Aspectos prácticos de los programas de educación no formal
La educación de la primera
infancia no solamente se realiza mediante el centro de educación de la
primera infancia, que caracteriza a la vía institucional, sino que también
se lleva a cabo mediante la educación no formal, no escolarizada o
no convencional. Desde el enfoque más actual, ambas vías se consideran
como modalidades de una misma educación, que responden a particularidades
propias en dependencia de las necesidades, los fines y propósitos, y las
condiciones en que las mismas han de desarrollarse, determinados por las
demandas de la sociedad.
Pero esta consideración no siempre ha sido
así, y en un principio la educación no formal surge como una forma
simple y de bajo costo de proporcionar algún tipo de escolarización
a los niños que no tenían posibilidades de asistir al centro de educación
de la primera infancia , bien por falta de recursos de los padres, bien
por ausencia de los servicios sociales o poca capacidad de los centros,
bien por la dejadez oficial hacia la atención y el cuidado de los niños
en estas edades tempranas.
Tanto es así, que las primeras definiciones
que se dan de la educación no formal por las instituciones oficiales
o no gubernamentales como es el caso de UNICEF, entre otras, señalan de
manera unívoca que la educación no escolarizada es “cualquier actividad
educativa, organizada y sistemática, que se lleva a cabo fuera de la estructura
del sistema formal, a fin de proporcionar tipos selectos de aprendizaje
a subgrupos específicos de la población, a niños o adultos por igual”.
En esta definición quedan destacados algunos
preceptos que subvaloran a la educación no convencional, la cual en sus
inicios no fue considerada como una educación semejante o equivalente
a la vía institucional.
Así, el plantear que es cualquier actividadeducativaestá indicando la posibilidad de que cualquier
cosa que se realice puede ser considerada como educación no formal, la
presencia del adjetivo “cualquier” a este tipo de actividad así lo parece
indicar.
Por otra parte, al señalar tipos selectos
de aprendizajese implica que no se ha de impartir todo
el contenido que corresponda, sino aquellos que se pueden considerar resuelvan
determinados objetivos. Esto decididamente restringe la posible acción
educativa de la vía no escolarizada.
Finalmente, al establecer que la misma esta
dirigida a subgrupos específicos de la población, se está
asumiendo que este tipo de educación no es para todos los niños, sino
para aquellos que por determinadas razones requieren esta forma de aprendizaje,
es decir, niños marginales, indígenas, de grupos culturales minoritarios,
campesinos, etc.
Por todas estas razones y enfoques que caracterizaron
a la vía no formal desde sus inicios, es por lo cual durante mucho tiempo
este tipo de actividad formativa fue considerada como una educación
de segundo orden, y concitó mucho rechazo de aquellos que se oponían
a que se formaran individuos de menor nivel de los que la vía institucional
podía formar. Esto trajo como consecuencia un reforzamiento de que el
verdadero desarrollo solo podía ser alcanzado mediante una institución
escolar y, en muchos sistemas educativos se planteó esta vía como la única
a considerar.
Ello nos lleva a replantear el concepto de
la educación no formal y a destacar aquello que la caracteriza:
La educación no formal, no escolarizada,
no convencional, o alternativa, es aquella que se caracteriza por la inexistencia
de una institución como se concibe en el enfoque institucional, y donde
el sistema de influencias educativas se comparte entre diversos agentes
educativos, incluyendo a la familia y la comunidad, y en el que el papel
del educador profesional disminuye su papel protagónico y se convierte
en un promotor y facilitador del trabajo educativo.
Ampliando en este concepto, se señala que
la modalidad no formal abarca los procesos educativos y formas de autoaprendizaje
que se realizan fuera de los centros educativos, con programas desarrollados
con metodologías en los que participan la familia y la comunidad, dentro
de una filosofía de concertación interinstitucional de los sectores públicos
y privados, y donde la dimensión de las acciones educativas no están dirigidas
solo a los niños, sino a todos aquellos elementos que configuran su contexto.
La flexibilidad de estas modalidades permite
adecuar sus servicios a las características, requerimientos, intereses
y prioridades de los niños, condiciones geográficas, socioculturales y
económicas del medio, así como de los recursos con que cuenta.
Así, la educación de la primera infancia
por vía no formal va mas allá de los enfoques tradicionales estrictamente
pedagógicos y psicológicos para enfrentarla como un proceso social en
el cual los miembros de la comunidad se organizan e integran para hacer
frente a los problemas de los niños y de su entorno social.
Desde esta proyección la educación no escolarizada
supera en mucho a la acción que puede realizar la vía institucional, generalmente
constreñida por su propia esencia al medio escolar y que, aunque involucra
también a la familia y la comunidad como agentes educativos, esto siempre
está delimitado por su propia estructura y la esencia de su gestión educativa
y social.
7.1.-Modelos organizativos de la educación
no formal.
