En la Asociación
Mundial de Educadores Infantiles trabajamos diariamente, sin escatimar
esfuerzos, para perfeccionar el "Proyecto para un niño nuevo".
Partimos de la base de que el
niño o la niña es un ser original, irrepetible. Respetamos
y potenciamos su individualidad siempre teniendo en cuenta que no es un
ser aislado, sino un sujeto social que nace y crece en comunidad y evoluciona
hacia la independencia en función de la calidad de relaciones humanas
que establezca.
Los educadores y educadoras somos
facilitadores de experiencias y relaciones que promueven la progresiva
madurez social. Nos convertimos en el medio para que el niño o
la niña "se haga a sí mismo".
Debemos acercarnos a su realidad
con empatía y ayudarle a su realización plena como ser humano.
Desarrollar con éxito un
Proyecto Educativo implica conocer, respetar, amar y dignificar al niño
o a la niña con una visión realista de sus cualidades, recursos
internos, defectos y limitaciones. De este modo podemos optimizar todo
su potencial.
Los educadores o educadoras, tomando
como referencia los Objetivos Generales de la Educación Infantil,
elaboramos los objetivos generales de cada área curricular y relacionamos
los contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales educativos,
y las pautas y registros de observación y evaluación nos
permiten atender la diversidad y hacer un seguimiento detallado del progreso
individual de cada niño o niña y global del conjunto del
grupo.
Nosotros proponemos añadir
un elemento cualitativo en la programación que nos sirva para constatar
que el trabajo diario corresponde a nuestras expectativas. Una forma de
comprobar que son tenidos en cuenta todos y cada uno de los aspectos necesarios
para el desarrollo integral y equilibrado del niño o la niña.
Este elemento cualitativo consiste
en verificar que la actividad educativa atiende a todas las Dimensiones
Madurativas Básicas.
Remitimos a la definición
del Diccionario de la Lengua Española vemos que Dimensión
es "cada una de las magnitudes de un conjunto que sirven para definir
un fenómeno. La importancia o transcendencia de algo. Faceta o
vertiente".
Como consideramos al niño
o la niña un ser único, una unidad radical, eje y foco central
de toda acción pedagógica; las Dimensiones Madurativa son
magnitudes o vectores del ser humano por los que su educación se
posibilita.
A lo largo de la historia educativa,
las diferentes corrientes pedagógicas han dado prioridad a unas
Dimensiones desatendiendo otras. Por ello se educaban unas facetas o aspectos
sin atender a la interacción de todas las Dimensiones que conforman
al niño o la niña.
Sirviéndose de los conocimientos
y avances médicos, neurológicos, sociológicos, psicológicos,
pedagógicas, etc. y desde una concepción global del niño
o la niña, acción pedagógica respeta el principio
de unidad sin planteamientos parcialistas o desintegradores porque atendemos
ordenada y equilibradamente a todas las facetas o Dimensiones de la persona.
Como las Dimensiones Madurativas
interactúan entre sí, cuando el niño o la niña
se educa en una de ellas, sus efectos se sienten en las demás.
Promoviendo el desarrollo de todas
y cada una de las Dimensiones logramos el progreso directo de la que estimulamos,
más el indirecto de las otras.
Por ejemplo, si decimos que una
actividad concreta estimula la Dimensión Sensorial, queremos indicar
que la acción educativa va dirigida principalmente a los aspectos
sensoriales, pero incluye al niño como unidad y la actividad estimula
el resto de Dimensiones. Siempre pretendemos ofrecer experiencias de globalidad
porque el niño o la niña y su actividad son globales.
Conocer los aspectos más
relevantes de las Dimensiones Madurativas y comprobar que los objetivos
y actividades de nuestra programación afianzan el desarrollo de
las mismas, se convierten en elementos imprescindibles para alcanzar en
formadores de hombres y en promotores de nuevas generaciones socialmente
responsables, solidarias y comprometidas.
Desarrollando el potencial de
las Dimensiones Madurativas contribuimos a formar personas seguras, con
propia aceptación y la confianza suficiente para realizarse en
todas las áreas de la vida. Esta es una gran aportación
para que nuestros niños de hoy alcancen mayor felicidad en la sociedad
del siglo XXI.
La clasificación de estas
dimensiones, es compleja, ya que entre las mismas se encuentran vectores
del desarrollo motor, cognitivo, actitudinales, etc. que se relacionan
entre sí En cualquier caso una primera clasificación podríamos
realizar en base a los tres ámbitos fundamentales del niño
o niña
É
niños
niñas
Ê
á m b i t o s
YO
Ä
INTERRELACIÓN
ENTORNOÃ
ò
ò
ò
ò
ò
ò
ò
ò
ò
ò
d e s a r r o l l o
FÍSICO
É
ÉTICO
INTELECTUAL
Ê
ESTÉTICO
ò
ò
ò
ò
ò
ò
ò
ò
ò
ò
d i m e n s y o n e s
SENSORIAL
SALUD
PSICOMOTOR
COGNITIVO
COMUNICATIVO
CREATIVO
MORAL
AFECTIVO
SOCIAL
Esta primera clasificación
no excluye cualquier otra que el educador pueda realizar.
En cada uno de estas dimensiones
hemos englobado:
SENSORIAL
Ä
Percepción, discriminación y memoria visual.
Ä
percepción, discriminación y memoria auditiva.
Ä
percepción, discriminación y memoria táctil.
Ä
percepción, discriminación y memoria olfativa.
SALUD
Ä
Hábitos de higiene personal.
Ä
higiene de la nutrición.
Ä
prevención de accidentes.
Ä
prevención de enfermedades.
Ä
salud mental.
Ä
educación vial.
Ä
educación ambiental.
PSICOMOTRIZ
Ä
Esquema corporal.
Ä
organización espacial.
Ä
organización temporal.
COGNITIVA
Ä
Asociación.
Ä
clasificación.
Ä
seriación.
Ä
relaciones.
Ä
semejanzas y diferencias.
Ä
pertenencias.
Ä
codificación.
Ä
resolución de problemas.
Ä
imaginación.
Ä
relación causa-efecto.
Ä
observación.
Ä
experimentación.
COMUNICATIVA
Ä
Lenguaje oral.
Ä
iniciación al lenguaje escrito.
Ä
expresión plástica.
Ä
expresión corporal.
Ä
expresión musical.
CREATIVO
Ä
Expresividad personal.
Ä
capacidad imaginativa, e intuitiva.
Ä
respuestas y actitudes creativas.
Ä
expresión de vivencias y sentimientos.
Ä
sensibilidad ante lo estético.
MORAL
Ä
Concepto de si mismo.
Ä
convivencia.
Ä
respeto a la diversidad.
Ä
conflictos.
Ä
interiorización de valores
AFECTIVO
Ä
Aceptación de sí mismo.
Ä
adaptación a situaciones nuevas.
Ä
autoestima.
Ä
confianza y seguridad en si mismo.
Ä
.control afectivo.
Ä
autocontrol personal.
Ä
comunicación afectiva.
SOCIAL
Ä
Integración en grupos sociales.
Ä
colaboración.
Ä
comprensión.
Ä
respeto.
Ä
interiorización de normas.
Ä
solidaridad.
Ä
comportamiento positivo.
En una explicación más
exhaustiva las DIMENSIONES MADURATIVAS, podríamos
definirlas como:
DIMENSIÓN MADURATIVA:
SENSORIAL
Recoge todos los procesos por
los cuales los niños o niñas toman información y
se relacionan con el mundo exterior. Bajo esta dimensión hemos
agrupado:
Percepción, Discriminación
y memoria visual.
Percepción, Discriminación
y memoria auditiva.
Percepción, Discriminación
y memoria táctil.
Percepción, Discriminación
y memoria olfativa.
Percepción, Discriminación
y memoria gustativa.
Percepción, Discriminación
y memoria cinestésica (D. Psicomotriz).
DIMENSIÓN MADURATIVA:
SALUD:
Se centra en la conservación
y cuidado del propio cuerpo. Englobamos en esta dimensión:
Hábitos de higiene personal.
Actitud de autocuidado y prevención.
Higiene de la nutrición.
Prevención de accidentes.
Prevención de enfermedades
Salud mental.
Educación vial
Educación ambiental.
DIMENSIÓN MADURATIVA:
PSICOMOTRIZ
Relaciona las funciones neuromotrices
del organismo y sus funciones psíquicas como un solo proceso. Supone
un conocimiento y control de la propia actividad corporal. Por razones
obvias es sin duda la mas extensa de enumerar
- Esquema corporal:
* Imagen Corporal:
- Partes del cuerpo
- Segmentos corporales
- Simetría lateral
- Percepción sensorial
* Control y maduración tónica:
- Relajación :(global y segmentaria).
- Tono muscular.
- Nociones tónicas (esfuerzo,
presión, tensión)
* Control Respiratorio:
- Inspiración-Espiración.
- Respiración bucal, nasal,
abdominal.
* Control Postural:
- Equilibrio (reflejos, movimientos).
- Desplazamientos en equilibrio.
* Control Desplazamientos:
- Formas.
- Nociones (paso, impulso, apoyo,
equilibrio).
- Desplazamientos (rítmicos-condicionados).
* Coordinación Visomotriz:
- Coordinación ojo-pié.
- Coordinación ojo-mano.
- Manipulación de objetos.
* Grafomotricidad.
- Organización Espacial:
* Nociones Espaciales.
* Localización Espacial.
* Orientación y direccionalidad.
* Ordenación Espacial.
- Organización Temporal:
* Duración.
* Velocidad.
* Ritmo.
* Simultaneidad.
* Sucesión.
DIMENSIÓN MADURATIVA:
COGNITIVA
En general supone la habilidad
del razonamiento, capacidad de recordar y percibir semejanzas, diferencias,
así como establecer relaciones entre ideas y cosas. En una primera
clasificación englobamos:
- Desarrollo del pensamiento lógico.
- Conservación, Asociación,
Clasificación, Seriación y Causalidad.
- Estrategias de Selección,
Codificación, Procesamiento y Recuerdo.
- Resolución de problemas.
- Desarrollo de la imaginación.
- Iniciativa, Decisión y Anticipación
de consecuencias.
- Actitud de Búsqueda, Observación,
Experimentación, etc...
DIMENSIÓN MADURATIVA:
COMUNICATIVA:
Es el medio de interacción
con los demás, consigo mismo y con el medio. Englobamos:
* Lenguaje Oral:
- Sensibilidad al sonido.
- Percepción auditiva.
- Percepción-Discriminación
fonética.
- Memoria auditiva.
- Comprensión oral.
- Fonética y Articulación.
- Ritmo y Entonación.
- Expresión oral.
- Vocabulario.
* Iniciación al lenguaje
escrito:
- Percepción-Discriminación
visual.
- Memoria visual.
- Organización Espacio-Temporal.
- Grafomotricidad:
+ Control motor grueso.
+ Control motor fino.
+ Control postural.
+ Control tónico.
+ Independencia segmentaria.
+ Inhibición motriz.
+ Coordinación visomotriz.
+ Control de movimientos oculares.
* Expresión Plástica.
* Expresión Corporal.
Expresión Musical.
DIMENSIÓN MADURATIVA:
CREATIVA
La afirmación de uno
mismo a través de la obra o conducta original, novedosa y valiosa.
En este apartado incluiremos:
- Expresividad personal.
- Capacidad imaginativa, fantástica
e intuitiva.
- Respuestas y actitudes creativas.
- Expresión de vivencias, sentimientos,
etc...:
* Lenguaje oral.
* Expresión plástica.
* Expresión corporal.
* Expresión musical.
- Sensibilidad ante la belleza y la
realidad
DIMENSIÓN MADURATIVA:
MORAL:
Hemos recogido aquellos aspectos
de la personalidad que permiten el desarrollo del comportamiento libre,
autocontrolado, responsable y adecuado a la comunidad. Incluimos:
* Concepto de si mismo:
- Autoestima, Aceptación y
Confianza en si mismo.
- Discriminación de comportamientos
adecuados.
- Autocrítica: Reconocimiento
de errores, Valoración de su propia actuación.
- Responsabilidad, Compromiso personal.
- Autocontrol.
- Defensa de los derechos y opiniones.
- Autonomía e iniciativa, Planificación
y Secuencia de la propia acción.
* Convivencia:
- Participación en el grupo
y en el establecimiento de normas.
- Respeto a los demás y al
entorno.
- Interiorización de pautas
de convivencia.
- Ayuda y colaboración con
iguales y adultos.
- Expresión de afecto y de
sentimientos.
* Respeto a la diversidad:
- Etnias, Religiones o Culturas.
- Diferencias de tipo físico
o intelectual.
- Diferencias en función del
sexo.
- Diferencias de clase social.
- Tipos de profesiones y ocupaciones.
* Conflictos:
- Resolución pacifica y progresivamente
autónoma.
- Dialogar para resolver conflictos.
- La no violencia.
- Desarrollo de hábitos cooperativos.
DIMENSIÓN MADURATIVA:
AFECTIVA:
Serán el conjunto de
procesos por los cuales se es consciente de los propios sentimientos,
estar en contacto con ellos y ser capaz de proyectarlos en los demás,
es decir, ser capaces de involucrarse emocionalmente con otras personas
mediante una relación positiva. Hemos englobado en esta dimensión:
- Desarrollo y aceptación de
la propia identidad: individual, social, sexual, etc.
- Adquirir mecanismos de adaptación
a situaciones novedosas.
- Incrementar la autoestima, la confianza
y la seguridad en si mismo.
- Desarrollar vivencias y comunicaciones
afectivas.
- Vivenciar sentimientos de satisfacción,
plenitud, goce, felicidad, etc...
- Manejar afectos, emociones y sentimientos
de forma adecuada.
- Autonomía, control de la
propia conducta y autocontrol personal.
- aumentar la capacidad de resistencia
a la frustración.
- Evitar o canalizar sentimientos
de ansiedad.
