Se trata hoy de los
factores que inciden en el desarrollo de la capacidad cerebral y dentro
de ella de la capacidad intelectual. Tenemos un problema para hablar de
esto y es que es muy fácil ser o excesivamente técnico y
por tanto poco claro o excesivamente simplista, y por tanto poco interesante.
Procurare obviar dichos extremos con la intención de ser claro
y con la esperanza de su atención.
Desde luego, yo no voy a poder
prescindir del enfoque del médico y del iniciador básico
y clínico a lo largo de la exposición de lo que planteo
aquí. Por tanto, vamos a centrarnos en el desarrollo del sustrato
orgánico que permite la aparición de las capacidades del
individuo adulto.
Vamos a establecer primero una
serie de premisas sencillas que nos serán muy útiles más
adelante para poder aplicar en los concreto, una serie de conocimientos
teóricos en la educación de un niño.
El sistema nervioso central: la
neurona
Es el planteamiento de la célula
noble del sistema nervioso central, de la neurona. La neurona es una maravillosa
célula que tiene la capacidad de generar diferencias en su propio
potencial eléctrico. Es decir, la neurona controla el flujo de
distintos tipos de iones a través de su membrana y controlando
la entrada o la salida de iones con una carga eléctrica, la de
la propia célula, en función de que esté activada
o inhibida.
Entendemos que una neurona está
activada cuando esta cargada eléctricamente en positivo y entendemos
que está inhibida cuando es negativa en comparación a la
carga eléctrica del medio en el que esta sumida. Por tanto, una
neurona como tal, como célula aislada, sólo tiene dos estados;
o está activada, o está inhibida. Bien, una vez que la neurona
se activa, abre sus canales de sodio y de calcio, es decir, se carga de
un modo eléctricamente positivo y genera un impulso eléctrico.
Este impulso eléctrico se transmite a lo largo de la prolongación
de la neurona y es transmitido a la neurona con la que ésta contacta,
con la segunda neurona.
Don Santiago Ramón y Cajal
demostró que esas dos neuronas no se tocaban para esto, sino que
existía un espacio en medio. Lo que ocurre es que el impulso se
puede transmitir a lo largo de ese espacio porque cuando la neurona se
activa, el impulso eléctrico llega a su terminación y provoca
la liberación de una serie de sustancias que llamamos neurotransmisores
que provocan la apertura de los canales iónicos en la célula
receptora y hace que ésta a su vez, se active.
Por tanto, vamos a hablar como
unidad funcional, ya no de la neurona, que es la unidad orgánica
de la célula, sino de la sinapsis, es decir, de este contacto entre
las dos neuronas.
En la época de Santiago
Ramón y Cajal, se hablaba de sinapsis entre dos neuronas, es decir,
la neurona A, contacta con la neurona B y punto. Sin embargo, más
adelante se vio que esto no era sólo así, que en cada momento
una sola neurona podía estar recibiendo información, contactos,
impulsos eléctricos o sustancias liberadas por dos, por cinco,
por diez, por quince.
Hoy en día se sabe que
en neuronas asociativas de áreas complejas cerebrales puede haber
conexiones entre una sola neurona y otras doscientas neuronas. Y en cada
momento de esta neurona ejemplo de la que estamos hablando, va a estar
activada o inhibida en función de la suma aritmética de
los impulsos que a ella llegan. Unos de los cuales, lo van a tender a
activar, otros a inhibir. Esto permite que, si bien la neurona como tal
sólo puede estar activada o inhibida, el que esté activada
o inhibida puede depender de múltiples factores, y esto le da a
nuestro córtex una maravillosa capacidad de plasticidad, es decir,
vamos a poder adaptar en cada momento lo que queramos hacer o lo que tengamos
que hacer a una gran cantidad de circunstancias.
Pongamos un ejemplo. Para levantar
el brazo, en principio, conceptualmente, bastaría estimular la
neurona, que hace que el deltoides se contraiga. Esto realmente no es
así, a la vez hace falta que previamente la musculatura de la cintura
escapular también fije el hombro para que el deltoides pueda levantar
el brazo. Si estamos de pie y levantamos el brazo, estamos modificando
nuestro centro de gravedad, por lo que a la vez tenemos que contraer la
musculatura de la columna para no caer, etc.
Estas distintas funciones son
coordinadas y controladas por sinapsis, es decir, por conexiones de las
neuronas que controlan distintas funciones. Así tenemos que abandonar
el concepto de neurona y a la hora de hablar de funciones hablar de circuitos,
entendiendo por circuito las conexiones entre distintas neuronas que están
especialmente referidas al control de una función. Se habla del
circuito de la sed, el hambre, etc.
Cuanto más conexiones existan
referidas a este circuito, con más precisión vamos a poder
adaptar la función que se controla a más variables. Por
ejemplo, vamos a hablar de la sed como ejemplo. Supongamos que la neurona
más simple, más directa, en cuanto la concentración
osmótica de la sangre aumenta, es decir, baja la cantidad de líquido
en la sangre, se estimula un receptor y esto hace que bebamos.
El circuito más simple,
probablemente el que tenían nuestros antepasados, era así,
y nada más. Sin embargo, sobre esto, hoy en día el hombre
social y evolucionado, cuenta otros factores. Es decir, un conferenciante
emocionado por la compañía en la que está, aunque
tenga sed, va a valorar si el momento es oportuno, si realmente va a utilizar
esto como una interrupción, va a valorar qué interpretación
se puede dar del hecho de que beba o no. Va a hacer más interpretaciones
y va a valorar más distintos componentes de su acción cuantas
más conexiones tenga las neuronas referidas al circuito de la sed,
y por lo tanto, más distintas variables puedan influir en la activación
o inhibición del circuito que controla el hecho de beber.
Una sola neurona, por lo tanto,
puede ser utilizada para múltiples funciones, e incluso componentes
de un circuito pueden ser utilizados en distintos contextos para distintas
funciones. Lo verdaderamente importante por lo tanto, es que existan estos
circuitos, que esas sinapsis, esas conexiones neuronales, se constituyan.
Podemos establecer conceptualmente con todos los matices que después
haremos, que cuantas más conexiones neuronales haya, cuanta más
sinapsis haya, más capacidades podrá deparar ese cerebro.
