Las necesidades físicas del niño en los centros de Educación Infantil
Cuando hablamos de una educación
de calidad, nos estamos refiriendo a un entorno que satisface las necesidades
físicas y psicológicas del niño, que hace que su
sentimiento familiar no decrezca por las experiencias del grupo, que da
la posibilidad a los pequeños de confiar y sentir apego por el
reducido número de adultos que se ocupan de su cuidado y que ofrece
las alternativas necesarias para un aprendizaje espontáneo y agradable,
capaz de fomentar el crecimiento de sus aptitudes de desarrollo. Aunque
las necesidades específicas que aparecen en un proyecto pueden
ser muy diversas, los objetivos con respecto al pequeño deben ser
exhaustivos, es decir, deben comprender un especial interés a su
desarrollo global.
Es imprescindible conocer las características
de estas edades para poder dar a cada niño el trato adecuado a
su ritmo, capacidades y posibilidades de maduración, con el fin
de garantizar las condiciones óptimas de su desarrollo. Así
pues, la acción educativa siempre ha de estar en trono a las características
y necesidades del niño/la niña. dichas necesidades podemos
sintetizarlas en los siguientes apartados:
a) NECESIDADES FíSICAS.-
Para garantizar una maduración correcta, el niño necesita
tener satisfechas sus necesidades primarias: alimentación, sueño
o descanso e higiene, así como las condiciones externas que favorecen
el crecimiento: aire libre, temperatura, iluminación, etc.
b) NECESIDAD DE ESTABILIDAD.-
Las personas, objetos, situaciones, etc., todo lo que rodea al niño,
condiciona su personalidad futura. La confianza en el entorno y la estabilidad
del niño crean en el niño puntos de referencia desde los
cuales podrá empezar a descubrir el medio, a establecer relaciones
y a madurar. Los cambios en las actitudes personales, el ambiente o en
las formas de relación, rompen la armonía y con ello la
seguridad en sí mismo, tan necesaria para un positivo desarrollo
infantil. En definitiva la necesidad de esta necesidad de estabilidad
conlleva la necesidad del niño de una seguridad física y
afectiva.
c) NECESIDAD DE ACTIVIDAD.-
Desde el primer instante de su vida el niño se expresa, se relaciona,
se reconoce y conoce su entorno, sus limitaciones y sus posibilidades.
Es fundamentalmente a través de la acción y el movimiento
como el niño construye su personalidad. La forma de actividad esencial
de un niño sano es el juego. Jugando el niño toma consciencia
de lo real, se implica en la acción, elabora su razonamiento, su
juicio.
d) NECESIDAD DE COMUNICACIóN.-
La comunicación en las primeras edades se establece por medio
de gestos, actitudes, timbre de voz o melodía de la frase, más
que por el significado de las palabras, y en ella puede diferenciarse
dos niveles nivel afectivo y nivel gestual o verbal. El niño expresa
lo que siente, lo que piensa, lo que desea y esta expresión solo
podrá ser recogida en un contexto de relación estable, en
el que el interlocutor adulto sepa interpretar y acoger el mensaje infantil,
en la que sus intervenciones sean precisas, adecuadas e atendiendo en
el momento oportuno a las necesidades del niño.
En este documento hacemos referencia
a un apartado muy importante dentro de los objetivos del centro con respecto
a este desarrollo global del niño como son las necesidades físicas
del niño. El centro debe fomentar los hábitos de higiene,
y bienestar físico. Estos hábitos serán fundamentales
para permitir una evolución personal sana y equilibrada.
ALIMENTACIóN
La buena salud depende de muchos
factores: alimentación, clima, higiene, medio ambiente. De todos
ellos, la alimentación desempeña una función decisiva
para el bienestar general del cuerpo.
Si desde el centro de educación
infantil pretendemos educar para la vida, no olvidamos en ningún
momento que la vida empieza en el propio cuerpo del niño y en su
desarrollo, y que también hay que educarlo para que se alimente
de la forma más equilibrada posible, para que puedan desarrollarse
mejor todas sus actividades cotidianas.