- Placer ante los logros propios.
DIMENSIÓN MADURATIVA:
SOCIAL
Supone la integración
a la comunidad, las relaciones humanas y las destrezas de interrelación.
En este apartado hemos considerado:
- Capacidad de adaptación,
Relación y Participación en los grupos sociales.
- Aceptación, Cumplimiento
y Respeto de normas de los grupos sociales.
- Asimilación de formas o modelos
sociales de comportamiento positivo.
- Progreso en el dominio de habilidades
sociales.
- Iniciarse en la interiorización
de valores humanos.
- Progresar en la diferenciación
de roles sexuales. Aceptar el propio sexo y respetar al otro.
descripción de las dimensiones
dimensión sensorial
Recoge todos
los procesos por los cuales los niños o niñas toman
información y se relacionan con el mundo exterior.
Bajo esta dimensión
hemos agrupado:
Percepción , Discriminación
y memoria visual.
Percepción , Discriminación y memoria
auditiva.
Percepción , Discriminación y memoria
táctil.
Percepción , Discriminación y memoria
olfativa.
Percepción , Discriminación y memoria
gustativa.
Desarrollo sensorial antes
del nacimiento.
Como se desprende de numerosos
estudios, hay evidencias claras para poder afirmar que, durante la segunda
mitad del embarazo, los fetos pueden ver, oír, gustar, oler, sentir
y experimentar movimientos. Los órganos de los sentidos (ojos,
oídos, nariz, lengua y piel principalmente) perciben las correspondientes
sensaciones realizando acciones especificas.
El mundo dentro del útero
es estimulante. Sabemos que durante el tercer mes de embarazo el feto
traga pequeñas cantidades de liquido que se reparten entre el sistema
respiratorio y el digestivo. Además de estimular la sensibilidad
en la formación de las papilas gustativas por el sabor amargo,
ejercita la práctica de la succión y deglución, imprescindibles
para sobrevivir después del nacimiento. También se detecta
por ecografías que, entre la semana 12 y 15, succiona el dedo con
frecuencia, hecho que colabora en el desarrollo de los músculos
faciales que intervienen en la alimentación.
En el séptimo mes de embarazo,
el feto abre los ojos. Posiblemente pueda ver su mano ya que la lleva
a la boca con buena coordinación. Además está comprobado
que responde a la luz a partir de la semana 27 y 28.
También percibe sonidos,
aunque no los discrimina. El ambiente uterino es muy ruidoso. Los movimientos
y la actividad fisiológica de la madre producen multitud de sonidos
que se conducen fácilmente a través del líquido amniótico
a 75 decibelios aproximadamente. El sonido al que siempre responde es
a la voz de la madre. Esta suele llegarle a 85 decibelios, aunque la recibe
atenuada por tejidos y órganos. Aunque más débilmente,
también puede oír los sonidos del exterior, sobre todo en
el último tercio de embarazo. Cuando se ha realizado estimulación
prenatal, grabando la voz del padre y reproduciéndola en el abdomen
durante el embarazo, el bebé nada más nacer busca la fuente
del sonido al oír hablar a su padre.
Desde la quinta semana el feto
gira en el líquido amniótico, mueve las extremidades, dobla
el cuerpo, se mece y, cuando va creciendo, está en contacto con
la pared del útero. Toda esta actividad proporciona estimulación
táctil.
Con la comprobación de
éstas y otras actividades como realizar movimientos faciales semejantes
al llanto, otros similares a la respiración pulmonar, etc., constatamos
que las sensaciones del ambiente estimulan el desarrollo sensorial del
feto antes del nacimiento. Gracias a las ecografías, el control
de ritmo del corazón fetal o los ultrasonidos, podemos asegurar
que cuanta mayor estimulación reciba el niño en su etapa
prenatal, mayor será el nivel de adaptación al nuevo ambiente
desde el nacimiento, y las posibilidades de que pueda desarrollar ampliamente
su potencial se ven incrementadas.
La dimensión sensorial en
la estimulación temprana.
La estimulación temprana
aprovecha la gran atracción que siente el bebé por todo
lo que le rodea. No considera el desarrollo sensorial como algo espontáneo
que surge de los procesos de maduración , sino que depende de las
experiencias y situaciones de aprendizaje que vive el niño. También
tiene el valor de posibilitar el descubrimiento y corrección de
pequeños defectos que, sin esta intervención, podrían
pasar inadvertidos.
Esta dimensión madurativa
se interrelaciona con el resto porque a través de las acciones
específicas de los órganos de los sentidos se contribuye
a la observación, exploración, experimentación e
investigación de todo cuánto rodea al niño. Por ejemplo,
estimulando la vista aumentaremos el tiempo de concentración del
niño, imprescindible para organizar procesos cognoscitivos. Perfeccionar
la audición desarrollará el lenguaje y su relaciones. Estimular
el olfato o el gusto mejorará su curiosidad, la capacidad de atención
y la memoria, etc.
Las actuaciones de la estimulación
sensorial en los primeros seis meses de vida deben tener en cuenta que
los bebés no pueden crear sus propios pensamientos acerca de las
personas, los animales o las cosas, necesitan que el adulto les provea
de información y de materiales que estimulen los pensamientos acerca
de lo que perciben. Para ello la actividad tiene que estimular el mayor
número posible de sentidos en un solo proceso.
La percepción, discriminación
y memoria de todos los sentidos contribuyen a dar una experiencia global
del objeto o situación que se le presenta al niño, guardando
el recuerdo para otra experiencia futura.
Vamos a realizar una escueta explicación
de los aspectos que se han tenido en cuenta a la hora de elaborar el plan
globalizado de actividades de nuestro proyecto de estipulación
temprana.
Percepción, discriminación
y memoria visual.
El ojo es el órgano del
sentido de la vista. Este recoge sensaciones ópticas o visuales
realizando acciones especificas como mirar, observar y ver. El nervio
óptico envía las sensaciones al área especifica del
cerebro que se encarga de interpretarlas, archivar la información
o reaccionar ante ella gracias a las conexiones neuronales.
El nervio óptico está
formado en la octava semana del embarazo, y sabemos que el cerebro responde
a la luz en la semana 27 ó 28. De hecho, los prematuros de 30 semanas
mantienen su mirada en figuras estimulantes.
Cuando el niño nace, ve
bastante bien. Las células aún no tienen capacidad de ajuste
a diferentes distancias. Podemos decir que sufre hipermetropía.
No puede enfocar objetos muy cercanos hasta pasado un tiempo, pero ve
claramente entre 25 ó 30 centímetros. Esta distancia es
la que existe aproximadamente entre los ojos del bebé y el rostro
de la madre cuando lo amamanta.
El recién nacido sólo
percibe fácilmente las sensaciones de claro y oscuro, por eso prefiere
mantener su mirada sobre los colores que ofrecen mayor contraste y, entre
las combinaciones, llama más su atención el blanco y negro.
El interés por los contrastes continúa hasta los 6 ú
8 meses. Después comenzará a percibir los valores e intensidades
de algunos colores, a los 18 meses empieza a mostrar preferencias hacia
los tonos claros y vivos, descartando los oscuros y tonos pasteles. A
partir de los 2 años puede discriminar los colores rojo, amarillo,
verde, azul, naranja, morado y marrón, además del blanco
y negro.
En el plan globalizado de actividades,
las ejercitaciones se han programado teniendo en cuenta la estimulación
visual de forma que podría lograrse la percepción y discriminación
de estos colores en edades más tempranas, así como la fijación,
rastreo y exploración.
Fijación.
El bebé puede fijar su
mirada desde el momento en que nace. Prueba de ello es su sorprendente
capacidad de imitar expresiones faciales como sacar la lengua, abrir la
boca, cerrar los ojos, etc., imposibles de realizar sin percibirlas visualmente.
El período inicial de fijación
es de 4 a 10 segundos, siguiendo el plan de estimulación indicado
en nuestra propuesta, el tiempo puede triplicarse semanalmente durante
el primer trimestre. Mostrar un dibujo tipo tablero de ajedrez de 20x20
cm. aproximadamente durante unos minutos al día, colocar alrededor
de la cuna tapices en blanco y negro o forrar un cojín con el dibujo
de un rostro con los rasgos en negro sobre fondo blanco y dejarlo dentro
de su campo visual, son actividades que proveen estímulos para
aumentar el tiempo de fijación en los primeros meses.
Los adultos conocemos las preferencias
visuales de cada niño observando si está atento ante los
estímulos que ofrecemos. Además de girar su cabeza, respirar
más lentamente, relajar el abdomen, disminuir el ritmo de succión
y cambiar la expresión facial, podemos conocer las preferencias
visuales observando sus pupilas. Muchos estudios confirman que la pupila
se dilata cuando el ojo ve algo que le agrada y se contrae al ver algo
poco interesante.
Los bebés sienten gran
atracción hacia los ojos de las personas, el rostro de los adultos
o de otros niños y también por sus propias manos en el tercer
o cuarto mes, cuantas más ocasiones les ofrezcamos para satisfacer
estas preferencias, más favoreceremos su fijación visual.
Al margen de los gustos generales, el adulto debe conocer los individuales
del niño para propiciar las ejercitaciones que más desarrollen
la fijación, necesaria para la correcta percepción, discriminación
y memoria visual.
El rastreo
Favorece la maduración
del nervio óptico y de los músculos que intervienen en la
visión. Mediante el rastreo, el niño aprende a localizar
un objeto en el espacio y diferenciarlo del trasfondo. Este logro es imprescindible
para que intente alcanzar los objetos. Mostrar estímulos y desplazarlos
lentamente en el campo visual del niño favorece el rastreo, también
ofrecer un dibujo de "ojo de buey" en blanco y negro, a 30 cm. de distancia
con movimiento circular lento.
La exploración
Necesaria para que el niño
aprenda a percibir y comparar un objeto como unidad global. Las ejercitaciones
le ayudan para que rastree o fije su mirada en un objeto concreto entre
varios que se encuentran en su campo visual. Tendremos en cuenta que las
luces fuertes dificultan la exploración.
Un buen desarrollo visual favorece
la coordinación ojo-mano y, en el segundo año, del ojo y
el pie. Perseguimos que reconozca, identifique y diferencie progresivamente
objetos, personas, animales y situaciones; que perciba formas, tamaños,
materiales, colores y posiciones en el espacio y, más tarde, que
aprecie las utilidades de los objetos.
Destacamos algunos de los otros
aspectos que han tenido en cuenta a la hora de elaborar el programa.
- Habitualmente, todos somos zurdos
o diestros oculares. De forma inconsciente empleamos un ojo más
que otro. El ojo dominante es el que utilizamos cuando necesitamos precisión
(enhebrar una aguja, hacer una foto, etc.). La estimulación ejercita
las percepciones de los dos ojos y respeta la mayor utilización
del ojo dominante.
- Corregir los posibles defectos de
visión en edades tempranas puede llevar a la recuperación
definitiva de algunas anormalidades visuales.
El educador puede detectar muchas
de las dificultades de agudeza visual a través de la observación
atenta al realizar las actividades de estimulación. Los defectos
visuales más comunes son los errores de refracción que se
deben a la miopía, la hipermetropía y el astigmatismo. En
estos casos, debido a defectos en la curvatura del globo ocular o del
cristalino, la imagen no se enfoca bien en la retina, con la imposibilidad
de percibir de cerca, de lejos o con distorsión, según sea
el defecto.
También hay que tener presente
que la debilidad del ojo se agrava cuando el niño no dispone de
un correcto equilibrio emocional. Puede decirse que, en algunos casos,
el problema ocular puede ser consecuencia de un proceso psicosomático.
- El bebé, en sus primeros
meses de vida, muestra mayor sensibilidad en el lado derecho de su cuerpo.
Las estimulaciones visuales deben presentarse primero por ese lado y repetirse
por el izquierdo. Explorara y fijará la atención visual
más fácilmente y garantizaremos el desarrollo de la sensibilidad
por ambos lados.
- La iluminación del cuarto
donde realizamos las actividades debe ser, preferentemente, natural. El
niño se situará de espaldas a la ventana, o bien de forma
que la luz no llegue directamente a sus ojos, sino al estimulo que ofrecemos.
Cuando sea necesario utilizar
luz artificial, se evitarán las lámparas fluorescentes y
todas aquellas que proyectan sombras sobre la zona objeto de atención.
Sin ser fuerte, la iluminación debe ser suficiente. Proponemos
utilizar luces en tonos azules, verdes y violetas que favorecen la relajación
mental y física. También son apropiados estos colores junto
con los tonos pastel para la decoración de suelo y paredes por
su efecto relajante. Los grises, ocres y marrones oscuros son neutros,
y los amarillos, naranjas y rojos son excitantes.
- La decoración puede variarse
de vez en cuando en los primeros 8 meses, también el lugar donde
se sitúa el niño más tiempo. De esta forma dispondrá
de diferentes campos de visión y exploración, sin acostumbrarse
a una orientación y perspectiva estáticas. A partir de los
8 meses no son recomendables los cambios en el entono del niño
porque le producen temor e inseguridad.
- La gimnasia ocular o educación
visual, ayuda a desarrollar todos los procesos que intervienen en la visión.
Entre otros, pueden realizarse los siguientes ejercicios sugeridos en
el plan de actividades:
* Ofreciéndole estímulos,
el niño fija su visión arriba, abajo, derecha e izquierda.
* Abrir y cerrar los ojos apretando
con fuerza los párpados.
* Parpadear lentamente.
* Mirar alternativamente tapando un
ojo y luego otro.
* Acomodación visual: fijando
la vista en un punto cercano y otro lejano de forma alternativa. De la
misma forma pasar la fijación de un lugar iluminado a otro con
poca luz. Colocar un objeto a la derecha y luego otro a la izquierdo del
niño, mirará primero a uno y luego a otro describiendo un
ángulo de 180 grados. Se irán juntando los dos objetos progresivamente
para que los movimientos oculares sean más precisos.