Consecuencias educativas
Desde el punto de vista educativo,
podemos establecer dos sistemas. Un sistema tradicional, espontáneo.
Es decir, los cerebros crecen como lechugas, vamos a dejar que crezcan
solos. Eso significa que estén sometidos aleatoriamente a las variaciones
del medio, igual que una semilla cae o no cae en un terreno de juego,
hay o no hay el grado de humedad, o de luz o de sol que requiere. Si el
medio es aleatorio y el cerebro en su crecimiento está sometido
a un medio aleatorio, también los resultados son aleatorios.
Tradicionalmente ese ha sido el
sistema, es decir, no ha habido un enfoque médico o técnico
o científico, es decir, cómo y por qué se desarrolla
un cerebro, y por lo tanto qué podemos hacer para facilitar este
proceso. Tradicionalmente se han utilizado dos valores de referencia.
Primero el código genético es similar, esperemos que la
manifestación final de ese código sea también similar.
Veremos después que el código genético facilita la
creación de ciertos circuitos en detrimento de otros pero no se
manifiesta si no es adecuadamente estimulando el cerebro.
Por otra parte, segundo valor
de referencia, además del código genético, un sistema
educativo tradicional. Es decir, si educo como me han educado y el código
genético es similar en mi hijo y en mi el resultado será
similar. Esto no es un error, porque desde luego, con independencia de
que los padres eduquen a los hijos de un modo similar, la única
influencia educativa a la que está sometido el hijo no es la de
sus padres, y la sociedad va cambiando y evolucionando y los propios compañeros
de juego y de colegio inciden en el desarrollo educativo del niño.
Segundo enfoque, distinto del
tradicional o espontáneo, un enfoque científico. Es decir,
vamos a determinar qué factores pueden incidir en el desarrollo
de esas conexiones y vamos a intentar aportarlo. Volviendo al ejemplo
del vegetal, se trataría, en vez de dejar a la suerte, al azar,
que la semilla caiga en el momento adecuado en el lugar óptimo,
pues vamos a establecer un cultivo ecológico, vamos a hacer que
tenga los nutrientes adecuados, tenga el grado de hidrometría adecuado,
tenga las horas de sol adecuadas, etc. Y pongo este ejemplo, porque es
importante dejar muy claro una cosa. El objetivo no es en absoluto el
conseguir un desarrollo artificial, forzado de un cerebro. Es únicamente
permitir que la naturaleza se exprese. El objetivo es que esas capacidades
normalmente están determinadas, como en la semilla está
determinado que eso un día pueda dar frutos, para que los dé
hace falta que toda una serie de condicionantes del medio se den. Trabajo
nuestro es hacer que esos medios estén allí.
Por lo tanto, hoy en día,
discutir como tradicionalmente se hizo entre deterministas o no deterministas,
si el niño nace con el código marcado de cómo va
a ser o si se desarrolla, pues no tiene mucho sentido. No tiene mucho
sentido por dos cosas. Primero, porque desde el punto de vista práctico
está claro que sobre el código genético de un niño
no vamos a poder influir, por lo tanto eso desde el punto de vista práctico
no existe, aunque sin duda desde el punto de vista científico tiene
una gran importancia, desde el punto de vista práctico no existe.
Pero es que además el código genético marca, como
en el de la semilla, las posibilidades del niño. Es decir, aquello
que se podrá desarrollar si se desarrolla, no aquello que se va
a desarrollar forzosamente, aquello que se puede desarrollar.
Y va a ser el medio, es decir,
la educación, lo que va a hacer que esas posibilidades se den,
se verifiquen o no. Podemos decir que el código genético
marca las posibilidades del niño y es el sistema educativo o el
medio el que marca las realidades del adulto.
Evidentemente, supongamos una
enfermedad congénita o hereditaria que disminuya las posibilidades
cerebrales del sujeto, es decir el número de neuronas, eso ciertamente
va a condicionar que sus posibilidades futuras sean menores. Pero es el
desarrollo óptimo de esas posibilidades dará unas realidades
mayores de las de un niño normal sin ningún sistema educativo.
Los circuitos cerebrales
Pregunta importante. ¿Cómo
se constituyen los circuitos cerebrales?. Hubo inicialmente dos teorías.
Una teoría decía el niño nace con todos los circuitos
cerebrales que precisa y va perdiendo aquéllos que no usa. Como
ejemplo de circuito cerebral con el que nace, a las horas de nacer el
niño tiene un reflejo de succión, sabe identificar cuándo
tiene hambre, que tiene que succionar el pezón materno para alimentarse.
Esa función depende del circuito neurológico que la controla
y que está establecido. No la aprende, nace con él, sin
embargo a lo largo de los años la pierde.
Por otra parte, otra teoría
es al revés, el niño nace con las neuronas desconectadas
desde el punto de vista conceptual y son los estímulos del medio
los que hacen que esas neuronas se vayan conectando las unas con las otras.
Está claro que el niño a lo largo de su evolución,
va adquiriendo una serie de capacidades que signifiquen que hay una serie
de circuitos que se están constituyendo.
Realmente, hoy en día se
sabe que ambos fenómenos coexisten. Es decir, el niño nace
con una serie de circuitos que pierde porque no usa; el niño nace
sin una serie de circuitos que va generando a medida que los va necesitando.
Está incluso demostrado biológicamente, es decir, se ha
demostrado cómo se inicia la creación de más circuitos
cerebrales de los que finalmente se constituyen y cómo, y eso es
precioso, entre dos neuronas separadas, una, con una serie de factores
bioquímicos ya determinados, tiende a crecer, y la otra, la que
va a recibir la prolongación, induce el crecimiento de esta prolongación
hacia ella misma, y cómo así, poco a poco, se van conectando
distintas neuronas entre si.