Una educación para la salud
debe pretender que los niños desarrollen hábitos y costumbres
sanos, que los valoren como una de los aspectos básicos de la calidad
de vida y que rechacen las pautas de comportamiento que no conducen a
la adquisición de un bienestar físico y mental.
Se sabe, que es en la infancia
donde se van modelando las conductas que dañan la salud; de ahí
que desde la etapa de educación infantil resulte adecuado y necesario
tratar de potenciar los estilos de vida saludables. Los hábitos
alimenticios deben ser cuidados desde las primeras etapas del crecimiento
por la importancia fisiológica y social que la alimentación
tiene en nuestros días. Así, que debemos proponernos como
objetivos a primera vista, instaurar las siguientes normas alimenticias
en un plazo que sea conveniente:
*Autoalimentación por parte
del niño.
*Hacerle receptivo y acostumbrarle
a nuevos gustos.
*Eliminación del rechazo
a los distintos sabores.
*Hábitos sociales y sosiego
durante las comidas.
*Hábitos sociales y de
limpieza durante la comida
*Regularidad escrupulosa del horario
de comida.
La instauración de estos
hábitos tiene que ser compartida por el centro educativo y la familia,
debiendo existir entre ambos un acuerdo común con objeto de abreviar
el período de aprendizaje y evitar problemas de conductas a este
nivel.
La alimentación además
de satisfacer sus necesidades de nutrición, tal actividad ofrece
al bebé la oportunidad de tener a la educadora enteramente para
él, de hablar y de estar cerca de ella. Para los de más
edad, este momento se convierte en la ocasión de descubrir nuevos
sabores, texturas y colores, de empezar a prender nombres de objetos comunes,
de dominar la difícil tarea de sujetar una cuchara, manipular con
ella en el plato, y de llevar en equilibrio desde éste hasta su
propia boca. Aprender a sujetar el biberón o llegar a dominar la
cuchara o el vaso supone un temprano e importante logro en el esforzado
camino que el niño recorre hacia el dominio de su propio mundo.
Una adecuada conducción de tales intentos de control por parte
de los responsables de su educación sienta la base de las actitudes
generales hacia el ensayo de cosas nuevas, la persistencia de los empeños,
el éxito y el fracaso.
La forma de alimentación
a lo largo del primer año de vida cambia de forma drástica.
Los tranquilos momentos de acercamiento al bebé soñoliento,
cuando se les da el biberón, dejan pronto paso a otros mucho menos
serenos, cuando se le empieza a dar el alimento sólido. Durante
la segunda mitad del primer año, estos momentos se convierten en
situaciones sociales con respecto a otros niños, la ocasión
de hablar y sonreír a los demás, y de compartir la actividad
de alimentación.
La hora de la comida debe planificarse
adecuadamente dentro del proyecto de un centro. Una medida importante
de previsión es la preparación del ambiente, se debe dar
de comer a los niños en un lugar relativamente tranquilo, en especial
a aquellos que se distraen fácilmente con lo que ocurre alrededor.
Si es posible se debe tener en brazos al bebé cuando toma el biberón,
aunque este pueda sostenerlo con sus manos, ya que esta es una ocasión
de especial intimidad entre ellos. Si un niño rechaza algún
tipo de alimento en un momento dado, podemos volver a intentarlo una o
dos semanas después cuando tenga hambre; debemos dejar al niño
la decisión sobre el ritmo al que se ajusta la introducción
de los diferentes alimentos y adaptarse a la forma, lenta o rápida,
que tiene cada uno para comer. Esta tarea forma parte de la atención
individualizada que requiere cada niño.
En los primeros años de
vida del niño o la niña estos pasan por dos etapas fundamentales
y bien diferenciadas, que son la lactancia y la educación alimentaria,
con una etapa intermedia que sirve de puente entre ambas, que es la de
introducción progresiva de alimentos.