* Presentar un dibujo grande (tamaño
folio) y después otro igual en tamaño menor (octavilla),
fijar la visión alternativamente favorece la acomodación.
* Balancear suavemente la cabeza de
derecha a izquierdo con los ojos cerrados y después con ellos abiertos.
* Las láminas que se utilizan
para otras actividades, se muestran a una distancia de 25 cms. durante
unos segundos y cada día se van presentando más alejadas
(a razón de un centímetro por día de mayor separación,
siempre que haya certeza de que el niño pueda verlo bien).
Percepción, discriminación
y memoria auditiva.
Las sensaciones acústicas
o auditivas son fundamentales para establecer la comunicación oral.
El oído es el órgano
encargado de percibir las sensaciones acústicas mediante la escucha
y la audición.
El oído se divide en tres
partes, el oído externo que capta las ondas sonoras hacia
el oído medio, éste con gran eficiencia y complejidad
realiza una transmisión mecánica de las ondas sonoras al
oído interno y aquí las células sensoriales
al vibrar generan impulsos nerviosos que son captados por el nervio auditivo
y los transmite al cerebro. El área del cerebro encargada de las
sensaciones auditivas interpreta las señales recibidas asociándolas
con otras de experiencias anteriores, o bien archivándolas como
sonidos nuevos.
El oído es el órgano
encargado del equilibrio gracias a una estructura del oído interno
llamada laberinto.
Cuando el niño aprende
a caminar, a caer sentado sin dañarse, a inclinarse, etc., en resumen,
cuando adquiere la sensación de la postura del cuerpo en movimiento,
lo realiza gracias al oído interno que mantiene el equilibrio.
Los primeros años de vida
son decisivos para el logro de una buena maduración auditiva. Algunos
aspectos de la función neurológica de la audición
pueden garantizarse en un grado superior mediante la correcta estimulación
en estos años. Las actuaciones al respecto son imprescindibles
para desarrollar la perfecta audición, el oído musical y
las lenguas extranjeras.
El plan globalizado de actividades
se ha elaborado teniendo en cuenta la importancia de este desarrollo sensorial
y aspectos como los que a continuación resumimos.
El nervio encargado del oído
fetal está formado al comienzo de la semana 28 de embarazo. El
canal auditivo se abre en la semana 36 y las respuestas del cerebro fetal
al sonido están completamente maduras a partir de ese momento.
Al margen del potencial que supone la estimulación auditiva prenatal,
saber que el niño oye perfectamente desde el nacimiento justifica
la necesidad de estimularle desde ese mismo momento.
En la estimulación empleamos
multitud de sonidos, aunque tenemos presente que los bebés muestran
preferencia por los sonidos articulados del lenguaje de adultos y de otros
niños.
La observación atenta y
continuada es la base para detectar posibles defectos o anomalías
en la audición.
Durante los dos primeros meses
el bebe es muy sensible al tono y timbre del lenguaje verbal. Muestra
clara preferencia por los sonidos alegres y le molestan e irritan los
que son chillones y en tono alto. Podemos utilizar sonidos suaves entre
40 ó 50 decibelios.
La monotonía en el sonido
le resulta aburrida, podemos evitarla exagerando las entonaciones y haciendo
preguntas, de esta forma el bebé escucha atento y comienza a imitar
sonidos en pocas semanas.
La estimulación debe comenzarse
por el oído derecho y repetimos el sonido o mensaje verbal por
el izquierdo, (ya se ha explicado que el lado derecho del cuerpo del bebé
es más sensible).
A medida que va creciendo y adquiere
control sobre los músculos del cuello y la cabeza, el niño
gira para localizar los sonidos que escucha. Hasta ese momento ofrecemos
los estímulos a una distancia corta que aumentará paralelamente
a la capacidad del niño para localizar el sonido.
Los bebés responden de
forma muy positiva a la música clásica, es tranquilizadora
y les relaja, sobre todo los sonidos de violín por los tonos agudos.
Para educar su oído a la
banda de decibelios de un segundo idioma, aconsejamos las grabaciones
de cuentos o conversaciones en inglés o el segundo idioma que se
elija.
La estimulación auditiva
es efectiva si existe predisposición subjetiva del niño.
Hay que conocer los sonidos que le complacen y le resultan atrayentes
o interesantes. Como en el caso de la estimulación visual, hay
que observar si el niño está atento y receptivo al estimulo.
En el caso de no ser así, se buscarán otros sonidos u otros
momentos.
En general, los bebés muestran
preferencia por la voz de su madre, la imitación de sus propias
emisiones sonoras, su nombre, los balbuceos de otros niños, tarareos,
arrullos y canciones de cuna, sonajeros, papeles que se arrugan, campanillas
y cascabeles, las risas, preguntas, palabras sencillas y sonidos familiares,
también la música clásica y otras canciones.
Cuando el niño va creciendo,
a través de la percepción, discriminación y memoria
auditiva puede identificar objetos por su sonido o por el ruido que hacen
al moverse y caer. Puede distinguir instrumentos musicales y otros objetos
sonoros. También identificará por la voz si habla un hombre
o una mujer, un niño, un adulto o un anciano, o bien si las personas
son conocidas o no. Distinguirá y aprenderá a reproducir
los sonidos de animales y del ambiente inmediato, memorizará retahílas,
canciones y poesías cortas. Madurará su desarrollo auditivo
permitiéndole comunicarse efectivamente con los demás y
dominar el espacio.
La estimulación ofrece
multitud de sonidos, pero debe preservar al niño de un ambiente
demasiado ruidoso. Una conversación normal se produce a 60 ó
70 decibelios como máximo, un claxon cercano a 100 decibelios.
Los especialistas dicen que estar sometido constantemente a ruidos de
80 decibelios o más, puede causar cierta sordera permanente, además
de otro tipo de alteraciones emocionales. Las células ciliadas
del oído interno no están hechas para soportar los ruidos
constantes de las calles en las grandes ciudades. Por ello debemos proporcionar
un ambiente sonoro estimulante evitando el ruido ambiental.
Algo que siempre tendremos en
cuenta es que, durante los frecuentes catarros que sufren los niños,
suele disminuir la audición, e incluso sentir dolor porque los
iodos, la nariz y la garganta están relacionados funcional, estructural
y neurológicamente, viéndose afectados por los mismos gérmenes.
Percepción, discriminación
y memoria táctil.
Los receptores sensoriales de
la piel son una de las principales fuentes de información sobre
el mundo exterior y nos previenen de peligros. A través de las
sensaciones táctiles nos relacionamos con el ambiente inmediato
y percibimos las características de los objetos que nos rodean.
En la piel, agrupados en la base
de los folículos pilosos, están las terminaciones nerviosas
que responden al dolor y a la presión. También los receptores
que registran las sensaciones de temperatura, peso, grado de humedad,
dimensiones, tipos de superficies, consistencia, etc.
Para comprender la importancia
del sentido del tacto podemos hacer la siguiente reflexión: se
puede vivir sin el sentido de la vista, el oído, el olfato o el
gusto, pero ¿se puede vivir sin la sensación del tacto, el dolor,
el frío o el calor?.
Los receptores a que hacíamos
referencia, se suelen congregar en ciertas áreas que resultan especialmente
sensibles como las yemas de los dedos, las palmas de las manos, la zona
de alrededor de los labios, las plantas de los pies, la columna vertebral
y el área genital.
El bebé, para desarrollarse
física y emocionalmente, necesita el contacto cálido del
cuerpo materno. El lenguaje de las caricias es tan necesario para su equilibrio
emocional como el verbal. Si los nervios encargados del tacto se forman
en la semana 24 de embarazo y el cerebro fetal responde al tacto a las
26 semanas, la estimulación táctil debe comenzar en el mismo
momento del nacimiento.
A la hora de elaborar las actividades,
hemos tenido presente que la interrelación física del adulto
y el niño es la base que transmite los mensajes no verbales de
aceptación, afecto y seguridad necesarios para que la estimulación
sea placentera y efectiva. Para conseguirlo, tenemos en cuenta, entre
otros los siguientes aspectos:
Para tranquilizar al bebé
cuando está inquieto, irritado, ansioso, etc., la caricia y el
masaje, acompañados por la mirada comprensiva y las palabras amorosas,
además de relajar y tranquilizar al bebé, le estimulan todos
los sentidos y le ofrecen seguridad.
Los masajes o caricias pueden
ir desde la frente hasta la nuca de forma rítmica.
En forma circular, en la sien
o detrás de la oreja.
En la espalda, a lo largo de la
columna vertebral.
Desde la cabeza hasta los dedos
del pie, alternando con otros masajes que vayan desde el centro del cuerpo
hacia los dedos de las manos.
Estos favorecen el proceso de
maduración del sistema nervioso además de aliviar la tensión
que el bebé acumula durante el día. Los masajes deben ser
rítmicos y repetitivos y el tacto firme pero suave.
Los niños obtienen gran
parte de la información táctil por la boca. No debe reprimirse
esta necesidad, sólo asegurarse que no conlleva riesgos porque
el niño pueda dañarse o el objeto tenga gérmenes
nocivos.
A medida que el niño crece,
la estimulación debe sacar el máximo provecho a sus gustos
manipuladores, favoreciendo el que coja y manosee para reconocer y descubrir
las cosas.
Sugerimos actividades que desarrollan
la percepción, discriminación y memoria táctil de
cualidades de:
* Algunos tipos de materias:
arena, agua, barro, plástico, piedra, tipos de papel variado, cartón,
cartulina, madera, metal, lana, seda, algodón, fieltro o terciopelo,
peluche, arcilla, plastilina, etc.
Percepción, discriminación
y memoria olfativa.
La función más importante
de la nariz es inhalar y expulsar el aire permitiendo la respiración.
Pero además, percibe las sensaciones olfativas a través
de la lámina ósea del techo de las fosas nasales, allí
los receptores del olfato entran en contacto con los bulbos olfatorios
que conducen la información al cerebro para procesarla y actuar
en consecuencia.
Este sentido está íntimamente
relacionado con el gusto y ambos se complementan entre sí.
Los bulbos y el nervio olfatorio
están totalmente formados en la semana 17 de embarazo. Aunque resulte
extraño, diferentes investigaciones demuestran que el área
del cerebro responsable del olfato está activa antes del nacimiento.
Cuando el niño nace, el
sentido del olfato está finamente desarrollado y nota las diferencias
entre olores. Pasados unos días demuestra preferencia por el olor
de la leche materna, el olor corporal de los padres y de sus ropas, algunos
perfumes y flores, la vainilla, la canela, el chocolate, etc. Le desagrada
el olor de los cítricos, los detergentes y el tabaco.
A lo largo del primer año,
el niño percibe, discrimina y memoriza muchos olores del ambiente
donde se desenvuelve, a los cuáles se acostumbre aunque no sean
de su agrado.
Por intuición cultural
y su propia elección suele considerar agradables los olores de
perfumes, flores, hierbas aromáticas, frutas, etc. Entre los desagradables
están el estiércol, verduras cocidas, amoniaco, cloro, etc.
Habitualmente se resta importancia
al olfato, pero se interrelaciona y complementa con el resto de sentidos,
por ello, nuestro plan de actividades sugiere ejercitaciones para que
los niños discriminen unos olores de otros, reconozcan los olores
habituales de su entornos familiares y del escolar, que distingan los
alimentos frecuentes por las sensaciones olfativas y que identifiquen
objetos y sustancias por su olor.
Parte de la capacidad olfativa
que el niño posee al nacer se pierde por falta de estimulación.
Este sentido complementa al resto ayudando al niño a percibir globalmente
cuánto está en su entorno. No existen razones para que un
programa de actividades deje de contemplar la importancia del sentido
del olfato.
Percepción, discriminación
y memoria gustativa.
La lengua, a través de
las papilas gustativas, es el órgano que percibe las sensaciones
del gusto. Como ya se ha comentado con anterioridad, los sentidos del
gusto y el olfato están muy relacionados, prueba de ello es la
dificultad para percibir sabores cuando se está acatarrado. Muchos
alimentos son apetecibles antes de probarlos sólo por el olor que
desprenden.
Las papilas gustativas están
formadas a las 20 semanas de embarazo. El feto traga pequeñas cantidades
de liquido amniótico regularmente y su sabor amargo puede estimular
la sensibilidad de las papilas.
En el momento de nace, el sentido
del gusto está tan completo como el del adulto. Puede percibir
los cuatro sabores básicos: dulce, amargo, ácido y salado
y transmitir la información al cerebro a través de las conexiones
nerviosas correspondientes.
El niño sólo puede
conocer los sabores a través de su propia experiencia. Para que
perciba, discrimine y memorice sabores necesita probarlos.
La alimentación de los
primeros meses no dá lugar a experiencias muy variadas en los sabores,
pero sí en calor afectivo y estimulación. Durante la lactancia
materna o de biberón los sentidos del niño se estimulan
con multitud de placeres, huele y saborea la leche, percibe el olor del
cuerpo de la madre, siente el tacto del cuerpo que lo sostiene, toca el
biberón y a su madre con la mano, mira su cara y sobre todo sus
ojos, escucha el latir del corazón y las palabras dulces y amorosas,
si la madre se balancea, percibe la sensación de movimiento.
Estos estímulos son similares
cuando el educador alimenta al lactante.
Cuando el niño va creciendo,
el sentido del gusto se va desarrollando porque aumenta la variedad de
alimentos que componen su dieta.
En la programación de actividades
hemos tenido en cuenta la estimulación del sentido del gusto y
sugerimos múltiples y variadas oportunidades para que el niño
amplíe su experiencia en el mundo de los sabores.
dimensión de la salud.
Se centra
en la conservación y cuidado del propio cuerpo
Englobamos
en esta dimensión:
Hábitos de higiene personal.
Actitud de autocuidado y prevención.
Higiene de la nutrición.
Prevención de accidentes.
Prevención de enfermedades
Salud mental.
Educación vial
Educación ambiental.