El concepto básico es que
es el usar un circuito, lo que lo mantiene vivo. Lo que hace que se genere
es lo que lo mantiene vivo. Y en ese sentido tenemos que marcar un concepto
importante, es el de la edad critica, es decir, la facultad de crecimiento
del sistema nervioso. La facultad de constituir circuitos, conexiones
entre distintas neuronas, no es algo que se conserva a lo largo de la
vida, ni mucho menos. Cuando el niño nace, o incluso in útero,
es decir, en el momento en que el cerebro se empieza a formar, las posibilidades
de conexión son prácticamente ilimitadas. Y a partir de
ese momento empieza una carrera contra reloj que va disminuyendo, y a
partir de ese momento empieza una carrera contra reloj que va disminuyendo,
y a partir de los 7, 8 ó 10 años, ó 6 años,
las posibilidades de constituir nuevos circuitos son prácticamente
nulas.
No es estrictamente cierto que
a partir de los 6 ó 7 años se cierre un grifo. Es decir,
bueno, ha llegado a los 7 años y aquí se acabó, no.
Realmente es una función exponencial en la que las posibilidades
a los 0 años son ilimitadas, a partir de los 7 años son
muy escasas, pero a los 3 son mucho mayores que a los 5, y a los 5 son
mucho mayores que a los 7, y así sucesivamente. De algún
modo, pueden plantearse, que el adulto, ya no a los 7 sino a los 15, a
los 20 años, aprende nuevas cosas, aprende nuevas habilidades,
sin duda. Pero las aprende utilizando conexiones que ya tiene establecidas.
Conceptualmente podemos decir que hasta los 7 años se constituye
el capital y a partir de entonces se vive de intereses. Y esto es importante,
porque espero expresar el concepto de que aquello que no se haya constituido
en los primeros años de vida ya no se va a constituir. Esto es
duro, como mínimo, va a ser muchísimo más difícil,
por no decir imposible, constituirlo.
Como ejemplo de lo que no debe
ser, se puede citar el ejemplo de los niños lobo. Niños
lobo son la versión real de lo que es Tarzán en la ficción,
es decir, niños educados fuera de la civilización, de la
sociedad. Las observaciones clásicas indican que cuando estos niños
se recuperan siendo ya mozalbetes, nunca pudieron adquirir una serie de
funciones humanas que los demás si pueden adquirir. Véase,
funciones humanas del córtex, como andar erecto, utilizar la pinza
del pulgar, comprender y utilizar el lenguaje escrito u oral. Sin embargo,
estos niños sabían correr a 4 patas mucho más rápidamente
que sus contemporáneos. Y sabían reconocer por el olfato
lo que podían o no podían comer.
Traducción. Habían
desarrollado, y por lo tanto mantenido, exclusivamente, aquellas funciones
en las que los circuitos que las controlan habían sido mantenidos
durante sus primeros años de vida. Y habían perdido la facultad
de desarrollar habilidades dependiendo de circuitos que en ese momento
no estuviesen desarrollados.
En la era actual, que yo conozca,
hay un caso de 2 niños, en principio hermanos lobo, 2 niños
japoneses, recuperados en el año 73 si no me equivoco, uno con
tres, otro con cinco años. La última observación
publicada sobre su evolución fue en el año 90, tenían
20 y 22 años, eran niños que todavía no podían
hablar, no podían expresarse. Estamos hablando de niños
recuperados a los 3, no a los 7 años. Por lo tanto, no piensen
en los 7 años como una barrera rígida, es decir, hasta aquí
cualquier cosa vale, y a partir de aquí nada es posible. No es
así, es un continuom en el que al principio estamos en el infinito
y a partir de los 7 años en la nada. Y es una distribución
que aunque no es proporcional, será así.
Si el objetivo de una educación
es, y en eso creo que todos estamos de acuerdo, no conseguir niños
espectaculares, sino adultos felices, para que el adulto pueda ser feliz,
tiene que poder optar. El niño lobo que sólo puede andar
a 4 patas no puede optar entre andar a 4 patas o andar a 2 patas, sólo
puede hacer aquello para lo que sus circuitos han sido entrenados, constituidos.
Por lo tanto, misión de los educadores, y en educadores entiendo,
tanto al personal docente, como a la familia que es tan importante como
el personal docente. Es, hacer todo aquello que esté en nuestras
manos para que se mantengan todos aquellos circuitos cerebrales que se
puedan crear y mantener, de modo que de adulto el niño pueda realmente
escoger libremente qué es lo que quiere. Cuál de esos circuitos
que ya tiene desea utilizar.
Por tanto, objetivo operativo,
conseguir el desarrollo del mayor número posible de conexiones.
Desarrollar, mantener y usar. Cuando antes introducía la noción
de carrera contra reloj, realmente es así. Es decir, en el momento
conceptualmente del parto, y realmente antes, nace una carrera contra
reloj, en la que cada día que no se utiliza se pierde para siempre.
Con lo cual, si las posibilidades de desarrollo cerebral del niño
se restringen no va a ser culpa del niño, sino va a ser culpa del
medio en el que se halla, nuestra familia y/o educadores.
Del mismo modo que hemos hablado
de una edad critica antes de la cual se tiene que hacer lo que se tiene
que hacer, la cronología va a ser muy importante. Hemos antes puesto
como ejemplo el de la semilla y los frutos como concreción en la
realidad de una posibilidad teórica que está en el código
genético de la semilla. No tiene sentido regar una planta cuando
ya ha muerto. No tiene sentido aplicar estímulos, o bien, cuando
no existe un órgano cerebral desarrollado orgánicamente
capaz de asumirlo, ni tampoco tiene sentido intentar establecer una conexión
cuando ya no se puede establecer. Debe ser el calendario de maduración
cerebral, el calco que marque cuáles deben ser en cada momento
los estímulos aportados por el medio. Los pediatras y los embriólogos
conocen bien el calendario de desarrollo, y sobre ese nos tenemos que
basar.
Entonces, cuándo y cómo
se crean esas conexiones. Muy conceptualmente, la supervivencia de una
neurona, es decir, de una célula aislada en el cerebro, depende
como la de la mayor parte de las demás células del organismo,
de la glucosa, es decir, del azúcar que hay en la sangre, y que
la célula capta para metabolizarla y sacar la energía necesaria
para mantenerse en vida. En el caso del cerebro también se puede
utilizar cuerpos tectónicos en caso de emergencia, pero esencialmente,
la glucosa. Sin embargo, hemos indicado también, que la conexión
entre dos neuronas significa la generación de un impulso eléctrico
que la propia neurona crea. ¿Qué ocurre con los órganos
sensoriales?. Pues ocurre lo mismo, sólo que, no es una neurona
la que estimula el órgano sensorial, sino que es el medio directamente,
es decir, los receptores sensoriales, por ejemplo la retina, no son sino
extremidades de una fibra nerviosa especializadas en traducir un estímulo
físico concreto en un impulso eléctrico nervioso específico.