Estas fases son las básicas
en su desarrollo inmediato y futuro, tienen gran importancia en la prevención
de posteriores enfermedades y darán la pauta de los hábitos
alimenticios a lo largo de la vida. De aquí la importancia que
hoy día está alcanzando la dietética y nutrición
en edades tempranas.
La fase de alimentación
complementaria podemos centrarla, sin entrar en consideraciones especiales
ni en características individuales de cada niño o niña,
al rededor de los seis meses.
En los niños o niñas
alimentados con la leche de la madre, siempre que sea posible y se confirme
una buena evolución, no será necesario introducir alimentos
complementarios durante los seis primeros meses. A partir de este momento
se valorará el iniciar una alimentación complementaria a
la leche materna.
En los niños y niñas
alimentados con lactancia artificial, la incorporación de alimentos
no lácteos podrá hacerse coincidir con el cambio a una leche
de continuación, hacia los cinco meses. La introducción
de estos nuevos nutrientes debe hacerse de forma lenta y progresiva que
facilite al organismo la adaptación a las nuevas sustancias, permitiendo
comprobar la tolerancia a estos primeros alimentos.
En esta fase de formación
de los hábitos podemos diferenciar una primera etapa, entre el
año y el año y medio, en que la base de la alimentación
sigue siendo la de la anterior fase con ciertas modificaciones y sin triturar
tanto los alimentos, añaden diversos derivados lácteos o
bien preparados de leche como natillas o flanes. Comienza a tomar trocitos
de jamón de York, y en forma creciente para comprobar su tolerancia,
margarina, tostadas, croquetas, sopas de sémola o tapioca, trocitos
de fruta y pescado sin triturar. En resumen, sobre la base de una dieta
semiblanda iremos introduciendo los nuevos alimentos.
La siguiente etapa de la fase
de formación la centramos entre año y medio y dos años.
Empezaremos a ofrecer algunas de las comidas "menos fuertes" que habitualmente
toma la familia, evitando las especias y condimentos y también
de forma progresiva.
Se aconseja un aporte diario de 500-600
ml. que a esta edad puede ser sustituido en parte por derivados tales
como el queso y el yoghurt.
La carne, pescados y huevos, aportan
el resto de las proteínas animales necesarias.
El niño de esta edad (primera
infancia) ya tiene capacidad para ingerir y asimilar cualquier tipo de
carne y vísceras, pero se deberá dar preferencia a las carnes
y pescados magros, para no sobrecargarles de grasas animales. Una o dos
veces a la semana se sustituirá la carne por hígado, debido
a su riqueza en hierro.
El huevo se administrará
entero procurando no pasar de 3 a la semana, y mejor en tortilla o cocido
que no frito.
Los cereales junto con la fruta
serán las principales fuentes de hidratos de carbono y además
contienen proteínas vegetales. Se administrarán diariamente
ya sean secos, con leche o en puré.
Las legumbres y verduras también
se tomarán diariamente.
Las frutas se tomarán frescas
y bien maduras. Al menos dos piezas diarias y preferiblemente más.
Si acostumbramos al niño a tomarla limitaremos la adicción
de sacarosa (dulces) y con ello las caries dentales y otros problemas.
LA HIGIENE
La higiene en los primeros meses
de vida es crucial, ya que el niño aún no ha desarrollado
un buen sistema inmunológico. Hay que cuidar la limpieza, no sólo
de aquello que el niño manipula, sino de todo el entorno. Paredes,
suelo, techos, mobiliarios y material han de ser lavados y desinfectados.
Habrá que tener precaución con el polvo, la humedad y cualquier
foco de virus o bacteria.
De todos es sabido que, al haber
más de un niño en el aula, el riesgo de contagios aumenta.
Con una higiene rigurosa y un máximo de cuidados, esto es evitable.
Los procesos infecciosos repetidos, además de otras consecuencias,
interrumpen la continuidad en la asistencia del niño, teniendo
que someterse a continuos procesos de adaptación.