La elaboración de
un programa global de estimulación temprana implica considerar
en los aprendizajes, hábitos y actividades de todas las áreas
curriculares los objetivos de la dimensión madurativa de la salud.
Estos objetivos se basan en el logro del desarrollo completo y armónico
que conduce al bienestar físico, psíquico y social del niño.
Actualmente, las mejoras sociales
de prevención, promoción y recuperación de la salud,
unidas al mayor nivel cultural y económico, facilitan a la población
infantil unas condiciones más optimas para potenciar estilos de
vida saludables.
Como ha sido explicado en el capitulo
de la evolución somática, garantizan las mejores condiciones
de salud para el niño antes del nacimiento pasa por disponer de
factores internos y externos saludables. Los cuidados de la madre antes
y durante el embarazo son definitivos para dotar al bebé de las
mejores condiciones para desarrollarse sano y feliz.
En los primeros meses de vida,
las principales causas de enfermedad y muerte son las enfermedades congénitas
y aquellas que están relacionadas con el embarazo y parto.
Aunque puedan darse en el primer
semestre, es obre todo a partir del sexto mes de vida cuando aparecen
las enfermedades infecto-contagiosas, habitualmente respiratorias y digestivas.
Al disminuir las defensas inmunológicas transmitidas por la madre,
el niño debe desarrollar su sistema inmunológico y, si estos
procesos infecto-contagiosos no son graves y repetitivos, le facilitan
la producción de defensas.
En los seis primeros años,
los accidentes son la primera causa de muerte infantil, además
de originar secuelas graves en muchos casos. Los accidentes domésticos
y los de trafico son los más frecuentes.
Nuestra propuesta de actividades
se elabora teniendo en cuenta los objetivos mas relevantes de esta dimensión
madurativa y sugerimos la colaboración permanente entre la familia
y el ámbito escolar para ofrecer pautas de actuación comunes
que faciliten una educación para la salud. Algunos de estos objetivos
son:
* Hábitos de higiene personal.
Los adultos responsables de los niños deben mantener una escrupulosa
higiene corporal diaria. Progresivamente, los niños irán
adquiriendo autonomía en su propia higiene, sobre todo de las manos
que llevan constantemente a la boca, nariz o conjuntivas con el riesgo
de infecciones. La ropa debe ser cómoda y nunca tan excesiva que
provoque sudoración. El lavado de la ropa debe hacerse con jabones
neutros y el secado preferentemente al sol.
* Actitud de autocuidado y prevención.
A medida que los niños van adquiriendo autonomía, los adultos
debemos disminuir los comportamientos protectores y mostrarles el modo
de evitar peligros y accidentes. Algunas situaciones, sin reportar peligro,
ofrecen la experiencia de sufrir las consecuencias de sus actuaciones.
Estas experiencias les ayudan a ser más cuidadosos y autoprotegerse
en situaciones futuras. No se trata de hacer desaparecer todo aquello
que pueda representar un peligro, sino de enseñar a los niños
a evitarlo.
* Higiene de la nutrición.
Además de seguir una dieta equilibrada, hay que fomentar hábitos
correctos de nutrición. Un aspecto muy importante en la actualidad
es conseguir que los niños sientan la satisfacción y felicidad
por el hecho de alimentarse y compartir el momento de la comida con compañeros
y adultos. Los niños irán interiorizando los hábitos
de higiene y los adultos evitarán el exceso de dulces, comidas
saladas y otros productos que puedan ser perjudiciales.
* Prevención de accidentes.
Como se ha explicado, los accidentes son la primera causa de muerte en
la infancia, principalmente las quemaduras, intoxicaciones y accidentes
de trafico. Estos accidentes se dan mayoritariamente en el entorno familiar.
El tipo de accidentes que los niños sufren en el centro educativo
son las caídas.
Al respecto, debe comprobarse la seguridad
del edificio (pasillos, aulas, baños escaleras, etc.) y los elementos
del patio (toboganes, columpios, piedras, etc.). En las actividades, hay
que preparar con antelación el material necesario y comprobar que
no implica riesgos. Cuando utilicen objetos pequeños, o bien cuerdas,
pañuelos largos, etc., no se deben perder de vista un instante
y guardarlos una vez utilizados.
Las actividades también tendrán
como objetivo que los niños aprendan a no caer y a caer correctamente,
andar rápido y parar, correr y parar, dominar diferentes desplazamientos,
salvar obstáculos, caer sentados, etc.
* Prevención de enfermedades
infecto-contagiosas. En el entorno escolar es imprescindible la limpieza
de todas las superficies y materiales con detergentes desinfectantes.
Hay muchos objetos que deben ser de uso individual como vasos, toallas,
peines, cepillos de dientes, etc. En el caso de los lactantes el cuidado
aún será más exhaustivo, la individualización
y esterilización de todos los elementos es imprescindible (sabanas,
almohadas, baberos, mordedores, sonajeros, biberones, etc.).
La fiebre, los vómitos o la
diarrea son síntomas de que el niño puede sufrir los efectos
de un agente infeccioso (bacteria, virus, etc.) el aislamiento precoz
del niño que los sufre puede preservar el contagio, aunque éste
puede darse en el período de incubación.
El educador debe exigir una copia
de la cartilla de vacunaciones de cada niño y hacer un seguimiento
del cumplimiento del calendario.
* Higiene de los órganos
sensoriales.
LA PIEL protege el cuerpo del
ambiente exterior. En ella suele haber sudor, polvo, células muertas,
sal, gérmenes, etc. La limpieza total mediante ducha o baño
diario es una necesidad. Las manos deben lavarse frecuentemente con agua
y jabón y el corte de uñas evitara los gérmenes en
la zona subungual.
LOS OÍDOS se lavan con agua
y no se introducirán palitos que puedan empujar las secreciones
al interior y lesionar el tímpano.
LA NARIZ puede limpiarse con suero
y procurar que no esté obstruida por secreciones mocopurulentas.
Aunque sea un gesto simbólico, desde pequeñitos podemos
acostumbrar a los niños a limpiarse la nariz.
LA BOCA hay que acostumbrar a los
niños a cepillar los dientes y hacer enjuagues bucales desde edades
tempranas. El cepillo suave y el agua son suficientes. El seguimiento
médico de la dentición completará la higiene y salud
bucal.
LOS OJOS como se ha explicado con
amplitud en la dimensión sensorial de la visión, la higiene
ocular es imprescindible para mantener la maravillosa fuente de información
que provee este sentido. Los ojos se limpian con agua al lavarse la cara
y la correcta limpieza de las manos evita que al llevarlas a los ojos
ocasionen conjuntivitis. Hay que cuidar las condiciones ambientales de
iluminación, situación, proyección de sombras, etc.,
observar si existen dificultades de visión, prevenir traumatismos
oculares y desarrollar una correcta estimulación visual.
* Salud mental. Consideramos
al niño como unidad radical. Es imposible separar la salud física
en cuanto a cuidado y conservación del cuerpo, de la salud mental.
El educador profesional y responsable
orienta su trabajo a eliminar factores ambientales desfavorable para el
normal desarrollo psicológico de sus alumnos.
Nuestra propuesta de trabajo sugiere
la estimulación temprana del niño junto con la prevención
de psicopatologías y el asesoramiento familiar. Fruto de la correcta
estimulación será la potenciación de las cualidades
innatas del niño que le conducirán a la madurez y feliz
adaptación familiar, escolar y social.
* Educación vial. La
vida infantil, sobre todo en las grandes ciudades, se desarrolla en entornos
pueden lesionar la salud de los niños. La familia, junto con el
educador, deben proveer de información a los pequeños para
que éstos sepan desenvolverse sin riesgos en la calle. Nuestro
plan de actividades aconseja al educador ejercicios para que los niños
conozcan los elementos que encuentran en sus salidas habitualmente, las
calles, plazas, jardines, parques, semáforos, cruces, pasos de
cebra, etc., y el modo como han de comportarse al transitar por estos
lugares.
Las salidas fuera del entorno escolar,
como visitas a mercados, a un parque próximo, etc., son situaciones
ideales para realizar actividades sobre educación vial y educación
ambiental.
* Educación ambiental.
El niño no crece como sujeto aislado, se desarrolla dentro de una
comunidad, y las actuaciones de cada miembro influyen en el ambiente del
colectivo. La educación ambiental va dirigida a que el niño
conozca y se relacione de forma positiva con su entorno inmediato, que
adquiera experiencias, actitudes y valores relacionados con el medio ambiente
que le conduzcan a la autoprotección, la sensibilidad, el respeto
y el cuidado de su entorno natural y social.
Por último, no podemos
dejar de recordar que el educador tiene la obligación de revisar
su propia salud para evitar la transmisión de gérmenes y
agentes infecciosos
dimensión de la psicomotriz
Relaciona las
funciones neuromotrices del organismo y sus funciones psíquicas
como un solo proceso. Supone un conocimiento y control de la propia
actividad corporal. Por razones obvias es sin duda la más
extensa de enumerar.
Englobamos en
esta dimensión:
- Esquema corporal:
* Imagen Corporal:
- Partes del cuerpo
- Segmentos corporales
- Simetría lateral
- Percepción sensorial
* Control y maduración tónica:
- Relajación :(global y segmentaria).
- Tono muscular.
- Nociones tónicas (esfuerzo, presión,
tensión)
* Control Respiratorio:
- Inspiración- Espiración.
- Respiración bucal, nasal, abdominal.
* Control Postural:
- Equilibrio (reflejos, movimientos).
- Desplazamientos en equilibrio.
* Control Desplazamientos:
- Formas.
- Nociones (paso, impulso, apoyo, equilibrio).
- Desplazamientos (rítmicos-condicionados).
* Coordinación Visomotriz:
- Coordinación ojo-pié.
- Coordinación ojo-mano.
- Manipulación de objetos.
* Grafomotricidad.
- Organización Espacial:
* Nociones Espaciales.
* Localización Espacial.
* Orientación y direccionalidad.
* Ordenación Espacial.
- Organización Temporal:
* Duración.
* Velocidad.
* Ritmo.
* Simultaneidad.
* Sucesión.
La dimensión psicomotriz
relaciona las funciones neuromotrices del organismo y sus funciones psíquicas
como un solo proceso.
El desarrollo motor madura física
y psíquicamente en los tres primeros años siguiendo unas
pautas que constituyen las líneas comunes para la mayoría
de seres humanos.
Abordamos la dimensión
psicomotriz desde la interrelación con el resto de dimensiones
y basándonos, en principio, en los aspectos neurológicos
que nos llevan a posteriores relaciones con los aspectos psicológicos.
La acción psicomotora se
basa en la organización nerviosa y endocrina que garantiza la vida
vegetativa y de relación. Simplificando mucho, tres sistemas contribuyen
en la regulación de esta base: (para mayor información,
ver el capítulo sobre "factores internos").
- El sistema nervioso cerebro-espinal
suministra motilidad al organismo y da lugar a la vida de relación.
El cerebro es el centro de los procesos de la vida psíquica consciente.
- Los sistemas nerviosos simpático
y parasimpático regulan y coordinan la vida vegetativa.
- El sistema endocrino interactúa
con los dos anteriores y mantiene el equilibrio hormonal del organismo.
Estos tres sistemas se conectan
entre si por debajo de la zona de consciencia de la corteza cortical,
en el mesencéfalo. Aquí llegan las ondas sensitivas y cinestésicas
que se refieren a las posturas, los movimientos, la orientación,
el equilibrio, etc. El mesencéfalo y el córtex intercambian
información, aunque no de forma constante.
Cuando el córtex recibe
información en conexión con el mesencéfalo, reacciona
a ella de forma consciente, por ejemplo, ante el dolor. Pero cuando no
intercambian información, ésta permanece en el inconsciente,
por ejemplo, los reflejos automáticos.
En el momento de nacer, los órganos
sensoriales presentan un adecuado grado de perfección, sin embargo,
el sistema neuromuscular está poco desarrollado. El recién
nacido presenta una motricidad no coordinada, generalizada y sin finalidad
alguna. La actividad refleja primaria o arcaica, que incluye todos los
reflejos que persisten hasta los tres o cuatro meses, le ayudan en su
adaptación al nuevo medio.
La maduración que sigue
la motricidad, al igual que la del sistema nervioso, es céfalo-caudal,
se inicia en los músculos que mantienen la cabeza erguida hacia
abajo, y proximodistal, se extiende del centro del cuerpo a las extremidades.
Alrededor de los tres meses, el
bebé sostiene la cabeza erguida cuando está sentado y, al
ponerle boca abajo, se apoya en los antebrazos levantando la cabeza y
los hombros.
La hipertonía del recién
nacido se convierte, de los tres a los nueve meses, en hipotonía
que apenas se apreciará después de los 18 meses.
A los seis meses, el niño
mantiene la sedestación en breves períodos de tiempo que
aumenta progresivamente. En esta edad se voltea con facilidad y se inicia
en la reptación. A los siete meses, cuando está sentado,
se ayuda apoyando los brazos delante del cuerpo, y a los ocho meses mantiene
un buen equilibrio sentado.
La etapa de gateo se muestra más
irregular, algunos niños comienzan a gatear a los ocho meses y
otros gatean después de caminar.
Entre los ocho y nueve meses, se inicia
la posibilidad de mantenerse en pie sin apoyo durante unos segundos. De
los diez a los doce meses, puede estar en bipedestación sin ayuda.
La marcha se consolida alrededor
de los doce meses. Comienza con desplazamientos cortos y próximos
a las paredes, muebles o a las manos del adulto. Camina agarrado de una
mano al adulto y después lo hace solo.
No hay una edad exacta para que
el niño comience a caminar, al igual que en el resto de adquisiciones
motoras, lo que es invariable es el orden de adquisición. Un niño
no podrá caminar si antes no se mantiene en pie sin ayuda, no obtendrá
este logro sin sentarse solo y no mantendrá la sedestación
independiente sin buen control cefálico.