Por ejemplo, lo que hacen las células de la cóclea, del
oído interno, es traducir unas ondas físicas, acústicas,
en una descarga eléctrica. Esta descarga eléctrica es transmitida
después hasta el cerebro y esta energía suplementaria es
la que hace que la neurona funcione y se conecte con otra.
Por lo tanto, hace falta glucosa
para que la neurona viva y, conceptualmente hace falta la energía
eléctrica aportada por los contactos entre neuronas y esencialmente
la energía captada del medio, para que este sistema se mantenga
en funcionamiento.
Estimulación adecuada
Y en que momento se pueden empezar
a aportar esos estímulos. Conceptualmente, tan pronto como los
órganos sensoriales aparezcan y sean accesibles. In útero,
ya hay órganos sensoriales. La piel se forma alrededor de los 60
días, el vestíbulo alrededor de los 90 días de gestación,
etc. El feto in útero, oye. Distintas experiencias han demostrado
que el niño es capaz de reconocer música que oye durante
el embarazo de la madre, etc. En una experiencia muy bonita aunque metodológicamente
no es puramente correcta, pero es bonita. En una guardería con
niños muy pequeños se pone como ruido el latido cardíaco
filtrado por un liquido que como el liquido amniótico selecciona
los sonidos de más de 1500 hertz, es decir los sonidos más
agudos en detrimento de los graves y a una frecuencia de unos 70 latidos
por minuto, los niños se suelen calmar, dormir y estar felices.
Sin embargo, si aumentamos la frecuencia de esos latidos hasta 120 el
niño empieza a llorar, a ponerse incómodo. Démonos
cuenta que durante 9 meses, la captación de los sonidos graves
hacia el cuarto mes y medio de gestación, la de los agudos hacia
los 5 meses, pero vamos, como mínimo durante 4 meses, el niño
ha estado asociando la frecuencia del latido cardíaco que oía
in útero a la presencia en sangre o no, de hormonas de la madre
referidas al circuito emocional. Es decir, el niño puede detectar
que cuando había una situación estresante que el niño
vive, porque está conectado a la circulación de la madre,
el latido cardíaco aumentaba. Cuando el niño nace y oye
este latido cardíaco acelerado a 125, a 130, a 110 pulsaciones
por minuto, él interpreta que hay una situación de riesgo
y por lo tanto llora asustado. En resumen, el niño oye. La piel,
a partir de los 60 días de gestación también aparece,
por lo tanto los receptores cutáneos a la presión, pueden
estar informando constantemente al niño del medio en el que se
halla, el líquido amniótico, que lo está presionando,
lo está masajeando constantemente. Que el niño tenga tacto
o sentido de la presión, y también tiene sentido del equilibrio,
es decir del vestíbulo, a partir más o menos de los 90 días,
del tercer mes, empieza a estar orgánicamente constituido. Esto
significa que antes de los 90 días no va a ser capaz de captar
una sensación referida al sentido del equilibrio, pero a partir
de entonces, sí, y eso va a aportar una cantidad suplementaria
de energía eléctrica a su córtex y va a facilitar
la creación y la constitución de circuitos cerebrales que
va a utilizar a lo largo de toda su vida.
Esto también se puede potenciar
mediante movimientos de la madre, etc. Que el niño oiga, no tiene
mucho problema. Que el niño tenga sentido del equilibrio a partir
del momento de que se constituyen sus órganos in útero,
tampoco. Y que el niño tenga piel, tampoco. Si les digo que el
niño huele in útero, ¿me lo creen o no?. Menos mal que me
dicen que no, porque sino seria un acto de fe, ¿verdad?. Tenemos que matizar
cosas. En principio no huele, porque no está en el medio. Saben
que olfato y gusto están enormemente relacionados.
Hay varias experiencias que arrojan
una posibilidad que merece ser comentada. Primera: se ha detectado
con radio isótopos marcados, es decir, con sustancias que se fijan
a otras sustancias y que a su vez están marcadas, que por lo tanto
se pueden seguir, cómo sustancias aromáticas y volátiles
que la madre huele y por lo tanto capta, puede aparecer en el bulbo olfatorio
del niño, con lo cual hay ahí una posibilidad que debe ser
evaluada, hasta qué punto el niño huele o no huele.
Segunda experiencia, distinta.
El citral es una sustancia que da sabor al limón. Los conejos odian
el citral. Las conejas embarazadas no toman nada que sepa a limón.
Sin embargo, si inyectamos en vena citral a una coneja embarazada, los
conejitos que nacen aceptan el limón. Lo que les estoy diciendo
no son conclusiones de una investigación, son datos que sugieren
la conveniencia de hacer una investigación, abren posibilidades
que van más allá de lo que tradicionalmente se pensaba.
Bien, a partir del momento en
el que el niño nace, por una parte prosigue su desarrollo orgánico,
es decir, el cerebro no ha terminado de crecer y de madurar en el momento
del nacimiento, ni mucho menos, le quedan años de evolución.
De hecho, a partir del momento del nacimiento, la duplicidad del volumen
y tamaño cerebral no se va a volver a dar en ningún momento
de la fase de la vida de ese sujeto, con lo cual, los primeros meses,
los primeros años y cuanto más cerca del principio estemos,
más van a ser absolutamente vitales en todo el futuro del niño
y del adulto que como consecuencia de él se forme. Además,
a partir de ese momento, todos los órganos sensoriales son accesibles,
por lo que podemos actuar sobre todos ellos, sin las limitaciones que
conlleva el que el niño esté in útero. Por tanto,
conceptualmente, debemos rodear al niño a partir del momento del
nacimiento, de aquellos estímulos que aporten mayor cantidad de
energía y sean más vastos, más amplios de espectro.