Conviene disponer de varios recipientes
(uno por bebé) con líquido desinfectante y depositar allí
todos los utensilios personales del niño cuando éste no
los utilice. Los juguetes u objetos de manipulación se desinfectarán
diariamente.
Los cambios deben hacerse en un
único lugar de la habitación, siendo aconsejable que esté
separada del aula. Si el la clase hay un solo educador, éste no
debe de dejar de ver al resto de niños mientras cambia a uno de
ellos. Las estancias pueden ser contiguas y la pared de separación
una mampara o gran ventanal por donde puede ver lo que ocurre en clase.
La sala se revestirá de algún material lavable y desinfectable;
todo lo que pueda necesitar el educador/a debe de estar a su alcance.
Es preciso comprobar si los pañales
están húmedos de forma periódica, y también
antes de dormir la siesta y tan pronto como se levante de ella. Los que
tiene alguna irritación deben ser examinados con mayor frecuencia;
hay que lavarlos en cada cambio y aplicarles algún producto protector.
El educador/a debe lavarse las manos antes y después de cada cambio
de pañal. Las toallas, esponjas, serán de uso individual,
así como las cunas, tumbonas, colchonetas o similares, den ir cubiertas
de una funda o sábana de colores claros.
Como ocurre con otras actividades diarias el momento
del cambio de pañal, es también una ocasión para
que el educador/a sonría, hable al bebé y desarrolle actividades
constructivas de tipo: motriz (dar patadas cuando se les quita la ropa,
pedaleo,...), cognitiva (la cara del educador/a desaparece y vuelve a
parecer detrás del pañal,...), lenguaje (el educador/a habla
con el bebé, balbucea, sonríen juntos,...), sociales (el
educador/a se sonría con él, le toca suavemente, responde
a sus sonrisas y balbuceos,...), sensoriales (el sentimiento de verse
libre de ropas, la sensación suave, fresca y seca cuando un nuevo
pañal reemplaza al anterior,...).
EL DESCANSO
El descanso es la recuperación
subsiguiente a la realización de actividades. Entre actividad y
descanso debe existir un equilibrio, para evitar el estrés y el
agotamiento del organismo.
El descanso puede conseguirse
mediante la inactividad o por medio de ocupaciones que resulten relajantes.
Requiere tranquilidad.
El sueño es la necesidad
fisiológica básica, por la que se llega a un nivel mínimo
de actividad física, con niveles variables de conciencia, cambios
en los procesos fisiológicos corporales y disminución de
la respuesta a estímulos externos. Es un proceso diario necesario
para mantener el equilibrio mental, el emocional y el bienestar personal.
La variedad normal en los horarios
de los centros y necesidades de los niños para el sueño
y el descanso no aconseja tener unas normas rígidas esto para todos
los del centro. Existen grandes diferencias, incluso entre niños
de la misma edad, en cuanto sueño necesitan y cuándo prefieren
irse a dormir, que deben respetarse. En unos primeros momentos los niños
se rigen por sus propios ritmos y poco a poco se irán adaptando
a los ritmos del centro.
En general podemos decir que se
debe facilitar el sueño en todas las edades, procurando un ambiente
tranquilo y permitiendo los actos rutinarios del niño, si los hubiera,
mientras no le perjudiquen.
Debemos favorecer la adquisición
del hábito de dormir con regularidad, procurando unas condiciones
óptimas.
RITMOS DE SUEñO Y EDAD
Recién
nacidos
16-17 h.
Distribuidos
durante todo el día, interrumpidos por la necesidad de
alimentación
A
partir del 1er. Mes
16h.
El
60 por 100 del sueño tiene lugar durante la noche
De
6 a 7 meses
14 h.
El
75 por 100 del total, entre las 21h. y 8h.
1
año
14h.
Duermen
siesta durante el día
2
a 5 años
12h.
Duermen
siesta durante el día
LA ORGANIZACIóN DE LOS ESPACIOS
El medio en el que el niño
se desenvuelve y con el cual interacciona constantemente, le envía
continuos y silenciosos mensajes, invitándolo a determinadas acciones,
facilitándole determinadas actitudes y contusionándole determinado
tipo de relación e intercambio.