Con una correcta estimulación.
Pueden adelantarse las fechas de dominio de habilidades motoras, pero
no el orden. Igualmente, un niño puede comenzar a caminar a los
nueve meses y otro a los trece sin que consideremos anormal al segundo.
A partir del año, el niño
adquiere y domina diferentes destrezas motoras que le permiten alcanzar
mayor autonomía: subir y bajar escaleras, dominar diferentes desplazamientos,
sentarse en sillas pequeñas, montar en triciclo, coordinar movimientos,
doblar la cintura al agacharse, etc.
La coordinación de los
dedos y manos también progresa rápidamente en los tres primeros
años.
Durante las primeras semanas,
el bebé mantiene los puños cerrados, a los dos meses pasa
largos ratos tratando de coordinar los movimientos de las manos, y hacia
los cuatro o cinco meses ya tiene control voluntario de las manos, comenzando
la manipulación de objetos. Con medio año sostiene objetos,
primero con las dos manos y después con una. Entre los nueve y
diez meses ya ha aprendido a utilizar pinza digital, es decir, utiliza
el pulgar y el índice para coger objetos.
A los dos años, el niño
se mueve continuamente, manipula y explora su entorno cada vez con más
eficacia. Progresa en el control de sus movimientos y, antes de cumplir
los tres años, come solo y realiza muchas tareas de modo autónomo.
La integración corporal es cada vez más patente.
Para elaborar el plan de actividades
hemos tenido en cuenta los aspectos más relevantes de la dimensión
psicomotriz y a continuación hacemos una corta explicación
sobre los contenidos.
ESQUEMA CORPORAL. Como
la ajustada relación entre el niño y su medio. Incluimos
las sensaciones percibidas, los movimientos realizados y el reconocimiento
corporal. Para ello es necesario:
- Una imagen del yo corporal
y conocimiento del propio cuerpo en relación con el espacio, los
objetos y las demás personas.
- Control y maduración tónica
que le lleva al control de la tensión muscular sin realizar movimientos.
- Control respiratorio, dominando
los mecanismos voluntarios de toma y expulsión de aire, utilizando
la boca y la nariz.
- Control postural, manteniendo
posiciones correctas gracias a los reflejos que modifican el tono muscular
y el equilibrio de los desplazamientos corporales.
- Control de desplazamientos
con dominio de las distintas formas y posturas de movimiento en el espacio.
- Coordinación visomotriz,
controlando partes del cuerpo en función de los estímulos
visuales que recibe y adecuando las respuestas motoras a estos estímulos
y a finalidades concretas.
ORGANIZACIÓN ESPACIAL.
Es la percepción que el niño tiene del espacio, tanto próximo
como lejano, en el que vive, se mueve y desarrolla su actividad mental.
Esta organización supone conocer puntos de referencia básicos
en cuanto a la orientación y posición del niño y
los objetos de su entorno.
ORGANIZACIÓN TEMPORAL.
Se coordina con la categoría espacial. En los tres primeros años
difícilmente puede asimilar los conceptos temporales, pero debemos
estimular el aprendizaje de las bases de otras adquisiciones futuras.
En el primer año, el niño
tiene impresiones temporales que se relacionan con ritmos internos como
la vigilia y el sueño, la actividad y el reposo, o la alimentación.
Más tarde, las sensaciones temporales se organizan respondiendo
a los acontecimientos cotidianos como levantarse, comer, la siesta, el
baño, el paseo, acostarse, etc. Alrededor de los tres años,
ya posee sentido del tiempo, aunque no asimile su concepto.
dimensión cognitiva
En general
supone la habilidad del razonamiento, capacidad de recordar y
percibir semejanzas, diferencias, así como establecer relaciones
entre ideas y cosas.
Englobamos
en esta dimensión:
- Desarrollo del pensamiento lógico.
- Conservación, Asociación, Clasificación,
Seriación y Causalidad.
- Estrategias de Selección, Codificación,
Procesamiento y Recuerdo.
- Resolución de problemas.
- Desarrollo de la imaginación.
- Iniciativa, Decisión y Anticipación
de consecuencias.
- Actitud de Búsqueda, Observación,
Experimentación, etc...
El conocimiento que el niño
obtiene de su medio se encuentra limitado por la evolución de sus
estructuras cognitivas. No significa que conozca menos del medio que en
etapas posteriores, sino que lo conoce de otra forma.
El desarrollo intelectual del
niño no evoluciona de manera independiente al resto de dimensiones
madurativas, ya que se encuentra estrechamente interrelacionado.
Un buen programa de estimulación
en los tres primeros años puede mejorar notablemente los logros
cognitivos propios de este período, siempre que no pretendamos
forzar un aprendizaje para el cual el niño no está capacitado.
Las investigaciones de Piaget,
aunque hayan sido muy discutidas en los últimos años, nos
ofrecen un marco general del desarrollo cognitivo del niño que
es de utilidad. Las teorías piagetianas establecen un primer estadio
de cero a dos años, conocido como estadio sensoriomotor y que es
radicalmente diferente a cualquiera de las etapas por las que pasa el
niño posteriormente.
En este período el conocimiento
que adquiere el niño sobre el mundo que le rodea es, fundamentalmente,
práctico y relacionado con sus acciones como chupar, tocar, golpear,
tirar, etc. En etapas posteriores se basará en sus representaciones.
Piaget establece un segundo período
que denomina de preparación y organización de las operaciones
concretas. Puede abarcar entre el año y medio, o los dos años,
hasta los once o doce años. Considera que en el subperíodo
preparatorio (entre el año y medio o dos hasta los seis o siete)
aparece la función semiótica que supone la adquisición
de habilidades de representación, y comienza la interiorización
de los esquemas de acción a los dos años, quedando establecidos
alrededor del cuarto año.
Las investigaciones de Piaget
y otros autores definen el tramo entre los dos y cuatro años como
una etapa de limitaciones cognitivas, de egocentrismo verbal e intelectual
y de falta de estrategias de codificación y atención, porque
el desarrollo cognitivo está vinculado a la función semiótica.
ETAPAS DEL DESARROLLO COGNITIVO
EN EL ESTADIO SENSORIOMOTOR SEGÚN PIAGET.
SUBESTADIO I (de cero
a un mes).
El niño dispone de gran cantidad
de reflejos que son los elementos básicos iniciales sobre los que
se establece el crecimiento cognitivo posterior y los denominados esquemas
sensomotores iniciales.
Hay ausencia de comportamiento inteligente.
En la conducta refleja se observan ciertas regularidades funcionales como
la organización, la asimilación y la acomodación.
SUBESTADIO II (de uno a cuatro
meses).
Desaparición de los reflejos
y transformación en acciones voluntarias.
Aparecen las primeras repeticiones
de una misma acción (reacción circular primaria).
Hay coordinación incipiente
de varias acciones como ver y oír, o ver y tocar.
SUBESTADIO III (de cuatro a
ocho meses).
Hay reacciones circulares secundarias.
Perfecciona la coordinación de acciones. Repetir acciones le conduce
hacia su automatismo, luego las repite por el placer de realizarlas y
experimentar la consecuencia de su acción sobre el medio.
Muestra progresivo interés
en los efectos de sus acciones sobre los objetos y sucesos de su ambiente,
también sobre las propiedades de los objetos y sucesos.
En este período comienza la
imitación.
Es capaz de recuperar un objeto parcialmente
tapado.
SUBESTADIO IV (de ocho a doce
meses).
Coordinación de esquemas secundarios
y su aplicación a situaciones nuevas.
Aparece la conducta intencional, ejercita
intencionalmente un esquema como medio para llevar a cabo un fin u objetivo.
Comienza a interpretar signos, sucesos
exteriores. Aparece la capacidad de anticipar acciones a partir de indicios.
Perfeccionamiento de la permanencia
del objeto.
La presencia del juego es más
clara.
SUBESTADIO V (de doce a dieciocho
meses).
Las reacciones circulares terciarias
y el descubrimiento de nuevos medios a través de la experimentación
activa.
Existe la exploración intencionada
a través del ensayo y error, de las potencialidades y propiedades
de los objetos.
La extraversión cognitiva es
muy superior, el niño tiene una actitud experimental y exploratoria
del mundo exterior.
Hay distinción entre medios
y fines.
El proceso de imitación es
más claro y evoluciona el juego.
SUBESTADIO VI (de dieciocho
a veinticuatro meses).
Invención de nuevos medios
a través de combinaciones mentales.
Adquisición plena de la permanencia
del objeto.
Capacidad para representar el objeto
de las propias cogniciones por medio de símbolos y capacidad para
actuar inteligentemente con respecto a esta realidad interna simbolizada.
Aparece la función simbólica. Según Piaget el niño
inventa nuevos recursos a través de combinaciones mentales, frente
al descubrimiento mediante la experimentación activa, que era la
característica de períodos anteriores.
Aparece la imitación diferida,
lo cual supone una representación interna.
Comienza a manifestarse la ficción
o juego simbólico.
En el período sensoriomotor
hay dos adquisiciones fundamentales, LA DISTINCIÓN ENTRE MEDIOS
Y FINES, es decir, la capacidad de obtener un objeto o fin utilizando
otro objeto intermedio. Por ejemplo, tirar de un mantel para acercar la
cuchara. Esta adquisición supone una superación de la inteligencia
solamente práctica, y la existencia de capacidad de razonamiento
más allá de los datos de la percepción (sólo
ver el mantel no significa que sea útil para su fin: coger la cuchara).
LA PERMANENCIA DEL OBJETO es la
segunda adquisición fundamental. Supone que el niño comprende
el hecho de que los objetos existen aunque no sean directamente perceptibles.
Por ejemplo, cuando el niño tiene delante un juguete y lo cubrimos
con un pañuelo, aparta el pañuelo porque sabe que el juguete
continúa existiendo aunque no lo vea.
Nos sumamos a las criticas que
se han realizado a las teorías de Piaget y de otros psicólogos
cognitivos en cuanto a que no se han ocupado de las diferencias individuales
y de los efectos de una correcta estimulación.
Actualmente hay varias corrientes
de investigación que subsanan estas deficiencias. Por ejemplo,
los estilos cognitivos, N. Kogan los define como "la variación
individual de los modos de percibir, recordar y pensar, o como formas
distintas de aprender, almacenar, transformar y emplear la información".
Nuestro programa pretende proporcionar
un ambiente suficientemente estimulante como para que las muestras de
procesos cognitivos sensoriomotores aparezcan espontáneamente de
forma temprana. Proponemos que en el contexto del juego se requieran acciones
cada vez más complejas por parte de los niños.
Como ya se ha argumentado ampliamente
en el apartado que corresponde al desarrollo neurológico, está
comprobado que:
- La estimulación temprana
acelera el proceso de mielinización del sistema nervioso.
- La estimulación temprana
afecta y promueve el desarrollo de conexiones neuronales.
- La estimulación temprana
utiliza técnicas especificas para involucrar a los dos hemisferios
cerebrales en el mismo proceso.
- La evolución intelectual
requiere procesos cerebrales y del sistema nervioso.
Además, la estimulación
temprana favorece el desarrollo de todas las dimensiones madurativas,
como se desprende de los capítulos precedentes y posteriores al
presente.
Por estas razones y otras muchas
que destacamos a los largo de este proyecto, podemos asegurar que una
estimulación bien ejercida potencia el desarrollo intelectual del
niño y su evolución en todos los ámbitos de la vida.
dimensión comunicativa
Es el medio
de interacción con los demás, consigo mismo y con
el medio.
Englobamos
en esta dimensión:
* Lenguaje Oral:
- Sensibilidad al sonido.
- Percepción auditiva.
- Percepción-Discriminación fonética.
- Memoria auditiva.
- Comprensión oral.
- Fonética y Articulación.
- Ritmo y Entonación.
- Expresión oral.
- Vocabulario.
* Iniciación al lenguaje escrito:
- Percepción-Discriminación
visual.
- Memoria visual.
- Organización Espacio-Temporal.
- Grafomotricidad:
+ Control motor grueso.
+ Control motor fino.
+ Control postural.
+ Control tónico.
+ Independencia segmentaria.
+ Inhibición motriz.
+ Coordinación visomotriz.
+ Control de movimientos oculares.
* Expresión Plástica.
* Expresión Corporal.
* Expresión Musical.
La evolución comunicativa
está determinada por la adquisición y desarrollo del lenguaje,
que es un proceso largo a través del cual el recién nacido
no hablante adquiere el dominio de la lengua que se habla en su entorno
para interactuar con él.
Adquirir el lenguaje supone manejar
un sistema muy complejo. El niño lo consigue en una edad muy temprana
y en poco tiempo. Por eso, debemos adoptar una perspectiva pluridimensional
que tenga en cuenta todos los factores, elementos, niveles y componentes
del desarrollo lingüístico.
El lenguaje es el fruto del deseo
de comunicar, transmitir e influir. Está implícito, y es
inevitable, en el contacto entre seres humanos.
Existe el lenguaje natural, compuesto
por comunicaciones corporales o gestuales y locuciones universales como
el llanto o el grito. También el lenguaje, digamos artificial,
creado por el hombre, que está formado por símbolos y reglas.
Este lenguaje facilita y perfecciona la comunicación y requiere
capacidades específicamente humanas como la simbólica, la
de abstracción, la de asociación, de análisis, etc.
Son muchas las investigaciones
y los estudios sobre la adquisición y desarrollo de los componentes
lingüísticos. La discusión y diferencias nos sugieren
adoptar un punto de vista práctico en nuestra exposición,
siempre teniendo en cuenta que la sola descripción cronológica
nos puede conducir a errores.
En los aspectos fonológicos,
el recién nacido pronto distingue entre el habla y otros sonidos.
Entre los dos y los cuatro meses comienza a discriminar entre las voces
humanas, enseguida puede identificar los diferentes sonidos básicos
del habla y los principales patrones de pronunciación y acentuación
de voces. Progresivamente descubre las distintas combinaciones de sonidos.