Expresamos un ejemplo concreto.
Por ejemplo, la audición. El receptor nervioso, ese traductor,
ese transformador de onda acústica, el impulso eléctrico,
está en la cóclea. El ambiente sónico en el que el
niño se desenvuelve es enormemente importante. In útero,
el líquido amniótico favorece la transmisión de los
sonidos con más de 1500 hertz. A partir del momento en el que el
niño nace, lo oye todo, tiene un diafragma muy grande. Ahora bien,
la cóclea tiene forma de caracol, dos vueltas y media. Imaginemos
que la desarrollamos y pensemos en ella como en un xilofón, como
un piano en el que están los receptores de los sonidos más
graves en un extremo, los receptores de los sonidos más agudos
en otro extremo. La propia forma de la cóclea hace que cuando llega
una onda acústica, reverbere en su seno y percuta como un pianista
la tecla correspondiente al sonido que acabamos de oír. Al percutir
esa tecla y la fibra nerviosa que está abajo se estimula, eso se
conduce a lo largo de distintas vías nerviosas del cerebro, que
analiza que ese sonido es ese sonido. Mejor dicho, que esta información
corresponde a ese sonido. En el momento en el que el niño nace,
todas las fibras nerviosas que están debajo de estas teclas, por
llamarlas así, son iguales.
Supongamos que el niño
se mueve en un ambiente sónico en el que durante sus 10 primeros
años de vida tan sólo se utilizan frecuencias de 300 a 500
hertz. ¿Qué ocurriría en el niño de 10 años?.
Su capacidad física sería la misma, es decir, la cóclea
seguiría siendo la misma y las ondas se formarían exactamente
igual. Ahora bien, la capacidad de percepción y de asunción
y de relación de las fibras nerviosas más estimuladas, las
que están en el espectro de 300 a 500 hertz, sería mucho
mayor que la de las demás. Se habrían atrofiado conceptualmente,
las conexiones dependientes de fibras nerviosas que reciben sonidos de
menos de 300 hertz o de más de 500 hertz. Por lo tanto, si el niño
a los 10 años oye un sonido, aunque lo oiga bien, no lo va a asumir,
a interpretar y a relacionar tal como se hace, tal como lo recibe, sino
tal como lo recibe filtrado por un diafragma que prioriza esta banda de
sonidos a la que se ha acostumbrado. ¿Me explico?. Si me explico no me
resisto a contarles una cosa. El etnograma. El etnograma corresponde esencialmente
al audiograma de un idioma. Es decir, cada idioma utiliza unas frecuencias
distintas de modo prioritario. El español utiliza esencialmente
los 300 a 500 hertz. La jota son 300 hertz y es un sonido casi exclusivo
del español. El inglés es más agudo, utiliza hacia
los 1200 hertz, el francés algo menos, creo recordar que son 600
hertz, etc. ¿Qué significa esto?. Que si un niño que nace
en España, lo tenemos durante 7 años hablándole siempre
en español y por lo tanto a lo largo de un día, con independencia
de que él oiga música de vez en cuando, él está
oyendo mucho más esta banda de 300 a 500 hertz que otra, por lo
tanto, asume, interpreta y analiza mejor los sonidos de 300 a 500 hertz
que los demás. Cuando este niño a los 15 años aprende
a hablar inglés, ¿cómo lo habla?. Habla con acento español.
¿Por qué?. No porque los ingleses hablen mejor que los españoles.
Hablan inglés mejor que los españoles. Sencillamente porque
el niño está oyendo el inglés pero está percibiendo
esencialmente la frecuencia de 300 a 500 hertz del inglés y por
lo tanto repite prioritariamente estas frecuencias en detrimento de las
demás. Este mismo niño español, hijo de los embajadores
en el Reino Unido, hablará un inglés perfecto, porque con
independencia de que se lo enseñen bien, tendrá la posibilidad
orgánica de hablarlo bien.
Los países eslavos, bueno
rusos, bueno soviéticos, tienen fama de hablar con facilidad gran
número de idiomas y eso es así, porque el ruso específicamente
es un idioma que utiliza una banda de frecuencias muy amplia. Hay sonidos
desde los 20 hasta los 10.000 hertz, es decir una muy amplia banda de
frecuencias. Lo cual permite de un modo especialmente fácil al
niño que ha hablado ruso toda su vida, utilizar parte de esta gama
de frecuencias para hablar varios idiomas.
Desde el punto de vista conceptual,
lo ideas sería rodear al niño de un ambiente sónico
lo más variado posible. Hablo de una ambiente sónico, no
de idiomas todavía. Hablo de música, etc.
Hay una experiencia muy bonita
respecto un grupo de investigadores, no médicos sino sociólogos.
Se preguntó qué tipo de música era más universalmente
aceptada. Entonces se financió que un grupo recorriese distintas
comunidades étnicas a lo largo del mundo para ver qué tipo
de música gustaba y qué tipo de música no gustaba.
Aparentemente, los efectos de
estampida que provocó Bethoven en comunidades del áfrica
Central son parecidos a las estampidas de los elefantes. La música
en general, más aceptada es Mozart, Vivaldi, el canto gregoriano
dentro de aquéllas que se testaron.
Qué tienen en común
estos tipos de música, y no estoy aportando una explicación,
porque para decir que esto es por esto, habría que someterlo a
un análisis por el método científico, lo cual no
es posible por el diseño del programa, pero es muy sugestivo pensar
que esta música, estos tres tipos de música que se configuran
por sonidos de más de 1.500 hertz, corresponden a los sonidos que
ya in útero todos los niños de la humanidad ya han oído
preferentemente. Y por lo tanto, son los menos ajenos a cualquier niño
del mundo.
Por otra parte, hablábamos
antes de la importancia de calcar el calendario de maduración cerebral
sobre el calendario en el que vamos aportando los estímulos. Me
explico. En nuestro sistema nervioso y en el caso concreto de la audición.