Por lo tanto el estudio del medio,
es decir, la reflexión, análisis y cuestionamiento de los
que rodea a los niños y de las posibilidades o limitaciones que
proporciona o que proporcionamos los educadores, deben estar en la base
del planteamiento educativo, y forma parte del trabajo del educador. Es
una herramienta básica del proceso de aprendizaje y es el soporte
de la función del educador.
El entorno jamás es neutro.
Su estructuración, los elementos que los configuran, comunican
al individuo un mensaje que puede ser coherente o contradictorio con el
que el educador quiere hacer llegar al niño. El educador no puede
conformarse con el entorno tal como le viene dado. Debe comprometerse
con él, debe incidir, transformar, personalizar el espacio donde
desarrolla su tarea, hacerlo suyo, proyectarse, haciendo de este espacio
un lugar donde el niño encuentre el ambiente necesario para su
desarrollo.
¿Cómo podemos adaptar el espacio
que tenemos a nuestro planteamiento educativo? El primer paso que tenemos
que dar es hacer un pequeño análisis de la situación
en cada centro y en cada aula. Desde el ámbito del centro tendremos
que reflexionar sobre:
-¿Qué espacios del centro
tienen un mayor aprovechamiento? ¿ Por qué? ¿Cómo los podríamos
aprovechar?
-¿Hay un espacio para la consecución
de los objetivos que nos planteamos en nuestro proyecto educativo?.
-¿Hay un espacio que incita a la
relación con los padres?
-¿Hay un espacio que favorezca
la información?
-¿Hay un espacio para el trabajo
en común del profesorado?
Desde el ámbito del aula pongámonos
al nivel de altura de los niños y pensemos:
-¿Se ven desde aquí las
distintas áreas de trabajo? ¿Se ven a los compañeros? ¿Están
claros los "caminos" para acceder a los materiales?
-¿Se utiliza la totalidad de la
superficie de la clase? ¿Cuál no? ¿Por qué razón?
¿De que forma podríamos aprovecharla?
-¿Por qué está cada
elemento donde está? ¿Lo hemos puesto así por algo o es
que siempre ha estado así? ¿Hay otras posibilidades?
-Imaginemos el espacio vacío,
vamos a ir colocando cada mueble o elemento buscando el sitio más
adecuado.
-Podemos hacer un pequeño
plano de nuestra clase, recortar a escala sus elementos y jugar sobre
un papel buscando todas sus posibilidades.
-¿Se molestan los niños
unos a otros cuando pasan a las distintas áreas de trabajo?
-¿Hay áreas ruidosas junto
a otras tranquilas? ¿Cómo podríamos evitar las interferencias?
-¿Hay un espacio para cada una
de las necesidades de los niños? ?Hay espacios diferentes para
los diferentes niños con sus características individuales?
-¿Me gusta la clase? ¿Es bonita,
me siento a gusto? ¿Qué me dice este ambiente? ¿Cómo podría
mejorarlo?
Las pregunta son múltiples,
esto son solo algunos ejemplos. El educador y todo el conjunto de educadores
del centro deben plantearse un pequeño análisis de su realidad,
lo más objetivo posible y elaborar un pequeño plan de actuación
o mejora en la medida de las posibilidades de su centro.
La planificación, diseño
y posteriormente la intervención que el educador y todo el equipo
harán sobre el espacio deben responder a unos criterios que están
en la base de los objetivos y Proyecto educativo a alcanzar en la etapa.
A continuación trataremos una serie de criterios que consideramos
significativos con relación a la planificación y organización
de los espacios. Estos criterios estarán en función de las
necesidades del niño y las necesidades de los adultos que forman
parte de este entorno.
Necesidades de los niños
Debemos tener en cuenta la realidad
global que es el niño considerando todas sus necesidades y en función
de ellas organizar el espacio para facilitar y favorecer el desarrollo
de todas sus potencialidades.