Para adquirir el sistema fonológico
es vital la percepción, discriminación y memoria auditiva.
El niño no puede hablar si no es capaz de percibir, discriminar
y recordar la mayor parte de los contrastes fonológicos del lenguaje
adulto.
Stark establece las siguientes
etapas de producción de los sonidos prelingüísticos:
ETAPA I
Gritos reflejos y sonidos vegetativos
hasta la semana octava.
ETAPA II
Gorgoreos, arrullos y sonrisas entre
la semana 8 y 20.
ETAPA III
Juegos vocales entre la semana 16
y 30.
ETAPA IV
Balbuceo reduplicativo entre la semana
25 y 30.
ETAPA V
Balbuceo no reduplicativo y jerga
expresiva entre la semana 36 y 72.
El mismo autor observa que en
la etapa lingüística se van perdiendo algunos sonidos y se
seleccionan progresivamente con el dominio de todos los tipos de contrastes.
El niño adquiere el léxico
por imitación y refuerzo al repetir las palabras del vocabulario
adulto, y como fruto de su capacidad para crear palabras y dotarlas de
significado.
Las primeras palabras aparecen
entre los nueve y los catorce meses. Antes de cumplir los dos años,
maneja un vocabulario entre 200 y 300 palabras. A los 3 años alcanzará
más de 1.000 palabras.
Siempre teniendo en cuenta que las
fechas son sólo orientativas, establecemos el siguiente orden de
aparición del léxico:
Hasta los quince meses utiliza
sustantivos e interjecciones, a esa edad aparecen los verbos y poco después
los adverbios y conjunciones. Entre los 18 y 20 meses usa adjetivos y
pronombres, y a los tres años aumenta el empleo de verbos y pronombres,
disminuyendo la proporción de sustantivos en sus comunicaciones.
En cuanto a los aspectos sintácticos,
algunos autores mantienen que la primera palabra constituye una holofrase,
es decir, una oración condensada. Esta teoría también
tiene detractores, pero está claro y confirmado que los niños
utilizan inicialmente las palabras con nivel medio de generalización
y pronto pasan a la etapa de dos palabras donde si podemos hablar de iniciación
a la sintaxis.
El niño adquiere la sintaxis
adulta a través de la interacción con las personas que le
rodean. La imitación y el refuerzo moldean las formas gramaticales
y los contenidos semánticos.
En este proceso, largo y complejo,
progresivamente aparece la negación, la interrogación y
la pasiva, más tarde, el uso de oraciones compuestas.
Los aspectos pragmáticos
del lenguaje estudian la relación entre los signos y sus intérpretes,
es decir, las reglas que marcan y dirigen el uso del lenguaje dentro de
un contexto.
En esta etapa prelingüística
aparecen estrategias pragmáticas como tocar, señalar, dirigir
la mirada, los gestos de petición, aceptación y rechazo,
etc.
Como señalan Greenfield
y Smith, "los niños utilizan el contexto del mundo real en tanto
que marco estructural que van rellenado poco a poco con formas verbales".
Los niños adquieren progresivamente
destrezas de comunicación como atraer la atención del oyente,
hablar con claridad, ofrecer una información completa, centrar
el tema, respetar los turnos de conversación, etc.
En este componente del lenguaje,
como en todos, existe una relación muy importante entre el nivel
cultural familiar y el desarrollo lingüístico. Ofrecer al
niño un ambiente rico en estímulos para la comunicación
desde el nacimiento potencia la evolución de todas las dimensiones
madurativas, del mismo modo la evolución del resto de dimensiones
potencia el desarrollo comunicativo.
Los factores que determinan la
conducta lingüística dependen de variables del propio niño,
de su dotación genética, sobre todo, las que están
relacionadas con el desarrollo cognitivo. Pero, como ya se ha explicado,
tendrán influencia decisiva las variables ambientales, sobre todo,
las conductas lingüísticas de las personas del entorno del
niño y la imitación, el refuerzo y las interacciones comunicativas
que se establecen.
Reproducimos aquí los "hitos
en el desarrollo lingüístico" según E.H. Lenneberg.
12 SEMANAS
Llora notablemente menos, cuando se
le habla y se le hacen gestos, sonríe y después hace sonidos
de gritos y gorgoreos, llamados generalmente arrullos, que son de carácter
vocálico y tienen el fondo modulado: mantiene los arrullos durante
15-20 segundos.
16 SEMANAS
Responde a los sonidos humanos de
modo más definido, vuelve la cabeza, los ojos parecen buscar al
que habla: ocasionalmente cloquea.
20 SEMANAS
Los arrullos vocálicos comienzan
a ir acompañados por sonidos más consonánticos; las
fricativas labiales, las aspiradas y las nasales son corrientes; acústicamente,
todas las vocalizaciones son muy diferentes de los sonidos del lenguaje
maduro que le rodea.
6 MESES
Los arrullos se cambian por balbuceos
que recuerdan enunciados de una sílaba; ni las vocales ni las consonantes
se repiten de modo fijo; los enunciados más comunes suenan ma,
mu, da o di.
8 MESES
La reduplicación (o repeticiones
más contínuas) se hace más frecuente; los patrones
de entonación se van distinguiendo; los enunciados pueden indicar
énfasis y emociones.
10 MESES
Las vocalizaciones se encuentran mezcladas
con juegos sonoros como gorgoreos o explosiones de burbujas; parece querer
imitar los sonidos, pero las imitaciones no tienen nunca mucho éxito;
comienza a diferenciar entre palabras oídas haciendo ajustes diferenciales.
12 MESES
Se repiten secuencias idénticas
de sonidos con una frecuencia relativa de aparición mayor y surgen
palabras (mamá y papá), signos definidos de que comprende
algunas palabras y órdenes sencillas.
18 MESES
Tiene un período definido (más
de tres pero menos de cincuenta) de palabras; hay todavía mucho
balbuceo, pero ahora de varias sílabas con un intrincado patrón
de entonación; no intenta comunicar información y no siente
frustración si no se le entiende; las palabras pueden incluir elementos
como gracias o ven aquí, pero existe poca capacidad para juntar
dos elementos léxicos en frases espontáneas de dos elementos,
la comprensión progresa rápidamente.
24 MESES
Vocabulario de más de cincuenta
elementos (algunos niños parecen capaces de nombrar todo lo que
les rodea) comienzan espontáneamente a juntar elementos del vocabulario
en frases de dos palabras; todas las frases parecen ser creaciones propias;
incremento definido de la conducta comunicativa e interés en el
lenguaje.
30 MESES
Incremento más rápido
en el vocabulario con muchas adiciones nuevas cada día; no hay
balbuceos; los enunciados poseen intención comunicativa; se frustra
si los adultos no le entienden; los enunciados contienen al menos dos
palabras, muchos tienen tres e incluso cinco; las oraciones y sintagmas
tienen una gramática característica del niño; esto
es, rara vez son repeticiones literales de enunciados de los adultos;
la inteligibilidad no es aún muy buena, aunque hay grandes variaciones
entre los niños; parece entender todo lo que se le dice.
36 MESES
Un vocabulario de unas 1.000 palabras;
sobre un 80% de los enunciados es inteligible incluso para extraños;
la complejidad gramáticas de los enunciados es aproximadamente
la del lenguaje coloquial de los adultos, aunque todavía se producen
errores.
Teniendo en cuenta los estudios
de las diferentes tendencias en la investigación de la adquisición
y desarrollo del lenguaje, y nuestra propia experiencia, elaboramos el
plan de actividades siempre observando los contenidos de esta dimensión
y pretendiendo potenciar todas las formas de expresión y comunicación.
dimensión creativa
La afirmación
de uno mismo a través de la obra o conducta original, novedosa
y valiosa.
Englobamos en
esta dimensión:
- Expresividad personal.
- Capacidad imaginativa, fantástica e
intuitiva.
- Respuestas y actitudes creativas.
- Expresión de vivencias, sentimientos,
etc...:
* Lenguaje oral.
* Expresión plástica.
* Expresión corporal.
* Expresión musical.
- Sensibilidad ante la belleza y la realidad
Todos nacemos con diferentes
clases y grados de potencial creativo. Esta es la dimensión madurativa
más vulnerable a padecer daños y negligencias durante la
infancia, y la que, para desarrollarse más necesita ser reconocida
y sustentada.
Esta dimensión expresa
la singularidad, la libertad y la originalidad humanas.
A través de la creatividad,
el niño capta los estímulos y los transforma en expresiones
propias o en ideas originales. Progresivamente, logra la afirmación
de sí mismo gracias a sus creaciones.
Para que una acción, conducta,
obra o idea sean creativas, además de la originalidad, intervienen
aspectos del resto de dimensiones madurativas y la imprescindible capacidad
asociativa como proceso de poder generar ideas y pensamientos libremente.
Los pensamientos provocan sentimientos,
si éstos se reprimen no desaparecen sino que actúan por
su cuenta creando ansiedad en el niño e impidiendo la creación.
Si el proceso creativo no está agobiado por la represión
y el exceso de normas, las asociaciones son ricas y libres.
A medida que los niños
crean, son más conscientes de sus sentimientos, aumenta la seguridad
en sí mismos, la autoestima, y afirman quiénes son.
En nuestra propuesta, el educador
debe crear un ambiente estimulador que propicie el interés y entusiasmo
de los niños por conocer su medio y descubrir situaciones novedosas
diariamente. Debe fomentar la imaginación y curiosidad, también
la espontaneidad que se produce cuando hay contacto con los propios sentimientos
y que es la antítesis de la impulsividad.
El educador flexible pregunta,
sugiere, orienta, escucha y ayuda a los niños; permite la libertad
de acción dentro de unos límites y favorece la autonomía
e independencia enseñándoles a asumir la responsabilidad
de su conducta.
Al elaborar el plan globalizado
de actividades hemos tenido en cuenta los aspectos más relevantes
que favorecen el desarrollo creativo como:
- La estimulación sensorial.
El placer del niño por observar, examinar y explorar cuanto le
rodea es la base para que conozca de forma directa todo lo que está
y acontece en su entorno.
Si el entorno es variado, estimulante,
e incorpora novedades, se desarrolla el interés del niño
por conocer nuevos elementos, aumentar su curiosidad y vocabulario.
Como ya explicamos en el apartado
correspondiente a la dimensión sensorial, el niño de cero
a tres años percibe los objetos de forma globalizada. Estimulando
la percepción y discriminación de sus sentidos lograremos
que aprecie cualidades como la forma, el color, el tamaño, olor,
etc.
- Progresivamente se estimulará
la sensibilidad para desarrollar la imaginación e improvisación
necesarias para conseguir cualquier producción creativa.
- La sensibilidad requiere del uso
correcto de los sentidos, gracias a ella la percepción de la belleza,
el reconocimiento y respeto por las creaciones propias y ajenas adquieren
valores ajustados.
- La programación de actividades
debe ser flexible, fomentando la iniciativa de acción de los niños.
Esto significa favorecer la curiosidad, la inquietud, la crítica,
el hacer preguntas y plantear problemas que conducen a un afán
de saber más y a la estimulación de una mente activa.
- No importa que se hayan previsto
unas actividades y éstas sufran variaciones o deban posponerse
por el interés o la iniciativa de los niños. Las ejercitaciones
que obedecen al interés de los adultos, desestimando el de los
niños, no estimulan ni producen resultados positivos.
- Estimular la imaginación
implica favorecer la fantasía con cuentos, historias y fábulas,
también la capacidad de asociación de sus vivencias, ideas,
palabras, imágenes y sentimientos. El desarrollo de la intuición
completa la estimulación adecuada a la imaginación.
- El educador que estimula la creatividad
basa sus interrelaciones en la empatía. Comprende al niño
viendo las situaciones desde su punto de vista sin enjuiciarle o manifestar
desacuerdo. Se comunica con los sentimientos del niño a través
de los propios, respetando sus emociones y ofreciéndole libertad
para crecer de forma única.
- La creatividad potencial del niño,
para desarrollarse de forma óptima, necesita de un clima de seguridad,
confianza y amor.
- La actividad principal del niño
menor de tres años es el juego y éste es el medio natural
para desarrollar la creatividad. El educador programa períodos
de juego dirigido y otros de juego libre. En éstos últimos
se prepara el ambiente adecuado para que, libremente, el niño actúe
como mejor prefiera. Esta libertad de acción y elección
proporciona el placer que estimula la creatividad.
- En los períodos de juego
libre, el educador interviene lo menos posible en la actividad de los
niños. Sin embargo, la observación atenta le ofrece información
valiosa y más ajustada a la realidad que la obtenida en otro tipo
de actividades.
dimensión moral
Hemos recogido
aquellos aspectos de la personalidad que permiten el desarrollo
del comportamiento libre, autocontrolado, responsable y adecuado
a la comunidad.
Englobamos en
esta dimensión:
* Concepto de si mismo:
- Autoestima, Aceptación y Confianza
en si mismo.
- Discriminación de comportamientos adecuados.
- Autocrítica: Reconocimiento de errores,
Valoración de su propia actuación.
- Responsabilidad, Compromiso personal.
- Autocontrol.
- Defensa de los derechos y opiniones.
- Autonomía e iniciativa, Planificación
y Secuencia de la propia acción.
* Convivencia:
- Participación en el grupo y
en el establecimiento de normas.
- Respeto a los demás y al entorno.
- Interiorización de pautas de convivencia.
- Ayuda y colaboración con iguales y adultos.
- Expresión de afecto y de sentimientos.
* Respeto a la diversidad:
- Etnias, Religiones o Culturas.
- Diferencias de tipo físico o intelectual.
- Diferencias en función del sexo.
- Diferencias de clase social.
- Tipos de profesiones y ocupaciones.
* Conflictos:
- Resolución pacifica y progresivamente
autónoma.
- Dialogar para resolver conflictos.
- La no violencia.
- Desarrollo de hábitos cooperativos.