En el sistema nervioso humano
existe el conjunto de sistemas nerviosos que han ido apareciendo a lo
largo de la escala filogenética. Es decir, conceptualmente no es
que el cerebro de la serpiente sea distinto que el del hombre. Es que
el sistema nervioso central de la serpiente que alcanza hasta bulbo y
que es el más arcaico y por lo tanto, el primero que se pone en
marcha, el primero que madura y el más resistente, existen los
centros cerebrales capaces de comprender el concepto del ritmo. De hecho,
cuando el niño está in útero no tiene concepto del
ritmo. Es decir, los trazados de vigilia-sueño son aleatorios:
el niño no tiene hambre, está continuamente alimentado;
no tiene sed, está constantemente nutrido, etc.
En el momento en el que el niño
nace, probablemente el primer contacto con el concepto de tiempo es el
hecho de que cada cierto tiempo hay hambre y comida.
Son los centros de la parte más
arcaica del sistema nervioso central los que son capaces de comprender
ese concepto, el tiempo, el ritmo por tanto.
El mesencéfalo, que es
una estructura cerebral superior y aparece en los mamíferos, en
los perros, es capaz de integrar la melodía; en los centros mesencefálicos
están los centros afectivos de la conducta emocional. Es decir,
un perro puede llorar con una melodía adecuada, o al revés,
ponerse contento. Tiene estructura orgánica para hacerlo. El niño
también, un poco después, pero la tiene orgánicamente
en cuanto se forma y entra en funcionamiento algo más tarde que
la bulbar, puesto que es algo más evolucionado. El piso superior,
el córtex, que es exclusivo del hombre, del humano, es el único
capaz de comprender la armonía. Por lo que a lo largo de la maduración
del niño vamos a ir aplicando en cada momento el estímulo
que por una parte él pueda comprender, asumir, y que le sea más
útil para establecer los circuitos que queramos facilitar. Si no
me equivoco, mañana les va a hablar del método Suzuki, un
método genial y que es una aplicación sobre todo eficaz,
de este fundamento. Es decir, vamos a constituir los circuitos cerebrales
del niño cuando se puedan constituir. Es decir, no le enseñemos
a tocar el violín a los 20 años, enseñémosle
a los 3 años. Cuando realmente su cerebro es lo suficientemente
moldeable como para asumir la constitución de los circuitos que
va a necesitar durante toda su vida para poder tocar el violín
e interpretarlo bien.
Que lo necesario sea atractivo
Concepto educativo fundamental
para conseguir este objetivo, es hacer atractivo lo necesario. Es decir,
si queremos imponer la constitución de los circuitos, estamos abocados
al fracaso seguro. Hace falta saber qué es lo que al niño
le interesa y dárselo con la carga de profundidad que significa
que además que le interese sea útil para la constitución
de los circuitos cerebrales. Y adquiere una especial importancia al hablar
de la visión. La visión es un órgano sensorial que
en principio adquiere su funcionalidad y se puede empezar a trabajar sobre
él a partir del momento en el que el niño nace. Antes, por
motivos obvios, es imposible. Ya el recién nacido es muy sensible
a los lúmenes, es decir, a la intensidad de la luz. Sin embargo,
sus reflejos de acomodación sin insuficientes al principio.
Supongamos que sentamos a un niño
delante de una pared blanca. Les digo yo ya que sus ojos herran al azar
sin fijarse en ningún sitio determinado. Supongamos que en esta
pared blanca pintamos una franja roja. ¿Dónde va a mirar el niño,
a lo blanco o a lo rojo?. Pues ni mira a lo blanco ni mira a lo rojo.
Mira el contraste, es decir, sus ojos pasan continuamente de lo blanco
a lo rojo, de lo rojo a lo blanco. Es decir, lo que capta la atención
del niño. Bien, me pueden preguntar ¿y usted cómo lo sabe?
Y harían bien preguntándomelo. Es un sistema de espejos
y cámaras que permite detectar a la vez dónde está
focalizando el niño y qué es aquél objeto que está
llamando su atención. Entonces, el niño se fija en los contrastes.
Por lo tanto, cualquier información visual que le queramos hacer
llegar, tiene que ser contrastada en su color y evidentemente en su forma.
Y, ¿con qué colores?. Pues con los colores básicos. Los
colores del arco iris, puesto que los demás nacen como consecuencia
de la mezcla de esos colores básicos. También el movimiento
capta su atención.
La capacidad de adaptación
Hay una cosa importante que como
facultad no hace más que traducir una característica propia
del funcionamiento del sistema nervioso, que es la capacidad de adaptación.
Si el movimiento es constante, es decir, supongamos que en vez de ser
un móvil o ser un pájaro que se mueve aleatoriamente, es
un movimiento regular, hipnótico, pues el niño se duerme.
El niño lo mira dos veces y en cuanto esto deja de ser una modificación,
deja de interesarse por él. De ahí la ventaja del móvil,
que varía constantemente, se mueve, no se mueve, se mueve más,
se mueve menos, al capricho del aire.
Y de la visión humana,
un concepto fundamental, que es el de la lectura. Está claro que
para que el niño pueda aprender a leer tiene que tener su órgano
sensorial visual bien desarrollado y bien mantenido. Vamos a hablar un
poquito más de la lectura, es realmente importante. La lectura
significa asociar un concepto abstracto y una realidad tangible. Nosotros
no tenemos un hemisferio, tenemos dos, izquierdo y derecho, con competencias
y funciones distintas. Haciendo una enorme simplificación, podríamos
decir que el hemisferio derecho es un hemisferio analógico, que
maneja conceptos, que tiene visión de conjunto, global. Y el hemisferio
izquierdo es un hemisferio lógico, crítico, analítico,
contable, matemático y detallista. Cuando estamos enseñando
al niño que una mesa es el vocábulo mesa, estamos asociando
una cosa real y tangible como es la mesa, al concepto arbitrario que es
el vocábulo mesa. Hace falta por lo tanto, que ambos hemisferios
estén bien conectados para que eso sea posible. Ambos hemisferios
en el adulto están conectados por cientos de millones de fibras
nerviosas que funcionan con cúmulos eléctricos, es decir
conectan partes homónimas de ambos cerebros. Estas fibras nerviosas
constituyen lo que llamamos el cuerpo calloso. Del mismo modo que los
cables eléctricos tienen una vaina que los protege, que protege
sobre todo la transmisión del impulso eléctrico, que no
se pierda por el medio, también las fibras nerviosas están
rodeadas por un aislante que se llama demielina, que segura que el impulso
nervioso siga la dirección del nervio y no se pierda en el medio.