Necesidades fisiológicas:
Limpieza, sueño, seguridad, confort. Son las necesidades primarias,
básicas en la vida del niño y en las que el centro tiene
que dar una buena respuesta. Una zona para cambio, agradable y acogedora,
que favorezca un momento placentero y provechoso. Unos servicios asequibles
y limpios, cercanos y cómodos. Una zona de comidas, bien la clase
o bien en zonas comunes, tranquila, cómoda, bonita, higiénica,
que haga de las comidas puntos de encuentro, de descubrimiento, de placer.
Un lugar para el descanso, que, dependiendo de la edad será más
o menos largo, pero, en todo caso, es necesario en la Escuela Infantil.
Bien en hamacas, colchonetas, o en un rincón tranquilo donde poder
descansar los niños que los necesiten. Ofrecerá las condiciones
de seguridad necesaria, así como los grados de temperaturas, ventilación,
iluminación,... convenientes para conseguir un ambiente confortable.
Necesidad afectiva:
El espacio debe favorecer una actitud del educador, de tranquilidad, disponibilidad,...
Debe haber espacio para un contacto individual adulto-niño, para
una charla reducida, un rincón cómodo, un banco de "a dos
en el jardín, una mesa camilla pequeña en un rincón
del aula con sillas,... Estos lugares favorecen también el contacto
entre dos niños, la intimidad, la confianza.
Necesidad de autonomía:
Entre los 0 y los 6 años los niños pasan de una total dependencia
a un grado de autonomía importante. Este es un proceso de avance
y retroceso constante a la que el centro deberá prestar todo su
apoyo. Si la organización espacial responde a esta necesidad de
autonomía, la característica principal es la descentralización,
es decir, la distribución en áreas de actividad, la accesibilidad
a los materiales de trabajo, eliminaremos las barreras que impiden el
acceso autónomo de los niños a materiales y espacios.
Necesidad de socialización:
Siendo la Escuela Infantil un lugar básico donde se desarrolla
la socialización del niño y donde esta se da con mayor intensidad,
debemos disponer el espacio de forma que se dé el encuentro, el
trabajo en común, el conocimiento del otro, las conversaciones
en grupo,... Pero, estando en un proceso complejo y cambiante, debemos
entender que la adquisición del hábito de compartir conlleva
al mismo tiempo ocasiones de, por momentos, de no hacerlo. Por lo que
planificaremos, cuidadosamente, espacios de grupo y espacios individuales,
espacios para compartir y espacios para aislarse.
Necesidad de movimiento;
estas es una de las necesidades básicas de los niños. Para
moverse se necesita espacio, y espacio libre. Para los pequeños,
una zona de la clase dedicada a este fin, con colchonetas, espejo, objetos,
rampas,... También una zona interior sigue siendo necesaria para
los mayores. Aprovecharemos, si las clases son reducidas, los pasillos,
las galerías, espacios de entrada, .. Podemos pintar el suelo para
promover juegos de movimiento, adquirir mobiliarios como rampas, balancines,
trepadores,... y objetos para arrastrar, empujar, botar, saltar,...
Necesidad de juego:
Tendrá que haber espacio para los juegos, juegos de manipulación,
de imitación, juego simbólico, hasta llegar a los juegos
de reglas. Pensar un espacio de juego, creer que es principalmente a través
del juego como el niño crece, se desarrolla y elabora sus aprendizajes,
conlleva una organización espacial basadas en áreas de juego,
con diferentes materiales que lo vayan enriqueciendo.
Necesidad de expresión:
el intercambio, expresión y comunicación serán promovidas
por medios de espacios para conversaciones, juegos de lenguajes, cuentos
y canciones. Por otro lado será necesario un lugar para le recreación
y creación con materiales plásticos, donde se pueda experimentar
con la materia, ver sus posibilidades, expresarse por medio de ellas.