La evolución de la
dimensión moral permite el desarrollo del comportamiento libre,
autocontrolado, responsable y adecuado a las normas dictadas por la convivencia
social.
El niño de cero a tres
años carece de conducta moral. Su comportamiento se guía
por el placer que obtiene. Para él es bueno todo aquello que le
satisface y es malo lo que le produce malestar. No comprende otras normas
que las de satisfacer sus deseos.
Este egoísmo lleva al niño
a manifestar comportamientos desadaptados a las normas de convivencia
social como avasallar a otros compañeros por impulso temperamental
o por descarga de tensión, dominar a los adultos si éstos
lo permiten, acaparar juguetes, comportamientos negativos para atraer
la atención, etc.
El niño desconoce la existencia
de reglas o normas. Hasta los seis años aproximadamente, no dispone
de capacidad racional y del pensamiento lógico que le facilita
comprender los conceptos básicos, que son abstractos, de la vida
social.
Saber que el niño menor
de tres años carece de capacidad moral no significa que olvidemos
los objetivos de esta importante dimensión madurativa. Centraremos
nuestro trabajo en crear hábitos morales que faciliten la disposición
positiva para sus comportamientos morales futuros.
El centro de Educación
Infantil es el entorno social que, después de las experiencias
familiares, más facilita la superación de conductas egocéntricas
y antisociales del niño. La progresiva interiorización de
las normas que rigen la convivencia escolar y la práctica continuada
de juegos sujetos a una normativa, ofrecen experiencias para que el niño
adquiera un comportamiento personal de cooperación y respeto que
le conducirá en el futuro a interiorizar una escala de valores
adecuada.
Dado que la dimensión moral
está entrelazada inextricablemente con el resto de dimensiones
madurativas, las actividades encaminadas a superar los objetivos que proponemos
deben desarrollarse en toda actividad de modo global, guardando relación
directa con los actos e intereses del niño, no del adulto.
Nuestro programa de estimulación
moral que puede ir adquiriendo el niño, obedece a móviles
afectivos. Actuará de forma correcta para conseguir atención,
aprobación cariño. Por ello, en el plan de actividades sugerimos
al educador que establezca unos límites claros y flexibles para
las actuaciones de los niños. La constancia en el mantenimiento
de los límites, les ayudará a comprender que hay normas
externas a ellos para el comportamiento, que deben renunciar o posponer
algunos deseos y que esta renuncia se ve recompensada con reacciones de
aprobación y afecto por parte de los adultos.
El educador, conocedor de las
necesidades de cada niño, debe respetarlas y encaminar sus actuaciones
hacia el desarrollo de la capacidad de autocontrol de los niños.
Esta capacidad, en los tres primeros años, es casi inexistente,
por lo cual no consideramos los comportamientos propios de la etapa de
oposición y negativismo como no éticos, sino como conductas
psicológicas que evidencian el comienzo de la personalidad propia
y original.
A la hora de elaborar nuestra
propuesta de actividades hemos considerado que la moral se practica en
todas las acciones cotidianas, no pueden enseñarse sino vivirse.
Debemos organizar un medio propicio para las vivencias positivas, ofreciendo
modelos adecuados. Esto aconseja no adoptar autoritarismos, intransigencias,
comportamientos irrespetuosos y poco flexibles por parte del adulto.
Los contenidos de la dimensión
de la salud los agrupamos en cuatro bloques o ejes:
CONCEPTO DE SI MISMO. El
niño, como ser social, forma su personalidad en relación
con los demás. La imagen que forma de sí mismo procede de
la valoración que otras personas hacen de él, del afecto,
la aprobación, la confianza y el respeto que le ofrecen.
Este eje de contenidos se relaciona
principalmente con:
- La autoestima, la aceptación
y confianza en sí mismo.
- La discriminación de comportamientos
adecuados.
- La autocrítica: reconocer
los errores y valorar la propia actuación.
- La responsabilidad y el compromiso
personal.
- El autocontrol progresivo.
- La defensa de los derechos y las
opiniones.
- La autonomía e iniciativa.
La planificación y secuencia de la propia acción.
CONVIVENCIA. El centro
de Educación Infantil facilita la socialización. Lo concebimos
como una gran familia ofrece las experiencias relacionales necesarias
para que el niño pase, de la individualidad al encuentro con los
demás, en un clima afectivo, de seguridad, respeto y confianza
que le conduce progresivamente a la madurez y autonomía para la
convivencia social reglada.
Consideramos necesario fomentar
en los niños el interés y placer por compartir con los compañeros
objetos, atención, cariño, etc., por relacionarse y comunicarse
con los demás y por sentirse miembro activo del grupo social. De
este modo, a medida que su edad lo permita, superará los comportamientos
egoístas. Esto no podrá conseguirse si el educador mantiene
normas rígidas, autoritarismos, descalificaciones y fomenta los
sentimientos de culpa en los niños.
Los contenidos principales de
este eje serán:
- La participación en el grupo
y en el establecimiento de normas.
- El respeto a los demás y
al entorno en que se mueve.
- La interiorización de pautas
y normas de convivencia.
- La ayuda y colaboración con
iguales y con adultos.
- La expresión de afecto y
de otros sentimientos.
RESPETO A LA DIVERSIDAD.
Deseamos que los niños se inicien en la adquisición de una
escala de valores ajustada, que constituya la base de futuros aprendizajes
más específicos.
Dentro de las posibilidades de
que dispone, el educador debe propiciar el conocimiento y valoración
positiva de las diferencias, evitando situaciones de discriminación.
Fomentará el respeto y la tolerancia principalmente a la diversidad
de:
- Etnias, religiones o culturas.
- Diferencias de tipo físico
o intelectual.
- Diferencias en función del
sexo.
- Diferencias de clase social.
- Tipos de profesiones y ocupaciones.
CONFLICTOS. Pretendemos
que los niños aprendan a resolver pacíficamente los conflictos
propios de la convivencia que surgen diariamente.
Los niños observan constantemente
reacciones violentas ante diferentes situaciones. La violencia verbal
y física es habitual en adultos de su entorno, en otros niños
y en los medios de comunicación. Los pequeños imitan los
comportamientos que resultan eficaces, sin discernir si están bien
o mal. Los héroes de las series televisivas suelen triunfar gracias
a comportamientos agresivos, engañosos y faltos de escrúpulos
morales. En las discusiones de adultos, aparentemente, triunfa el más
violento y en las relaciones entre iguales suele obtener lo que desea
el niño más agresivo. Si, además, el educador grita
y castiga, se comprende que todos los modelos de conducta ofrecen al niño
un camino violento para resolver los conflictos.
Proponemos que el centro de Educación
Infantil se convierta en una isla de paz y tranquilidad en medio del mar
violento en que llega a convertirse en ocasiones la sociedad actual. Los
niños pueden y deben aprender a resolver conflictos de forma pacífica,
llegar a soluciones negociadas y tomar como ejemplo al educador que, como
persona madura, no utiliza las agresiones físicas ni verbales para
resolver sus propios conflictos.
En las actividades cotidianas
pretendemos:
- La resolución pacifica y
progresivamente autónoma de conflictos.
- Dialogar para resolver estas situaciones.
- La no violencia.
- El desarrollo de hábitos
cooperativos.
dimensión afectiva
Serán
el conjunto de procesos por los cuales se es consciente de los
propios sentimientos, estar en contacto con ellos y ser capaz
de proyectarlos en los demás, es decir, ser capaces de
involucrarse emocionalmente con otras personas mediante una relación
positiva.
Englobamos
en esta dimensión:
- Desarrollo y aceptación de la propia
identidad: individual, social, sexual, etc.
- Adquirir mecanismos de adaptación a
situaciones novedosas.
- Incrementar la autoestima, la confianza y la
seguridad en si mismo.
- Desarrollar vivencias y comunicaciones afectivas.
- Vivenciar sentimientos de satisfacción,
plenitud, goce, felicidad, etc...
- Manejar afectos, emociones y sentimientos de
forma adecuada.
- Autonomía, control de la propia conducta
y autocontrol personal.
- aumentar la capacidad de resistencia a la frustración.
- Evitar o canalizar sentimientos de ansiedad.
- Placer ante los logros propios.
El niño comienza
su vida afectiva antes del nacimiento. A partir del tercer mes de embarazo
el feto experimenta y siente. Incluso antes de nacer, percibirá
experiencias primarias positivas o negativas.
Las actitudes de serenidad, confianza,
ilusión, ternura y cariño de los padres, sobre todo la madre,
durante el embarazo facilitan las experiencias positivas y preparan el
ambiente más adecuado para recibir la niño. La forma en
que loa padres viven el tiempo de espera nos da una idea de como será
la familia cuando el niño nazca y el tipo de intereacciones afectivas
que experimentará. Desear al niño por si mismo, por motivos
ajenos a él o mantener dudas y rechazo ante la idea de tener un
hijo, marcarán de forma decisiva el mundo afectivo del nuevo ser.
Desde el momento de su nacimiento,
el niño comienza una búsqueda de estímulos, de satisfacción
de sus necesidades fisiológicas (hambre, sueño, higiene,
etc.), de seguridad y afecto. Estas serán las bases de su supervivencia.
En su relación con el mundo
que le rodea siente satisfacción y placer en algunos momentos y
frustración en otros. En función de como perciba el mundo,
del modo de comunicarse y de las experiencias placenteras o frustrantes
se originará y desarrollará la dimensión afectiva
del niño.
Su personalidad de adulto dependerá
en gran medida de como se hayan satisfecho sus necesidades básicas
y de las relaciones de afecto que haya establecido. Para alcanzar un desarrollo
emocional positivo, necesitará poseer la capacidad de empatizar,
simpatizar e identificarse con los demás, estableciendo vínculos
e intercambio de sentimientos. La consciencia y la correcta expresión
de los sentimientos le proporcionará la posibilidad de una individualidad
auténtica con aceptación, respeto y seguridad en sí
mismo; le ayudará a mantener un sentido de la identidad propia
y una sólida autoestima.
Pero todo lo anteriormente expuesto
no será posible si, en los primeros años de vida, los adultos
no sabemos atender sus demandas de bienestar fisiológico y afectivo.
A. H. MASLOW (1.982) establece
niveles de desarrollo afectivo en relación con las necesidades
que experimenta el individuo. Considera las siguientes necesidades:
1. Necesidades fisiológicas.
2. Necesidad de seguridad y protección.
3. Necesidad de amor y aceptación.
4. Necesidad de autoestima y de competencia.
5. Necesidad de autorrealización.
En nuestra propuesta partimos
de la realidad del niño y sus tendencias. Respetamos su individualidad,
potenciamos su desarrollo afectivo y trabajamos al igual que en el resto
de dimensiones, diseñando estrategias comunes con los padres que,
conocedores de los objetivos y metodología, colaboran con el educador.
Las experiencias positivas que
propiciamos forman hábitos emocionales positivos que ofrecen seguridad,
placer y alegría al niño. Estos sentimientos sirven de refuerzo
para que afronte nuevos estímulos y experiencias con expectativas
adecuadas.
El educador debe facilitar multitud
de situaciones que provean a los niños de experiencias positivas,
satisfaciendo sus necesidades adecuadamente, creándoles expectativas
correctas para cada situación, respetando los comportamientos de
descarga de tensión que pueden presentarse esporádicamente
y reforzando los esfuerzos y los logros.
Para estructurar los contenidos
principales de esta dimensión madurativa hemos tenido en cuenta
la evolución general que los niños muestran en las relaciones
afectivas en los primeros tres años:
- Durante el primer trimestre, el
niño no diferencia de una forma clara unas personas de otras. El
llanto, la sonrisa, los sonidos y el rastreo visual que utiliza el bebé,
le sirven para regular el tiempo que la madre está junto a él.
- En el segundo trimestre ya discrimina
la figura de la madre y dirige sus conductas principalmente hacia ella.
Ante las situaciones placenteras responde con sonrisas y relajación
muscular y con signos de disgusto a las que le resultan desagradables.
- A partir del sexto mes, el niño
desarrolla apegos intensos a personas específicas, sobre todo hacia
la madre que es la figura de apego principal. Utiliza sus posibilidades
de locomoción para permanecer a su lado, manifiesta alegría
cuando vuelve junto a él y la utiliza como base de operaciones,
explorando los alrededores y volviendo a su lado cuando se asusta o quiere
comprobar que no desaparece.
En este período, el niño
tiene reacciones de miedo ante los extraños y por los cambios de
su entorno. Comienza la etapa de "crisis de ansiedad" por la desaparición
de la figura materna y suele elegir un peluche u otro objeto como "sustituto
afectivo" u "objeto compensatorio" que, al estar a su lado, consuela la
ansiedad y le da seguridad.
Esta fase o período dura
hasta los tres años, decreciendo en intensidad a medida que el
niño va adquiriendo dominio de las relaciones y habilidades sociales.
Si vive experiencias placenteras con otras personas y vive un apego sano
con la madre, el miedo a los extremos y a los cambios disminuye enormemente.
Del desarrollo del apego en los
primeros años dependerán las relaciones afectivas en edades
posteriores. El apego lleva al niño a buscar el contacto directo
con los adultos y recibir de ellos gratificación emocional.
La capacidad del niño para
establecer un apego sano con la madre dependerá del vínculo
de ésta hacia el niño. El contacto físico continuado
alivia la ansiedad y la angustia, también el grado de sensibilidad
ante las señales y demandas del niño. Del mismo modo, facilitar
un ambiente que el niño pueda controlar y situaciones cotidianas
que sean para él predecibles, ayuda a desarrollar un apego sano.
Así como el apego del niño
a la madre es considerado como necesario para un desarrollo emocional
normal, un apego extremado puede producir alteraciones madurativas y diferentes
desórdenes emocionales en el niño.