La mielinización del cuerpo
calloso, es decir, la constitución de la vaina del cuerpo calloso
suele terminar hacia los 2 años de vida, por lo tanto, aunque conceptualmente,
cuanto antes empiece a leer el niño, mejor. Por un motivo orgánico
es difícil que empiece a hacerlo fácilmente hasta los 2
años. Desde luego estamos hablando siempre de medias. No significa
que a los 2 años eso termine directamente. Hay niños en
los que empieza un poco antes, niños en los que empieza un poco
después, y cuanto antes empecemos a intentar a enseñarle
a leer, mejor. Pero vamos, hacia los 2 años o digamos, hacia los
18 meses para curarnos en salud, es el momento a partir del cual es óptimo
empezar.
Y ¿cómo aprende a leer?,
y esto es muy importante. El conocimiento en general tiene que avanzar
de lo conocido hacia lo desconocido y de lo concreto hacia lo abstracto.
Eso ¿qué significa?. Vamos a ver qué ocurre cuando un niño
llega a un colegio o alguien le enseña a leer. Le dice "esto es
una A" y pinta un garabato. ¿Qué estamos queriendo que haga ese
córtex?. Estamos pretendiendo que asocie un garabato que no es
nada, es decir, es absolutamente arbitrario. Es desconocido y abstracto
y queremos que lo asocie con "A" que es igualmente desconocido e igualmente
abstracto. Una "A" no se come, no se huele, no se toca y no tiene forma,
no existe. Bien, es un concepto de adulto; el proceso inductivo, es decir,
y la "M", la "A", la "M" y la "A" constituyen "MAMA".
Este concepto inductivo para un
adulto es muy sencillo, para un niño no. Le estamos dando una información
abstracta y desconocida y la estamos asociando a otra abstracta y desconocida.
Conceptualmente, ¿qué es lo correcto para esto?. Vamos a enseñarle
a leer "MAMA", 4 letras de golpe, la palabra, porque, de acuerdo: 4 garabatos
son abstractos, pero "MAMA" es tangible, concreto y es el valor de referencia.
Por lo tanto, el aprendizaje de
la lectura ya conceptualmente, no tiene que iniciarse por las letras,
sino por las palabras y con orden que si luego les interesa comentamos.
Y ya será el niño solito el que deductivamente, lo cual
es mucho más fácil, se dé cuenta cuando aprenda a
decir "PAPA", primero que abarca conceptos familiares, y segundo, que
la "A" está presente en las dos palabras, en "MAMA" y en "PAPA"
y cuando más adelante aprenda otras palabras con la "A", él
ya solito deducirá que esa unidad "MAMA" está compuesta
por subunidades intercambiables. Además de esto hay otros componentes
en el aprendizaje de la lectura, como el poder de acomodación,
es decir, qué tamaño tienen que tener las letras y a que
distancia tienen que estar, etc.
Pero lo que me interesa que quede
muy claro, ya es el concepto. Tenemos que hacer que aquello que queramos
que el niño aprenda, le sea no sólo posible, lo cual es
justo, sino agradable e instructivo, sino, no estamos consiguiendo nada.
Bien, hemos hablado someramente
de la visión. Vamos a la piel. Ya in útero, como hemos dicho
antes, a partir de los 60 días, la presión constante del
liquido amniótico sobre la piel, constituye un masaje, una estimulación
de los receptores nerviosos que significa la creación y la génesis
constante de impulsos eléctricos que aportan energía al
córtex.
Hay una cosa muy bonita que se
dice y no se dice, porque no es algo que esté demostrado por el
método científico, y que es difícil de demostrar.
Cuando se acostumbra al niño a que a unas horas determinadas el
papá o la mamá se den palmaditas en la barriga de la señora
embarazada, al cabo de cierto tiempo el niño contesta. El niño
da pataditas y establece un vínculo precioso y de comunicación.
Es decir, el niño percibe el contacto cutáneo por la presión.
En el momento en el que el niño nace, nace envuelto en una capa,
muy práctica y que no sólo no se debe quitar, sino que con
un masaje adecuado se debe hacer penetrar en la piel. Han oído
hablar del Shantala. En la India y en los hindúes tradicionalmente
se le daba a los hijos del jefe del clan. Es un tipo de masaje ritual
en el que al niño durante horas se le va dando masaje, extremidad
por extremidad y, según pretenden los hindúes, con esto
consiguen que el niño sea más inteligente, sea más
alto y más fuerte que los demás. Lo de más alto y
más fuerte no lo sé, lo de que la estimulación cutánea
que eso significa facilite la constitución de arcos reflejos a
partir de esa información, eso sí es plausible.
Los masajes, los baños,
son muy importantes para un niño. Los masajes con aceites perfumados,
no con colonias, con aceites que no son alcohólicos, pero que huelen,
luego veremos la importancia que tienen. Y como especial protagonista
en la estimulación táctil, está la caricia, que tiene
unas connotaciones que van mucho más allá de la estimulación
táctil. Tiene una connotación afectiva evidente. Hablamos
del equilibrio. Ya a partir más o menos del quinto mes, el equilibrio
es funcional, a partir de los 90 días, del tercer mes, aparecen
constituyentes orgánicos del equilibrio; a partir del quinto mes
el niño es consciente del equilibrio y de su posición en
el espacio e incluso han oído frecuentemente, y es cierto, que
el excesivo reposo de la madre facilita la presentación viciosa
del niño, es decir, que el niño venga de nalgas o venga
transverso. El niño utiliza a partir del momento en el que es consciente
el concepto del equilibrio en los últimos meses el concepto del
arriba y abajo para orientarse in útero y facilitar su encaje para
la salida al parto. Por lo tanto, si tiene un sistema vestibular funcional
ya a partir del quinto mes, tenemos que estimularlo. ¿Qué vamos
a conseguir con esto?. Que se facilite enormemente el desarrollo psicomotor
mucho más rápido que para los demás.