Como consecuencia de la propia esencia de
los programas no formales, que se adecuan a las muy distintas condiciones
sociales, económicas, étnicas, etc., de los países y sistemas educativos,
lleva a plantearse que no existe un modelo único organizativo de educación
no formal, sino muchos modelos, que se asumen en las propias condiciones
donde se aplican, debido a sus particulares necesidades. Así nos encontramos
con:
1. Modelos centrados en
el hogar
2. Modelos centrados en
los padres u otros adultos
Modelos centrados
en un programa de atención social
Modelos de atención
y cuidado familiar
Modelos de atención
grupal
Modelos basados
en la educación informal
Es posible la existencia de otros modelos
que combinen particularidades de los expuestos, pero en términos generales,
están son las variantes o alternativas más usuales, y que suelen con frecuencia
caracterizar lo que se hace en un país, aunque en ocasiones pueden existir
varias formas organizativas en un mismo territorio, pues ello depende
de las condiciones particulares de cada comunidad.
Estas necesidades comunitarias han hecho
surgir también una variante que trata de combinar ambas alternativas de
la educación de la primera infancia, la institucional y la no institucional,
a la cual le han dado el nombre de modelo semiformal o semiescolarizado
de educación de la primera infancia.
Dentro de este enfoque se han concebido variantes
para casos particulares, como lo es la preparación para la escuela primaria
de los niños de 5 a 6 años de zonas de difícil acceso, con muy limitada
población infantil de estas edades, que acuden a la escuela primaria de
la zona varias veces por semana y son atendidos por un maestro de educación
básica, generalmente el del primer grado, u otro ejecutor, quien igualmente
realiza actividades con ellos.
Este modelo preparatorio para el aprendizaje
escolar en ocasiones cuenta con un programa educativo propio para este
tipo de enseñanza, y en otras utiliza contenidos seleccionados del programa
institucional oficial.
Una nueva variante de este modelo es el que,
en lugar de los niños asisten los padres a entrenarse en las actividades
con este maestro, para que luego hagan estas actividades con sus hijos
en el hogar.
7.2.-Aspectos positivos y negativos de
los programas no escolarizados.
Un aspecto muy importante de este tipo de
programas es que mediante ellos es posible aumentar considerablemente
la cobertura de atención y educación de los niños de estas edades, lo
cual resulta a veces muy difícil de conseguir mediante la vía institucional,
indudablemente mucho mas costosa y compleja.
Otro aspecto positivo es el considerable
efecto que tienen en la promoción educativa de la familia, que incrementa
su potencial educativo por la acción directa que se realiza con ella.
La participación de la comunidad, la incorporación
de la mujer a la vida laboral y el involucramiento social constituyen
a su vez aspectos positivos de la realización de estos programas educativos
no convencionales.
Los programas educativos no formales generan
mejores condiciones de salud, alimentación, práctica de hábitos y prevención
de problemas sociales en los niños, la familia y la comunidad, que muestran
mayores niveles de respuesta social derivados de la participación e dichos
programas.
Los resultados de estos programas son a veces
de carácter inmediato, pues se ha comprobado que generan un mayor porcentaje
de ingreso a la escuela de los niños y una probable permanencia, con menores
indicios de fracaso escolar.
Al ser marcadamente flexibles los programas
educativos no formales permiten su aplicación en las más disímiles condiciones
geográficas, tales como zonas comunales, hospitales y centros de salud,
centros de trabajo, servicios sociales de desarrollo humano, comedores
populares, zonas agrícolas de cosecha, cooperativas agrícolas e industriales,
entre otros.
Por la adaptación curricular de sus programas
a las condiciones propias de las comunidades, los programas educativos
no convencionales asumen un marcado carácter multicultural, lo cual coopera
positivamente con la aceptación social de los grupos minoritarios, los
niños marginales y de zonas campesinas, entre otros factores sociales.
No obstante, a los programas educativos no
formales se les señalan con frecuencia determinadas deficiencias y aspectos
negativos, de las cuales una de las más difundidas es la clásica cuestión
de si este modelo alternativo realmente alcanza los logros previstos del
desarrollo de los niños, y de si puede aspirar a equipararse con los que
se alcanzan en la vía institucional. Esto solamente puede definirse mediante
la realización de investigaciones que comprueben:
a) El nivel de desarrollo alcanzado por
los niños a partir de su incorporación al programa, en las esferas intelectual,
motriz, de lenguaje y socio – afectiva.
b) La preparación adquirida por las familias
para realizar acciones estimulatorias del desarrollo de sus hijos y el
grado de adecuación social de las mismas.
c) El impacto social causado por el programa
en la comunidad.
Estos tres factores condicionan el éxito
que puedan tener estos programas, y su comprobación experimental es la
vía que puede dar una respuesta definida a esta cuestión.
La poca atención de las instancias oficiales
constituye otra deficiencia de estos programas educativos, lo que se une
a la poca flexibilidad de la administración pública a adecuar las normas
administrativas y responder a las características diversificadas que demanda
este tipo de educación.
La escasa sistematización y evaluación de
estas modalidades es otro problema importante, aún más agudo del que sucede
en la vía institucional, lo que hace que en muchos lugares se desarrollen
estos programas sin que exista una comprobación efectiva de su calidad.
La concepción de que estas modalidades son
para ser utilizadas en poblaciones infantiles en situación de riesgo,
como son los niños indígenas y marginales, limita la posibilidad de su
extensión a los niños de otras localidades que no están en situación actual
de riesgo, pero que no pueden asistir a las instituciones oficiales o
privadas.
Es por ello que se hace imprescindible que,
para consolidar los logros y paliar las deficiencias, se diseñen y validen
programas realmente científicos de estas modalidades, que puedan demostrar
su efectividad y su calidad como tales.