Como fruto de nuestra larga experiencia
con niños escolarizados en edades tempranas y, contrastando los
resultados con los de prestigiosos investigadores (Shaffer, Parker y Sawin,
Kotelchuck, Zelaco, etc.) podemos afirmar que el niño establece
varios apegos principales, hacia la madre, el padre o el educador, siempre
que éstos satisfagan sus necesidades básicas siendo completamente
activos en sus interacciones afectivas. El establecimiento de otros apegos
no disminuye la intensidad del apego hacia la madre, incluso, en los primeros
meses de aparición de este vínculo, parece incrementarse.
En el plan de actividades hemos
tenido en cuenta los contenidos más relevantes de esta dimensión.
dimensión social
Supone la integración
a la comunidad, las relaciones humanas y las destrezas de interrelación.
Englobamos en
esta dimensión:
- Capacidad de adaptación, Relación
y Participación en los grupos sociales.
- Aceptación, Cumplimiento y Respeto de
normas de los grupos sociales.
- Asimilación de formas o modelos sociales
de comportamiento positivo.
- Progreso en el dominio de habilidades sociales.
- Iniciarse en la interiorización de valores
humanos.
- Progresar en la diferenciación de roles
sexuales. Aceptar el propio sexo y respetar al otro.
Elementos básicos
en su socialización. Estas personas forman parte de diferentes
estructuras;: familia, centro infantil, amigos del parque, etc..., y cada
estructura tiene sus propias características y reglas implícitas
o explícitas que socializan al niño en una determinada dirección.
Estas personas facilitan el desarrollo
de funciones sociales como la satisfacción de las necesidades básicas
del niño, la protección frente a riesgos y peligros, el
afecto, el apego, la exploración, la educación, el juego,
etc... En este proceso tiene más importancia el cumplimiento de
las funciones señaladas que el hecho de quien deba cumplirlas.
Los adultos y los elementos externos
al niño van moldeándole como ser social. Sin embargo, el
niño desempeña un papel principal en la configuración
de su propio desarrollo. Efectivamente, los factores externos y los procesos
ambientales interactúan con la dotación biológica
pero, además, el propio niño también interactúa.
Desde el momento en que nace,
el comportamiento social del niño se desarrolla gracias a su participación
activa en las relaciones sociales, a través de las cuales modifica
el comportamiento de los demás y es influído por los cambios
que ha operado. Por ejemplo, si desde el nacimiento, un niño duerme
mal, llora mucho y come poco, influye en el estado de ánimo, en
las emociones y los sentimientos de sus padres, modificando el comportamiento
de éstos y la forma de actuar hacia él.
Como hemos visto, la socialización
es un proceso original y continuado por el cual el niño adquiere,
progresivamente, los conocimientos, valores y pautas de comportamiento
de los grupos sociales.
Los primeros contactos e intercambios
con el medio van creando vivencias aprendidas o experiencias, según
sea la calidad de éstas, se configurarán las siguientes.
Si el contacto con las personas que le rodean es placentero, la próxima
vez se relacionará con una actitud positiva, de seguridad, y dispondrá
de motivación para establecer nuevas relaciones. Por el contrario,
si acumula experiencias negativas, sentirá inseguridad, falta de
estabilidad y predisposición negativa.
El niño domina la interacción
con el ambiente según sean las experiencias, los sentimientos,
las relaciones, los aprendizajes, etc... que va realizando, en función
de estos factores podrá desarrollar una personalidad activa y singular.
Los bebés son socialmente
activos incluso antes del nacimiento. El lactante establece interacciones
sociales como la imitación de gestos faciales, la sonrisa, el balbuceo,
el llanto, las respuestas reflejas ante estímulos, movimientos
de las extremidades, etc... buscando, principalmente, la satisfacción
de sus necesidades fisiológicas, sentirse protegido de peligros
reales o imaginarios, encontrar afecto, aprecio y aprobación de
los adultos, explorar el entorno, etc...
Los adultos responden, incluso
con anticipación, a las demandas ofreciendo proximidad física,
protección y seguridad, atendiendo sus necesidades y al llanto,
imitando sonrisas y sonidos, etc... De este modo estimulan y refuerzan
constantemente el desarrollo social.
Los mecanismos básicos
del aprendizaje social se realizan por medio de LA IMITACIÓN, LOS
REFUERZOS Y LA IDENTIFICACIÓN, y en el período de edad que
nos centramos, evolucionan estrechamente unidos al desarrollo del apego.
Según nuestra experiencia,
coincidente con estudios realizados por RODRIGO, LÓPEZ, SCHAFFER
y otros, podemos distinguir tres fases diferenciadas en estos tres primeros
años:
CONDUCTA ORIENTATIVA hasta
el tercer mes aproximadamente.
El bebé imita conductas
desde temprano. El llanto, la sonrisa, vocalizaciones, miradas... regulan
la interacción del niño, sobre todo con la madre.
Le atraen las personas más
que los objetos, pero aún no discrimina bien unas personas de otras.
Suele mantener conducta social positiva hacia cualquier ser humano que
le resulte agradable.
CONDUCTA DE SEÑALAMIENTO
de tres a seis meses aproximadamente.
El niño comienza a diferenciar
las figuras familiares de otras personas y objetos. Distingue características
de los padres, y, a su vez, los padres aprenden a interpretar las demandas
del bebé y a satisfacer adecuadamente sus necesidades. Hasta los
seis o siete meses sigue aceptando a personas extrañas si le resultan
agradables.
CONDUCTA DE ACERCAMIENTO
de seis meses a tres o cuatro años.
El niño desarrolla conducta
de apego hacia personas específicas (madre, padre, hermanos, educadores,
etc..) Siente miedo ante los extraños e intenta apartarse de ellos.
No obstante, si su madre se halla próxima, dentro del campo visual
del niño, tolera a desconocidos siempre que le resulten agradables.
El niño busca la proximidad
física de la madre, la sigue cuando se marcha y la recibe entusiasmado
cuando aparece. La utiliza como base para la exploración del entorno,
volviendo a ella cuando se asusta. Esta conducta se mantiene hasta los
24 meses aproximadamente, decreciendo en intensidad a partir de los dieciocho
meses.
En esta etapa, al niño
no le gusta separarse de su madre, por breve que sea la separación.
A medida que adquiere más
experiencia con las personas (sobre todo experiencias positivas y agradables)
y desarrolla procesos cognitivos, de reconocimiento, memoria, etc... decrece
el miedo al extraño.
De los dos a los tres años,
el niño dispone de mayor dominio de habilidades sociales y, en
presencia de adultos conocidos, se relaciona fácilmente.
LA FAMILIA es la agencia de socialización
primaria y básica. Dentro del seno familiar se transmiten las primeras
pautas culturales y la educación de los sentimientos, las actitudes
y los valores.
Las relaciones que se establecen
entre los miembros de la familia determinan el desarrollo social del niño.
No hacemos aquí una explicación
acerca de la influencia decisiva de los padres en el proceso de socialización
del niño dado que ya ha sido detallado en el capítulo correspondiente
a la Familia Educadora. Sin embargo, si nos detenemos a analizar brevemente
el efecto socializante de la relación entre hermanos dada su importancia.
Estos efectos socializantes entre
hermanos se ejercen a través de intercambios comunicativos, afectivos
y relaciones de juego. Los patrones de interacción que establecen
contribuyen a configurar su desarrollo personal y social. En palabras
de LAMB "Los hermanos establecen y mantienen normas, se erigen en modelos
y proporcionan consejos, desempeñan roles complementarios entre
sí (a través de los cuales desarrollan y practican habilidades
sociales) y sirven de confidencia y apoyo en momentos de estrés
emocional".
En función del lugar que
ocupan, los hermanos adquieren unas características de personalidad
que ahora resumimos, siempre teniendo en cuenta que cada niño es
original, único e irrepetible.
-. Los hijos nacidos en primer
lugar, durante los primeros años son hijos únicos y comparten
todo el amor, la ansiedad y la inexperiencia del padre y la madre. En
muchos casos, los padres primerizos tienden a sobreproteger y a dejarse
dominar por el recién nacido más que por los hijos posteriores.
Los primogénitos tienden a identificarse más fácilmente
con los padres que con sus hermanos pequeños. Adoptan los valores
paternos y mantienen altos niveles de exigencia para sí mismos.
Son más dependientes, más conformistas a la autoridad y
a la presión social, también más inclinados a tener
sentimientos de culpa, se preocupan por cooperar y responsabilizarse además
de disponer de gran motivación para alcanzar logros.
La influencia del hermano llega
al mayor incluso antes de su nacimiento. Durante el embarazo, los padres
preparan su llegada, otros familiares y amigos hacen preguntas sobre el
niño que nacerá restando parte del protagonismo del que
gozaba el primogénito.
Cuando nace el hermano, el mayor
se siente desplazado, se alteran las relaciones iniciales y el tiempo
de atención de los padres debe compartirlo con el segundo. Siente
que le usurpa el estatus de hijo único y ésto puede crearle
resentimiento y rivalidad.
-. El segundo suele presentar
unas características más complejas, que serán diferentes
si es el último hijo o bien si quedará en lugar intermedio
por el nacimiento de otro hermano.
El tipo de relaciones entre los
padres y el primogénito, de éstos hacia el segundo, y del
primogénito hacia su hermano, determinarán la personalidad
del segundo hijo como ser social.
La mayoría de los rasgos
comunes del segundo hijo están determinados porque siempre encuentra
por encima de él al hermano mayor que es alabado y respaldado por
los padres. Ve a su hermano más grande, más fuerte y más
capaz que él, por eso su tarea es la de tratar de alcanzar al que
marca el paso. En la competición por obtener la atención
de los padres imitando al mayor no suele tener éxito, por ello
toma la posición contraria en casi todas las tendencias o rasgos
que manifiesta el mayor, tratando de destacar en lo que éste no
brilla. Suelen ser menos cautos, corren más riesgos. En casa se
acomodan a las necesidades y deseos de los demás o bien se rebelan
constantemente. Casi siempre, poseen más habilidades sociales,
sobre todo con los amigos, y su capacidad de adaptación es mayor
que la del primogénito. Suelen ser más creativos y originales.
Las características descritas
en ambos casos tienen diferentes matizaciones en función del sexo
de cada uno de los hermanos y de las circunstancias familiares de cada
niño en concreto.
Las interacciones que constituyen
el vínculo fraternal afectan al niño a lo largo de toda
su vida, ejercen un influjo positivo, favorecen la sociabilidad y la ayuda
mutua. Aprenden a ceder, a negociar y buscar formas de entendimiento y
diálogo. Potencian la resistencia a la frustración y la
independencia.
Para que estas interacciones faciliten
los aspectos positivos, los padres deben mantener actitudes adecuadas
que cultiven la individualidad, la satisfacción personal y la autoestima
de cada hijo.
-. El hijo único no goza
de los efectos positivos del vínculo fraternal, pero su desarrollo
social puede ser adecuado si se le facilita un ambiente rico en experiencias
de interacción social (juegos en el parque, escolarización
temprana, relación con primos, vecinos, etc.).
El hijo único suele sentirse
como un ser privilegiado que habitualmente es centro de atención
de todos los miembros de la familia. Los padres son bastante protectores
con él conduciéndole a una mayor dependencia de ellos. Tiene
más tendencia a creer que todos están a su servicio y, si
los adultos lo permiten, podrá desarrollar un carácter caprichoso
y oportunista. El nivel de adaptación a situaciones novedosas en
los primeros años suele ser menor que en otros casos.
Si la educación que el
hijo único recibe en la familia es adecuada, y las experiencias
socializantes tempranas son positivas, pueden tener una fuerte tendencia
al éxito y a la eficacia, como muestran los estudios realizados
por Hawke y Knox en 1.978: "Presentan una madurez intelectual y verbal
superior a la de otros niños, razonan con rapidez y disponen de
un léxico abundante, llaman la atención por su fácil
capacidad de expresión. Se muestran seguros de sí mismos
y alcanzan un alto grado de ingenio, independencia y popularidad entre
sus compañeros. Igualmente, se les reconocen las mismas posibilidades
de éxito social, profesional y matrimonial que a los niños
con hermanos".
Antes de pasar a comentar la influencia
de la escolarización temprana en el desarrollo social del niño,
no debemos olvidar que hoy en día los me dios de comunicación
(televisión, radio, vídeo, etc.) son agentes socializantes
de gran valor e influencia en el niño.
-. El centro de Educación
Infantil es un contexto de socialización donde los compañeros
y educadores favorecen y continúan la labor socializante que se
inicia en el ámbito familiar.
El intercambio con los compañeros
de la misma edad, o de edades diferentes, proporciona gran variedad de
situaciones que favorecen la adaptación social: buscar ayuda y
ofrecerla, ser activo y pasivo, agredir y repeler agresiones, dependencia
e independencia, elegir modelos y emularlos, recibir aprobaciones y refuerzos,
etc.
Los compañeros se transmiten
información, en la mayoría de ocasiones, implícita
sobre los comportamientos que corresponden en diferentes situaciones o
en determinados tipos de relación.
Las buenas relaciones con los
compañeros suponen un indicador fiable sobre el comportamiento
social de etapas posteriores. El grado de aceptación, la comprensión
y ayuda mutua, el ejercicio del comportamiento agresivo necesario para
la socializacion y los modelos de conductas positivas, desempeñan
un papel muy importante en el desarrollo de la personalidad social.
El educador en esta dimensión,
como en las restantes, debe tener en cuenta las características
individuales de cada niño en función de los mecanismos socializantes
que le afectan; el tipo de estructura familiar, la relación entre
los padres, los planteamientos y expectativas de éstos con respecto
a la educación del niño, la relación entre hermanos,
los abuelos, el nivel socioeconómico y cultural, etc.
En cuanto al papel del educador
como motivador y propiciador de la socialización del niño,
remitimos al lector al capitulo sobre "Reflexiones para el Educador".
El plan de actividades ha sido
elaborado teniendo en cuenta las etapas de evolución y los diferentes
agentes socializantes, estableciendo como contenidos más relevantes
de esta dimensión.