Eso significa, en el momento en
el que está todavía in útero, los movimientos de
la madre como posibilidad de estimulo en el vestíbulo del niño,
pero a partir del momento en el que el niño todavía es pequeño
todo tipo de juegos que estimulen su vestíbulo. Tirarle, girarle,
moverlo. Significa también lo correcto de que el niño practique
una serie de deportes a partir de su más tierna infancia, hablo
de 2 ó 3 años, que desarrollen sus circuitos psicomotores.
El yudo es uno de los más aconsejables en ese sentido. Está
claro que a los 3 años el niño no compite. Lo que hace el
niño es, esencialmente, ejercicios psicomotores.
Se trata de levantar la mano derecha
mientras estira la pierna izquierda y gira el cuello hacia la derecha,
y cosas así. Esto es enormemente importante y agradable además.
El gusto y el olfato, que se desarrollan
casi coetáneamente, tienen biológicamente una importancia
enorme que en el humano se descarta. Es decir, probablemente a diferencia
de los demás, o de otras capacidades cerebrales, el olfato ha sido
uno de los sentidos que menos ha desarrollado el humano erróneamente,
porque sigue teniendo una misión biológica muy importante.
El rinencéfalo, que es
la parte de nuestro cerebro que se encarga esencialmente de integrar estímulos
olfatorios, es una parte de nuestro córtex muy relacionada con
el circuito de la emoción, con el circuito de la vida sexual. Un
perro y una perra, lo primero que hacen es olerse. En el hombre y la mujer
ocurre lo mismo, lo que pasa es que no somos conscientes de ello, pero
ocurre exactamente igual. Es misión nuestra hacer que ese sentido,
no el sexual, sino el olfatorio, se desarrolle del modo más convenientemente
posible y por lo tanto, que el niño sepa que tiene una nariz y
desarrolle la posibilidad que genéticamente tiene en su sentido
olfatorio y gustativo. Eso significa que desde la más tierna infancia,
cuando les decía antes que el masaje que les dan a los niños,
dárselo con esencias perfumadas, estimula estos órganos
que están allí para ser estimulados. Significa que cuando
el niño es algo mayorcito, jugar a reconocer olores, es decir,
tener distintos tarros sin nombre que él aprenda a reconocerlos,
etc. Significa enseñarle a analizar el sabor de lo que está
comiendo, etc.
Luego llegamos a lo que es más
importante, lo que ya no es sensorial sino cortical, el cerebro. Les he
dicho antes muy someramente que nosotros no tenemos un hemisferio sino
dos, izquierdo y derecho. Un humano no es un hemisferio derecho y un hemisferio
izquierdo, es un hemisferio izquierdo más un hemisferio derecho.
Vivimos desgraciadamente en una sociedad en la que, y antes estábamos
hablando con uno de los presentes de las reformas educativas y de cómo
de canaliza, a mi entender, desde una edad excesivamente temprana y de
un modo absolutamente drástico; los que van hacia las artes y los
que van hacia las ciencias, y eso no es así. Es decir, nosotros
tenemos un cerebro en su conjunto diseñado y pensado para trabajar
al unísono.
Si el hemisferio izquierdo se
encarga de la ciencia, de la medición, la concreción y el
detalle, y eso simplificando mucho, y el hemisferio derecho del aspecto
intuitivo, afectivo y emotivo, estamos fabricando minusválidos
cerebrales y estamos potenciando tan sólo uno de estos dos hemisferios.
Una pura técnica de hemisferio izquierdo sin la intuición
genial para orientarle, es inútil, es el contable que sabe sumar
pero no sabe qué suma. Que sabe que tiene 431 árboles y
no sabe que está en un bosque. Un hemisferio derecho intuitivo
y filosófico sin el mínimo rigor y seriedad del hemisferio
izquierdo es baldío y peligroso. Estamos hechos para que ambos
funcionen coetáneamente y por lo tanto, en el niño tenemos
que desarrollar todas las capacidades cerebrales que podamos desarrollar.
No se trata de que saque un 10 en matemáticas, se trata de que
su desarrollo orgánico sea vasto y amplio.
Como ejemplo de genio se puede
citar Gaus, el matemático de la campana de Gaus. Hombre del que
cuando se sometía a un problema matemático complejo, lo
miraba y sin resolverlo, intuitivamente, decía "la solución
está entre 15 y 17". Bien, hasta aquí intuición o
analogía maravillosa de su hemisferio derecho y ahora vamos a ver
cuánto en concreto, y empezaba a formular y demostraba adecuadamente
que la solución era 15,437. Eso es un genio. Pero no porque llegue
al resultado sino utilizar las armas que la Naturaleza le ha dado. El
objetivo con el niño es absolutamente el mismo. Es potenciar sus
facultades matemática, etc. El rigor del método, etc., potenciar
también su esfera afectiva, emotiva, intuitiva, global y fomentar
la coordinación de ambos que es lo que le va a permitir desenvolverse
en el mundo.
¿Qué significa educar?
Educar significa cuatro cosas
a mi modo de ver, educar en el sentido amplio. Primero, desde luego,
obligación inexcusable y crimen si no se hace, potenciar las posibilidades
cerebrales que la Naturaleza le depara al niño, de lo que hemos
hablado hasta ahora. Segundo, encauzar su desarrollo, es decir,
si al niño le dejamos brotar espontáneamente como la lechuga,
no va a hacer lo que sea mejor para él como adulto, va a ser lo
que sea más cómodo en cada momento para él. Por lo
tanto, cuestión de los educadores es irle dando en cada momento
aquello que le apetezca más para que realmente lo haga, pero siempre
enfocado a potenciar sus capacidades cerebrales.
La tercera y cuarta
cosa, y tan importante como la primera y la segunda, significa la existencia
de un modelo que imitar y significa la existencia y el estar inmerso en
un mundo afectivo, cariñoso y amoroso para con él. Una educación
afín, es decir, una educación puramente técnica,
sin cariño, sin afecto, es absolutamente imposible. Una educación
en la que el leit motiv es "haz lo que te digo, pero no lo que hago"
es imposible. El niño es un observador constante de lo que hacen
quienes le rodean.