Necesidades de experimentación
y descubrimiento: el niño se enriquece del entorno que
le rodea, aprende de él, experimenta, conoce, transforma. Se deben
pues prever entornos ricos en estímulos, buscando en estos más
la calidad que la cantidad. Espacios que estimulen la exploración
y el descubrimiento, en donde existan objetos y materiales diversos. Plantas
y animales, materiales naturales como el agua, arena, tierra, madera,...
y demás tipos de materiales como pueden ser imanes y materiales
de desecho.
Nos interesa resaltar que los espacios
son lugares interpretados y utilizados por los niños, por lo que
son modificables por ellos. El niño necesita transformar este espacio,
que es dinámico, que está vivo y cambia en la medida en
que ello es necesario. Posibilitar esta actuación de los niños,
este protagonismo, en el propio diseño espacial, es algo muy importante
a tener en cuenta en la Escuela Infantil.
INFRAESTRUCTURA DEL CENTRO
La armonía funcional y arquitectónica
constituye también una forma indirecta y silenciosa de educación.
La importancia de los espacios dentro de la actividad y el desarrollo
del niño en lo referente a la concepción de los centros
infantiles, han sido motivo de preocupación, en especial lo referido
a orientaciones constructivas relacionadas con los espacios de aprendizajes,
espacios comunes, espacios destinados a los equipos educativos, padres,
y espacios de servicios.
La Escuela Infantil, concebida desde
el punto de vista del espacio, debe plantearse como el recurso más
cercano, familiar y permeables, de que van a disponer los educadores y
los niños. Consecuentemente, cuantos más elementos integran
el espacio: dimensiones, formas, instalaciones, texturas, colores, etc.;
deben plantearse con las características de calidad, utilidad,
seguridad y dinamismo que cualquier recinto educativo debe presentar en
relación con las personas a las que se destine.
Este edificio destinado a niños
menores de 6 años, debe ser fácilmente asequible e identificable
por ellos. Debe tener unas dimensiones adaptadas a sus necesidades, dentro
de las cuales se pueden desenvolver sin sentirse desorientados ni encarcelados.
En estas edades se inicia el desarrollo
de las capacidades estéticas y de la personalidad, el edificio
debe formar parte de su educación en este sentido, así como
poder estimular su curiosidad y su creatividad, ayudándoles a conocer
las formas, volúmenes, alturas, orientaciones, luces, etc. Debe
estar abierto a cambios, pero sin perderse su ambiente seguro y familiar.
Debe ser simple, para que el niño se ubique con facilidad, pero
variado y estimulante para no aburrir.
Todos los espacios se diseñarán
como espacios potencialmente educativos, de manera que el niño
pueda acceder y aprender de cada una de las dependencias, sintiéndolas
como algo suyo.
No conviene que todas las clases sean
iguales y con la misma orientación, pues el niño tardará
en identificarse con ellas y no le estimulará el empezar un nuevo
curso.
La Escuela Infantil puede tener una
o dos plantas, en el primer caso, hay que estudiar muy bien las zonas
de paso para que sean espacios activos, y procurando que, por su extensión
o tipo de diseño o proyecto no desorienten al niño, confundiendo
direcciones y orientaciones que se fundamentan en estas edades en la estructura
mental. En el segundo caso, hay que suprimir las barreras arquitectónicas
colocando ascensores o rampas, y la escalera debe tener varios tramos
con agarraderas o barandillas a la altura de los niños, para que
no sean peligrosas y sí un buen elemento de aprendizaje. La entrada
al edificio debe carecer de escalones o tener rampa.
Aunque la orientación sur es
la mejor para los más pequeños, por su menor movilidad,
no lo es necesariamente para el resto. Sí deben de ser todas luminosas
y soleadas.
La calefacción por suelo es
buena para dar un calor homogéneo y estar en el plano donde se
mueve el niño, y por que evita los radiadores. Si es eléctrica,
en zonas de agua y de dormir se colocarán por el techo. Si la calefacción
va por radiadores, estos deben estar empotrados o protegidos de alguna
manera.
