y permita
su mejor rendimiento mental, combinando actividades activas y pasivas,
excitantes y tranquilas, motoras y cognoscitivas. En este sentido es
importante conocer las particularidades de la capacidad de rendimiento
mental de los niños y niñas acorde con la edad, y la curva
que la misma sigue durante el día, para situar las actividades
pedagógicas de manera correcta y satisfacer los requisitos de
la higiene escolar en estas edades.
Estas actividades que se incorporan
dentro del régimen de vida del niño pueden ser muy disímiles,
pudiendo clasificarse de acuerdo con diversos factores. M.V. Peralta señala
una clasificación general de estas actividades que es como sigue:
A) Según
la variabilidad de los objetivos y actividades que favorecen.
Regulares,
constantes o de rutina.
Variables o cambiantes.
B) Según
el énfasis en las áreas de desarrollo que favorecen.
Intelectuales
o cognitivas.
Afectivas (socioemocionales).
Psicomotoras.
C) Según
las manifestaciones de la energía que despliegan los niños.
Tranquilas.
Dinámicas.
D) Según
el lugar donde se realizan.
Interiores.
Exteriores.
E) Según
el grado de participación de los niños en la elección
de la actividad.
Libres
o iniciadas por el niño.
Semidirigidas o iniciadas por el educador.
G) Según
la explicitación de objetivos que se realice.
Declaradas.
Emergentes.
Estos criterios de denominación
de las actividades sugeridos por Peralta, también presentan una
gran variabilidad terminológica en los distintos sistemas educativos,
de acuerdo con sus conceptos, tradiciones, enfoques, etc.
Uno de los más significativos
se refiere a las actividades que el niño realiza por su propia
selección e iniciativa, que en algunos lugares las llaman libres,
en otros independientes, en alguno reciben el nombre de indagatorias,
y así. En definitiva, lo importante es que se llamen de una u otra
manera, se entienda cual es su contenido o significación, para
posibilitar la comunicación técnica entre unos y otros proyectos
curriculares.
La distribución diaria del
tiempo ha de crear en los niños una determinada formación
de hábitos, que garantice su estabilidad emocional y forme los
correspondientes estereotipos dinámicos, con lo cual se posibilita
que, a nivel cortical, los eventos del día se den por vías
que son funcionalmente habituales, lo que conlleva estabilidad de la actividad
nerviosa superior, reduce las posibilidades de surgimiento de la fatiga,
y autocontrol del comportamiento.
Esto tampoco puede ser un esquema
rígido, y la organización del tiempo diario debe considerar
la posibilidad de variabilidad ocasional, por la inclusión de nuevas
y novedosas actividades, y la renovación de su organización
interna, cuando la anterior comienza a mostrar signos de dificultades.
En todo caso, el régimen de vida es el más estable, pero
el horario, forma, contenido de las diferentes actividades, puede tener
variaciones de acuerdo con las necesidades.
Igualmente, la posibilidad de introducción
de nuevos contenidos, o de formas de trabajo educativo distintas, pueden
marcar la flexibilidad de esta organización diaria del tiempo,
lo cual también juega con el cambio que va teniendo el grupo infantil
por su evolución en el transcurso de los meses.
La formación de hábitos,
la estabilidad emocional, la organización y optimización
del trabajo con los niños y las niñas, son algunos de los
atributos del horario, lo cual hace que se constituya en un elemento indispensable
en cualquier concepción curricular para el nivel inicial, incluso
para aquellos más liberales.
La elaboración del horario
para el centro infantil en general, y para los grupos de niños
y niñas en particular, ha de responder a los criterios filosóficos,
fisiológicos e higiénicos, así como psicológicos
y pedagógicos que se hayan asumido como fundamentales del sistema
educativo adoptado.
Debe, además, contemplar los
siguientes requisitos:
El mayor y más importante tiempo ha de ser
el de actividad libre e independiente de los niños y las niñas,
bajo la dirección indirecta de los adultos.
Ha de existir tiempo para actividades dirigidas
directamente por el adulto, con el objetivo de sistematizar los contenidos
curriculares.
Igualmente, debe haber tiempo para los diferentes
procesos de satisfacción de necesidades básicas. Alimentación,
sueño y aseo.
Tiempo para el vínculo con la familia y
en actividades conjunta con sus hijos y los demás niños
y niñas.
Han de darse momentos organizativos de inicio,
cambio y fin de actividades y procesos de satisfacción de necesidades
básicas, con un contenido educativo.
El cumplimiento del régimen
de vida constituye el primer paso en la educación de los niños
y las niñas, ya que asegura la estabilidad, tranquilidad y actividad
organizada de su sistema nervioso, lo cual es indispensable para garantizar
el desenvolvimiento adecuado de la labor educacional que se realiza en
el centro infantil.
En los diferentes momentos las educadoras
desempeñan un papel activo y, a su vez, los niños y las
niñas deben participar activamente, ya que ellos constituyen el
centro de este proceso educativo.
La actividad libre e independiente
ha de ocupar gran parte del tiempo del horario del día. Este tipo
de actividad plantea la posibilidad de que los niños y las niñas
seleccionen por sí mismos lo que desean hacer, lo que constituye
una fuente importante para el desarrollo de la independencia y la creatividad.
Es necesario dedicar tiempo al juego,
y crear para ello un ambiente sosegado, además de brindar los más
diversos objetos y juguetes, materiales y espacios, tomando en cuenta
los intereses e iniciativas de los pequeños. El juego ocupa un
lugar importante dentro de la actividad independiente, y constituye un
valioso medio educativo.
El tiempo de cada niño y niña
supone vivir plenamente su propia vida, su mundo de fantasía, sus
procesos mentales, experimentar por sí mismos; es apropiarse de
la experiencia que existe a su alrededor.
De esta manera el horario del día,
y la organización del tiempo diario, va aportando datos para la
evaluación sistemática del proyecto curricular.