Todos los elementos eléctricos
deben estar fuera del alcance de los niños y los enchufes deben
de ser de seguridad y estar protegidos.
Los elementos constructivos como pilares,
mochetas, etc., deben estar redondeados o forrados, para que no haya esquinas
cortantes.
A continuación presentamos
un esquema de los distintos espacios que encontramos en los centros:
INFRAESTRUCTURA DE UN CENTRO
0-1
AñO
1-2
AñOS
2-3
AñOS
3-4
AñOS
4-5
AñOS
5-6
AñOS
ESPACIOS
APRENDIZAJE
VESTíBULO
PASILLOS
ESCALERAS
MULTIUSO
PARCELA
ESPACIOS
COMUNES
DESPACHOS
SALA
COMEDOR
ASEOS
EQUIPO
PSICOPEDAG.
ESPACIOS
EQUIPO
EDUCATIVO
COCINA
OFICIO
LIMPIEZA
DESPENSA
LAVANDERIA
ASEOS
ALMACEN
ESPACIOS
SERVICIOS
ESPACIOS DE APRENDIZAJE:
0-1 AñO
Por no desarrollar gran actividad
es necesario que los espacios destinados a estos niños tengan orientación
sur, y la posibilidad de poder sacar las cunas, hamacas o parques al exterior,
jardín o terraza. La biberonería y el cambio estarán
separados e interrelacionados. Los espacios tienen que estar visibles
unos de otros. Necesitan cuatro espacios suficientemente separados y relacionados
entre sí: gateo, cunas, cambio y biberonería.
1-2 AñOS
Necesitan un espacio de movilidad,
uno de descanso, zona de cambio y zona de comidas, ya que suelen comer
en el aula. Comienzan a utilizar el inodoro y lavabos, luego debe estar
visible desde la clase.
2-3 AñOS
Espacio para el desarrollo de las
actividades, zona de descanso, zona de cambio y servicios accesibles desde
el aula.
3-4 / 4-5 / 5-6 AñOS
Son niños más autónomos,
suelen comer fuera del aula, necesitan una zona de descanso, aunque algunos
ya no duermen la siesta, el espacio en la clase se distribuirá
en función de las necesidades de los niños para el desarrollo
de sus actividades.
ESPACIOS COMUNES
VESTíBULO, PASILLOS Y
ESCALERAS
Deben ser bastante luminosos y ventilados,
y suficientemente grandes para poder convertirse en espacios activos y
no de mera circulación.
MULTIUSO
Tiene que ser susceptible de cambios,
según la utilidad que se le dé. Debe tener fácil
acceso desde la entrada principal y las aulas de los niños.
PARCELA
Debe ser accesible desde el espacio
interior del centro. Debe tener variedad de alturas y superficies, estar
abierto al sol y a la sombra, y ser visible desde el interior. Se deben
configurar en él distintos espacios en cuanto a formas, materiales
y texturas. Si la parcela es grande se puede dejar una zona de arbolado
que puede proporcionar infinidad de juegos y actividades, una zona de
sombra donde colocar algunos animales domésticos, para que los
niños los observen y participen en su cuidado. No debe ser un espacio
demasiado estructurado, sino un espacio de experimentación del
niño en contacto con la naturaleza. También se puede destinar
una zona para los aparatos de jardín en los que los niños
realicen variadas actividades físicas. Es importante también
el que exista árboles de sombra de distintas épocas floración,
árboles frutales, setos y plantas de hábitats natural.
EQUIPO
Es importante que el equipo del centro
cuente con su propio espacio par descansar, charlar, lectura, etc. El
aseo tiene que contar con lavabo, inodoro y ducha, y un vestidor donde
quepan de 7 a 9 taquillas.
Algunas escuelas infantiles cuentan
con espacios de trabajo para el equipo psicopedagógico y en algunos
casos tiene acceso independiente al edificio.
SERVICIOS
La cocina no debe estar de paso para
otros espacios y el oficio puede darnos las posibilidades de utilizarlo
como taller de cocina.